Desgrabación de audición del Presidente por M24 del 17 de octubre de 2013

Page 1

Palabras del Presidente de la República, José Mujica, en su audición radial por M24, correspondiente al 17 de octubre de 2013 Amigos, un gusto saludarlos por este espacio, y tal vez nuestro destino muchas veces ha sido andar a contrapelo. Y digo esto, porque en estos tiempos prelectorales donde todo se revuelve, porque naturalmente la inquietud política, humanamente comprensible, saca a dar vueltas un conjunto de dimes y diretes. Se nos ocurre tocar algún tema de esos que están en el fondo, en el fondo de nuestra época pero que consideramos, por eso mismo, por tanto comentario de coyuntura, consideramos que a veces hay que revolver el fondo y sacarlo a la superficie. Siempre he pensado que la especie humana por su propia naturaleza, su conformación tiene capacidad, le es posible lograr crear con su propio esfuerzo y dirección un mundo mejor. Diría, un mundo como no hemos tenido, sin odio o por lo menos sin guerras; un mundo sin injusticias tan abismales como nos toca padecer en este, nuestro mundo contradictorio, lleno de riqueza, de tecnología, de capital y lleno de miseria. Esta afirmación, de creer en la capacidad de la especie humana no supone —como puede pensarse— el sostenimiento de una utopía inalcanzable. No. Pero tampoco es un esquema, un conjunto de recetas ideológicas, esas recetas ideológicas que se dan el lujo de desentenderse de la honda realidad, de la honda vivencia que tienen las clases sociales con sus contradicciones, el sistema de propiedad, o que puede ignorar olímpicamente, como frecuentemente siento, puede ignorar, desconocer, las dificultades del mundo de la gestión, puede ignorar en nombre de recetas ideológicas la cultura a la que pertenecemos y que inevitablemente, subliminalmente tiende a gobernarnos, aunque racionalmente estemos en contra, frecuentemente nuestra cultura nos lleva, nos empuja, nos tironea. Y eso crea una imagen de la realidad que no se puede resumir en un puñado de recetas ideológicas porque eso equivale a momificar la vida. Lo cierto es que hace 150 años largamente que la humanidad intenta encontrar caminos que superen ese egoísmo flagrante que encierra el capitalismo en todas sus relaciones, egoísmo paradojal porque tuvo una fuerza fenomenal para desparramar energía creadora por todas partes, al punto que en estos últimos 150 y pico de años terminó cambiando el papel de la ciencia, de la tecnología y todo ese entorno material que compone la vida humana contemporánea. Hay que reconocer que lo que es malo también es bueno paradojalmente, o mejor dicho que nadie puede tirar por la borda esa formidable energía creadora que ha desplegado por el mundo el capitalismo. Tampoco no deberíamos ponernos una venda para no ver las hondas injusticias que encierra. En materia de caminos se intentó de todo. El intento más flagrante y más fenomenal que cubrió una parte de la tierra fue el estatizarlo prácticamente todo, confundiendo en los hechos el concepto de


