Libro de Trabajo
La misi贸n implica a todos, todo y siempre
Domingo Mundial de las Misiones 23 de octubre de 2011
Edición, 2011 DOMUND 2011 La misión implica a todos, todo y siempre D.R. © Centro de Orientación Vocacional Juvenil, A.C. Prolongación Misterios No.24 Col. Tepeyac Insurgentes C.P. 07020 México D.F. Comentarios y sugerencias: ompe@ompemexico.org.mx www.ompemexico.org.mx Tels. (55) 57 50 05 44, Lada sin costo. 01 800 561 67 80 Fax. (55) 57 81 26 47 La reproducción total o parcial de esta obra –incluido el diseño tipográfico y de portada–, sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico, queda absolutamente prohibida. Autor: Pbro. Juan Francisco Agustín Espino Godínez ISBN: En trámite
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Índice Presentación .......................................................................................................................................................................... 5 Pbro. Guillermo Alberto Morales Martínez Director Nacional de OMPE México Carta de Mons. José de Jesús Martínez Zepeda .......................................................................................................... 7 Obispo de la Diócesis de Irapuato Presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral Profética Carta de Mons. Rafael Sandoval Sandoval ................................................................................................................... 9 Obispo de la Diócesis de Tarahumara Responsable de la Dimensión de la Pastoral de Misión de la Comisión Episcopal para la Pastoral Profética Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2011 .......................................................................................... 10 S. S. Benedicto XVI Tema 1. «Id y anunciad», imperativos esenciales de la misión ................................................................................ 13 Dr. Francisco Díaz Estrada Tema 2. Corresponsabilidad de todos: la misión universal ....................................................................................... 19 Lic. Yuliana Navarrete Merlos Tema 3. Evangelización global. La misión es de todas las iglesias para todo el mundo ...................................... 29 Pbro. Lic. Juan Francisco Agustín Godínez Testimonio Misionero ........................................................................................................................................................ 39 Hna. Rosa María Vázquez Tlapale Misionera del Sagrado Corazón de Jesús Ad gentes Estadísticas ........................................................................................................................................................................... 45 Lectio Divina .......................................................................................................................................................................... 55 Pbro. Lic. Toribio Tapia Bahena Eucaristía por la Evangelización de los Pueblos ......................................................................................................... 61 Hora Santa ............................................................................................................................................................................ 77 Rosario Misionero .............................................................................................................................................................. 83 Viacrucis Misionero ............................................................................................................................................................ 89 Hna. María Roselia Tamez Tamez mrf Oraciones ................................................................................................................................................................................ 101 Secretarios Nacionales de las OMPE Actividades Misioneras ...................................................................................................................................................... 105 Pbro. Aldo Israel Estrella García La misión implica a todos, todo y siempre
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Presentación “Como el Padre me envió, también yo os envío” Jn 20,21 Los saludo cordialmente a todos ustedes, estimados hermanos en Cristo Jesús, quienes de distintas maneras nos encontramos en el camino misionero. Es motivo de una verdadera alegría salir al encuentro de los demás, llevándoles la Palabra de vida y esperanza que conocemos y deseamos compartir. Sin embargo, este compartir no es solo una iniciativa de parte nuestra, sino un envío que viene del Padre y que Jesús, con toda autoridad, hace a su Iglesia. El envío de Jesús a sus discípulos es determinante y actual. Determinante ya que es un envío que, por ser un mandato divino, transforma a quien lo recibe. Actual, porque hay en nuestro presente varios millones de personas –tanto de países antiguamente cristianos como de tierras de misión– que no han oído hablar de Cristo. Este mandato surge del primer envío misionero: el del Padre eterno a su Hijo Jesús. Ciertamente este envío es fundamento y ejemplo de la misión de sus discípulos. Si la misión viene desde la vida trinitaria y la esencia de la Iglesia es ser misionera (Ad Gentes, 2), podemos decir que en esencia, cada cristiano –miembro de la Iglesia– es un misionero. ¿Hemos sido enviados como Jesús? ¿Llevamos la buena noticia de la salvación a quién no la conoce? ¿Somos misioneros? Pensar y responder a estas preguntas es el primer reto que nos propone S.S. Benedicto XVI en su mensaje para esta Jornada Mundial de las Misiones, ya que ésta “no es un momento aislado en el curso del año, sino que es una ocasión preciosa para pararse a pensar si respondemos y cómo respondemos a la vocación misionera; una respuesta esencial para la vida de la Iglesia” Podemos incluso preguntarnos: ¿En qué momento hemos sido enviados? ¿Acaso este mandato hecho a los discípulos vale también para nosotros? “Id, pues y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28,19). La respuesta es: Sí, hemos sido enviados, y somos enviados nuevamente en cada Eucaristía, al reconocer al Señor en el pan como los discípulos de Emaús (Lc 24,33-34), concluimos con una invitación del sacerdote: “Pueden ir en paz”. A dónde podemos
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ir en paz sino a anunciar el Evangelio, a nuestro ambiente, a nuestra cultura, familia, trabajo, estudio. Allí donde laboramos y transcurre la mayor parte de nuestra vida, es también tierra de misión. Sin embargo, no olvidemos, que el compromiso misionero no termina en el testimonio y anuncio del Evangelio en nuestra vida, sino que exige acudir a aquellos que nunca lo han recibido. La solidaridad en este compromiso se manifiesta en la ayuda integral a quienes llevan a cabo las tareas de evangelización en comunidades nacientes, puesto que no todos podemos “ir a las misiones”. Esta ayuda consiste en sostener las instituciones, mejorar las condiciones de vida de los interlocutores, sembrar la semilla de la Palabra de Dios, en fin, participar en la Iglesia universal que “Anunciando el Evangelio, se preocupa por la vida humana en sentido pleno”. De esta manera, todos y cada uno de los bautizados, participamos de este envío, desde nuestra realidad y desde nuestras posibilidades. Las Obras Misionales Pontificias surgen como respuesta a la necesidad de un vínculo entre las comunidades eclesiales de todo el mundo en la tarea misionera. Por medio de ellas las diócesis pueden encontrar espacios de comunión y de solidaridad, de apoyo integral en la animación misionera, siempre con la bendición y supervisión del Papa. En nuestro país, las Obras Misionales Pontificio Episcopales (OMPE) son las responsables de alentar y “promover el espíritu misionero universal en el pueblo de Dios” (RM 84). Queriendo ser fieles a esta encomienda, dentro del marco del Domingo Mundial de las Misiones 2011, quisimos poner a su disposición un material que aborde los puntos medulares de la Misión, buscando como siempre, ser un apoyo en la animación misionera de quienes desde su realidad buscan llevar a cabo este envío, y configurarse como creyentes con Cristo misionero. En la Catequesis Domund 2011 encontrarán apoyos útiles para reflexionar, profundizar y celebrar este acontecimiento eclesial. Que María de Guadalupe, estrella de la evangelización, con su ejemplo y ayuda, nos permita llevar a buen término nuestra vocación misionera. Y que el tesoro del Evangelio que llevamos –en vasijas de barro– enriquezca nuestro mundo y lo disponga a la voluntad de nuestro Dios. Dios los bendiga a todos y los llene de su amor.
Pbro. Guillermo Alberto Morales Martínez Obras Misionales Pontificio Episcopales de México Director Nacional
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Estimados hermanos en el Señor: En el contexto de la Jornada Mundial de las Misiones 2011 Su Santidad Benedicto XVI nos invita a aprovechar este tiempo para reflexionar en la tarea que hemos tenido como misioneros, qué hemos hecho, ya que “es una valiosa ocasión para detenerse a reflexionar si respondemos a la vocación misionera y cómo lo hacemos; una respuesta esencial para la vida de la Iglesia.” Es importante recordar que el envío misionero que recibimos los discípulos de Jesús parte de nuestro bautismo, en el cual fuimos configurados con Cristo sacerdote, profeta y rey. El sacerdocio que nos viene de Cristo nos permite participar en la acción litúrgica, celebrar los sacramentos, especialmente la Eucaristía, ya que como Iglesia somos un “linaje elegido, sacerdocio real” (1 Pe 2,9), que “adora al Padre en espíritu y verdad” (Jn 4,23). Ser rey implica el servicio al hombre. Cristo es rey, pero un tipo de rey diferente, que “no vino a ser servido sino a servir” (Mt 20,28). Nos dice que su “reino no es de este mundo” (Jn 18,36). Sin embargo, enseña a sus discípulos a pedir “venga tu Reino” (Mt 6,10) ya que es prioridad la búsqueda de este mismo reino: “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia” (Mt 6,33). Ser profeta implica, a su vez, el servicio a la Palabra divina que se nos ha revelado de forma perfecta en Jesús, Verbo eterno del Padre, quien nos muestra la específica voluntad de Dios: “que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la Verdad” (1 Tim 2,4). Comunicar esta Palabra no es hacer una declaración de tipo meramente informativo, ni pura transmisión de ideas o sentimientos; sino compartir con los demás el encuentro que hemos tenido
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con Jesús vivo, la gracia de vivir la Buena Noticia, experiencia que nos llena de alegría, que nos brinda esperanza y que nos presenta un proyecto de vida. Es pues, un verdadero proyecto misionero, que engloba nuestra existencia cristiana, no sólo en momentos particulares, sino que atraviesa las diferentes actividades y acciones de nuestra vida. Somos misioneros en la convivencia diaria con la familia, en las responsabilidades del trabajo, en las actividades parroquiales, en la oración, especialmente si con nuestras palabras y acciones damos testimonio de esta alegría de vivir como discípulos misioneros de Jesús. Además, en nuestra Iglesia han surgido, por gracia del Espíritu dador de vida, carismas específicos en personas que se han sentido llamados a anunciar la alegría del Evangelio a los que ni siquiera han escuchado de él. Es el Espíritu Santo quien no deja de suscitar este espíritu misionero en personas abiertas a su gracia; ni tampoco de inspirar con el testimonio y entrega de éstos a las comunidades cristianas, las cuales, a ejemplo de las primeras comunidades, se apoyan mutuamente en oración y en sus necesidades básicas. Es mi intención en este DOMUND 2011 que amparados en la Madre de Dios, reflexionemos en nuestro ser discípulos misioneros y renovemos nuestra entrega y alegría en el anuncio de la Salvación.
Mons. José de Jesús Martínez Zepeda Obispo de la Diócesis de Irapuato Presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral Profética
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“El Evangelio no es un bien exclusivo de quien lo ha recibido; es un don que se debe compartir, una buena noticia que es preciso comunicar” Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2011
Las palabras del Papa nos deben conmover, más aún hoy en que no es fácil transmitir la fe cristiana porque no existe ambiente favorable para ello. Si antes se respiraba y asimilaba el cristianismo ambientalmente, ahora parece que todo se opone a ello. Ya no podemos vivir de rentas: o se vive el cristianismo y se irradia a todos, o la fe en Cristo se esfuma. La fe cristiana es el tesoro más grande que hemos recibido; es don gratuito que no merecimos. Pero también es tarea que no podemos dejar de irradiar. Don y tarea al mismo tiempo. Quienes nos ven deberían preguntarse: ¿quiénes son esos que viven con tanta libertad?, ¿por qué los vemos tan contentos y tan agradecidos que comunican esta Buena Noticia? No es posible ser cristiano sin ser misionero, es decir, sin salir para transmitir el Mensaje que salva. Pongo Mensaje con mayúscula porque no es una doctrina sino una persona: Jesucristo. El alcance de ese “salir” ha de ser hasta los confines del mundo. Mientras exista alguien sin fe, seguirá la misión. La Celebración de la Jornada Mundial de las Misiones es una oportunidad para detenernos a mirar qué tanto vivimos nuestra vocación misionera y cómo lo hacemos. Y no basta decir que somos misioneros con los que viven al lado nuestro o que eso le toca hacerlo a otros. La misión es universal porque implica a todos y para todos los confines del mundo. Ser misioneros ha de ser nuestro anhelo y nuestro estilo de vida.
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Que la Santísima Virgen María, misionera que llevó en su corazón y en su seno al mismo Mensaje en persona, nos anime a ser fieles a nuestra vocación de ir anunciando y testimoniando la Buena Noticia que da sentido a la vida y que salva. Que reavive el deseo de ir y hacer discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Rafael Sandoval Sandoval M.N.M. Obispo de la Diócesis de Tarahumara Responsable de la Dimensión de Pastoral de Misión de la Comisión Episcopal para la Pastoral Profética
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Mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial de las Misiones 2011 “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo” (Jn 20,21) Queridos hermanos y hermanas: “Con ocasión del Jubileo del año 2000, el Venerable Juan Pablo II, al comienzo de un nuevo milenio de la era cristiana, confirmó con fuerza la necesidad de renovar el celo por llevar a todos el anuncio del Evangelio «con el mismo entusiasmo de los cristianos de los primeros tiempos» (Carta ap. Novo millennio ineunte, 58). Es el servicio más precioso que la Iglesia puede ofrecer a la humanidad y a cada persona que busca las razones profundas para vivir en plenitud la propia existencia. Por eso, esa misma invitación resuena cada año en la celebración de la Jornada Mundial de las Misiones. Efectivamente, el incansable anuncio del Evangelio vivifica también a la Iglesia, su fervor, su espíritu apostólico; renueva sus métodos pastorales para que cada vez sean más apropiados para las nuevas situaciones —incluso aquellas que requieren una nueva evangelización— y estén animados por el impulso misionero: «La misión renueva la Iglesia, refuerza la fe y la identidad cristiana, da nuevo entusiasmo y nuevas motivaciones. ¡La fe se fortalece dándola! La nueva evangelización de los pueblos cristianos hallará inspiración y apoyo en el compromiso por la misión universal» ( JUAN PABLO II, Enc. Redemptoris missio, 2).
Id y anunciad Este objetivo se refuerza continuamente por la celebración de la liturgia, especialmente de la Eucaristía, que se concluye siempre evocando el mandato de Jesús resucitado a los Apóstoles: “Id...” (Mt 28,19). La liturgia es siempre una llamada ‘del mundo’ y un nuevo envío ‘al mundo’ para ser testigos de lo que se ha experimentado: la fuerza salvífica de la Palabra de Dios, la fuerza salvífica del Misterio Pascual
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de Cristo. Todos los que han encontrado al Señor resucitado han sentido la necesidad de anunciarlo a los otros, como hicieron los dos discípulos de Emaús. Estos, después de haber reconocido al Señor al partir el pan, «levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los once» y refirieron lo que les había sucedido por el camino (Lc 24,33-34). El Papa Juan Pablo II exhortaba a estar “vigilantes y preparados para reconocer su rostro y correr hacia nuestros hermanos, para llevarles el gran anuncio: ¡Hemos visto al Señor!”.
A todos Destinatarios del anuncio del Evangelio son todos los pueblos. La Iglesia, «es, por su propia naturaleza, misionera, puesto que tiene su origen en la misión del Hijo y la misión del Espíritu Santo según el plan de Dios Padre» (CONC. ECUM. VAT. II, Decr. Ad gentes, 2). Esta es «la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar» (PABLO VI, Exhort. ap. Evangelii nuntiandi, 14). Consiguientemente, nunca puede encerrarse en sí misma. Se enraíza en determinados lugares para ir más allá. Su acción, adhiriéndose a la palabra de Cristo y bajo la influencia de su gracia y de su caridad, se hace plenamente y actualmente presente a todos los hombres y a todos los pueblos para conducirles a la fe en Cristo (cfr Ad gentes, 5). Esta tarea no ha perdido su urgencia. Al contrario, «la misión de Cristo Redentor, confiada a la Iglesia, está aún lejos de cumplirse… una mirada global a la humanidad demuestra que esta misión se halla todavía en los comienzos y que debemos comprometernos con todas nuestras energías en su servicio» ( JUAN PABLO II, Enc. Redemptoris missio, 1). No podemos quedarnos tranquilos si pensamos que, después de dos mil años, todavía existen pueblos que no conocen a Cristo y que todavía no han escuchado su mensaje de salvación. No solo eso, sino que se amplía el número de quienes, aun habiendo recibido el anuncio del Evangelio, lo han olvidado y abandonado, y ya no se reconocen en la Iglesia; y muchos ambientes, incluso en sociedades tradicionalmente cristianas, son hoy renuentes a abrirse a la palabra de la fe. Se está dando un cambio cultural, alimentado también por la globalización, por movimientos de pensamiento y por el relativismo imperante; un cambio que lleva a una mentalidad y a un estilo de vida que prescinden del mensaje evangélico, como si Dios no existiera, y que exaltan la búsqueda del bienestar, de la ganancia fácil, del logro profesional y del éxito como finalidad de la vida, incluso en menoscabo de los valores morales.
Corresponsabilidad de todos La misión universal implica a todos, a todo y siempre. El Evangelio no es un bien exclusivo de quien lo ha recibido, sino que es un don que hay que compartir, una buena noticia que hay que comunicar. Y este don-compromiso le es confiado no solamente a algunos, sino a todos los bautizados, los cuales son «un linaje elegido, …nación santa, un pueblo adquirido por Dios» (1 Pe 2,9) para que proclame sus obras maravillosas. Están implicadas en ello también todas las actividades. La atención y la colaboración con la actividad evangelizadora de la Iglesia en el mundo no pueden limitarse a algunos momentos y ocasiones particulares, ni tampoco se pueden considerar como una más entre otras actividades pastorales: la dimensión misionera de la Iglesia es esencial, por lo que hay que tenerla siempre presente. Es importante que tanto cada bautizado como las comunidades eclesiales se interesen en la misión no de manera esporádica y ocasional, sino de manera constante, como forma de la vida cristiana. La misma Jornada Mundial
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de las Misiones no es un momento aislado en el curso del año, sino que es una ocasión preciosa para pararse a pensar si respondemos y cómo respondemos a la vocación misionera; una respuesta esencial para la vida de la Iglesia.
Evangelización global La evangelización es un proceso complejo y comprende varios elementos. Entre estos, la animación misionera ha prestado siempre una atención particular a la solidaridad. Este es también uno de los objetivos de la Jornada Mundial de las Misiones, que, a través de las Obras Misionales Pontificias, solicita la colaboración para llevar a cabo las tareas de evangelización en los territorios de misión. Se trata de sostener instituciones necesarias para establecer y consolidar la Iglesia mediante los catequistas, los seminarios, los sacerdotes; y de dar también nuestra propia aportación para que mejoren las condiciones de vida de las personas en países en los que son más graves los fenómenos de pobreza, malnutrición, sobre todo infantil, enfermedades, ausencia de servicios de salud y de educación. También esto entra en la misión de la Iglesia. Anunciando el Evangelio, se preocupa por la vida humana en sentido pleno. No se pude aceptar, decía el Siervo de Dios Pablo VI, que en la evangelización se descuiden los aspectos que se refieren a la promoción humana, la justicia, la liberación de toda forma de opresión, evidentemente dentro del respeto a la autonomía del ámbito político. Desinteresarse de los problemas temporales de la humanidad significaría «ignorar la doctrina del Evangelio acerca del amor hacia el prójimo que sufre o padece necesidad» (Exhort. ap. Evangelii nuntiandi, 31.34); no estaría en sintonía con el comportamiento de Jesús, el cual “recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia” (Mt 9,35). Así, por medio de la participación responsable en la misión de la Iglesia, el cristiano llega a ser constructor de la comunión, de la paz, de la solidaridad que Cristo nos ha dado y colabora en la realización del proyecto salvífico de Dios para toda la humanidad. Los desafíos que esta encuentra llaman a los cristianos a caminar con los demás, y la misión es parte integrante de este camino con todos. En ella llevamos, si bien en vasijas de barro, nuestra vocación cristiana, el tesoro inestimable del Evangelio, el testimonio vivo de Jesús muerto y resucitado, encontrado y creído en la Iglesia. Que la Jornada Mundial de las Misiones renueve en cada uno el deseo y la alegría de “ir” al encuentro de la humanidad llevando a todos a Cristo. En su nombre os imparto de corazón la Bendición apostólica, en particular a los que más trabajan y sufren por el Evangelio. Vaticano, 6 de enero de 2011
Benedictus PP XVI
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Tema 1: Id y anunciad, imperativos esenciales de la misión
“Recomiendo que el estudio de la Palabra de Dios, escrita y transmitida, se haga siempre con un profundo espíritu eclesial, teniendo debidamente en cuenta en la formación académica las intervenciones del Magisterio sobre estos temas, «que no está por encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio, para enseñar puramente lo transmitido, pues por mandato divino, y con la asistencia del Espíritu Santo, lo escucha devotamente, lo custodia celosamente, lo explica fielmente»”. Benedicto XVI, Verbum Domini 47
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Objetivo Que los discípulos misioneros redimensionen la misión en sus contextos locales a partir del imperativo del Señor: «Id y anunciad»
Desarrollo El Papa Benedicto XVI en su mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones de este año retoma la vocación permanente de la Iglesia: evangelizar. Esto quiere decir que la Iglesia ha de llevar la Buena Nueva a todos los ámbitos de la humanidad. Para poder renovar ese llamado esencial que se nos hace como miembros de la Iglesia, conviene hacer un alto en el camino y preguntarnos en qué consiste dicha tarea. Primero veamos y reflexionemos en qué consiste el imperativo del Señor de «Id y enseñad»; luego, qué significado cobra la «Buena Noticia» que se anuncia a hombres y mujeres de nuestro tiempo y de nuestro lugar.
Id y anunciad. Para comprender de mejor manera el imperativo que Jesús hizo a los suyos, ubiquémoslo desde un presupuesto, el retorno al Evangelio. Este retorno no es otra cosa más que recurrir a la memoria de Jesús. Así, nos daremos cuenta que nuestro compromiso con el Evangelio manifestado en Jesús y el compromiso con la historia humana, la historia de esa humanidad a la que está destinado el anuncio de la
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Buena Noticia del Reino de Dios son prácticamente inseparables. Id implica, en primer lugar, un movimiento hacia afuera de uno mismo. Sólo que este movimiento, para que sea efectivo, necesita un destinatario específico. Veamos en la vida de Jesús quiénes y hacia dónde estaba dicho movimiento. El Evangelio de Lucas es muy claro: “El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor” (Lc 4,18-19). El anuncio de la Buena Nueva tiene destinatarios concretos y ellos no son seleccionados arbitra-
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riamente, sino que en sus situaciones de vida se refleja las acciones y opciones de un Dios comprometido con ellos. Podemos hacer una primera afirmación respecto al primer imperativo, «Id», y sería esta: para evangelizar, la Iglesia necesita ser “signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG 1). Anunciad, por su parte, implica haber tenido un encuentro personal con el Señor, pues no se puede anunciar algo que no se conoce. Ya lo comenta el Papa Benedicto XVI en su Encíclica Deus caritas est: “Así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (DCE 1). El anuncio, ciertamente, estará siempre originado por el Espíritu del Señor, pero es nuestra experiencia personal la que va a facilitar ese accionar, es mediante esta experiencia que no podemos actuar de un modo diferente al que tuvo Jesús, pues eso implicaría traicionar su mandato, veamos cómo lo dice San Juan en su Evangelio: “Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo” (Jn 14,10b-13).
