Postales de cuarentena
Alicia Rozental, Mariana Yablon, Ángeles Moreno, Liliana Rodriguez Dora Reiss, Samuel Laiño, Estela Luna, Dolores Casares, Rubén Flores Jorge Echeverría, Nicolás Echeverría, Cynthia Langier Mariana Casartelli, Inés Barrio, Mary Ablin, Mariana Benitez 1
Postales de cuarentena fotos
Alicia Rozental Mariana Yablon Ángeles Moreno Liliana Rodriguez Dora Reiss Samuel Laiño Estela Luna textos
Dolores Casares Rubén Flores Jorge Echeverría Nicolás Echeverría Cynthia Langier Mariana Casartelli Inés Barrio Mary Ablin Mariana Benitez
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“Intentar pintar hoy lo que de verdad existe es un acto de resistencia generador de esperanza” John Berger
“En la fotografía hay una realidad sutil que llega a ser más real que la realidad” Alfred Stieglitz
de imágenes y palabras
Siempre supe que las palabras no alcanzaban lo más hondo, no podían decir los dolores más profundos, perdían sentido, no llegaban a dar cuenta de su real dimensión. Cuando empecé a hacer fotos me fue necesario acompañarlas de relatos o de otras fotos. Tampoco la imagen alcanzaba. Sin embargo pude darme cuenta de ese modo de que las imágenes o las palabras podían abrirse a los sentidos posibles de lo que no puede decirse. La pandemia fue un golpe a la humanidad. Nos confrontó brutalmente con lo indecible. Cómo decir, cómo transmitir, cómo contarnos a nosotros mismos la pesadilla en la que quedamos inmersos. La amenaza de muerte, la incertidumbre, las angustias, el cotidiano trastocado, el encierro obligado, los encuentros impedidos, la interrupción o modificación de las actividades laborales y recreativas, el cambio repentino de las condiciones de vida. En el principio de la cuarentena surgió en mi el deseo de registrar la experiencia que estábamos atravesando, capturar lo que veía desde mi ventana fue la primera manera que encontré para hacerlo. Mi mundo externo se redujo a aquello que podía ver desde arriba y a un espacio que recién se abrió a mi mirada en este tiempo, los balcones de mis vecinos; el balcón se transformó en la salida posible. Así fui registrando la experiencia del encierro. Los poemas fueron dándole voz a lo que en las imágenes podía leerse: el miedo, el desamparo, la intemperie, la espera, el aburrimiento, la insistencia en preservar el cotidiano de antes de alguna manera. Los poemas fueron nombrando los miedos encerrados en las incertidumbres, el para siempre, el nunca más, el hasta cuándo. De a poco y fugazmente mis imágenes pasaron a registrar el abismo 4
de las fronteras cerradas, de las conversaciones a distancia, de la distancia, de lo que falta. El primer poema, llamado vértigo, fue el lazo que hizo de mi deseo de registrar, un proyecto colectivo. Las palabras que leyeron las imágenes iniciaron el juego al que se fueron sumando amigos, compañeros. Se fueron conectando poemas con fotos y tuvimos la habilidad de dejar que se encuentren. Llegó un momento en que el juego se invirtió y los poemas comenzaron a pedir imágenes. Un nuevo desafío, recortar, desprender imágenes de un escrito. Se fueron trenzando letras y fotos y esa trenza nos enlazó, sorprendiéndonos muchas veces con situaciones conmovedoras. Nos permitió también sostener la espera, soportar el encierro, lidiar con los miedos. Las palabras no alcanzan, las imágenes tampoco, pero esta vez crearon una red con hilos de distinta fibra que posibilitó gestar estas postales.
alicia rozental
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“No hay tiempo, no hay hora, no hay reloj, no hay antes ni luego ni tal vez, no hay lejos ni viejo ni jamás en esta olvidada invalidez”... * El día se extiende se multiplica, se abre, nos pesa, se va y vuelve al día siguiente. Suenan en casa horas de canciones. Y quedan resonando ritmos, melodías y palabras. Palabras que parecen proféticas, que nos hablan al oído, que nos develan una verdad o nos martillan con una pregunta. Este tema del maestro uruguayo siempre me emociona, una reflexión sobre el paso del tiempo. Alguna vez a un amigo del barrio, tomador fervoroso de cerveza en la puerta del chino, le dije que había algo de la foto que se repetía allí en la vereda (siempre él con algunos amigos conversando, fumando y yendo por más cerveza cuando ya le quedaba un culo caliente a la actual) que me hacía acordar a “La Casa de al Lado”. “Clavamos el tiempo en un cartel”, le cité. Hoy esa frase vuelve como un boomerang recargada de sentido. Qué es esto sino tiempo clavado. La eternidad, el infierno borgeano de la eternidad. Pongo mi versión favorita, la de Hugo Fattoruso con Rey Tambor. Me pongo triste, pero bailo. Así es el Candombe pienso, la música de la resistencia. Bailo y resisto. El baile me ayuda, el tambor me recuerda viejas cadenas, rotas cadenas.
t : nicolás echeverría
| f : dora reiss
*fernando cabrera
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vértigo
A pico cae el anhelo A pico mis ansias caen lejos… Libre cruza un envío puro sonido un instante luego es eco duro Mi ojo se pierde en el silencio Se palpa el vacío sin ruido (solo eso queda) A pico cae mi anhelo A pico mi espera de paso ¿Hay alguien allí? Vuela un ave: ¡Pude verla! Libre cruza mi vista Solo eso me queda
t : rubén flores
| f : alicia rozental
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aquellos días
Aquellos días cercanos, perdidos en el olvido de los tiempos. Aquellos días de sonrisa sin velo de irreverentes abrazos y besos. Días de plazas en guerra de palabras arrojadas a la cara. Donde las casas eran cobijo de amigos y de extraños. Infancias de rayuelas, de barcos de piratas de juegos callejeros y noches clandestinas. Aquellos días donde en el cielo los pájaros trazaban rutas de sueños. Aquellos días se fueron empujados por un viento.
t : dolores casares
| f : alicia rozental
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Estas ahí a la espera de un color de cielo para pintar el alma. La grieta en el muro no es la misma cada mañana. El gato duerme en el balcon sin saber del vacío de las calles. Cada mañana estas ahí tendiendo puentes de luz, como quimeras. La historia anónima se va escribiendo, te va escribiendo lenta, muy lentamente. ¿Cómo saberlo? Si tú estas ahí sola con tu mirada.
t : dolores casares
| f : alicia rozental
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y un día llovieron virus
Y los paraguas fueron barbijos Refugio en altos quizá Distancia a ojos vista/lejos De la que pasa/imagino ajena a mis preguntas y estas dudas que me aquejan o este, este tiempo detenido Caen gotas de hastío mío y ella valiente de ausencia cruza raudo el paso vacío de ecos de otro
de otros
los otros
¿Dónde están? 14
t : rubén flores
| f : alicia rozental
estrella del agua
Mientras el brillo se ausenta la estrella del agua camina mundana entre baldosas flojas por un cielo nuevo rastrero. Un rayo implacable desató esta tormenta‌ La estrella del agua sola opaca persiste resiste insiste inventa una luz.
