Desgrabación de audición del Presidente por M24 del 19 julio de 2012

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Audición M24 del Presidente de la República, José Mujica 19-7-12 Es un gusto amigos, poder saludarlos, a través de este espacio con el que procuramos volcar alguna información, algún punto de vista que enriquezca la visión de una audiencia que hace tiempo nos acompaña. En primer término, queridos oyentes, sobre PLUNA no voy a hablar, por el momento, hasta que fehacientemente esté seguro que lo que podamos comunicarle a la nación no sirve para que se le pueda hacer un daño irreparable a la economía del Estado uruguayo. Hasta ese entonces, mantendré la información y la opinión que manejo sobre este asunto “en barbecho”, porque creemos que es preventivamente lo mejor a favor de los intereses de la nación. Es que como principio, pensamos que los recursos del Estado son el fruto del trabajo de la gente. Más claro: los recursos que maneja el Estado son recursos que directa o indirectamente producen siempre los trabajadores. Todos, todos, todos los trabajadores en su sentido más amplio, y no una parte. Nuestro deber es cuidar esos recursos lo más posible. Sé que hay gente que no comparte esta filosofía. Una filosofía que para nosotros se sintetiza en que todo lo que es riqueza es hija del trabajo y por lo tanto, la riqueza que consumimos tiene origen en el esfuerzo de los trabajadores, tomado el término en su sentido más amplio. Hay gente que cree que la riqueza está ligada al mundo de la propiedad por encima del mundo del trabajo. Allá ellos. Nosotros tenemos esa manera de pensar. Entrando un poco en otro tema, querido oyente, pienso que mucha gente no tiene idea que el Uruguay tiene unos nueve mil presos por delitos, presuntos muchos, confirmados otros, uno nueve mil presos. De esos nueve mil, en números redondos, tres mil, un tercio, son el resultado de vinculaciones con eslabones del narcotráfico. Es decir, cada tres presos, uno es un regalito que nos hace el narcotráfico. Y pienso que el grueso de la nación no se da cuenta porque estos números son de los últimos años. El cáncer es una enfermedad gravísima pero el esfuerzo de la ciencia viene resolviéndolo. Mucha gente logra salvar su vida porque la ciencia progresa y muchos casos de cáncer se curan. La ciencia, a pesar de las dificultades, viene abriendo camino. Pero este cáncer del narcotráfico, en cambio, sigue creciendo y creciendo en el mundo que nos toca vivir y al parecer, por ahora, en ninguna parte las


sociedades encuentran caminos, métodos, para poder siquiera detenerlo, defenderse. A título de ejemplo. En estos días, uno de los bancos más importantes el HSBC, ha sido acusado en el Congreso de los Estados Unidos, no sólo por lavar dinero del narcotráfico sino por financiar operaciones del narcotráfico. En realidad, las comisiones de lavado andan por el 30 por ciento de ganancia. Es decir, cada cien dólares que se lavan, es decir, dinero negro de origen mafioso, que se transforma en dinero blanco, pierde el 30 por ciento a favor del bolsillo de los que se dedican a lavar este dinero. Pues bien, la suma acumulada de valor en el mundo que está generando este tráfico asegura fondos, como se puede comprobar, para corromper gobiernos, ha servido para comprar generales en México, para comprar jueces, para imponer candidatos electorales, para nombrar parlamentarios, para prostituir elecciones… todo lo que se quiera. Y la información está a paladas. Basta con consultar algo de Internet. Pero lo peor de todo, el gran resultado del narcotráfico, es que tiende a desparramar violencia en el seno de las sociedades. Este es el peor de todos los males. Y hay que repetir estas cifras. Cada tres presos, uno viene como resultado de alguna relación con algún eslabón del narcotráfico. Tenemos una policía muy eficiente en materia de represión a pesar de las limitaciones que le imponen hasta la Constitución. Porque, claro, no había pasta base cuando se juró la Constitución, no había. Y parecía muy razonable evitar los allanamientos de noche. Esto sirve de defensa implacable, se comercia de noche la pasta base y de día desaparece. A pesar de todo esto hay una enorme eficiencia pero esa eficiencia a veces da la sensación de andar colando el mar con un mediomundo. Porque a pesar de esa eficiencia, el asunto sigue andando y andando y andado; acá y en el mundo entero. Pero vuelvo a señalar que mucho peor que la drogadicción -que siempre ha existido- es el comercio de la droga. La drogadicción no es otra cosa que un cataclismo de carácter individual que puede afectar a la familia entera (por obvias consecuencias). Pero el narcotráfico es una enfermedad que afecta a toda la sociedad, es un cáncer que hace metástasis que se expande con su metodología clandestina y violenta por todas partes. El peor de los ciegos, el peor de los ciegos, siempre ha sido el que no quiere ver. Por eso no tiene que sorprendernos para nada que las grandes mayorías de este país que ni consumen droga ni trafican droga y que esas grandes mayorías más bien le tienen asco a todo esto, un poco por autodefensa se resisten a ver la magnitud de este peligro, se auto anestesian defensivamente intentando aprender a vivir con este flagelo y terminan, inevitablemente, subestimando la amenaza creciente que significa el narcotráfico muy por encima de la droga, ojo.


