
1 minute read
Eliana Soza Martínez
ELIANA SOZA MARTÍNEZ
(Potosí, Bolivia)
Advertisement
Sus textos han aparecido en diferentes antologías y revistas literarias de España, México, Argentina, Chile, Perú, Costa Rica y Colombia. En 2018 publica su primer libro de cuentos, Seres sin sombra. En 2019, junto a Ramiro Jordán, publica el libro de microficción y poesía Encuentros/Desencuentros. Ha participado en el Encuentro Internacional de Microficción de la Feria del Libro en Santa Cruz (por dos años consecutivos) y en el de La Paz. Es colaboradora de la revista literaria Letras Itinerantes de Colombia. En 2019, gana el tercer lugar del concurso de cuentos «Empoderando a Orange», de la Embajada Norteamericana en Bolivia.
SUEÑOS
—Tampoco hoy encontré trabajo —le dije a Juan cuando me preguntó: —cómo me te fue. —Me pesa mentirle, mas no me animo a confesarle que no quiero trabajar y sueño con ser escritora.
Por eso, salgo a diario de casa como si fuera en búsqueda de empleo. Me dirijo hacia cualquier plazuela del centro y escribo historias en este cuaderno que él mismo me regaló.
Es difícil que los dos estemos desempleados. Parece que ninguno tiene suerte. Termina el mes y las facturas se acumulan en la mesa del recibidor. A pesar de todo, hoy salgo a escribir, encuentro una placita perfecta, a unas cuadras del centro de la ciudad. Cuando estoy a punto de sentarme, veo a Juan escribiendo concentrado en un banco.
POR ARTE DE MAGIA
No es cierto que tengan siete vidas, lo supe cuando tomé su cuerpecito que ya no pesaba nada en mis manos.
Llegó dos meses atrás con sus ojos color cielo, su pelaje gris atigrado y la travesura en sus garritas y colmillos que destruían lo que encontrara. Primero los adornos regados por la sala, los juguetes de Luchito y finalmente los ovillos importados de lana de conejo que tenía mamá como su más grande tesoro. Vi sus ojos enfurecidos y supe que mi gatito no viviría para contarla.
A pesar de su partida, cada día, encontramos juguetes y adornos mordisqueados, y alguna vez la carne para la comida desaparece como por arte de magia.