Señor Economista Rafael Correa Delgado Presidente Constitucional de la República Ecuador En su despacho.Señor Presidente:
Hace casi tres años me invitó a colaborar con su gobierno ocupando el cargo de Ministro Coordinador de la Política Económica, en un momento de enorme desafío para la economía ecuatoriana, dada la profunda crisis por la que atravesaba la economía mundial y que, en ese momento se preveía que tendría un fuerte impacto sobre el Ecuador. En esa ocasión, Usted me había manifestado que me invitaba a colaborar, dada mi postura favorable al campo popular, soberano, democrático, que se resumía en lo que Usted definió como “mi postura de izquierda”. Desde esa perspectiva, el acuerdo inmediato que surgió en esa misma conversación fue que las medidas que se impulsarían para evitar los efectos devastadores de la crisis serían de todo menos de carácter anti – popular; es decir, que se alejarían, lo máximo posible, de lo que el neoliberalismo hizo siempre: cargar el peso de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores, los campesinos, la juventud, los pobladores, esto es, sobre la mayor parte de la población. Puedo decir, señor Presidente, que ese objetivo se cumplió a cabalidad. Las medidas que tomó su gobierno y de las cuales fui parte, lograron que a pesar de la enorme crisis que azotó al mundo, el Ecuador fuera uno de los pocos países que creció y que además lo hizo en condiciones de justicia social. Como usted conoce, la principal motivación que hemos tenido para participar en su gobierno es que nos reconocemos como parte de la gran corriente de la Revolución Ciudadana en el Ecuador. Más todavía, el Movimiento Poder Ciudadano del que soy militante se reconoce como parte de todas las posturas que promueven la transformación social, política, económica y cultural profunda y amplia. Esta línea de pensamiento y acción la impulsamos desde el curul que ocupamos en la Asamblea Constituyente y luego en los distintos espacios en los que hemos participado en el gobierno que Usted preside. Por ello, hemos tomado decisiones políticas coherentes con esa línea, como fue avanzar en la unidad entre el Movimiento Poder Ciudadano y Alianza PAIS; y luego, apoyar con nuestra modesta fuerza al proceso de inscripción de Alianza País, aportando un número de firmas altamente significativo para nuestra organización. Durante mi participación como Ministro de Coordinador de Política Económica pude ser parte de varias decisiones importantes tomadas por su gobierno en el plano de la política económica. La disminución de la deuda externa – cuyos visos de ilegitimidad hicieron de esa acción un hecho histórico de dignidad -, mediante el redescuento en el mercado internacional de los bono 2012 y 2030, le significaron un gran ahorro al país, el cual se lo ha destinado a inversión social, a favor de una política de equidad. La instrumentación del Coeficiente de Liquidez Doméstico que evitó el desangre de las reservas de los bancos privados hacia el exterior, mediante la obligación de que estos mantengan al menos el 45% de sus reservas en el país. Aquello, además de favorecer el crédito doméstico, evitó un desorden en el sistema de dolarización. La contención de un
modelo importador que en medio de la disminución de las divisas por partida triple– caída de los precios del petróleo, disminución de la demanda de exportaciones ecuatorianas por parte de los países europeos y los Estados Unidos y disminución de remesas de nuestros compatriotas emigrantes -, hubiera añadido más desequilibrios a la economía nacional. El impulso de la producción nacional de productos como confecciones, calzado, alimentos, bebidas, utensilios domésticos, etc., mediante un esquema arancelario favorable a la producción nacional, lo cual evitó un aumento drástico del desempleo, en medio de una grave situación de crisis, a diferencia de lo que les ocurrió a otras economías de la Región. El manejo de una política de tasas de interés favorables a la producción, no solo la más grande, como en épocas pasadas, sino también a la mediana y pequeña, y al enorme sector de la economía popular y solidaria, volviendo el precio del dinero más accesible a los ecuatorianos que quieren invertir. Luego, a inicios de diciembre de 2009, siendo Ministro Coordinador de Política Económica, me encargó además la Presidencia del Directorio del Banco Central del Ecuador. La motivación en ese momento, fue desbloquear el uso de una parte del Ahorro Nacional, al cual el pensamiento neoliberal se sigue refiriendo como la Reserva Internacional de Libre Disponibilidad, categoría que no tiene razón de existir en una economía dolarizada. Lo que las anteriores administraciones del Banco Central se negaron a realizar por casi tres años, incluso dentro del gobierno de la Revolución Ciudadana, como es la inversión interna del Ahorro Nacional, nosotros lo hicimos en 48 horas, entendiendo que esto era un muestra evidente de recuperación de la soberanía de nuestro ahorro, que estaba sirviendo a las economías de los centros financieros internacionales en desmedro de la economía nacional. Desde entonces, contra todas las voces de los agoreros del desastre que sostenía que aquello ponía en riesgo los activos del BCE y que no se iba a recuperar las inversiones hechas en la Banca Pública Nacional, el BCE ha colocado más de 1.000 millones de dólares para producción nacional, a través de los distintos bancos públicos, y hasta la fecha ha recuperado más de un tercio de la colocación realizada. Tal es el éxito de esta acción de política económica, que incluso ha servido como ejemplo para los planteamientos sobre el Fondo del Sur que el Ecuador ha impulsado en la Región Suramericana, junto con los otros pilares de la Nueva Arquitectura Financiera Regional. A partir de abril del 2010 colaboré en su gobierno desde la Presidencia del Banco Central del Ecuador. Como le manifesté en la conversación que mantuve con Usted a inicios de agosto de este año, muchos fueron los logros que alcanzamos desde ese espacio. El más importante, sin embargo es haber impulsado un conjunto de acciones y políticas para recuperar la dignidad, eficacia y servicio de dicha Institución que es patrimonio de todos los ecuatorianos y no de algún grupo de intereses particular, como lo fue en el pasado. Piezas vergonzosas de la historia del Banco Central al servicio de un puñado de grandes banqueros, han sido superadas. Episodios indignos, de una falsa autonomía, en la que esta institución se subordinaba a la política dictada por el Fondo Monetario Internacional, cuyas amplísimas oficinas se situaban dentro de las propias instalaciones del Banco Central del Ecuador, los desterramos. La vieja estructura de un Banco que sirvió a los intereses más deleznables durante la crisis financiera del año 1999 y a aquellos ligados a la posterior pérdida de la moneda nacional en enero de 2000, son parte de un pasado insepulto.
Como parte esencial, de todo este gran logro de renovación del Banco Central impulsamos el Sistema de Pagos Móviles. Esta iniciativa que comenzó con su apoyo cuando dispuso durante la reunión del Consejo de Política Económica de agosto del 2010, que se instrumente este proyecto, ya es una realidad en términos tecnológicos. Evidentemente, para su plena operación, falta incorporar a distintas redes productivas y comerciales que hagan de este instrumento algo útil para toda la ciudadanía. Sin duda, este nuevo sistema puede ser un gran paso hacia la democratización de la economía, pues la línea por la que ha venido transitando el Ecuador en este ámbito, liderando incluso sobre otras experiencia a nivel internacional, es la de considerar a la “billetera móvil”, como un bien público y no como el patrimonio de pocos bancos privados, que podrían usar el sistema para alcanzar mayores posiciones de dominio en el mercado. Efectivamente, para evitar toda distorsión mediática sobre este tema al que me he referido públicamente, debo decirle señor Presidente que fue bajo mi Presidencia del Directorio del Banco Central que se diseñó una estrategia política y regulatoria para suspender, y luego impedir, que el banco más grande del país opere un sistema de emisión de dinero paralelo en exclusividad con la operadora móvil más grande del país, como lo evidencian reiterada comunicaciones a distintas autoridades en el ámbito de regulación de las comunicaciones y del sistema financiero. En esta postura, a diferencia de lo que se ha intentado posicionar como una postura estatista de nuestra parte, lo que ha primado es la comprensión de que el sistema financiero ecuatoriano – y mundial – es altamente concentrado y políticamente influyente. Por esta razón incluso, en reiteradas ocasiones la administración del BCE que me acompañó intentó detener la aprobación de la cuenta básica: “Cuenta Amiga”, pues la consideramos una amenaza al desarrollo del sector financiero popular y solidario al captar depósitos en las zonas marginales y rurales y destinarlas al servicio de uno de los bancos más grandes del país. Lamentablemente, este producto fue aprobado en la Junta Bancaria, sin contar con el voto del representante del Banco Central del Ecuador. A lo largo de nuestra permanencia en el Banco Central, además se avanzó en el apoyo al sector de las finanzas populares. Efectivamente, el Directorio del Banco Central del Ecuador fue la primera entidad del sector público que reconoció jurídicamente a las entidades del sector popular y solidario, incluyendo a las cajas de ahorro y crédito y demás estructuras financieras locales, mucho antes de la expedición de la Ley Orgánica de la Economía Popular y Solidaria y Sector Financiero Popular y Solidario. El Directorio fue más allá de reconocerlas y aprobó el diseño del funcionamiento operativo y tecnológico para conectar, a través de cabezas de red, a las entidades más pequeñas al Sistema Nacional de Pagos y dar un tratamiento diferenciado y preferencial a este sector de la economía nacional. Desde este nuevo Banco Central del Ecuador, autoridades y técnicos impulsamos la canalización de remesas a través del sector financiero popular y solidario; pudimos superar el monopolio de BANRED en el pago del Bono de Desarrollo Humano para hacerlo a través del BCE y del sector financiero popular y solidario; abrimos el sistema interbancario de cobros a la participación del sector financiero popular y solidario; dotamos conjuntamente del software contable – financiero a dicho sector; incluimos y capacitamos a más de 140 cooperativas de ahorro y crédito del sistema nacional de pagos; hemos impulsado decididamente, incluso cuando parecía que todo era imposible
la nueva Ley de Economía Popular y Solidaria, la cual la defendimos junto a todo el gran movimiento de finanzas populares en la Asamblea Nacional. Adicionalmente, se alcanzó la repatriación de 200 millones de dólares del exterior al Programa Nacional de Finanzas Populares, al Fondo de Desarrollo de los Pueblo Indígenas y al Fideicomiso Banca del Migrante, para que puedan ser destinados exclusivamente al sector financiero popular y solidario. Igualmente, se logró transformar las normas internas del BCE para canalizar pagos internacionales con este sector; se apoyó decididamente la implementación del Fondo de Liquidez para este sector; y se dispuso iniciar el cálculo de las cuentas nacionales territoriales, las cuentas satélites de la economía popular y solidaria, y los agregados monetarios de este sector. De igual maneras, abrimos el Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos para incluir a la economía popular y solidaria; y tal como le dimos a conocer en una reunión sobre el tema agrario, trasladamos varios predios rurales recuperados de la banca cerrada al servicio de la revolución agraria. Menciono además que institucionalizamos en el organigrama del BCE actual, el subproceso de inclusión financiera, en el área operativa, dedicado a la apoyo de las finanzas populares y solidarias; y en el nuevo Banco Central del Ecuador, una vez que culmine su restructuración hemos incluido la Dirección de Finanzas Populares y Solidarias, para que esté en permanente diseño de políticas a favor de este importantísimo sector. En todos estos resultados participó un enorme grupo humano con clara postura democrática, que hace parte de la corriente que constituye la Revolución Ciudadana en el Ecuador. Yo he tenido la fortuna de estar al frente de este equipo de personas comprometidas, eficaces, dignas y honestas, y nuestro mayor anhelo es que todos esos logros democráticos, que hacen parte de los derechos económicos de todos los ecuatorianos, y no solamente de un pequeño grupo privilegiado, sean ampliados, desarrollados, mejorados e irreversibles en el camino futuro del Banco Central del Ecuador. En varias ocasiones, tanto en espacios de discusión colectiva, como en espacios de conversación personal con Usted, he manifestado con claridad y sinceridad mis concepciones políticas, mis coincidencias y también mis discrepancias. A mi juicio, su gobierno le ha colocado a la sociedad ecuatoriana en un momento de su historia, donde ya no es referencia la época previa a la Revolución Ciudadana. Los avances en cuanto al uso del recurso de todos los ecuatorianos, como es el petróleo, para la inversión en infraestructura energética, vial y humana: educación y salud, y no para el pago de la deuda externa; la dignidad que, como bien dice el señor Vicepresidente, no es para las personas con capacidades diferentes sino para toda la sociedad, por los logros alcanzados con el programa Manuela Espejo no tiene precedentes; las distintas manifestaciones de soberanía que Usted ha llevado adelante en distintos foros internacionales; la presencia de signos de cambio cultural impensables en el pasado: gabinetes itinerantes en todos los rincones de la Patria, un representante afro como Gobernador del Guayas, una digna militante de Alfaro Vive Carajo, ministra de su gobierno, son pocos ejemplos de esta nueva realidad que vive el Ecuador. Por ello, la referencia ya no puede ser el pasado, sino solo el futuro. Desde esta perspectiva, siento que es imprescindible señalar algunas preocupaciones que en los últimos días han trascendido a través de los medios de comunicación.
Sin duda el triunfo en las urnas a través del voto es indispensable para la legitimación de la Revolución Ciudadana y eso lo ha logrado en todos los procesos electorales desde el 2006 hasta el 2011. Sin embargo, creo que el apoyo electoral, debe verse fortalecido por la organización y movilización de los ciudadanos y de los sectores sociales que dieron origen al proceso de la Revolución Ciudadana. Esto es, los movimientos de trabajadores, campesinos, pobladores, jóvenes, indígenas, afros, montubios, mujeres, ecologistas y otras expresiones ciudadanas y populares de distinto estilo. El movimiento ciudadano de los forajidos no solo que la expresión masiva que inauguró esta nueva época en el Ecuador, sino que fue el precursor de los movimientos ciudadanos que hoy vemos que florecen en distintas partes del planeta. La única garantía para que el curso de la Revolución Ciudadana no se desvíe, como ya ha ocurrido en otros lugares y momentos de la historia latinoamericana, es que no pierda la sintonía con el pueblo; y no me refiero solamente a la sintonía electoral, sino al apoyo organizado de la ciudadanía. A esto es a lo que el movimiento Poder Ciudadano le ha denominado la vía popular de la transformación, en oposición a la preeminencia de la tecnocracia y la burocracia y peor aún, a la preeminencia de fuerzas vinculadas a caciques y personajes poderosos que hoy convenientemente son revolucionarios y cantan al Che Guevara, cuando en los hechos tienen intereses lo más alejados de los objetivos de la transformación profunda de las estructuras especialmente económicas. Hemos señalado que no es posible sostener un proceso de cambio democrático profundo, sin fortalecer y ampliar la democracia. La democracia no solo es un fin, sino un camino. La democracia, desde esta perspectiva, no solo es la democracia representativa, indirecta, en la que los ciudadanos eligen a sus representantes para que hablen en su nombre. Es también la democracia participativa, es la democracia deliberativa, es la expresión autónoma de los individuos y de las colectividades para expresar su adhesión o su crítica al proceso político, a la acción del gobierno, en sus distintos niveles. Por eso es que hemos señalado que tan importante es el acceso de los ciudadanos a los medios de producción que les permita reproducir digna y autónomamente su vida material, como el acceso a los medios de producción de identidad, de cultura, de opinión, de expresión, que enriquecen su vida espiritual. En tal sentido, frente al monopolio de la palabra que tienen los medios de comunicación privados, son los medios de comunicación públicos y aquellos que están en manos del Estado, los llamados a convertirse en canales de expresión de la ciudadanía y de las organizaciones sociales excluidas de la expresión pública: los campesinos, indígenas, pobladores, jóvenes, amas de casa, trabajadores sencillos, hombres y mujeres comunes; donde se expresen sus intereses y sus formas de entender el mundo para comunicarse de verdad entre sí, dejando de ser entes pasivos, meros receptores de la iniquidad y el antagonismo de los negociantes de la publicidad, que bien Usted ha combatido calificándola de “cierta prensa corrupta”. Hemos señalado que existen asignaturas pendientes en la Revolución Ciudadana, como es la Revolución Agraria, la Reforma Urbana, la concreción del Estado Plurinacional e Intercultural. Hemos señalado que junto a la voz preeminente del Presidente de la República, actor clave en este proceso de cambio, es necesario e indispensable la construcción de una organización política amplia, democrática, incluyente, y la convergencia de organizaciones políticas y sociales que se han alejado del proceso de la Revolución Ciudadana, pero que son parte esencial del proyecto de transformación. Concretamente el movimiento indígena y el movimiento de trabajadores, que honestamente luchan y han luchado por mejores días para nuestro pueblo. En la cultura política ecuatoriana hay un gran déficit de debate profundo y de discusión