t : jorge echeverrĂa
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Retazos de papel barriletes al viento. Un mensaje trashumante insiste, escucho palabras truncas. Imágenes borrosas de acuarelas en la vereda. Hilvanar historias de caminantes anónimos, trayendo ecos de primaveras moribundas. Vivía el año pasado, pero hoy seis de mayo miro por la ventana. Retazos de papel barriletes al viento. Construyo un universo de ficciones, centinelas de mi propio encierro. Extraño el recuerdo la casa de muñecas donde la infancia de azúcar era un juego interminable. La noticia de un robo irrumpe en el silencio. Y el barrilete es papel arrugado, la casa de muñecas rota finaliza la infancia. Y descubro que tu miedo es mi miedo. 16
t : dolores casares
Se arrastra el virus como las hojas secas muertas ya ¿Qué las mató? Lo que temo quizá Este otoño frío que entre mis pies llega y se agolpa caída del árbol la vida que palpita Me pregunto cuánto falta
t : rubén flores
| f : alicia rozental
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Las luces como escenografía de la supervivencia, como testigos de la vida en un cuadrado. Cuadraditos de luces de colores viajan años luz, se proyectan en el cielo, salgamos al balcón para ver la magia: son estrellas
t : nicolás echeverría
| f : alicia rozental
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Una hoja de otoño me mira. sus nervaduras quebradas por anónimos transeúntes bailan al compás de una música fúnebre como marionetas pendientes de hebras invisibles. Una hoja de otoño me mira. Quisiera decirle algo pero al abrir la boca un aire frío lanza burbujas de cristal que se esfuman en el aire. Y las palabras que acarician, que dan abrigo, que traen sosiego han desaparecido. Una hoja de otoño me mira con sus contornos obscenos de tanta ajenidad. Vuelvo al rectángulo que vuela al cielo afuera yace un manto de olvido y sobre las veredas, hojas amarillas.
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t : dolores casares
Ya no se si veo partículas de luz o megapíxeles. ¿Serán reales los colores de ese árbol? ¿Qué temperatura tendrá el mar? Qué ganas de mojar los pies, o que una ola me revuelque haciéndome sentir la fuerza, la alegría de vivir allá afuera. ¿Qué peinado me hará el viento? ¿Qué es ese grito que trae? Ese sollozo encerrado ¿Qué copla? El paso de las estaciones coincide con el calendario. Quién pudiera florecer en primavera.
t : nicolás echeverría
| f : alicia rozental
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Un camino perlado de miedo, Avenida Montes de Oca 350 la ambulancia huye con su cometa verde y roja por calles desoladas en tiempos de arena. Ella no suelta su nombre por temor a perderlo en el laberinto donde alguien con ojos cansados la esperaba. Un mensaje quedó grabado en algún lugar, una mujer pide auxilio serenamente. La puerta se cerró una gota sigue cayendo, en la mitad de la noche ecos de otra vida en la casa vacía.
t : dolores casares
| f : alicia rozental
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a mi muerte
Dos muertes son las que son la propia y la del olvido/ malaya Ruego que el sueño sin escucha no sea no sea ni ignore el oído amigo la ceniza o el polvo que fuere. Espero un interlocutor atento que aliente mi paso feliz tal vez un dicho/ una risa (pretensión fraterna la mía) Anhelo Que el fin no sea presente hoy ni nunca eterno vacío sino eco encarnado/ traza bandera de brazos quiero camino transitado juntos (¿qué otra cosa al fin somos?) con estos que aún son míos
t : rubén flores
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El latido en la sien marcando el paso de los segundos, haciĂŠndolos eternos. Veo abrirse una puerta y la madreselva me atrapa, sin pensar voy tras ella busco alcanzar ese cielo azul que da batalla, forastera en este tiempo. El latido cesa aparecen los versos vuelan lejos a otras tierras a otros mares. La mirada se detiene en la ropa hĂşmeda, la soga tensa y la realidad vacĂa estalla.
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t : dolores casares
a una mujer que marcha en mi azotea
Y un ir y venir marcial de aconsejado encierro repetido y liberado… (¿Cabral heroico moriría en nuestras terrazas citadinas?) Y un redoble sostenido haciendo eco altivo a aquellos pasos al compás de esas bombachas vivas luminosas cual banderas de colores
t : rubén flores
| f : alicia rozental
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habitando sueños libres flameantes de una vida propia y sin complejos… Melodía batiente que me lleva Patria liberada por centauros (Y me río del galope acompasado) Detrás entonces no solo es viento lo que late sino ansias tuyas retenidas ellas/mudas que hoy evoco musicales Estos ojos prisioneros de estas ganas truncas/mías Este pecho que me late a mil anhelos tamboriles rataplanes de tu boca tibia (Tan lejana del jadeo que no habito y solo sueño) ¿Qué extravía en el conflicto lo que creo solo es marcha alucinada patria granadera entre pendones y fanfarria ajena?
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Y la batalla que yo quiero al viento desplegado el pabellón batiente…No hace historia ni página mejor o continente ¡Qué desatino! Ser cobarde o prudente y no cubrirme con la gloria de los héroes que arremeten su combate coronando con el triunfo su victoria Aquí yo y mis oropeles: tras los muros del histórico convento y el clarín afónico sonando retirada
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t : rubĂŠn flores
| f : alicia rozental
Te escribo con una taza de café con leche en la mesita de luz. Afuera ladra un perro y se escucha una conversación de fondo. Un pájaro. Un auto. Ahora sostengo la taza con una mano y tecleo con el dedo del medio. Es más seguro agarrar la taza desde abajo que de la manija, ¿viste? A mí me pasa. Una moto. Gente caminando sola, con barbijos (el corrector no reconoce la palabra barbijo, la marca en rojo). Enciendo la luz porque la de afuera empieza a hacer sombras que me encantan pero no me permiten ver el teclado y escribo a tientas. ¿Qué hacés? ¿Cómo estás? ¿Se pone signo de pregunta inicial, aunque la frase empiece con mayúscula? (a veces no encuentro los signos). El pájaro está como loco. Afuera. ¿O los locos estamos dentro? ¿Che, será que estamos enloqueciendo? Pasó Paca, la chica de la verdulería con su delantal azul empujando algún pedido. ¿Qué vas a comer hoy? ¿Necesitás algo? Ahora el cielo se puso medio naranja. Esta hora me gusta mucho. Un taladro o algo así. Como un aparato que perfora alguna cosa. O una sierra eléctrica. Alguien haciendo algo. El café se enfrió. Siempre me pasa porque lo olvido. Listo. Lo acabé de una vez para escribir con los dos dedos. Ya te dije que uso el del medio de la derecha y ahora sumo el índice de la izquierda.
t : cynthia langier
| f : alicia rozental
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Creo que necesito unos bifocales, porque la distancia se me complica. Sí; alguien debe estar haciendo un arreglo grande porque se escucha fuerte el coso que perfora. Que arregle el mundo, ya que estamos ¿no? Andamos arreglando boludeces todo el tiempo. “¡Arreglame ésta o caceroleame la chota!” grita la señora desde el balcón. Qué bien la señora. Me hizo reír y llorar todo junto. Te extraño. Los días me pasan raros. Una mujer carga a un nene en la terraza. Apurada, como desencajada; como si corriera escapando de la lluvia inminente en la playa. Otra camina ida y vuelta, ida y vuelta en dos metros cuadrados fumando sin parar. Me da tristeza. Esto parece una internación preventiva ¿viste? El pibe que salta la soga en el balcón, el que escribe en una banqueta en su microespacio aéreo, la que toma un sol de otoño que no es. Contáme qué ves desde tu ventana. Ahora la gente grita. Me dan miedo los gritos y algunos aplausos, cacerolas y los ratones. Más miedo me dan las ratas. Parece que salen a buscar comida ahora que la basura se saca espaciada, cada tanto. Las pobres se cagan de hambre, pero a mí me dan terror. Estamos rodeados. No hay otra explicación.
