Audición del Presidente José Mujica por M24 16-08-2012 Es un gusto amigos poder saludarlos a través de este espacio en el cual procuramos volcar alguna reflexión para una audiencia, parte de la cual hace mucho nos acompaña. Hemos perdido varios días de clases en el transcurso de este año que inequívocamente habrá que recuperarlos a fin de año, porque no deben los muchachos de perder algo que es un esfuerzo global que paga toda la sociedad, a los efectos de recibir ese capital tan importante del futuro como es el aprender el fruto de la enseñanza. Todas las autoridades de la enseñanza deberían de tomar nota, de ingeniárselas para organizar de alguna forma, al final de período, la recuperación del tiempo perdido. Yo sé perfectamente que a veces la libertad nos resulta bombardeada porque los hombres podemos cometer algunos excesos, generamos, sin pensarlo, patologías que perjudican al cuerpo social. Y lo sé perfectamente porque hay gente que con buena intención me grita ¡Mande Presidente, prohíba!, etc., etc. Lo que pasa es que la cosa es mucho más complicada, queridos amigos. En realidad, para poder entender la esencia de la política, para entender aquella afirmación de don Carlos Quijano que “gobernar es elegir soluciones que favorecen a unos y perjudican a otros”; para entender esta esencialidad de las idas y venidas de la política hay que recordar que gobernar siempre implica intervenir en el reparto, en el fondo de la sociedad. De alguna manera se interviene en ese reparto y se interviene en lo inmediato y se interviene hacia el futuro. Si usted pone una gráfica con esas curvas que tienen las gráficas, una gráfica de la historia del salario real de los últimos 50 años y al lado pone un esquema del acontecer fundamental de la política uruguaya, recién va a entender lo esencial de esos 50 años de la política del Uruguay ¿Por qué? Porque la historia del salario real, es decir, del poder de compra de la gente desde el punto de vista real —que es lo que importa, no la danza de números— va a reflejar las decisiones profundas de los años de la política. Voy a ser más claro, si tomáramos y le pusiéramos la cifra 100 a 1968, y empezáramos a mirar en valores reales lo que pasó con el salario, nos vamos a ir sorprendiendo. Durante los largos y penosos años de la dictadura, solo en el primer año del Gobierno todavía jurídicamente legal, cuando funcionaba el Parlamento en el año 72, va a tener una caída del 18%. Pero aquello que en el 68 era 100, en el año 1984 o 1983 era 48; esta es la historia de lo que pasó en el Uruguay. La gente no solo perdió la libertad, perdió la libertad para patear, perdió la libertad para organizarse, perdió la libertad para terciar en el precio del salario. En esos largos años de oscurantismo cayó el reparto y este fue el precio más penoso de la dictadura, y no necesariamente fueron años de crisis económica, la economía a veces creció pero mucho más bajó el valor de los salarios, y tuvo que venir de vuelta la libertad. Es una cosa curiosa. En el primer Gobierno pos dictadura del doctor Sanguinetti, funcionaban los consejos de salario, fue la primavera de la libertad y el salario subió en esos años el 29%, recuperó parte de lo muchísimo que había perdido. Estaba lejos
de llegar a aquel 100 de 1968, pero recuperó el 29%. Después pasaron 10 años, hay 14 años entre la caída de la dictadura y la crisis que va a empezar en el año 1999 y va a durar hasta el 2002. En esos 10 años posteriores al primer Gobierno del doctor Sanguinetti, es decir durante el Gobierno del doctor Lacalle, el segundo Gobierno del doctor Sanguinetti y parte del primer período del Gobierno del doctor Batlle, el salario subió muy poquito: 7%, algo así como un 1% acumulativo. Pero qué cosa curiosa, la economía fue creciendo pero no había consejo de salarios, no funcionaron los consejos de salarios que en alguna medida son la expresión de la libertad de organización y de pelear por el valor del salario. Que a veces los trabajadores en la defensa de su salario cometen excesos, ¿se pueden pasar de la raya?, sí, si, si, es cierto. Pero mil veces peor es para la sociedad cuando no se concede esa libertad. ¿Por qué? Porque si no hay reparto en la sociedad a la larga lo pagamos por otra puerta toda la sociedad. Esta es la enorme diferencia. ¿Por qué? Porque en estos siete años y poco, el salario recuperó casi el 40% de poder adquisitivo, creció mucho más que en los 14 años pos democracia. ¿Por qué? Porque hubo voluntad política. Es cierto que cuando hay crisis las crisis inevitablemente imponen, otras cosas, circunstancias donde el valor de los salarios cae. Pero cuando hay crecimiento tiene que existir voluntad política para repartir y esa voluntad política se expresa en respetar la organización que genera la libertad, es decir que los trabajadores puedan luchar por el precio de sus salarios y sé que en algunos casos se pueden cometer excesos, sí, porque el reparto tampoco es infinito por eso dije al principio que gobernar es siempre intervenir en el reparto, si reparto más muy por encima de la productividad y de lo posible de hoy, me estoy comiendo el futuro, en el futuro voy a tener mucho menos para poder repartir. Esta es la más difícil, yo diría el amargo freno que hay que ponerle a la sed de justicia y de reparto que naturalmente hay en una sociedad de mercado, en una sociedad como la nuestra, en una sociedad donde hay clases distintas frente a la riqueza, frente a la propiedad. Pero el reparto es una cuestión esencial que va de la mano de la libertad, si pisoteamos y frenamos la libertad corremos permanentemente el riesgo de contribuir a achicar el reparto y si achicamos el reparto profundizamos los problemas que a la larga la sociedad nos va a presentar. Por eso, no son sencillos estos límites ni mucho menos, pero creo que las diferencias políticas expresan en el fondo las diferencias frente al reparto social. Sí los gobiernos progresistas de estos 7 años tuvieron voluntad política de repartir, de contribuir a repartir y si más no repartieron era porque la economía no lo permitía pero han luchado por el crecimiento económico y siguen luchando porque eso es condición fundamental para tener con qué repartir en realidad. Han puesto voluntad política para que la economía crezca pero también voluntad política para que la libertad de organización sirva como elemento que ayude a negociar el reparto, esa es la historia de los consejos de salario. Por eso los Gobiernos que nos antecedieron olvidaron deliberadamente los consejos de salarios, ¡los dejaron por el camino!, y esto expresa la esencialidad de diferencias políticas. Gobernar es elegir soluciones que favorecen a uno y perjudican —por lo menos aparentemente— a otros. Creemos y vamos a creer siempre que una sociedad que reparta se está ahorrando problemas hacia el futuro, entiendo perfectamente la lógica que no se puede repartir lo que no existe y no se debe de repartir la semilla, es decir el
capital que va a procrear necesariamente riquezas mañana, ese es el límite. Pero hay que tener voluntad política de repartir porque de lo contrario las injusticias que procesa la sociedad nos generan una multitud de problemas por otro lado que después nos terminan saliendo infinitamente más caro, además de amargarnos la vida. El Uruguay es el país de América Latina que se ha caracterizado históricamente por repartir mejor, por ser más justo, es una de las características notables que tiene nuestro país. Hay que seguir luchando por ello, pero hay que recordar que mucho de ello va de la mano de la libertad de organización, de pensamiento, de decidir. Por eso, a muchos que me gritan “mande Presidente, prohíba”, yo les contesto con una nostálgica sonrisa: “No, el Presidente no está para ponerles freno así como así a la libertad”. A veces hay que tapar el agujero de algún exceso, pero hay que respetarle la libertad a la gente de organizarse, de decidir, porque es la mejor manera de terciar en el reparto, en el tire y afloje inevitable que existe en el mundo del trabajo. Pero por ello, la historia de estos años refleja porque no alcanza y vuelvo a repetirlo con creces, hay que impulsar la inversión y el crecimiento de la economía pero hay que tener voluntad política para repartir, por sí solo el mercado no alcanza, hay que picanearlo. Amigos, hay días grises en que uno tiene ganas de “poner el corazón bajo un zapato, como decía el poeta español” y hoy hay algo de eso. Nos comunican que se ha ido un compañero entrañable de nuestra juventud, el conocido antropólogo Renzo Pi Hugarte que no pudo superar una dolencia con un montón de años, vaya un saludo a su familia y a su gente. A los muchos amigos que van quedando de nuestra juventud, a quienes lo conocieron, un entrañable abrazo en este tiempo en que tantos y tantos que nos acompañaron tanto tiempo se nos están yendo, reflejo de nuestra edad, de nuestra peripecia. Ciao, querido Renzo, ciao.