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Año IX, Nº 8, Vol. 1. Lima, marzo de 2016.
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PLESIOSAURIO Primera revista de ficciรณn breve peruana
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PLESIOSAURIO Primera revista de ficción breve peruana
Lima - Perú PLESIOSAURIO
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PLESIOSAURIO Primera revista de ficción breve peruana
Año IX, Nº 8, Vol. 2. Lima, marzo de 2016. Dirección Rony Vásquez Guevara Comité editorial Dany D’Oria Rodas Rubén Roque Aroni Diseño de carátula Sergio Asrorga © Plesiosaurio Av. Santa Elvira, Urb. San Elías, Mz. «A», Lote 3, Lima 39 Teléfono: 51-1-5289229 Celular: 997254851 / 996308452 Web: http://revistaplesiosaurio.blogspot.com http://plesiosaurio.wix.com/revistademinificcion#! E-mail: plesiosaurio.peru@gmail.com Facebook: www.facebook.com/RevistaPlesiosaurio © abismoeditores, 2016 Jr. Pablo Risso 351, Lima 30 E-mail: abismoeditores@gmail.com Facebook: www.facebook.com/abismoeditores ISSN 2071-4114 (impresa) ISSN 2218-4112 (en línea) Incluye Vol. 1 Hecho en Perú – Piru llaqtapi ruwasqa – Made in Peru Todos los textos son de pertenencia exclusiva de sus autores.
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EL BOLO ALIMENTICIO En este número… Los herederos del dinosaurio monterrosiano
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Los herederos del dinosaurio monterrosiano Aunque abunda en internet y muchos proclaman su banalidad, la minificción, el último género narrativo de la literatura, no se detiene. Con más de treinta años de su investigación y prolífica producción, aún sigue siendo materia de debate en los claustros universitarios y la comunidad especializada, pues continúa exigiendo proyectos de investigación en busca de un corpus y canon, que permita conocer a los padres y herederos del dinosaurio monterrosiano. En Latinoamérica, uno de sus herederos es Plesiosaurio. Primera revista de ficción breve peruana; por ello, en el presente volumen presentamos, además de estudios sobre la estructura de esta modalidad textual y el panorama de la minificción en Nicaragua, ensayos analíticos sobre la obra brevísima de Eca de Quieroz, Edmundo Valadés, y Alberto Hernández. Asimismo, entregamos a la comunidad literaria las Actas de la Jornada Trinacional de Microficción “Borrando fronteras” (Argentina, Chile y Perú), celebradas en Santiago de Chile (2014), donde se analizaron nuevas propuestas de esta modalidad textual. Afortunadamente, con motivo de su visita a Lima, entrevistamos a la escritora argentina Ana María Shua y al investigador mexicano Lauro Zavala, quienes además participaron de la V Jornada Peruana de Minificción. Sin duda alguna, sus pasos por nuestro país constituyen un hito en la historiografía de la minificción peruana, acaso un nuevo
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momento o la confirmación del miniboom de esta modalidad textual en nuestra narrativa. Asimismo, empleando el estilo de las letras del libro Nueva corónica y buen gobierno, pretendemos rendir un merecido homenaje al cronista peruano Felipe Huamán Poma de Ayala con motivo de los cuatrocientos años de su muerte. Finalmente, podemos decir con certeza que los herederos del dinosaurio monterrosiano aún seguimos vivos y ahora en la superficie. Willkommen in Plesiosaurio N° 8 Rony Vásquez Guevara Director
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ARMANDO ALANIS
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Armando Alanís Canales (Saltillo – Coahuila – México, 1956). Es mexicano. Estudió Comunicación en su país y Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid. Autor del libro de cuentos La mirada de las vacas (1994), del libro de microrrelatos Fosa común (2008), y de las novelas Alma sin dueño (2003), La vitrina mágica (2007) y Las lágrimas del Centauro (2010). Sus microrrelatos han sido incluidos en diversas antologías.
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Aviso –Seré breve –dijo el verdugo, y dejó caer el hacha sobre el cuello del prisionero.
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Juguete de nadie –No soy juguete de nadie –dijo ella, segundos antes de que se le acabara la cuerda.
Cuento cruel –No le abras la puerta a nadie –le advirtió al niño su madre, antes de salir de casa esa noche. Y a nadie le abrió. Pero la Muerte era capaz de traspasar las paredes.
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ARNALDO JIMENEZ
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Arnaldo Jiménez (Venezuela, 1963). Poeta, narrador y ensayista. Ha publicado, entre otros: Zumos (2002), Chismarangá (2005), La raíz en las ramas (2007), Tramos de lluvia (2007), El silencio del agua (2007), La honda superficie de los espejos (2007), Cáliz de intemperie (2009), Caballo de escoba (2011) y Orejada (2011). Estas minificciones pertenecen al libro inédito Otros pormenores.
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Calle Camaleón A simple vista es una calle cualquiera, con relieves inesperados, brocales a ambos lados y bordados de cemento develando la longitud de su zigzag. Esta calle aumenta en la medida en que se camina, jamás termina de manera externa, sólo el caminante decide con su cansancio dónde queda el final. Cuando los paseantes se detienen a descansar y a esperar la llegada de un segundo aliento, el cuerpo y el alma se transforman en una continuidad de la calle, se pueden observar en el tórax, en las piernas y brazos, en la cabeza y la espalda, los pormenores de la calle, sus más íntimos detalles de piedras y asfaltos, sus trozos de basuras, cortezas y semillas tiradas por los pájaros…Se dice que en esa calle nacieron las primeras estatuas de la humanidad.
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La calle de la infancia Sólo los niños que por alguna razón no pudieron conseguir nuevas edades, pueden visitar esta calle, elijen sus esquinas favoritas según el juego que más les gustaba. Los columpios evaden los regaños, los papagayos devuelven el valor a pasar por las noches sin tocar la presencia de los padres, las metras tienen el resplandor de los sueños. Cada calle luce un dibujo realizado con tiza, cuando llega un niño o una niña le añade una figura al dibujo que jamás se borrará. Todas las tardes pasea un niño tocando un viejo tambor de hojalata.
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JAVIER XIMENS
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Javier Jiménez (Ximens) (Talavera de la Reina, 1953). Residente en Madrid. Licenciado en Informática. Jubilado. Ha publicado relatos en De antología, la logia del microrrelato (Ed. Talentura), Despojos del Rec (Ed. Bombín Rojo), y III Microconcurso La Microbiblioteca (Ed. Biblioteca Esteve Paluzie). También en libros digitales, entre otros en: Grandes microrrelatos de 2011 y Destellos en el cristal (edición de Internacional Microcuentista), y en Viejos amigos (Edición de Pablo Gonz e Internacional Microcuentista), Lectures d'Espagne 2, Auteurs espagnols du XXI ͤ Siècle (Ed. Lectures de'ailleurs / Tradabordo, Universidad de Poiteirs). Publica «cosas que son verdad y no han pasado» en su blog http://ximensmontesdetoledo.blogspot.com.es/
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Ana ≠ anA A los veinticinco años tuve una hermana gemela. Todo empezó una mañana en el cuarto de baño, delante del espejo. Se negó a pintarse los ojos y vestirse con la bata azul. Se puso terca. Yo me marché al trabajo en la fábrica de conservas y ella se quedó diciéndome: «No quiero envejecer igual que todos». Desde entonces ha llevado su propia existencia. Dado que somos gemelas, no hemos necesitado hablarnos para saber cómo nos iba la vida. Supe que viajaba mucho y que de vez en cuando pasaba por casa, pues me encontraba cucharillas de ciudades de diversos países y alguna postal sin escribir. También la biblioteca se fue llenando de libros de viajes. Ahora, con sesenta y cinco años nos hemos vuelto a espejear en el envejecido cristal. «No has cambiado nada», me dice. «Pues yo a ti no te reconozco».
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Hematófago Siempre me han gustado los murciélagos. En la troje de la casa de mis abuelos en el pueblo habitaban media docena. Creo que por su culpa y mi depravación me aficioné al tabaco. En la hora de la siesta echábamos nuestros pitillos y charlaba con ellos. Al principio no me contestaban, pero en contra de su fama son bastante agradables. Adquirí sus costumbres, me gustaba subirme a un árbol y observar el mundo colgado del revés. Este hábito no lo he perdido, algunas noches desengancho la bicicleta del techo de la terraza y me cuelgo bocabajo. Veo el cielo a mis pies y la calle sobre mi cabeza. Las luces de las farolas parecen estrellas, y estas charquitos. Cuando hay luna llena echo en falta la capacidad de volar para acompañarlos en sus cacerías, por eso no tengo más remedio que caminar hasta el parque y buscar la víctima.
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JUAN MANUEL MONTES
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Juan Manuel Montes (Mendoza – Argentina, 1984). Escritor, profesor de Lengua y Literatura por la Universidad Nacional de Cuyo, (Mendoza – Argentina). Miembro de Triple-C (La cofradía del cuento corto). Ha publicado en 2008 La soledad de los héroes, y en 2012 Relatos desde liliput. Sus textos aparecen en diversas antologías como: Con la literatura no se juega (2012), Destellos en el cristal (2013), Brevedades: antología argentina de cuentos re breves (2013), El mundo de papel (2014), Fútbol en breve (2014) y Todo el país en un libro (2014).
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El baile nupcial El loco Juan, alimenta a las palomas de la misma manera que su madre alimentaba a las gallinas. Mueve primero su mano derecha en un cuenco (dejando caer unas pocas miguitas) y repite la escena con su mano izquierda, casi como invitándolas a bailar un minué. De entre todas las que lo rodean, elige una, y el loco Juan se saca el sombrero (y caen más miguitas). La paloma retrocede, pero él, galante, se le acerca y le extiende la mano. La paloma se voltea y toma un pedacito de pan, él encantado de ser correspondido, le sonríe. Ahora, la pareja baila haciendo círculos dentro de una ronda alada, gris y blanca. El baile continúa hasta que se le acaban las miguitas. Luego su paloma lo observa, espera más pan, pero él le muestra las manos vacías. Ella espera ladeándole la cabeza, espera, espera… y sale volando. El loco Juan, piensa, quizá así es el amor.
Empleado municipal El robot que atiende los pedidos en la puerta de la municipalidad, siempre llegaba a horario y se retiraba a las cinco en punto. En su trabajo era eficaz y solo se tomaba media hora de descanso para beber despacio sus electrolitos. A pesar de que exteriormente nadie podía diferenciar a los nuevos robots de un ser humano, los demás empleados municipales desconfiaban de él. La nueva actualización de software (pedida expresamente PLESIOSAURIO
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por el intendente) hizo que el robot llegara todos los días a horarios aleatorios, y que también se retirara de manera aleatoria. Ahora nadie se da cuenta de que es un robot.
Premonición Soy un cadáver, abro mis ojos y observo dos pequeñas piedritas en el suelo. El sol se eleva desde el ocaso y las sombras alargadas se encogen lentamente. Me arrodillo con el torso de mi cuerpo, sostengo un cuchillo sobre mi estómago, dejo de mirarme la herida, me pongo de pie. La mano de Miguel viene hacia el mango del arma, la aferra, saca el filo de mi cuerpo, y se me succiona la sangre. Su brazo derecho se arquea y enfunda el cuchillo detrás de su remera. Retrocede mirándome fijo, mis manos pretenden detenerlo pero el se aleja. El atardecer sigue ascendiendo. Miguel continua, su dedo me señala y luego se encoge y desciende junto a su brazo. La puerta del automóvil está abierta, él se toma desde el techo y se deja caer en el asiento, oculta su bota izquierda milésimas antes de que la puerta se cierre. Una neblina de humo con olor a caucho se precipita hacia las ruedas. El auto hace marcha atrás y dobla por el lado de la fábrica. Lorena vuelve hacia mí desde la lancha, su pelo suspendido en el aire se cae lentamente a medida de que su espalda se acerca, gira el cuello y me mira, su ojo sorbe una lágrima y sus labios se extienden hacia mis labios. Cierro mis párpados y me siento más vivo que nunca.
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LEANDRO HIDALGO
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Leandro Hidalgo (Mendoza - Argentina, 1981). Sociólogo. Publicó Instantáneas- 100 fotos (2005), Capacho (2010), y Grado –microficciones sobre la Historia Argentina (2014).
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Terroristas de opinión Los terroristas de opinión nos comen de a poco las neuronas; dan un zarpazo a cualquier parte y como nos expandimos en cualquier parte estamos, beben de la dualidad, son terroristas de las justificaciones, de los valsecitos de estilo. Una tobillera que nos formaran mil manos arrastrando quinientos cuerpos, encajar aquí y ahora para si no rotular. Los terroristas de opinión nos estereotipan; paralíticos de libertad, intentan detener este carro. Soy un lidiador: quiero sentir el ruido de una piedra que se movió en el Tundukeral desde mi escritorio y no la puedo escuchar. Todo está perpetuo bajo la lámina conglomerada, pero todo se está moviendo bajo mi lámpara natural. Un muñeco de madera y célula me inventé, es Bruce Lee que entrena en mi cabeza. Los terroristas de opinión andan calzados de colonizadas, desembarcan en mis costas para mutilarme las reservas, las que yo intento siempre transformar para ausentarlas de las redes ordinarias de su fundamentalismo.
