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Página
Christopher Paniagua
Presidente Ejecutivo del Banco Popular Dominicano
Se dice que la creatividad es la creación de soluciones que parten de ideas originales e imaginativas.
Una persona creativa se caracteriza por su habilidad para percibir el mundo de una forma nueva, haciendo conexiones entre fenómenos aparentemente no relacionados, encontrando patrones que parecerían ocultos y generando soluciones que nos permiten avanzar a todos como sociedad.
Esto implica dos procesos importantes: pensar y producir.
La conexión entre las ideas y la producción es precisamente la base de la economía naranja o economía de la creatividad, un sector productivo multidisciplinario que siempre ha estado ahí, pero que ahora comienza a verse como un todo integrado con un impacto relevante en la creación de riqueza y de empleo para los países que la promueven.
La economía de las industrias creativas y culturales consiste en el conjunto de actividades que permiten que las ideas se conviertan en aportes económicos, dinamizando el crecimiento, diversificando la cadena de valor y diferenciando el modelo productivo de una nación. Este modelo de desarrollo, fundamentado en la creación, producción y distribución de ideas intangibles que se transforman en bienes y servicios tangibles, es una de las más robustas plataformas para proyectar una imagen país única y difícilmente copiable.
Y en este terreno, la identidad dominicana y su espíritu creativo constituyen el sustrato idóneo para hacer crecer un modelo de economía naranja netamente propio.
Contamos con cualidades únicas. Somos personas apasionadas, rodeadas de sabores y colores vivaces. Llevamos en la sangre esa chispa creativa, fruto de nuestra mezcla cultural y el impulso innato de enfrentar con ingenio cualquier adversidad.
Desde los vendedores de artesanías a orillas de nuestras carreteras, hasta los diseños de moda, de interior, la arquitectura, el cine, las artes e incluso el software, entre otros, demuestran el potencial que tenemos como nación para consolidar, pulir y exportar el mejor talento creativo dominicano sobre bases robustas.
La economía creativa es un sector sumamente amplio y diverso, con una derrama económica extraordinaria a lo largo de toda la cadena de valor que va desde la concepción de la idea a la producción y la comercialización. Está, además, muy ligada al turismo, una industria vital para la República Dominicana, porque más allá de la belleza natural de nuestros paisajes, un visitante busca experiencias exclusivas y un vínculo emocional con el lugar donde turistea. Eso es lo que le brinda la economía naranja: algo imposible de replicar y que nos da una ventaja competitiva ante otros destinos de la región, porque agrega valor y diferencia en el mercado internacional nuestros productos y servicios. Como banco del turismo y como institución financiera que apoya a los emprendedores desde sus orígenes, sabemos que esto es algo que podemos, y debemos, potenciar.
Esta nueva publicación, auspiciada por el Banco Popular Dominicano y titulada “Dominicana creativa. Talento en la economía naranja”, busca, justamente, estimular la conversación en torno a la importancia y el potencial de las industrias creativas nacionales. Y lo hacemos, precisamente, en este 2021, escogido por la Asamblea General de las Naciones Unidas como Año Internacional de la Economía Creativa para el Desarrollo Sostenible.
A lo largo de sus páginas, reconocidos expertos en distintas áreas de la economía naranja narran su trayectoria personal y su particular visión de futuro para sus respectivas industrias, entrelazadas con un análisis económico de sus sectores de actividad.
Sus palabras se complementan con las meritorias fotografías y el diseño editorial del destacado fotógrafo Víctor Siladi.
En conjunto con este esfuerzo editorial, impulsamos también un ambicioso proyecto multimedia, creado en alianza con el Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes y el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC) para informar, promover y educar a todos los emprendedores naranja sobre los aportes de estos sectores creativos y culturales.
Es la primera vez que una página web dominicana, www.economianaranja.com.do, recoge esta valiosa recopilación de todas las industrias creativas nacionales, explorando su potencial de manera colectiva y evidenciando que la creatividad y la diversidad son pilares de transformación social y económica.
Hay un conocido refrán que dice: “La necesidad es la madre de la invención”. Es imposible negar que estemos viviendo en tiempos de necesidad. Sin embargo, no cabe duda que los habitantes de esta media isla continuaremos desarrollando nuestra imaginación y creatividad, contribuyendo con ello al desarrollo sostenido del país.
