AHOGADA viventium mortuorum
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Es otro dĂa y nuestra protagonista le hace frente como lo hace usualmente, en la calle, sin objetos personales y sin conciencia...
En lo que la luz del sol logra despertarla, ella goza de algunos minutos de pura y plena ignorancia ...
¿Y si despierta como hace un momento? ¿Recordará la razón del hambre que la aqueja y que no podrá volver a saciar? Ella mira la lejanía...
Acostumbrada como está, se levanta y hecha a andar a casa. Muere por ducharse, tomar algo caliente y dormir el resto del día...
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Llega, se rasca la cabeza, busca las llaves, no las encuentra, recuerda la maceta de los vecinos, encuentra la llave. Entra y corre a la habitación...
¿Y ahora quien tendrá su bolso casi nuevo? ¿Se lo dejó a la chica rubia natural o a la rubia teñida? Ella debería revisar sus mensajes, ¿no es así?
El que busca encuentra. Aunque no supiera que era lo que buscaba.
Deben estarle haciendo una broma... No puede ser nada mรกs. Esta cansada, quiere dormir y empieza a cambiarse...
Pero primero un poco de agua. Su gartanta estรก seca desde ayer.
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Sirve un poco.
Casi puede saborear la falta de sabor que tiene el agua helada, la sensaci贸n refrescante que la invadir谩 pronto...
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¿ ¿Que pasó? ¿Que pasa con nuestra protagonista? ¿Porqué a pesar de haber intentado innumerables veces le es imposible? ¿Porqué siente que empieza a quemarse por dentro?
El termómetro le indica cuarenta y ocho grados. ¿Qué #$%&*?
¿Tendría que ver con la broma que le hicieron? ¿El video habría sido preparado? Esa es la única explicación, a menos que...
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No podía verlo dentro de casa así que salió al parque. Caminó hacia el parque de juegos, su lugar favorito.
Empezó a recordar ...
El hombre envuelto en negro. La atracción enfermiza que sintió hacia él. La llama en sus ojos y en sus palabras.
De pronto todo estuvo claro.
Empezó a caminar. Y esperó.
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Y su espera fue recompensada.
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AHOGADA POR: SANDRA T. GONZALES CAMILA Z. UGARTECHE