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En ruinas Concibo mi literatura como una ciudad devastada, como una que ya no es lo que era, o lo que me creí que pudo haber sido. Y es así porque me he encargado de intervenirla con bombas en vez de administrarla alegremente. Concibo mi literatura como algo que está bajo mi dominio, yo soy su Estado, su policía, sus ricos y pobres, y su época, y su sistema religioso, hasta que decidamos al fin abandonarnos, ya sin racionalidad ni gobierno, pero con la gloria de no haber sido nunca un agente, un emisario, un mensajero, un vendedor ambulante de sus historias en ruinas.
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MARIA VERONICA GIBBS MOTABAN
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María Verónica Gibbs Motabán (Bolívar - Venezuela, 1970). Estudió Educación Preescolar en la Universidad Metropolitana y ejerce la docencia en esta institución. Fue conductora de un Centro de Recursos para el Aprendizaje. Cultiva la poesía y la ficción breve en su blog: esenciadeguayabita.blogspot.com y sus @Guashabita en Twitter e Instagram.
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[***] Cae la noche. Ana sube a las ramas del árbol. Silba. Llega un enjambre de luciérnagas. Continúa su lectura. No hay luz que perder.
[***] Necesito un traje de asbesto, cada vez que le narro un cuento a Pancho -mi dragón-, termino chamuscada. Aún no aprende a taparse la boca cuando ríe.
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[***] Mientras creaba la raza canina cayรณ dormido. Se derramรณ y salpicรณ la tinta. Los dรกlmatas comenzaron a ladrar.
[***] Era una pareja de termitas tan culta y romรกntica que se fueron a vivir a un libro, y comieron poemas para siempre.
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ENRIQUE URBINA JIMENEZ
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Enrique Urbina Jiménez (Ciudad de México, 1993). Cursa la licenciatura en Literatura Latinoamericana en la Universidad Iberoamericana. Textos suyos han sido publicados en las revistas electrónicas Penumbria, Scifi Terror, Yerba Fanzine y Fantasía Austral. Ha sido incluido en las antologías Penumbria Año I y Microhorror y La imaginación en México. Twitter: @DoctorPeste
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Hasta que la muerte los separe Ella abortó. Él la dejó. Ella lo buscó. Ella lo encontró. Él escapó. Ella lo encontró. Él se escondió. Ella lo encontró. Él se colgó. Él fue sepultado. Ella lo buscó. Ella lo buscó. Ella lo buscó. Ella lo encontró. Ella escarbó. Ella escarbó. Ella abrió el ataúd. Ella lo besó. “Qué crees, mi amor. No perdí al bebé”.
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Velorio — ¿Y esos candados en el ataúd? —Es que el abuelo no se quiere morir.
Asalto a la guardería —Pongan las manos donde podamos verlas, abran la boca y no hagan ningún ruido. Los delincuentes trabajaron rápido. En segundos, ya tenían la mercancía en sus bolsas y se fueron sin decir nada. Afortunadamente, no hubo muertos; sin embargo, muchos heridos: las encías de las víctimas no dejaban de sangrar por los dientes extraídos a la fuerza. La crisis ha golpeado hasta al ratón de los dientes y sus trabajadores.
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PEDRO SANCHEZ NEGREIRA
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Pedro Sánchez Negreira (Montevideo - Uruguay, 1966). Reside en La Coruña, España. Sus textos aparecen en De antología. La logia del microrrelato, antologado por Rosana Alonso y Manu Espada y (editorial Talentura) y en las antologías digitales Grandes microrrelatos de 2011 y Destellos en el cristal (Internacional Microcuentista) y en LECTURES D'ESPAGNE, une anthologie vivante. AUTEURS ESPAGNOLS DU XXI SIÈCLE. Sus microrrelatos han sido traducidos al francés y polaco. En diciembre de 2013 publicó Verde como el hielo, su primer libro de microrrelatos, en la Colección «Lenguas de Ornitorrinco» de la Editorial Zaera Silvar.
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Cardiopatías A Javier Ximens, camarero, maestro, amigo. Lo traje a vivir con nosotros cuando le dieron el alta del hospital, a pesar de mi vieja promesa de no volver a dirigirle la palabra. He de confesar que nunca llegué a perdonarle; pero alguien tenía que hacerse cargo de él. Ahora se pasa los días sentado en su silla de ruedas, oteando la vida desde la ventana, en un escorzo difícil que le da ese aire pensativo del que oye una música que no conoce, y las pocas veces que me mira lo hace con el mismo odio con el que lo hacía cuando me veía en casa y mascullaba no puedo creer que este maricón de mierda sea mi hijo. Yo, aunque no quiero, tengo que hablarle. Al principio sólo le decía lo imprescindible. Palabras simples, órdenes que evitaban el por favor, que lo ayudaran a entender lo que necesitaba de él al levantarlo o acostarlo, al asearlo o cambiarle de ropa. Me resultaba difícil asimilar el desprecio con que me seguía mirando. Mantenía el mismo rictus de inquina que tenía la mañana de domingo en que me echó de su casa. Aún puedo oír aquel grito de si vuelves por aquí te mato que se impuso sobre el llanto de mamá. Ahora ya me he acostumbrado a esa mirada hosca y su desprecio no me afecta. Al contrario, le provoco contándole mi vida; la que él cree que conoce y —sobre todo— la que no ha conocido. Le confío todos mis secretos, lo que me vi obligado a hacer para salir adelante, para poder estar tal como estoy ahora, y me recreo en los detalles de mis fracasos amorosos, que fueron innumerables. Él no lo soporta, se le nota mucho, aunque intente disimularlo. Eso sí, por cómo me mira sé que lo que más odia es ver cómo me besa mi marido PLESIOSAURIO
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cuando llega a casa. Por eso, a esas horas, siempre intento estar sentado frente a él, para contemplar esa lágrima solitaria que se le escapa despacio de su ojo izquierdo. [336]
Confesión A Pau, por las letras que nos hechizan. Sé que con lo que voy a decir desvelaré el que fue tal vez el único misterio que nunca se esclareció en el pueblo, pero supongo que ahora ya no importa. Recordarán que fue en una tarde de setiembre, ese mes que siempre llega demasiado pronto. El cielo estaba cargadito de nubes que amenazaban tormenta y él llegó a su casa antes de lo previsto. Que conste que no estoy arrepentido, aunque lo sintiera por Rebeca. Pensar que llegaron a sospechar de ella. La pobre nunca se recuperó; vivió el resto de su vida encerrada, para acabar muriendo con tiña y chupándose el dedo, siendo una vieja decrépita. También lo sentí por la madre, claro. Tras la explosión con la que lo maté, no entendí hacia dónde iba el reguero de sangre que salía de su oído derecho. Dicen que la vieja estaba a punto de partir treinta y seis huevos para el pan cuando aquel hilo rojo apareció en la cocina, a sus pies. Con la sorpresa soltó un «Ave María Purísima» y siguió el rastro de sangre hasta su fuente. Yo no la vi llegar a la casa porque ya había huido. Ustedes pensarán lo que quieran, pero él se lo merecía. Por eso lo maté. Por ladrón y por aprovechado. Me dio igual que fuera el hermano del coronel, al que siempre aprecié y respeté. Ese José Arcadio era un hijo de puta. [236]
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TANNIA GARCIA
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Tannia García (Maracay – Venezuela, 1986). Escritora, docente y promotor cultural. Licenciada en educación con mención lengua y literatura por la Universidad de Carabobo. Diplomado en Narrativas Contemporáneas por CIAPUCAB/ICREA. Relatos suyos han sido publicados en revistas y medios nacionales e internacionales y ha participado en diversos eventos culturales y literarios. Ha participado en la Feria Internacional del Libro Universidad de Carabobo FILUC en los años 2013, 2014 y 2015. Actualmente se desempeña como docente en la Escuela de Arte de la Universidad Arturo Michelena en el área de Lenguaje y Comunicación, Literatura e investigación. Es parte del comité editorial de la revista Zona Tórrida UC y directora de la Fundación Teófilo Tortolero.
