Palabras del Presidente Mujica en audición de M24, 2 de agosto de 2012
Es un gusto, amigos, saludarlos por este espacio con el cual pretendemos volcar alguna reflexión, algún comentario que contribuya al pensamiento en la audiencia a la cual mucho debemos y le tenemos que reconocer. Hace algunos años, alguien –y usted, querido oyente, adivine quién pudo serque estaba por asumir la Presidencia, hace bastante tiempo, le hacen una pregunta en algún periódico de la época, referida a la integración de los Entes Autónomos y le preguntan si son parte de la coalición. Y ese señor contesta, en ese trance, “son parte del Gobierno -se refería a los Entes Autónomos-, no de la Administración”. Hay quien ha pretendido hacer una separación, pero yo no creo que los Entes Autónomos vayan a ser autónomos. Los directores van mandatados a seguir una política. Sería absurdo que siguiéramos una política en un sentido aquí y otro allá. Es tan importante la gestión de estos ciudadanos, que en el pacto político tiene que acordarse una política para UTE, para ANCAP, para ANTEL... Integran un importante campo con participación del Estado en la economía y hasta desde el punto de vista fiscal. Y este mismo señor, en otra parte, decía “los directores de los Entes deben estar comprometidos con el plan económico global, porque solo así se le da una terminología a la estructura de poder. De lo contrario, podría ocurrir que los Entes funcionaran por un lado y el Gobierno Central por otro”. Y continuaba diciendo este señor Presidente: “por otra parte, si el Constituyente hubiera querido que los Entes estuvieran integrados por representación proporcional, así lo hubiera establecido expresamente, como lo hizo al disponer la integración del Parlamento, pero exigió solamente el voto de 18 de los 30 senadores para designarlos”. ¿Por qué, querido oyente, te hago perder tiempo en escuchar literatura vieja? Porque en estos días, por todas partes, ha surgido la teoría indudable de la presencia en estos organismos por el control, sin tener en cuenta -para nadaque por primera vez en la historia política de este país, este Gobierno tuvo la intención, pensó, que el país estaba lo suficientemente adulto como para que teniendo presencia del conjunto de la oposición, diéramos una imagen de madurez política al mundo y por qué no una imagen educativa a nosotros mismos. Donde es posible tener diferencias, pero es absolutamente imprescindible reconocer, a pesar de las diferencias, un ‘nosotros’. Un sentido de pertenencia a la globalidad de la nación. Pero hemos sentido cualquier cosa. Estos argumentos que en aquel momento se levantaban para no dar participación hoy han sido absolutamente cambiados, con fundamentos totalmente disímiles y distintos. En fin, no solo se critica y con la crítica hay que reconocer que se ejerce un derecho obviamente democrático, pero a veces se cae en el hartazgo de la
crítica, pero además muy frecuentemente ofenden y después engolan la voz, se autoproclaman estrategas, dicen que no existe rumbo (porque en el fondo discrepan) y se produce una lejanía, como si perteneciéramos a países distintos. En otro rumbo de cosas realmente importantes, éstas sí, esa supuesta falta de rumbo que menudea como crítica en algunos señores importantes de la oposición y que para nosotros –subjetivamente- no hacen otra cosa que expresar un desprecio de clase. Y éstas son cuestiones subjetivas de quienes así proceden. Están dominados por algo interno muy profundo y ven peyorativamente todo lo que no pertenece a su círculo, a su esfera. Lo cierto es que deliberadamente nunca el Uruguay ha tenido tanta diversificación de mercados como lo que está teniendo en este período. Habría que tomar varios ejemplos de nuestros principales rubros. Pero esto no es casualidad, esto no cayó del cielo, esto no es el regalo de los dioses. Tomemos, por ejemplo, el caso de la carne. Se vende a cien mercados pero tenemos habilitación para entrar en cerca de 120 países. En realidad, al cliente al que le vendemos más le vendemos el 20% aproximadamente de nuestra carne. Y es una relación de carácter mundial donde buscamos el mejor precio posible en Europa para determinados tipos de carne y buscamos la colocación de nuestros delanteros al mejor precio posible, como lo hacemos en Rusia. Pero nos diversificamos en un conjunto de partes distintas de lo que componen un animal vacuno, por el mundo entero, buscando globalmente en esa diversificación el mayor promedio posible en el precio de nuestras carnes. Y claro que en esto ha participado la lucha del sector privado. Desde luego. Pero el Estado ha colaborado permanentemente