Violencia de género: desmontando mitos.

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VIOLENCIA DE GÉNERO: DESMONTANDO MITOS.

Alumnado CFGS Promoción de la Igualdad de Género (2º curso) I.E.S. Victoria Kent 2016/17


¿POR QUÉ ESTA GUÍA? La toma de conciencia es el primer paso para iniciar cualquier cambio y con respecto a la violencia de género esto no es una excepción. Se puede aceptar que es una obviedad que las personas que viven en una sociedad avanzada están rotundamente en contra de la violencia hacia las mujeres. Sin embargo, esto no siempre es algo tan exacto. La violencia contra las mujeres no aparece repentinamente; se basa en un modo de vida, en una forma de ver la realidad que hace que las personas se comporten en base a lo que socialmente se espera de ellas. Existen estereotipos y mandatos de género que tenemos tan interiorizados que el primer paso es hacerlos conscientes, para así poder modificarlos. Es por ello por lo que se ha planteado este trabajo: una forma de romper, mitos, creencias y afirmaciones muy extendidas en nuestra sociedad por personas con una mentalidad machista (en ocasiones interiorizada y no consciente) que en lugar de denunciar y estar en contra de la desigualdad entre hombres y mujeres y la violencia contra estas últimas, se excusan en vagas generalizaciones y excepciones. A día de hoy se multiplican las voces que apuestan por la justicia social y la equidad, cuestionando el sistema patriarcal. Pero el machismo no se deja vencer de manera fácil, por eso ha tenido que desarrollar nuevas estrategias para mantener dicha desigualdad. Una de ellas consiste en difundir falsos mitos en torno a la violencia de género, puesto que su compresión y crítica por parte de la sociedad supone desmontar uno de los pilares básicos de la desigualdad. Hemos tratado de responder a las frases más frecuentes que tratan de cuestionar la necesidad de luchar de forma firme y decidida contra la violencia que sufren las mujeres por el hecho de serlo: frases que ayudan a mantener un sistema de desigualdad. Queremos romper mitos, romper moldes, y contribuir a visibilizar una realidad que impide que las mujeres tengamos (tengan) una vida libre de todo tipo de violencias. Trabajo realizado por: Aldeguer Sánchez, Sonsoles; Carrasco Hernández, Laura; Díez García, Rosario; Hernández Cano, María; Hernández Venencio, Sara; Juárez Ripoll, Estefanía; Leyva Valera, Marina; Martínez Martínez, Laura; Pérez Ferrer, Jorge; Teuma Más, Pepa; Tévar Romero, Longina; Vicente Ortuño, Susana. Coordinado por Rebeca Moreno Balaguer.


MITO 1 “YO NO SOY NI FEMINISTA, NI MACHISTA. YO CREO EN LA IGUALDAD” 1. Se da por hecho que partimos de igualdad entre hombre y mujeres, cuando no es así. En la actualidad, vivimos en sociedades machistas. Las mujeres están en desigualdad con respecto a los hombres, subordinándose su papel a los intereses de éstos. El machismo pues, se conforma por actitudes, conductas y creencias de superioridad de los hombres con respecto a las mujeres. Según se plasma desde la misma ONU: las desigualdades entre los géneros están muy arraigadas en las sociedades. Las mujeres no tienen acceso a un trabajo decente y se enfrentan a la segregación ocupacional y a las diferencias en los salarios por su sexo. A veces también se les niega el acceso a la educación básica y a los servicios de salud. Las mujeres de todas las regiones del mundo son víctimas de violencia y de discriminación y están mal representadas en los procesos de la toma de decisiones. La Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres declara literalmente en su exposición de motivos “El pleno reconocimiento de la igualdad formal ante la ley, aun habiendo comportado, sin duda, un paso decisivo, ha resultado ser insuficiente. La violencia de género, la discriminación salarial, la discriminación en las pensiones de viudedad, el mayor desempleo femenino, la todavía escasa presencia de las mujeres en puestos de responsabilidad política, social, cultural y económica, o los problemas de conciliación entre la vida personal, laboral y familiar muestran cómo la igualdad plena, efectiva, entre mujeres y hombres, aquella «perfecta igualdad que no admitiera poder ni privilegio para unos ni incapacidad para otros», en palabras escritas por John Stuart Mill hace casi 140 años, es todavía hoy una tarea pendiente que precisa de nuevos instrumentos jurídicos”. Según Informe mundial sobre la brecha de género 2016, que es una evaluación comparativa anual que mide el progreso hacia la igualdad entre hombres y mujeres en cuatro áreas: logros educativos, salud y supervivencia, oportunidades económicas y empoderamiento político, señala que el progreso hacia la igualdad en el pilar económico se ha frenado radicalmente, y la brecha se mantiene en el 59 %, el mayor índice desde el año 2008 en términos de desigualdad. Según datos ofrecidos por el INE a fecha 28 de junio de 2016, El salario medio anual de las mujeres fue de 19.744,82 euros, mientras que el de los hombres fue de 25.727,24 euros. El salario promedio anual femenino representó el 76,7% del masculino. Por su parte, el indicador “Brecha 1


salarial entre mujeres y hombres”, que utiliza la ganancia ordinaria por hora trabajada como base de la comparación, fue del 13,3%. Es decir, que las mujeres empleadas cobran menos por el hecho de ser mujer. Partiendo de estos datos objetivos, y en la lucha por la igualdad surgió un movimiento que defendía los derechos más básicos que se les vetaba a las mujeres como por ejemplo el voto y la educación. 2. El feminismo es un igualitarismo, y el uso de la palabra en sí, permite visibilizar al elemento que que se pretende nivelar con los hombres para alcanzar esa igualdad. Todo movimiento que luchó por la igualdad lo hizo partiendo de la situación concreta de desigualdad y en su nombre se denota la estrategia a seguir para conseguir la igualdad. En la historia podemos observar diferentes ejemplos: En una sociedad racista un movimiento social que luche por los derechos de las personas que sufren racismo, se centrará en las personas que ven mermadas sus derechos respecto a las demás. Carecería de sentido que se luchara precisamente por los derechos de las personas blancas, por ejemplo, ¿no? Si existe una sociedad homófoba, el movimiento social que luche por los derechos del colectivo LGTBI que sufren homofobia, luchará por los derechos de estas personas que son quienes sufren la discriminación. Sería ilógico que se reivindicasen los derechos de las personas heterosexuales. Por descontado los ostentan y se respetan. Y de lo que se trata es de que se respeten los de todas las personas sin excepción independientemente de la orientación sexual. Volviendo al nombre de "feminismo", lo que implica son más derechos e igualdad de oportunidades para las mujeres, equiparándose así a los que los hombres tienen reconocidos socialmente, expresando muy sintéticamente que el camino para alcanzar la igualdad de derechos y oportunidades entre los sexos es elevar la posición de las mujeres actualmente infrarrepresentadas y subordinadas. Si se pretende alcanzar una igualdad real es absurdo quejarse de que el feminismo no reivindique derechos de quien ocupa una posición privilegiada con respecto a las mujeres en una sociedad machista. No se puede entender una lucha hacia la igualdad, la no discriminación y los prejuicios si antes no se superan los prejuicios que crea una sencilla palabra. 3. Origen de la palabra feminismo. Este movimiento se denominó feminismo. Y para conocer su origen, debemos remontarnos 2


al s. XIX. En ciernes, se utilizaba en medicina y designaba el trastorno que se le achacaba a los hombres que les hacía ser femeninos y afectaba a su hombría. En el ámbito que nos atañe, fue Alexandre Dumas hijo quien empleó por primera vez el término de forma burlesca publicando en 1872, "El hombre-mujer", en el que literalmente escribió: "Las feministas, perdón por el neologismo, dicen: todo lo malo viene del hecho de que no se quiere reconocer que la mujer es igual al varón, que hay que darle la misma educación y los mismos derechos que al varón". Fue a partir de este momento cuando la palabra se difundió para designar despectivamente a las mujeres que luchaban por sus derechos. El sentido despreciativo comenzó su fin cuando la francesa Hubertine Auclert se apoderó de la palabra en 1882, reivindicándose "feminista" con la finalidad de honrar a todas las que precedieron, lucharon, sufrieron y a veces murieron para que las mujeres tengan los mismos derechos que los hombres. Así pues, el feminismo es un movimiento que reivindica la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. 4. No se puede ser igualitarista sin ser feminista. ¿Se puede ser igualitarista sin ser feminista? No. Si una persona está a favor de la igualdad de derechos y oportunidades para todos los seres humanos independientemente de sexo, orientación sexual, etnia, nacionalidad, etc., entonces quiera o no declararse como tal, implícitamente es feminista. Independientemente queramos ser catalogados/as dentro de la palabra feminista o no. El feminismo es un movimiento que busca la igualdad de derechos y de oportunidades. Pero igualdad real y efectiva y no meramente formal. Hasta la mismísima RAE define el feminismo en su acepción primera de esta manera: 1. m. Ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres. Pero siguiendo la misma idea, y con más precisión, se debe entender el feminismo como el movimiento político y social que reclama las transformaciones necesarias para una sociedad igualitaria. Pero sobre todo nos tenemos que quedar con la idea que el feminismo busca la igualdad, nunca la superioridad de ninguno de los géneros.