Estudiante utilizando lentes de realidad aumentada. Fuente: Claro Dominicana.
Dominicana es creativa e innovadora
Víctor Orlando Bisonó Haza
Ministro de Industria, Comercio y Mipymes
Si algo he aprendido en más de 30 años al servicio del país, es que en República Dominicana se respira talento y creatividad. Cada mañana, de camino a nuestros lugares de trabajo, experimentamos cientos de manifestaciones creativas, desde una canción improvisada para venderte un producto, el diseño y la composición de colores de un puesto de frutas, entre otras tantas expresiones que reflejan la chispa que nos caracteriza como dominicanos y que desde el Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes (MICM) podemos ver y apreciar el espíritu creativo de nuestra gente, los cuales hemos abrazado a través de diversas políticas públicas que estamos impulsando, visto su impacto positivo en nuestra economía.
Traduciendo esto en cifras, durante los últimos cinco años, según información del Banco Central, la industria creativa aportó alrededor del 1.5% del PIB y el 12.5% del empleo total. Precisamente por esto, aspirando a más, es que hemos puesto el foco en sectores creativos y modernos que resaltan la cultura dominicana a través de profesionales que buscan trabajar y aportar dignamente, por medio de su creatividad y capacidad intelectual.
Cuando hablamos de economía naranja, nos encontramos con muchas definiciones de un concepto que, en términos generales, se refiere al conjunto de elementos que componen todas las industrias creativas, que son pilares para el desarrollo cultural, social y económico del país. Una de mis definiciones favoritas es la que dan el presidente colombiano Iván Duque y el economista de igual nacionalidad Felipe Buitrago Restrepo en su trabajo de investigación para el Banco Interamericano de Desarrollo: economía naranja es el conjunto de actividades que, de manera encadenada permiten que las ideas se transformen en bienes y servicios culturales, cuyo valor está determinado por su contenido de propiedad intelectual.
Y me gusta porque refleja claramente la realidad de este sector, tan diverso en apariencia, pero tan conectado en su esencia. Vemos como crecen día tras día, no solo la demanda por la propiedad intelectual, sino también las agencias de medios de comunicación, empresas de producción, estudios de cine, de animación y televisión, sellos discográficos, desarrolladores de software y producción de videojuegos. Todos, desde su área de especialidad, fomentando la generación de valor a través del talento e impulsando incluso a la industria tradicional a ser más eficiente, productiva y moderna. Estamos convencidos de que República Dominica es creativa. Que el talento de nuestros hombres y mujeres impulsan las cifras que aportan al PIB, y más aún, que nos posiciona como referente de clase mundial en muchos de estos sectores. Desde el MICM, estamos apostando a elaborar políticas que puedan crear una ola de oportunidades para que talento local llegue mucho más lejos.
Ejemplo de esto es que, por primera vez en la República Dominicana, hemos construido una Estrategia Nacional de Exportación de Servicios Modernos, iniciativa transversal junto a más de 40 instituciones del Estado y el sector privado, donde se han tomado en cuenta a las pequeñas, medianas y grandes empresas, sin importar el régimen donde se encuentren establecidas, incluyendo zonas francas e industria local. Se trata de una demanda de años del sector que hoy ya ha sido respondida.
Asimismo, con programas como Dominicana Creativa e Innovadora buscamos fomentar al máximo la industria creativa y cultural dominicana, hacer frente a la falta de información y la dispersión del sector creativo, y presentarle al mundo lo que ya sabemos: ¡que los dominicanos rebosamos de talento y creatividad! Muestra indiscutible de esto es lo que apreciarán página tras página de esta publicación que hoy tenemos en manos.
Nos unimos a la apuesta internacional por el talento, la creatividad y la innovación al servicio del crecimiento, la generación de empleos de calidad y de la recuperación económica pospandemia. Como dominicanos llenos de buen ritmo, dejémonos llevar por el talento de los nuestros, y reconozcamos en cada manifestación creativa, ya sea en las calles o grandes escenarios, la contribución de todos a una economía más naranja.