desde su aparato diplomático, desde sus relaciones. Se han hecho miles de kilómetros, organizando ferias, llevando presencia de un país pequeño como el Uruguay, se han hecho demostraciones, se ha tratado de mantener con un esfuerzo deliberado, permanente y sistemático hasta donde es posible desde nuestra diplomacia. Pero esto se puede repetir y hemos tratado de rodear de nuestro buque insignia tradicional, la carne, con otros elementos que sirven de la exportación del país tratando sistemáticamente. Y allí están las cifras, se pueden analizar. Nunca el Uruguay ha exportado tanto. Y aún cuando la economía mundial está bajando, en el último semestre logramos aumentar globalmente cerca de un 10% las exportaciones del Uruguay. ¿Por qué es posible esto? Porque ha habido una línea que es la lucha por la diversificación. Obviamente, inmersos en esta región, en primer término, por mandato de la geografía –ya que los países no se mudan- tratamos en todo lo posible de tener una política de buen vecino y una estrategia: la negociación sistemática, sin claudicaciones, sino guiados por un principio que es: lo que más le conviene efectivamente a la gente del Uruguay. Esta política de “buen vecino” y esta voluntad negociadora no nos cubre la cabeza, para no entender desde el principio la enorme necesidad de cuidarnos del abrazo del oso, dadas
las evidentes diferencias de dimensiones. O como se dice hoy en Economía: las asimetrías. El Uruguay es apenas un conjunto de barrios, demográficamente, del Estado de San Pablo. Hay una disparidad enorme, no solamente de territorio, lo más importante de la disparidad es la demografía. Comprendido esto, la lucha de la seguridad -que debe ser una estrategia del Uruguay- se expresa a la lucha manifiesta por sostener una política de diversificación de relaciones y de mercados en el mundo entero. No existe el gran mercado salvador. Aquí se toma a Chile como un ejemplo, por la cantidad de tratados de libre comercio que ha suscrito con el mundo. Lo que no se dice de Chile es que el gran producto del mercado chileno se llama cobre, que es una de las materias prima que ha subido más de valor en el mundo y que ese cobre, sustantivamente, pertenece al Estado. Es como si pensáramos que en el Uruguay el grueso del ganado que tiene el Uruguay es del Estado. Algo por el estilo. Y la famosa diversificación de Chile, en realidad, tiene el respaldo gigantesco de este recurso natural que fogonea en la estructura de su economía. Pero, de todas maneras, el hecho es que desde siempre hemos buscado la seguridad en la diversificación y esto no es una improvisación, no cayó del cielo. Es, incluso, una lucha contra la natural comodidad de moverse en la región. Y es por lo tanto –repito una estrategia definida, no es casual, no es fortuita. Ese camino que nos llevó hacer recorrer en miles de kilómetros, los funcionarios del Uruguay, y arrastrando muchas veces, a diversos actores privados, nos impuso por otro lado, la necesidad de la diversificación, la necesidad de presentarle al mundo una macroeconomía estable y una visión previsible. Porque la diversificación no es solo una cuestión de mercado. Tiene otros componentes y tiene componentes que son históricos. En un primer momento fue la lucha por mercados; ahora empieza a ser la búsqueda de cambios institucionales y jurídicos, tratando de poder ser muchos más flexibles, y poder potenciar alianzas, y con ello, accesos a nuevos capítulos, por un lado de producción, y por otros de mercados. Esto empieza a implicar políticas de relaciones e iniciativas. Estamos entrando en esa etapa, y no vamos a esperar ningún reconocimiento interno. Obviamente, quienes hablan solo con dejo peyorativo y no ven la realidad; y el peor ciego es el que no la quiere ver. Pero repetimos, el Uruguay nunca exportó tanto, ni nunca tuvo tantos mercados. Sin esperar ningún salvavidas salvador permanente, porque seguro no existe en materia de relaciones internacionales y la máxima seguridad es diversificación, no solo de mercados, sino metodológica, como estrategia. Como un capítulo de esto, acabamos de suscribir un acuerdo bilateral que veníamos impulsando y no pudimos redondear en la penúltima reunión del MERCOSUR, por los avatares conocidos (el caso de Paraguay). Recién acabamos de suscribir algo para asegurar los caminos de libre tránsito de