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MITO 2 “NO HACE FALTA HABLAR DE VIOLENCIA MACHISTA. TODAS LAS VIOLENCIAS SON IGUAL DE MALAS, NO HAY UNAS MÁS IMPORTANTES QUE OTRAS”. 1. Se necesita hablar de violencia machista/de género porque es un tipo específico de violencia. Es importante ponerle nombre y apellidos a ciertas violencias que son reiteradas en nuestra sociedad. En el caso de la violencia machista o de género hablamos de un tipo de violencia que afecta a la mitad de la población. Hace falta remarcar y nombrar una violencia porque de esta manera podemos entender sus causas y consecuencias, y así detectarla y erradicarla. Mientras siga habiendo una mujer afectada por esta violencia, será necesario nombrarla. 2. Existen diferencias entre violencia de género/machista/contra la mujer y violencia doméstica. Las sociedades tienen establecidas en sus culturas un sistema donde el poder está controlado por el sexo masculino y por tanto, las decisiones y la importancia recae en los hombres. A este se le llama sistema patriarcal, regido por una ideología de dominación masculina. Esta es la causa de que las mujeres sean víctimas de un conjunto de violencias por el mero hecho de ser mujeres y consideradas secundarias. Usamos diferentes términos para referirnos a la violencia cuya causa es la desigualdad estructural entre mujeres y hombres: violencia contra la mujer, violencia machista, violencia de género. La violencia doméstica, por su parte, es diferente a las tres anteriores. 

Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como «todo acto de violencia de género que resulte o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada», reconociéndolo como una pandemia que afecta al 50% de la población mundial, habiendo sido hasta un 70% de las mujeres víctimas de esa violencia en algún momento de su vida. Es un término centrado en las destinatarias de la violencia.

Hablamos de violencia machista cuando nos referimos a cualquier acto de violencia ejercido contra las mujeres por el mero hecho de serlo, tanto en el ámbito público como en el ámbito privado. Es un término de igual sentido que el anterior, pero el término hace referencia a las causas de la violencia. El sistema patriarcal se ha ido sosteniendo a lo largo 4


de la historia provocando una clara desigualdad social entre mujeres y hombres fomentando injustamente una ventaja al género masculino sobre el género femenino a través de valores, conductas, creencias y tradiciones que arrastran a las mujeres en un plano secundario. Esto ha permitido mantener una sociedad machista en la que se ejecutan violencias machistas. 

La violencia de género es definida en la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género como “una violencia que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión.” Se refiere a las agresiones por parte hombre a una mujer dentro de una relación sentimental o de quien haya o esté ligado a una relación similar de afectividad, aún sin convivencia.

El artículo 173.2 del Código Penal define la violencia doméstica como violencia física o psíquica que se ejerce con regularidad sobre cualquier miembro de la comunidad familiar, especialmente sobre aquellos/as más vulnerables. No se puede confundir o vincular este tipo de violencia con la de género puesto que ésta carece de la carga cultural de dominación anteriormente dicha.