Porque la violencia creciente en nuestra sociedad tiene una ligazón directa o indirecta enorme con la proliferación de la metodología en la que incurre precisamente el narcotráfico. Entonces, vuelvo a insistir, mucho más grave que los daños innegables que hacen a la salud humana las drogas, mucho peor todavía es el resultado, en la sociedad, del narcotráfico y esta idea hay que grabársela. En el fondo adicciones y drogas han existido siempre en la historia de la humanidad. Allí está el tabaco, allí está el alcohol. Por allí está la historia del opio y tantas y tantas otras drogas. A la propia cocaína nuestros abuelos la conocieron como artículo que se compraba en la farmacia. Pero el narcotráfico, el comercio de droga, es un asunto contemporáneo, es una actividad capitalista de mercado que se auto reproduce y tiende a crecer como una metástasis en el cuerpo social. Para entender esto hay que ir a la esencia de las leyes de la economía. Expliquemos. Para que exista un mercado debe de existir una demanda. Siempre que exista una demanda, es decir, siempre que haya gente que compre, están creadas las condiciones para que aparezca la oferta. Así se mueve la economía real. Pero si esa demanda es sostenida en este caso complejo de la drogadicción, (algunos analistas dicen que puede haber unos 200 mil consumidores, la mayor parte de drogas relativamente blandas en términos relativos -como la marihuana-), pero esa demanda existe y en muchos casos componen una adicción que esclaviza al consumidor. Esa demanda, por sus características, termina pagando precios inevitablemente altos. Entonces, cuanto más riesgo exista en ese mercado es evidente que a mayor riesgo más alta tasa de ganancia. Los márgenes de ganancia en los distintos eslabones del comercio de la droga son enormes. Como los consumidores, los demandantes, están copados por la adicción, tienden a proteger a los vendedores y a veces, por necesidad económica, tienden a hacerse a su vez vendedores. Todo este mercado existe porque si no existiera no podríamos tener tres mil presos que hemos capturado. Porque si no existiera tendríamos otra situación. Este mercado existe, existe en el seno de nuestra sociedad y no lo ve el que no lo quiere ver. Es un mercado clandestino y perseguido. Sus leyes están ligadas siempre a la violencia. Cuando se debe no se acude a un abogado para hacer una demanda judicial. No, no. Cuando hay deudas se va al ajuste de cuentas, expeditivo, claro y terminante. Por otro lado, la represión, la persecución, hace de este negocio algo peligroso y actúa en los hechos como una barrera de mercado. No abundan los vendedores porque se corren riesgos, riesgos altos. Es un mercado reservado para aquellos que están dispuestos a correr riesgos y que por lo tanto imponen y exigen un premio a ese riesgo que es la ganancia fenomenal.