Prologo
Julio Sánchez Maríñez
Fue probablemente Peter Drucker, el filósofo y teórico de la gerencia, quien ya desde 1969, en su libro La Era de la Discontinuidad, fue uno de los primeros autores que nos habló de la entrada a la sociedad del conocimiento refiriéndose al conjunto de transformaciones que experimentábamos en, prácticamente, todos los ámbitos de nuestras sociedades. Los planteamientos de Drucker coincidían con los que también hacia Daniel Bell, el reputado sociólogo y profesor de la Universidad de Harvard, con su publicación en 1973 De El Advenimiento de la Sociedad Posindustrial. El paso a un nuevo estadio histórico también ha sido tratado por otros importantes estudiosos, entre los que podemos destacar a Yoneji Masuda, profesor de la Universidad de Aomuri y director de la Sociedad Japonesa de Creatividad, en su libro de 1980 La Sociedad de la Información como Sociedad Post-Industrial, o a Manuel Castells, profesor emérito de la Universidad de California en Berkeley y actualmente ministro de universidades del gobierno de España, con su trilogía bajo el título colectivo de La Era de la Información: Economía, Sociedad y Cultura (1996, 1997, 1998).
Independientemente de los distintos acentos, de los múltiples enfoques, de los profundos cambios que se desarrollan incesantemente en el ordenamiento de todas las sociedades a nivel global, lo cierto es que experimentamos, palpablemente, cómo la investigación y el conocimiento científico y tecnológico, la capacidad de innovación y el fomento y aprovechamiento de la creatividad se constituyen en las bases de funcionamiento de las economías y las sociedades contemporáneas, tal como lo fueron en el pasado las capacidades de forjar la rutina de la producción agrícola o industrial.
Es en este amplio contexto histórico que proponemos aproximarnos a la que ha sido denominada como economía naranja. Si bien no existe un consenso en torno a una definición de las Industrias Culturales y Creativas (ICC) que conforman la economía naranja, sí existe una noción compartida de que éstas se encuentran en la intersección entre actividades que generan valor económico y las que crean valor cultural. Así, por ejemplo, para la UNESCO las industrias culturales y creativas comprenden “a aquellos sectores que tienen como objeto principal la creatividad, la producción o reproducción, la promoción, la difusión y la comercialización de bienes, servicios y actividades de contenido cultural, artístico o patrimonial”1; Benavente y Grazzi, en su trabajo para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), destacan el componente creativo merecedor de propiedad intelectual en los productos de las ICC al referirse a estas como: “el grupo de actividades a través de las cuales las ideas se transforman en bienes y servicios culturales y creativos, cuyo valor está o podría estar protegido por derechos de propiedad intelectual”2 .
Apoyados en esas definiciones, podemos clasificar y enumerar las ICC, sin pretensión de exhaustividad, de la manera siguiente: 1. Actividades artísticas tradicionales y emergentes, relacionadas con la creación preservación y transmisión del patrimonio cultural, material e inmaterial, de una sociedad. Nos referimos a las artes visuales, plásticas y escénicas, a la creación literaria y musical, a la artesanía como también a las artes olfativas y gastronómicas. 2. Producción creativa comercial, en las que su valor final se debe principalmente o de manera significativa al contenido creativo embebido en los productos; entran aquí el diseño de interiores, de escenarios, de modas, paisajismo, la joyería, las artes gráficas, fotográficas y de ilustración, la publicidad, los videojuegos y animaciones digitales, entre otros reglones. 3. Actividades que brindan apoyo creativo a otras industrias.
Aquí encontramos aquellas cuyo resultado creativo es parte del insumo para la producción o servicio que no son en sí mismos actividades creativas, como lo son diseños de productos, sus empaques y etiquetados, entre otras presentaciones mercadológicas, señalética, pabellones y otros formatos de exhibiciones.
Como vemos, se trata de una amplia variedad de ICC que conforman la economía naranja y que, en su conjunto, constituyen un importante componente de la actividad económica general. Se calcula que en 2013 ya las principales 11 industrias creativas y culturales representaban un 3% del producto interno bruto (PIB) mundial, generando ingresos por un total de US$2,250 mil millones de dólares y casi 30 millones de puestos de trabajo. Entre 2002 y 2015 el mercado internacional para los productos creativos se duplicó llegando a USD$509 mil millones de dólares.3
Según estimaciones de Ernst & Young, para el 2015 las ICC concentraron el 2.2% del PIB de América Latina y el Caribe equivalente a US$124 miles de millones en ingresos, y generaron 1.9 millones de empleos (Ernst & Young, 2015;4 Benavente y Grazzi, 2017).