3. La violencia machista no resta importancia o visibilización al resto de violencias. Es impensable que el hecho de luchar contra una violencia pueda restar importancia al resto de violencias que existen en nuestra sociedad. Por ejemplo, cuando se habla del racismo no le estás quitando importancia a la violencia intrafamiliar o a las guerras actuales de algunos países. Lo mismo pasa con la violencia machista. El hecho de estar en contra de esta violencia y de este sistema patriarcal que sigue perpetuando que esta misma exista no significa que se dejen de lado muchas otras cuestiones que afectan a la sociedad. MITO 3 “TAMBIÉN HAY HOMBRES VÍCTIMAS DE VIOLENCIA DE GÉNERO, Y NADIE LES PROTEGE” 1. La cantidad de mujeres que sufren violencia de género/machista en el mundo es alarmante. Claro que hay hombres que sufran malos tratos (pero no violencia de género) y por 5


supuesto son igual de importantes que las mujeres. Pero las cifras oficiales no dejan ninguna duda sobre quiénes son las víctimas y quiénes los verdugos: Según la web feminicidio.net, en el periodo 2010-2015 se registraron en el Estado español 586 feminicidios (asesinatos de mujeres por razones de género) (86%) y 95 asesinatos de mujeres (14%), es decir, un total de 681 casos. Se consideran cifras oficiales únicamente 354 casos (51,98%) debido a que la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género sólo reconoce los asesinatos de mujeres en el marco de la pareja o expareja. Cuando en un rango de 13 años (2003 a 2016), como detalla el Portal estadístico de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, la cifra de asesinadas a manos de sus parejas asciende a 523; contando ex parejas, o en fase de separación, la cifra se alza hasta 870 mujeres, la respuesta es clara: La víctima es un género, y en este caso es el femenino. Según ONU Mujeres, si miramos más allá de nuestras fronteras, se estima que un 35% de mujeres en todo el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual por parte de su compañero sentimental o violencia por parte de una persona ajena. Pese a que la disponibilidad de datos es limitada, y a la gran diversidad existente en la manera en la que se cuantifica la violencia psicológica según países y culturas, las pruebas existentes reflejan índices de crecimiento altos. El 43% de mujeres de los 28 Estados Miembros de la Unión Europea ha sufrido algún tipo de violencia psicológica por parte de un compañero sentimental a lo largo de su vida. 2. Los hombres pueden sufrir violencia por parte de sus parejas o ex parejas, pero no es violencia de género. Como venimos explicando, vivimos en un sociedad patriarcal donde hay una clara subordinación y relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres. Por lo tanto, la violencia de género debe entenderse como una consecuencia de esa realidad social: es una manifestación del patriarcado. Cuando un hombre sufre violencia por parte de una mujer con la que tiene una relación afectiva esta agresión no es consecuencia de una forma de organización social donde los hombres están subordinados en todos los ámbitos respecto a las mujeres: ella no le maltrata porque él es un hombre (con todo lo que esto conlleva). No es una agresión cuya causa encontremos en el patriarcado o sistema sexo/género, sino en otras que habrá que investigar y erradicar. Es por esto que la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección 6


Integral contra la Violencia de Género define “violencia de género” según dos parámetros: •

¿Quién agrede a quién? Son agresiones que sufren las mujeres “por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia”.

¿Cuál es la causa? La discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres.

¿Qué conseguiríamos incluyendo a los hombres en esta ley? Simplemente, negar el problema de que el género es el motivo de este tipo de delitos, obviando la violencia diaria que sufren las mujeres por el mero hecho de serlo1. 3. Hay hombres maltratados por sus parejas. El feminismo no niega esta realidad, sólo diferencia entre casos puntuales y un problema estructural. “Equiparar una lacra social como la violencia de género y todo lo que abarca (maltrato, violaciones, feminicidio…) con casos puntuales como el número de hombres que mueren a manos de sus parejas -sabiendo que dentro de este porcentaje ínfimo, entran los casos de parejas homosexuales donde es el hombre quien mata a otro hombre y también aquellos asesinados a manos de mujeres cuyo móvil era la autodefensa- es como mínimo machista y negacionista de esta realidad. El feminismo no niega ni desea este porcentaje excepcional, sino que pelea para que el machismo no intente equipararlo con el feminicidio2”. 4. Todas las agresiones están penadas por la ley: no existe nadie desprotegido. “Todas las violencias están penadas. Si una mujer agrede a un hombre; si una mujer agrede a otra mujer; o si un hombre agrede a otro hombre –esto es, por cierto, muy habitual- la justicia castiga al agresor o a la agresora”3. Cualquier persona que sufra una agresión debe denunciarla. Si existe una ley específica para luchar contra la violencia de género es porque: •

Esta es, como ya hemos dicho, una violencia específica que responde a una estructural social concreta: el machismo.

