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EVANGELIO DEL DÍA
Evangelio Del D A
Lectura del Santo Evangelio según San Mateo
Lectura del Evangelio según San Mateo (Mt 17,1-9)
Mt 11, 2-11
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús.
En aquel tiempo, Juan se encontraba en la cárcel, y habiendo oído hablar de las obras de Cristo, le mandó preguntar por medio de dos discípulos: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”
Jesús les respondió: “Vayan a contar a Juan lo que están viendo y oyendo: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de la lepra, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso aquel que no se sienta
EUCARISTÍA en la nueva normalidad
SAN
SAN
Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí! Si quieres, haremos aquí tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”.
Cuando se fueron los discípulos, Jesús se puso a hablar a la gente acerca de Juan: “¿Qué fueron ustedes a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? No. Pues entonces, ¿qué fueron a ver? ¿A un hombre lujosamente vestido? No, ya que los que visten con lujo habitan en los palacios. ¿A qué fueron, pues? ¿A ver a un profeta? Sí, yo se lo aseguro; y a uno que es todavía más que profeta. Porque de él está escrito: He aquí que yo envío a mi mensajero para que vaya delante de ti y te prepare el camino. Yo les aseguro que no ha surgido entre los hijos de una mujer ninguno más grande que Juan el Bautista. Sin embargo, el más pequeño en el Reino de los cielos, es todavía más
Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió y de ella salió una voz que decía: “Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo”. Al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: “Levántense y no teman”. Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús.
Palabra del Señor
EL
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Lunes a Sábado
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Necesitamos Aligerar La Carga
Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: “No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos”.
No caigamos en pesimismos. Porque esa actitud, nos va robando la alegría.
Hoy como nunca, necesitamos ver luz en medio de la oscuridad; y para eso, es importante adoptar, una actitud positiva.
No nos tomemos la vida tan en serio; porque todo es relativo, nada permanece, y lo malo es pasajero.
Hay cargas, que no fueron hechas para llevar a cuestas. Porque tanto peso, le quita ligereza a la existencia, es decir, nos vamos quedando sin alegría. Y ésta, es un don que siempre está en riesgo de perderse.
Escanea el código QR para ir a la página donde transmitimos en vivo gritos de júbilo, porque le será dada la gloria del Líbano…”. (Is. 35).
La confianza en Dios, aligera la carga, y nos devuelve la sonrisa. No dejemos que se apague el corazón, como hoy lo dice el profeta: “Digan a los de corazón apocado: ¡Ánimo! No teman. He aquí que su Dios, vengador y justiciero, viene ya para salvarlos”. (Is.35).
No Permanezcas A La Mitad Del Camino
Hay que vivir de la espera, y no dejar que se apague la luz de la alegría.
Cuando la situación se vuelva complicada, no hay que darse por vencido; ni sumergirse en la derrota. Porque tu tiempo, aún no ha concluido.
Siempre corremos el riesgo, de quedar atrapados en un pensar negativo; que nos roba el gozo, y arrebata la alegría.
No dejemos, que el éxito nos confunda, y nos impida mirar hacia adelante.
Porque en esta vida, todo es pasajero; pasan los fracasos, pero también se van los triunfos.
Hoy, que celebramos el tercer domingo de adviento, el Señor nos hace ver, que importante es, sonreírle a la vida. Y dice: “Regocíjate, yermo sediento. Que se alegre el desierto y se cubra de flores, que florezca cómo un campo de lirios, que se alegre y de
El mundo, es el camino, que nos toca recorrer. Por eso, no hay que permanecer fijos, ante cualquier circunstancia.
En la ruta del existir, hay pasajes de dolor, e instantes de gloria. Pero ya sabemos, que el éxito es fugaz, y desaparece pronto.
Todos tenemos experiencias de luz, que pueden cegarnos, e impedir que veamos: lo que aún nos queda por vivir.
Algo semejante, pasó con los discípulos de Jesús: a ellos, Dios les compartió una experiencia de gloria, para que supieran la causa, por la cual tendrían que luchar.
El Señor, se trasfiguro en su presencia, llevándolos a vivir una experiencia de luz. Y así lo narra el Evangelio: “Ahí se trasfiguro en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve…Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, ¡Qué bueno sería quedarnos aquí!”. (Mt.17).
Ya lo dice Isaías: “Se iluminarán entonces los ojos de los ciegos y los oídos de los sordos se abrirán. Saltará cómo un venado el cojo y la lengua del mudo cantará”. ( Is. 35).
Volvamos a Dios, para que podamos cantar, y se libere una sonrisa.
Las dichas pasajeras, son tan solo un adelanto de aquello que será la eternidad; para que no desfallezcamos, cuando nos toque enfrentar lo adverso.
Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez
La certeza de que existe un cielo, nos da la fuerza, para atravesar las etapas de dolor.
Por tanto, no pretendamos vivir lo eterno en este tiempo. Porque en esta vida, todo pasa: lo bueno, y también lo malo.
Y, cuando nos envuelva la adversidad, no hay que tirarnos al piso; ni perdamos el valor para seguir viviendo.
En esos momentos, hay que recordar la voz de Dios, que nos está diciendo: “Levántense y no teman”.(Mt.17).
Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez