2 minute read
OPINIÓN
Asesorías necesarias
Por Nicolás Samper C. Especial para EL FUTBOLISTA
Advertisement
María Isabel Urrutia es, sin dudarlo, una de las más grandes deportistas que nuestra nación ha dado. Aquella hazaña en Sydney sigue siendo una de esas postales con las que el corazón colombiano se hincha cada día más. Hoy ella, una trabajadora incansable y capaz –de hecho, lo demostró siempre– tiene una dura misión en la que seguramente no será inferior al reto expuesto y es comandar el Ministerio del Deporte. Para eso, María Isabel seguramente hará acopio de sus propias experiencias: alguna vez que tuve la oportunidad de hablar con ella me contaba sobre las tremendas vicisitudes que vive un deportista con respecto a su federación. En muchas ocasiones tuvo que hacer de tripas corazón para poder escalar los peldaños que la llevaron a los grandes objetivos que siempre se trazó en su mente. Es que la falta de apoyo, las complicaciones, cierta desidia y desdén de los regímenes federativos resultan en ocasiones nocivos para que un individuo consiga desarrollar su talento. y lo peor, esperando a que fuera hora de irse a la competencia, conspira contra los intereses de cualquiera. Por eso a nuestra flamante ministra le corresponde también hacer un paneo inicial para encontrar voces que le ayuden en torno a saber manejar uno de esos potros indómitos que tiene el deporte y en este caso estamos hablando del fútbol. Por eso me sorprendió cuando, por TV, María Isabel habló de Acolfutpro como un “club de amigos”, como si una lucha que se dio desde hace ya varios años y que encabezaron hombres de la talla internacional de Óscar Córdoba, Iván Ramiro Córdoba y Fabián Vargas entre otros, no fuera un interlocutor válido para mejorar las condiciones laborales del gremio. Una asociación no es precisamente un convite de amiguetes –expresión que uno sí podría adjudicar a la dirigencia del fútbol en este país, acostumbrada en muchos casos a hacer de común acuerdo y con extraños contubernios y acuerdos nebulosos lo que se les da la gana con el talento, que son los jugadores–, como ella lo insinuó y ha ganado batallas muy importantes en torno a la
Una asociación no es precisamente un convite de amiguetes —expresión que uno sí podría adjudicar a la dirigencia del fútbol en este país, acostumbrada en muchos casos a hacer de común acuerdo y con extraños contubernios y acuerdos nebulosos lo que se les da la gana con el talento, que son los jugadores—”.
Y recordábamos que en muchas ocasiones a María Isabel le tocó, por poner solamente un ejemplo de lo que deben atravesar los deportistas de cualquier categoría en esta nación que a veces es tan pesada de cargar sobre los hombros, dormir en estaciones de metro porque era tal la improvisación en cuanto a viajes y protección del deportista, que ese escenario, el de quedarse en una banca esperando a que amaneciera formalización de una profesión que por años fue irrespetada y maltratada por la dirigencia de nuestro fútbol y que además es interlocutor válido en términos de sindicato, de acuerdo a la FIFPRO.
Vale la pena que, a partir de esa primera salida en falso, la ministra reflexione, se asesore más y revise ciertas posturas que van en contra de lo que, supongo, ella misma busca en su labor como ministra.