Es una violencia que, por su magnitud y frecuencia, representa un problema social de

1 http://www.eldiario.es/zonacritica/hombres-incluidos-Ley-Violencia-Genero_6_456414383.html 2 http://www.eldiario.es/zonacritica/Barbijaputa-machismo-guardia_civil-tweetviolencia_de_genero_6_373122703.html 3 http://www.eldiario.es/pikara/Alto-Parad-matarnos_6_373822626.html

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hondo alcance contra el que necesitábamos articular una respuesta concreta. 5. Si un hombre sufre violencia por parte de su pareja, debe denunciarlo y dejar la relación. Cualquier persona que viva una relación de malos tratos debe abandonarla. Las relaciones afectivas deben ser espacios de respeto mutuo, y si no lo son debemos ser capaces de salir de ellas. Precisamente el feminismo ha luchado siempre por acabar con los mandatos de género: feminidad sumisa y abnegada y masculinidad dominante e invulnerable. Tal como comentaremos más adelante, necesitamos romper con los mandatos de género que obligan a los hombres a ser “tipos duros” alejados de sus emociones. El feminismo apuesta por un mundo donde ningún hombre sienta vergüenza por mostrar sus emociones y vulnerabilidades. En realidad es el patriarcado quien juzga a los hombres que sufren malos tratos considerándolos “poco varoniles”. MITO 4 “LA JUSTICIA FAVORECE A LAS MUJERES. MUCHOS HOMBRES PASAN INJUSTAMENTE NOCHES EN EL CALABOZO”. En el momento en el que una mujer denuncia a su pareja por violencia de género, desde la implantación en España de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, se entiende que el riesgo existente para la mujer que accede a los servicios de protección judicial es muy elevado, dado que una de las características principales de este tipo de violencia es que el agresor conoce el entorno privado y personal de la víctima y de sus allegados. Son muchas las polémicas que ha levantado esta medida de protección desde el momento en el que se comenzó a aplicar, debido a la detención inmediata del agresor y que éste estará privado de libertad durante un máximo de 72 horas (24 si es menor de edad). Este tipo de medidas es comparable con las medidas acogidas en caso de terrorismo. Alegan que el denunciado debe poseer presunción de inocencia, y que puede resultar ser víctima de una denuncia falsa. 1. El arresto es una medida preventiva necesaria en casos donde la vida de la víctima corre peligro real. Una de las cosas que pretende esta medida también es acabar con el miedo a la hora de

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formular la denuncia. En nuestro país, actualmente, el número de denuncias ha ido creciendo mediante se ha ido informando de los medios y recursos existentes para la protección de las víctimas (hijos e hijas), según datos oficiales del Consejo General del Poder Judicial han incrementado las denuncias por violencia de género un 13,9% en el tercer trimestre del 2016. A la hora de formular la denuncia son muchas las mujeres que acaban retirando la acusación o acogiéndose a su derecho de no declarar ante el juez, en concreto el 20,9% retiró la denuncia según el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Los motivos más frecuentes eran los siguientes: 

“Le prometió que no iba a suceder más” (29,35%)

“Pensé que podía cambiar” (28,35%)

“Por miedo” (28,59%)

“Es/era el padre de mis hijos” (24,86%)