estatizar haciéndolo equivalente a socializar. Y en realidad se terminó formando una legión de burócratas, administradores, beneficiarios de este fenómeno sin correr riesgo, fenómeno que fue congelando la posibilidad de crecimiento productivo y terminó paralizando lo que debe ser el objetivo de cualquier producción desde el punto de vista lo social que es el repartir. En ese larguísimo proceso, quienes trabajaban en los hechos poco y nada tenían que ver con las decisiones, no las decisiones lejanas que se tomaban en la cúspide del Estado, poco tenían que ver con las decisiones en su teatro real de trabajo, y se fueron acostumbrando a la pasividad vegetativa, a no hacer ola, con una actitud muy humana, ganar en seguridad, durar en el tiempo, “ni fu ni fa”, no asumir riesgos, no comprometerse demasiado. Los cierto es que los mejores sueños y enormes sacrificios tal vez de dos generaciones por lo menos se incineraron en el altar de poder de esta burocracia. Se sacrificó la vida. Pero la vida concreta, la vida humana, la que transcurre eso que no podemos comprar, ese milagro que no tiene precio y que en general solo lo apreciamos cuando tenemos síntomas de que lo estamos perdiendo, ese tesoro milagroso que se llama estar vivo, significó que prácticamente un par de generaciones tuvieran que pasarla muy mal, se sacrificaron pagando el precio de intento de construir un mundo mejor. En el fondo fue para poco, algunos dirán para nada. El hecho está que al final se desembocó en un desmoronamiento que trajo de suyo un atroz capitalismo haciendo trizas las ideas de igualdad, de equidad, de todo aquello que blasonaba, aquello que se llamaba el socialismo real. En el fondo, como decía Palmer: “Fue el camino más largo hacia el capitalismo”. Sin embargo, para la gente que piensa, que le duelen estas cosas, no fue en vano, y no fue en vano, entre otras cosas, porque hemos aprendido mucho. Si no tenemos claro, con claridad nítida de programa finalista nuestro quehacer, lo que tenemos claro es lo que no hay que hacer. En primer término, es un cruel idiotismo sacrificar el hoy de la vida de la gente, el hoy concreto, los días y los años que la gente por milagro está pasando en nuestra sociedad a cuenta de que algún día construiremos un mundo mejor. Hay que darle valor a la aventura humana de estar vivo. Y esto supone que hay una necesidad imperiosa de luchar en dos frentes paralelamente. Uno, la mejora material de lucha inmediata porque esta vida se le está escapando a los que están vivos hoy. Esto supone no despreciar a nadie y no usar a nadie. Y esto supone tratar que los inevitables antagonismos e intereses que tienen clases distintas y que naturalmente tiene soluciones distintas, que ese antagonismo, no paralice en ningún momento el desarrollo material y humano de nuestro pueblo. Nunca podemos evitar la existencia de ese antagonismo, porque es hijo de las diferencias inevitables de clases sociales que son distintas. Pero hay que tener la inteligencia y el amor al


respeto de la vida humana, que esas contradicciones mil veces vale la pena negociarlas y llevarlas de tal manera que no se detenga el crecimiento material y humano de nuestro pueblo. La segunda gran conclusión, la lucha por mejores ingresos, por mejor salario, por una mejor distribución es una lucha por dignidad hoy y acá. Obviamente, esto no es ni será nunca equivalente al socialismo, es falsa esa afirmación. Es algo mucho más tangible y más inmediato, es pretender que la gente viva en una condición material mejor, pero para esto necesitamos que no se detenga el proceso de desarrollo, sino, al tacho, por esta lucha por mejorar el ingreso para la vida real de hoy. Pero en el fondo esta lucha, siendo una lucha por dignidad, por vida hoy, no supone de ninguna manera un cambio de sistema. Eso, el cambio de sistema o la marcha hacia otro sistema posible, es otra cosa, está mucho más ligado a los fenómenos de la propiedad, pero mucho más —y esto fue algo que no se tuvo en cuenta— está muy ligado a la gestión concreta de la vida económica y productiva de una sociedad, porque una clase social no puede detentar el poder y no va a detentar jamás el poder hasta que no sepa gestionar, y para saber gestionar hay mucho que aprender, que ensayar y se necesita, además del oficio y la cultura de gestionar, el advenimiento y la sumatoria de otra cultura, porque se trata, si se cambia de sistema, de no gestionar para mí, sino de gestionar para nosotros. Y esta es de las cosas más difíciles, como dice la murga: “si no cambiás vos, no cambia nada”. El quid de la gestión es quién dirige y orienta el trabajo humano y, en nuestra humilde visión, luego de toda esta larguísima peripecia histórica que apenas reseñamos, no cabe sustituir con palabras sonoras grandes definiciones que lo pretenden decir todo y no dicen nada, como decir: “dirige el pueblo”, “dirige la sociedad”, “dirige la nación”. Voy a ser más claro, más tajante. Un proceso productivo o de servicio que supone la humana concreción de un equipo humano, más grande o más chico pero equipo al fin, si está dirigido y supone el compromiso directamente de la gente que trabaja y que por lo tanto se arriesga, y que por lo tanto se compromete, y que por lo tanto lucha por sostener esa fuente de trabajo, y lo hace colectivamente y se mete en el duro y complejo mundo de hacer andar a una empresa, pero no para tener peones, sino para multiplicar nuevas oportunidades para otros trabajadores, eso hoy en este mundo, para nosotros, es una potencial vía de hacer socialismo hoy acá y con los pies en la tierra. Y es contribuir sin explosiones, sin choques que paralizan a la sociedad, sin confiscaciones, sin estatismo atroz, lleno de burocracia, que nunca tiene nada para perder, nosotros vemos una vía real y concreta de comenzar a hacer socialismo con los pies bien en la tierra. Nos parece que esto es importante, porque supone, en primer término, respetar el valor que tiene el trabajo en cualquiera de sus formas, el trabajo de carácter socializante como el que estoy reseñando, pero el trabajo en la empresa capitalista, porque no hay progreso humano, material posible si el