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[El cadáver fue encontrado] El cadáver fue encontrado en la calle Suipacha a primeras horas de la mañana por unos colegiales. Era un hombre joven, unos treinta años. Gracias a los vecinos supe que vivía alquilado hace poco tiempo en ese edificio. Dicen que fue suicidio, porque fue encontrada una carta dirigida a una señora en París de nombre Andrée, que creo es la dueña del departamento en cuestión. Por otra parte, nadie supo aclararme que hacían allí los once conejos que acompañaban al cuerpo.
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[Un viejo pez espada] Un viejo pez espada salió en busca de nuevas mareas. En el camino, no por falta de pericia, sino por una desgastada vista, mordió un anzuelo. Sin ánimos de rendirse, arrastró durante días y noches a la pequeña embarcación desde donde un hombre viejo luchaba por no dejarlo ir. El pez, cansado de aquella batalla, le propuso al hombre intercambiar cuerpos para que de esa manera ambos tuviesen la oportunidad de darle un último vuelco a la vejez. El hombre hambriento, exhausto y animoso por la experiencia, aceptó. Una vez hecha la permuta, el viejo en el cuerpo de pez nadó, hizo piruetas, aspiró el oxígeno del agua salada y fue feliz, sin darse cuenta de que la herida se desgarraba a cada giro y sacudida. El pez en el cuerpo del hombre, observó flotando en el agua la que fue su forma, decidió amarrarla al bote y emprender el camino a tierra. Al llegar, todos observaban el enorme cuerpo del pez del que apenas quedaban pocos tajos de carne a causa de los peligros del viaje. El pez hombre reconoció, por la memoria del cuerpo, cuál era la casa del viejo. Subió hasta la maltrecha choza y se echó a morir con una sonrisa, sabiendo que había ganado el respeto de sus depredadores.
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JAVIER PUCHE
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Javier Puche (Málaga, 1974). Vive en Madrid. Licenciado en Filología Hispánica y profesor de piano clásico. Ha trabajado como crítico musical, corrector de estilo y guionista de televisión. Imparte clases en la Escuela Contemporánea de Humanidades (www.ech.es). Sus ficciones han obtenido diversos premios y figuran en antologías como Por favor, sea breve 2 (Páginas de Espuma, 2009), Velas al viento (Cuadernos del Vigía, 2010) o Mar de pirañas (Menoscuarto, 2012). Mantiene el blog literario Puerta Falsa (puertafalsa.blogspot.com). Es autor del libro Seísmos (Thule, 2011).
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Tenemos que hablar –Tenemos que hablar. Eso dijo ella con pesadumbre. Algo aturdido, me senté en el sofá donde solíamos ignorarnos. Pero esta vez no encendimos la tele. Apenas recuerdo lo que finalmente hablamos (mi memoria tiende a suprimir las catástrofes). El caso es que ahora vivo lejos de ella, en las afueras, entregado a una existencia gélida y crepuscular. Fantasmagórica, para ser exactos. Al principio, achaqué mis visiones nocturnas a la añoranza (no en vano, aquellas fugaces mujeres del pasillo parecían vestir como ella). Luego, a la vertiginosa desnutrición (únicamente me alimentaba de pan seco y agua corriente). Por último, comprendí con pavor que los fantasmas no procedían de mi tristeza, sino del más allá. Lo supe por el modo en que me abrazaban. Eran almas en pena, dolientes criaturas sin tiempo, espectros quejumbrosos que paulatinamente invadían mi nueva casa en las afueras. Lo peor del asunto (y por eso estoy bajo la cama) es que ahora hay veinte o treinta reunidos en el salón, esperándome en absoluto silencio. Pude verlos hace un rato, justo antes de huir despavorido, cuando el señor del sombrero me cogió del brazo y me dijo con voz de ultratumba: –Tenemos que hablar.
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La memoria de cristal Tras el Apocalipsis, un radar enviado desde Júpiter para confirmar la extinción del hombre, desciende con lentitud hacia las profundidades del Océano Pacífico, donde algo parece latir. Y es que abajo del todo, en mitad de un silencio vagamente iluminado por criaturas abisales, el único espejo que la gran explosión no ha logrado romper emite en orden cronológico, antes de apagarse para siempre, todas las imágenes que componen su memoria de cristal, demorándose en aquéllas donde aparece la mujer que lo tuvo en su alcoba hasta el fin, una joven risueña que ya no existe, aficionada a bailar desnuda ante él ciertas noches de verano, cuando todo era posible todavía en este rincón de la galaxia.
El inmortal Tras una larga búsqueda, capturaron finalmente al inmortal, que fue sometido sin dilación a toda suerte de experimentos clínicos. En la rueda de prensa, los médicos dictaminaron perplejos que nada lo distinguía fisiológicamente del hombre común, salvo su temporalidad incesante. Hoy ocupa una tenebrosa celda del zoológico municipal. Y hordas de visitantes intentan matarlo cada día con inexplicable saña. Pero el inmortal persiste. Dicen que por las noches llora muy despacio en un rincón.
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RICARDO ALBERTO BUGARIN
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Ricardo Alberto Bugarín (General Alvear - Mendoza Argentina, 1962). Escritor, investigador y promotor cultural. Publicó Bagaje (poesías, 1981) y Bonsai en compota (microficciones, 2014). Integra la Antología Trinacional de Microficciones Borrando Fronteras (Macedonia, 2014).
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Feliz cumpleaños Se venía destejiendo. Yo la vi desde lejos y noté que algo le sucedía. Avanzaba con rapidez pero observé que iba dejando como una extraña estela detrás de sí. Al llegar a mí y abrazarme ya era un montón de lanitas enruladas. Igualmente le agradecí tanto esfuerzo y una sonrisa silenciosa fue su última presencia.
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Lámpara Vi que el termómetro subía y que una especie de humito comenzó a salirle por detrás de la cabeza. Le ofrecí agua y me hizo señas que no. Le ofrecí ventilar la habitación y me hizo igual seña. Le sugerí llamar a alguien y dijo no. Cuando comenzó a reverdecer de transpiración volví a insistir con la necesidad de solicitar auxilio y se negó. Finalmente la desenchufé y la dejé ahí, aferrada a sus decisiones.
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CESAR KLAUER
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César Klauer (Lima – Perú, 1960). Licenciado en educación y profesor de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC). Es autor de un libro de cuentos Pura suerte (Altazor, 2009). Además, sus crónicas de la vida de los años 70 en su barrio de Magdalena han aparecido en La Revista de Magdalena. Sus crónicas gastronómicas y de viajes han sido traducidas al inglés y publicadas en Living in Peru (http://www.livinginperu/). Ha cultivado, además, la literatura infantil: El perro Patitas, El gigante del Viento y El delfín de arena, publicados por Ediciones Altazor. Su primer libro de microrrelatos se titula La eternidad del instante (2012).
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Capullo de crisálida En un bar sin nombre, tuve una conversación sobre la muerte con un personaje brumoso salido de la nada. Tenía la mirada llena de cicatrices y en su voz flotaban los restos de un naufragio. Sentí que habitaba en una realidad donde todo era vértigo, que lo que teníamos para intercambiar era tiempo, donde las palabras iban y venían como bofetadas. Poco a poco nos deslizamos en los efluvios vaporosos del alcohol. Caímos en su torrente y no supimos cómo salir. En eso, los sonidos del ambiente fueron apartándose: sólo quedó su voz descascarada en medio de un silencio sin remordimiento. Entonces se detuvo y me observó con extrañeza. Se dio cuenta que no sabía quién era yo. Ni él. Lo vi salir con la alegría consumida y diluirse en el pliegue sin fin de la noche. Su rostro era el de quien ha extraviado algo y no sabe dónde empezar a buscarlo. Quedé pensativo, aferrado a un vaso húmedo, como si la vida estuviera por comenzar otra vez. Mientras tanto, las mariposas del llanto asomaban y la realidad iba envolviéndome como el capullo de una crisálida.
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La nieve del verano La pereza me empuja de vuelta a la cama, pero la venzo. Estoico, me levanto. Me estiro. Bostezo. La mano de Sharon se agita bajo la frazada: What´s the time, darling? Suspiro. Me pongo de pie. Es una suerte que este departamento tenga vista hacia el parque, así puedo abrir las persianas y admirar el primer día del verano. What time is it, darling?, su mano me ha cogido del pantalón del pijama, me jala. It´s eight, dear. Eight. La misma hora, pienso. La carretera estará vacía, toda para mí y mi tabla amarrada al techo del carro. La sensación del calor del verano me alcanza. Alucinado, escucho con claridad los graznidos de los pelícanos, gaviotas, piqueros. El rumor del mar. Siento la arena hundirse bajo los pasos que me llevan a la ventana. Sonrío. El verano. Las olas. El sol acariciándome. Abro la persiana. Frente a mí aparece la helada planicie nevada. Suspiro. Aprieto los labios. Miro el reloj: A esta hora la carretera sería mía. Y Sharon, sentada en el borde de la cama: Has it snowed again, darling? Sí, Sharon. Otra vez ha nevado en verano.
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PAULO CESAR VERDIN PADILLA
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Paulo César Verdín Padilla (México). Licenciado en Letras Hispánicas por la Universidad de Guadalajara. Maestro en Literatura Mexicana por la misma casa de estudios. Ha participado en diversas publicaciones de textos literarios breves: Poquito porque es bendito. Antología de microcuentos y cuentos breves (2013) y Minificcionario de amor, locura y muerte (2013). Ha sido profesor en el área de Lengua y Literatura en diversas universidades. Actualmente vive en México y es coordinador de la editorial Effictio Editores. Twitter: @PauloVerdin
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–Me quiere... no me quiere… me quiere… Al desprender la última hoja, descubrió con gran tristeza, que no era cierto lo que decían sobre el trébol de cuatro hojas.
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Âż? Se encontraron como dos cisnes de interrogaciĂłn, nadando en una pregunta sin respuesta.
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GERSON VANEGAS RENGIFO
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Gerson Vanegas Rengifo (Bogotá, Colombia). Soy profesional en Estudios Literarios. Vivo en Bogotá desde el 2003, y utilizo bus o camino para recorrerla. He participado en varios talleres y concursos de escritura creativa, además de eventos académicos relacionados con la literatura y la gestión cultural. Actualmente me desempeño como investigador en proyectos culturales sobre el libro y la creación literaria, y soy colaborador habitual de varias publicaciones literarias en México, España y Colombia.
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FUTBOLOGÍA El héroe solitario Despertó, y vio como sus compañeros corrían aún detrás de la pelota. No escuchó las palabras que su defensa centro le dirigía. De repente todas las miradas se posaron sobre él. Las del equipo rival, las de su equipo, las del equipo arbitral, las de los aficionados en el estadio, las de millones en el mundo entero. Se palpó la frente en busca de alguna anormalidad, pero no encontró nada; los guantes, el uniforme que tenía puesto, nada. Incluso la grama seguía siendo verde. Una fría sensación empezó a recorrer su cuerpo. El cielo se nubló y sólo observaba, apacible, infinidad de rostros tristes con ropas oscuras que marchaban uno tras otro a través de un vidrio. Al fin no estaré solo, se dijo para sí.
La contemplación Un centro al área. Intento de despeje. El esfuerzo no alcanza: autogol. Cae, y una mano se acerca. Le ayuda a levantarse. Ambos, fantasma y desdichado, se miran sin pronunciar palabra. Sin saberlo, el desdichado acaba de firmar lo inevitable. Su propia partida.
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Un ángel llora en plena llanura californiana. Su edén ha llegado a su fin. Es un espectador más en el verano abrasador de Pasadena.