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La piba pinta algo que podría ser una caja; el repartidor del supermercado en la calle desierta escribe en el celular. Las pantallas nos salvan, ¿nos salvan o nos esconden? Son como máscaras que ocultan lo más hondo. Todo lo que se muestra es una pantalla de otra cosa. ¿No te pasa? Y sino, es pura obscenidad. No sé, me confunde. Bocinas. ¿Quién necesita tocar bocina? Explicáme. Otro pibe saca fotos con el celular apoyado en la baranda a la señora con el changuito. Las líneas blancas de la calle me parecen rejas como las de la ventana o las plazas.Todo se cierra. Me estruja. Pasa una ambulancia. El sonido de las ambulancias cambiaron en estos tiempos (en el pasado lejano quedó la anécdota amorosa de papá con la sirena a tope para visitar a mamá entre un paciente y otro). No, no. Ahora las sirenas suenan distinto. Contáme de vos. Te pienso.
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a mis miedos
Te dije que no había tiempo y a carcajadas te hiciste perfume entre mis labios torpes a tu beso El tiempo es ahora, te reíste cálida dinamitando miedos/enredos falsos rafagando mis dudas torpes y me dejaste entre las manos el sabor dulce de tu promesa actual Hoy es mañana…
t : rubén flores
| f : alicia rozental
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este tiempo
Este tiempo singular, esta frontera, como una mueca brutal, misteriosa, fría. Juego… sin razón… ¿errar eterno…? Deliro anhelo un sentido humano y encuentro ausencia, vacío. Las calles transitadas una y mil veces conducen a un desierto, y en él encuentro respiraciones sin fuerza que desfallecen. Solo desnudo en este baldío siento la agonía del mundo.
t : jorge echeverría
| f : alicia rozental
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Si hubiese imaginado tu balcón al otro lado tu cara tatuada en la pantalla Si hubiese imaginado esta lluvia amarilla en los techos el tiempo que paso contemplando estrellas que escapan de las ventanas. Si hubiese podido imaginar como sería tu boca desnuda como sería la otra mitad del gesto… Sólo veo pasar ojos mudos ¡Si hubiese podido!... Este balcón no sería tierra extranjera.
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t : mariana casartelli
| f : alicia rozental
quién
¿Quién soy? ¿Me ves? por las márgenes ando miro ahora tantos invisibles ¿cuántos? ¿marginados? me cubro la cara somos casi iguales solo la intemperie hace diferencia ¿mi casa? ¿mi carrito? ahí me quedo a la espera… de descubrirme… o ser descubierto…
t : jorge echeverría
| f : alicia rozental
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coto de casa
Qué destino artero para el coto que no es de caza sino de presas encerradas Extraviado no me encuentra Texto vano que dice ¡Yo te conozco!... Se ve que no o por lo menos no sabe dónde me refugio en estos tiempos
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t : rubén flores
| f : alicia rozental
Mi esquina es pausa/cruce de destinos vago rumor que agita voces Inmóvil donde estoy me sabe a promesa ilusa de lo que añoro: un encuentro ahora postergado o solo ensueño mío, afiebrado Anhelo el abrazo, esa dicha, la risa extraviada en retazos hoy Es absurdo lo que pesa la palabra a la distancia lo dicho sin tiempo por delante sin reparo por lo vano… ¡Termina esto y nos vemos! Mi esquina es pausa/cruce de destinos Donde estoy, mi reloj no corre su aguja Busco tu mirada: aguardo inmóvil
t : rubén flores
| f : alicia rozental
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Supe que no era una foto cuando vi que también yo sonreía. Y se rompió el hechizo que había acortado las distancias. Quedó sin embargo, capturado el instante fugaz de una risa compartida.
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t y f : alicia rozental
Si se pudiera escribir la alegría, sería en pétalos de una amapola roja bermellón, cantando al viento. Sería entre pinos inmensos donde perderse en su aroma de infancia. Si se pudiera escribir la alegría sería en el temblor de unos labios, cuando pronuncian una palabra de amor. Si se pudiera escribir la alegría sería en la borra del café de tantos encuentros. Si se pudiera escribir la alegría, sería en el cruce de miradas y sonrisas con el rostro al descubierto.
t : dolores casares
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No sabemos bien porqué, teorías no faltan. Lo cierto es que estoy aquí, vos allá, para siempre, para siempre el mismo día. No vas a saber cómo sabe el vino acá, brindamos y se extraña el chin chin. Conversamos, siempre me miro en ese espejo chiquito. ¿Cómo me veo? ¿Cómo se saca ese cuadradito? ¿No se puede? Qué incómodo, qué vanidoso, que obsesión con el plano. ¿Qué? decime de nuevo, se trabó. ¿Qué es ese eco? ...Y así vamos, no me puedo quejar. ¿O sí? Lo que sí puedo es reír con amigos y llorar su ausencia.
t : nicolás echeverría
| f : alicia rozental
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Me sumerjo en el colchón de hojas amarillas Me confundo en ellas hasta ser puro recuerdo. Me acuerdo que el día que nací era sábado, que papá murió un lunes, que mis tres primeros hijos nacieron un martes y el menor un lunes a la mañana. Me acuerdo de los horarios precisos de cada uno de estos sucesos:15.15; 16.30; 12.07; 16.15; 17.59; 10.30 h. Me acuerdo el día que me casé porque era el día de cumpleaños de mi abuela Olga. Me acuerdo que cuando le dije que había elegido su fecha de cumpleaños para mi boda me sugirió que no lo hiciera. Que el día que ella no estuviera, sería triste. La cosa es que cuando la abuela murió (a los casi 91 años), yo me separé y no hubo más aniversarios pero la tristeza fue sólo por su ausencia irremediable. Me acuerdo que el duelo por la muerte de papá duró no menos de diez años. No sé por qué recuerdo esto o por qué lo enuncio así, pero tengo mis hipótesis que no vienen a cuento ahora. Recuerdo cosas absurdas como los nombres y apellidos de cada compañera y compañero de la primaria y secundaria. Varios de sus números de teléfono y direcciones con exactitud. Sin embargo, estoy viendo hace días una serie que me encanta, pero no recuerdo su nombre ni tampoco qué sucedió en el capítulo de hoy. Recuerdo a papá con un libro debajo del brazo. Recuerdo un lunar detrás de su oreja derecha. Recuerdo haber pensado en el momento que descubrí el lunar: esto no debo olvidarlo. Yo le acariciaba el pelo mientras él dormía una tarde de las últimas que vivió. Recuerdo el día de mis 30 con Juan a upa (único hijo al momento) y papá abrazándome recién salido de la cirugía que restituyó su columna con titanio. Recuerdo que soplé las velitas, certera de que los deseos no se cumplirían. Recuerdo el momento de cruzar el umbral de mi matrimonio hecho añicos. Orgullosa y valiente del brazo de mamá. Recuerdo la panza y la pelada de mi abuelo Isaac. Recuerdo que le gustaba tomar el jugo de la ensalada de tomate y cebolla directo del plato.
t : cynthia langier
| f : mariana yablon
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Recuerdo los dos sugus aplastados que me daba mi abuela y el cucurucho de menta granizada que tomábamos cada veintiséis de diciembre. Ahora en esa fecha, tomo el helado de menta sola. Recuerdo la noche anterior a no despertar. Recuerdo al detalle toda la semana previa. Ridículamente al detalle, casi como todo lo que ocurrió a lo largo de esos meses posteriores de delirio locura y bastante muerte. También recuerdo el amor. El mucho amor. Recuerdo a mi perro Camilo. Con Camilo tomábamos el mate de la misma bombilla, comíamos juntos en la mesa y dormíamos cucharita. Recuerdo cuando me descubrí enamorada de una mujer y supe finalmente que era el momento de escucharme con atención. Recuerdo cada día, que quiero ser mejor madre y estoy muy concentrada en eso. Nunca me salió bien el asunto de la madre muy “mami”. Siempre fui anarco. Es largo de contar acá, pero por alguna razón, mis hijos llevan bastante mejor la historia de las dos mamás que el desastre del divorcio de sus padres. Tengo cierta deuda con ellos que intento remediar. Recuerdo que olvido muchas cosas y seguramente es muy conveniente que así sea. Creo que estoy desarrollando una suerte de memoria selectiva, que permite que almacene información de modo discrecional pero inconsciente. Como si algo decidiera por mí: esto sí, esto no. Recuerdo que mis hijos hoy llegaron a casa porque se escuchan ruidos de puertas y otros ruidos. Recuerdo que necesito dormir y no me puse la placa para el tema del bruxismo ni saqué del baño los tapones de siliconas para los oídos. Recuerdo que mi profesora de latín del colegio, Corina Corchón, nos escribió en el pizarrón: RE-CORDO (re/ cor_cordis). Tal vez no era así, pero acabo de recordar, que recordar es volver a pasar por el corazón.
