Desgrabación de audición del Presidente por M24 del 8 de agosto de 2013

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Palabras del Presidente de la República, José Mujica, en su audición radial por M24, correspondiente al 8 de agosto de 2013. Es un gusto, amigos, saludarnos. Y podríamos decir hoy, jocosamente, con un poco de humor, que es grandiosa la fertilidad de los tiempos preelectorales. ¿Por qué? Porque es capaz de generar amnesia, crisis de memoria. El hombre es el animal más inteligente, pero con una formidable capacidad de olvido a lo que ayer nomás vivíamos y decíamos. Un presupuesto es siempre, cuando se discute en su origen, una propuesta donde se define la cantidad de recursos financieros que se prevé que se va a tener y cómo se distribuyen en una prioridad de opciones que constituyen la parte central de lo que puede ser un plan de gobierno. Como ocurre en el tiempo y las realidades que se calculan no encajan ciento por ciento con la realidad real, después que el tiempo transcurre porque hay cambios, progresivamente, de tanto en tanto, y son las rendiciones de cuentas que se intenta proceder a algún ajuste pero que, en definitiva, está enmarcado en el conjunto de ejes centrales y prioridades que se establecieron en el origen del presupuesto. Ahora bien. Esto es lo normal, después hay cosas que son anormales. Claro. Nosotros recordamos que cuando éramos senadores opositores en una discusión de presupuesto se batió el récord Guinness, una noche. La mayoría, en aquel entonces, compuesta por el Partido Colorado y el Partido Nacional aunaron sus votos y votaron 300 artículos del presupuesto que no estaban redactados, esto es un récord mundial. Votaron algo que no se conocía, una especie de voto de confianza hacia el futuro. Pero naturalmente ha pasado el tiempo y nadie se acuerda de estas cosas y mucho más con los tiempos electorales que —vuelvo a repetir— generan amnesia, crisis de memoria. Han pasado los últimos tres años y hemos sentido permanente una cantinela: que se gastaba muchísimo en enseñanza y que la enseñanza no mejoraba; que la marcha de la enseñanza no era solo cuestión de plata, y vaya que nos criticaban y nos criticaron. Otros aduciendo a la presencia constitutiva en la dirección de la enseñanza de organismos sociales, etcétera, etcétera. Nos aburrimos de sentir esa literatura. Y la verdad que en muchos aspectos —y no es el tema de hoy— la enseñanza fue mejorando, seguramente no todo lo necesario; sí, sí, no todo lo necesario, pero se fue notando y hay que reconocerle a aquellos docentes que hicieron un empuje en ese sentido. ¿Pero qué pasa ahora que tenemos una rendición de cuentas, cuando los motores electorales están acicateando y los partidos de oposición tienen sus disputas internas y quieren cada cual mostrar su identidad a la consideración pública? Nos olvidamos de lo que decíamos ayer nomás, y nos olvidamos sobre todo de lo de anteayer. Se suelen olvidar que fueron gobierno y que, en definitiva, cuando fueron gobierno, globalmente, lo máximo que le dieron a la educación fueron 450 millones de dólares, vista en su conjunto. Y que hoy la educación, a pesar de todas las dificultades, recibe 2500 millones de dólares.


Estamos hablando de que cuando se agarró el gobierno en el 2005 se gastaba el 3.2 del PBI de aquella época en educación, un PBI mucho más flaco y todos los gastos de educación significaban eso, repetimos, 450 millones de dólares. Hoy los gastos de educación que prevé el presupuesto que está vigente, anda por los 2500 millones de dólares. Más, todavía más: solo el presupuesto de ANEP representa hoy, un 3.3 del PBI, solo el presupuesto de ANEP es una proporción superior a lo que era todo el presupuesto de enseñanza en el 2005. Hay que tener un poquito de memoria. No queremos hablar en pesos uruguayos, nos referimos a la moneda dólar para tener una idea comparativa de valor medio semejante. Y esto se olvida, y esto se olvida a “tambor batiente”. Claro, claro, nosotros entendemos los reclamos de hoy, porque si se estaba tan en el fondo, lo mucho que se ha aumentando parece mucho, pero en realidad no es suficiente y es cierto. Empecemos por tener honradez intelectual. No alcanza, hay que mejorar más, hay que volcar más, sí, es cierto. Pero hay que recordar que cuando se hacen prioridades es porque se reparten los recursos en esas prioridades. Y junto con la enseñanza, cuando discutimos el presupuesto, estaban cosas como la salud, como la atención a la infancia con problemas graves, como el INAU, el problema de seguridad. Porque teníamos unas cárceles horrorosas y teníamos un aparato de seguridad con ingresos y con recursos económicos que no estaban a la altura de los desafíos que se nos habían venido encima. Todas constituyen prioridades. No puedo despojar a unos, así como así, luego de la discusión presupuestal. Entonces, paulatinamente el país es una marcha, pero es una marcha global y, naturalmente, son necesarios más recursos para la enseñanza y hay que mejorar otras cosas institucionales, de gestión, de mejorar la carrera de los docentes y también, obviamente, los contenidos educativos. Sí, y se ha mejorado mucho lo edilicio, pero falta. Sí, nunca hemos dicho que estamos en el mejor de los mundos, pero nos estiramos hasta donde podemos. Ahora nos encontramos con quienes, hasta ayer nomás, nos decían “se gasta mucho y esto no se arregla solo con plata”, que se ponen a redistribuir las prioridades y, de hecho, nos dicen “sacrifiquen los gastos de acá y de allá”. Nosotros hemos decidido recortar en los ministerios, recortar un algo en los ministerios, en todos los ministerios para hacer frente a un aumento de asignación a la Universidad de la República. Y hemos puesto toda la voluntad política, en el marco de las limitaciones que tenemos por delante, pero no podemos de ninguna manera castigar a la salud, al INAU, no podemos. Los gastos de reestructura que estaban previstos y que no se llevaron adelante porque, por desgracia el Parlamento —que hace su trabajo democrático y de consulta— no pudo aprobar con la celeridad necesaria algo que era fundamental: el Estatuto del Funcionario que ha traído polémica. Y entonces hay recursos que se van a gastar precisamente en el cumplimiento de una decisión que nosotros esperábamos que se tomara hace un año y medio, y se fue demorando, y se fue demorando. Pero repetimos… hay además… porque nos olvidamos, al parecer… Durante muchos años los convenios colectivos, quienes nos critican hoy los dejaron por