Es por lo tanto el mercado de la droga algo protegido y un poco esclavizado y que al final tiene, para los vendedores, un riesgo que es altamente premiado a quien se disponga a jugarlo. Es todo un mundo, todo un mundo donde se entra y es dificilísimo salir porque se establecen pactos, se maneja información, están sujetos a las leyes terminantes que mueven una penosa actividad clandestina. Esto tiene una historia. Las drogas han existido siempre pero el narcotráfico es algo moderno. Es una actividad capitalista en un mercado clandestino que deja enjundiosas ganancias. En el Uruguay se calcula, la gente que ha estudiado esto dice que se debe de mover alrededor de unos 50 millones de dólares en esta actividad y hay quienes opinan que puede llegar a un punto del PBI. Naturalmente todos estos números no son demostrables, son cosas que maneja la gente informada que se dedica a estudiar estas cosas. Pero esto tiene una historia. Si bien el consumo de drogas ha existido siempre cuando en su momento al pisar la década del `70 el gobierno de Nixon en Estados Unidos declaró la guerra abierta al mundo de la droga, comenzó una escalada primero en Estados Unidos y luego por el mundo entero, a crecer y a crecer la magnitud y la ferocidad del narcotráfico. El consumo no se detuvo jamás. El consumo se mantuvo y hasta se expandió. Pero se fue haciendo todas las operaciones cada vez más sofisticadas y crecientemente complejas. Es que la creciente represión obligó a afinar y las enormes ganancias de este negocio impulsaron una escalada sumando recursos e inventiva que son francamente increíbles. Todas esas enormes ganancias fueron por todas partes domesticando a servidores financieros atrás de participar en esas ganancias y el dinero negro se fue instalando en los circuitos formales de la economía blanqueándose porque de otra manera no habría forma de movilizar ese capital. Los hechos están indicando que muchísimas décadas de represión en todas partes no sólo que no han terminado con este flagelo sino que este flagelo se alimenta crecientemente a sí mismo. La vía ciega netamente represiva está fracasando en el mundo entero y que de acá no se desprende que no haya que reprimir, debe de desprenderse que no alcanza con represión, hay que plantearse en nuestra humilde opinión otros recursos para enfrentar esto. Por eso hablamos de mercado, y por eso fuimos a rascar en las leyes de la economía. El hecho es que este fracaso nos envilece cada vez más como sociedad y es como si estuviéramos aceptando convivir con este mal mirando para otro lado, haciendo como el avestruz, escondiendo la cabeza aunque esa violencia sorda anda por las calles y por todos lados. Y vuelvo a repetir una vez más. Mucho peor que la droga es el narcotráfico. Porque este narcotráfico se origina en una represión que no dio otras alternativas. Claro, el asunto no es sencillo porque esa larga represión fue


creando aparatos y medios por todos lados, instituciones, inteligencia, afinamiento, en fin, se ha formado una verdadera burocracia planetaria dedicada al combate de la droga en el mundo entero. Y es natural porque así le pasa a los seres humanos, que esta gente muy valiosa genere pensamiento, cuide su trabajo, no puede dejar de pensar en el perfeccionamiento de su trabajo y naturalmente, aunque los resultados prácticos resulten poco alentadores desde el punto de vista real -porque sigue existiendo y progresando el narcotráfico-, a pesar de todas las represiones, esta fuerza existe. Para nosotros, el gran error ha estado y está en ignorar la ley de la oferta y la demanda, que esto en el fondo constituye un mercado, un mercado clandestino pero es un mercado capitalista, y que en definitiva, si no se logra en parte arrebatar ese mercado, si no se logra siquiera en parte segregar ese mercado, toda la represión que se pueda afinar no alcanza porque la tasa de ganancia es enorme y este negocio se alimenta en la fenomenal tasa de ganancia en la ambición humana. Se gastan millones de dólares, por ejemplo, en pasta base. El consumidor de marihuana, buscando la marihuana, cae en una boca y a veces no hay y le ofrecen pasta base y ahí se engancha y entra a consumir. De una droga relativamente benigna, y nosotros no decimos que la marihuana es buena, no tenemos autoridad para decir eso, decimos apenas que es en términos relativos benigna frente al veneno de la pasta base, que es otra historia, termina consumiendo pasta base, hace un verdadero englobe, algunos le llaman el efecto góndola: “no hay de esto y llevo de lo otro”. Pero, la suma de dinero que se mueve en esto ¿de dónde sale? La inmensa mayoría sale de multitud de pequeñas ventas a precios viles de artículos de segunda mano. Muchos de esos artículos a veces son mal habidos, son robados, en otros casos son propios, y esto supone un comercio sucio por la base que está alimentando la voracidad del narcotráfico. Es el narcotráfico un fenómeno de carácter económico y que como tal, si no se trata de quebrar en el mercado buscando alguna forma inteligente, no alcanza con la represión. Acá se necesita disputar en el mercado. Segundo, se necesita medicina para curar gente. Tercero se necesita represión. No alcanza el planteo que hemos hecho sobre la regulación de un mercado que hoy existe es para que no metan a la gente que consume marihuana -que es la mayoría- la encajen adentro del consumo de pasta base porque ahí, además, la envenenan. Naturalmente que tiene que ser algo bien controlado, con límites y límites que imponga la sanidad. Si te estás pasando de la raya en ese consumo alguien tiene que saberlo y tiene que velar por tu salud, porque estás enfermo. Pero puede haber otros caminos. Por allí hay ideas que se están practicando en algunos lugares de España, en otros lugares de Estados Unidos, lo que se llaman los clubes, etc.