de ideas y conceptos sustentados. Ha primado la falacia, a primado la mentira mil veces repetida, la deslegitimación del contendor, por el solo hecho de ser contendor. Los partidos de la derecha política y del populismo de derecha ni siquiera discutían ideas, ellos se ponían de acuerdo alrededor de los negocios que era lo único que les importaba. La vieja izquierda, de su lado se entrampaba en dogmas y principios de fe, más que en debates prácticos, útiles para los mimos preceptos de cambio social que enarbolaba. Esta herencia de la cultura política ecuatoriana pesa todavía sobre quienes ahora tenemos la responsabilidad de construir nuestro país. Algunos dirigentes y militantes que dicen pertenecer a la corriente de la transformación social confunden discrepancia, con deslealtad, diferencia con traición, debate, con oposición. Desdeñan el debate de ideas y toman partido ciego por una u otra postura, como si de lo que se tratara es de un alineamiento personalista. Aquellos no se dan cuenta que si algo le corresponde a la corriente de la transformación social, es la apertura a las formas diferentes de ver y entender la realidad como camino de crecimiento y mejora de la acción. A mi juicio, una tarea de la actual generación de dirigentes progresistas y democráticos, a la que nos pertenecemos, es contribuir para que la sociedad aprenda a debatir y confrontar ideas, sabiendo que aquello contribuye a fortalecer la democracia y a renovar la política. Le proponemos a Usted y al País que este próximo período sigue siendo oportuno para abrir nuestro corazón y escuchar a la gente sencilla, a los trabajadores con y sin empleo, a los campesinos, a los pobladores de los barrios populares, a las amas de casa, a los emprendedores, pequeños, medianos y grandes, a los jóvenes, a los indios, negros y montubios, a lo viejos que entregaron lo mejor de su esfuerzo, a las personas con discapacidad, a los productores y comerciantes que trabajan por cuenta propia, es decir a la gente que confía en Usted y a aquella que ahora esta dudando. Convoquemos a los empobrecidos a construir el Estado Popular, al que Usted se ha referido en lo distintos foros nacionales e internacionales, incluyamos a nuestro pueblo en lo que Usted denomina profundizar la Revolución Ciudadana y a hacerlo con urgencia. Seguramente algunos de estos conceptos vertidos públicamente se conviertan en instrumentos para aquellas personas que intentarán descalificarme e indisponerme ante Usted. Ya lo he vivido a lo largo del tiempo que he colaborado con su gobierno. En la política señor Presidente, Usted lo sabe y lo ha dicho, hay mucha iniquidad. Sin embargo hay cosas más grandes que la comodidad del permanecer callado, creyendo que así se queda bien, que el no decir nada para “no hacerse mala sangre”; cosas como el compromiso con la transformación, cosas como los principios ideológicos – tan venidos a menos en la época de la globalización neoliberal-, cosas como la lealtad frente al amigo. En mi concepto, ser leal no es quedarse callado cuando se discrepa, no es aplaudir todo, incluyendo con lo que no se está de acuerdo. Para mi la lealtad significa poderle decir al amigo otra verdad posible, aunque esta no sea de su agrado, aunque haya el riesgo de que le disguste. Creo que esa ha sido la tónica de mi relación política con Usted, pero sobre todo es mi compromiso con el sueño de muchos de nuestra generación, como es el sueño de la transformación social. Muchas personas me han preguntado, por qué permanezco en su gobierno a pesar de mis diferencias. Ante ellos he referido mi confianza en que el gobierno de la Revolución Ciudadana sabrá incluir la discrepancia como uno de los métodos fundamentales para seguir construyendo el Buen Vivir, para crecer, fortalecernos, ir más profundo y más rápido. Sin embargo de ello, demás está decirle que el cargo que Usted me ha confiado, siempre está a su disposición. Por nuestra parte estamos comprometidos con el sueño de la transformación de nuestra
amada Patria, sean cuales fueren las circunstancias y los obstรกculos que se nos presenten en el camino. Lo seguiremos haciendo desde cualquier espacio, que la sociedad, el pueblo, los mรกs humildes nos permitan, hasta ver realizada la Segunda Independencia y construir una Patria democrรกtica, soberana, plural, multicolor, incluyente.
Le saludo atento.
Diego Borja Cornejo.
Actualizado ( Lunes, 02 de Enero de 2012 23:27 )