Desgrabación de audición del Presidente por M24 del 27 de junio de 2013

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Palabras del Presidente de la República, José Mujica, en su audición radial por M24, correspondiente al 27 de junio de 2013 Es un gusto, amigos, saludarlos a través de este espacio en el que volcamos alguna información, alguna reflexión. Hoy inevitablemente, ineludiblemente declarando de plano que, qué cosa más hermosa podría ser, como Gobierno, tener los medios económicos para colmar los reclamos que en esta hora nos hacen. Acaso sería imposible para la cabeza del Gobierno encontrar una cosa más hermosa que esa, cuando en el acierto y en el error se ha puesto la vida al servicio de la militancia de la solidaridad y de la igualdad. Qué más quisiera un Gobierno que tiene un Presidente que hace muchos años, no de hoy, coloca buena parte de su ingreso personal al servicio humilde de lo que piensa, y lo puede demostrar. Qué más quisiera un Presidente que poder precisamente contestar, a la protesta airada, con los recursos económicos imprescindibles que supone colmar ese desafío. Pero si no lo podemos hacer es por el íntimo convencimiento de la incertidumbre del ahora, porque no queremos correr el riesgo de empezar a sacrificar lo mucho que se ha logrado en la última década, y es precisamente esto lo que hoy no se ve. Se está dudando de la buena fe del Gobierno, se está dudando de que, si no da más, es porque está convencido de que no se debe correr el riesgo de sacrificar lo logrado y le está pidiendo al país que aguante un poco. Vayamos un poco, para entender esto, a nuestra historia más reciente. ¿Por qué en el año 2002-2003, cuando caímos en una quiebra generalizada de empresas, y por lo tanto, en una desocupación masiva, que por momentos traspasaba el 20 %, con un endeudamiento penoso de parte de la población que había contraído deudas con un dólar a 12 o 13 pesos y en una semana saltó a 26, con bancos quebrados y corralito, y corralito hasta en el Banco de la República, por qué en aquel momento tan dramático de la historia del país no existía la virulencia que se pone hoy en los reclamos, cuando había, generalizado, muchísima angustia y mucho dolor? ¿Por qué en el Uruguay, mientras en la Argentina levantaban la consigna ninista e inútil “que se vayan todos”, acá en Uruguay buscamos el fatigoso camino de la negociación, de la construcción de la paciencia y de la salida política? Es que buena parte de los reclamos que se hacen en esta hora coyuntural de la Rendición de Cuentas parten de una premisa que dan como verdadera, que es muy parcial. Esa premisa solo ve lo que pasó y subestima totalmente lo que puede pasar. ¿Qué fue lo que pasó? Hemos mejorado muchísimo en los últimos ocho o diez años, muchísimo en el trabajo, en el salario, en la distribución. Los números cantan implacables: hay 800 mil pobres menos y esto en economía para el Uruguay es muchísimo. Estamos lejos de tocar el cielo con las manos, sí, pero recordemos de dónde veníamos. Y la gente que ha vivido este proceso acelerado de recuperación del país no necesariamente ve hacia atrás, de dónde venimos, sino que tiende a gritar “dame la mía”. Tiende a gritar con sensación “lo que me has dado no alcanza, es poco” y hay en esto una parte de razón, pero solo una parte, no se ve la globalidad de todo lo que está por delante. Ese reclamo en parte es justo, solo


en parte, porque ve la bonanza que ha pasado, pero no ve que la situación coyuntural hoy está jaqueada por la incertidumbre del mundo, ese mundo rico que hace rato que está en crisis, que por ser rico es el que más demanda en el comercio mundial. Sigue afectando. No pueden entender que un señor hace unas declaraciones en el mundo bursátil y al otro día se desata un terremoto. No pueden entender que hace pocos días acá en Uruguay, el Gobierno tuvo la tentativa de hacer una subasta de papeles de valores del Estado, como los que se hacen habitualmente y hubo que suspenderla, y hubo sencillamente que suspenderla porque pretendían, para comprar papeles de deuda del Estado, tasas del 12 % y el Gobierno dijo “no”, paró la mano. ¿Por qué? Porque no es posible semejantes tasas, eso es un agiotismo. Y decidimos aguantar con nuestras espaldas. ¿Por qué? Porque hoy lo aconsejable es la prudencia, cuidar lo que hemos logrado para mantener el reparto social. Pero para que ello sea posible no tenemos que esperar demasiado del mundo, más claro, no tenemos que esperar demasiado del comercio mundial que está complicado. Tenemos que seguir esperando, como lo hemos logrado, porque hace más de dos años que el viento de cola paró, y es precisamente lo que nos mantiene ese caudal de inversión de la creciente capitalización que está haciendo el Uruguay, por su prudencia, por su seriedad. Es la actitud de los que, soñando con ganar más, invierten, porque eso es el capitalismo. El capitalismo sueña con ganar más y para eso tiene que tener esas perspectivas. Si cometemos la imprudencia de correr hoy esa inversión, cuando el mundo se retrae en materia de comercio mundial, inevitablemente vamos a ir al achique inmediato de la economía, o generando inflación o cayendo en el ajuste, o cayendo en toda esa política de una larga historia que tiene el Uruguay que ya sabemos adónde nos lleva. Por eso, esto es lo que naturalmente muchísima gente que reclama, con sus razones, no puede ver, porque, naturalmente, si coyunturalmente sacrifico este hoy para colmar reclamos en parte justos, mañana vamos a perder buena parte de lo que hemos acumulado. Es esto, sencillamente es esto lo que está en juego. Por eso hemos recomendado prudencia, hemos recomendado gastar lo que podemos. Pero curiosamente los seres humanos, todos, tendemos a razonar en línea recta: “Si la economía ha andado bien, dame la mía”. “Estoy esperando la mía”. Es obvio que no vamos a convencer con razones que para nosotros son de una evidencia que rompe los ojos. Sobran síntomas por todas partes, pero en definitiva gobernar no significa que no hay que considerar los reclamos. Hay siempre que considerar con el máximo de equidad posible los reclamos, pero también hay que considerar los límites por las razones que tiene el porvenir. Por eso daremos todo lo que podamos, pero no vamos a construir castillos de ilusiones, o a dar aumentos que al otro día hay que tirarlos en los hechos al suelo con un espiral inflacionario. Eso sería inútil, sería perjudicarnos mucho más. Creo que la estabilidad global de la economía del país no debe ponerse en riesgo. Tenemos muchísimos factores que nos tienen esperanzados con racionalidad. El núcleo de inversiones que hay planteado por delante va a seguir incidiendo positivamente en todo los frentes, pero tenemos que tratar de tenerlo claro y


tener una prĂĄctica en funciĂłn de ello. No podemos hacer magia. SĂ­ podemos compartir lo que tenemos.


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