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en profundidad ESTÉTICA Y PELUQUERÍA

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Estética y peluquería: tan lejos y tan cerca

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por gonzalo fuster-fabra Por mi prolongada carrera en el mundo de la belleza creo haber averiguado el extraño misterio que afecta y limita nuestros negocios: ¿por qué no somos capaces de desarrollar la estética y la peluquería de forma igualitaria si habitualmente la consumidora es la misma?

“Hay diferentes secciones que podríamos acometer en nuestros locales, como si de una planta de grandes almacenes se tratase. Su integración, bien estructurada, sería parte de la solución”

La respuesta a esta pregunta no es tan compleja como presumí en sus inicios. Son muchos los salones de peluquería que, en sus renovaciones o ampliaciones, deciden incluir un espacio de belleza para mejorar y fidelizar a sus clientes. La lógica nos induce a pensar que, si el cliente es el mismo y requiere de ambos servicios, ¿por qué no va a hacerse los dos en el mismo espacio? Es más cómodo, más rápido e interesante para ambas partes.

Esta lógica natural es irrelevante en la respuesta. La realidad más absoluta es que el problema está en los perfiles de los profesionales y en los modelos de negocio. Me explico: los peluqueros son profesionales creativos, dinámicos, inquietos y proactivos. Con ello quiero decir que siempre andan detrás de nuevas propuestas y negocios.

Cuando un profesional de la peluquería monta un salón debe asumir más costes que si lo hace un profesional de la estética. La obra civil en peluquería es cara, pero cuando la termina y empieza a trabajar en su salón renovado, lo máximo que va a invertir es en unas tijeras de aleación japonesa o alemana que van a ayudarle a conseguir la perfección en sus cortes y servicios.

La esteticista, por su parte, suele ser una profesional más científica, más ligada a los activos de sus productos, a la técnica y a los rituales. Una vez construido su salón, es consciente que debe invertir cada uno o dos años una cantidad importante de dinero en aparatología si no quiere convertirse en un salón desfasado. La cliente es conocedora de las últimas tecnologías y las demanda a su profesional.

El peluquero equipa esa área de estética, pero no la trabaja, no la dinamiza. Es más, la cabina de estética se suele situar al fondo del salón: contrata a una esteticista que es como un rayo de luz en un bosque al que nadie da sombra. La mayoría de los profesionales peluqueros

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que trabajan en el salón no saben qué es lo que se hace en ese espacio totalmente equipado en el que trabaja su compañera, olvidando, cliente tras cliente, promocionar sus servicios.

En consecuencia, la profesional de la estética ambiciosa, con ganas de desarrollarse, al cabo de poco tiempo se va a un salón especializado en servicios de estética; el peluquero, que no ve rentabilidad a su inversión, acaba tomando la decisión de prescindir de la esteticista para convertir un centro de estética totalmente equipado, pero ya con maquinaria obsoleta, en un cuarto trastero, de personal o para guardar el stock de su peluquería.

He visto pocos salones capaces de trabajar ambas divisiones de negocio en paridad. Eso sería lo bueno, junto con el desarrollo de otros posibles negocios que mejorarían nuestra cuenta de resultados, véase manicuras, maquillaje, etc., pero son muy pocos los que lo logran.

En mi anterior artículo, ahondé sobre la necesidad de plantearnos si la integración de salones de peluquería en un mismo espacio podía ser una opción de continuidad para muchos profesionales que han visto mermar sus ingresos y aumentar sus gastos. En esta ocasión, y con especialidades diferentes, me pregunto si no deberíamos hacer el mismo ejercicio.

Hay diferentes secciones que podríamos acometer en nuestros locales, como si de una planta de grandes almacenes se tratase. En esas áreas, cada negocio tiene su cuenta de explotación y su idiosincrasia. Su integración bien estructurada sería parte de la solución para poder montar centros globales de belleza que ofreciesen a sus clientes un servicio completo acorde a sus demandas, con profesionales de perfiles específicos, instalaciones equipadas con las últimas tecnologías y rentabilidades suficientes para abordar los nuevos tiempos que nos esperan en este maravilloso, y a la vez incierto, mundo de la belleza. 

Créditos del Salon

“El peluquero equipa esa área de estética, pero no la trabaja, no la dinamiza: es más, la cabina de estética se suele situar al fondo del salón”

Gonzalo Fuster-Fabra Abogado - www.fusterfabra-abogados.com

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