Educar en la
incertidumbre Alejandro Espinosa
Egresado de la licenciatura en Letras hispánicas en la UNAM. Profesor de literatura y teatro en el Centro Educativo Cruz Azul. Antigüedad docente de 15 años Ha publicado un par de libros de cuentos y microficción. beppomatoso@hotmail.com
Plumas invitadas
E
l aire que tiene la pedagogía de inobjetable me impide maniobrar en este texto a través de la certidumbre. Definitivamente escribo desde la perspectiva de un profesor de Literatura en nivel medio superior que lleva quince años de su vida haciendo clases y que echa mano de un poema de Nicanor Parra para hablar de su experiencia. Este texto cartográfico intenta brindar ciertas luces y no la luz, que quede claro, sobre las condiciones en las que probablemente se reinicien las actividades educativas en el ciclo escolar que precede a la pandemia. La escuela como institución nuclear de la sociedad ha quedado relegada en el proceso educativo. Ahora, el papel preponderante en la educación lo ocupan los medios digitales masivos de comunicación. Los medios influyen más que la escuela y la familia en los adolescentes. Los seres humanos desbocados se han convertido en fagocitadores de datos. Y, sin embargo, han aprendido. Todos los que participan y viven de la escuela deberíamos considerar revertir la influencia de los medios digitales de comunicación. Batalla perdida de antemano. El consumo de datos per cápita y de luz se incrementaron en la cuarentena. Es evidente que se ha propagado una versión exacerbada del ser humano centrado en sus emociones, más que en sus pensamientos. De hecho, se ha tildado y denostado la parte crítica de las personas, a tal grado que vale más el sentimiento que el conocimiento. Esto trae consigo una paradoja porque en el discurso se reitera la necesidad simulada de formar personas críticas que sepan cuestionar su realidad. Estas personas deberían tener letras chiquitas en su costado que dijeran que personas así, en un mundo de desparpajados excesos sentimentales propios de la cultura popular, serán incómodas. A estas alturas la pedagogía me parece un sofisma. ¿Cómo descubrir delante de sí a un ser humano reflexivo si me la paso pidiéndole que me diga cómo se siente? Sospecho que lo de la sensibilidad es una forma de adormecer a los individuos. No es en balde que en la Divina comedia Dante Alighieri excluyera a Virgilio del turismo ficticio y lírico en el Paraíso y se decantara por su cara Beatriz Portinari.
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