el camino. Ese progreso institucional que tiende a darle estabilidad a una sociedad, donde se discute nada más y nada menos entre las partes el valor del trabajo que se vuelca y se tiene —durante un tiempo que acuerdan las partes— una seguridad y una tranquilidad de ver el futuro, por lo menos con esa eventual contradicción despejada. Eso que se había olvidado, se ha puesto hoy en tela de juicio, hoy se pone en tela de juicio. Prácticamente nos olvidamos que hace unos años, cuando la crisis del 2002, uno de sindicatos más fuertes, cuando a la administración de la Intendencia de Montevideo, por el peso de la crisis le cayó la recaudación. Dijo que no podía hacer frente a determinados compromisos y a la larga la Justicia le dio la razón, luego de años, a la parte laboral y dijo que los compromisos estaban para cumplirse, y hubo que cumplirlos. Y al parecer un convenio establecido no tiene ninguna importancia y corremos el riesgo de establecer un antecedente que en las próximas discusiones de los Consejos de Salarios alguna de las partes va a tener en cuenta. Y va a cuestionar este progreso institucional que nos habíamos dado, porque todo indica que se tiende a pasarlo por arriba. Y este es un error de retroceso, en contra del interés global de todos los trabajadores y de quienes organizan, desde el punto de vista empresarial, también el trabajo en el Uruguay. Pero comprendemos a la gente que reclama. Comprendemos. Lo que no podemos comprender es la demagogia oportunista por circunstancias electorales que cuestionan las prioridades establecidas, hoy en una rendición de cuentas, cuando se habían acostumbrado a rendiciones de cuentas “gasto cero” y salen, como de atrás de un palo, en una visión que está teñida de oportunismo de carácter electoral. Bien. Nosotros tenemos que atribuir estas cuestiones a la fantástica amnesia, a la crisis de memoria que se genera en el país con esa grandiosa fertilidad que hacen surgir los tiempos electorales en nuestro país. Y claro está que esta discusión, que de ninguna manera se puede evitar, deberíamos enriquecerla con una visión global, hacia atrás, de los criterios que se aplicaron cuando se fue gobierno y la argumentación que se hace hoy. Tenemos que señalar además que esto no significa que no nos demos cuenta que la lucha por elevar el ingreso económico tiene mucho que ver con la estabilidad del país. Y nosotros no podemos sacar, quitar esta discusión del marco general, cuando se nos dice que se está contra el proyecto de la regasificadora por aumentar la energía; se está contra la instalación de molinos de viento para generar más energía; se está contra el encauzamiento de una minería de gran porte para multiplicar los recursos de este país; se está contra la reconstrucción de ferrocarril, porque todo ello está mal. Y se está contra cualquier cosa que pretenda multiplicar la riqueza del país. Yo me pregunto, yo me pregunto así: ¿de dónde van a salir a la larga los recursos para mejorar enseñanza y las cuestiones sociales que tenemos, si a si vez no apuntalamos el crecimiento y el desarrollo de la economía? ¿De dónde? ¿Con qué? Es demagogia pura, porque sencillamente no se puede pretender repartir lo que no existe. Y esto tiene que ver para la estabilidad de la sociedad en todos los aspectos. Por ello, ¡vaya con la fertilidad de los tiempos electorales!


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