bienes y servicios, las comunicaciones mejoradas en fibra óptica, la complementación eléctrica con el sistema sur del Brasil. Caminos para insertarnos en las investigaciones de biotecnología, obviamente buscando la complementación de institutos universitarios de la región. Logramos el compromiso brasilero de entrar a considerar al cluster naval naciente del Uruguay como propio, desde el punto de vista de las relaciones económicas. Y otros frentes de trabajo que irán surgiendo en estos días. Cuando equipos de técnicos, aprieten en esta relación, pero en este caso, ya no buscando una diversificación de mercados, sino de metodología para crear economía complementaria. Yo descuento, hay gente acá en el Uruguay que no cree. Que cree que esto es imposible. Que la cuestión de la economía es iniciativa privada y espontánea de la gente. Nosotros no descartamos ni la espontaneidad de la gente, ni descartamos el tono positivo que puede adquirir el mercado, pero a todo ello hay que ayudarlo con voluntad política humana. Porque los obstáculos son muchos. A título de ejemplo, vamos a pedir preferencia dentro del MERCOSUR para los lácteos del Uruguay en el mercado venezolano. ¿Por qué? Porque siendo las asimetrías evidentes, hay posibles competidores para concurrir a ese mercado, como la Argentina y aún Brasil, en pocos años, que tienen otros rubros para comerciar con Venezuela que nosotros no tenemos. Y nosotros pensamos que este mercado es importantísimo y esa preferencia nos colocaría en condiciones ventajosas frente a Nueva Zelanda, el gran competidor que tenemos en ese mercado. Desde luego, pensamos que el sector lácteo del Uruguay puede exportar otras cosas, puede exportar tecnología, puede exportar su modelo cooperativo. Es decir, puede hacer exportación tecnológica y esto es otra forma de diversificación. En este caso, obviamente apoyándose en la actividad privada; es otro camino de diversificación. Esto va a llevar al Uruguay, por todas partes, pero quiero señalar que el Uruguay va a ir monitoreando y luchando, sabiendo que tenemos obstáculos internos, en los que no creen para nada en la región y viven mirando solo el mundo. Nosotros decimos que seguimos mirando al mundo, más, el mundo nos tiene asustados. Nos tiene asustados por dos cosas, por el descalabro europeo, pero nos tiene asustados por cómo huye el capital de allá y busca a venir a nuestra América. Y unos de los nudos gordeanos que tienen el Uruguay hoy es, con el pedido de inserción por todas partes que aparece, que tiene unas dimensiones tales, que es difícil poderlo digerir. Es como si hubiera una huida en masa que no sabemos cuánto dura y que tiene sus bemoles y es natural que uno vea como positivo la tendencia multiplicadora de venida de capitales, pero también hay que cuidarse en esto del “abrazo del oso”. Pero si el país no ofreciera una visión que da garantías, seguramente que nadie se preocuparía por venir, no tendríamos este problema. Este problema lo tenemos, precisamente, porque el Uruguay tiene una imagen, como lo
corroboran unas agencias internacionales en estos días, y que está absolutamente en contra, objetivamente, de la visión pesimista, por momentos ofensiva, y por momentos hasta con absoluta falta de respeto, que se está practicando en el Uruguay. Pero seguiremos andando. Ahora bien, el camino a recorrer, la diversificación, impone dentro del MERCOSUR la lucha de cambios que van a tener que tener expresión institucional y jurídica, sí, que le permitan a esta institución ser mucho más flexible, que lo que ha sido hasta hoy. ¿Por qué? Porque las posibilidades son enormes pero los obstáculos son enormes, y precisamente no es con un esquema tabú y de carácter prohibitivo que podemos mejorar precisamente las relaciones, económicas, sociales y políticas de nuestras sociedades. Hay que permitir un margen importante de libertad y de libertad de asociación a nuestros respectivos países. Hay que tener un rumbo acorde con las tendencias más hondas que tiene este mundo, que no están dados por el discurso político, sino más bien, está dado por la revolución de la fuerzas productivas en el seno de este mundo, que están necesitando una estructura mucho más abierta, que lo que está permitiendo nuestro mundo actual. Y la razón de los conflictos, la razón de la sin razones, la razón de los conflictos, en última instancia va a estar en la época venidera pautada por nuestra cultura, por nuestra tradición, por nuestra formación. Y lo digo en el sentido más amplio, incluyendo a todo el mundo, y el cambio en las relaciones productivas que se esta dando abajo, en las estructura material de las sociedades. Pero nos parece que estas contradicciones son inevitables e intentar desglosarlas con inteligencia es parte fundamental del trabajo de nuestro tiempo y de nuestra época, aunque mucha gente -supuestamente inteligente e informada no la entienda. “Cosas veredes, Sancho, si vivieres”.