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La Niña de los Sombreros

María Eugenia Caseiro

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los sombreros.

Dedicado a esa niña que se fue

En una casa encantada vivía una

encantadora niña llamada Cappelinna. Era Cappelina una niña hermosa, tierna y alegre a quien le gustaban mucho los sombreros.

Cappelinna soñaba con tener sombreros de todos los estilos y colores y se imaginaba luciéndolos. Sombreros de invierno, de verano, de otoño, de primavera, ¡muchos sombreros! Cappelinna viajando en el tren de

Cappelinna dormida… ─¡Cappelinna despierta! ─ Cappelina en su andar de mariposa, recorre los jardines del sueño. Se escapa de la ciudad, huye del ruido. Y se va de paseo, y se arregla elegante, y se posa en todas partes con su falda rosa. Busca la luz de los colores, juega… Cappelinna salta. A veces se cansa, pero poco, muy poco porque Cappelinna es música, y la música no descansa. Cappelinna en la brisa, en el agua del lago, en el tiempo encantado, se cubre con su manto de sombreros.

Cappelinna se deleita en sueños llenos de sombreros que descubren ante ella el infinito. Quiere detener la enorme cantidad de sueños que se alejan. Se precipita en una carrera para atraparlos. Y allí está la niña alegre nadando en un mar de sombreros con las manitas ávidas para tomarlos todos, pero flota, flota escoltada por una estela de espuma; espuma del mar de los sombreros. Entonces despierta en su cuarto, sobre la camita de sábanas revueltas.

manera de hallarlo. Y se sienta, y se pone de pie, y camina, y se mira al espejo, y se sacude el sueño cuando se lava la carita para luego ponerse un nuevo vestido con encajes y un sombrero nuevo. Entonces Cappelinna vuela, vuela con nuevas alas a un sueño despierto.

Alguien le ha dicho que a su colección le falta un sombrero. Ella no lo puede creer, y se apura, y se apura, y se a encontrarlo. Pero quien le ha dicho tal cosa, le niega la

─No es posible ─dice aquella voz que desconoce que para Cappelinna no hay imposibles.

─No es posible ─repite la voz, y la niña exige una respuesta, no quiere oír más esa frase tan débil y fea… ¡Fea, fea y fea! Y pregunta dónde, dónde está ese sombrero.

─Está en la luna y no puedes ir a buscarlo ─Cappelinna soríe con el gesto pícaro de un diablillo ¡Vaya tontería!, ella sí puede.

Esta noche nuestra niña no ha de dormir en su cama. Cappelinna se ha dispuesto a un viaje muy, muy largo, y viaja, y viaja, y viaja en el enorme espacio, el espacio infinito que una vez le mostraron los sombreros.

Cappelinna se ha ido a la luna con todos sus sueños. Sí, Cappelinna se ha ido, se ha ido la niña… a buscar el sombrero que le falta.

María Eugenia Caseiro. (De la serie “Cuentos de la tía Mary”, Miami, 2003)

¡Qué pura, Platero, y qué bella es esta flor de camino! Pasan a su lado todos los tropeles –los toros, las cabras, los potros, los hombres-, y ella, tan tierna y tan débil, sigue enhiesta, malva y fina, en su vallado triste, sin contaminarse de impureza alguna.

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