Buena Nueva Para ver las implicaciones de estas dos palabras «Buena Noticia», sugiero sigamos el mismo camino utilizado en el apartado anterior. Comencemos por indicar su origen, Buena Noticia es la traducción de eu-aggelion, y es la raíz de otra palabra, Evangelio. Así, tenemos que el imperativo del Señor: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará…” (Mc 16,15) es profundamente amplio, desafiante y hasta provocador para una Iglesia que esté dispuesta a ser fiel a su vocación en contextos como los que vivimos hoy en nuestro país, donde precisamente eso es lo que escasea, las buenas noticias. Analicemos, por sectores, lo que implicaría llevar o incluso ser «Buena Noticia», al estilo mismo de Jesús. a) El significado de la Buena Noticia en lo social Si nos detenemos a echar una mirada a los contextos mundiales, nos enfrentaremos con realidades no muy halagüeñas. Por doquier se anuncian dificultades y problemáticas abrumadoras que parecieran cortar de tajo con toda posibilidad de esperanza; esta realidad se agudiza aún más en aquellos sectores de poblaciones de escasos recursos económicos. Sin embargo, considerar el anuncio del Reino de Dios precisamente en estos sectores, se convierte en el criterio para la revisión del grado de fidelidad con el que
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aquel que se diga cristiano esté respondiendo a su vocación. No es exagerado afirmar que el anuncio del eu-aggelion en estos sectores de la población la Iglesia se pueda estar jugando, tal como van las cosas, su futuro y el aporte de la fe cristiana a la humanidad. b) El significado de la Buena Nueva en lo pastoral La pregunta fundamental en este rubro sería si en el mundo de hoy existe o no la expectativa de que pueda haber el anuncio de un eu-aggelion. Plantear esta interrogante no es cuestión de ocio, sino que es esencial para otorgar la dirección correcta a la evangelización. En Lucas, eu-aggelion es la buena noticia del reino de Dios (Lc 4,43), lo bueno que Dios quiere para su creación; a partir de lo anterior podemos afirmar que evangelizar es “llevar la buena noticia a los pobres”. El contenido de la Buena Noticia es, entonces, la cercanía del reino de Dios a la humanidad. Podríamos traducir, entonces, que la Buena Noticia es la utopía de una vida justa y digna, y los destinatarios principales son las grandes mayorías de este mundo para quienes la vida es su tarea más urgente y la muerte prematura su destino más probable, es decir, los débiles, pobres y víctimas; e indirectamente destinatarios son también aquellos que se solidarizan con ellos, quienes hacen suya su causa. Por otro lado, tenemos que para todo hombre y mujer esa Buena Noticia es algo que se espera en medio de y en contra de malas realidades, pues se convierte en un criterio existencial, incluso llega a ser el único asidero que es capaz de recordar lo que es el ser humano y el proyecto al cual ha sido llamado. En otras palabras, el anuncio de la Buena Nueva es algo que toca y nos lleva a lo más hondo de nuestra existencia, y que trae consigo esperanza, ilusión, ganas de vivir y hacer, proporciona y restablece la dignidad, la fraternidad, libertad y comunión. Es anuncio, finalmente, que formalmente produce gozo y mueve a responder con un gracias.
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Podemos afirmar con seguridad que lo que realmente impactó de Jesús entre la gente pobre y sencilla fue su mensaje de esperanza y sus prácticas: milagros (Mc 1,40-44; 4,38-41), expulsión de demonios (Mc 1,23-27; 3,22-27; 5,1-9) sanación de enfermos (Mc 5,28-39; 7,31-37), acogida a los marginados (Mc 7,24-30; 8,22-26) e incluso, su nivel de fidelidad al tener enfrentamientos con los poderosos (Mc 3,1-6; 8,11-13; 11,27-33; 14,60-64; 15,1-15). Veían en Él a alguien que hablaba con autoridad por estar convencido de lo que decía, no como otros que hablan como fanáticos o funcionarios a sueldo. Ver hecha realidad en una persona cada una de estas cosas, honradez y verdad, misericordia y fidelidad, libertad, gozo y celebración, confianza en el Padre y disponibilidad ante Dios, es siempre una brisa de aire fresco en nuestra historia, ver a gente así es en verdad una buena noticia. “Jesús es, pues, buena noticia, porque nos lleva a lo más nuestro y originalmente humano. De ese Jesús buena-noticia tiene mucha necesidad la Iglesia para su evangelización y el mundo para su humanización”.
Conclusión “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará…” (Mc 16,15). En esto radica la vocación misionera y evangelizadora de la Iglesia. Es la gran tarea de todo cristiano y dicha tarea queda esencialmente en sus manos para ser continuada a lo largo de los siglos. La fidelidad y coherencia a esta vocación misionera ha sido siempre la respuesta a las grandes crisis no sólo de la historia de la Iglesia, sino de la humanidad misma. Pidamos al Señor que nos permita, mediante la celebración de la Jornada Mundial de Misiones, caminar en la dinámica del reino anunciado y realizado en Jesús, el Cristo, convertido en fermento y luz en medio de las naciones.
Preguntas • Comenta, brevemente, desde tu comunidad las formas y modos como se pudiera actualizar el imperativo del Señor: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación.” • ¿Qué significado adquiere para ti y tu familia ser portadores de la Buena Nueva del Señor? • ¿Qué nuevo significado adquiere el que tú seas destinatario de la Buena Nueva del Señor? Dr. Francisco Díaz Estrada Departamento de Investigación y Apoyo OMPE-México
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Tema 2: Corresponsabilidad de todos: la misión universal
“El discípulo experimenta que la vinculación íntima con Jesús en el grupo de los suyos es participación de la Vida salida de las entrañas del Padre, es formarse para asumir su mismo estilo de vida y sus mismas motivaciones (cf. Lc 6, 40b), correr su misma suerte y hacerse cargo de su misión de hacer nuevas todas las cosas”. Aparecida 131
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Objetivo Que los discípulos misioneros asuman la importante tarea de anunciar el Evangelio como una responsabilidad compartida en la que todos y cada uno contribuyen a la misión universal.
Desarrollo Los escenarios para la misión son adversos porque la vida misma es hostil y difícil, pero ello no debería perturbar el entusiasmo a nuestro espíritu. Porque la tarea de anunciar el Evangelio a todo el mundo no es una tarea imposible de alcanzar. Desde luego que no negamos que existe una crisis en los valores traída por los cambios de la modernidad, que afecta a la misión; tampoco somos insensibles a las dificultades que enfrentan los misioneros dedicados por vocación, a llevar el mensaje de Jesús. Pero sí es importante manifestar que la Buena Nueva de Jesús, siempre se encontrará muy por encima de cualquier contexto negativo. Porque la misión existe para estas realidades y no sólo para enfrentar escenarios ideales. El Santo Padre Benedicto XVI conoce a bien la dinámica en la que actualmente se encuentran insertos los cristianos, y en su mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones advierte la necesidad de permanecer atentos y cautelosos para que el anuncio de la Buena Nueva sea develado en el mundo. Nos pide, para lograrlo, no perdernos en la búsqueda de bienestares efímeros como lo son: el poder, el éxito y la ganancia. Él nos exhorta a que cada uno trabajemos con nuestras propias herramientas y desde
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nuestras respectivas actividades por la evangelización de todas las gentes. Por otro lado, nos ofrece pistas para que como Iglesia caminemos juntos. Por ello propone que todos los cristianos asumamos la tarea de evangelizar y que convirtamos al anuncio en una “responsabilidad de todos”. Porque los cristianos debemos penetrar en el mundo este mensaje de amor con nuestro testimonio, a pesar de la cultura descristianizada del mundo de hoy; a pesar de las ideologías capitalistas y mercantilistas; e incluso a pesar de nuestra propia incredulidad de sabernos portadores de la Buena Nueva. En este apartado buscaremos meditar en torno a la necesidad de que todos los cristianos colaboremos y asumamos a la misión como una responsabilidad compartida, no importando la actividad que cada uno desempeñe según su estado clerical (Obispos, presbíteros y diáconos) religioso o laical. Entendamos entonces que la corresponsabilidad es más que una forma de cooperación, de solidaridad; es vivir por los hermanos del mundo entero, pero no sólo por un momento sino para siempre y en todo momento. La corresponsabilidad conlleva a vivir para otros sin prejuicios, ni limitantes, es tener presente en todo momento nuestra dimensión misionera como bautizados e Hijos de Dios.
Iglesia evangelizadora Existe una especie de ruptura cada vez más marcada entre la fe y la vida; por ello la Iglesia vive cada día con más dificultad su misión universal. Todos los bautizados somos responsables del anuncio, pero no todos somos conscientes de ello, queremos o deseamos serlo. Algunos cristianos se encuentran muy decepcionados porque cimentaron su fe en personas e instituciones, mas no en Jesucristo vivo y resucitado. Otros están cansados de luchar contra las adversidades, quizá porque no fueron capaces de ver a Dios en lo que hacían. Muchos están perdidos en el confort, la seguridad y el prestigio que representa un puesto, una familia, cosas materiales a las que se aferran porque les dan estatus. Otros se aferran a tradiciones pseudo religiosas o supersticiosas, a un pietismo tradicionalista e inconsciente, o a prácticas sencillas de piedad popular como «ejercicio perfecto de su fe». En realidad son pocas las personas que están listas y preparadas para anunciar el Evangelio al mundo. Tal vez por ello, nuestro impulso misionero sea débil. Estamos llenos de egoísmos e inmadurez para ir hacia todos con la fuerza del Espíritu Santo. Necesitamos un renovado espíritu misionero para constituir la Iglesia evangelizadora de Jesús. Dejemos de pensar que la misión de la Iglesia es algo facultativo o adicional de la vida eclesial (cf. VD 93). O que toda misión compete únicamente a los clérigos o a los consagrados, o sólo a los laicos. Hay que mejorar para cumplir con la tarea de evangelizar. Pues “la Iglesia lo sabe [...] Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la Santa Misa, memorial de su Muerte y Resurrección gloriosa” (EN 14). Porque lo que la Iglesia anuncia al mundo es el Logos de la esperanza; el hombre necesita la «gran esperanza» para poder vivir el propio presente, la gran esperanza que es «el Dios que tiene un rostro humano y que nos ha amado hasta el extremo» (cf. VD 91).
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Vivamos entonces nuestra esencia de ser Iglesia y comprometámonos ya, a ser discípulos misioneros de Jesús desde nuestra propia vocación, carisma y profesión. a) La Iglesia responsable de la Misión Nuevos y cambiantes paradigmas en la sociedad, el gobierno y la economía global se presentan frente a la Iglesia para atentar contra sus estructuras y su razón de ser y existir, incluso los fieles que la constituyen manifiestan comportamientos que la atacan y desprestigian. Pero más allá de cualquier tipo de injurias y difamaciones, la Iglesia tiene a su cargo la labor irrenunciable de cumplir con la misión “siguiendo los pasos de Jesús y adoptando sus actitudes. Él siendo el Señor se hizo servidor y obediente hasta la muerte de cruz; siendo rico, eligió ser pobre por nosotros, enseñándonos el itinerario de nuestra vocación de discípulos y misioneros […] En la generosidad de Dios, en la gratuidad de los Apóstoles aparece la gratuidad del Evangelio” (DA 31). Existe una relación vital entre la misión y la Iglesia porque la misión implica a personas que son movidas para encontrar a Jesús. La Iglesia es responsable de la misión porque ésta le da sentido, entonces la Iglesia es en sí misma misión, pues “el cometido fundamental de la Iglesia en todas las épocas y particularmente en la nuestra es «dirigir la mirada del hombre, orientar la conciencia y la experiencia de toda la humanidad hacia el misterio de Cristo»” (cf. Rmi 4).
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b) ¿Quiénes constituimos la Iglesia? Por principio, siempre basta con afirmar que «la Iglesia la conformamos todos los bautizados» y por consiguiente es fácil interpretar que «todos los bautizados son responsables de la misión». Sin embargo, no hay que perder de vista, ni dejar de enfatizar que los bautizados están catalogados en distintos «tipos» de cristianos. Estos cristianos pueden ser: Obispos, sacerdotes, diáconos, religiosas, consagrados y laicos. Dentro de estas distinciones encontramos categorías como lo son: incrédulos, fanáticos y blasfemos. O su contraparte; cristianos congruentes, comprometidos, creyentes, valientes y con fortaleza espiritual de sobra. Lo dicho en el párrafo anterior nos sirve para ir reflexionando en torno al impacto y alcances de esta Iglesia misionera y las estrategias pastorales que puedan ponerse en práctica, de tal suerte que repensemos nuestras estrategias para la misión universal para que en verdad incluyan «a todos, todo y siempre». Un hecho fáctico en la misión es: «No porque todos seamos cristianos, implica que todos estamos preparados para la misión». Un estado permanente de misión implica una gran disponibilidad a repensar y reformar muchas estructuras pastorales, teniendo como principio constitutivo la “espiritualidad” de la comunión y de la audacia misionera. Lo principal es la conversión de las personas. No cabe duda. Pero ello debe llevar naturalmente a forjar estructuras abiertas y flexibles capaces de animar una misión permanente en cada Iglesia Particular (La Misión Continental para una Iglesia Misionera, 8).
Bajo estas consideraciones y siendo honestos, muchos de los bautizados no cumplen con ninguna de estas características. Hay quienes ni siquiera tienen conocimiento de que tienen una misión y mucho menos de las instituciones que colaboran con los misioneros en el mundo. Para varios bautizados, la responsabilidad cristiana concluye con la primera comunión o con la sola y –siempre que se pueda– parcial asistencia a “eventos sociales” como bodas, bautismos y confirmaciones. En este sentido, la Iglesia tiene que cuestionarse si corresponde a este tipo de bautizados asumir el mismo nivel de responsabilidad al de quienes a la inversa, están por demás preparados para asumir la misión. Dice la Verbum Domini (94): Los Obispos y sacerdotes, por su propia misión, son los primeros llamados a una vida dedicada al servicio de la Palabra, a anunciar el Evangelio, a celebrar los sacramentos y a formar a los fieles en el conocimiento auténtico de las Escrituras. También los diáconos han de sentirse llamados a colaborar según su misión, en este compromiso de evangelización. La vida consagrada brilla en toda la historia de la Iglesia por su capacidad de asumir explícitamente la tarea del anuncio y la predicación de la Palabra de Dios, tanto en la misio ad gentes como en las más difíciles situaciones, con disponibilidad también para las nuevas condiciones de evangelización, emprendiendo con ánimo y audacia nuevos itinerarios y nuevos desafíos para anunciar eficazmente la Palabra de Dios.
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Los laicos están llamados a ejercer su tarea profética, que se deriva directamente del bautismo, y a testimoniar el Evangelio en la vida cotidiana dondequiera que se encuentren. A propósito, los Padres sinodales han expresado «la más viva estima y gratitud, junto con su aliento, por el servicio a la evangelización que muchos laicos, y en particular las mujeres, ofrecen con generosidad y tesón en las comunidades diseminadas por el mundo, a ejemplo de María Magdalena, primer testigo de la alegría pascual». El Sínodo reconoce con gratitud, además, que los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades son en la Iglesia una gran fuerza para la obra evangelizadora en este tiempo, impulsando a desarrollar nuevas formas de anunciar el Evangelio.
Con lo anterior no se pretende deslindar de responsabilidades a muchos cristianos, pero es urgente comprender que no es viable incluirlos de la misma forma en la tarea de evangelizar, porque en todo caso, varios de estos bautizados deberían ser objeto de la propia misión «Nueva Evangelización». Veamos el caso de aquellos misioneros a quienes el recurso financiero, la formación misionera, su contexto de vida, entre otros factores, los lanzan a la misión para difundir la Buena Nueva; pero que por desidia, falta de decisión o egoísmo se niegan a acercar a otras culturas el Evangelio de Jesús. Por el contrario, hay quienes por causa de enfermedades u otros padecimientos físicos les es imposible llegar hasta estos lugares, pero cooperan con la misión desde otra perspectiva y se sienten alegres de saber que con sus contribuciones muchos discípulos misioneros comprometidos están llegando a rumbos nunca imaginados.
O vas o envías o ayudas a enviar En su mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones, el Papa nos exhorta a ver las condiciones de vida en las que gran parte de los cristianos están viviendo y, asimismo, a considerar esos elementos para discernir que la tarea misionera, aunque compete a todos, no es posible exigirla a todos de la misma forma ni pedir que los cristianos contribuyamos con la misión bajo iguales condiciones. “Tantos hermanos están bautizados pero no suficientemente evangelizados. Con frecuencia, naciones un tiempo ricas en fe y vocaciones van perdiendo su propia identidad, bajo la influencia de una cultura secularizada” (VD 98). “O vas o envías o ayudas a enviar” es un lema que deja ver los alcances de la misión, para difundir el mensaje de Jesús desde lo profundo, permeando en la cultura y en la vida de quienes no conocen la Buena Nueva. En esta máxima, los cristianos bautizados comprometidos con el Evangelio encontramos el impulso necesario para admitir que en cualquier caso es posible y es viable aceptar nuestra vocación de discípulos misioneros y que aunque existan limitantes como la formación, el recurso financiero, etcétera, hay hombres, mujeres, niños, adolescentes y jóvenes que con su ayuda dan esperanza al mundo. La Iglesia misionera se consolida a partir de discípulos misioneros responsables y entusiastas en asumir la Buena Nueva como una noticia que es imprescindible difundir. “O vas o envías o ayudas a enviar” ofrece la posibilidad a todos los bautizados de trabajar por las misiones desde cualquier circunstancia.
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Hacia dónde va la misión Una pregunta que incesantemente se plantea la Iglesia es: ¿hacia dónde debe estar dirigida la misión? La necesidad de conocer hacia dónde va la misión es una inquietud real y constante. Algunos misionólogos, biblistas, teólogos, etc., defienden el postulado de que la misión ad gentes1 es la más importante. Pero para otros, la misión ad intra2 puede responder mejor a los nuevos retos de la misión. En fin, pareciera que la opinión de unos y otros, con su juicio muy particular, poco contribuye al entendimiento de la misión. 1 La actividad misionera específica, o misión ad gentes, tiene como destinatarios “a los pueblos o grupos humanos que todavía no creen en Cristo”, “a los que están alejados de Cristo”, entre los cuales la Iglesia “no ha arraigado todavía”, y cuya cultura no ha sido influenciada aún por el Evangelio. Esta actividad se distingue de las demás actividades eclesiales, porque se dirige a grupos y ambientes no cristianos, debido a la ausencia o insuficiencia del anuncio evangélico y de la presencia eclesial. Por tanto, se caracteriza como tarea de anunciar a Cristo y a su Evangelio, de edificación de la Iglesia local, de promoción de los valores del Reino. La peculiaridad de esta misión ad gentes está en el hecho de que se dirige a los “no cristianos”. Por tanto, hay que evitar que esta “responsabilidad más específicamente misionera que Jesús ha confiado y diariamente vuelve a confiar a su Iglesia”, se vuelva una flaca realidad dentro de la misión global del Pueblo de Dios y, consiguientemente, descuidada u olvidada. Por lo demás, no es fácil definir los confines entre atención pastoral a los fieles, nueva evangelización y actividad misionera específica, y no es pensable crear entre ellos barreras o recintos estancados. No obstante, es necesario mantener viva la solicitud por el anuncio y por la fundación de nuevas Iglesias en los pueblos y grupos humanos donde no existen, porque ésta es la tarea primordial de la Iglesia, que ha sido enviada a todos los pueblos, hasta los confines de la tierra. Sin la misión ad gentes, la misma dimensión misionera de la Iglesia estaría privada de su significado fundamental y de su actuación ejemplar (Rmi 34). 2 La misión ad intra expresa aquella misión que se realiza de modo ordinario en los lugares donde la Iglesia se ha radicado. Son esas situaciones donde hay una estructura bien definida: Las diócesis, las parroquias, los ordinariatos. Es la tarea permanente de evangelización por eso también se llama «misión de nueva evangelización» y es la famosa «Misión Continental».
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En realidad, la misión de la Iglesia es «una y única», porque surge del mandato misionero de Jesús y tiene su actividad ad intra y ad extra (cf. AG 2). El sentido universal de la misión tiene que ver con este principio, que es un principio incluyente, no dirigido a una élite o a un sector privilegiado de la sociedad. Es más bien todo lo contrario, tiene prioridad más no está concesionado a un territorio o lugar específico. “Ya no podemos comprender más la actividad misionera como suministro de las bendiciones de la civilización occidental para con los pueblos y las culturas «subdesarrolladas» o «en vías de desarrollo»; ya no podemos concebir más la misión como proveniente del cristianismo del norte dirigida hacia un sur no cristiano o subdesarrollado en lo religioso” (Teología para la misión hoy 2009). Así lo manifiestan las Sagradas Escrituras: “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Noticia a toda la creación” (Mc 16,15). La misión va dirigida a todos sin excepción porque su espíritu es universal y no pende sólo de un aspecto geográfico o de sectores, la universalidad implica una interconexión o sintonía con todo aquello de que está rodeado el hombre. Todos necesitamos de la misión porque la misión es acogida y no hay quien se niegue a ser acogido por el amor de Dios. Sea cual sea el territorio, sea cual sea el contexto cultural y social, la misión tiene que llegar hasta ellos porque el anuncio de la Buena Nueva es un regalo, no exige precio, no es motivado por influencias. Por ello es importantísimo no minimizar a la misión confundiéndola simplemente como un acto de expansión y dominio de la propia Iglesia o del hombre. Los discípulos misioneros irán por todo el mundo a anunciar la Buena Noticia sin prejuzgar, sin buscar privilegios o tratos especiales, sin pretensiones de poder y hegemonía sólo por ser portadores del más grande mensaje de amor.
Responsables de la misión La contextualización en la misión es un elemento que debe abrirle paso a la misión, más no cerrárselo, el conocimiento de los posibles puntos de quiebre por los que atraviesa la humanidad serían el aliento que impulse a los discípulos misioneros, pues la Buena Nueva transforma. La misión debe contribuir a vivir mejor y plenamente por ello la colaboración que se haga a la misión debe hacerse con responsabilidad y coherencia, puesto que no se trata de imponer un pensamiento o una ideología. La Buena Nueva se abre camino por cuenta propia cuando los discípulos misioneros permiten que ésta entre en sus vidas, de tal suerte, que se genera un cambio radical en las personas que por consecuencia impacta a su entorno. El discípulo misionero debe ser consciente que el Reino de Dios avanza a pesar de él, pero que al actuar con responsabilidad, el mensaje se fortalece. Recordemos además que la tarea evangelizadora se experimenta con plenitud cuando se ejerce colectivamente, cuando se hace acompañar de muchos miles de cristianos bautizados que emprenden con coherencia su vocación cristiana. Seamos entonces responsables todos de los dones que Dios nos dio para cooperar con la misión universal y anunciar el Evangelio al mundo.
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Preguntas de reflexión • Reflexiona y comparte ¿quiénes son los encargados de la misión? ¿Y por qué? • Reflexiona y comparte ¿a quiénes debe estar dirigida la misión? ¿Y por qué? • Reflexiona y comparte qué te dice la siguiente frase: “O vas o envías o ayudas a enviar”.
Lic. Yuliana Navarrete Merlos Departamento de Investigación y Apoyo OMPE-México
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Tema 3: Evangelización global. La misión es de todas las iglesias para todo el mundo “Para
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interrogantes que un serio examen de las deficiencias de nuestra cooperación misionera plantea todo hombre de buena fe, se dice que, no obstante todo, la situación de tantos infieles no debe preocuparnos y afligirnos excesivamente, porque nosotros no podemos escrutar ni conocer la acción secreta de Dios en el fondo del alma de sus criaturas, y que Dios puede llegar a donde nosotros no podemos. Ideas buenas para justificarnos hasta un cierto punto; y, sin embargo, en realidad nosotros no sabemos quién de nosotros desearía encontrarse en el lugar de los pobres infieles, sin la alegría de conocer y amar a Jesucristo, fuera de los brazos maternos de la Iglesia”. Paolo Manna, Ifratelli separati e noi
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Objetivo Que los discípulos misioneros de México, en la celebración del DOMUND 2011, vislumbren el horizonte de evangelización global y detecten los medios para vivir la propia misión en el seno de la Iglesia y como ejercicio de su compromiso bautismal según nuestro lema: “La misión implica a todos, todo y siempre”.
Desarrollo “La evangelización es un proceso complejo y comprende varios elementos. Entre estos, la animación misionera ha prestado siempre una atención particular a la solidaridad”, nos recuerda el Santo Padre Benedicto XVI en su mensaje para el Domingo Mundial de las Misiones 2011 (DOMUND).
La misión de evangelizar, tarea esencial del bautizado y participación en la Cooperación misionera. La labor de evangelizar de la Iglesia es, por un lado, una conciencia clara que, desde el mismo día de la resurrección, resuena cotidianamente en el corazón y en la vida de todos los bautizados: “Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío»” (Jn 20,21). Por otro lado, esta labor de evangelizar es un compromiso continuo de búsqueda y ejercicio pastoral que, a lo largo de toda la historia de la Iglesia, ha hecho posible la acción misionera ad gentes, el ejercicio de la caridad con los más necesitados, la configuración de la pastoral y de las diferentes instituciones de vida consagrada, de apostolado, de espiritualidad, etc; en pocas palabras, ha hecho posible la vida y organización misma de la Iglesia. “La Iglesia está profundamente convencida de la propia identidad y misión, y vive esa experiencia a través del compromiso de sus hijos” (CMi 1). La tarea y misión de evangelizar encomendada por Jesús es, en sí misma, patrimonio y compromiso de cada bautizado, de cada Iglesia particular, y de toda la Iglesia universal: “La Iglesia universal, todas las Iglesias particulares, todas las instituciones y asociaciones eclesiales y cada cristiano en la Iglesia tienen el deber de colaborar para que el mensaje del Señor se difunda y llegue hasta los últimos confines de la tierra” (CMi 1). Es importante hacer notar que el compromiso evangelizador no sólo es una posibilidad en la vida de los bautizados, sino el ejercicio y vivencia misma del bautismo, fruto de la fe en Cristo y adhesión a Él, pues, como nos enseña la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, “toda la Iglesia está llamada a contribuir al desarrollo de la misión con una colaboración activa. Todo cristiano, en virtud del bautismo y de la confirmación, entra en una corriente de actividad sobrenatural, en un proyecto eterno de salvación universal que es de Dios mismo y se realiza, día a día, en favor de las generaciones que se suceden, formando la gran familia humana” (CMi 2).
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La misión es una tarea esencial y permanente de la vida, y abarca toda la vida de todos los cristianos, pero siempre como fruto del encuentro con Jesucristo, tal y como afirman los Obispos a lo largo de todo el Documento de Aparecida1. Al respecto, nos explica Mons. Juan Esquerda Bifet: “La «misión» no es, pues, principalmente una idea o un proyecto de actividad, sino la experiencia de un encuentro vivencial con Cristo resucitado que da sentido y plenitud a la vida y a la actividad misionera. Del encuentro se pasa a la misión.”2 Y esta misión no es para “hacer cosas”, sino para vivir en el encuentro y entregarse a la misión: “La «misión» consiste en construirse amando y ayudar a construir la comunidad humana amándose mutuamente, según el proyecto de Dios. «Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón”.3 El compromiso personal quizás no parezca trascendente, pero es siempre una respuesta concreta y específica al plan salvífico de Dios, que a la manera de los constructores, va haciendo posible levantar el edificio del Reino. Nos dice el Papa: “por medio de la participación responsable en la misión de la Iglesia, el cristiano llega a ser constructor de la comunión, de la paz, de la solidaridad que Cristo nos ha dado, y colabora en la realización del proyecto salvífico de Dios para toda la humanidad” (Benedicto XVI, Mensaje para el DOMUND 2011). 1 El Documento Aparecida mismo desarrolla este tema con el planteamiento del “discipulado misionero”, y a lo largo del documento, el esquema mismo de éste habla y confirma que, sólo el encuentro con Jesucristo hace posible la verdadera misión y la realiza plenamente. 2 Juan ESQUERDA BIFET, Misionología, evangelizar en un mundo global, Madrid 2008, ed. BAC p. 5 3 Ibíd. p.6
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Seamos conscientes, entonces, de que la Misión de la Iglesia no es tarea ‘de los curas y las monjas’, como suele decirse de manera coloquial y a veces incluso despectiva, ni tampoco fruto de un entusiasmo efímero de quienes se emocionan en un momento de su vida por algún momento fuerte de vivencia de la fe, sino el compromiso continuo y cotidiano de todos y cada uno que complementa, en el ejercicio común, la labor encomendada por Jesús. La tarea de evangelizar es de todos y es compromiso permanente, fruto del bautismo, y tiene un nombre propio: “La participación de las comunidades eclesiales y de cada fiel en la realización de este plan divino recibe el nombre de «cooperación misionera» y se realiza de diversas maneras: con la oración, el testimonio, el sacrificio, el ofrecimiento de su trabajo y sus ayudas” (CMi 2).
Las Obras Misionales Pontificio Episcopales, medios privilegiados para la cooperación misionera. De lo dicho anteriormente podríamos concluir que la labor de cada bautizado sería suficiente en el esfuerzo cotidiano de la vida, pero no estaría completo nuestro horizonte. Hace falta el compromiso eclesial y el esfuerzo organizado de todos en la cooperación misionera. Eclesialmente hay un organismo encargado de coordinar este esfuerzo: “La Congregación para la Evangelización
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de los Pueblos, el organismo central encargado de dirigir y coordinar la evangelización y la cooperación misionera” (CMi 3). La Congregación para la Evangelización de los Pueblos tiene, como medios concretos de ejercicio de la cooperación misionera e instrumentos de animación, a las Obras Misionales Pontificias (OMP), que en México son también Episcopales (OMPE): “Las OMP se sitúan en el ámbito de la cooperación misionera con un papel primario y propio. Estas Obras surgieron de iniciativas carismáticas, puestas en marcha por laicos o por sacerdotes, con el fin de apoyar la actividad de los misioneros, animando e implicando directamente a sacerdotes, a consagrados y a fieles en la oración, en el ofrecimiento de sus sacrificios, en la promoción vocacional, en la caridad y en actividades concretas” (CMi 4). Las OMPE son cuatro: “La Obra misional pontificia de la Propagación de la Fe, para suscitar el interés por la evangelización universal en todos los sectores del pueblo de Dios y para promover en las Iglesias locales la ayuda, tanto espiritual como material, y el intercambio de personal apostólico”(CMi 4). En México la citamos con las siglas PF. • “La Obra misional pontificia de la Infancia Misionera, para ayudar a los educadores a despertar poco a poco en los niños la conciencia misionera; para animarlos a compartir su fe y sus bienes materiales con sus coetáneos de las regiones y de las Iglesias más necesitadas; y para promover •
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las vocaciones misioneras desde la más tierna edad”(CMi 4). En México la llamamos Infancia y Adolescencia Misionera, con las siglas: IAM. • “La Obra misional pontificia de San Pedro Apóstol, para sensibilizar al pueblo cristiano sobre la importancia del clero local en los territorios de misión y para invitarlo a colaborar espiritual y materialmente en la formación de los candidatos al sacerdocio y a la vida consagrada”(CMi 4). Sus siglas en México: OSPA • “La Pontificia Unión Misional, para la formación y sensibilización misionera de los sacerdotes, de los seminaristas, de los miembros de los institutos masculinos y femeninos de vida consagrada y de las sociedades de vida apostólica, y de sus candidatos, así como de los misioneros laicos directamente comprometidos en la misión universal. Esta Unión es como el alma de las otras Obras, porque los que la componen están especialmente capacitados para suscitar en las comunidades cristianas el espíritu misionero y para incrementar la cooperación”(CMi 4). Sus siglas para nosotros son: PUM. • En particular, también en México las OMPE tienen dos programas auxiliares para la animación misionera: § La Liga Misional Juvenil (LMJ), afiliada a la Obra de la Propagación de la Fe, para la animación y compromiso misionero de los jóvenes, en vistas al discernimiento vocacional y compromiso de vida, y como un ejercicio pastoral de animación misionera para toda la comunidad eclesial.
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La Unión de Enfermos Misioneros (UEM), dedicada a transformar, mediante el ejercicio pastoral de los visitadores, a los enfermos en agentes de la misión por medio del ofrecimiento de sus enfermedades, tratamientos y limitaciones, al estilo de Santa Teresita del Niño Jesús, patrona de las misiones, que desde la quietud de su convento fue realmente evangelizadora «en activo» y fuente de crecimiento para las misiones de todo el mundo.
En nuestra patria las OMPE han trabajado desde hace muchos años en la animación y cooperación misionera organizando congresos, motivando a la celebración del DOMUND, de la Jornada del Clero Nativo, del Domingo de la Infancia Misionera (DOMINF), editando materiales pastorales y de formación misionera, organizando cursos y seminarios, difundiendo e informando lo referente a la misión con programas de televisión, de radio, revistas, etc. El trabajo de las OMPE ha sido fruto del compromiso de todos los bautizados de México, desde los señores Obispos hasta el recién nacido que ha sido bautizado, que con su testimonio y compromiso, van haciendo posible la cooperación misionera. Las OMPE son un vehículo para realizar la animación misionera en favor de esta evangelización y el Papa refrenda su importancia dando un paso más, al hacernos ver el alcance del trabajo pastoral de las mismas y hasta dónde abarca, en realidad, la cooperación misionera. En su mensaje para el DOMUND 2011, refiriéndose a la cooperación misionera hace ver que:
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“Se trata de sostener instituciones necesarias para establecer y consolidar la Iglesia mediante los catequistas, los seminarios, los sacerdotes; y de dar también nuestra propia aportación para que mejoren las condiciones de vida de las personas en países en los que son más graves los fenómenos de pobreza, malnutrición, sobre todo infantil, enfermedades, ausencia de servicios de salud y de educación. También esto entra en la misión de la Iglesia”. “Anunciando el Evangelio, se preocupa por la vida humana en sentido pleno”. “Los desafíos que esta encuentra llaman a los cristianos a caminar con los demás, y la misión es parte integrante de este camino con todos”.
Evangelización Global, es decir, evangelizamos abriendo nuestro horizonte a atender las necesidades concretas de todos los hombres. Los desafíos del mundo de hoy son variados, y son retadores, continuamente van reclamando a la Iglesia y a cada bautizado un compromiso mayor, una respuesta específica, un apoyo más amplio. Mons. Esquerda hace ver que: “El encuentro y el cruce actual de culturas y religiones, a nivel global, es quizá el mayor desafío que ha tenido la historia humana hasta el presente”.4 Y nos especifica aún más: “La misión se realiza en el mundo, que ha sido creado por amor, pero que, de hecho, se encuentra frecuentemente bajo el dominio del pecado en las diversas formas de egoísmo personal o colectivo. La fe en Cristo, muerto y crucificado, es capaz de transformar el mundo según el nuevo proyecto de Dios. «Es la persona del hombre la que hay que salvar. Es la sociedad humana la que hay que renovar» (GS 3)”.5 En otras palabras, el auténtico ejercicio evangelizador requiere dar una respuesta concreta a las situaciones y necesidades de los hombres en su entorno natural, para ahí mismo iluminar su vida con la luz de Cristo y mostrar a todos que sí hay esperanza, y que ésta se vive plenamente solo en Él. ¿No es este el sentido del “ustedes son la luz del mundo y la sal de la tierra” (cfr. Mt 5,13-14) que nos dice nuestro Señor Jesucristo en el discurso de la montaña? ¿Cuáles serían entonces los pasos que tendríamos que seguir para llegar a un auténtico anuncio evangelizador desde las realidades concretas del mundo de hoy y sea al mismo tiempo global y específico? Mons. Esquerda nos hace ver que antes que nada, es importante el discernimiento: “El sentido de la vida y de la historia no se encuentra en una teoría, sino en la experiencia del encuentro con Cristo, como experiencia de fe que invita a la reflexión teológica, a la vivencia y al anuncio”. “Cuando constatamos a nuestro alrededor el abigarrado cruce de culturas y religiones, a nivel global, hay que aprender a releer esos retazos de vida que se expresan en los rostros, en los 4 5
Juan ESQUERDA, Op.Cit. p. XVII Ibíd.p.7
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gestos y en las actitudes. Danzas, expresiones literarias y artísticas, cantos, costumbres, vestidos, mentalidad, idiomas, etc., son fruto de milenios del corazón humano en un pueblo, movido siempre por Dios”.6
La Evangelización global requiere el discernimiento concreto de cada horizonte humano, de cada momento histórico, de cada realidad cultural. El compromiso evangelizador es, entonces, eclesial y personal, encarnado en la realidad y momento histórico, pero abierto a la universalidad del llamado a la salvación, y siempre, el compromiso evangelizador es una respuesta a la invitación del Señor Jesús a la salvación y a vivir plenamente el Reino de Dios en el hoy del mundo y en el entonces de la Vida Eterna. La evangelización global es un compromiso de todas las Iglesias particulares, de todas las diócesis e institutos de vida consagrada, de todos los movimientos de espiritualidad y de apostolado, en una palabra, de todo bautizado para todo el mundo. La tarea de cada bautizado será entonces, comprometerse con esta evangelización global a la altura de sus propias posibilidades y siempre en el marco de la Iglesia.
Preguntas de Reflexión: Ahora reflexiona y comparte en grupo: • Especifica los aspectos más importantes de la vida de la fe que a tu parecer se necesiten para llevarte al compromiso misionero de evangelizar. • Concretiza cuáles serían las cinco necesidades humanas más actuales y urgentes de ser atendidas por la misión de la Iglesia. • Ubica, ante estas necesidades, las posibles acciones pastorales para atenderlas desde el Evangelio, en el nivel personal, diocesano y eclesial.
Pbro. Juan Francisco A. Espino Godínez Secretario Nacional de la PUM OMPE México
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Ibíd. p.7.
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Testimonio Misionero Hna. Rosa María Vázquez Tlapale Misionera del Sagrado Corazón de Jesús Ad gentes
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Una vida tengo para entregarla a ti Señor, y si dos vidas tuviera las dos entregaría a esta misión. En el año 1997 llegó para mí la hora esperada. La Iglesia de México y la Congregación de las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús Ad gentes confiaron en mí para partir hacia Angola. Fue en el VIII Congreso Nacional de la Infancia y Adolescencia Misionera que se celebró en Aguascalientes en donde me enviaron a Anunciar la Buena Nueva al continente africano. Luanda fue la tierra madre que me adoptó como hija y en donde con gran ímpetu compartí mi fe y entusiasmo a mis hermanos angoleños. Los primeros 5 años que viví en este país fueron años de incertidumbre a causa de la guerra, pero también porque en la mayoría de las comunidades no había miembros de la Iglesia Católica. Pero mi fe y mi confianza que siempre estuvieron depositadas en Dios, me ayudaron a esperar días mejores. A pesar de la guerra, mis hermanas y yo no podíamos estar estáticas, era necesario ponernos al servicio de Dios, pues de qué hubiera valido ir de tan lejos. En las mañanas cooperaba como secretaria con los padres Misioneros de Guadalupe, quienes estaban al frente del Seminario Arquidiocesano de Luanda. Ahí se acrecentó mi deseo de trabajar en las misiones sobre todo cuando veía cómo los jóvenes llenos de alegría seguían la voz del Pastor para iniciar su formación sacerdotal. Por las tardes, junto con otras hermanas llevábamos el anuncio del Evangelio a comunidades cercanas a la parroquia de Catete. Durante este tiempo viajamos diariamente hasta lugares lejanos y fui testigo de cómo Dios en su misericordia, iba congregando poco a poco a personas que querían ser miembros de la Iglesia. El trabajo fue intenso porque sus tradiciones se oponían a las de la Iglesia, como lo fue: la poligamia. En una ocasión nuestro Obispo nos animó diciéndonos: «Aunque estos hermanos nuestros tengan situaciones difíciles de resolver según los criterios de la Iglesia, animémoslos a que sean como las campanas de la Iglesia que por su propio medio llaman a otros. Y a pesar que ahora sólo estén haciendo ruido, Dios se encargará de indicarnos el camino a nosotros y a ellos». Uno de los momentos en que más nos beneficiamos fue cuando la Iglesia de Angola convino con el gobierno y logramos adherirnos a la campaña de registro civil. De esta manera aprovechamos para comenzar a evangelizarlos, brindamos atención a enfermos, ancianos y los auxiliamos con medicina y con agua, que es escasa porque el río está a varios kilómetros de distancia. También alfabetizamos e impartimos catequesis.
Construcción de la Iglesia para Angola Después de muchos esfuerzos las madres superioras nos concedieron permiso para crear una comunidad de hermanas que atendieran estos pueblos. Con gran cariño nos dispusimos a la construcción de nuestra casa. Y así, poco a poco, logramos tener un lugar estable y seguro para atender a la juventud ofreciéndoles cursos de computación. A las mujeres les enseñamos corte, costura y fueron alfabetizadas.
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Con motivo de los 50 años de la fundación de nuestro Instituto recibimos la visita del Sr. Nuncio Apostólico de Angola, quién al ver que el número de católicos que participaban era numeroso y no teníamos una capilla, nos animó a solicitar ayuda a Roma para la construcción de la misma. Nuestro párroco con gran celo misionero y teniendo en cuenta que en ese momento la Iglesia de Angola nos pedía este servicio, se dispuso a que juntos realizáramos esta petición, la cual, gracias a Dios tuvo una respuesta afirmativa. Mis hermanas y yo junto con el pueblo no nos quedamos con los brazos cruzados, pues en tanto recibíamos la ayuda de Roma comenzamos a trabajar en el campo, sembramos lo que estuvo a nuestro alcance y con las ganancias compramos cemento y otros materiales. Doy gracias a Dios por ver el milagro hecho realidad. Para mí, colocar cada tabique fue como si así se hiciera con un bautizado. Pensé que cuando un tabique se rompiera sería como cuando un bautizado se retira de la Iglesia. Ese sería un vacío que nunca será sustituido por otro. Yo sentía como las columnas representaban a los catequistas y las varillas amarradas entre sí eran los sacerdotes, hermanas y Obispos que sostienen toda la construcción. Pero nunca olvidé que el centro de la Iglesia era Cristo, quien siempre tiene a su lado a María. Dios que todo lo lleva con peso y medida puso en nuestro camino a las personas que necesitábamos. No puedo dejar de mencionar que la capilla fue construida por un albañil y todos los católicos de la comunidad. Recuerdo con cariño cómo los niños siempre estuvieron dispuestos a cargar piedras, arena y todo lo necesario. Las mujeres nos ayudaron preparando los alimentos y acarreando agua del río. Así quedó terminada la capilla de 200 m2 en nombre de la Iglesia de México que era a quien nosotros representamos ante los angolanos. Ya han pasado 8 años y hasta el momento no se ha cambiado ni un vidrio al edificio, esto habla de nuestros hermanos que se sienten realmente Iglesia, miembros de Cristo en donde todos somos responsables de que siga en pie. Sin duda las palabras de San Pablo se hacen realidad «cada día: unos siembran, otros riegan y otros recogen la cosecha». Y por ello construimos 5 salones para impartir catequesis, pues compete a todos los que somos bautizados hacer crecer la Iglesia en todas sus dimensiones.