Todos los despertares posibles Fue en cuestión de segundos. Casi sin fuerzas, el díez logra recibir el balón, controlarlo, y durante unos instantes, en todos los idiomas, por todos los canales de televisión y los transistores, es el hombre más nombrado dentro y fuera de la cancha. Parece caminar por entre un bosque de camisetas y piernas ya conocido por él, hasta que con su pie menos hábil la presta con firmeza a una sombra rojinegra que corre, sin aparente dirección, a su derecha. Arriba, todos aguardaban el ansiado final. El estallido de la red que por unos días resucitó a todo un país.
Una infinita ternura (tortura) El hijo dilecto de las multitudes, el Ícaro del gol, se queja ante el árbitro de un posible agarrón en el área. Ante el pitazo final, el silencio recorre las tribunas como si fuera una novedad. Aires de revancha, que dicen.
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JUAN PABLO GOÑI CAPURRO
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Juan Pablo Goñi Capurro (Olavarría - Argentina, 1966). Publicó la novela La puerta de Sierras Bayas (Pukiyari Editores, USA), el libro de relatos Alejandra y la colección de poesía Amores, utopías y turbulencias. Obtuvo varios premios y publicó obras en revistas y antologías en Argentina, España, Ecuador, México y Estados Unidos. Actor y dramaturgo, en el año 2012 estrenó su obra Por la Patria mi General y en 2013 sus obras breves La pierna de la discordia y La Escena del Crimen.
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En manos de profesionales Los argumentos la vencieron, se colocó su pulóver celeste de la suerte y partió a la cita. Quisieron acompañarla; se negó, debía librarse sola de esa fobia infantil. Pese a su decisión, el pánico le hubiera ganado la batalla de no haberse vuelto tan intenso el dolor. El temor aumentó cuando quedó a solas en la sala de espera, última chance de escapar. Repasó los argumentos de las amigas, de su esposo, de su madre; habían jurado que nada malo podía pasarle entre las paredes del consultorio, el dentista no podía causarle más dolor que el que ya sentía. Asintió en la silla, como si los tuviera enfrente. La puerta se abrió, salió una mujer mayor tomándose la boca y el hombre en casaca blanca la invitó a pasar. Sentada, con la boca abierta, vio la mano que se acercaba con un objeto plateado y cerró los ojos. Incapaz de dominarse, gritó al contacto leve del utensilio con sus dientes, se empujó hacia adelante y su cabeza dio contra la lámpara del sillón. Cayó desmayada y en el camino al piso su cabeza volvió a chocar, esta vez con el macizo compresor. La secretaria halló al odontólogo inmóvil en su silla, contemplando el cuerpo inerte de la joven. Luego lo vio acercar la pinza a la boca de la muchacha, buscando la muela enferma. Cuando le preguntó qué hacía, el dentista le explicó que si no quitaba la muela, no podía facturar la extracción.
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Sin huellas Halló todo en orden en la sala; sus fotos de boda sobre la repisa, la caja de música donde guardaban el dinero menudo en el ángulo en que la dejara, la botella de whisky intacta sobre la mesa ratona. Aguzó su oídos. Silencio. Aliviado, se tendió sobre el sillón, buscando el sentido del dato falso que le hiciera retornar sin aviso. Tantas horas y tanta tensión, hicieron efecto casi de inmediato. Sueño relajado y profundo. Quizá fueron sus ronquidos los que despertaron a los amantes que dormían desnudos en la cama matrimonial, previniéndolos. En el elevador, la mujer expresó: “Te dije que si no le tocabas el whisky, jamás se daría cuenta”. Su amante se despidió sin confesar que hubiera preferido un buen trago.
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MAIKEL RAMIREZ
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Maikel Ramírez (Venezuela, 1976). Profesor de la Universidad Simón Bolívar. Magíster en Literatura Latinoamericana. Ha publicado artículos en revistas académicas en las áreas de la metáfora y metonimia conceptuales. Es colaborador de prensa y revistas digitales con artículos de literatura, cine, lenguaje, música y arte. Obtuvo el tercer lugar del concurso de cuentos para jóvenes escritores de la Policlínica Metropolitana (2013).
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Adiós, zombi, adiós Cuando por la televisión informaron sobre la propagación del virus zombi, mi hermana y yo no pudimos sino maldecir nuestra mala suerte. Escopeta en mano, salimos al patio para encarar nuestro infortunio con determinación y, me temo, que hasta con aires de nostalgia. No tuvimos que esperar un largo rato para ver su cabeza abriéndose paso entre la sábila que forraba aquella parte de nuestro jardín. Fui yo el primero en apuntar hacia su cráneo, luego lo hizo mi hermana. Fue duro, sobre todo por el método, pero tuvimos que asesinar nuevamente a papá.
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Europa Frente a nosotros, el soberbio contorno de Júpiter, y a nuestros pies, una maciza placa de hielo que penetraríamos, según nuestros cálculos, en una semana. Nuestra misión había aterrizado sobre la superficie de Europa cargada de optimismo ante la posibilidad de encontrar nuevas formas de vida agazapada debajo de aquella capa congelada. Por mi parte, el entusiasmo, o la ansiedad, tomaba la forma de inspeccionar constantemente el funcionamiento de nuestros sumergibles, cuya capacidad para resistir la presión de aquellas profundidades remotas precisaba la perfección. Descendimos al cabo del tiempo estimado. Interesará saber que allí yacían esqueletos que, de acuerdo a su estructura ósea, podían ser agrupados en pares. Interesará saber, sobre todo, que aquellos organismos flotaban esparcidos dentro de una desconcertante y colosal arca de madera.
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ESTEFANIA PAEZ JIMENEZ
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Estefanía Páez Jiménez (Santiago del Estero – Argentina, 1994). Es autora de Los filos de la culpa (2012). Estudiante de Derecho en la Universidad Católica de Santiago del Estero.
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A sangre fría Después de haber estado espiándola por una eternidad, al fin la tengo cerca. Creo ya ha notado mi presencia, pero prefiere actuar cautelosa, como si no lo hubiera hecho. Me agazapo detrás de ella, y de un momento a otro, ya es mía, ¡es mía! Su sangre corre deliciosamente. Soy un insaciable mosquito feliz.
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Feliz, feliz… Cuando salí del trabajo y estaba a punto de subirme al automóvil, alguien me golpeó. Luego de eso, me desmayé. Desperté cuando mi secuestrador, que hablaba por teléfono, decía que me había golpeado por error, pero que seguramente ya estaría despierto cuando llegáramos a las siete, a mi fiesta sorpresa de cumpleaños.
