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La molestia que le causaba su frenillo lograba distraerme. Al principio ese tic constante en su boca me producía ira y desespero, pero después de unos minutos, el tema central, el entrenamiento de perros anti-explosivos, cogió fuerza. -En el municipio de la Macarena mi perro detectó dos veces explosivos. La zona estaba minada por la guerrilla desde la Uribe hasta San Vicente del Caguán. De esta escuela mandaron a cinco guías con sus respectivos perros a cumplir esa labor -, dijo el subintendente León Reina. La jornada en la Escuela de Carabineros de Facatativá, en la sede de adiestramiento, comienza a las ocho de la mañana y finaliza a las cinco de la tarde. León Reina es uno de los entrenadores. Su deber es formar tanto al perro como al guía durante tres meses. Es una tarea corta y difícil, porque no todos los perros aprenden tan rápido en ese tiempo. -El guía debe ser una persona voluntariosa, paciente, responsable, persistente, activa, cariñosa con su mascota; le deben gustar los perros, actuar adecuadamente ante ciertas situaciones, y lograr mediante el entrenamiento que el animal responda ante la búsqueda del explosivo -, dice Reina. En este momento hay un curso de 65 hombres a nivel nacional, desde la Guajira hasta el Amazonas. La escuela selecciona uno o dos policías por departamento, e inmediatamente empieza el proceso de formación Durante el aprendizaje, el guía recibe un pensum académico de 12 materias. El perro permanece con su guía solo en el campo abierto. Cada trabajo dura veinte minutos y después el animal descansa una hora, mientras que su guía construye otra pista de entrenamiento *** Mientras continuamos la caminata por los alrededores de la escuela, el subintendente expone y explica el entrenamiento de un perro antiexplosivo. La cobranza básica es la primera fase, la cual consiste solo en el juego. Es decir, el guía le lanza el juguete al perro. El perro lo recoge y se lo lleva a su amo. Es un periodo en que este binomio empieza a conocerse, y donde el perro entabla confianza, respeto y cariño con su guía. El juguete es un elemento primordial durante todo el proceso. Por eso, desde un comienzo, los instructores lo contaminan con un polvo gris: el explosivo. -El juguete está fabricado en toalla blanca. Es blanco, porque si fuera rojo, negro o amarillo tendría alguna sustancia química, y eso distraería al perro y sería más difícil para él detectar el explosivo -, explica Reina
La segunda fase es la del proceso de asociación de sustancias. Aquí, el perro ya es consciente que dentro del juguete hay un olor específico que le encanta, lo cual lo altera y lo pone ansioso ante la búsqueda. El olfato del perro se sensibiliza y se activa mediante el juego, hasta el punto de que él obedece solamente para obtener como ganancia el juguete. En seguida, el grado de dificultad aumenta para el animal. - Cada vez que uno lanza el juguete, el perro va, lo recoge y lo trae, e identifica el juguete gracias a ese olor específico que lo acompaña, - señala Reina, mientras uno de sus guías entrena a Katty, un pastor alemán. Reina insiste mucho en la disciplina del perro. Él dice que si, después de estas dos fases el animal no muestra un proceso progresivo, no puede pasar a la última etapa de la formación. Y cuando es así, debe ser descartado y pasar a ser un perro de compañía de la Policía o de exhibición. -Todos creen que la recompensa para el perro es un trozo de carne o una galleta, pero resulta que esta técnica es solo mediante el juego. Con la comida nunca funcionó, porque siempre en los aeropuertos o terminal de transporte los perros se dejaban guiar únicamente por la comida, sin importar el explosivo,- expresó el subintendente. La última fase es la señal pasiva. Aquí se le enseña al perro a sentarte y a acostarse únicamente cuando encuentra el explosivo, o sea su juguete (que está escondido en una caja blanca, donada por el gobierno alemán, la cual simula un explosivo.) Es la señal que el animal le da al guía cuando encuentra el explosivo. -En una situación de la vida real, el perro nunca va a entrar en contacto con el explosivo, sino es solo el olor de este lo que lo atrae. Cuando lo encuentra, se sienta o se acuesta al lado, y espera a que el guía le dé su juguete como premio. La única condición es que encuentre el explosivo. Cuando los perros son donados por instituciones caninas o por personas civiles, lo primero que se observa en ellos es su carácter noble, su instinto de perseverancia y de caza. Después de los tres meses, viene la graduación. Entonces, se le entrega un diploma al guía y una medalla al perro. Si el policía proviene de otro departamento es trasladado, junto con su perro, a su propia unidad. Porque la sede principal es en Facatativá, y todos los policías que quieran emprender esta labor deben ir a esta escuela de adiestramiento, pues es la única que existe en Colombia. *** -Tenoch, pastor alemán, Nero, pastor belga, y Kiara, labrador dorado, son mis tres perros. Cada uno posee una función diferente. Kiara detectó dos explosivos en La Macarena. Al principio me habían asignado un cocker, muy buen detector, pero es obvio que por estética no puedo salir a las calles