trabajo productivo y el trabajo de servicio no se hace cada vez mejor, si no acumula y multiplica riqueza, y no se puede repartir lo que no existe. Desde luego que hay otro frente. Hay una lucha por mejorar el Estado, llevar el compromiso tangible y real de trabajadores de carne y hueso a la gestión del Estado, porque una nación necesita un Estado vigoroso, comprometido y si ese Estado se paraliza por quietud burocrática, por el clientelismo, por la ineficiencia en la gestión, por lo que se quiera, toda la sociedad trepida. Hay que defender el calor popular al servicio de la nación, a través del instrumento Estado. Pero el estado no es una religión, el Estado debe ser un instrumento para ayudar a vivir mejor, es una gigantesca herramienta de servicio para su propia nación, y debe de sentir en cada uno de sus trabajadores el compromiso con nuestro propio pueblo, con nuestra nación, y esto significa un brutal cambio cultural. Estamos muy lejos de esto, pero estas son las batallas de la cultura. No solo hay en todo esto una batalla de carácter material, vuelvo a repetir: “si no cambias vos, no cambia nada”. El otro frente, el frente de la tierra, en un país de naturaleza agroexportadora, el Uruguay tiene su esquema de lenta, persuasiva y sistemática política de reforma agraria que se llama la Ley de Colonización. Yo invito a que la gente analice lo que ha hecho en este último período Colonización, lo que significa para la vida de tantos y tantos tamberos la posibilidad que abre. Hemos aprendido mucho, la familia instalada, con buenos recursos y funcionando con un espíritu colectivo, apoyándose en los vecinos, es capaz de hacer muchísimo en el mundo de hoy y basta detenerse en ese tiempo. No hay que perderse en ilusiones urbanas. La realidad la tenemos en el país y basta con dedicarse a mirarla, pero a mirarla con un ojo crítico. Lo que está significando hoy, lo que se pudo haber hecho ayer y no se hizo por desidia o por otras cosas, pero hay todo un horizonte que en el fondo teóricamente nos lo dejaron dibujado nuestros abuelos. Naturalmente, ¿qué hay que mejorar en ese frente? Sí. ¿Y qué medio millón de hectáreas o un poco más como tiene hoy Colonización es poco? Pero el quid de la cuestión es no parar la máquina productiva, por eso tomarse el tiempo e ir mirando y no desatar aventuras que significan que la gente tenga que pasar necesidades, falta de trabajo y a veces hambre. Nosotros recordamos que la vieja Unión Soviética logró las cifras agrícolas de 1913, recién en 1954, tuvieron que pasar tres décadas y pico, millones de personas que pasaron necesidad y hambre, porque el mundo no sabía y eligió el camino del cataclismo. Parecía el más rápido, terminó siendo el más lento. Naturalmente que no hay ninguna receta definitiva, ni ningún logro explosivo. No creemos en otra cosa que no sea la acumulación sistemática y el trabajo sistemático, y el evitar los sacrificios humanos inútiles, al extremo. Algo deberíamos aprender de la historia humana.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.