Desgrabación de audición del Presidente por Radio Uruguay del 22 de octubre de 2013

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Palabras del Presidente de la República, José Mujica, correspondiente al 22 de octubre de 2013 Un gusto, amigos, saludarlos por este espacio y valgan aquí algunas pequeñas reflexiones por encima de la hojarasca, de la vida real de estos días. Nos toca vivir no solo de pan, de comida, de luz, de sol, sino que tácitamente vivimos en el marco de una cultura generalizada en nuestro tiempo. Cultura que nos empuja a que todos tratan, en lo posible, de poder gastar más y más. Para intentar tener una forma de vida que tenga una calidad mejor, como comúnmente decimos. En realidad, este tema sería mucho más complejo, pero aceptémoslo. Esta es la reacción general que tiene nuestra gente en nuestro medio: quiere poder gastar más, con la intención de vivir mejor. Pero gastar más significa que todos quieran ganar más, es obvio y natural, y es así. Parecería lógico que tenemos que tratar de usar todos los recursos de que podemos disponer para atender paradojalmente el primer recurso a la vez. Es decir, el primer recurso es también la causa. La gente, la forma de vivir de la gente debe ser la primera gran preocupación, y es también la gente, en su necesidad de vivir, el verdadero motor para poder utilizar los recursos. Bajemos un poco a tierra estas reflexiones teóricas generales. Nuestro pueblo necesita constantemente trabajo, y esto, por elemental que se piense, significa tener medios para poder trabajar. Pero para poder tener esos medios, a su vez, hay que tener capacidad, hay que tener oficio, hay que tener formación para poder utilizar esos medios. Estas palabras se están desparramando, pueden llegar a muchos oídos, porque detrás de mis palabras hay gente que está trabajando, haciendo posible técnicamente que estas palabras lleguen. Y esa gente, está utilizando medios y está utilizando sus conocimientos para que eso sea posible. Toda nuestra vida esta embebida en estas cosas. Cuando hablamos de recursos, los primeros recursos que tiene una nación son los recursos naturales, el sol, el agua, su tierra, y las cosas que pueda haber ahí. Cuando hablamos de medios, en general, nos estamos refiriendo a herramientas y a los conocimientos necesarios para poder utilizar esas herramientas. En realidad, conceptualmente las unas, las herramientas y el conocimiento constituyen en nuestra sociedad formas de capital, es decir, de


una forma u otra son riquezas acumuladas. Porque las herramientas para tenerlas hubo que adquirirlas y eso significa que los medios con que se adquirieron no se gastaron en otra cosa, y están allí, en el valor de las herramientas. Y el conocimiento que se adquirió en algún lado hubo que aprenderlo, y gastar tiempo, y eso costó; medios que no se consumieron para que ese conocimiento pudiera estar adosado a las personas. Ahora, es obvio que cuando el capital que tenemos no nos alcanza y no nos alcanza el conocimiento, porque aparecen tareas que nunca hemos hecho y no tenemos oficio —y esto se puede multiplicar por miles—, tenemos que tener la inteligencia, si nuestro pueblo pide desarrollo, si nuestro pueblo nos está pidiendo constantemente más, y más y más; tenemos que negociar inevitablemente con quienes pueden aportar capital y oficio. Y obviamente nadie lo va a hacer gratis, es decir tenemos que, eventualmente, repartir parte de los beneficios, reservando algo para el país. Algo que se va a llevar quien pone el capital y los oficios, y naturalmente un algo muy importante que va a quedar para la vida de la gente en esas actividades. De lo contrario, faltos de conocimiento y de capital, esas eventuales actividades no las podremos hacer. Es obvio que cuando entramos en ese camino —si somos cuidadosos con la parte de los beneficios que podamos conseguir para el país y con el aprendizaje que vamos realizando en el trabajo— tratemos de formar capital nuestro en el correr del tiempo y oficio para no tener que depender de capital que nos va a llevar una parte de los beneficios. Este camino es, precisamente,

el

que

tenemos

que

escrutar,

impulsar,

cuando

fundamentalmente tenemos que plantearnos cosas que, siendo importantes, no tenemos capacidad para poder llevarlas adelante solos. Es este el camino del desarrollo en un país de nuestras condiciones. Pero naturalmente hay muchísimos otros aspectos que tenemos que desglosar al costado. Porque en una sociedad, cuando se la ve globalmente, no todos pueden trabajar, porque están los niños, están los enfermos, porque están los viejos. Y por eso, todos deben vivir y todos tienen sus aspiraciones, y acá viene una parte importante en la vida de las sociedades que es la lucha por reparto de los beneficios.