1 Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) (2010). Políticas para la creatividad. http://www.lacult.unesco.org/docc/prueba_06_largo.pdf 2 Benavante, J. M. y Grazzi, M. (2017). Políticas Públicas para la creatividad y la innovación: Impulsando la economía naranja en América Latina y el Caribe. IDB -M G-557. Banco Interamericano de Desarrollo (BID). 3 Datta, N. y Hatayama, M. (6 de Octubre de 2020) Don’t overlook the orange economy: five reasons why creativity is key for the jobs agenda.Jobs and development (WorldBank Blogs) https://blogs.world bank.org/jobs/dont-overlook-orange-economy-five-reasons-why-creativity-key-jobs-agenda 4 Ernst & Young (2015) Cultural times: The first global map of cultural and creative industries. https://en.unesco.org/creativity/files/culturaltimesthefirstglobalmapofculturalandcreativeindustriespdf
En términos de contribución al producto interno bruto, destacan Ecuador, con un 4.76%, Paraguay, con un 3.85% y México, con un 3.3%. En volumen exportado lideran México con más de 4,600 millones de dólares en 2012 y Argentina, con más de 2,400 millones de dólares en 2016.5
Estas cifras comparativas del avance de las ICC y la economía naranja en nuestra región deben ser interpretadas en términos del contexto internacional más amplio. Al hacerlo así, se evidencia que, si tomamos como indicador la participación en las exportaciones mundiales de bienes creativos en 2015, solo el 3% se origina en la región de América Latina y el Caribe. Esto nos indica que, independientemente de lo que hayamos avanzado en estas cada vez más importantes avenidas, es mucho lo que aún podemos proponernos recorrer.6
En República Dominicana con datos de 2016, de acuerdo al primer informe de la Cuenta Satélite de Cultura realizado por el Banco Central y el ministerio de Cultura, las ICC representaron el 1.5 por ciento del PIB, con un volumen exportado de casi 199 millones de dólares; en términos de contribución al empleo las ICC acumularon el equivalente al 12.5% del empleo total en 2014 (el doble de lo que representan en Chile, donde se estima que representan un 6.6% y mucho más que la mayoría de los países de la región para los cuales se reportan datos que oscilan entre el 1 y el 2.8%).7
Más allá de nuestras cifras comparativas con la región de América Latina y el Caribe, que, tal como vimos, tiene mucho por lograr, debemos insistir en el gran potencial del país para hacer acopio de las capacidades creativas de nuestra gente para que el tren de las ICC en nuestro país, con sus múltiples vagones, por así decir, transite con mayor velocidad hacia lugares con mejores escenarios. En efecto, más que insistir en los límites o en los avances relativos que tenemos como país en el campo de la economía naranja, debemos enfocar nuestra mirada en las amplias oportunidades que tenemos y que podemos aprovechar.
Creemos que de eso trata precisamente, entre otras bondades, esta importante publicación del Banco Popular Dominicano. Nos ofrece una formidable mirada al rico panorama de ofertas y, más aun, de posibilidades, que tenemos los dominicanos y, en general, quienes habitamos en este pequeño y gran país, para desplegar nuestras reconocidas capacidades de creatividad e ingenio, de emprendimiento y aprendizaje, en estos terrenos de la economía naranja que acertadamente han sido denominados como “una oportunidad infinita”. Oportunidades infinitas, así, ahora, en plural, en este nuevo estadio de la humanidad presidido por el conocimiento en sus distintas vertientes, con prominencia de los desarrollos científicos y tecnológicos, pero liderados por el ingenio, la creatividad y las capacidades de innovación para las cuales, afortunadamente, vale mucho aquello de que el mundo se ha hecho plano, para utilizar la provocativa expresión de Friedman.9 Si para muestra basta un botón, esta publicación nos ofrece todo un muestrario, un exquisito recorrido por los territorios de la gestión cultural, la arquitectura, el diseño, la moda, la artesanía, el cine, los audiovisuales, la publicidad, la tecnología y la gastronomía, cubriendo así la mayor parte, si no toda, de la variada geografía de las ICC. Para engalanar esta iniciativa editorial se cuenta con las firmas de María Amalia León, Juan Mubarak, Dominique Bluhdorn y Stephen Kaplan, Carla Quiñones Polanco, Ignacio Nova, Albert Martínez Martin, Edilenia Tactuck, Felipe Pagés, José Armando Tavárez y María Marte.
