Palabras del Presidente José Mujica en la audición radial correspondiente al 11 de junio de 2013. Amigos, es un gusto poder saludarlos y naturalmente, no hemos podido cubrir algún espacio por razones obvias, de andar por ahí. Lo que quisiéramos transmitir hasta donde nos sea posible, con este instrumento, “la palabra”. Nos ha sorprendido enormemente la visión positiva, en términos genéricos, que sobre el Uruguay se tiene en el exterior, que está obviamente muy por encima del peso económico político de nuestro país. Somos apenas un barrio de una de las grandes capitales como puede ser Madrid o Pekín, sin embargo, el Uruguay goza de un reconocimiento de carácter internacional, resulta un país no solo creíble sino que además simpático, querible, visto desde el exterior. Tal vez por las contradicciones que tiene nuestro mundo, que los problemas que lo atenazan, el Uruguay es una especie de rareza, la primera rareza es nuestra naturaleza. Aunque cueste creerlo, que tenemos problemas porque se nos contamina el río Santa Lucía, que tenemos problemas porque nos pasa tal fenómeno de erosión en tal lado, porque tenemos problemas, y son absolutamente insignificantes con respecto a lo que significan los fenómenos del aumento del consumo de masas que está aconteciendo en el Universo, en nuestro planeta. Por lo tanto, entrar en una capital y poder lavarse los dientes en agua común y corriente, de la que sale por las canillas, en muchos lugares está prohibido, se pone agua embotellada hasta en los baños, porque se parte de que esa agua está toda contaminada. El cielo de Pekín tiene un color gris, donde es difícil que trasvase la luz y naturalmente que los chinos y los pequineses han emprendido, con su temperamento y con su decisión de conducta un tanto colmenar y de masas, un sistema de siembras de plantaciones de árboles que a uno lo dejan aterrado, hemos visto piques, durante cientos de kilómetros, de arbolitos que van a ser transplantados a futuro en las montañas, y todo ese gigantesco esfuerzo que va a hacer esa nación es la repuesta a la altísima contaminación por el consumo de carbón. En otras partes, no acontecen operativos de tal recuperación pero la contaminación está. Nuestra
naturaleza, tal vez porque somos pocos, tal vez por el enorme vacío humano de nuestro interior, uno puede afirmar que el Uruguay es una especie de paraíso desde el punto de vista natural, lo cual no significa que hay que cruzarse de brazos, ni mucho menos, no colocar las lecciones que nos está dando el mundo, tratándonos de anticipar a lo que está pasando en otras partes. Lo segundo, la seguridad jurídica y política que trasunta el Uruguay reconocida por todas partes. Ayer nomás —por poner una anécdota— se inaugura un barco silo de proporciones gigantescas que se instala en el Uruguay, va a servir de depósito pasajero para cargar buques grandes del mineral que viene de Curumbá por el Río Paraná para ser exportado al mundo y puede servir eventualmente para acopiar cereales y trasbordar desde ese barco, que es enorme, a barcos que los lleven a ultramar. Esa empresa viene y se coloca en el Uruguay, bien podría haberse colocado, más a tiro, más a punto si se quiere en el Paraná, pero eligió precisamente instalarse en el Uruguay, nada más ni nada menos, porque tiene la evidencia de la tranquilidad jurídica y del trato con respeto. No quiere decir que Uruguay no tenga esos problemas, claro que los tiene, y mal haríamos en no reconocerlo y pésimos seríamos que nos creyéramos campeones del mundo que no tenemos defectos o esto o lo otro. Me parece que esa es una actitud que tiende a idealizar por demagogia, problemas tenemos, pero es hora de que los uruguayos reconozcamos un cierto capítulo a favor del país. La tercera cuestión que nos parece importante, la disposición a hacer negocios con el Uruguay, a financiar trabajos en el Uruguay, porque se siente una sensación de cumplimiento y de seguridad con lo que se acuerde, y tenemos que recordar, en un mundo donde es difícil moverse, donde cada cual protege lo suyo de todas maneras nuestro país, cada día que pasa tiene una nueva puerta abierta a las relaciones comerciales más allá de los papeles y más allá de los tratados que se puedan firmar, en pocos días iniciaremos una relación comercial con Azerbaiyán, un país importante para nosotros. No tenemos ninguna duda que el comercio con China se va a seguir multiplicando y se va a multiplicar en forma muy apreciable
porque ha pasado a ser el comprador de carne en estos meses. Segundo, se va a inaugurar una nueva planta productora de celulosa cuyo valor va a ser importante y cuyo destino principal es precisamente la República Popular China. Todo esto indica que en un mundo lleno de incertidumbre, la mayor incertidumbre es cuándo comienza la recuperación de Europa y cuánto nos está afectando en el mediano plazo el magro poder de compra que expresa Europa, donde existen países gigantescos como Alemania que apenas nos compra el 3 % de nuestras ventan al exterior, el pequeño Israel la dobla, donde países como Estados Unidos nos compran apenas el 3 %, es decir, si este Uruguay de hoy tuviera que esperar relaciones comerciales con el mundo rico, en buen cuadro de crisis nos veríamos. Todos pensamos que si el mundo rico o medianamente rico se recupera y comienza a tirar en el comercio exterior, las cosas pueden ser todavía más venturosas de lo que han sido todo este tiempo. Lo que no cabe duda son dos hechos: nadie en el mundo de hoy puede ignorar lo que significa la República Popular China y no lo puede ignorar por su poder de compra y por su competitividad en el mercado internacional. Nuestra región está atada a las necesidades intransferibles, nuestra región es una formidable vendedora de alimentos y China es un formidable comprador de alimentos. Problema que tendremos que despuntar, es inevitable que tengamos que comerciar intensamente con China. Tendremos que darnos cuenta que nuestros costos industriales, por razones de escala, están muy lejos de poder ser competitivos con los números de la República Popular China; desgraciadamente con la producción agropecuaria que ha crecido enormemente y que debemos de estar reconocidos y agradecidos porque todo el país se termina beneficiando, de todas maneras el problema del trabajo necesita algo más. Y ese algo más es el desarrollo de algunas actividades de carácter industrial que a veces necesitan mercado. Este va a ser el dilema de las próximas rondas del MERCOSUR y de los acuerdos que tratemos de poder esbozar con Europa, si Europa se digna a mirar hacia acá. Estas son batallas diplomáticas que a lo largo de este año van a estar presentes y que le pido a los oyentes que
pongan atención porque en un país se puede trabajar en la medida que el trabajo se coloca y se vende y, sobre todo, cuando se vende a un precio razonable que cubre los costos, y eso significa, de una forma u otra, beneficio natural para el país entero, naturalmente si los números no cierran no se puede trabajar y entonces tenemos la peor de todas las calamidades. De aquí que la relación exterior con el mundo, con la región, lo que podamos acordar con Europa, lo que globalmente podamos restañar de este MERCOSUR tan criticado pero que significa el 52 % de nuestro comercio exterior por más crítica que le pongamos, le vendemos el 52 % a los países del MERCOSUR y la cuenta de servicios que es muy importante crecientemente, casi exclusivamente se la vendemos o concurre con las necesidades de la región. Quiere decir que mirando hacia el mundo no podemos olvidarnos jamás del valor que tiene la región y si bien el MERCOSUR está plagado de dificultades, pobre de nosotros si no estuviera vigente y caminara en estos tiempos. Es bueno, es bueno, es bueno ser como ese animalito prodigioso que nunca se olvida donde come. Gracias.