“Sentía pena por su pareja” (23,95%) Ahora bien, vamos a ponernos en la situación de una mujer que está o ha estado sufriendo

malos tratos por parte de su pareja o expareja y tú decides dar el paso y denunciar. Una persona que sabe donde vives (en el mejor de los casos de que no vivan juntos y después de denunciar no tenga que volver al mismo hogar con el agresor), dónde vas normalmente, con quién vas… en resumen, conoce todas y cada una de tus rutinas. ¿De verdad te sientes seguro/a sabiendo que tu agresor puede descubrirte en cualquier momento y tomarse la justicia por su mano? La víctima, se encuentra en máximo peligro en estos momentos, y no siempre encuentra una protección por parte del Estado. 2. El número de condenados por violencia de género que ingresa en prisión es bajo. Según el periódico el Mundo4: “El 86% de los condenados por violencia de género no ingresa en prisión, sino que ve sustituidas sus penas de prisión por trabajos en beneficio de la comunidad. Así, menos de dos de cada 10 culpables de violencia machista entra en la cárcel. De las 28.275 condenas que los juzgados dictaron en el año 2013 por delitos de violencia contra la mujer, según datos del Consejo General del Poder Judicial, 4.058 significaron el ingreso en prisión, es decir, el 14,3%, según Instituciones Penitenciarias. Así, 24.217 condenados por violencia sobre la mujer no pisaron la cárcel. Y de ellos 22.487 cumplieron su sentencia con «trabajos en beneficio de la comunidad».” 4 http://www.elmundo.es/espana/2015/05/05/5547d5c5ca4741121b8b459e.html

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MITO 5 “HAY MUCHAS DENUNCIAS FALSAS” 1. El porcentaje de denuncias falsas es minúsculo. Es una falacia decir que la mayoría de denuncias por violencia de género presentadas en España son falsas. La Memoria Anual 2016 de la Fiscalía General del Estado demuestra con datos que el minúsculo porcentaje de denuncias falsas por violencia de género es más que suficiente para rebatir las voces que insisten en al prevalencia de estas. Según datos de esta institución, en el año 2015, se registraron 129.292 denuncias por violencia de género, de cuáles “se incoaron 18 causas por denuncia falsa de las que ocho fueron archivadas o sobreseídas provisionalmente, ocho siguen en tramitación y dos acabaron en condena, una de ellas con conformidad.” Esto quiere decir que tan solo el 0,0015% de las denuncias presentadas fueron ‘falsas’. Considerando los datos desde 2009, tan sólo el 0,0069% de las denuncias por violencia de género se ha acreditado que eran falsas. Incluso si los 90 casos que estaban en tramitación al momento del cierre del informe resultaron en condena, el porcentaje de falsedad no sobrepasaría el 0.0099% de todas las denuncias. 2. Que una denuncia se retire no significa que sea falsa. En muchas situaciones retiran sus denuncias, no porque fuesen falsas sino por ciertos motivos, tal y como hemos explicado antes. A menudo quienes defienden la falacia de las denuncias falsas incluyen en este apartado las sentencias no condenatorias y las denuncias retiradas. Ahora bien, que una denuncia sea retirada, que la sentencia no sea condenatoria o que la causa sea sobreseída no es lo mismo que una acusación en falso. 3. No es cierto que las denuncias falsas sean una estrategia frecuente para obtener ventajas en caso de divorcio. Según datos del Consejo del Poder Judicial de 2013 el porcentaje de decisiones que los Juzgados de Violencia sobre la Mujer toman sobre “la casa, los niños y la paga” es muy bajo 5: •

Las decisiones relativas a custodias representan el 3’3%. La suspensión del régimen de visitas el 0’5%, la suspensión de la patria potestad el 0’06%, la suspensión de la guarda y

5 http://www.eldiario.es/agendapublica/impacto_social/estafa-piramidal-denuncias-falsas_0_327917529.html

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custodia el 1’1% y la prestación de alimentos el 4’1%. •

Las decisiones sobre la atribución de la vivienda representan el 3’4%.

4. Mucho más alarmante que las denuncias falsas es el alto porcentaje de mujeres que sufre violencia y no la denuncia. Como ya hemos explicado antes, hay un alto porcentaje de mujeres que sufren violencia y no la denuncian por motivos que ya hemos analizado extensamente. El verdadero problema es ese: no las denuncias falsas, sino las denuncias no realizadas. MITO 6 “HAY MUJERES QUE CONSIENTEN LA VIOLENCIA DE GÉNERO PORQUE LES BENEFICIA” 1. ¿Por qué no denuncian algunas mujeres? Según la macroencuesta sobre violencia de género del CIS 2015 las principales razones para la no ruptura del silencio de las mujeres víctimas de Violencia de Género son: no conceder suficiente importancia al maltrato, el miedo y la vergüenza. Según la macroencuesta del CIS sobre violencia de género de 2015, siete de cada diez mujeres maltratadas (67,8%) nunca lo han denunciado. Los motivos son los siguientes: •

No reconocen que están sufriendo maltrato (44,6%): lo que más les cuesta asumir a estas mujeres es que están sufriendo violencia de género por parte de su pareja, porque realmente no piensan que están pasando por ello, es decir, no saben detectar las señales. El agresor se ha hecho cargo de anularla psicológicamente y que culpa a la víctima de su comportamiento violento.