¿Qué podemos hacer para impulsar y acrecentar el potencial torrente que puede desatar nuestro país en el océano de la economía naranja?
A nivel general, se habla de cuatro tipos de políticas públicas para apoyar la producción y consumo de productos creativos y culturales, a saber: de oferta, de demanda, sistémicas y de formación de capital humano. Las políticas de oferta consisten en apoyos directos (subvenciones, subsidios, financiamiento blando) o indirectos (exenciones o regímenes tributarios especiales) por parte de los sectores públicos y privados a los emprendimientos y empresas culturales creativas. Las políticas de demanda buscan incentivar el consumo de bienes creativos culturales mediante descuentos de impuestos sobre la renta, vouchers, ferias de comercialización y otras modalidades. Las políticas sistémicas procuran subsanar las fallas de coordinación y las imperfecciones de mercado favoreciendo la interconexión o enlace entre industrias y negocios “tradicionales” y empresas y emprendimientos culturales, con incentivos directos para la adquisición de bienes o servicios de las ICC. Las políticas de formación de capital humano favorecen y apoyan tanto la oferta como la demanda de oportunidades de desarrollo, capacitación y formación inicial de los recursos humanos competentes para el desarrollo de las ICC.
En nuestro país apenas empiezan a esbozarse políticas públicas particularmente dirigidas a apoyar las ICC y fomentar la economía naranja. Sin dudas el mejor exponente de una política pública con este propósito lo ha sido la Ley 108-10 para el Fomento de la Actividad Cinematográfica, que ha contribuido decisivamente al despegue de este sector. La recientemente promulgada Ley No. 340-19 que establece el “Régimen de Incentivo y Fomento del Mecenazgo Cultural en la República Dominicana”, pendiente de instrumentación efectiva, promete ser otra vía de apoyo al florecimiento de la economía naranja en nuestro país. La integración de la Cuenta Satélite de Cultura al Sistema de cuentas nacionales y el primer ejercicio en esa materia realizado por el Banco Central y el ministerio de Cultura reportado en 2016, constituye un importante paso para la visibilidad y el seguimiento al desarrollo de las actividades y contribuciones de la ICC a la economía dominicana.
Sin subestimar la importancia de políticas públicas e iniciativas que favorezcan la oferta, la demanda y la coordinación institucional e inter-sectorial que mitigue las fallas de mercado, no podemos dejar de
5 De Groot, O., Dini, M., Gligo, N., Peralta, L., & Rovira, S. (2020). Economía creativa en la revolución digital: la acción para fortalecer la cadena regional de animación digital en países mesoamericanos. CEPAL. http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/45529/1/S2000218_es.pdf 6 UNCTAD STATS. (2013). Portal oficial de estadísticas de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). http://unctadstat.unctad.org/ReportFolders/reportFolders.aspx. Consultado en: Junio de 2021 7 Banco Central & Ministerio de Cultura. (2016). Cuenta Satélite de Cultura: Primer Informe de Resultados. https://oei.org.do/Oei/Noticia/cuenta-satelite-de-cultura-primerinforme-de-resultados#gsc.tab=0 8 Buitrago Restrepo, F. y Duque Márquez, I. (2013). La economía naranja, una oportunidadinfinita. Banco Interamericano de Desarrollo. 2013. 9 Friedman, T. L. (2005). The World Is Flat: A Brief History of the Twenty-first Century. New York: Farrar, Strauss and Giroux.
destacar la suprema importancia de contar con aquellas que potencien el capital humano indispensable a las ICC y al desarrollo de la economía naranja en nuestro país. Es imposible ignorar lo indispensable que resultan las actividades de formación y capacitación en una esfera de actividad humana como la de las ICC, caracterizadas por la creatividad, el ingenio y la innovación con bases humanísticas, tecnológicas y gerenciales.
El desarrollo -en cantidad y calidad requeridas- de las competencias fundamentales propias del rol especifico, así como de las actitudes, bagaje y horizontes culturales y los marcos mentales de los protagonistas de las ICC es materia de las políticas y programas de formación de capital humano que se apliquen, con miras altas, de modo que esos actores alcancen condición competitiva nacional e internacional. Esto es válido tanto para los actores que se desempeñen en roles ya profesionalizados, como, por ejemplo, los de publicista, arquitecto, diseñador, ilustrador, programador, cineasta, como para aquellos en roles que aún no se encuentran universalmente profesionalizados, como los de escritor, instrumentista o artesano.
