EFESIOS 4 LA UNIDAD ORGÁNICA DE LA IGLESIA Intentar en cortas líneas comentar todo este capítulo sería un desafío perdido. Sin embargo, si tuviésemos que resumir en cortas palabras cual es la intención del apóstol Pablo en estos textos, tendríamos que decir que desea que los hermanos de Efeso habiendo comprendido la excelencia del origen de la iglesia como tal, ahora se enfoquen en crecer y cumplir con la misión que Cristo nos ha dejado, reflejando en todo momento la unidad del cuerpo. Esta “unidad” no es una en la que desaparece todo rasgo individual, sino una en la que la diversidad de se somete a la obra del Espíritu que proveerá los recursos para que este cuerpo sea uno. LA UNIDAD GLORIOSA DE LA IGLESIA: Viviendo bajo el poder y la autoridad de Jesucristo
vs. 1-4
El misterio revelado En base a la gloriosa revelación del “misterio” revelado que es Cristo mismo, y el alumbramiento final del pueblo escogido de Dios en la eternidad - es decir, la Iglesia de Cristo, el verdadero Israel de Dios - Pablo da a conocer la excelencia de su ministerio. Pablo, además, desea que los hermanos en Efeso comprendan el privilegio ha haber sido adoptados, hechos coherederos y miembros de las mismas bendiciones y promesas que los judíos. La Iglesia de Cristo no es solo el pueblo de Dios a secas, sino que es el mismo Cuerpo místico de Cristo, asi que, la iglesia es “inseparable de Cristo mismo. Esta unida a él por la obra de la cruz. No solo fuimos escogidos antes de la fundación del mundo para ser sus hijos y miembros de su pueblo, fuimos escogidos en la eternidad ”en Cristo” - fuimos justificados y santificados “en Cristo”. No existe la Iglesia “sin Cristo” - la elección soberana de Dios de un pueblo para sí fue posible gracias a la obra vinculante “de Cristo” en la eternidad - fuimos vinculados a su muerte, a su justicia y a su santidad. Asi que, los miles o millones de creyentes de todos los tiempos que creyeron en el Salvador que vendría junto con los que creyeron en el Salvador que vino, constituímos una sola familia.
Efesios 3:6
Efesios 1:1-14 Note todos los “en Cristo” y los “en él” y los “por medio de”.
Efesios 3:14-15
El concepto de la unidad orgánica de la iglesia es un punto importante en la exposición del apóstol. Al leer el capítulo entero nos damos cuenta de que la unidad de la Iglesia no proviene de un poder externo a ella, sino interno. Es Cristo mismo quien atrae hacia sí mismo a cada uno de sus integrantes para “ser uno” Este pensamiento ya fue manifestado por Cristo mismo en Juan 17 y nos revela parte del eterno plan de redención. En la oración de Jesús en Juan 17 verso 11 se nos revela lo siguiente “Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.” Generalmente cuando pensamos en el acto redentor tendemos todos a fragmentar a Dios, ya que, solo pensamos que somos producto del gran amor y obra de Cristo, y, no digo que este mal, sin embargo, cometemos un error teológico al no considerar la Unidad de la Trinidad. No solo somos un pueblo salvado, somos “pueblo adquirido por Dios” - somos producto de la gracia de la bendita Trinidad obrando en conjunto en el acto redentor. Cuando fuimos salvados lo fuimos por el trabajo del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Todos en diferentes roles individuales pero, aún así, participando activamente en la consubtancialidad del propio ser. Efesios 3:10 Lucas 15:10 I Pedro 1:12 Apoc. 5:11 ss.
Nuestra salvación es la obra de una Unidad Infinitamente Perfecta. Por lo tanto, la espectativa de Cristo mismo es que la Iglesia, su Iglesia llegue a ser reflejo de la Unidad de la trinidad. La Iglesia debe extender la gloria de la de Dios no solo en el mundo sino en todo lugar celestial, siendo protagonista de la acción de gracia y poder de Dios ante todas sus criaturas, incluyendo a los ángeles. Al nacer de nuevo somos unidos místicamente como miembros al cuerpo de Cristo. La iglesia es la prueba máxima de la Justicia y la Misericordia de Dios. Dios no solo no nos destruyó como raza caída en pecado, sino que además, decidió escoger de entre todos “un pueblo para sí” - para traer gloria a su nombre - a pesar del alto precio que pagaría. La unidad destruída de la primera creación
Gen. 3:1-13 Gn. 5:3
Para poder entender lo que hay en la mente de Pablo respecto a la unidad de la iglesia debemos comprender la inferencia teológica al Edén. El pecado en Edén quebrantó la señal interna que indicaba que todo estaba bien entre la criatura y el Creador. La “paz” en la que vivía Adán y Eva junto al Creador era el reflejo de la armonía perfecta bajo la cual podían mantener “comunión” con Dios. Sin embargo, el pecado desintegró “la paz interna del ser creado”. La armonía vincular a la presencia santa y vivificante de la presencia de Dios fue destruída. La fuente “vital” que sostenía la existencia de la criatura ante el Infinito y Santo Dios fue destruída. La armonía y el quilibrio perfecto del ser integral de Adán y Eva solo eran sostenidos por la presencia y la comunión con Dios. Así que, cuando pecaron el alma misma quedó “desintegrada”, enajenada de su fuente vital. Ahora, en lugar de “armonía”, de “paz”, sobrevino el temor, el miedo y la desesperanza. La inestabilidad física, biológica, emocional y cognitiva permearon cada rincón del ser humano.
EL VINCULO DE LA PAZ La unidad del Espíritu
vs. 1-6
Es a raíz de todo esto que el ser humano hoy se siente “desadaptado”, viviendo en constantes miedos y luchando por no autodestruirse. Constantemente atraído hacia lo sucio y lo injusto, destruyendo y siendo destruído. Ha vivido sin fe, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Sin embargo, en su tiempo, vino Cristo y “reconectó, reestableció, religó el ama vacía y corrupta al Creador -pero no lo hizo en base a una emoción o simple voluntad divina, sino que tuvo que ”proveerse a sí mismo” como el cordero que pagaría con su propia vida y cuya sangre quitaría el pecado y las consecuencias legales de la culpa ante Dios. El acto de salvación por el cual Cristo nos vuelve a UNIR al Padre fue un acto de amor infinitamente puro. Así que, la unidad a la que Pablo llama a la Iglesia es una unidad orgánica basada en la obra y el plan redentor de Cristo. El poder que actúa para que la iglesia sea una es un poder que proviene de su interior - la revitalización de la vida misma proviene de las abundantes aguas de la salvación que fluyen día a día mediante la obra del Espíritu Santo. Por ello Pablo recalca que debemos andar de acuerdo a la dignidad de nuestra vocación (vs.1). El propósito de esta unidad es que tenemos una misión que cumplir - La gloria del evangelio debe ser anunciada y en el ejercicio de esta misión debemos reflejar la gloria de Cristo, la gloria de Dios mismo. Lo grandioso de la Unidad de la Iglesia es que a cada uno ha sido dado un don por el Espíritu, para que todos cumplan su rol permitiendo que haya crecimiento y madurez hasta llegar a la estatura de Cristo. No podemos dejar de ver el elemento escatológico en todo el discurso de Pablo. La Iglesia marcha creciendo como lo hacen las aguas de un río que corren hasta inundarlo todo. La Iglesia de Cristo debe vivir en constante crecimiento y moverse hacia la madurez y el sometimiento total de la vida individual al gobierno del Rey de este reino viniendo. LA ESENCIA DE LA VIDA CRISTIANA - La humildad (vs. 2) La humildad marca el regreso a la comunión con el Padre y distingue la irracionalidad del ser muerto en pecado y abandonado hacia sí mismo, autoidolatrizándose, para ahora retomar su papel como siervo del reino de Dios. No hay de que enorgullecerse, y a la luz del sacrificio y la obra de la cruz solo sentimos la imperiosa necesidad de humillarnos y rendirnos ante él. II Cor. 5:15 Fil. 2:5-8
Entonces, es la humildad la que nos conduce de manera natural a la “mansedumbre” -esta nueva disposición en nuestras vidas de no querer insistir “en nuestros derechos” - Quizás y muy a drede, Pablo menciona la mansedumbre. Es el principal factor del porqué muchas veces la iglesia no crece si se manifiesta la unidad en ella. Porque en lo individual, seguimos exigiendo nuestros derechos. No queremos obedecer lo que dice la Palabra de Dios y hablamos de hacer cosas “cuando las sentimos de hacer”. ¿Estás viviendo una clase de vida asi? ¿Donde el evangelio debe acomodarse a tus derechos?
El vencedor repartiendo los despojos
vs. 7-16
La figura de Cristo subiendo llevando la cautividad y repartiendo dones -esta tomada del Antiguo Testamento donde se ve a Dios como descendiendo del cielo para hacer guerra contra sus enemigos, luego asciende al cielo victorioso, lleno de los despojos de su victoria. Es decir, el vencedor recibe los despojos de la guerra con el propósito de “repartirlos”. De la misma manera, Cristo al subir al cielo no va con las manos vacías. Él asciende victorioso de la obra de la cruz. Él es dueño de la salvación para su pueblo y ahora junto a su propio pueblo reparte el don del evangelio a través de la predicación. Misión encargada a la iglesia. Además, el ha dotado a su iglesia de “dones” para que su cuerpo sea edificado. Menciona cuáles son estos regalos que Dios ha hecho -Lee los versos 11 y 12 TAREAS DEL CAPÍTULO vs. 13
¿Cuál es la meta de la iglesia y, específicamente la mía?
vs. 14
Describe en tus palabras en que maneras consideras que somos muchas veces “niños fluctuantes”
vs. 15-16
¿Cómo vamos siendo edificados?
vs. 22
¿Qué debemos hacer con las viejas maneras de vivir que todos traemos? ¿Debemos seguir con ellas y
servir así al Señor? ¿Qué debemos hacer con nuestro carácter, con nuestros deseos, con nuestras maneras de vivir? vs. 23-24
¿Qué debemos hacer según estos versos, ahora que somos miembros del cuerpo de Cristo?
vs. 25-32
Haga la lista de todas las cosas que debemos hacer ahora que somos la Iglesia de Cristo.
REFLEXIÓN FINAL La unidad orgánica de la Iglesia mediante la cual va creciendo hasta llegar a ser semejantes a Cristo, y, por medio de la cual marcha ineludiblemente hacia la plenitud final del reino de Dios, es CRISTO mismo. Cristo, a través de la obra de Su Espíritu reparte dones a la iglesia, mendiante los cuáles vamos siendo edificados en base al ejemplo máximo que es Cristo mismo. Tenemos el poder y la orden de perdonar en base a la obra de Cristo por nosotros. Ps. Carlos