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Caen de la sábana tendida retazos de sueños restos de placer ecos de palabras que ahora en el fondo de la casa sólo serán aire. ¿o permanecerá intenso el recuerdo…? ésta imagen gota condensada de tanto adentro…
t : jorge echeverría
| f : mariana yablon
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ausencia
¿Dónde estás en este tiempo parco de presencia? Te encuentro habitando la marca ausente de tu paso Falta tu aliento, digo fatigando un tiempo vacío El ojo no da cuenta de lo que siento en la lágrima La tela vela tu presencia Luz… fuera ya y yo dentro…
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t : rubén flores
| f : alicia rozental
Una silla vacía temblando como una pluma en el viento. Lágrimas recorren el cuerpo buscando su cauce. La casa, morada, se transformó en una película en blanco y negro. Recorro una y otra vez el piso de mi cuarto trazando surcos en la memoria. A lo lejos alguien canta, como si nada pasara. Aquí adentro tú me miras entre acordes de un piano olvidado.
t : dolores casares
| f : mariana yablon
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sueños y pesadillas
Existe una carretera de rayos imperceptibles. La fueron tejiendo miles de manos, arañas que trabajan en la noche silenciosa. Al despertar el día otros habitantes cortan esos hilos sin importar los arcoiris verde esmeralda que pugnan por vivir. Mundos que conviven y nunca bailan juntos. Letras sueltas se unen y escriben un poema disonante. En un futuro incierto alguien caminará por estas tierras y al dejar caer la arena entre los dedos,
t : dolores casares
| f : alicia rozental
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escuchará la ausencia huellas de otras voces. Tal vez se pregunte por qué hay días que sueña pesadillas de un cielo sin estrellas.
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La máscara reposa hasta el próximo ritual…
t : jorge echeverría
| f : mariana yablon
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El espacio gris tan ceniciento en la memoria que se parece al olvido. Nos sentamos a dos metros (el distanciamiento social y todo eso). Tu mirada me abraza y sin embargo es tiempo de cuidarte, es tiempo de entender de quĂŠ va el amor. Me andĂĄs necesitando silencioso sin pedir nada. Quiero quedarme en vos y tambiĂŠn al revĂŠs.
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t : cynthia langier
Se perdió un poema entre noches sin dormir y lágrimas de hastío. Se perdió su escritura la soñé en duermevela, me habló de encuentros y de miradas. Se me perdió un poema, ya no lo puedo encontrar. Solo quedan dos cuerpos enfrentados, con los rostros deformes de tanto buscarse en la distancia mínima de ese pasillo al que se redujo la vida. t : dolores casares
| f : ángeles moreno
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Espío entre rejas tanta luz Oteo Mi vecina se masturba al sol Veo tras las rejas vida Pulsa a mano de sueños ajenos ¿Qué puebla la boca que ríe cálida de gozo tibio?
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t : rubén flores
| f : mariana yablon
Pulsa Tras la reja oteo ella, su ritmo a mano de sueños Tanta luz fuera dentro sombra Su risa tibia dije ajena a mí al sol vuela libre
f : ángeles moreno
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Lady pink indiscreta colgás la bombachita en la soga del patio de tu casa. Rosa pero bien podría ser roja por toda la tanta sangre derramada. Te veo tomando un rayito de sol cuidando los tréboles surrealistas con el pucho en una mano y el mate en la otra y la bombachita ahí, como una bandera a tono con tu esmalte de uñas brillante y el color de tu pelo. Rosa, mi hermosa Margarita.
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t : cynthia langier
| f : dora reiss
Presa del vacío Resto de lo que hubo Ventanas y puertas a la nada Peldaños que ya no conducen Ecos extinguidos Y aún en la ausencia alguien podrá plantar nuevas banderas Insignias de quién sabe que futuro sin aire inmóvil
t : jorge echeverría
| f : liliana rodriguez
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62: mariana yablon f
t : rubĂŠn flores
| f : alicia rozental
El pan recién hecho en la boca crujiente y tibio tiene algo de eterno como mi infancia de juegos sin incertidumbre El resto es promesa diaria incumplida de ser aquel que fui jurando comerme el mundo a tarascones de prisa por lo que pretendía mío Furioso de urgencia extraviando entre las ropas y el reloj exacto (el que no marcha) ese aroma tibio y olvidé reír ignorante por el pan que cruje en mi boca
t : rubén flores
| f : alicia rozental
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pasamanos
Miro por la ventana de la casa de mi madre, la medianera de paredes blancas surcada por nervaduras, (es julio y su piel de rojos y amarillos volvió a caer) pizarrón de tantas historias imaginarias. En estos días donde una caricia puede ser peligrosa la medianera se convirtió en un pasamanos testigo de vecindades complices, como aquel de mi plaza de Mendoza y Olleros los dedos temblorosos presionando el frío metal sus barrotes gastados de tanto jugar. Mis manos guardan astillas de hierro. Toco la ventana fria como el pasamanos buscando quién sabe qué tibiezas en la luz del pasado. 64
t : dolores casares
| f : ángeles moreno
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pandemia
Estamos solos... en el más remoto rincón de las Tinieblas, con las alas quemadas, con los ojos vacíos, con puteada en la boca, con el miedo de un niño. ¿Adónde fueron los cantos, adónde fueron los gestos, dónde quedó aquél abrazo, dónde se enterró la risa, porqué no trinan los pájaros? Estamos solos... transitando el tiempo interminable del silencio rugiente. El virus asesino instaló su demanda sin documento de origen ni explicación ni causa. Moverse... es peligrar estornudar... es condena, tocar... es la perdición, abrazar... es fenecer, besarse... la destrucción. Estamos solos...
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con el virus del cinismo persistente. ¿Quiénes fueron sus padres? ¿Dónde nació su hambre que deshoja los bronquios a pedazos y explosiona el corazón desamparado? ¿Dónde aprendió su asesinato obsceno que en su vuelo rasante retuerce las tripas de los tantos...? Una inmensa marea de bocas que se abren al grito del infierno, invade los rincones del alma que lloran el horizonte de los amores lejos. La muerte cosecha víctimas de tumbas anónimas con humedad de sonidos lastimeros, y el viento tañe sus guitarras que lloran un futuro ausente de latidos... Estamos solos... Los patrones del mundo –reyes de la moneda y el desfalco– con su opulencia estúpida de cielo deleznable, juegan a apostar sus tantos, mientras cabalgan locamente el tiempo interminable del Espanto.
t : mary ablin
| f : liliana rodriguez
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Hay días parecidos a un golpe bajo, a una traición. Días de arañar piedras con las uñas partidas. Hay días en que habla mi mudez, con lenguaje de señas, en una ronda de ciegos.
t : inés barrio
| f : mariana yablon
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no dejabas de contar los días
Desde la mecedora no dejabas por fuera los segundos, los minutos, las horas. A los días soleados los apretabas contra el pecho. A los lluviosos los atesorabas en algún rincón. Te gustaba el olor a tomillo y el limón que nunca faltó en la mesa. Había días donde los naipes eran la mejor compañía. Escribías cartas al viento firmabas con un beso del labial morado que te regalé. Otros días te invitaban a mirar el álbum familiar te reías de los cuervos. Pero no dejabas de contar los días. De contar lo que te contaban esos días lo que cuenta el final de un día, que cae la noche y ellos hace tiempo que no saben de vos.