La forma más importante de la lucha en el reparto de los beneficios es la lucha por el salario; nadie debe escandalizarse y ofenderse porque la gente luche por un salario mejor. Es casi una tácita tendencia humana que llevamos adentro todos. La otra parte importante del reparto son los que llamamos los bienes públicos. Esos bienes, que dan la apariencia de que vienen de arriba, que en forma genérica los paga el Estado, en realidad, los paga el trabajo humano. El Estado no hace otras cosas que sacar recursos de un lado para meterlos en otro. Son los bienes públicos como la enseñanza, la salud y lo social, parte muy importante del reparto social. Porque las economías como las nuestras, marchando a ciegas por sí mismas, no pueden solucionar todos los problemas que tiene una sociedad. Más claro, está bien que esté la lucha por el reparto allí donde se trabaja. Y si los trabajadores están organizados, sabrán pelear y tratarán de organizarse tratando de disputar su parte. Pero hay sectores de la sociedad que no tienen dónde parar, dónde manifestarse. Los viejos, los niños, tantos problemas que hay en nuestra sociedad. Y allí tiene que acudir el Estado, que ha de sacar una parte al mundo que trabaja para tratar de hacer frente a estas necesidades. Ahora bien, en una sociedad como la nuestra, el trabajo, de hecho, en nuestro país, el trabajo está gobernado y está encauzado por una vía natural que lo regula y es la vía capitalista, que utiliza como instrumento, como gran instrumento regulador y de competencia lo que se llama el mercado. El sistema y su funcionamiento implican que el capitalismo no es solo, como muchísima gente ve, un modo de propiedad; es mucho más que un modo de propiedad. Si fuera un modo de propiedad sería una bagatela. Es una cultura hasta subliminal, que se nos cuela por todas partes y que, en los hechos, nos conduce a todos. Cuando digo nos conduce a todos incluyo —me autoincluyo— a aquellos que discrepamos filosóficamente con el capitalismo. Es caer en la seriedad de la cuestión, no es cuestión de decir “estoy en contra”; hay que entender que esto es una cultura de siglos, esta allí, un modo de conducta colectiva tácito de una sociedad.


Estamos educados, estamos formados, en los hechos, para funcionar así. Después, una cultura. Y lo más difícil en la vida humana son los cambios culturales, mucho más que las relaciones de propiedad .Es el capitalismo entonces, con sus luces, con sus sombras, con su discurso, el que gestiona y el que organiza el mundo de las empresas más importantes, mucho más importante que la propiedad de las empresas. Es precisamente el mundo de la gestión, la posesión de la gestión, es el gerenciamiento de toda la cuestión del trabajo de la vida económica, del funcionamiento de los servicios de una sociedad que está pautado por la cultura capitalista. Y está pautado incluso para aquella gente que trabaja por un salario y que, de hecho, está subordinada a las decisiones gerenciales que puede establecer el capitalismo. Pero no está porque se lo impongan a fierro, está, en los hechos, educado a formar y a funcionar así. Para que se entienda más, mucho más fácil, el verdadero poder de esta cuestión, es muy fácil, amigos, agarrar un papel y dibujar una casa en un papel, y si somos medio precisos hasta puede quedar hermoso ese papel. Pero hacer una casa en la vida real es infinitamente mucho más difícil. Cuando entramos en el terreno concreto, cuando entramos en el mundo real, cuando entramos en la vida práctica, cuando no nos conformamos con latigazos ideológicos, sino que bajamos a tierra, al mundo real de la vida, es donde aparecen las enormes dificultades de la gestión. Es obvio que aquellos apurados emocionalmente, que no miden esta enorme diferencia entre dibujar una casa en un papel a ponérsela a hacer sobre el terreno, los que no miden la enorme distancia frecuentemente creen que se puede superar una sociedad capitalista en un abrir y cerrar de ojos con algunos cuantos decretazos expropiatorios. Como esa película la hemos visto, nosotros hemos levantado con mucha humildad el largo y penoso camino de ningún cataclismo, que la sociedad funcione con los egoísmos y con la creatividad que tiene el capitalismo, tratando de inducir y de pelear para que reparta lo mejor posible. Pero a su vez, entendiendo el papel que tiene la gestión, hemos puesto el énfasis en el desarrollo de la autogestión, porque algún día los trabajadores de


