“…éramos ese binomio inicial, cuando empiezas, que te compras un kite a medias con un colega, y no conoces a nadie mas de éste mundillo. Para haceros una idea de lo pollos que éramos por aquella época, os confieso que no conocíamos el WIND GURU, desconocíamos el término previsión, y nos basábamos plenamente en la ilusión. Nuestra jornada habitual de kite empezaba cuando, en nuestro día libre, llegábamos temprano a la playa de los Narejos, montábamos el kite, jugábamos al plato, tomábamos el sol, y a esperar... si llegaba el viento, estaríamos preparados! Acababa de entrar la primavera, después de varios días sin viento y sin un alma en la playa, aquella mañana vimos aparecer a otro tipo con cometa y tabla, también se dispuso a montar, luego llegaron más y al poco llegó el viento! Nos preguntábamos por qué los días sin viento no vino nadie, y cuando llegaron todos, hizo su aparición el viento. Durante ese día, hicimos lo que suelen hacer los principiantes, que os voy a contar que no sepáis. Todos hemos pasado por esta fase. Lo que no le ha pasado a casi nadie, creo, es el encuentro que tuvimos con dos seres paranormales, que a nosotros en ese momento, nos parecieron de otro mundo! Ya se habían marchado casi todos, después de un largo día, el viento empezaba a bajar, y fuimos al coche, a quitarnos el neopreno, antes de recoger, después de todo el día en la playa, ya teníamos ganas de volver a casa. Fue entonces cuando llegó aquel coche, a toda velocidad. Apuró frenada y aparcó junto a nosotros. Salieron del vehículo dos tipos, uno rubio y otro moreno, se dirigieron hacia nosotros, con sus neoprenos mojados y sus arneses puestos. Como si nos conocieran de toda la vida, nos preguntaron imperiosamente: -¿queda viento!? Víctor y yo nos miramos con cara de flipaos -venimos de la llana, con unas olacas! Y se acaba de cortar! Exclamó el moreno. Nos volvimos a mirar, no dábamos crédito. -como hemos venido con el coche a más velocidad que el viento, todavía nos da tiempo a pillar otra vez los últimos 20 minutos…! Concluyó el rubio.. No habíamos podido articular palabra, sin darnos tiempo a contestar siquiera, se giraron sobre si mismos, sacaron sus kites con las costillas hinchadas del coche y desaparecieron, dejando un rastro de huellas de pie mojado, que se dirigían hacia la playa. La única conclusión a la que pudimos llegar fue:Estos son unos viciosos del kite! Pasaron los días, y cada vez que Víctor los veía llegar a la playa, me daba unos golpes con el codo y señalándolos con la mirada, me decía: Mira, ahí están, Los Viciosos Del Kite…. A partir de ese momento, nació lo que ahora es una gran familia, y una verdadera leyenda, pues además de unos viciosos, también resultaron ser unas excelentes personas, y unos grandes amigos. Ya han pasado varios años de aquel episodio, y al cabo, resulta que todos hemos hecho méritos para que nos tachen de viciosos del kite."