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t : mariana benĂtez
| f : mariana yablon
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derribando rejas
Un manojo de vida aferrado, obstinada existencia, a su cuadrícula empeñado confirmando lo mínimo con que se ancla el clavel (El sueño capitalista: que se nutra de aire y sol y la humedad moje su ambición chiquita) El recorte metálico que habita en su torpe ceguera impide soñar al ojo abierto allí habitar la inmensidad que no es promesa sino transcurrir a pleno combate el furor de cambio y espacio donde anidan las consignas nunca viejas: ¡A tomar el cielo por asalto!
t : rubén flores
| f : alicia rozental
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Detrás de cada tapabocas cada máscara de apicultor o escafandra, debajo del paragüitas se agazapa el miedo En la espera enloquecida resignada en la espera ilusionada de volver a ver a mi madre, se esconde el desamparo
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t : cynthia langier
| f : ángeles moreno
Una sola lágrima convertida en reflejo de Alicia que juega en el jardín de la Reina Batata. Tal vez esa es otra historia o el reloj de arena ha dado vuelta el tiempo y el adentro es afuera y el afuera es adentro. Un hombre con mi rostro me mira del otro lado del espejo. Mi boca que es su boca, se abre en un grito de silencio. Y el conejo se zambulle en su galera intentando jugar a la Rayuela. Las palabras se mezclan, en un crucigrama infinito, en el cual escribo, tránsito, trabajo entre líneas de casilleros vacíos.
t : dolores casares
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pétalos de vida
Entre varios tipos diferentes de orquídeas , elegí una, tal vez por sus nervaduras, esas miles de líneas que recorren sus pétalos. Sus bordes conformando un abanico, una mariposa alada, cuyo centro se hunde con una profundidad tal que parece posible zambullirme en su interior. Es una flor. Si, pero su presencia hace que vos no puedas dejar de contemplarla, es como si una voz te llamara e hiciera que uno se detenga a admirarla. Se yergue altiva, sobre un tallo verde, prácticamente sin hojas, tal es el nivel de perfección, que uno tiene el impulso de tocarla, olerla, acariciarla, contornearla, para sentir la suavidad de su piel. Dejarse tocar por el polen de miríadas de esporas que se reproducirán en otras y otras infinitas. Hace unos días iba presuroso caminando por la calle y me detuve en seco frente a una vidriera de orquídeas expuestas, estallido de belleza. Las contemplé, las fotografié para captar algo de ese instante. Llegué hasta la esquina y una fuerza hizo que retrocediera, entrara sin pensar al negocio y sin importarme el precio, eligiera a esa única, de un tono imposible de describir. El empleado me preguntó si era para regalo y le contesté que sí. Era mi regalo, el que me iba a hacer cada día al levantarme y acostarme y poder adentrarme en ese espacio flor, único ser vivo en mi casa aparte de mí. Volví a mi apartamento, dejando de lado todas las obligaciones que tenía para ese día, para encontrarle un lugar a ella. Me habían aconsejado que no tuviera cambios bruscos de temperatura, que quedara por fuera de las corrientes de aire. La ubiqué enfrente del sillón donde siempre me siento a leer, a escribir, a trabajar, a transcurrir. Ella era mi compañera, la nueva integrante había entrado en mi vida. Después de varios años había abierto una fisura en un mundo de distancias y lejanías. Me dejé tocar por los pétalos redondeados, se me fueron tatuando en las manos, en la yema de los dedos a medida que los iba acariciando y percibiendo el susurro de mi piel al ser rozada. Desde ese día algo había cambiado en el tener que quedarme en casa.
t : dolores casares
| f : samuel laiño
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“Hagamos un invento que nos cubra del viento del desamparo”. margarita roncarolo
quiero ponerle voz a los caídos del mapa, los olvidados de siempre quiero que las protestas sean para los que mueren todos los días, como Ramona que las cacerolas suenen para recordar que es hora de dar abrigo que la congoja que tengo atravesada en el cuerpo se convierta en lucha.
t : cynthia langier
| f : samuel laiño
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me engañaste
Decir que no hay ya más (Y es eterno el instante) No hay donde asentar esto ¿Qué papel soporta la espera? Sin vuelta atrás eterno el dolor ¿Qué decir cuando mi boca abierta en un grito de ojalá siguieras aquí conmigo? Dijiste vuelvo y te creí Si sos mi aire/ aire… / aire que respiro/ ¡Eso dijiste! (cursi sonaste y fui crédula) Crédula A tu ráfaga de engaño manso y ya nunca más podré estar ahí donde quise llevándote el respiro suave un último beso de mi aliento o un suspiro y me engañaste…
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t : rubén flores
| f : samuel laiño
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En busca de la sombra de tu olor Husmeando el rastro de tu mano mansa tu eco y esos ojos conocidos Cerradas las puertas y rutinas de tu voz Vamos…Salgamos Así mi paso: vagando como cuando entre recuerdos y distancia que enajena espantando a los fantasmas que no dejan de reírse de correrme a cascotazos de dolor de vuelta a casa que no encuentro y rondo Huelo tu ropa Aúllo a la noche esta perra vida que me queda vacía sin tu mano fuerte y mansa tu aroma conocido y tu convite a salir a devorarnos el instante a pleno Vago vacía Vago sin encuentro ni consuelo
t : rubén flores
| f : samuel laiño
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Me propuse construir un puente, de a una letra por vez. Fui a buscarlas en el color de tus miradas y se transformaron en ríos azules. Fui a buscarlas en las caracolas de tus voces y se transformaron en la arena de los mares. Me propuse construir un puente, de a una lágrima por vez. Fui a buscarlas en las cicatrices de tu cuerpo y se desdibujaron en el recuerdo. Fui a buscarlas en las profundidades de tus órbitas y se las habías entregado al paso de los días. Me propuse construir un puente, con los sueños de los hombres. Fui a buscarlos en los camastros enamorados y solo quedaban sus deshechos. Fui a buscarlos en el arcoiris de los cielos y se habían esfumado en el vuelo de mil palomas. Me propuse construir un puente.
t : dolores casares
| f : dora reiss
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Podría haber una guerra partirse la tierra en dos me lanzaría a buscarte a través de las calles vacías. Con los sonidos de metralla resonando solo para sumergirme en tu mirada, decirte que fuiste rosa de los vientos que orienta el rumbo en las tormentas. Podría haber una guerra donde cayeran mil muertos sinsentido ni arbitrio. Una y otra vez iría a buscarte para que me mires, poder leer en ese mar de azules y turquesas la vida que he vivido. 86
PodrĂa el reloj detenerse en un instante e igualmente volverĂa para encontrarte, a intentar una vez mĂĄs responder a esa pregunta que retumba de orfandad.