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LEOPOLDO JOSE ROSALES FLORES
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Leopoldo José Rosales Flores (Barcelona – Anzoátegui - Venezuela, 1992). Estudiante universitario en la carrera de Higiene y Seguridad Industrial. Posee un enorme interés en contribuir en el género fantástico, caminando constante al lugar donde se encuentran los grandes y no tan grandes creadores del universo ficticio.
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El inútil Los honorables caballeros hablaban mezquinos a sus oídos, las manos ocultaban sus modulaciones mientras la audiencia esperaba eufórica en el balcón clavando sus miradas de desprecios sobre mis hombros. Hubiera sido preferible llamar a descanso, a torturar sus almas en la forma como discutían mi final. Una foto de mi amo, en uno de sus peores días, colgaba del bastidor improvisado, evidencia propuesta por los acusantes, quienes en círculo se alegraban de su victoria. Ya no podía hacer nada, la fatalidad se avecinaba sin más que sentarme a esperar. Defenderme, ya era tarde, al parecer alguien había desconectado el sistema de sonido y mis manos no lograban hacer señas pues el electroimán las neutralizaba eficientemente. Todos guardaron silencio cuando los honorables caballeros miraron al frente en señal de decisión. Los acusantes calentaban sus piernas para celebrar. -Culpable. El fuerte golpeteo del mallete reclamando orden averió mis circuitos, ya todo había terminado. Ahora me encuentro en el asteroide BAS74, lugar en dónde están todos los que no cumplen con las necesidades humanas.
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La nueva era La población descendió drásticamente, las radiaciones colaterales producto de las bombas novatomicas detonadas en el Atlántico y en el norte Índico, llevó a la mutación de toda la cadena biológica. Los animales comenzaron a evolucionar más rápido que la humanidad, adquiriendo una inteligencia superior y cambios morfológicos que le permitieron enfrentarse a la hegemonía del hombre despojándolo de sus territorios. Estos, liderados por las aves, se agruparon en manadas de distintas razas que abarcaban todos los continentes a excepción de los polos, a donde de manera secreta han logrado amontonarse lo que resta de la desahuciada humanidad. Millones de años de estudios científicos no habían permitido al hombre descubrir el sentido de la vida, mas sin embargo, este tiempo logró convencerlo de la existencia del riesgo y el peligro de la extinción. Se perdió la comunicación con los humanos marcianos y extrasolares y estos no poseen aun los recursos necesarios para realizar una misión de rescate. Todo está perdido. La cuarta generación de esta era de terror, está ya por acabar, diariamente los líderes visitan nuestras pequeñas aldeas en busca de alguna mujer embarazada ya que en los laboratorios se han llenado de experimentos con inútiles conclusiones. La esperanza parece estar perdida, pero hace 40 días y 40 noches que no ha parado de llover.
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SERGIO ASTORGA
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Sergio Astorga (Tezontle - Ciudad de México - México). Actualmente reside en Porto (Portugal). Estudió Licenciatura en Comunicación Gráfica en la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Impartió el taller de Dibujo durante doce años en la UNAM, y estudió Letras Hispánicas e Iberoamericanas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha publicado en suplementos culturales y en revistas tanto textos como dibujos. Exposiciones pictóricas múltiples. Ha publicado un libro de poemas llamado Temporal. Gestiona el blog Antojos: http://astorgaser.blogspot.pt/
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Esperanza Lúbrica Ramírez Las sábanas aún calientes, encajaban en su recuerdo vagas y tentadoras horas carnales. De púrpura, sus visones se dilataban como los pechos que se abren como flores al sentirse cortejados. Contradictoria, se mordía los labios durante horas y sus ojos verdes quedaban en luto. Quebradiza, comenzó a tener el hábito insalubre de hablar sola tratando de apagar su lengua pródiga. Tóxica, no conseguía apartarse de la hoguera íntima de su cuerpo barca. A veces, son eternos funerales estos diluvios. Se excitan las lágrimas sólo al pensar en el minuto gélido que envuelve las futuras esquinas de la cama. A veces, el edén tiene una puerta púdica de miedo que alude a los atardeceres de la microficción sentada al piano.
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Emplazado No sabía dónde poner la cara. Perdido en medio del mundo y con la muchedumbre queriendo que sea lo que había sido su padre y toda su descendencia. Tropezaba con triste lengua y todo lleno de pena no sabía dónde poner la cara, ni el cuerpo, ni eso que aprendió de pequeño. Fue a la escuela como todos sin tener luz que le guiara ni frente para entender el Eros y el Tánatos. Engentado, como nube quieta vivía en pleno anonimato. Se llamaba Diego, y fue bautizado como manda la prosapia. El viejo mundo siempre ha mugido y nadie ha entendido nada, le dijo su tío con su capirote rojo. Diego, con sus dos ojos de intenso negros, no sabía si sus instintos de alegría eran los blancos inútiles de su inocencia o eran la insensatez de verse preso en las mismas letras que describen al mundo. Noble de carácter, sigue batallando, embistiendo como buen hombre, ese trapo de esperanza, aunque lo único cierto sea el brillo del engaño.
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EDUARDO E VARDE
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Eduardo E. Vardé (Buenos Aires, 1984). Como se dice en nuestros pagos, es un artista bárbaro. Especialista en brevedades. Fue premiado en varios certámenes literarios de Iberoamérica, publicó “La cultura del amor” (2009, Macedonia Ediciones) y “Dos veces breve” (2013, DVB Ediciones) – Material declarado de interés cultural y legislativo por la Provincia de Buenos Aires. Además participó en varias antologías de Argentina, Chile, México y España. Todos los miércoles comparte un cuento en su página de Facebook: Eduardo E. Vardé – Autor. Ingresando en http://www.eduardovarde. blogspot.com pueden conocer más y descargar su libro Dos Veces Breve de forma gratuita.