De regreso a Angola En 2003 mis superioras me pidieron apoyo para colaborar con la pastoral vocacional y acompañar a las hermanas junioras en México, aquí pasé dos años antes de que en 2006 Dios, por medio de las madres, decidiera mi regreso a la misión en Angola. Entonces me incorporé al Secretariado Arquidiocesano de Catequesis en Luanda donde acompañé la edificación final de las instalaciones donde ahora se editan los catecismos para los niños, jóvenes y adultos y en donde también se organizan los cursos para catequistas de la Diócesis que llegan a ser alrededor de 3.000. En los últimos 4 años que estuve en la misión de Angola Dios me permitió un inolvidable acontecimiento: la celebración de los 25 años de 8 de las Congregaciones que fuimos enviadas en el II COMLA realizado en Tlaxcala, México en 1983. Por este motivo tuvimos la gracia de recibir en dos ocasiones la presencia de la Iglesia mexicana representada en los señores Obispos y el Director de las
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OMPE, el Pbro. Guillermo Alberto Morales Martínez. Ellos nos acompañaron a la apertura del Año Jubilar y a la clausura del mismo en 2008 y 2009. La fiesta fue muy bonita, en la celebración y en la comida estuvieron reunidos por lo menos 13 Obispos: 5 de México y 8 de Angola. Sé por la boca de los mismos sacerdotes y de las hermanas que trabajamos en Angola que esta visita nos fortaleció y animó a seguir dando lo mejor de cada uno por la extensión del Reino de Dios. Otra gran satisfacción que viví fue la convivencia con los misioneros mexicanos por lo menos, los que más podíamos unirnos de los 120 que somos, 70 compartimos nuestro amor a la madre de Guadalupe en su fiesta, retiros espirituales bimestrales, formación permanente bimestral y ejercicios espirituales anuales.
Experiencias que marcaron Mentiría si dijera que en la misión todo es alegría. También llegan momentos de desánimos, de impotencia por la carencia económica, por la falta de conocimiento para enfrentarse a las realidades que son ajenas por nuestro contexto de vida. Aún recuerdo una de las experiencias más bellas pero también más fuertes que viví en la misión; fue al lado de una joven de 14 años que las hermanas bautizaron como Tierra María, a la que estuvimos
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acompañando durante 9 meses en el hospital porque sufrió la amputación de una pierna a causa de una infección en la rodilla que mantuvo por 10 años. En ese tiempo ella dio testimonio de fe firme y sincera. Recuerdo una ocasión en que me pidió que le regalara un pan con un trozo de carne, pues decía que nunca había comido eso y quería probarlos. Yo, con el corazón partido fui a toda prisa a buscar lo que pedía para cumplir su deseo. Cuando regresé llevé conmigo también la comunión y entonces me dijo: «hermana, ya no quiero el pan, mejor dame a Jesús. Quiero recibirlo porque Él es el único que me fortalece, con Él mis dolores disminuyen». Qué bien lo dice el Evangelio «de los más pequeños es el reino de los cielos». Unos días antes de morir me confesó: «por ustedes conocí a Dios. Ustedes me llevaron a Él». Lo que sí es un hecho, es lo que nuestro fundador decía: «el misionero debe saber y estar preparado para todo y esta fuerza sólo se saca del Corazón de Jesús y es Él nuestra única fuerza». Así lo comprobé cuando el Señor quiso acrisolarme y al primer año que llegué a misión perdí a un hermano y el último año de mi estancia en Angola, Dios llamó a mi padre a su casa.
La vida de un misionero A veces escucho opiniones acerca de que la misión es subir y bajar montañas, y en parte es verdad, pero quisiera que tuviéramos en cuenta que la vida religiosa misionera tiene su centro de vida y fortaleza en los momentos diarios de oración y vida fraterna. También es importante alimentar nuestro espíritu de Dios, para estar prontas a las dificultades y necesidades que se vayan presentando. Nuestro fundador nos aconsejaba tener corazón de pajarito para ser libres y siempre tender al cielo donde está la verdadera recompensa y espalda de burro, para no cansarnos de trabajar para la Gloria de Dios. Sé que en Luanda no hice sino lo que debía y que mis esfuerzos, sacrificios, alegrías y sinsabores serán para la Gloria de Jesús misionero a quien le debo este llamado. Pues tengo seguridad que la misión por ser obra de Dios seguirá dando frutos abundantes porque sólo somos instrumentos que el Señor elige para continuar su obra redentora. Finalmente agradezco a Dios: por la vida, por la vocación, por las experiencias que me permitió vivir; por el pueblo angolano que ahora es parte de mi existir. Gente sencilla, acogedora, abierta y fiel al mensaje del Evangelio. Ahora y aquí en México, quiero seguir con la gracia de Dios cumpliendo mi misión en la encomienda que la congregación me ha pedido: ecónoma general. Y que las palabras de San Pablo sigan siendo motivación en mí «Ay de mí si no evangelizo» (1 Cor 9,16).
Hna. Rosa María Vázquez Tlapale Misionera del Sagrado Corazón de Jesús Ad gentes
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Las estadísticas de la Iglesia Católica Más aún, siguiendo los consejos de Cristo el Señor que nos exhorta a reconocer los signos de los tiempos (Mt 16, 3), en medio de tinieblas tan sombrías, percibimos numerosos indicios que parecen auspiciar un tiempo mejor para la humanidad y para la Iglesia.
Juan XXIII, Constitución apostólica por la que se convoca el Concilio Ecuménico Vaticano II
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A pesar de que el tema que nos importa gira en torno de la misión de la Iglesia, resulta siempre necesario echar un vistazo al mundo en el que estamos. La misión de la Iglesia se desarrolla única y exclusivamente en el mundo, porque el mundo es el lugar de la Iglesia. Ciertamente, «no somos del mundo, pero estamos en el mundo», y es manteniendo esta tensión evangélica que debemos darnos cuenta de la situación que nos presenta el mundo de hoy para colaborar de manera más eficaz en la construcción del Reino. El recurso de las estadísticas es muy importante para darnos cuenta de la situación mundial de la Iglesia. Pero este recurso debe ser usado solamente para lo que sirve, y no darle mayores atribuciones de las que tiene. Por ejemplo, no se puede fundamentar la urgencia de la misión de la Iglesia en las cantidades que aparecen en estas relaciones. La auténtica misión de la Iglesia está lejos de una actividad meramente proselitista que busca una cantidad cada vez más y más grande de adeptos. Pero, por otra parte, deben ser estos datos estadísticos un signo que nos haga comprender qué tan lejos se encuentra el mandato de Jesús de «ir por todo el mundo y proclamar la Buena Nueva a todas las naciones».
Tablas de estadísticas Datos del ultimo “Anuario Estadístico de la Iglesia” elaborados por la Agencia Fides. Entre paréntesis se indica la variación, aumento (+) o disminución (-), respecto al año precedente. Población mundial Al 31 de diciembre de 2007 la población mundial era igual a 6.617.097.000 personas, con un aumento de 74.273.000 unidades respecto al año anterior. El aumento global concierne todos los continentes, comprendida Europa, como ya se registró también en el año anterior: África + 16.865.000; América + 11.327.000; Asia + 43.304.000; Oceanía + 531.000; Europa + 2.246.000. Católicos En la misma fecha el número de católicos fue igual a 1.146.656.000 unidades con un aumento total de 15.906.000 unidades con respecto al año anterior. El aumento interesa todos los continentes: África + 6.612.000; América + 5.535.000; Asia + 2.428.000; Europa + 1.132.000; Oceanía + 199.000. El porcentaje de los católicos ha crecido globalmente del 0,05, situándole al 17,33%. Con respecto a los continentes, se han registrado aumentos en África + 0,40; Asia + 0,02; Europa + 0,03 y Oceanía + 0,17, mientras que la única disminución se registra en América (- 0,17).
Población mundial – Católicos
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Continentes
Población
Católicos
Porcentaje
África
943.743.000 (+ 16.865.000)
164.925.000 (+ 6.612.000)
17,48 % (+ 0,40)
América
907.393.000 (+ 11.327.000)
568.570.000 (+ 5.535.000)
62,66 % (- 0,17)
Asia
4.024.970.000 (+ 43.304.000)
120.894.000 (+ 2.428.000)
3,00 % (+ 0,02)
Europa
706.798.000 (+ 2.246.000)
283.240.000 (+ 1.132.000)
40,07 % (+ 0,03)
Oceanía
34.193.000 (+ 531.000)
9.027.000 (+ 199.000)
26,43 % (+ 0,17)
Total
6.617.097.000 (+ 74.273.000)
1.146.656.000 (+ 15.906.000)
17,33% (+ 0,05)
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Habitantes/católicos por sacerdote
El número de los habitantes por sacerdote también ha aumentado este año, compresivamente de 140 unidades, alcanzando la cuota de 12.879. La distribución por continentes es similar a la de los últimos años: aumentos en América, Europa y Oceanía y disminuciones en África y Asia. África - 456; América + 71: Asia - 794; Europa + 53; Oceanía + 207. El número de católicos por sacerdote ha aumentado compresivamente de 34 unidades, alcanzando el número de 2.810. Se registran aumentos en todos los continentes, mientras que la única disminución se encuentra en Asia: África + 30; América + 31; Asia - 20; Europa + 22; Oceanía + 65.
Continentes
Habitantes por sacerdote
Católicos por sacerdote
África
27.230 (- 456)
4.759 (+ 30)
América
7.469 (+ 71)
4.680 (+ 31)
Asia
50.432 (- 794)
2.290 (- 20)
Europa
3.636 (+ 53)
1.457 (+ 22)
Oceanía
7.312 (+ 207)
1.931 (+ 65)
Total
12.879 (+ 140)
2.810 (+ 34)
Circunscripciones eclesiásticas y estaciones misioneras Las circunscripciones eclesiásticas (cualquiera de las comunidades eclesiásticas individuales que tienen asignado un territorio que se encuentran en comunión completa con el Papa y constituyen en su conjunto la Iglesia católica) son 13 más con respecto al año precedente, llegando a 2.936, con nuevas circunscripciones creadas en África (+ 2), América (+ 6) y Europa (+ 5). Las estaciones misioneras (lugares pertenecientes al territorio de una parroquia donde se realizan servicios pastorales) con sacerdote residente son 1.016 (1.531 menos con respecto del año anterior) y registran disminuciones en todos los continentes. Las estaciones misioneras sin sacerdote residente han aumentadas en total de 5.159 unidades, alcanzando el número de 124.642. Los aumentos conciernen todos los continentes, pero los más marcados son África (+ 3.764) y América (+ 1.310) seguidos de Asia (+ 75), Europa (+ 6) y Oceanía (+ 4). Continentes
Circunscripciones eclesiásticas
Estaciones Misioneras con sacerdote residente
Estaciones Misioneras sin sacerdote residente
África
516 (+ 2)
248 (- 1.329)
70.805 (+ 3.764)
América
1.072 (+ 6)
105 (- 79 )
12.668 (+ 1.310)
Asia
523 (=)
578 (- 114)
40.566 (+ 75)
Europa
746 (+ 5)
35 (- 8)
64 (+ 6)
Oceanía
79 (=)
50 (- 1)
539 (+ 4)
Total
2.936 (+ 13)
1.016 (- 1.531)
124.642 (+ 5.159)
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Obispos
El número de los Obispos en el mundo ha aumentado de 48 unidades, alcanzando el número de 4.946. El incremento se refiere a todos los continentes a excepción de América (- 2): África (+ 19); Asia (+ 12); Europa (+ 13); Oceanía (+ 6). Compresivamente aumentan también este año sea los Obispos diocesanos que los religiosos. Los Obispos diocesanos son 3.729 (40 más con respecto al año anterior) mientras que los Obispos religiosos son 1.217 (con un aumento de 8 unidades). El aumento de los Obispos diocesanos se refiere a todos los continentes: África (+ 12), Asia (+ 10), Europa (+ 15), Oceanía (+ 3), mientras en América la situación no ha variado. Para los Obispos religiosos se registran aumentos en África (+ 7), Asia (+ 2) y Oceanía (+ 3), mientras se registran caídas en América (- 2) y Europa (- 2).
Continentes
Total obispos
Obispos Diocesanos
Obispos Religiosos
África
657 (+ 19)
474 (+ 12)
183 (+ 7)
América
1.847 (- 2)
1.278 (=)
569 (- 2)
Asia
732 (+ 12)
539 (+ 10)
193 (+ 2)
Europa
1.576 (+ 13)
1.349 (+ 15)
227 (- 2)
Oceanía
134 (+ 6)
89 (+ 3)
45 (+ 3)
Total
4.946 (+ 48)
3.729 (+ 40)
1.217 (+ 8)
Sacerdotes
El número total de sacerdotes en el mundo ha aumentado de 762 unidades con respecto al año anterior, alcanzando una cuota de 408.024. Todavía señalan una disminución Europa (- 2.260) y Oceanía (- 55) mientras que los aumentos se dan en África (+ 1.180), América (+ 376) y Asia (+ 1.521). Los sacerdotes diocesanos en el mundo han aumentado globalmente de 1.340 unidades, alcanzando el número de 272.431, con aumentos en África (+ 1.024), América (+ 853) y Asia (+ 864); una leve disminución en Oceanía (- 9) y aún una disminución en Europa (- 1.392). Los sacerdotes religiosos han disminuido de 578 unidades y en total son 135.593. Señalan un aumento, como ya ha ocurrido en los últimos años, Asia (+ 657) y África (+ 156) mientras que las disminuciones se afectan a América (- 477), Europa (- 868) y Oceanía (- 46).
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Continentes
Total Sacerdotes
Sacerdotes Diocesanos
Sacerdotes Religiosos
África
34.658 (+ 1.180)
23.154 (+ 1.024)
11.504 (+ 156)
América
121.495 (+ 376)
79.654 (+ 853)
41.841 (- 477)
Asia
52.802 (+ 1.521)
30.991 (+ 864)
21.811 (+ 657)
Europa
194.393 (- 2.260)
135.971 (- 1.392)
58.422 (- 868)
Oceanía
4.676 (- 55)
2.661 (- 9)
2.015 (- 46)
Total
408.024 (+ 762)
272.431 (+ 1.340)
135.593 (- 578)
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Diáconos permanentes
Los diáconos permanentes en el mundo han aumentados de 1.422 unidades, alcanzando el número de 35.942. El aumento más consistente se confirma una vez más en América (+ 898) y Europa (+ 472) seguidas por África (+ 24), Asia (+ 20) y Oceanía (+ 8). Los diáconos permanentes diocesanos en el mundo son 35.297, con un aumento total de 1.309 unidades. Crecen en todos los continentes: África (+ 28), América (+ 829), Asia (+ 23), Europa (+ 419) y Oceanía (+ 10). Los diáconos permanentes religiosos son 645, aumentado de 133 unidades con respecto al año anterior, con aumentos en América (+ 69) y Europa (+ 53) disminuciones en África (- 4), Asia (- 3) y Oceanía (- 2).
Continentes
Total Diáconos permanentes
Diáconos permanentes Diocesanos
Diáconos permanentes Religiosos
África
403 (+ 24)
381 (+ 28)
22 (- 4)
América
23.256 (+ 898)
23.000 (+ 829)
256 (+ 69)
Asia
163 (+ 20)
118 (+ 23)
45 (- 3)
Europa
11.848 (+ 472)
11.529 (+ 419)
319 (+ 53)
Oceanía
272 (+ 8)
269 (+ 10)
3 (- 2)
Total
35.942 (+ 1.422)
35.297 (+ 1.309)
645 (+ 113)
Religiosos y religiosas
Los religiosos no sacerdotes han disminuido globalmente de 151 unidades llegando al número de 54.956. Los aumentos se registran en África (+ 75), América (+ 111), Asia (+ 36) y Oceanía (+ 19). La única disminución está en Europa (- 392). La disminución global de las religiosas (- 6.586) que son compresivamente 746.814 está repartida así: aumentos en África (+ 1.178) y Asia (+ 2.838) disminuciones en Europa (- 5.843), América (- 4.650) y Oceanía (- 109). Continentes
Religiosos no sacerdotes
Religiosas
África
7.921 (+ 75)
61.886 (+ 1.178)
América
16.755 (+ 111)
206.509 (- 4.650)
Asia
10.041 (+ 36)
158.692 (+ 2.838)
Europa
18.693 (- 392)
310.138 (- 5.843)
Oceanía
1.546 (+ 19)
9.589 (- 109)
Total
54.956 (- 151)
746.814 (- 6.586)
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Miembros de institutos seculares
Los miembros de los Institutos seculares masculinos son en total 665 con una disminución global de 26 unidades. En crecimiento sólo Europa (+ 15) mientras Oceanía es estable, con 1 solo miembro, y disminuyen África (- 17), América (- 6) y Asia (- 18). Los miembros de los Institutos seculares femeninos en cambio han disminuido también este año, compresivamente de 572 unidades, por un total de 26.778 miembros. Las disminuciones conciernen América (- 238), Europa (- 415) y Oceanía (- 2) mientras que se registran aumentos en África (+ 18) y Asia (+ 65). Continentes
Miembros de Institutos Seculares Masculinos
Miembros de Institutos Seculares Femeninos
África
41 (- 17)
537 (+ 18)
América
193 (- 6)
5.738 (- 238)
Asia
24 (- 18)
1.726 (+ 65)
Europa
406 (+ 15)
18.734 (- 415)
Oceanía
1 (=)
43 (- 2)
Total
665 (- 26)
26.778 (- 572)
Misioneros laicos y catequistas El número de Misioneros laicos en el mundo es de 250.464 unidades, con un aumento global de 33.696 unidades y aumentos en América (+ 31.417), Asia (+ 2.552) y Europa (+ 493). Las disminuciones se verifican en África (- 711) y Oceanía (- 55). Los Catequistas en el mundo han aumentado en total de 6.665 unidades alcanzando una cuota de 2.993.354. Los aumentos se registran en África (+ 5.896), Asia (+ 14.383) y Europa (+ 7.403) mientras que registran disminuciones América (- 20.071) y Oceanía (- 946).
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Continentes
Misioneros laicos
Catequistas
África
3.590 (- 711)
399.932 (+ 5.896)
América
229.639 (+ 31.417)
1.723.284 (- 20.071)
Asia
12.456 (+ 2.552)
312.553 (+ 14.383)
Europa
4.422 (+ 493)
541.828 (+ 7.403)
Oceanía
357 (- 55)
15.757 (- 946)
Total
250.464 (+ 33.696)
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2.993.354 (+ 6.665)
Seminaristas mayores - Diocesanos y Religiosos
El número de seminaristas mayores, diocesanos y religiosos, también ha aumentado este año, pero en menor medida que el año anterior. Globalmente son 439 más los candidatos al sacerdocio, que han así alcanzado el número de 115.919. Los aumentos se registran en África (+ 695), Asia (+ 595) y Oceanía (+ 5) mientras que disminuyen América (- 381) y Europa (- 475). Los seminaristas mayores diocesanos son 71.225 (- 653 con respecto al año anterior) y los religiosos 44.694 (+ 1.092). Para los seminaristas diocesanos los aumentos se refieren a África (+ 136) y Oceanía (+ 5) las disminuciones se dan en América (- 239), Asia (- 74) y Europa (- 481). Los seminaristas religiosos aumentan en África (+ 559), Asia (+ 669) y Europa (+ 6) son estables en Oceanía (=) y disminuyen en América (- 142).
Continentes
Total Seminaristas Mayores
Seminaristas Mayores Diocesanos
Seminaristas Mayores Religiosos
África
24.729 (+ 695)
16.654 (+ 136)
8.075 (+ 559)
América
36.769 (- 381)
24.845 (- 239)
11.924 (- 142)
Asia
31.297 (+ 595)
14.966 (- 74)
16.331 (+ 669)
Europa
22.143 (- 475)
14.127 (- 481)
8.016 (+ 6)
Oceanía
981 (+ 5)
633 (+ 5)
348 (=)
Total
115.919 (+ 439)
71.225 (- 653)
44.694 (+ 1.092)
Seminaristas menores - Diocesanos y religiosos
El número total de seminaristas menores, diocesanos y religiosos, ha disminuido de 671 unidades, alcanzando el número de 101.978. Han aumentados compresivamente en África (+ 782), en Europa (+ 13) y en Oceanía (+ 49) mientras que han disminuido en América (- 684) y Asia (- 831). Los seminaristas menores diocesanos son 77.145 (- 1.158) y los religiosos 24.833 (+ 487). Para los seminaristas diocesanos la disminución se registra en todos los continentes, a excepción de Oceanía (+ 63). En cambio los seminaristas religiosos están en disminución en América (- 136), Asia (- 241) y Oceanía (- 14) mientras que crecen en África (+ 815) y Europa (+ 63). Continentes
Total Seminaristas Menores
Seminaristas Menores Diocesanos
Seminaristas Menores Religiosos
África
48.812 (+ 782)
43.053 (- 33)
5.759 (+ 815)
América
15.982 (- 684)
10.973 (- 548)
5.009 (- 136)
Asia
24.038 (- 831)
15.117 (- 590)
8.921 (- 241)
Europa
12.813 (+ 13)
7.698 (- 50)
5.115 (+ 63)
Oceanía
333 (+ 49)
304 (+ 63)
29 (- 14)
Total
101.978 (- 671)
77.145 (- 1.158)
24.833 (+ 487)
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Institutos de instrucción y educación
En el campo de la instrucción y la educación la Iglesia administra 67.264 escuelas maternas frecuentadas por 6.386.497 alumnos; 91.694 escuelas primarias por 29.800.338 alumnos; 41.210 institutos secundarios por 16.778.633 alumnos. Además sigue 1.894.148 jóvenes de las escuelas superiores y 2.837.370 estudiantes universitarios.
África
INFANTIL institutos 12.496
América
15.788
1.636.893
22.562
7.085.289
11.053
3.727.151
566.257
1.926.978
Asia
13.683
1.642.586
15.698
4.959.065
9.298
5.061.593
1.021.516
525.794
Europa
23.602
1.738.825
17.222
3.045.764
10.338
3.859.905
243.180
297.647
Oceanía
1.695
101.749
2.949
648.414
683
391.746
8.833
10.519
Total
67.264
6.386.497
91.694
29.800.338
41.210
16.778.633
1.894.148
2.837.370
INFANTIL PRIMARIA Alumnos institutos 1.266.444 33.263
PRIMARIA Alumnos 14.061.806
SECUND. institutos 9.838
SECUND. Alumnos 3.738.238
SUPERIOR UNIVERSID Alumnos Alumnos 54.362 76.432
Institutos sanitarios, de beneficencia y asistencia
Los institutos de beneficencia y asistencia administrados en el mundo por la Iglesia comprenden: 5.378 hospitales con mayor presencia en América (1.669) y Europa (1.363); 18.088 dispensarios, la mayor parte en América (5.663), África (5.373) y Asia (3.532); 521 leproserías distribuidas principalmente en Asia (293) y África (186); 15.448 casas para ancianos, enfermos crónicos y minusválidos la mayor parte en Europa (8.271) y América (3.839); 9.376 orfanatos cerca de un tercio en Asia (3.367); 11.555 jardines de infancia; 13.599 consultorios matrimoniales distribuidos en gran parte en Europa (5.919) y América (4.827); 33.146 centros de educación o reeducación social y 10.356 instituciones de otros tipos.
