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Romina Andrea Barboza
Plesiosaurio. Primera revista de ficción breve peruana. Año XV, n.º 13, vol. 1. Lima, mayo de 2022, pp. 129-130.
Dos microrrelatos
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Romeo Lucchi
UN ANTOJO
Detestaba su trabajo y el olor que llevaba consigo. En casa ella lavaba todo: su ropa, ella misma, sus manos. En particular estas últimas las lavaba continuamente. Obligaba a sus amigos a olerlas y todos estaban de acuerdo en que el olor a pescado estaba dentro de su cabeza y no en sus manos.
Una noche, al volver de la discoteca, tuvo un accidente de coche y se golpeó fuerte la cabeza. Primero perdió el sentido y luego la memoria. Cuando se despertó en el hospital no recordaba nada: quién era, a qué se dedicaba. Tenía hambre. Se olió las manos y se le antojó pescado.
THE FAÇADE
The façade was that of a magnificent and lavish mansion. On the sides evergreen hedges delimited the property.
For more than twenty years, the restoration of the façade had occupied the days of the now elderly owner. Now the work was finished.
The old man, satisfied, trudged towards the entrance. After crossing the threshold he found himself in the open air, in a wasteland where there was only a worn tent. In truth the impressive mansion consisted of just the façade.
The old man dragged himself to the tent, lit the fire and dreamed of dinner that he had not.
Plesiosaurio. Primera revista de ficción breve peruana. Año XV, n.º 13, vol. 1. Lima, mayo de 2022, pp. 131-132.
DOS MICRORRELATOS
Romina Andrea Barboza
INSOMNIO POR LA NOCHE
Nacieron en la misma fecha, con diferencia de horas, y desde entonces iniciaron una relación como la del yin y el yang: se atraían como solo sucede con las contradicciones irresolubles.
A kilómetros se notaban las diferencias: ella tendía al silencio y había quienes la veían taciturna, aunque tenía su veta alocada y extrovertida; él era cálido, enérgico e incluso ruidoso. Pero en otras cosas no solo eran distintos, sino opuestos: cual regla de oro, ella descansaba mientras él trabajaba y él amanecía tibio cuando ella se acostaba. En general, eran complementarios, se necesitaban, aunque ninguno lo supo hasta ese fatídico momento.
Aquel sábado, sin ningún indicio previo, la noche fue tomando temperatura: con el pasar de las horas, el ardor aumentó, creció subrepticiamente hasta su muerte, justo antes del amanecer. Y desde entonces el día nunca más pudo conciliar el sueño.
PREÁMBULO A LAS INSTRUCCIONES PARA CARGAR EL MÓVIL
Piensa en esto: cuando te regalan un teléfono celular te regalan un pequeño infierno entretenido, una tobillera elec-