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I La cuenta Este es mi cautiverio y no te vas a meter. La cuenta la llevo como se me parece que los métodos que estoy usando para canta. Ya no rayo las paredes, ahora me marco a mí mismo. No te das escribir él seguro, segurísimo, los utilizó en algún otro momento de cuenta porque son más de tres mil marcas que van aumentando la historia. No por eso voy a tirarme en la cama a día a día. Aunque no parezca normal, nadie se entera porque las disimulo con resignarme por no poder aprender y/o simplemente alabarle arrugas. II Ana Ana está sola en la cama de un hospital. Los médicos saben que le queda poco tiempo, pero no lo dicen. Ella duerme, es lo único que se la ve hacer. En un callejón de una ciudad hay un perro meando contra la pared, de las sombras salen dos tipos, hablando de algo, no interesa de qué, pero es de noche y llovizna. Llevan dos paquetes, prenden un pucho, se ríen y abandonan el callejón. Bajo el toldo, en la vereda de enfrente, una prostituta se esconde apenas los ve. Las luces de neón de los hotelsuchos
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prenden y apagan, algunas entran en corto y explotan. A lo lejos, donde la calle se termina, hay una luz blanca. A medida que se acercan toma forma de una cruz hecha con lamparitas. Ilumina sobre el techo del hospital público. En la puerta no hay nadie, los tipos entran, cruzan los pasillos, tampoco hay nadie, llegan a la puerta de terapia intensiva, golpean, silencio, cruzan miradas, nadie abre, asienten y entran, en la cama 17 hay una mujer despierta. Los médicos no lo dicen pero saben que le queda poco tiempo. Los tipos se acercan y le entregan el paquete, ella agradece. Ana duerme. Está sola en la cama de un hospital y parece que nunca sabrán que sueña con dos tipos. III Oirogerg Se despertó y descubrió que tenía dos enormes piernas dándole equilibrio. Se desperezó y estiró, y descubrió que tenía dos largos brazos y cinco dedos en cada mano. Caminó, pasó por un espejo y descubrió de pies a cabeza su nuevo cuerpo. La cucaracha supo ahí que existen formas peores.
IV Finales Estos son mis finales; si no les gustan, tengo otros.
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LEONARDO DOLENGIEWICH
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Leonardo Dolengiewich (Mendoza - Argentina, 1986) Escritor y estudiante de Psicología. Participó en las IV Jornadas Nacionales de Minificción (Mendoza, 2011) y en la Jornada Trinacional de Microficción: Argentina, Chile y Perú (Santiago, Chile, 2014). Sus microficciones han sido publicadas en antologías, revistas literarias y sitios web de Argentina, Chile, Perú, México y España. Su primer libro se titula La buena cocina.
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Interés leonino En su primer día al frente del Ministerio de Educación, el Tuerto López se sienta frente al escritorio, cierra el ojo y hace un repaso de su carrera laboral. Se detiene especialmente en el primer año de docencia en escuelas primarias, en sus alumnos de aquel momento, en la afición de estos últimos por las hondas, en la puntería que tuvo uno de ellos para atinarle al rostro del docente inexperto. Cuando concluye el racconto, abre el ojo, enciende su computadora y redacta la Ordenanza 35, que impone para todas las escuelas de la provincia la cría obligatoria de cuervos.
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Homenaje comprometido Estamos aplaudiendo hace diez minutos. No podemos parar, estamos obligados. Tenemos las palmas rojas pero seguimos. Ya van treinta minutos. Algunos están lastimados. Mas sabemos que el castigo a la desobediencia podría ser severo. Una hora. A todos nos sangran las manos. El agasajado toma el micrófono. Dice que no exageremos, que se nota. Seguimos aplaudiendo.
Hable con ella Mamá me explica que esos ruidos que escucho por las noches son las almas de mis abuelos, que me protegen. Papá, en cambio, me dice que debe ser el viento. Cuando le comento lo que dice mamá, papá se enoja y me grita que no puede ser, que mi madre no podría decirme eso. Yo no entiendo cómo puede estar tan seguro, si hace años que no habla con ella. Desde que la enterramos, mamá sólo me visita a mí.
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LAURA SANCHEZ ABAD
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Laura Sánchez Abad (España, 1977) Traductora y correctora de día, escritora de noche. Es coautora del libro Bárbara, Celia, Mariona y otros cuentos de Barcelona (2014). Sus relatos y microrrelatos también se han publicado en antologías como Habitación 201 (2014), Relatos para Malala (2013) o Cuentamínate (2012) y en las revistas literarias Antes todo esto era campo y Acrocorinto. Ganadora del IX Certamen de Narrativa Breve de Canal Literatura y finalista semanal de Relatos en Cadena. Es codirectora del colectivo literario Gilles de Rai.
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Al fin, un lunes productivo No creo que pueda pedirse mucho más para ser un lunes por la tarde. A mediodía dije: «Manos a la obra». Y para la una ya tenía al ser humano extinguido. También al resto de criaturas terrestres, por eso de no alterar el orden. A las dos, los fondos marinos estaban arrasados y las aves, aniquiladas. Lloré. Pero a las tres, puntuales, implosionaron todos los cuerpos celestes. Fue precioso. A las cuatro, las aguas inundaban de nuevo su espacio original. Sobre las cinco he hecho desaparecer el cielo. Y justo a las seis, ¡plop!, he apagado la última luz para dar paso a las tinieblas. Yo diría... que me he ganado una buena siesta.
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La vida es juego La muñeca cierra el ojo que le queda, cuenta hasta dos y empieza a buscar a tientas a los demás. No tarda en toparse con el camión de bomberos y sus cuatro ruedas rotas. Después con el dinosaurio, que sigue tumbado panza arriba. Al paracaidista lo encuentra en el rincón de siempre, enredado con el mástil del barco pirata, en cuya bodega se amontona toda la tripulación. Cuando la muñeca comprueba con su ojo que allí no hay nadie más, rápidamente vuelve a cerrarlo y sigue jugando, con prisa. Debe encontrar a los niños escondidos, antes de que se le mueran las pilas.
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LUIS REYNALDO PEREZ
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Luis Reynaldo Pérez (Santo Domingo - República Dominicana, 1980). Poeta y editor. Textos suyos han sido publicados en antologías y revistas nacionales e internacionales. Dirige Luna Insomne Editores y la revista literaria El Viaje. Ha publicado los poemarios Poemas para ser leídos bajo la lluvia, Temblor de luna, Toda la luz, Urbania y Dolor que maúlla; y el libro para niños Lunario. Textos suyos han sido traducidos al japonés y al francés. Ha recibido, entre otros, los siguientes premios: Premio Funglode de Poesía y I Concurso Nacional de Haikú.
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Nada será como antes Gretel se desnuda y cumple su fantasía de untarse la piel de chocolate. Desde el vano de la puerta Hansel la mira. Ella le guiña un ojo y pícara le pide que se acerque. Él se relame los labios y con paso decidido camina hacia ella. Afuera, la luna sonrojada se cubre el rostro de nubes.
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Reina de corazones Con el pasar de los años la reina se va debilitando. Solo un corazón lozano podría ayudarla a recuperar la juventud perdida. Por eso ahora da la orden de que busquen a la tal Alicia. De su aversión a comer carne cruda ya se encargará ella.
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PLESIOSAURIO Primera revista de ficciรณn breve peruana Nยบ 8 se terminรณ de editar, en los talleres grรกficos de abismoeditores, el 07 de marzo de 2016, Jr. Pablo Risso 351, Lima 30. PLESIOSAURIO
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