este mundo tendrán que aprender a administrarse a sí mismos en las sociedades en que viven. En el fondo, las dependencias de clase no es solo una cuestión de propiedad, esto es casi secundario. Hay que tener acceso directo al oficio de la gestión, pero para tener acceso a ese oficio de la gestión, el camino real hoy es seguir la cultura del capitalismo; quien quiera plantearse el desarrollo de otra cultura tiene que aprender el camino de la gestión, manejado con otros valores, pero tiene que poseer el oficio de la gestión. Hoy en la vida real la gestión le corresponde a quienes manejan el peso económico de la sociedad y esta es una cuestión central del poder. Es casi lo más importante. Hay que empezar por aprender en el lugar donde se trabaja. Frecuentemente en nuestras sociedades nos llenamos la boca con la democracia todos los días, pero nosotros pensamos que la verdadera democracia estará el día en que los trabajadores participen en las decisiones del lugar donde trabajan. Estamos muy lejos porque estamos educados en otra historia. Trabajo las horas que me toca y que me mandan y después me hago perdiz, porque mis preocupaciones son otras y mis preocupaciones no son la gerencia ni cómo anda la empresa ni nada por el estilo. Para eso hay otros que a veces pueden ser asalariados de categoría muy altos pero no son las cosas que yo me debo ocupar como trabajador, y que no me compliquen la vida. Naturalmente que todo esto tiene fronteras y en todas partes aparecen las dificultades. Pero pienso que trabajadores como los de Metzen y Sena, que han cargado, empiezan a aprender por sí mismos el duro oficio de la gestión, sabiendo que tienen que hacer gestión para ellos, pero no para contratar otros trabajadores que trabajen para ellos, sino que van a ser responsables del triunfo y la derrota de la marcha de la empresa. ¿Qué ha pasado en el mundo? Ha pasado que soñadores como somos nosotros, pero que nacieron antes que nosotros, creyeron de buena fe que, con el cambio de propiedad, el Estado se hacía cargo de esto y de lo otro, que entrábamos en una sociedad donde lo mío y lo tuyo no nos separaba, pero la cultura capitalista iba en la maleta de quienes trabajaban y eso desembocó en una burocracia que buscaba acomodarse.


No se pueden hacer cosas nuevas creyendo que la apariencia de las cosas nuevas está en la forma y no entendemos el contenido. No levanto una casa solo con los materiales, la levanto con el oficio de los albañiles que estén allí y no se puede construir una sociedad mejor, más justa, si los oficiales que la están construyendo están embebidos de otra cultura. Soy de los que piensan que, si no recorremos el largo camino de legiones de gente que sepa gestionar y que maneje otros valores que poco tengan que ver con la explotación del hombre por el hombre, no habrá cambios de fondo, y lo peor es que las tentativas del cambio, en lugar de mejora, le traen pobreza, masifican la pobreza y el estancamiento en la gente, porque en definitiva necesitamos albañiles con oficio pero que en el fondo sean oficiales que se muevan con otros valores y no con los valores inmanentes, naturales con los que vinimos y nos formamos en la vida que nos toca vivir. Por eso esta lucha no es para apurados, porque por buena intención que tengan los apurados no solo son problemas de relaciones de propiedad, hay que saber qué hacer con los recursos y con la propiedad y esto es el gran dilema de nuestro tiempo.


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