a trabajar con él, - explica Reina, mientras paseamos a Kiara y conversamos sobre alguna anécdotas. Kiara es una de las mejores perras anti-explosivos. Lleva siete años desempeñando su labor. Este mes de septiembre tuvo 11 cachorros, los cuales serán destetados a los cuatro meses. Es la tercera manada de Kiara, y se caracteriza, también, por engendrar muy buenos cachorros. El proceso de recuperación es un poco largo, pero aún así, Kiara sigue siendo igual de buena y juguetona. La edad adecuada para ser sometidos al entrenamiento, es a partir de los seis meses hasta los nueve años de edad. Ella y los demás perros habitan aquí en estas cuatro paredes de los caniles. ¿Cuál fue su delito? Ninguno. Solo tiene que cumplir las órdenes de su guía, León Reina, y esperar que cada mañana, tarde y noche sea alimentada, y la consientan como se lo merece. Lo que más le gusta comer a este tierno animalito es concentrado. Dos veces al día, por la mañana y por la tarde. Un macho adulto puede llegar a pesar de 27 a 36.4 kilogramos, y la hembra de 25 a 31.7 kilogramos. Rafael Calleja es el encargado de criar a los cachorros hasta que cumplan los cuatro meses. Este campesino también los alimenta, y les asigna los nombres. Les elabora un acta para poder darles de alta, y un documento con el nombre y datos específicos de cada animal. Con algunos ha construido una “relación”. Bueno, no tanto como la de Reina y sus tres perros. Luego se puede decir que él se ha convertido igualmente en un perro. En la escuela de adiestramiento existen, además, perros pensionados. Egor es un de ellos, un pastor belga, también excelente detector. Su historia es conmovedora. Perdió un ojo y la veterinaria tuvo que extraerlo. Por estética no puede salir a las calles. Pero por su antigüedad y lealtad, la escuela lo pensionó, proporcionándole los mejores cuidados. Mientras caminamos entre piedras y huecos, Reina me muestra las pistas de entrenamiento. Entre una de esas, hay una tumba con una lápida gris donde dice: “Sus compañeros para perpetuar la memoria del agente guía Álvaro Rojas A, quien fuera sacrificado en eras de su deber para con la patria en compañía de su fiel amigo, el perro “Cóndor”, en el departamento del Tolima, el 26 de mayo de 1963.” Fue una historia triste que marcó a la escuela; ha sido el accidente más desastroso: Murió el guía junto con su perro, en un ataque de la guerrilla *** 8 de septiembre de 2006. Reina lleva a su grupo a un campo nuevo y desconocido para los perros, donde ningún espacio ni elemento están
contaminados del explosivo: la sede de la Policía de Carreteras, en el occidente de Fontibón. Allí el subintendente Reina puso algunos explosivos como pólvora, pentonita, nitrato de amonio y cordón detonante dentro de tubos, debajo del pasto y detrás de algunas vigas. Después de haber escondido estos elementos, el guía lleva a su perro al campo de entrenamiento y posteriormente Reina evalúa el desarrollo del animal. Antes de soltar al perro, el instructor esconde el juguete contaminado debajo de su camisa, para entregárselo, únicamente, cuando encuentre el explosivo. Pitin, labrador dorado, es el primero en someterse a la prueba. Se ve ansioso, como si supiera dónde están los explosivos. Lleva dos meses de entrenamiento, y es el más ágil de todos. Superó todos los obstáculos y encontró satisfactoriamente cada uno de los explosivos ocultos por Reina. -Bien, mi perro: así se hace. Mi perro, mi perro -, repite varias veces el guía de Pitin. Esa es una forma de jugar y estimular al animal, cada vez que encuentra un explosivo en el campo de entrenamiento. Naturalmente, no todos los perros muestran resultados positivos. Carla, labrador negro, es uno de ellos. Durante la prueba se vio distraída y sin ningún interés frente al explosivo. Al ver que no ocurría nada, su guía tuvo que jugar con ella, constantemente, para que la perra pudiera seguir con la búsqueda. Reina le advirtió al guía que si al finalizar los 88 días de entrenamiento el animal no mostraba resultados positivos, debía cambiarlo En la escuela de Carabineros de Facatativá hay 250 perros de diversas razas: pastor alemán, pastor belga, golden retriever, labrador dorado, chocolate y negro, cocker, setter irlandés, springer spain, entre otros. Son hermosos, nobles, juguetones, consentidos y, sobre todo, muy queridos por cada uno de sus guías. El subintendente León Reina es un experimentado adiestrador. Afortunadamente en Bogotá su perro no ha detectado ningún explosivo. Ha trabajado en el Estadio el Campín, en la plaza de toros, en las manifestaciones que realiza la Alcaldía, en el terminal de transportes, en algunas bodegas y en el aeropuerto. Hoy en día, Reina se siente muy feliz de su trabajo como adiestrador. Especialmente porque es una labor tranquila y sin riesgos mayores. Cosa que también calma a su familia. Por ahí en dos años subirá de cargo a subteniente, y tendrá que dejar atrás las instalaciones de la escuela, y a sus perros. Y aunque empezará a recorrer otros espacios, jamás dejará de ser instructor de perros anti-explosivos.