t : dolores casares
| f : dora reiss
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¿Quién sos, querida? Abuela, soy yo. ¿Cómo quien soy? No se oye, querida. ¿Quién? Vine a traerte la tarta de manzana con canela que te gusta. ¿Qué cosa? La tarta que te gusta, abu. Finita la masa y con mucho relleno. Te hiciste lacio el pelito. Te queda lindo; como mi hermana. ¿Cómo está Rosita? ¿La vas a visitar? Mirá que está sola la pobre. Rosita no está, abu. ¿Te acordás? No, no te oigo. Se me rompió un audífono y el otro no tiene la pila. Visitá a Rosita y dale de comer al gato. ¿cómo se llamaba el gato? Se llama Roque. Pero ahora está con mamá, abu. ¿Te acordás? Cuando Rosita se fue, mamá se quedó con Roque. Está lindo, come bien. ¿Vos abu, cómo estás? Pronto vamos a poder abrazarnos, pero mientras voy a dejarte la tarta que te preparé y preguntar por el audífono. ¿Qué cosa, nena? Que te quiero, abu. Y te extraño mucho. Quiero darte un abrazo pero solo puedo hablarte a través del vidrio. No se puede entrar porque hay un virus. Hablá despacio, Marita. No abu, no soy Marita. Soy Paula, tu nieta. Quiero acariciarte las manos. Cuando podamos estar cerca voy a tocarte “Para Elisa” en el piano ¿querés? Y vos vas a cerrar los ojos como siempre. Marita, con esa cosa en la cara no te escucho nada. Hace tanto frío acá. Casi no queda nadie. La comida está bien, pero no tiene gusto a nada. ¿Cuándo volvemos a casa, Marita? Ponéle agua al jazmín, no te olvides. Esta mañana no le puse porque salí temprano. Abu, quédate tranquila. Voy a ponerle agua. Ojalá te guste la tarta. Y ya me ocupo de los audífonos. Acordáte que te quiero siempre. Volvé pronto, mi querida. Te estoy esperando.
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t : cynthia langier
| f : dora reiss
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cómo era
Cómo era encontrarme en el espejo con la piel recién amanecida, la mañana sin memoria y el camino aún no recorrido... Cómo era la tormenta del deseo inaugurada en el trayecto de tus besos que convocaba al verano más intenso en la hamaca de los amores nuevos... Cómo era sorprender los azules del encuentro sin dolores ni pudores, y habitar la tersura de tus manos que descubrían los ocultos rincones del sonido con el sol entre los huesos... Cómo era el destello de la vida cuando todo era promesas de posibles con frutos y batallas que crecían al compás de pueblo y de justicia recitado con tiernas letanías... Cómo era la carrera de la sangre voluptuosa que encendía el trayecto cotidiano con colores, imágenes y sueños que reían de caminos desahuciados...
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Cómo era el abrigo del amor en el diálogo musical de tu mirada que anticipaba besos desmayados en siestas de verano... A veces no puedo tararear una sonata al recordar retazos de aquél canto interrumpido, pues cuando se resquebraja el alma, los ojos... se me inundan de rocío
t : mary ablin
| f : alicia rozental
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Las horas pasan un destello vuelve como el lento caer de una lágrima, que se desliza entre los números de un círculo trazado de infancia. El tiempo mudo busca que alguien preste su voz para narrar historias, desenredar el carretel de los recuerdos atrapados en el disco de un teléfono. La rueda gira y vuelve atrás, entre el desorden de tu pelo enredado algo la detiene, tal vez sea la intensidad de tu mirada, me sumerjo en ella, laberinto infinito, construido con palabras olvidadas.
t : dolores casares
| f : alicia rozental
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día
44
Abrázame con los ojos déjame que vuelva a sentir la multitud en calles lugares que ocupan en vos, espacios construidos. Las horas se desvanecen en el centro de tus pupilas. Abrázame en este día 44, día de sol, de rayos que atraviesan, nos dejan perplejas, sin rodeos de brazos que se extrañan. Tomemos distancia Será mejor... Es la imprudencia de mi bestia aunque la llames bondad. Abrázame con ese hálito encarcelado, con tu sonrisa que no pude ver.
t : mariana benitez
| f : dora reiss
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¿Dije que miro desde aquí? Atentos los ojos Espero (¿Qué espero mientras sueño?) transcurrir mi vida cómoda y otras que ¿Qué ocurrió con las otras? No es así como la quiero a esta (ay de mí que temo) Pasar sin estar allí viviendo o acá/ donde no me toca sufrir Y el dolor de ellos no pasa, reitera lo evitable que me cuesta ver, sigue Y ciego aquí no estoy, me digo (aunque…) Otros ojos viven el plato que no llenan, otras manos rotas sin trabajo gritan otras muertes de siempre al alcance del cotidiano desprecio Una esperanza que no espera nada ¿Nunca será diferente? Y aquí yo que miro Y aquí yo que Y aquí yo Y aquí… ¡Ya es tiempo que salga!
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t : rubén flores
| f : alicia rozental
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estella luna
la intemperie
A la intemperie no puede crecer nada: ni brote, ni cachorro, ni sentimientos frágiles. Tampoco niños o sueños incipientes. Es puro desamparo. Como me la figuro, la intemperie no se parece a la estepa patagónica con fardos de pasto seco arrastrados por ráfagas de un viento irracional. Tampoco se asemeja a una playa cuando arrecia la lluvia, y todo lo viviente huye del temporal. La intemperie que imagino -la que padezco- es la del borramiento del horizonte, como en esos mundos fantásticos que acababan en un abismo, en una nada voraz en cuyas fauces iban cayendo los hombres, su porvenir, su historia. La intemperie es un lugar en donde ni siquiera podemos dejar algo olvidado.
t : inés barrio
| f : liliana rodriguez
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De qué se trata Se trata de pensar en la orilla del río, a la que cada tarde llegábamos buscando lejanía. Se trata de volver a suspender del cielo una a una las estrellas caídas, aquellas que perdieron una arista o alguno de sus haces de luz. Ahogar la furia en la memoria de la risa, cuando en tu boca fresca se asomaba la vida. A pesar del engaño, la fatiga el estupor, el miedo la caída. Más allá de la fragilidad que anida en lo que late, de la ceguera de esa línea donde el horror y la belleza se intercambian, se funden, copulan como bestias. A pesar de la pena, de la inocencia amordazada de las flores del mal, yo te lo digo: hay un granero despertándose al alba. 100
Sólo se trata de regar las macetas –habíamos sembrado albahaca y menta– Entrecerrar los ojos para atrapar el horizonte, amasar pan, mezclar las cartas y dar, una vez más. Volver al juego.
t : inés barrio
| f : estela luna
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Cuando todo haya pasado ÂżquĂŠ recordaremos al mirar la herida?
f : samuel laiĂąo y estela luna
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Tal vez los pasos reencuentren los caminos
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f : samuel laiĂąo
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Tal vez las sonrisas deban atravesar nuevas barreras El beso, el abrazo, el paso‌ pulsaran de otra manera‌
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Aunque callen los aplausos nos quedan las manos juntas construyendo futuro.
f : alicia rozental
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f : samuel laiĂąo
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110 f : estela luna
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Me encuentro inmersa en un proyecto que captura mi atención: “Postales de Cuarentena”, cómo poetizar con imágenes estos tiempos que conmueven al mundo. Tiempos de pandemia, de buscar en el baúl de los recuerdos las cajas con fotos de épocas lejanas. Leer en las imágenes momentos de la historia familiar. Hoy encontré una postal, me puse a contemplarla y casi como en un sueño apareció un relato de infancia. Pasaron cincuenta años de ese primer viaje de mis padres a Europa. Si bien los habíamos ido a despedir al aeropuerto, verlos desaparecer y después desde una terraza saludar a ese avión gigante que se convertía en un cometa en el cielo, fue para mis seis años sinónimo de orfandad. Pase varios días transitando por los pasillos de la casa de mis abuelos buscando alguna pista, algún olor que me los trajera de vuelta. Un día apareció La postal con mi nombre escrito en esa letra inconfundible con eles de mariposas y emes de montañas trayendo emociones. Era el mismo trazo de la lista de almacen, de las tarjetas de cumpleaños, de las notas a la maestra. Fue la señal de que en algún lugar estaban mis padres, los veía en esa escritura. Después me detuve en la imagen, eran unas muñecas con trenzas y una cofia en la cabeza, vestidas con polleras largas de múltiples colores, por donde se asomaban unos zuecos de madera. Alguien leyó: –para vos que siempre te gustaron las muñecas. Al leer esa frase, hoy, en éste presente, donde mi abuela no está, mi padre no está y mi madre de ochenta y dos años permanece lejos de abrazos y presencias, algo se escribe, se hace más nítido en la tinta lagrimeada y me encuentro en el recuerdo de ese sueño de esperar esa misma muñeca de la imagen, que tuvo un nombre.