Continentes
Hospitales
Dispensarios
Leproserías
Casas para ancianos, enfermos crónicos, minusválidos
África
1.074
5.373
186
753
979
1.997
1.590
2.947
1.279
América
1.669
5.663
38
3.839
2.463
3.715
4.827
13.652
4.239
Asia
1.102
3.532
293
2.095
3.367
3.211
969
5.379
1.870
Europa
1.363
2.947
3
8.271
2.480
2.524
5.919
10.576
2.761
Oceanía
170
573
1
490
87
108
294
592
207
Total
5.378
18.088
521
15.448
9.376
11.555
13.599
33.146
10.356
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La misión implica a todos, todo y siempre
Orfanatos
Jardines de infancia
Consult. Matrimon.
Centros de Educación o reeduc.
Otras Instituciones
Circunscripciones eclesiales dependientes de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos
La Congregación para la Evangelización de los Pueblos está al servicio del Santo Padre como “centro de promoción, dirección y coordinación” sea de la obra evangelizadora de los pueblos que de la cooperación misionera en todo el mundo (cfr.Ad gentes, 29; Pastor bonus, 85). La Iglesia, fiel al mandato de Jesucristo, desde sus orígenes siempre ha anunciado el Evangelio a todas las gentes. Frente a las nuevas exigencias de la evangelización, en el siglo XVI iniciaron a darse estructuras específicas para mantener el empeño misionero. En el 1622 el Papa Gregorio XV fundó la “Sacra Congregación de Propaganda Fides”, asignándole la tarea de “predicar y anunciar el Evangelio y la doctrina católica en todas las misiones”, confiriéndole también el poder decisional necesario para asegurar la rapidez y eficacia de esta gran tarea. Papa Urbano VIII fundó en el 1627 el Colegio Urbano de Propaganda Fide, para la formación del clero secular para las misiones, y la tipografía Poliglota para imprimir documentos y textos en las diversas lenguas de los pueblos. La Constitución apostólica “Pastor bonus” de Juan Pablo II ha confirmado el principio general de la jurisdicción, enunciado por el Concilio Vaticano II (cfr. Ad gentes, 29), que afirma: “Corresponde a la Congregación dirigir y coordinar en todo el mundo, la obra de evangelización de los pueblos y la cooperación misionera” (85). Entre los objetivos principales del Dicasterio Misionero: asegurar una adecuada distribución de los misioneros; cuidar la formación del clero secular y de los catequistas; confiar a institutos, Sociedades religiosas o Iglesias particulares, la evangelización de los territorios de misión. Estos son los datos compresivos actualizados al 10 de octubre de 2009 de las circunscripciones eclesiásticas dependientes de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos: (Cep):
Total de las circunscripciones dependientes de la Cep: 1094 Continente
AD
D
AT
VA
PA
M
AA
OM
TOTAL
África
87
378
-
14
9
1
1
3
493
América
7
31
-
45
-
2
-
-
85
Asia
76
333
1
15
36
3
4
2
470
Oceanía
11
31
-
-
1
2
-
1
46
TOTAL
181
773
1
74
46
8
5
6
1094
Legenda: Archidiócesis (AD), Diócesis (D), Abadías territoriales (AT), Vicariatos apostólicos (VA), Prefacturas apostólicas (PA), Administraciones apostólicas (AA), Misiones sui juris (M), Ordinariados militares (OM). Fuente: Especial a cargo de S.L. - Agencia Fides 15/10/2009
La misión implica a todos, todo y siempre
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Lectio Divina Vayan a todos‌ Mateo 28, 19-20 54
La misiĂłn implica a todos, todo y siempre
El Santo Padre Benedicto XVI en su mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2011 ha enfatizado que la misión universal implica a todos, todo y siempre. El Evangelio de Mateo en su relato del envío de los discípulos por parte del Señor Resucitado puede ser releído en estas tres claves: “vayan y hagan discípulos a todas las gentes… enseñándoles a guardar todo… yo estaré con ustedes siempre…”. Acerquémonos a la Palabra de Dios convencidos de que “no podemos guardar para nosotros las palabras de vida eterna que hemos recibido en el encuentro con Jesucristo: son para todos, para cada hombre. Toda persona de nuestro tiempo, lo sepa o no, necesita este anuncio” (VD 91). 1. Lectura Leamos con atención Mt 28,19-20: ¿A quiénes les pide Jesús que hagan discípulos? ¿Qué deberán hacer los enviados para hacer discípulos a todas las gentes? ¿Qué deberán enseñar a guardar los enviados a todas las gentes? ¿Qué les asegura el Señor Resucitado a los enviados? ________ Tomemos en cuenta que el envío en Mt 28,19-20 tiene como antecedente el de 9,35-11,1. En aquel primer envío se había enfatizado que la gente a la que son enviados los doce apóstoles son personas vejadas y abatidas como “ovejas que no tienen pastor” (9,36). Esto ayudará a comprender mejor que la
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misión a todas las gentes (28,19) no significa en modo alguno un universalismo impreciso y sin opciones1. La tarea de los discípulos enviados no será hablar de Dios sin más, sino procurar que se experimente el Reino de los Cielos y, de este modo, la presencia del Dios de Jesús (10,7). En la misión, el único dueño de la mies y, por tanto, de las personas, es Dios (9,37); esto significa que la presencia permanente del Señor, como se aclarará posteriormente (28,20), no está sólo en función de los enviados sino también en beneficio de los nuevos discípulos. “Hagan discípulos a todas las gentes” (v. 19) “Hacer discípulos” (en griego matheteuo) significa convencer a otros de que sean seguidores de Jesús (como el caso de José de Arimatea; 27,57; también 13,52). La referencia principal de esta acción es Jesucristo; si ser discípulo es seguir a Jesús, “hacer discípulos” es adherir a otros a Jesús, animarlos para que se encuentren con Él. Llama la atención que Mateo diga que algunos de los once dudaron; no dice que todos dudaron (28,17). Si todos hubieran dudado ninguno hubiera podido compartir la Buena Nueva; en cambio, como sólo algunos dudaban todos podían compartir, desde su propio proceso, su experiencia de encuentro con el Señor. Y es que, de acuerdo a Mateo (véase también 14,32), la duda hace que el discípulo se ubique en lo que es, para que en ningún momento pretenda ser u ocupar el lugar del Maestro. Esto refuerza la convicción de que la tarea del discípulo es hacer que otros sean, no sus seguidores, sino seguidores de Jesucristo. Este encargo es para todos los pueblos. El Evangelio procura que nadie quede fuera de la posibilidad de hacerse discípulo de Jesús; esto le proporciona a la misión un carácter permanente pues siempre habrá personas a las que se pueda y se deba invitar a que se hagan discípulos del Señor. Además, el hecho de que sea “para todos” exige en la misión una apertura básica, pues en el constante encuentro con “los demás” el enviado se dará cuenta que existen maneras de pensar y de actuar diferentes a la suya que no necesariamente están equivocadas. Podríamos decir, que el término todos es mucho más que la totalidad; si la misión es para todos entonces debe ser permanente, al mismo tiempo que un verdadero aprendizaje para nunca absolutizar lo propio. Pero el Evangelio también deja claro que es para “todos los pueblos”. El término que se traduce por “pueblos” o “gentes” en Mateo a veces significa paganos al mismo tiempo que naciones (4,15; 6,32; 10,5; 12,18. 21; 20,19. 25; 21,43 entre otros). De este modo, la misión no parte de una concepción negativa de los otros. A quienes se lleva el mensaje son, con certeza, personas y pueblos que no creen en lo mismo que nosotros ni de la misma manera; sin embargo, no necesariamente son gente errada totalmente, mucho menos mala o despreciable. “…Bautizándolas…y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado” (vv. 19-20). La apertura a todas las gentes sólo se puede dar a través del bautismo y en la vivencia de los principios del Señor. El verbo “bautizar” por su trasfondo judío y por la raíz de la que proviene significa: “introducirse en algo”, “sumergirse”, “compenetrarse”, “llenarse”. En este sentido, aunque el verbo bautizar estuviera haciendo referencia al sacramento del bautismo, tiene en sí mismo una idea fundamental: la consagración. Por esto, el encargo de bautizar (es decir, consagrar, introducir) sólo se entiende en relación con la Trinidad, 1 Es una muchedumbre que está “cansada”; la palabra que se utiliza aquí viene del verbo (en griego skullo) “despellejar”, “hostigar”, “perseguir sin descanso”. No es pues un cansancio cualquiera; es un desgano provocado. Además, son una muchedumbre “abatida”; el término que se traduce por “abatido” (del verbo griego rupto) tiene el matiz de “arrojar”, “tirar al suelo”. De este modo, podemos constatar que la muchedumbre de la que se compadece Jesús está desganada, maltratada, ninguneada...
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con la participación de la vida de Dios. Alguien se hace discípulo introduciéndose, compenetrándose de la vida. Y esta es la principal tarea del enviado: ayudar a que las personas se encuentren con el Dios de Jesús. Pero el encuentro con el Dios de Jesús pide guardar lo que Jesús ha mandado. El verbo “enseñar” significa “instruir” pero sobre todo acompañar. Jesús aparece en muchas ocasiones enseñando (4,23; 5,2; 9,35; 11,1; 13,34; 21,23; 26,55); lo hacía con autoridad y no como los escribas y fariseos (7,29). Desde esta perspectiva el encargo de enseñar que da el Señor a los enviados se refiere más a compartir una experiencia que a instruir en una doctrina. Pero si enseñar tiene también la connotación de acompañar, los discípulos no deberían decir cualquier cosa que se les ocurriera sino lo que el mismo Señor Jesús había percibido como fundamental para la vida de cada persona, su relación con Dios y con sus hermanos. El núcleo de esta enseñanza, de acuerdo a Mateo, está en el sermón del Monte (5,1-8,1) y se refiere más a la observancia de unos principios de raíz que al sólo cumplimiento de unos mandamientos. Ahora bien, no sólo cuenta el contenido de lo que se enseña sino también la manera en que se haga. Se puede decir que el mandato supone un modo de enseñar, o mejor aún, de acompañar al estilo de Jesús. De este modo, la enseñanza de Jesús no está desligada de la proclamación de la Buena Nueva del Reino y de la solidaridad con la personas más desprotegidas (4,23ss; 9,35; 11,1). Este modo de enseñar de Jesús que deberían asumir los discípulos supone, más que un elenco de información, una sabiduría profunda (13,54) que se contrapone a doctrinas hechizas, de hombres mal intencionados (15,8-9). “Y estén seguros que yo estaré con ustedes todos los días…” (28,20) Desde el comienzo del Evangelio se había dejado claro que el Mesías que nacería iba a ser llamado Emmanuel, es decir, “Dios con nosotros” (1,23). Esta presencia efectiva y eficaz del Señor Jesús se convierte en una garantía que se hace más esperanzadora todavía porque es permanente. La expresión “todos los días hasta el fin del mundo” encierra un doble principio. Por una parte, el Señor garantiza su presencia día tras día, siempre. No habrá un momento en que el discípulo enviado se sienta sin la presencia del Señor; incluidos los momentos de fracaso y de infidelidad al Señor (cf. 26,69-73). La presencia permanente ayuda a que el discípulo la perciba como algo real. Pero, por otra parte, el Evangelio insiste en que esta presencia es “hasta el fin del mundo”. Esta expresión no debe entenderse necesariamente “hasta que todo acabe” sino “hasta que todo llegue a su plenitud”. Es decir, los discípulos contarán con la presencia del Señor hasta que se cumpla plenamente el plan de Dios en la humanidad. Así, la presencia del Señor va mucho más allá de los enviados; su presencia no sólo es para apoyarlos sino para que el proyecto de la Buena Nueva del Reino se haga realidad y alcance a todos los seres humanos.
2. Meditación “Hagan discípulos a todas las gentes”. No olvidemos como puntos fundamentales de nuestra reflexión que: + “hacer discípulos” supone animar a otras personas para que se encuentren con Jesucristo. + El discípulo enviado que ayuda a otros a que se hagan discípulos de Jesús debe reconocer su limitación, que él mismo está en un proceso de encuentro permanente con el Señor. + “Hacer discípulos” significa ayudar a que otras personas se hagan seguidoras de Jesucristo no nuestras seguidoras. + Nadie debe quedar fuera de la posibilidad de hacerse discípulo de Jesús; hay que ir a todos.
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+ “Ir a todos” exige apertura para el encuentro, para el crecimiento y el aprendizaje, incluso para abrirnos a ser edificados por el testimonio de las personas a las que les llevamos el mensaje. ¿En qué nos hace reflexionar este encargo de “hacer discípulos a todas las gentes”? cuenta:
“…Bautizándolas…y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado”. Tengamos en
+ No se trata de multiplicar la celebración de los sacramentos sino de favorecer y ayudar para que toda persona y cada comunidad se introduzca en la vida de Dios y se compenetre de su amor. + Ante el peligro de adoctrinar, el Evangelio invita a los enviados a que compartan su experiencia, es decir, que sean testigos más que instructores. + La finalidad principal de la enseñanza no es que las personas sepan y cumplan mandamientos sino que asuman principios y orienten su vida desde las convicciones del Señor Jesús. + Y no vale cualquier modo de enseñar; éste debe ser al estilo de Jesús. ¿En qué nos hace reflexionar el encargo de bautizar y enseñar? “Y estén seguros que yo estaré con ustedes todos los días…” + El enviado cuenta con la presencia del Señor en todo momento y en cualquier circunstancia. + Esta presencia del Señor tiene como finalidad principal que el plan de Dios llegue a su cumplimiento. ¿En qué nos hace reflexionar esta promesa?
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Leamos otra vez el Evangelio. 3. Oración Tengamos presente en lo que nos ha hecho reflexionar este pasaje del Evangelio y hagamos una oración de alabanza, de acción de gracias o de perdón. 4. Contemplación – acción ¿Qué actitudes debemos modificar de raíz para ser mejores enviados que hagan discípulos a todas las gentes, bautizando y enseñando? ¿Qué maneras de pensar, de organizarnos y trabajar debemos cambiar para cumplir adecuadamente este encargo del Señor? ¿En qué nos anima la presencia permanente del Señor? ¿A qué nos compromete? Pbro. Toribio Tapia Baena Diócesis de Ciudad Lázaro Cárdenas
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Eucaristía para el Domingo Mundial de las Misiones “La misión implica a todos, todo y siempre” La misión implica a todos, todo y siempre
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El Domingo Mundial de las Misiones propone a toda la Iglesia, la oportunidad de renovar su compromiso misionero, pues todas las Iglesias particulares han de preocuparse del anuncio del Evangelio en todo el mundo. Este año en particular, el Santo Padre insiste en el llamado universal a anunciar el Evangelio, llamado que compromete “a todos, todo y siempre”. Los elementos que se proponen a continuación para celebrar el Domingo Mundial de las Misiones, que en este año es el 23 de octubre, están planteados a manera de catequesis y motivación misionera que ayude a hacer del DOMUND una auténtica celebración de fe. Los textos están tomados íntegros de los libros litúrgicos aprobados para México1, y los elementos complementarios se sugieren como posibilidad, por lo cual se pueden tomar si se cree oportuno, o incluso enriquecerlos de alguna otra manera.
Ritos Iniciales Para la Eucaristía hay que preparar las 5 banderas de los Continentes (un paño de cada color misionero basta según el siguiente orden: Verde=África; Rojo=América; Blanco=Europa; Azul=Oceanía; Amarillo=Asia). Asimismo puede ir, delante de cada bandera, una veladora de cada color del continente, para ser colocada sobre el altar de manera estética. Las banderas se colocan en el Presbiterio en un lugar conveniente y a la vista de todos. Todavía más, se puede preparar, en donde van a ir las banderas, una imagen de algún santo de ese continente.
Monitor:
El Domingo Mundial de las Misiones, convocado por el Santo Padre, es un claro testimonio de la comunión de toda la Iglesia que no olvida su carácter esencialmente misionero. Nos dice el Santo Padre en su mensaje: “La liturgia es siempre una llamada ‘del mundo’ y un nuevo envío ‘al mundo’ para ser testigos de lo que se ha experimentado”. Nos congregamos en torno al Altar porque el Señor Resucitado nos ha llamado, y de nuestro encuentro con Él partiremos a ser testigos, discípulos misioneros de su amor. ¡Vivamos nuestra experiencia de Encuentro con Jesús Resucitado! Todos de pie.
En la Procesión de entrada precede el turiferario con el incensario humeante, la Cruz Procesional acompañada de ciriales, las banderas precedidas con veladoras de la manera indicada arriba, los demás ministros y el Presbítero celebrante. Nota: El Leccionario (por esta ocasión NO EL EVANGELIARIO, dado el signo que se quiere resaltar) se ubica en el pasillo central cerca de la entrada, en una mesita o atril, para ser llevado por los Lectores en procesión después de la Oración Colecta, acompañado por dos ciriales. El Celebrante de la Celebración venera el altar de la forma acostumbrada y lo inciensa. Se dirige a la sede y comienza la Celebración.
Antífona de entrada (Sal 95,3-4) Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones, porque grande es el Señor y digno de toda alabanza. 1 El Ordinario de la Misa corresponde a los nuevos textos aprobados para la “Tertia Editio Typica”, Primera edición, marzo 2008. Se utiliza para los demás textos, el Misal Romano de la Décima Edición (septiembre de 1999) y el Leccionario III
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La misión implica a todos, todo y siempre
Celebrante:
En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Asamblea:
Amén.
Saludo y Respuesta Celebrante:
El Señor, que dirige nuestros corazones para que amemos a Dios, esté con todos ustedes.
Asamblea:
Y con tu espíritu.
Acto Penitencial, Gloria y Oración Colecta Celebrante:
Al comenzar esta celebración eucarística, pidamos a Dios que nos conceda la conversión de nuestros corazones; así obtendremos la reconciliación y se acrecentará nuestra comunión con Dios y con nuestros hermanos.
Breve silencio. La invocación “Señor ten piedad” puede hacerse cantada, aunque el canto se interrumpa en cada parte para la invocación al Señor. (Ordinario, p.22)
Celebrante: Asamblea:
Defensor de los pobres: Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Celebrante: Asamblea:
Refugio de los débiles: Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Celebrante: Asamblea:
Esperanza de los pecadores: Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Celebrante:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. Amén.
Asamblea:
A continuación se canta o se dice el himno:
Todos:
Gloria a Dios en el cielo…
Esquema de Misa “Por la Evangelización de los Pueblos B” (Misal Romano p.751-752)
Celebrante:
Oremos. Señor y Dios nuestro, que has querido que tu Iglesia sea sacramento de salvación para todos los hombres, a fin de que la obra redentora de tu Hijo perdure hasta el fin de los
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tiempos, haz que tus fieles caigan en la cuenta de que están llamados a trabajar por la salvación de los demás, para que todos los pueblos de la tierra formen una sola familia y surja una humanidad nueva en Cristo nuestro Señor, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Asamblea:
Amén.
Liturgia de la Palabra. Procesión con el Libro de la Palabra de Dios. Monitor:
Antes de sentarnos para escuchar la Palabra de Dios, recibimos el Libro de las Sagradas Escrituras, porque nadie puede ser discípulo si primero no escucha lo que el Señor dice, y nadie aprende de Jesús si no se encuentra con Él en el Evangelio. Cantemos para reconocer el Don de Dios que nos habla.
Ahora se lleva a cabo la procesión con el libro de la Palabra de Dios. Para lo cual los dos lectores y el salmista traen, en alto, el Leccionario, precedido por 2 ciriales, mientras la Asamblea canta. Se sugieren: “Oigo tu Palabra”, “Jesús, quién eres tú (la pregunta)”, “Tu Palabra me da vida”, etc. El Lector que porta el Leccionario lo entrega al Presidente de la Celebración, quien, mostrándolo a la Asamblea, lo besa y lo entrega al Lector que hará la Primera Lectura. Los ciriales se retiran y todos se sientan.
Primera Lectura Monitor:
Isaías hace notar la alegría de la salvación que viene de Dios. Al Pueblo de Dios que regresa del exilio le espera palpar la ternura, el amor, el compromiso salvador de Dios. Este hecho provoca también el acercamiento de todas las naciones paganas que se “vuelcan” en pos de Israel, otro motivo de alegría para el Pueblo de Dios. Escuchemos con atención.
(Leccionario III ,137: Is. 60,1-6)
Lector:
Lectura del libro del profeta Isaías. Levántate y resplandece, Jerusalén, porque ha llegado tu luz y la gloria del Señor alborea sobre ti. Mira: las tinieblas cubren la tierra y espesa niebla envuelve a los pueblos; pero sobre ti resplandece el Señor y en ti se manifiesta su gloria. Caminarán los pueblos a tu luz y los reyes, al resplandor de tu aurora. Levanta los ojos y mira alrededor: todos se reúnen y vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces verás esto radiante de alegría; tu corazón se alegrará, y se ensanchará, cuando se vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una multitud de camellos y dromedarios, procedentes de Madián y de
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Efá. Vendrán todos los de Sabá trayendo incienso y oro y proclamando las alabanzas del Señor. Palabra de Dios. Asamblea:
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Monitor:
El Salmo 116 hace eco del llamado universal a la salvación y de nuestro compromiso misionero de anunciarla.
(Leccionario III,877: Del Salmo 116)
Salmista:
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Asamblea:
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Salmista:
Que alaben al Señor todos los pueblos, Que todas las naciones lo festejen.
Asamblea:
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Salmista:
Porque grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por siempre.
Asamblea:
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Segunda Lectura Monitor:
En la carta a los Efesios, San Pablo manifiesta que es consciente de su compromiso de anunciar el Evangelio a los paganos y de que de ese modo la Iglesia da a conocer la Salvación en Jesucristo, por medio de él. Escuchemos.
(Leccionario III, 587: Ef. 3,8-12)
Lector:
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Efesios. Hermanos: a mí, el más insignificante de todos los fieles, se me ha dado la gracia de anunciar a los paganos la incalculable riqueza que hay en Cristo, y dar a conocer a todos cómo va cumpliéndose este designio de salvación, oculto desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo. Él lo dispuso así, para que la multiforme sabiduría de Dios, sea dada a conocer ahora, por
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medio de la Iglesia, a los espíritus celestiales, según el designio eterno realizado en Cristo Jesús, nuestro Señor, por quien podemos acercarnos libre y confiadamente a Dios, por medio de la fe en Cristo. Palabra de Dios. Asamblea:
Te damos gracias, Señor.
