Desgrabación de audición del Presidente por M24 del 8 de diciembre de 2011

Page 1

Jueves 8 de diciembre de 2011

Palabras del Presidente Mujica en su audición de M24 Es un gusto, amigos, el poder retomar esta comunicación con algunos oyentes que, cuando pueden, hace tiempo, nos acompañan para volcar alguna información, algún razonamiento de nuestra peripecia. Al parecer algunos numeritos provisorios que nos habían llegado sobre el censo no serían tan dramáticos. En todo caso al parecer no seriamos menos, aunque seguramente no seríamos muchos más, a pesar de que unos cuántos compatriotas -mes a mes- retornan al país. Desde el punto de vista sustantivo, no cambia la decencia de esa bajísima natalidad, que es una característica histórica en el Uruguay, y que al parecer se ha acentuado en los últimos años. De tener una taza de crecimiento relativamente parecida al resto de América Latina, largamente tendríamos que estar pasando los 4 millones. Pero a esta altura estamos muy contentos: empatamos con las cifras del último censo. Y creo que el problema central permanece y expresa un progresivo envejecimiento del promedio de nuestra población que va a atenazar a las generaciones futuras. El tema es de tal gravitación que va a merecer condiciones, consideraciones entre todos, aunque naturalmente estas cuestiones no tienen respuestas fáciles y por todo lo que el mundo muestra no está necesariamente atado a la prosperidad de una sociedad. Porque hay cosas curiosas. En el mundo central, en Europa particularmente, los hechos son demostrativos que la taza de natalidad de una sociedad decrece en la medida que mejora en esos promedios de modernidad. Es como una cosa exactamente revés de lo que podía parecer. Y ese pensamiento tan común de que no tenemos más hijos por dificultades económicas que frecuentemente volcamos y razonamos diariamente, no se compagina con esa realidad donde más bien los hechos demuestran lo contrario. Pero quería decirle a la audiencia que en el día de ayer pegamos un saltito y fuimos a un lugar de la frontera, Cerro Largo, allí a pocos kilómetros de la frontera con Brasil. Es una localidad donde hay un villorrio que se llama Centurión, en las inmediaciones de lo cual hace algunos años se discutió la eventualidad de gestar una represa importante. Pero lo que cuenta allí en ese paisaje bastante serrano, donde la principal actividad económica es la ganadería aunque también por acá y por allá se


salpica con alguna arrocera, lo que importa señalar es que allí se inauguraban, por un lado unas 30 viviendas de MEVIR; esa constante tarea que hace a la vivienda rural, que es un orgullo de este país, que a pesar de todas las dificultades que se puedan señalar a hecho una largísima realización en pos de mejorar la vivienda rural. Pero lo más importante que el encuentro era en una escuelita, una escuelita rural de las que existen en la zona, y se congregaba un evento muy especial: se inauguraba el uso de la energía eléctrica portada por cables de servicio de UTE, que llegaba a esa zona luego de un tendido de unos 25 kilómetros de cable y dando respuesta a una lucha que ya llevaba 15 años organizada por la existencia de la luz eléctrica. La escuela con la luz eléctrica al poblado, con luz eléctrica una bomba de agua para servicio de la comunidad también, con servicio rural eléctrico una verdadera revolución para gente que hasta ahora peleaba con faroles, con velas a caso para alumbrarse y que no podía gozar de los vienes elementales que significa la existencia de luz eléctrica. Uno puede decir que estas cosas son chicas para el mundo, pero son muy grandes para la gente. Gente muy humilde, la mayoría trabajadora rurales con sus familias y allí se habían congregado cinco escuelitas de la zona, de esas escuelitas con poca gente, que por aquí y por allá permiten el verbo de la civilización en el campo uruguayo. Y se habían congregado con sus respectivos maestros, es el cuerpo de docentes, de maestros rurales, la inmensa mayoría maestras, algún maestro también. Que más allá de los ruidos que puede haber con la enseñanza significa casi, yo diría, la parte heroica del esfuerzo que hace el Magisterio Nacional por llevar la a, la b, la z y los números a la cabecita de los gurises del campo. Y tengo que señalar que había mucha gente, creo que toda la gente del poblado estaba. Nunca había ido un Presidente de la República, aunque había vivido en esa zona un maestro, un doctor, cuasi legendario que hizo una obra inolvidable por la salud de muchísima gente y por la organización de muchísima gente. El campo uruguayo suele tener en cada rincón héroes sociales anónimos, por acá y por allá, a veces trabajadores de la cultura en otros casos maestros, en otros casos médicos de los que andaban a caballo portadores de la solidaridad en medio de la soledad rural. Y uno se encuentra en estos núcleos de la ruralidad con una existencia de valores de enorme humildad presente que no hace mucho ruido, que lleva su vida adelante, que emprende tareas difíciles, que a veces lleva una vida muy dura, pero donde menudea obviamente los valores y que son una especie de bálsamo calmante.