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Amelia fue compañía de las noches y envidia de tantas amigas al ver como abría y cerraba los ojos. Siguió dando vueltas por mi vida entre juegos de hijas y hasta hace poco de nietas. Vuelvo a cerrar la caja de fotos, cartas, recuerdos y me conecto nuevamente con el proyecto que es juego y es sueño: “Postales de Cuarentena”. Capturar instantes donde escribir poemas, textos que buscaran imágenes, como testigos de un tiempo que se va desgranando lentamente. Botellas arrojadas al mar. dolores casares
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“El cadáver exquisito tomará el vino nuevo” Alguna vez leí que este juego de palabras fue el primer producto del encuentro entre escritura y sueños fundacionales de lo que luego fue el Surrealismo. Corría el año 1925 en Francia. Tres jóvenes se someten al aparente juego del azar en el enhebrado de la escritura remedando un juego de mesa anterior llamado Consecuencias. André Bretón decía “Lo emocionante para nosotros de ese tipo de producciones era la certeza de que, para bien o para mal, representaba algo que no era posible por el trabajo de una sola mente”. ¿Cómo dar cuenta al momento de cerrar un tiempo de trabajo, de lo que fue creciendo en los cruces y encuentros entre imágenes, voces y emociones despertadas? Este enlazarnos en la diversidad de miradas y escritura; este anhelo que fue creciendo y tomando cuerpo hasta hacerse proyecto compartido. Hay algo de dicha en lo que a mí respecta: saber que aun en la dificultad cotidiana de este tiempo vivido, extremo por momentos, nunca estuve solo. Que había más acá de la lejanía física, una posibilidad de contacto y risas, de charlas largas, vino de por medio a la distancia, incluso algunos que no nos dimos en otro momento. Hay algo de inquietud también, que no sabe tan amarga con el otro. Y las ganas, rescato eso. Las ganas plenas de sacar lo mejor de cada uno de nosotros. De continuar viviendo a full cada proyecto de nuestras vidas, como hasta ahora. Y de darlo a conocer. Como un vino nuevo: exquisito, cultivado y macerado entre todos. Se trata de eso. Llega el momento de entregarlo a probar: brindemos. rubén flores
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los autores
Mi nombre es Dolores Casares, nací en Argentina, vivo en Colonia del Sacramento, Uruguay. Agradezco a Delfina, Jerónimo y Martina que me enseñaron a ser madre. Desde la infancia me apasionan la lectura y la escritura que me permiten conocer y descubrir mundos diversos. Esa búsqueda me llevo a estudiar Trabajo Social en la UBA, luego Psicología social y Psicología en la UBA, para finalmente trabajar en el oficio de psicoanalista. Otra de mis pasiones es viajar así fue como geste el proyecto Caracoldecuentos recorrer lugares dando talleres vivenciales de lectura, narración oral y como construcción de red social. Desde el 2018 participo en el taller de poesía coordinado por Inés Barrio entre Uruguay y Argentina. Me considero poeta en construcción. Mi nombre es Mary Ablin, Poeta, Escultora y Psicomotricista. Hice periodismo en medios gráficos y radiales del país. En televisión me ocupé de la producción del programa “Los Creadores” que se emitió por Canal 13 y que en el año 1974 obtuvo el Premio Martín Fierro al mejor programa cultural. Fui corresponsal de la Agencia EFE en el país y en el exterior. Publiqué los libros “Entre la mufa y el miedo” y “Poemas Militantes”. Mi último libro, “Marejada” será publicado a la brevedad. Como escultora obtuve el Primer Premio de Escultura del año 2004 otorgado por “Espacio de Arte” en su certamen de “Fiesta del Arte Internacional”. Realicé muestras individuales y colectivas en distintas galerías de la Ciudad de Buenos Aires y en los Museos Irurtia y Metropolitano. En el año 2007 recibí
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el Primer Premio de Escultura otorgado por el Casal de Catalunya. Asimismo mis trabajos fueron publicados en los Anuarios de “Arte Euroamericano”. Soy Liliana Rodriguez, siempre me interese por lo visual. A lo largo de mi vida aborde este interés desde distintas disciplinas. Lo que más ocupó mi búsqueda y mi experimentación fue lo corpóreo, lo tridimensional. Lo escultural me puede, me atrae como un imán. Son las transformaciones que observamos moviéndonos alrededor de la obra, los claroscuros, los brillos, los reflejos. Un sólo objeto que se multiplica como un caleidoscopio. Encontré en la fotografía, la herramienta perfecta de registro de todo ese mundo dinámico en la paradoja de la quietud absoluta. Quietud y encierro donde se fotografió cada claroscuro, cada sombra y reflejo, cada brillo. Y donde se acercaron las palabras que llegaban más allá, donde la imagen no alcanzaba. Continuaré fotografiando, porque se ha convertido en pasión, pero no olvidaré este lazo de oro mágico entre palabras e imágenes que descubrí en quietud y encierro. Soy Alicia Rozental, me dedico desde hace más de treinta años al psicoanálisis, trabajé en hospital público y actualmente en consultorio privado. Sigo ligada al hospital desde la tarea de supervisión y transmisión. El psicoanálisis me habilitó la escritura de distintos trabajos teóricos, algunos fueron publicados y uno se transformó en libro en colaboración con otros colegas. Me gusta escribir y leer. Empecé a fotografiar en la adolescencia
con una cámara que heredé de mi papá. Siempre disfruté de sacar fotos, en los últimos años pude concretar algunos proyectos fotográficos que derivaron en muestras. Postales me sumergió en la experiencia de la intertextualidad, fotos que dialogan con poemas, diálogo entre amigos y familia tratando, entrelazados, de contar y resistir el impacto de la pandemia. Mi nombre es Ángeles Moreno, Contadora Pública Nacional (UBA), jubilada bancaria hace 4 años, momento en que decido aprender fotografía, tema relegado, aunque siempre presente. Comienzo a buscar un camino de expresión que no tiene que ver sólo con fotografiar, captar imágenes, sino con incorporar un sentido, una visión social, un mensaje a ser interpretado e interpelado. Desde 2016 estudio y participo en el Taller de Fotografía de Dora Reiss. Efectué en 2019 una Diplomatura en Fotografía Social, Filosofía y Letras -UBA y curso actualmente la Diplomatura en Fotografía Documental (Filo UBA), en virtud de un objetivo contínuo de búsqueda y aprendizaje. Esta hermosa experiencia de participación en “Postales de Cuarentena” me invita a pensar que los objetivos y los logros pueden danzar aún en los contextos más adversos… Mi nombre es Ines Barrio, Médica Neuróloga, Psicoanalista, Directora de Après Coup-Sociedad psicoanalítica-. Escribo, desde la adolescencia. Leo mucho, sobretodo poesía. El psicoanálisis encauzó mi deseo de escribir, me disciplinó, me propuso 117