Aclamación antes del Evangelio (Leccionario III, 962: Lc.24,44-53)
Coro:
Aleluya, Aleluya.
Asamblea:
Aleluya, Aleluya.
Lector:
Vayan por todo el mundo, dice el Señor, y prediquen el Evangelio a toda creatura.
Asamblea:
Aleluya, Aleluya.
Evangelio El Turiferario se acerca al Celebrante, que coloca incienso en el incensario. A continuación el diácono pide la bendición y, precedido por el incensario humeante y los ciriales, se acerca al ambón para proclamar el Evangelio. Saluda e inciensa el Evangelio como de costumbre.
Diácono:
El Señor esté con ustedes.
Asamblea:
Y con tu espíritu.
Diácono:
†Lectura del Santo Evangelio según san Lucas.
Asamblea:
Gloria a ti, Señor.
(Leccionario III,360: Lc. 24,44-53)
Diácono: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo, cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos”. Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: “Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto.
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Ahora yo les voy a enviar al que mi Padre les prometió. Permanezcan, pues, en la ciudad, hasta que reciban la fuerza de lo alto”. Después salió con ellos fuera de la ciudad, hacia un lugar cercano a Betania; levantando las manos, los bendijo, y mientras los bendecía, se fue apartando de ellos y elevándose al cielo. Ellos, después de adorarlo, regresaron a Jerusalén, llenos de gozo, y permanecían constantemente en el templo, alabando a Dios. Palabra del Señor. Asamblea:
Gloria a Ti, Señor Jesús.
Homilía (El Celebrante de la Celebración o el diácono dice la Homilía, ofrecemos algunas orientaciones para la Homilía).
El final del Evangelio de Lucas (24,44-53) enlaza la acción salvadora de Jesús Resucitado con el envío misionero y ejercicio apostólico de la Iglesia, que nos transmitirá el mismo evangelista en los Hechos de los Apóstoles. En primer lugar la cita es en el Cenáculo, en torno a Jesús, que aparece a sus apóstoles después de resucitar, cuando ellos no han terminado de comprender lo que ha sucedido. El Señor les muestra que es en la Sagrada Escritura, es decir, “en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos” (v.44) en donde encontramos la explicación de lo que ha pasado. Pero sobre todo es con la ayuda del Espíritu Santo que esta comprensión es posible; por eso Jesús “les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras” (v.45). Es en la Palabra de Dios donde tenemos la sola posibilidad de comprender los hechos de salvación, que tienen en la pedagogía divina, un camino concreto y específico: “El Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos… y en su nombre se había de predicar a todas la naciones…” (v.45). Este camino, empero, plantea una responsabilidad de la que participamos todos: “ustedes son testigos de esto” (v.48). El testimonio de Jesús es fruto del encuentro: “Ellos (los apóstoles), después de adorarlo, regresaron a Jerusalén, llenos de gozo” (v.52). Jesús ha aparecido verdaderamente en medio de ellos, les ha hablado y los ha escuchado, ha compartido el alimento y los ha bendecido (cf. vv.36-50). Este encuentro produce certeza y gozo, cambia la vida y pone de manifiesto el auténtico cumplimiento de lo que ya anunciaba Isaías (60,1-6) en la primera lectura que escuchamos, abriendo la salvación a todos los pueblos y mostrando el gozo del Señor que salva a su pueblo. El anuncio gozoso del tercer Isaías se cumple y se convierte en una invitación que anticipadamente anuncia la salvación en Jesús: “Levántate y resplandece, Jerusalén, porque ha llegado tu luz y la gloria del Señor alborea sobre ti” (v.1). Los pueblos todos ahora están llamados a caminar bajo esta misma luz y a congregarse en torno al pueblo de Dios que ha sido salvado: “Caminarán los pueblos a tu luz y los reyes, al resplandor de tu aurora. Levanta los ojos y mira alrededor: todos se reúnen y vienen a ti” (vv.3-4). Esta luz sabemos que es Jesús, y esta reunión es en la Iglesia, pueblo de Dios convocado por Él, como lo anuncia San Pablo en la segunda lectura (Ef 3,8-12): “Él lo dispuso así, para que la multiforme sabiduría de Dios, sea dada a conocer ahora, por medio de la Iglesia, a los espíritus celestiales, según el designio eterno realizado en Cristo Jesús” (vv.10-11). Esta conciencia de que somos pueblo de Dios llamado por su misericordia y convocado para ser fuente de bendición para todos los pueblos hace de Pablo el «apóstol de los gentiles», y de la Iglesia «misionera
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por naturaleza» (cf. RMi 1). La conciencia de la misión universal no nos ha de faltar a los bautizados, como nos recuerda el Santo Padre en su mensaje para el DOMUND (Domingo Mundial de las Misiones), que se celebra hoy a lo largo de toda la Iglesia. Es necesario renovar el compromiso de todos por “llevar a todos el anuncio del Evangelio «con el mismo entusiasmo de los cristianos de los primeros tiempos» (Carta ap. Novo millennio ineunte, 58). Es el servicio más precioso que la Iglesia puede ofrecer a la humanidad y a cada persona que busca las razones profundas para vivir en plenitud la propia existencia.” (Benedicto XVI, mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2011). Nadie puede sentirse excluido, decía el Beato Juan Pablo II, del deber de evangelizar (cf. RMi 2) y por tanto, de su carácter misionero. Por eso en nuestro lema como Iglesia de México, este año hemos propuesto el siguiente: La misión implica a todos, todo y siempre. La misión hoy sigue siendo urgente y necesaria, y aunque toda la Iglesia ha insistido en la nueva evangelización y en particular nuestro continente americano y nuestra Iglesia mexicana han proclamado la «misión continental permanente», el horizonte del anuncio del Evangelio nos ha de seguir llevando hasta los últimos rincones de la tierra; pues aunque haya unos dos o tres que no conozcan a Cristo en la diócesis a la que pertenecemos, siempre habrá por cada católico, otros 5 que no lo son y están dispersos por todo el mundo. La Jornada de las Misiones es para que no olvidemos precisamente esta realidad, que nos ha de lanzar con el mismo gozo de los apóstoles, en pos de aquellos que no han sido bautizados. El compromiso es de todos, así es que una de tres: • «Vayamos a las misiones», es decir, comprometámonos nosotros mismos en un momento específico de anuncio del Evangelio y trabajo misionero de primer anuncio. • O «enviemos misioneros», con nuestro discernimiento, acompañamiento, testimonio y apoyo. • O «ayudemos a enviar misioneros», con nuestras oraciones, sacrificios y aportaciones de todo tipo. El DOMUND 2011 nos da la oportunidad de responder al Señor resucitado que hoy una vez más se hace presente entre nosotros y nos da a comer su cuerpo y su sangre en la Eucaristía. Respondamos a su invitación y comprometámonos como discípulos misioneros anunciadores del Evangelio. Retomemos el primer anuncio y, como los apóstoles, después de adorar al Señor en esta celebración, vayamos a nuestras casas y a nuestra vida, llenos de gozo, a ser testigos de Jesús, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Profesión de Fe Celebrante:
Como testimonio expreso de lo que somos, profesemos nuestra fe con el Símbolo de los Apóstoles:
(Ordinario, no.19)
Asamblea:
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Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra.
La misión implica a todos, todo y siempre
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
Preces (Roguemos al Señor, pp.339-340)
Celebrante: Asamblea: Lector: Asamblea: Lector: Asamblea: Lector:
Oremos, hermanos, a Dios Padre, por medio de Jesucristo, su Hijo, que se entregó por la salvación de todos. Oremos diciendo: Padre, escúchanos. Padre, escúchanos. Para que el Espíritu Santo fortalezca a los Obispos y a los presbíteros de los países de misiones y los asista de manera que conduzcan sus jóvenes Iglesias hacia una verdadera madurez cristiana, oremos. Padre, escúchanos. Para que el Señor infunda su Espíritu Santo en los misioneros y haga que su apostolado y su testimonio sean verdaderamente evangélicos y no de sabiduría únicamente humana, oremos: Padre, escúchanos.
Asamblea:
Para que los cristianos que viven en países de misión, den un testimonio verdadero de amor a Jesucristo, se sientan ricos por el conocimiento del Evangelio y no se avergüencen nunca de su pobreza humana, oremos: Padre, escúchanos.
Lector:
Para que nosotros y los miembros de nuestras comunidades consideremos como parte
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Asamblea: Lector: Asamblea:
integrante de nuestra fe la solicitud apostólica de transmitir la luz y la alegría del Evangelio al mundo no cristiano, oremos: Padre, escúchanos. Para que todos los discípulos de Jesucristo que vivimos en América seamos actores de la Gran Misión Continental convocada por los Obispos y así se renueve la fe en los que están apagados y se suscite en los que no la tienen, oremos: Padre, escúchanos.
Celebrante:
Señor Jesucristo, que sabes lo que hay en el interior de cada hombre y amas a todos, porque por todos te has entregado, escucha nuestra oración y haz que sean muchos los que tengan un amor tan grande que estén dispuestos, como tú, a entregar la propia vida por los hermanos y para anunciarles el Evangelio de Salvación. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Asamblea:
Amén.
Liturgia Eucarística Se puede realizar, si se ve conveniente, la procesión de ofrendas, para lo cual se pueden traer, o bien despensas para los pobres, que la comunidad misma aporte, o juguetes para los niños, y/o el pan y el vino para la Eucaristía. Mientras tanto el coro interpreta un canto adecuado. Después de presentar los dones de la forma acostumbrada y de incensar los dones y el altar, al celebrante y a la comunidad, se continúa con la oración sobre las ofrendas y la Plegaria Eucarística. Se sugiere la D1.
Celebrante:
Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Asamblea:
El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
Celebrante:
Señor, como aceptaste la gloriosa pasión de tu Hijo, dígnate aceptar también por la salvación del mundo los dones y plegarias de tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Asamblea:
Amén.
Plegaria Eucarística II (Ordinario, nos.100-106)
Prefacio I para los Domingos del Tiempo Ordinario El misterio Pascual y el Pueblo de Dios (Ordinario, no.52)
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La misión implica a todos, todo y siempre
Celebrante:
El Señor esté con ustedes.
Asamblea:
Y con tu espíritu.
Celebrante:
Levantemos el corazón.
Asamblea:
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Celebrante:
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Asamblea:
Es justo y necesario.
Celebrante:
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Quien, por su Misterio Pascual, realizó la obra maravillosa de llamarnos de la esclavitud del pecado y de la muerte al honor de ser estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de tu propiedad, para que, trasladados por ti de las tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el mundo tus maravillas.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Todos:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
El sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Celebrante:
Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad;
Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:
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Celebrante:
Por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
de manera que se conviertan para nosotros en el cuerpo y + la Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.
Junta las manos. En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor deben pronunciarse claramente y con precisión, como lo requiere la naturaleza de las mismas palabras.
El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada,
Toma el pan, y sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco
“Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes”. Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión. Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo: Se inclina un poco.
“Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en conmemoración mía”. Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión. Luego dice:
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Celebrante:
Este es el misterio de la fe. Cristo nos redimió.
Asamblea:
Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor hasta que vuelvas.
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Celebrante: C1: C2:
Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia. Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y de la Sangre de Cristo. Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida sobre toda la tierra; y reunida aquí en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal; y con el Papa Benedicto XVI, con nuestro Obispo N., y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad. Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro. Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen madre de Dios, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.
Junta las manos. Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, los eleva y dice:
Celebrante:
Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria
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por los siglos de los siglos.
Asamblea:
Amén.
Rito de la Comunión Una vez depositados el cáliz y la patena sobre el altar, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Celebrante:
Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos confiadamente la oración que Cristo nos enseñó:
Extiende las manos, y, junto con el pueblo, continúa:
Todos:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Solo el sacerdote, con las manos extendidas, prosigue diciendo:
Celebrante:
Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
Junta las manos y el pueblo concluye la oración aclamando:
Asamblea:
Tuyo es el Reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice en voz alta:
Celebrante:
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Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz les dejo, mi paz les doy”, no tengas en cuenta nuestros pecados,
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sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Junta las manos.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Asamblea:
Amén.
El sacerdote, vuelto hacia el pueblo, extendiendo y juntando las manos, añade:
Celebrante:
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
Asamblea:
Y con tu espíritu.
Celebrante:
Como hijos de Dios, intercambien ahora un signo de comunión fraterna.
Todos intercambian el signo de paz. Después el sacerdote hace la fracción del Pan de la forma acostumbrada mientras se canta o se dice el “Cordero de Dios”. El sacerdote se prepara interiormente con la oración prescrita y, tomando el pan consagrado, y sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena o sobre el cáliz, de cara al pueblo, dice con voz clara:
Celebrante:
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Asamblea:
Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
El sacerdote comulga ambas especies y distribuye la comunión a los fieles mientras la Asamblea canta. Se sugiere: “Donde hay caridad y amor”, “Señor, no soy digno”, “Eucaristía, Milagro de Amor”. Se purifican los vasos sagrados de la forma prescrita y el Celebrante, en la sede, de pié y con las manos extendidas, después de invitar a la asamblea, dice la Oración después de la Comunión.
Celebrante:
(breve silencio)
Oremos. Te pedimos, Señor, que la participación en tu mesa nos santifique y que la redención que tu Hijo consumó en la cruz, sea recibida con gozo en todo el mundo por medio del sacramento de tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Asamblea:
Amén.
Monitor:
Después de habernos encontrado con el Señor, escuchando su palabra y recibiéndolo en comunión, es el momento de partir, como los discípulos, con el gozo de sabernos salvados, a
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compartir esta misma alegría con aquellos que aún no lo conocen, y con aquellos que, aun conociéndolo, viven en la desolación de la desesperanza. El día mundial de las misiones no se acaba aquí, sino que exige un compromiso permanente de entrega y testimonio de aquel que nos ha salvado.
Ritos de Conclusión Celebrante:
El Señor esté con ustedes.
Asamblea:
Y con tu espíritu.
El sacerdote, extendidas las manos sobre el pueblo, dice la bendición. (Ordinario p.177, Tiempo Ordinario IX)
Celebrante:
Que el Dios de toda gracia, que en Cristo los ha llamado a su eterna gloria, los afiance y conserve fuertes en la fe y constantes en las buenas obras.
Asamblea:
Amén.
Celebrante:
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y + Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
Asamblea:
Amén.
Diácono:
Glorifiquen al Señor con su vida. Pueden ir en paz.
Asamblea:
Demos gracias a Dios.
El sacerdote y el diácono veneran el altar y, después de hacer reverencia al Cristo o genuflexión al Santísimo, precedido por los ministros, hace la procesión de salida.
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Hora Santa La misi贸n implica a todos, todo y siempre
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Monitor:
Hoy Señor, estamos presentes ante Ti, para adorarte y alabarte en esta Hostia Santa que te hace presente entre nosotros y nos llena de tu amor infinito. Exposición del Santísimo Sacramento
El celebrante o ministro acólito lleva el Santísimo Sacramento al altar y lo expone solemnemente en la custodia, mientras todo el pueblo de rodillas entona el canto inicial. Es conveniente, además, que inciense el Santísimo Sacramento de la forma acostumbrada. De rodillas
Canto de entrada: Altísimo Señor Altísimo Señor, que supisteis juntar a un tiempo en el altar, ser Cordero y Pastor, quisiera con fervor, amar y recibir, a quien por mí, quiso morir. Cordero divinal, por nuestro sumo bien, inmolado en Salem, en tu puro raudal, de gracia celestial, lava mi corazón, que fiel te rinde adoración.
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Monitor:
Señor, aquí estamos en tu presencia, adorándote y alabándote, ayúdanos para que podamos siempre estar junto a Ti, aumenta en nosotros la fe y danos la perseverancia para no perdernos por el camino del mal, sino que, crezca en cada uno de nosotros la fe.
Celebrante:
Padre nuestro… Ave María… Gloria al Padre…
Celebrante:
En los cielos y en la tierra, sea para siempre alabado.
Asamblea:
El corazón amoroso de Jesús sacramentado.
Monitor:
Señor, te pedimos que nunca perdamos la esperanza, que día a día se acreciente y podamos estar dándote gracias por todas las bendiciones que nos das y en especial por haberte quedado en el Santísimo Sacramento.
Celebrante:
Padre nuestro… Ave María… Gloria al Padre…
Celebrante:
En los cielos y en la tierra, sea para siempre alabado.
Asamblea:
El corazón amoroso de Jesús sacramentado.
La misión implica a todos, todo y siempre
Monitor:
Señor, te amamos, te bendecimos y por eso estamos hoy aquí. Danos tu gracia para que nunca perdamos el valor de amar, que seamos capaces de ayudarnos unos a otros y de vivir siempre en el amor.
Celebrante:
Padre nuestro… Ave María… Gloria al Padre…
Celebrante:
En los cielos y en la tierra, sea para siempre alabado.
Asamblea:
El corazón amoroso de Jesús sacramentado.
Canto:
Hoy en oración Hoy en oración, quiero preguntar, Señor, quiero escuchar tu voz, tus palabras con amor. Ser como eres Tú, servidor de los demás, dime cómo, en qué lugar, te hago falta más. Dime Señor, en qué te puedo servir, déjame conocer tu voluntad. Dime Señor, en ti yo quiero vivir, quiero aprender de Ti, saber amar. Hoy quiero seguir tus caminos tu bondad, tus palabras, tu verdad, ser imagen de Ti. Ser como eres Tú, servidor de los demás, dime cómo, en qué lugar, te hago falta más. Dime Señor, en qué te puedo servir…
Sentados.
Lector:
Lectura de la Primera Carta del apóstol San Juan: (1 Jn 4,7-16)
Queridos míos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, pues Dios es amor. Miren como se manifestó el amor de Dios entre nosotros. Dios envió a su Hijo único a este mundo para que tengamos vida por medio de Él. En esto está el amor: no es que nosotros hayamos amado a Dios, sino que Él nos amó primero y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos mutuamente. A Dios no lo ha visto nadie jamás; pero si nos amamos unos a otros, Dios está entre nosotros y su amor se activa entre nosotros. Y ¿cómo sabemos que permanecemos en Dios y Él en nosotros? Porque nos ha comunicado su Espíritu. Pero también hemos visto nosotros y declaramos que el Padre envió a su Hijo como Salvador del mundo.
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Quien confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios. Por nuestra parte, hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en el Él. Dios es amor: el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. Palabra de Dios. Asamblea: Te alabamos, Señor. Reflexión Celebrante: Esta lectura nos lleva a entender que Dios es el AMOR en toda la extensión de la palabra y nos invita a vivir en Él. Nuestra confianza como cristianos al vivir nuestro bautismo es sabernos creados a imagen de Dios, por tanto seres capaces de amar, como dice la misma escritura “Nadie tiene más amor que aquel que da la vida por los demás”. Prueba de ello es nuestro Señor Jesucristo que por amor a cada uno de nosotros dio su vida. ¿Cómo corresponder a ese amor?, dándonos en un servicio continuo a los demás y de una manera especial pidiendo por todos los hombres del mundo, por los que conocemos a Dios y por los que no lo conocen; por los ricos y los pobres; por los sanos y los enfermos; por los buenos y los malos, y por tantos hombres y mujeres que desgastan su vida en tierra de misión llevando la verdad en el conocimiento de Dios. Si la Misión implica a todos, todo y siempre, pensemos que Dios tiene un proyecto de vida para cada uno. En el silencio de nuestro sagrario (Dios y yo), pregúntese cada quien, «¿cuál es mi proyecto de misión?» No olvidemos que a todos nos corresponde hacer misión, cumplir con el mandato de Jesús de llevar su mensaje a todo el mundo. Momento de silencio.
CANTO:
Gracias quiero darte Gracias quiero darte, por amarte, gracias quiero darte yo a Ti, Señor. Hoy soy feliz, porque te conocí, gracias por amarme a mí también. Yo quiero ser, Señor amado, como el barro en manos del alfarero, toma mi vida, hazla de nuevo, yo quiero ser, un vaso nuevo. Te conocí y te amé, te pedí perdón y me escuchaste, si te ofendí, perdóname, Señor, pues te amo y nunca te olvidaré. Yo quiero ser…
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Letanías
De pie.
Celebrante:
Pidamos al Padre para que llegue a todos el pan espiritual y material, para que nos alimentemos del Cuerpo de Jesucristo y para que nos fortalezca el alma. También pidamos que el pan para el cuerpo nos de fuerza para seguir trabajando en la misión de cada día.
Asamblea:
¡Danos el pan de cada día!
Monitor:
Por los hambrientos de paz y de justicia. Por los que no tienen voz y son marginados. Por los que les sobra el pan y lo tiran en lugar de compartirlo. Por los que se fatigan de buscar trabajo digno y no lo encuentran. Por los profetas y misioneros que defienden al débil. Por los que sueñan y trabajan por alcanzar un mundo mejor para todos. Por los que ejercen la paternidad responsable. Por los que son solidarios con el dolor de los pobres y enfermos. Por los calumniados y perseguidos por hablar la verdad. Por todos los misioneros que en cada continente anuncian tu Palabra. Padre que nos das tu Palabra y tu Eucaristía.
Asamblea:
¡Perdónanos Señor!
Monitor:
Por los causantes de las guerras y del narcotráfico. Por los que se refugian en los vicios y placeres del mundo. Por los que violentan a la sociedad con sus leyes inhumanas. Por los que viven de la corrupción y de la mentira. Por los que venden su conciencia y promueven la injusticia y la impunidad. Por los patrones que no pagan el salario digno y justo. Por los cristianos tibios y mediocres que no toman en serio tu mensaje. Por los que no se comprometen en nada y se vuelven cómplices del egoísmo. Por los incrédulos que han perdido la esperanza.
Celebrante: T erminemos nuestra oración rezando juntos la oración que Cristo nos enseñó Padre Nuestro… De rodillas para la bendición.
Canto:
Cantemos al amor de los amores
El celebrante, mientras se entona el canto, es conveniente que inciense al Santísimo Sacramento.
Celebrante:
Nos diste Señor el pan del cielo
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Asamblea:
Que contiene en sí toda dulzura
El celebrante, si es ministro ordenado, de pie ante el Santísimo Sacramento y con las manos extendidas dice o canta la siguiente oración. Si es laico, la hace de rodilla y con las manos juntas.
Celebrante:
Señor nuestro, Jesucristo, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Asamblea:
Amén.