Puede haber ideas mejores, nosotros no tenemos la piedra filosofal que arregle este asunto, lo que queremos es llamar la atención y por eso vamos a mandar un proyecto de ley, no porque sea la panacea sino que le queremos decir a la nación: ¿Vamos a convivir con esto, nos resignamos, miramos para otro lado y este cáncer sigue creciendo o vamos a intentar hacer algo? No te hagas el distraído porque yo sé que tú no consumes. La inmensa mayoría no consume, ni trafica y le tiene bronca y asco a esto. Pero el fenómeno sigue allí, sigue creciendo y sigue creciendo y nos sigue enfermando y arrastrando gurises y metiendo gente en cana y multiplicando la cárcel y aumentando el presupuesto en policías y termina siendo un mal social que tenemos que pagar entre todos. Entonces, tenemos que usar mucho la inteligencia. Esto no nos puede dividir por cintillos partidarios, seríamos unos estúpidos y es la hora de pensar alternativas pero con seriedad, porque ha habido y existe una batalla mundial. Países como Estados Unidos han invertido fortunas, recursos y de poco ha servido. Sigue siendo el principal consumidor y la droga entra por todos lados. Y termina corrompiendo y pudriendo los países aledaños -como México, como toda Centroamérica-, una verdadera enfermedad. Allí está la oferta, la demanda está dentro de Estados Unidos. Pero esto está pasando con Europa, buena parte de la cocaína que pasa por Uruguay no se consume en Uruguay porque es cara, viaja a Europa. Acá se consume en gran medida los “requeches”, la pasta base, que es un veneno. Entonces, tenemos que considerar esto como un problema, plaga nacional, discutirlo entre todos, nadie va a tener la receta absoluta pero debemos decidir entre todos los cambios y la forma más inteligente de poder enfrentar este flagelo. Hay que señalar, sí, hay que señalar, que esta es una responsabilidad de todos, porque la cantidad de robos que significa el nutrir el estómago del narcotráfico es infinito. Y no sólo de robo, de rapiña y de todo lo que viene. Y esto sí que termina siendo una verdadera plaga de carácter social. Desgraciadamente hemos entrado demasiado prematuramente en campaña electoral y no existe la serenidad necesaria en el juego político de hoy para considerar estas cosas con un sentido abiertamente nacional y plantear variables. Tampoco se puede estar ni a favor ni en contra sencillamente. Lo que nosotros procuramos es precisamente, como primer capítulo, una profunda discusión y un nivel de información importante para el conjunto de la gente. La historia del Uruguay, la buena historia del Uruguay, nos establece algunos caminos, algunas actitudes, algunas recetas, yo diría, que en su momento parecieron extravagancias, como reconocer la prostitución, establecer un servicio sanitario, o el estanco del alcohol por parte del Estado para garantizar que por lo menos el alcohol que se bebía no fuera un veneno cuando se le entreveraba alcohol barato de madera y así sucesivamente el Uruguay tuvo la audacia de ser una vanguardia muchas veces con respecto a estos males inevitables que


existen en una sociedad teniendo la grandeza de colocarlos a la luz del día, establecer reglas y asumir, precisamente, los costos que ello significaba. Creemos que, por la naturaleza de este mal, se necesita mucha reflexión y una cuota de audacia y hasta de experimentación. Pero es imprescindible que la gente común y corriente piense, observe, razone y se informe y después tomaremos las mejores decisiones que puedan surgir del seno de ese debate.


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