Son las universidades las que pueden mejor constituirse en nicho-sistemas10 en los que se cultive el potencial imaginativo, creativo e innovador de los actuantes de las ICC, tanto en su capacitación “técnica” y “tecnológica”, como en su formación humanística y cultural, en las denominadas habilidades “duras” como en las identificadas como “blandas”, imprescindibles todas para asumir con éxito los retos en este ámbito empresarial sujeto a la hipercompetitividad de nuestros días. Otras entidades pueden contribuir, pero no con la capacidad de integración con el que puede hacerlo la institución universitaria que aloja en su concavidad las distintas áreas de formación o capacitación antes mencionadas y que pueden hacerlo en una atmósfera propicia a la investigación, el ensayo, la creatividad y la innovación, retomando lo nacional, pero con apertura a lo internacional. Esto supone, por supuesto, instituciones de educación superior verdaderamente comprometidas con enfoques de formación interdisciplinaria, en un ambiente que propicie la creatividad y la innovación y con apertura a lo internacional desde lo nacional, glocales, para emplear el término que refiere a la combinación de lo global y lo local. Esos y no otros son los desafíos de una formación de capital humano que pueda sustentar una economía naranja vigorosa. Desafíos que lo son también para las propias instituciones formadoras, particularmente las de educación superior.
En el caso del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), su aporte al desarrollo de las ICC se materializa en las distintas vertientes de actividad universitaria: la formación y docencia, la extensión y vinculación, y la investigación académica y aplicada.
En el ámbito de la formación el aporte al desarrollo de la economía naranja no se limita a la presencia en su oferta académica de programas como los de Cine y Comunicación Audiovisual, de Comunicación Social y Medios Digitales, de Comunicación Comercial y Publicidad, Mercadeo y Negocios Digitales e Ingeniería de Software, sino a un enfoque curricular transversal a todos los programas, orientado a competencias genéricas y específicas, que promueve la interdisciplinariedad y que responde a las necesidades del contexto nacional e internacional.
Un enfoque que se aplica en un ambiente institucional que privilegia la investigación y la innovación, con la más amplia participación de profesores y estudiantes. El “tono” del ambiente institucional, por así decir, lo alimentan los trabajos desde el INTEC con las micro, pequeñas y medianas empresas con vocación “naranja”, apoyándolas desde la escuela de negocios o de la carrera en diseño industrial, por ejemplo, en la mejora de sus diseños, marcas, procesos, aprovechamiento de materiales y planes de negocios. De no menos importancia resulta la investigación académica, en la que, por ejemplo, se ha estudiado el patrimonio cultural material y arqueológico del país. Estos proyectos de vinculación con empresas y de investigación en temas asociados constituyen espacios de oportunidades en los que profesores y estudiantes confrontan y trabajan en las realidades en las que se desenvuelven los actores de las ICC, generando así un circuito virtuoso que enriquece las actividades formativas desarrolladas por vía de los programas formales o los cursos de educación continua.
Se puede y debe hacer mucho más desde las instituciones de educación superior y de formación en sentido general, en las ofertas de formación y capacitación, en la extensión y los servicios en vinculación con las empresas y en la investigación, pasando, en este último caso, de proyectos episódicos a programas sistemáticos en torno a las ICC y la economía naranja en el país.
República Dominicana, partiendo del talento creativo característico de su gente, cultivado por medio de la oferta de formación en sus distintos ámbitos y a distintos niveles, con un marco de políticas públicas enfocadas al apoyo de las ICC y el desarrollo de esta ilimitada esfera de actividad cultural y económica, tiene oportunidades infinitas a ser aprovechadas. Esta publicación es una prueba fehaciente de ello.
Por todo lo dicho, esta iniciativa del Banco Popular Dominicano, que se inscribe en su tradición de aportes al desarrollo de capacidades nacionales, es motivo de regocijo y merecedor de una entusiasta felicitación con la exclamación ¡enhorabuena!
10 Utilizo el término nicho-sistema para referirme al ecosistema particular que podemos encontrar en la concavidad del espacio universitario, que a su vez es parte de ecosistemas más amplios y abiertos, en el que se interrelacionan diversas formas institucionales y organizacionales.
Manuel A. García Arévalo. Fotografía por Víctor Siladi.