El celebrante, si es ministro ordenado, y una vez recibido el paño de hombros, da la bendición al pueblo con el Santísimo Sacramento de la forma prescrita por el ritual. Si es laico, simplemente OMITE esta parte. A continuación, de rodillas, el celebrante y la asamblea dicen de forma litánica las “Alabanzas al Santísimo Sacramento”
Alabanzas al Santísimo Sacramento Bendito sea Dios Bendito sea su santo nombre Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre Bendito sea el nombre de Jesús Bendito sea su sacratísimo corazón Bendita sea su preciosísima sangre Bendito sea Jesús en el santísimo sacramento del altar Bendito sea el Espíritu Santo consolador Bendita sea la gran madre de Dios María santísima Bendita sea su santa e inmaculada concepción Bendita sea su gloriosa asunción Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre Bendito sea San José, su castísimo esposo Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos
Reserva del Santísimo Sacramento. Con toda reverencia se entona un canto mientras el celebrante o ministro traslada el Santísimo Sacramento al lugar de la reserva. Cuando se retira el Santísimo Sacramento, todos se ponen de pie y el celebrante con los ministros, después de haber hecho reverencia a la cruz, salen del recinto.
Hna. María Roselia Tamez Tamez mrf Secretaria Nacional de OSPA y UEM OMPE México
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El Rosario es una devoción mariana, de las más conocidas en el pueblo cristiano. Se le atribuye este rezo a santo Domingo de Guzmán, fundador de los dominicos. El Papa san Pío V en una bula publicada en el año de 1569, le dio la forma que se utilizó por más de cinco siglos, contemplando 15 misterios, 5 gozosos, 5 dolorosos y 5 gloriosos. El Papa Juan Pablo II, el 16 de octubre de 2002 en su carta apostólica “Resarium Virginis Mariae” agregó al rosario tradicional 5 nuevos misterios llamados “Misterios de la Luz”. (Véase OMP España). ¿Qué es el Rosario Misionero? El Rosario Misionero es una oración que se basa en el rosario tradicional, en el que se pide al Padre por intercesión de María Virgen por las necesidades de todo el mundo. Su Santidad el Papa Juan XXIII rezaba el rosario misionero todos los días por el mundo entero, dedicando una decena a cada continente. Misterios gozosos Primer misterio: “La Anunciación del Ángel a María”. “Y el ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios: concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Dijo entonces María: He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra” (Lc 1, 30-31.38). En éste misterio pidamos al Señor por intercesión de la Santísima Virgen María, por todo el continente de África, para que día a día la semilla de la Palabra de Dios que llevan los misioneros caiga en buena tierra y germine para que haya más hermanos que reciban el bautismo. Padre Nuestro, diez Ave María, un Gloria. María Reina de las Misiones: Ruega por el continente Africano. Canto: El ángel vino de los cielos El Ángel vino de los cielos y a María le anunció, el gran misterio de Dios Hombre, que a los cielos admiró. Virgen Madre Señora nuestra, recordando la encarnación, te cantamos todos tus hijos, como estrella de salvación. Yo soy la esclava del Señor mi Dios, la Virgen dijo al contestar. Que se haga en mí, según has dicho, cúmplase en mí tu voluntad.
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Virgen Madre… Segundo misterio: “La Visitación de María a su prima Isabel”. “Y en cuanto oyó Isabel el saludo de María, el niño saltó de gozo en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando en voz alta, dijo: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿De dónde a mí tanto bien, que venga la madre de mi Señor a visitarme?” (Lc 1,41-43). Oremos a Dios Padre por nuestro continente de América, para que, siendo conscientes de nuestro ser de bautizados abramos el corazón a la luz de su Palabra y no nos dejemos engañar por las vanidades del mundo y ayudemos a nuestros hermanos para crecer en la fe y juntos podamos hacer un continente más justo, más humano, donde reina la paz y el amor. Padre Nuestro, diez Ave María, un Gloria. María Reina de las Misiones: Ruega por toda América. Canto: María la llena de gracia María la llena de gracia, María Madre del amor, estamos en esta fiesta, celebrando en tu honor. Estamos todos contentos felices con devoción, porque tú nos has amado, Madre de nuestro Señor. Quiero ver, quiero ver, que vivan todos contentos. Quiero ver, quiero ver, que no haya remordimientos. Quiero ver, quiero ver, saludándose como hermanos. Quiero ver, quiero ver, porque yo a todos amo. Y dice Jesús, Madre cuídalos, y dice María soy la esclava del Señor. Tercer misterio: “El nacimiento del Hijo de Dios en Belén”. “Y sucedió que, estando en Belén, le llegó a María la hora del parto, y dio a luz a su Hijo primogénito; lo envolvió en pañales y le recostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada” (Lc. 2,6-7). En este tercer misterio recordamos donde vive el Vicario de Cristo, el Papa Benedicto XVI, pidamos por él, por todas sus necesidades y por todo el continente de Europa, que gracias a ellos recibimos
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la luz del Evangelio, y, ahora nos toca pedir para que este continente vuelva la ayuda que tanto ha dado el mundo en las misiones y para que siga habiendo frutos de entrega en las vocaciones misioneras. Padre Nuestro, diez Ave María, un Gloria. María Reina de las Misiones: Ruega por toda Europa Canto: Cantemos al Señor un canto nuevo Cantemos al Señor un canto nuevo, un canto a la mujer, porque ella es el pilar de nuestra historia, la aurora de la fe. Una mujer quisiste que sirviera, para ahuyentar las sombras de la noche, una mujer nos trajo luz al mundo, por ella Dios, bajó a ver a los hombres. Una mujer quisiste que quitara la espada de la mano del tirano, por la mujer nos vino Jesucristo, que nos libró glorioso del pecado. Cuarto misterio: “La Presentación del Niño Jesús en el Templo” “Y cumplidos los días de la purificación, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor, y para presentar como ofrenda un par de tórtolas o dos pichones, según lo mandado en la Ley del Señor” (Lc 2, 22-24). Meditemos en este cuarto misterio la humildad y sencillez de María y José. Y, pidamos al Padre por el continente de Oceanía, para que lleguen a él más misioneros que evangelicen y conozcan la Palabra de Dios y crezca el número de bautizados. Padre Nuestro, diez Ave María, un Gloria. María Reina de las Misiones: Ruega por todo el continente de Oceanía. Canto: Fue el Señor quien te hizo así Fue el Señor quien te hizo así, pura como luz de primavera, Dios en persona, te dio su verdad. Tu Señor te quiso así y fue la libertad tu compañera y fue tu cuna, la humildad. Hoy tu secreto María, yo vengo a contar y en el mar de tu alegría, quiero navegar, y si lograra que el mundo quisiera escuchar, tus maravillas María, le iría a contar.
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El Señor te hizo mujer y en tu corazón sembró ternura, y en el nacieron, mil frutos de paz. En tus manos el Señor puso el renacer de la esperanza y el resplandor de la humildad. Quinto misterio: “Jesús perdido y hallado en el Templo”. “Cuando tuvo Jesús 12 años, subieron a la fiesta, como era costumbre. Pasados aquellos días, al regresar, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo advirtiesen sus padres, y ocurrió que, al cabo de tres días, lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándoles y preguntándoles” (Lc 2, 42-43). El quinto misterio nos lleva a contemplar a Jesús cumpliendo la voluntad del Padre. Pidamos por todo el continente de Asia, para siga habiendo misioneros en todo el mundo y de manera especial por ese continente que vive continuamente en guerra, para que haya paz y reine la armonía y justicia entre todas las naciones. Padre Nuestro, diez Ave María, un Gloria. María Reina de las Misiones: Ruega por toda Asia Canto: “A ti Madre de Esperanza” A ti madre de esperanza, a ti madre del amor, a ti madre de los hombres, a ti, canto mi canción. Tú pones alegría en nuestra vida, tú eres ternura y comprensión, sonríes, esperas y nos llamas, cada día eres nueva ilusión. A ti madre de esperanza… Pidamos por las intenciones del Papa Benedicto XVI Padre nuestro…. Bendícenos oh María, hija del Eterno Padre, no permitas que ofendamos a Dios con pensamientos, en tus manos ponemos nuestra fe para que la aumentes. Dios te salve María… Bendícenos oh María, Madre del Eterno Hijo, no permitas que ofendamos a Dios con palabras, en tus
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manos ponemos nuestra esperanza para que la alientes. Dios te salve María… Bendícenos oh María, esposa del Espíritu Santo, no permitas que ofendamos a Dios con obras y deseos, en tus manos ponemos nuestra caridad para que la inflames, nuestras almas para que las salves y nuestras necesidades para que las remedies. Dios te salve María… Bendícenos ahora y siempre, oh María, templo y sagrario de la Agustísima Trinidad, Virgen concebida sin la culpa original. Dios te salve Reina y Madre de misericordia… Letanías en honor a la Virgen: Señor, ten piedad de nosotros. Ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad de nosotros. Ten piedad de nosotros. Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos. Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros. Dios, Hijo redentor del mundo, ten piedad de nosotros. Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros. Santísima Trinidad un solo Dios, ten piedad de nosotros. Santa Madre de Dios, ruega por nosotros. (En seguida se puede motivar a la comunidad para que digan alguna advocación de María o una alabanza y todos respondemos: Ruega por nosotros). Oración final: Señor y Dios nuestro, concédenos gozar de constante salud de alma y cuerpo y por los ruegos de la Virgen María, líbranos de las penas de esta vida y haz que alcancemos la alegría eterna. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén. María Reina de las Misiones: Ruega por nosotros. Dulce Madre…
Hna. María Roselia Tamez Tamez mrf Secretaria Nacional de OSPA y UEM OMPE México
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Viacrucis misionero La misi贸n implica a todos, todo y siempre
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El Viacrucis es una devoción que nos invita a meditar la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Es recorrer su camino con la Cruz a cuestas, es pensar por cuantos sufrimientos pasó por cada uno de nosotros, para salvarnos, para redimirnos y glorificarnos. Guía: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Todos: Amén. Guía: Hermanos y hermanas, estamos aquí reunidos para revivir y meditar el momento culminante de la existencia terrena de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, los sufrimientos de su pasión, muerte, triunfante resurrección. Consideremos los múltiples aspectos inherentes de sus sufrimientos, para estar mayormente atentos y sensibles a la presencia, junto a nosotros, de los que sufren en su cuerpo, en su mente, o en su espíritu. Confiados en el Padre, que ha ofrecido por nosotros a su Hijo y sostenidos por el Espíritu Santo, digamos juntos. Todos: Padre Nuestro…
I Primera Estación Jesús es condenado a muerte Todos: Guía: Todos:
Alabado sea mi Dios. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.
Y lo condenaron a muerte, pidiéndolo a gritos, sin detenerse a pensar en el gran delito que cometían, en la gran traición y en el gran pecado. Jesús, es condenado por amar a los demás, por sanar a los enfermos, por acompañar a las viudas y a los huérfanos, por llevar la paz a los oprimidos. Quién iba a decirnos que siendo Él la vida misma, le sería arrebatada por todos aquellos a quienes se las dio. Señor Jesús, pareciera que yo también estoy condenado (a) a la muerte por la enfermedad que sufro, por los dolores que voy padeciendo, sin embargo, gracias a tu muerte y resurrección, mi vida cobra sentido, mis penas y angustias se encaminan por la vía dolorosa al calvario para merecer después el gozo de la resurrección. Jesús, enséñame a sufrir por ti, por la salvación del género humano.
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Guía: Todos:
Señor pequé, ten compasión y misericordia de mí. Pecamos Señor y nos pesa. Ten piedad y misericordia de nosotros.
Padre Nuestro...
II Segunda Estación
Jesús con la cruz a cuestas Todos: Guía: Todos:
Alabado sea mi Dios. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.
Y te pesaba mi cruz, Señor. Te pesaban todos mis pecados y todo el mal de la humanidad. Y en esa cruz bendita, en ese madero que pusieron sobre tus hombros, Tú llevabas todo nuestro sufrimiento y padecer, sin reclamo alguno, sin protesta, ni siquiera con un gesto de dolor. Callado, silente, sumergido en ese abismo de amor que eres Tú mismo, en esa dádiva de tu mismo ser, para que nosotros tengamos vida y vida en abundancia. Señor, quiero poner yo también sobre mis hombros esta enfermedad que no me deja casi ni respirar; esta debilidad que me va asfixiando, que me hace detener cada suspiro para que no cale más el dolor y, desde esta cruz bendecida por Ti, mi Dios y Señor, llevarla con amor, sabiendo que la fuerza y el alivio me viene de Ti. Señor, que no claudique ante mi enfermedad, que no detenga mi paso, que no me acobarde, sino que viéndote a mi lado con la cruz que todos nosotros pusimos sobre tus hombros, te dé gloria y te bendiga siempre. Guía: Todos:
Señor pequé, ten compasión y misericordia de mí. Pecamos Señor y nos pesa. Ten piedad y misericordia de nosotros.
Padre Nuestro...
III Tercera Estación
Jesús cae por primera vez Todos: Guía: Todos:
Alabado sea mi Dios. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.
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Es el peso de mis pecados y el de todos mis hermanos; es la carga de mis miserias y fallas las que te hacen caer por tierra, las que te hacen doblar tus rodillas y besar el polvo del camino. Esta primera caída, me recuerda no sólo la primera vez que te ofendí, sino las mil y mil veces que te ultraje en los demás, que te ofendí en mis hermanos, sobre todo los más débiles, los más pequeños, los más desprotegidos. Señor, mírame a mí también caído por mis dolencias y enfermedades; mira mi cuerpo cansado de tanto padecer, de tanto luchar. Hoy que te veo caído, ayúdame a levantarme y desde mi sufrimiento, desde esta cama que cala por tantos días postrado en ella, ofrecerte todo mi ser y sufrir, todo mi amor, ayúdame para no permanecer caído. Te pido por todos mis hermanos misioneros que trabajan en el continente de África para que si tienen una caída, Tú les des la fuerza para levantarse y seguir el camino de la Evangelización. Guía: Todos:
Señor pequé, ten compasión y misericordia de mí. Pecamos Señor y nos pesa. Ten piedad y misericordia de nosotros.
Padre Nuestro...
IV Cuarta Estación
Jesús encuentra a su madre Todos: Guía: Todos:
Alabado sea mi Dios. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.
Qué momento tan único y especial, encontrarte con tu Madre, con Ella, que te llevó en su seno, que veló por ti en los primeros años de tu vida, la que te guió de niño, aún siendo Dios por los caminos de la vida. Permíteme también, Jesús, encontrarme con María, con la dulce Señora y Madre nuestra, para que sea Ella quien me sostenga en la enfermedad, para que sea Ella quien alivie mis dolores y pesares, para que sea Ella la que me conduzca a Ti, la que me muestre los gozos del sufrimiento asumido y ofrecido por la salvación del mundo entero. Señor, que mi encuentro con María, sea todos los días, porque siendo así seré fuerte en el dolor y la enfermedad. Guía: Todos:
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Señor pequé, ten compasión y misericordia de mí. Pecamos Señor y nos pesa. Ten piedad y misericordia de nosotros.
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Padre Nuestro...
V Quinta Estación
Simón de Cirene ayuda a Jesús a llevar la cruz Todos: Guía: Todos:
Alabado sea mi Dios. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.
Aquel hombre, quizá de aspecto un poco rudo te ayudó a cargar la cruz, a caminar por unos momentos más ligero, al subir la pendiente del calvario. Sus gestos de generosidad y de bondad fueron los que te hicieron aceptar su ofrecimiento. Yo también puedo ser ese cirineo, cargando tu pesado madero; yo puedo ser ese hombre o mujer, niño, joven adulto o anciano, ese cirineo que olvidando un poco el peso de su propio dolor, y siendo consciente de tantos hermanos que trabajan en tierras de misiones, lejos de su patria, de su familia, de los que ellos aman, lo dan todo y te dicen: quiero llevar tu Evangelio, tus mandatos, tu doctrina, quiero ser tu testigo ante todas estas personas de Asia, África, América, Europa y Oceanía. Permíteme, Señor ser tu cirineo y ofrecerte mis sacrificios, oraciones y pesares, para que estas personas en tierras de misiones, a través de los misioneros, te conozcan, te amen y te sirvan. Guía: Todos:
Señor pequé, ten compasión y misericordia de mí. Pecamos Señor y nos pesa. Ten piedad y misericordia de nosotros.
Padre Nuestro...
VI Sexta Estación
La Verónica limpia el rostro de Jesús Todos: Guía: Todos:
Alabado sea mi Dios. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.
Como ella, como esta valiente mujer que atreviéndose a caminar entre la gente, se acercó a Ti para enjugar tu rostro, así, Señor, yo quiero enjugar las lágrimas de los demás, de todos los que sufren, de todos los que postrados en la cama de un hospital o en su misma casa, ya no pueden levantarse. Que mis acciones sean como ese lienzo suave que limpió todas tus heridas, que te llevó un poco de alivio, que enjugó con sus lágrimas y besos tu rostro marcado por los tormentos que ibas padeciendo; así, Señor, sea mi trabajo diario, mi oración y mis obras, ese bálsamo que ayude en su andar a todos los
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que sufren en el alma y el cuerpo algún malestar, que limpie el rencor de tantos que viven en el odio y que no te conocen, que limpie el sudor de tantos misioneros incansables que dispersos por todos los continentes no se cansan de pregonar tu amor y tu ternura. Señor, que siempre vea el rostro de los demás, que enjugue sus lágrimas y los conduzca hacia Ti. Guía: Todos:
Señor pequé, ten compasión y misericordia de mí. Pecamos Señor y nos pesa. Ten piedad y misericordia de nosotros.
Padre Nuestro...
VII Séptima Estación
Jesús cae por segunda vez Todos: Guía: Todos:
Alabado sea mi Dios. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.
De nuevo estás caído, de nuevo tu rostro cae sobre la tierra por el peso de la cruz y el sufrimiento de nuestros pecados. Y en esta caída más fuerte, más pesada, más dolorosa, tu pensamiento siempre amoroso: “Perdónalos porque no saben lo que hacen”. Señor, yo he caído no una ni dos veces, sino tantas, tantas que a veces pareciera me quedo postrado(a) en el mismo fango, en el mismo lodo del mal y del pecado, pero al contemplarte así, me duelo y me arrepiento de mis propias caídas y miserias, me duelo y avergüenzo de mi proceder tan injusto y lleno de iniquidad, y desde esta condición te pido perdón, te imploro también por todos los pecados de la humanidad, Jesús, que no permanezca caído (a), sino que al verte postrado en tierra, me ayude a levantarme cada día, me ayude a ofrecerte todo cuanto soy y pueda ser. Señor, ayúdame a ponerme en pie y seguir hasta llegar a Ti. Te pido, Señor, por nuestro continente de América para que sepamos ayudarnos unos a otros y que nuestra oración pueda ser bálsamo para todos aquellos que trabajan en las misiones en nuestro continente Americano. Guía: Todos:
Señor pequé, ten compasión y misericordia de mí. Pecamos Señor y nos pesa. Ten piedad y misericordia de nosotros.
Padre Nuestro...
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VIII Octava Estación
Jesús reprende a las hijas de Jerusalén Todos: Guía: Todos:
Alabado sea mi Dios. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.
Señor, yo como ellas, como esas mujeres de Jerusalén que, movidas por el dolor de tu sufrimiento, se acercaron a ti, olvidándose de sus propias miserias, así me acerco a Ti, reconociendo todas las faltas y pecados que he cometido contra Ti, contra mi prójimo y contra mí mismo (a). Que el dolor que voy experimentando por todas mis caídas y tropiezos, por todas mis debilidades y flaquezas, me acerquen más a Ti y me lleven al arrepentimiento y al dolor de mis pecados. Que en este viacrucis, yo me detenga, me entristezca y me convierta de nuevo, para vivir conforme a tu voluntad, conforme a tus mandatos. Señor, que me duela siempre del mal que he cometido. Guía: Todos:
Señor pequé, ten compasión y misericordia de mí. Pecamos Señor y nos pesa. Ten piedad y misericordia de nosotros.
Padre Nuestro...
IX Novena Estación
Jesús cae por tercera vez Todos: Guía: Todos:
Alabado sea mi Dios. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.
Es tu tercera caída, es tu caída más dolorosa. Poco falta para llegar al monte Calvario, para ser crucificado, para estar pendiente de la cruz, para consumar nuestra redención. Y yo sigo aferrado a los placeres de la vida, a los caprichos míos y de los demás, yo sigo cargándote la cruz, haciéndola más pesada, más dolorosa. Yo sigo ensangrentando todo tu cuerpo llagado, sigo clavando más espinas en tu cabeza, en tu corazón herido. Hasta cuándo, Señor, seguiré siendo el peso de tu cruz para que sigas caído, para que permanezcas con tu rostro en tierra.
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Dame tu fuerza Señor, dame la valentía para anunciar tu nombre, para trabajar por ti y para ti, para hacer de mi vida y de mis actos, una ofrenda agradable a tus ojos, para que desde el lugar donde esté, sea tu discípulo misionero, llevando a los demás tu Palabra y tu amor. Señor, ayúdame a levantarme de mis caídas. Mi oración en unión por los misioneros que desgastan su vida en el continente de Europa, promoviendo para que no decaiga la fe en Ti. Guía: Todos:
Señor pequé, ten compasión y misericordia de mí. Pecamos Señor y nos pesa. Ten piedad y misericordia de nosotros.
Padre Nuestro…
X Décima Estación
Jesús es despojado de sus vestiduras Todos: Guía: Todos:
Alabado sea mi Dios. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.
Y te quitaron tus ropas. Poco a poco te fueron despojando de aquella túnica ensangrentada, dejándote desnudo, como al peor de los malhechores, como al peor de los hombres sobre la faz de la tierra. Señor, hoy quiero pedirte que yo también sea despojada de todo aquello que me aparta de Ti: de mis posturas egoístas y cobardes, de mis actitudes prepotentes y orgullosas, de todo lo que me atrae del mundo. Señor, ayúdame para que siempre esté dispuesto a cumplir tu voluntad. Guía: Todos:
Señor peque, ten compasión y misericordia de mí. Pecamos Señor y nos pesa. Ten piedad y misericordia de nosotros.
Padre Nuestro…
XI Decimo primera Estación Jesús, es clavado en la cruz
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Alabado sea mi Dios.
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Guía: Todos:
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.