el hábito de leer y escribir a diario. Y así, he publicado varios poemarios (De tantos vuelos; Claveles españoles; Mi vida, los caminos; Hojarasca; Fantasmas privados) en autoría, y tres en colaboración. Coordinada y coordinadora en Talleres de Poesía desde hace más de 25 años, hasta el presente. Está en edición mi primera novela, ‘Sudestada’. La poesía es para mí fuente de lucidez y cauce de las emociones más genuinas, además de constituir una preciosa herramienta en la labor analítica, a la hora de la escucha y de la interpretación, dado que sostenemos la tesis del inconciente estructurado como lenguaje, poético. Me propongo el intento de escribirla y de vivir en el marco de la ética de la poesía. Soy Mariana Elizabet Benitez, Lic. en psicología - PsicoanalistaHe participado en talleres de poesía desde el año 2009, hasta la actualidad, siendo “Lágrimas negras” mi primer poemario en coautoría, publicado en 2012. “El Mercader del río” es mi segundo libro en coautoría. Soy Cynthia Vanesa Langier. Tengo 49 años y nací en Villa Crespo. Mi pieza daba a una ventana con un árbol de plátanos, entonces mis padres decidieron mudarse a otra casa porque los plátanos me dan alergia. Soy hija, madre de cuatro varones y enamorada de Laura (en ese orden). Trabajo de psicoanalista hace 25 años; escribo desde los 5 años y no paré de escribir nunca más. Hice la formación en escritura narrativa en Casa de Letras y talleres literarios con 118
Osvaldo Bossi, Laura Wittner. He sido discípula eterna de Margarita Roncarolo, maestra enorme de maestros. Publiqué con Modesto Rimba (2016) un libro de poemas que adoro titulado “Y la gata se relame” y otros poemas en antologías varias. Además me gusta leer, cantar y el helado de menta granizada. También me gusta tener el color de ojos igual a los de mi abuela Olga. Ahora vivo en el límite entre Chacarita y Colegiales y cuando sea grande quisiera vivir frente al mar. Mi nombre es Rubén Flores, tengo 66 años, casado hace un montón ya, con dos hijos grandes y alentando vivir plenamente cada día. Desde que me recibí como psicólogo me desempeñé fundamentalmente ligado a la clínica psicoanalítica con niñxs. En paralelo llevé adelante un desempeño ligado a la enseñanza: docente primario o de “especial”, adultos, universitario, como hoy lo sostengo en la Untref. Me apasiona la lectura y la escritura, así como las prácticas vinculadas a la construcción colectiva de proyectos, de todo tipo y compromisos. Maneras de transitar y sostenerme en el encuentro con lxs otrxs. Me considero un hombre feliz. Y afortunado por la vida que se supo generar a mi alrededor con quienes me he vinculado. Hoy esto es parte de ello. Soy Dora Reiss, egresada de la Escuela Nacional de Cerámica, me interesé por muchas disciplinas de las Artes Plásticas hasta que a través del regalo de una cámara, me sumergí en la fotografía, disciplina que me enamoró.
Hace un poco más de 40 años me dedico a la docencia y, los últimos 10 con exclusividad a la transmisión de la fotografía como disciplina en su vertiente técnica y estética. Tengo en mi haber varias muestras individuales y colectivas. Soy Samuel Laiño, profesor y Lic. en Psicología egresado de la UBA, con un amplio recorrido clínico con niños y adultos en instituciones públicas y privadas. Aficionado a la fotografía desde joven, autodidacta, habiendo realizado mis primeras experiencia con la fotografía en un viaje durante un año abordo del MS Linblad Explorer. Fue en ese tiempo allá en 1977 donde hallé un espacio de máxima libertad y lo expresé a través de mi mirada; me apasionó mostrar lo que no se mira, pero merece ser mirado. Hacer visible lo invisible enfocar los detalles, captar ese instante irrepetible a mi modo de ver, testimonio de mi elección en una situación determinada. En este trabajo utilice un celular Motorola One. Mi nombre es Jorge Echeverría, buscador de formas de expresión, hago diseños de estructuras, juegos de ingenio, títeres, escribo teatro, compongo canciones y música para teatro y en este caso dejé algunos versos como un matiz más de algunas de las imágenes tan bellas de este libro. Soy Mariana Casartelli, nací en Buenos Aires en 1976. Lic. en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. Integrante de Apres-Coup Participo del taller de poesía coordinado por la
Dra. Ines Barrio. Lagrimas Negras 2012 fue mi primer poemario grupal. Mi nombre es Mariana Yablon, nací en Buenos Aires en 1963. Soy arquitecta y artista visual. Docente universitaria en la carrera de Arquitectura en la Unlam. Graduada en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo FADUUBA. Miembro del estudio Arquitectonika con quienes participé en Bienales internacionales de San Pablo. Bienal de Venecia. Obra Reciente, Madrid y Bienal de Arquitectura de Quito. Soy Nicolás Echeverria, músico y eterno estudiante. Siempre, y cada vez más, me gustó escribir, en época de pandemia y lejos de mi familia se me hizo más necesario. Justo nació este proyecto lindo y familiar de parcerias entre fotos y textos, como testimonio de una época, pero también para hacer catarsis y tenernos cerca, intercambiando pensamiento. Soy Estela Luna, mamá de un pre adolescente, con sus virtudes y dificultades. Comencé mi mundo en la fotografía como hobbie buscando un medio de expresión a lo que con palabras no podía decir. Hoy sigo esa búsqueda constante. Admiradora de la naturaleza y sus transformaciones, usé el remo como deporte y medio para acercarme más a esa naturaleza. Encantada de poder sumarme a este proyecto, que me hace crecer y expresarme con lo que mejor me sale: la fotografía.
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Gracias a todos los que fueron sumándose a este juego que nos permitió transitar este tiempo sosteniendo la alegría del encuentro y de la sorpresa. Se nos hizo posible imaginar un horizonte. Rubén Flores, Alicia Rozental, Dolores Casares, Jorge Echeverría
F otografía : Alicia Rozental, Mariana Yablon, Ángeles Moreno, Liliana Rodriguez, Dora Reiss, Samuel Laiño, Estela Luna T extos : Dolores Casares, Rubén Flores, Jorge Echeverría Nicolás Echeverría, Cynthia Langier, Mariana Casartelli Inés Barrio, Mary Ablin, Mariana Benitez C orrección : Clara Arias D iseño : Estudio HolböllQuintiero
Postales de cuarentena / Alicia Mónica Rozental... [et al.].- 1a ed.Ciudad Autónoma Buenos Aires : Jorge Horacio Echeverría, 2020. Libro digital, PDF Archivo Digital: descarga y online ISBN 978-987-86-6577-1 1. Narrativa Argentina. 2. Poesía. 3. Fotografía. I. Rozental, Alicia Mónica. CDD A860
Libro publicado en Buenos Aires, Argentina, en octubre de 2020.
Un grupo de personas, varias de ellas sin conocerse entre sí, se fueron uniendo de distintas maneras para hacer este libro. Pandemia, cuarentena… Pienso en el impulso tan humano de dejar testimonio aún y/o a pesar del encierro, de este momento tan extraño; tal vez algo tan lejano y cercano a aquellos dibujos que los primeros hombres dejaron en una recóndita caverna, una mano, un animal, dibujados con restos de la sangre de la caza del día, con el color de una planta, de la tierra... Hoy, desde nuestros refugios, ese trazo será digital y quedará registrado. jorge echeverría