En el marco de las sociedades modernas tan airosamente reclamantes, frecuentemente crispadas, siempre preocupada para que las infinitas soluciones se consigan desde ayer, siempre urgidas. Esta gente de campo, estas familias de campo, estos gurises de campo, estas maestras de campo; esta gente que lucha por la luz hace 15 años que reconfortan por ese temple, por esa humildad, por esa fortaleza que hace posible que el campo uruguayo esté, aquí y por allá, todavía poblado. No puedo menos que subrayar que, con todos los defectos en materia de administración que puede tener el Estado, solamente una empresa como UTE -que es del Estado- es capaz de hacer 25 kilómetros de tendido de cables para llevarles la luz a 20 o 30 familias, porque ello no es negocio en términos generales. Y esto lo hace una empresa porque es del Estado. Y una empresa que le cobra la misma tarifa a cualquier uruguayo en cualquier lugar que esté y no tiene en cuenta, precisamente, los costos que significa esta proeza de atravesar campo, campo y campo tendiendo unos cables que resultan carísimos para atender apenas un puñadito de demandantes. Pero estas son las cosas favorables que tiene el Uruguay. En otras partes seguramente que esto costaría mucho y tendría tarifas diferenciales, porque los costos son francamente diferenciales. En el Uruguay tenemos una tarifa única que nos engloba a todos. Y yo diría: donde la gente está más apiñada y tiene mayor poder adquisitivo paga un poco más para que sea posible llevarle la energía eléctrica a estos compatriotas que están, por aquí y por allá, en la soledad de la campaña. No cabe duda que el Uruguay moderno tendrá que luchar y luchar mucho por urbanizar el campo, por llevar buenos caminos, por llevar la energía eléctrica a cada uno de los rincones del país; por tener escuelas o servicios que recojan con comodidad a los gurises de la campaña los lleven y los traigan a la escuela. Porque estos no son lujos, son imposiciones de la vida contemporánea y si queremos que haya gente en la campaña, porque lo necesitamos, y si este país sigue siendo agro-exportador necesita cuidar mucho más la forma de vida de la gente de la campaña. Ni qué decir que el grueso de los que viven en estos villorrios rurales, o habitan la campaña más profunda, suelen ser en su inmensa mayoría gente de muy modestos recursos cuando no pobres. Porque, sencillamente, los que han logrado algún grado de prosperidad por las imposiciones de la vida moderna en un campo que está muy lejos de estar urbanizado, tienen que irse a vivir a la ciudad aunque vengan a trabajar al campo de vez en cuando. Porque en la ciudad tienen su familia, porque allí tienen las comodidades para poder educar a los hijos.


Y muy frecuentemente en este país tan centralizado -como decía Estramín, “morir en la capital”- todavía tienen que mandar los hijos eventualmente a hacer alguna carrera a Montevideo. Lo que quiere decir que los que viven en estos villorrios rurales son trabajadores comunes y corrientes, gente de pocos ingresos, y cuando hablábamos de urbanizar el campo nos referimos a estos. A estos paisanos que viven en la soledad sin mayores contratiempos, que son portadores de una cultura, y solamente de ellos saldrán como descendiente algunos de los futuros trabajadores rurales. Porque es una forma de ver el mundo, una forma de contemplar la existencia. Y este es un tipo de capital que el Uruguay debe de cuidar. Porque todavía, durante largas décadas seguiremos siendo un país agro-exportador. Saldremos al mundo con los valores que puede producir nuestra tierra y atrás de estos valores tendrá que haber hombres diestros con capacidad de vivir en el campo, con el gusto de vivir en el campo, que son parte componentes del crisol de culturas que componen nuestra nación. El papel de la gente humilde, el papel de pequeños productores y agricultores familiares, de criadores familiares, de las peonadas rurales, afincadas en el interior; entre otras cosas, no solo que tienen que ser expresión de la existencia de la soberanía nacional más obvia del cuidado de nuestro territorio con la nacionalidad, sino que tiene la enorme y la noble función de contribuir a multiplicar los valores productivos por un lado, pero por otro familiarmente dar lugar a la gestación de la futura, siquiera parte de la futura fuerza de trabajo del medio rural. Pero esto depende de que tenemos que darnos cuenta que esta cuestión de llevar la energía eléctrica, de trazar caminos, de urbanización, de asegurar que de una forma u otra aunque las escuelas se raleen necesitan vehículos para arrimar a los gurises, a veces de distancias importantes, porque también estos gurises necesitan la educación. Y son parte constitutiva de este país. Todo ello obliga a que este país entienda, en alguna medida, el valor que tiene hacia el futuro la lucha por urbanizar, mejorar las comodidades, la forma de vida. Esto se llama caminos, se llama energía eléctrica, se llama escuela, se llama servicios básicos, para que la gente pueda seguir viviendo. Porque, repito, si queremos un campo relativamente con población tenemos que tratar bastante mejor a la población rural. Porque, en última instancia, la gente por razones de época ya no va a vivir como vivían nuestros abuelos, nuestros bisabuelos. El mundo ha cambiado también para ellos, y tenemos que darnos cuenta que esta es una causa central. En ese sentido, hay que acompañar con leyes, buscar que las leyes se cumplan. Las ocho horas para el trabajador rural, mejorar, mejorar los derechos a vivienda del trabajador rural, y así sucesivamente.


Hay una larga escalera de derechos no solo a estampar en leyes, sino en realidades que se puedan cumplir. No es fácil, no es sencillo, y siempre llegamos un poco atrasados. Es un ejemplo esta gente: había una fiesta porque había llegado la luz, pero demoró 15 años. Quince años de gente organizada luchando por tener la luz eléctrica en un rinconcito apacible del campo uruguayo.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.