Jesús, el Hijo de Dios, es martillado con tres clavos para sujetarlo a la cruz que llevó a cuestas hasta el monte Calvario. Ahí está suspendido, cumpliendo una condena que no era suya, como el peor de los malhechores. Señor, al verte clavado en la cruz, vienen a mi mente tantas y tantas culpas que he cometido, tantos pecados míos que han lacerado tu cuerpo, tu corazón divino. Y yo sigo pecando, ofendiéndote, lastimándote en mi hermano que está a mi lado; sigo clavándote más clavos, más espinas con mis atropellos a la dignidad de los demás. Jesús, mi Dios y Señor, perdona mis culpas y dame la gracia de enmendarme. Concédeme vivir de cara a Ti, a tu doctrina, a tu amor. Dame un espíritu misionero para ser testigo tuyo, Te ofrezco mis oraciones, obras y acciones por todos los que en tierras lejanas predican tu nombre y extienden tu Reino, por toda Asia y Oceanía. Guía: Todos:
Señor pequé, ten compasión y misericordia de mí. Pecamos Señor y nos pesa. Ten piedad y misericordia de nosotros.
Padre Nuestro…
XII Décimo segunda Estación Jesús, muere en la cruz
Todos: Guía: Todos:
Alabado sea mi Dios. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.
Después de decir sus últimas palabras, testamento para la humanidad entera, Jesús muere en la cruz. “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”. Y en ese perdón divino, yo soy perdonado (a); en ese gesto máximo de amor al entregar su vida por nuestra salvación, todos quedamos redimidos. Gran misterio de amor, único, como único es el Hijo de Dios, Jesucristo. Único, como el amor que me tiene a mí y a cada uno en particular. Señor Jesús, me duelen mis ofensas y pecados, me duele el haberte ofendido. Hazme morir a mis caprichos y egoísmos, a mis pasiones y debilidades. Hazme morir día a día, para que asemejándome a Ti, pueda estar contigo en la eternidad.
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Señor pequé, ten compasión y misericordia de mí. Pecamos Señor y nos pesa. Ten piedad y misericordia de nosotros.
Padre Nuestro…
XIII Décimo tercera Estación Jesús, es bajado de la cruz
Todos: Guía: Todos:
Alabado sea mi Dios. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.
Jesús es bajado de la cruz y puesto en los brazos de su Madre, en su regazo como al nacer, pero ahora muerto, sin vida, por darnos la vida eterna, por abrirnos las puertas del cielo. María lo contempla y llora, lo abraza y se une a su pasión y muerte, en silencio, siendo corredentora del género humano. Que nosotros al contemplar a Jesús en brazos de nuestra Madre, la Virgen María, comprendamos este misterio de fe y de amor, este regalo del mismo Dios que muere por mi salvación, por la del mundo entero. Señor, por tu pasión y muerte, por tu sacrificio, concede a los paganos que un día te conozcan y lleguen a Ti. Guía: Todos:
Señor pequé, ten compasión y misericordia de mí. Pecamos Señor y nos pesa. Ten piedad y misericordia de nosotros.
Padre Nuestro…
XIV Décimo cuarta Estación Jesús es puesto en el sepulcro
Todos: Guía: Todos:
Alabado sea mi Dios. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.
“En verdad les digo: Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo, pero sí muere, da mucho fruto”.
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Señor Jesús, cuántos sufrimientos han sido cubiertos y olvidados por una piedra. Tu vida ha sido captada sólo después de tu muerte. Señor, Jesús que nunca me olvide de Ti, que mi vida sea para dar testimonio de Tu existencia. Que sepa luchar contra viento y marea hablando y proclamando tu Reino. A pesar de que hay momentos oscuros sé que Tú estás conmigo y me das esa luz, fuerza y seguridad, para dar alegría y esperanza de vida. Señor, enséñame a darme a los demás. Guía: Todos:
Señor pequé, ten compasión y misericordia de mí. Pecamos Señor y nos pesa. Ten piedad y misericordia de nosotros.
Padre Nuestro…
XV Décimo quinta Estación Jesús resucita al tercer día
Todos: Guía: Todos:
Alabado sea mi Dios. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.
Como lo habías dicho Jesús. “Destruyan este templo y Yo lo reconstruiré en tres días”. Haz resucitado, has vencido a la muerte y al pecado, nos has abierto las puertas de la gloria. Muerte, ¿dónde está tu victoria, dónde está tu aguijón? Y con tu Resurrección nos indicas el camino que debemos vivir, la senda que hemos de caminar para llegar a la verdadera vida, para llegar a Ti. Jesús y Dios mío: que tu Resurrección me haga a mí también resucitar de la vida del pecado a la vida de la Gracia; de la vida sin sentido a una vida donde Tú seas el centro, el único y verdadero amor que impregne toda mi vida. Y con esta nueva vida, ayúdame a ofrecer todo por la conversión de quienes no te conocen todavía, de quienes conociéndote te han dado la espalda, de quienes, dejando todo se han aventurado por tus caminos en tierras de misiones. Guía: Todos:
Señor pequé, ten compasión y misericordia de mí. Pecamos Señor y nos pesa. Ten piedad y misericordia de nosotros.
Padre Nuestro…
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Oración final: Señor hemos recorrido tu camino de la cruz hasta llegar al calvario donde te diste por nosotros, por la redención de nuestras faltas, por nuestra salvación, pero, no te quedaste ahí, resucitaste y eso nos llena de gozo al saber que también un día resucitaremos para vivir contigo en la gloria eterna. Te damos gracias Padre, por todos los beneficios que nos das a cada instante y te pedimos que nos des la perseverancia en la fe, la esperanza y el amor, te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, que siendo Dios vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
Hna. María Roselia Tamez Tamez, mrf Secretaria Nacional de la OSPA y UEM OMPE México
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Oraciones La misi贸n implica a todos, todo y siempre
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I. Oración de San Patricio Para pedir el espíritu misionero San Patricio es conocido como el Evangelizador de Irlanda. Él mismo oraba de modo que el Señor le moviera el corazón a dar su vida por el anuncio del Evangelio. A partir de sus palabras, proponemos la siguiente oración para pedir el espíritu misionero1 (San Patricio, Confesión, Cap.14-16; PL53, 808-809). ¿Quién soy yo, Señor, o cuál es mi vocación, pues que me has colmado de tantos dones divinos? En efecto, a cualquier lugar que vaya, tengo motivo de alegrarme y proclamar la grandeza de tu nombre entre los gentiles, no sólo en las circunstancias prósperas, sino también en las adversas. Yo no sabía que tú me habías destinado a acometer una obra tan santa y maravillosa como es la de imitar a aquellos a los que ya antes habías predicho que anunciarían tu Evangelio en testimonio para todos los gentiles. ¿De dónde me puede venir la sabiduría para anunciarte, a mí, que no conozco tantas cosas? ¿De dónde me viene el don tan grande y tan saludable de conocerte y amarte? ¿De dónde sacaré fuerzas para salir de mi casa o incluso de mi patria a anunciarte a quien no te conoce, aceptando los retos difíciles del mundo de hoy, los falsos principios que plantea y el embate de tantos que buscan, consciente o inconscientemente, borrar tu memoria de la vida del hombre? Sólo de ti, Señor, me puede venir esa fuerza, ese amor, ese conocimiento y esa paz. Quiero anunciarte, quiero anunciar tu Palabra y hacerla resonar en el corazón de todos, de quienes la han olvidado y de quienes nunca la han escuchado. Y por ello estoy dispuesto a todo. Y, si fuere hallado digno, estoy dispuesto también a dar mi vida por tu nombre, al momento y sin resistencia alguna. Mi deseo es gastar mi vida, en la misión, hasta la muerte, si tú Señor, me concedes esta gracia. Quiero esperar que se cumpla tu promesa, de que todos los pueblos vengan a tu luz, para conocerte y amarte. Que tu salvación, Señor, llegue en plenitud a nuestro mundo, y que todos tus hijos seamos agentes generosos de tu Paz y de tu Amor. Amén. Pbro. Juan Francisco A. Espino Godínez Secretario Nacional de la PUM OMPE México
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El texto que aparece en itálicas son palabras textuales.
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II. Oración del enfermo por las misiones Señor, otro día más que me concedes de vida, otra nueva oportunidad para responder al maravilloso amor que me das, a la gracia que derramas sobre mí, al llamado de tu voz que me invita siempre a ir en pos de Ti. Deja que toda mi persona, a través de todo lo que Tú mismo me permites ser y hacer, te ofrezca, desde el primer instante del día, desde que el alba anuncia su llegada, mis trabajos, oraciones, penas y sufrimientos, toda esta enfermedad que día a día me consume, todos los dolores que poco a poco van minando mi cuerpo, mi salud, mi ánimo. Todo lo pongo en tus manos, todo lo hago ofrenda puesta en manos de María Santísima, nuestra Madre y Señora, para que te sean agradables, para que suban a ti como un sacrificio que, puesto en tus divinas manos, se conviertan en gracias abundantes: por todas las personas que no te conocen, por los que hacen posible que tu Palabra y tu Evangelio lleguen a tantos países donde tu nombre no es conocido y amado, por todas las misiones del mundo. Señor, mi dolor y sufrimiento de este día pongo en tus manos de Padre, y en unión con Cristo tu Hijo, las ofrezco con todo el amor de que soy capaz, porque sé que a través de tu Santo Espíritu, Tú me darás la gracia para ser fiel en todo lo que viene de ti y tiende a ti. Señor, que no me canse nunca de alabarte, de glorificarte, de adorarte, en cada momento de mi vida, en cada instante de todos los días que Tú mismo me regalas. Por Cristo nuestro Señor, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. Profa. María Magdalena Tamez Tamez OMPE México
III. Oración misionera juvenil para el DOMUND Señor Jesús, Tú que nos has llamado y enviado a llevar tu mensaje de salvación a todos aquellos que no te conocen danos la fuerza de tu Espíritu Santo para obedecer al Padre y ser tus discípulos misioneros en medio de un mundo violento; ayúdanos a cultivar los valores que encontramos en tu Palabra y ser testigos de tu resurrección con nuestra propia vida. Que seamos capaces de salir, a buscar y llevar tu Palabra a quienes no te conocen o se han olvidado de ti. Queremos unirnos todos los bautizados, los jóvenes cristianos, especialmente en este Domingo Mundial de las Misiones y con María Reina de las Misiones, deseamos llenarnos de ti, para tratar de cambiar las sombras en luz, la violencia en paz, ser jóvenes enviados de tu justicia, de tu amor, de tu libertad. Amen. Pbro. Carlos Navarrete Medina Secretario Nacional de la PF y Asesor Nacional de la LMJ OMPE México La misión implica a todos, todo y siempre
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IV. Oración misionera de los niños Papá Dios, tú me has dado la vida, has permitido que te conozca y te ame como mi mejor amigo. A ti que siempre me acompañas y me has dado todo lo que tengo, hoy quiero ser generoso como tú me has enseñado, por eso pongo ante ti mi vida, para que todos los niños del mundo que no han oído hablar de ti, te conozcan y sean también tus amigos. Te doy mis manos para que todos los sacerdotes que ofrecen al mundo el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, también lo ofrezcan con su testimonio de vida y sean consuelo y presencia de tu amor para todos los niños que no son amados. Te doy mis pies para que todos los misioneros que recorren largos caminos anunciando el Evangelio, sean recompensados por tu paz y alegría en el servicio y donación de su vida. Te doy también mi boca para que todos los niños que te hemos conocido, seamos valientes y nunca nos avergoncemos al hablar de ti. Te doy mi corazón para que todos los hombres nos veamos como hermanos y de este modo nos ayudemos, seamos caritativos, comprensivos, nos amemos como tú nos amas y seamos dadivosos con los que más necesitan. Todo mi ser es tuyo, Señor, por todos los niños que sufren, pasan soledad y miedo por las guerras y la gente mala que quebranta sus derechos. Jesús, que tu Santo Espíritu suscite en tu Iglesia muchos niños que te conozcan y te amen, para que todos unidos y consagrados a ti como discípulos y misioneros, ayudemos con nuestra vida y oración a que todos te conozcan y te amen. Por la intercesión de la Virgen María, nuestra mamá, danos vocaciones misioneras que quieran ir allá donde nadie ha oído hablar de ti, donde no hay esperanza, para que se enciendan la luz de la fe y descubran en ti la salvación. Sé que tú no fallas pues eres mi amigo fiel y por eso confío en ti, confía también en mi y cuenta conmigo para darte a conocer con mi vida, si tú quieres deseo ser auténtico discípulo y misionero tuyo. Amén. Pbro. Aldo Israel Estrella García Secretario Nacional de la IAM OMPE México
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Actividades Misioneras La misi贸n implica a todos, todo y siempre
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I. Kilómetro misionero Es una forma de animar misioneramente y de recabar recursos para la misión. En un sitio visible y representativo de la ciudad, se reúne un grupo entonando cantos misioneros y con un altavoz, se habla de las necesidades que tienen tantas personas en muchos lugares del mundo y de la más grande de todas: Que Cristo sea conocido en todos los rincones de la tierra. Se invita a las personas que se van reuniendo, a que coloquen una moneda de 10 pesos (o de 5) y se van colocando una por una en fila, delineada previamente con gis o con cinta adherible; con el propósito de enviar misioneros a tierras de misión. Así se continúa hasta completar un kilómetro, sitio en el cual se hace una animación más grande, dando cifras misioneras y motivando a cumplir el mandato misionero de Cristo: “Vayan por todo el mundo y lleven el Evangelio a toda creatura”.
II. Bicimisión Se adornan las bicicletas de miembros de un grupo comprometido de la parroquia con carteles misioneros, los cuales llevarán escritos frases cortas que nos hagan reflexionar en nuestro deber y derecho de llevar a Cristo a todos los que no lo conocen o se han olvidado de Él, como por ejemplo: “Cristo da la felicidad: anunciémoslo”; “Desde nuestro bautismo somos misioneros”; “Somos discípulos y misioneros de Cristo”; “vamos con Cristo”; “Jesús nos envía a amar”; “Sigue a Cristo y anúncialo”; “Unámonos en Cristo”, etc. Así se da la vuelta a la colonia, al pueblo o a la isla (esta actividad la realizan los jóvenes de LMJ en Cozumel). Las Bicicletas van adornadas con globos y serpentinas, precedidas por una camioneta con altavoz, entonando cantos y motivaciones misioneras. En la meta esperan el resto del grupo coreando porras misioneras, y dando reconocimientos a quienes participaron en la BICIMISION, y haciendo una colecta entre los asistentes; también pueden ir al final de las bicicletas, otras dos más lentamente, con alcancías recolectando entre los que se paran a ver pasar el séquito.
III. Concurso de porras misioneras Se convocan a los diferentes grupos de la parroquia en un lugar visible de la comunidad y en donde puedan ser apreciados por otras personas que pasen por ahí (atrio, plaza cívica, etc.), para presentar una o varias porras misioneras, ejemplo: “Con Cristo y con María, llevemos el Evangelio con alegría”, “Busquemos compartir la felicidad, de Cristo a la humanidad”; “Creemos en Cristo primero, para llevarlo al mundo entero” y porras más variadas y completas, con el único requisito que hablen del envío que nos hace Jesucristo de llevar la Buena Nueva a otros que no la conocen. Entre los asistentes y espectadores se hace la colecta misionera para el DOMUND.
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IV. Concurso de cantos misioneros Se convoca a diferentes grupos y coros juveniles a presentar cantos inéditos con el único requisito indispensable que sean temas misioneros, que inviten a ir a hacer discípulos de Cristo por todos los lugares, se darán premios a las mejores composiciones; se presentan en algún auditorio o lugares públicos, se hará una buena promoción entre las parroquias participantes, se dirá un mensaje misionero entre canto y canto, haciendo una colecta para el DOMUND entre los asistentes.
V. Camino misionero para el mes de octubre de 2011. El objetivo de esta actividad es dar un sentido propio a cada día del mes de octubre, mes misionero, para “hacer camino misionero” en pos de Cristo y para celebrar el Domingo Mundial de las Misiones. Se puede poner una imagen de Jesús o de María en un lugar visible y una huella por cada día para irla pegando en el piso “paso a paso” o sea, “día a día”. Se puede enriquecer la actividad con un momento de oración de los niños o adolescentes participantes y al momento de pegar la huella con la lectura del ofrecimiento del día. Una variable puede ser un florero o un calendario al estilo del que se usa en Navidad al cual se le vaya añadiendo símbolos o flores con el ofrecimiento del día.
Día
Intención
Ofrecimiento
01 Sábado
Para que en este mes misionero todos los bautizados asumamos nuestro compromiso misionero y colaboremos Rezaré 3 Aves Marías. con nuestra oración, sacrificios y aportación económica.
02 Domingo
Para que los misioneros que se sienten impotentes y tristes por la pobreza material y espiritual de quienes no conocen a Jesús, sean dóciles al Espíritu de Dios y confíen en la Providencia de Dios.
Asistiré a la misa dominical y ofreceré la comunión Sacramental o espiritual por los misioneros.
03 Lunes
Para que surjan muchas vocaciones misioneras que Haré una oración pidiendo anuncien el Evangelio en tierras lejanas, donde todavía no vocaciones misioneras. conocen a Jesús.
04 Martes
Para que los jóvenes que han sentido el llamado de ser discípulos misioneros de Jesús, sean generosos y respondan Rezaré tres Padre Nuestro. fielmente como lo espera Él.
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05 Miércoles
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Para que los misioneros que conocemos a Jesús, seamos Invitaré a 3 amigos a rezar por las valientes e invitemos a otros niños a ser misioneros y misiones. discípulos de Jesús.
06 Jueves
Para que los niños que no conocen a Jesús, a través de los Haré una comunión espiritual. misioneros le conozcan y le amen.
07 Viernes
Para que los misioneros sean como Jesús que acoge a Trataré bien a mis hermanos y los niños con cariño, especialmente aquellos que son amigos. maltratados y explotados.
08 Sábado
Rezaré el rosario misionero e Para que los misioneros que sufren y se sienten solos, invitaré a mi familia que me encuentren en la Santísima Virgen consuelo y paz. acompañe.
09 Domingo
Para que las familias sean promotoras de vocaciones Escucharé con mucha atención misioneras por su oración y testimonio de vida. en la Eucaristía de hoy.
10 Lunes
Rezaré un Padre Nuestro al Para que los misioneros que se han consagrado a Dios sean levantarme y uno antes de fieles y por su testimonio muchos niños conozcan a Jesús. dormirme.
11 Martes
Para que los misioneros encuentren a Jesús en la alegría del Hablaré de Jesús a tres personas. servicio a los más pobres.
12 Miércoles
Para que los misioneros que pasan hambre, reciban el Tomaré agua natural en lugar de alimento del cuerpo y la Eucaristía, alimento que fortalece jugo o refresco. y conforta en la misión.
13 Jueves
Para que Dios conceda a su Iglesia muchos y santos Haré una visita a Jesús en el sacerdotes que hagan presente a Jesús en los lugares donde Sagrario. se vive en la ignorancia de la fe en Jesucristo.
14 Viernes
Consumiré con gusto todo lo Para que los misioneros que se ven en tentaciones, sean que mamá prepare para comer valientes y confíen en la gracia de Dios. sin desperdiciar nada.
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15 Sábado
Rezaré el rosario misionero Para que los misioneros que están enfermos, se sientan e invitaré a mi familia a acompañados por la Santísima Virgen que es Madre de acompañarme y además a algún Dios y Madre nuestra. compañero o amigo.
16 Domingo
Para que todos los católicos conozcamos a Jesús y le Recibiré a Jesús Eucaristía con amemos de tal forma que le demos a conocer por nuestra devoción. vida y nuestra fe. Haré una comunión espiritual.
17 Lunes
Para que los misioneros que tienen pruebas difíciles se Invitaré a mis padres a hacer una sientan fortalecidos por la oración que los niños misioneros oración por los misioneros. realizamos por ellos.
18 Martes
Para que los misioneros que están desanimados por el poco Haré todos los favores que hoy fruto de su trabajo, encuentren en Jesús su recompensa y la me pidan. paz.
19 Miércoles
Por los niños misioneros que se encuentran en tierra de misión, para que su testimonio sea ejemplo de la amistad Trataré bien a mis amigos y que tienen con Jesús e inviten a otros a acrecentar su amistad compañeros. con Dios.
20 Jueves
Para que los sacerdotes que con su vida son presencia Haré con responsabilidad mi de Dios, ahí donde no le conocen, Jesús a través de ellos tarea. acreciente la fe y la esperanza en nuestros hermanos.
21 Viernes
Para que los misioneros que están solos encuentren en Jesús Dejaré de comer dulces o lo que la mejor compañía y Él los sostenga y fortalezca su fe. más me gusta.
22 Sábado
Rezaré el rosario e invitaré a Para que los niños conozcan a la Santísima Virgen por el mi familia a acompañarme y a anuncio de los misioneros. otra familia de alguno de mis compañeros o amigos.
23 Domingo
24 Lunes
Para que todos generosamente.
colaboremos
en
las
misiones
Pondré mucha atención en misa y donaré mi domingo por las misiones.
Para que todos los niños del continente de África, conozcan Haré tres obras de caridad con a Jesús y conociéndole experimenten aún en medio de la los pobres: oración, limosna, mi pobreza la alegría de ser amigos de Jesús, que les ama. tiempo.
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25 Martes
Para que los niños de América seamos valientes y deseemos Invitaré a mi familia a hacer una ser misioneros y discípulos de Jesús, que nos bendice con obra de caridad. la fe.
26 Miércoles
Para que los niños de Europa conozcan a Jesús y se Seré respetuoso y agradecido conserven fieles al Evangelio. con mi maestro (a).
27 Jueves
Para que los niños de Asia conozcan a Jesús y descubran su Compartiré algo con amistad. compañero de la escuela.
28 Viernes
Para que los niños de Oceanía conozcan a Jesús y por ellos Hablaré con la verdad. sus papás crean en el Evangelio.
29 Sábado
Para que los jóvenes que rechazan a Jesús se den la Rezaré el rosario Misionero. oportunidad de conocerle e imiten sus actitudes.
30 Domingo
un
Para que Dios suscite en la Iglesia muchos religiosos y religiosas que enamorados de Cristo, quieran ir a anunciar Llevaré una ofrenda a la misa su Evangelio a tierras donde nadie ha escuchado hablar de dominical (despensa, dinero). Él.
Pbro. Aldo Israel Estrella García Secretario Nacional de la IAM OMPE México
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Notas
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Esta obra se terminĂł de imprimir en: julio de 2011, en la planta Industrial de: Impresora y Editora Xalco S.A. de C.V. J.M. MartĂnez 301, col. Jacalones, Chalco Edo. de MĂŠxico C.P. 56600 Tel. (55) 5784-6177