Tienen miedo (26,6%): El temor a más violencia impidió a estas mujeres actuar.

La persona agredida siente vergüenza por la imagen que puede dar a la sociedad y siente una culpabilidad doble (21,1%): se escuchan muchos comentarios como: “Si estaba siendo maltratada, ¿por qué no ha denunciado antes?” “Si ella sigue con su agresor es porque quiere”, “A mí eso no me pasaría”... La falta de apoyo a la víctima y en focalizar toda la responsabilidad en ella causa una minimización de la culpabilidad del maltratador.

No tienen los medios económicos suficientes (10,4%) : no sólo existe la violencia física o psicológica, hay múltiples violencias dentro de la pareja, entre ellas la económica. El agresor controla la economía del hogar, por lo que muchas veces ellas se sienten

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indefensas, dependientes y vulnerables. Esto no significa que las mujeres que trabajan no sufren maltrato. •

Sienten que lo merecen, que es su culpa (9,2%)

Creen que con su amor pueden cambiarle (9%): todavía se sigue pensando que con su amor va a poder cambiar, ya que a sus ojos se muestran arrepentidos y que son sucesos puntuales. No entienden la violencia como algo cíclico donde los episodios de violencia cada vez son mayores y la fase de arrepentimiento o “luna de miel” tiene menos duración. La muestra de culpa por parte del agresor permanece por poco tiempo y vuelve a las violencias consideradas más indetectables como los celos, el control, la dominación, la indiferencia…

2. Si no hay verdugo no hay víctima. Desgraciadamente hoy se sigue escuchando que “hay mujeres a quienes les gusta que les peguen”. El efecto suele ser de rechazo hacia la víctima que, considerada así, deja de serlo. Si sólo hablamos de la debilidad de la víctima, olvidando la destructividad del agresor y si nos limitamos a mencionar a la mujer como masoquista no hacemos más que agravar la culpabilidad e intensificar el dominio que pesa sobre ella. La víctima no puede crear al verdugo. El maltratador actúa y convierte en víctima a su pareja y existen varios factores que lo favorecen. 3. La socialización de género refuerza en las mujeres la idea de que el amor es lo que dará sentido a su vida, alimentando patrones de relación basados en la depedencia y la anteposición de las necesidades ajenas a las propias. Los mandatos de género condicionan la forma en que mujeres y hombres nos relacionamos, cómo vivimos nuestras emociones, afectos, apegos, etc. Las mujeres maltratadas pueden mantener su relación con los maltratadores por los mandatos de género que pesan sobre ellas, y que alimentan diferentes conductas: •

dependencia emocional de sus parejas (ensalzando el apego y el enamoramiento de novela romántica),

por pena cuando ellos sufren algún problema (anteponiendo el cuidado del otro antes que el propio),

por vergüenza (relacionada con desagradar al entorno familiar),

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por pensar que hay que aguantar lo que sea (sobrevaloración de la abnegación),

por la culpa y el vacío ante la pérdida, etc.

por dependencia económica puesto que muchas mujeres siguen apartadas del mercado para asumir el rol de cuidadora/madre y que en muchos casos, cortar la relación supondría entrar en una situación personal de inestabilidad económica grave. Sin embargo esta dependencia económica también se puede dar en mujeres perteneciente a clases sociales con un mayor nivel económico, en este caso al miedo a la pérdida a los recursos económicos y al nivel de vida acostumbrado, se suma el cambio social, la pérdida de amistades, las relaciones personales y familiares, etc, dejando en evidencia el pobre autoconcepto que éstas tienen de sí mismas al no percibirse como capaces para ser autónomas y/o vivir sin pareja.

4. La indefensión aprendida y el ciclo de la violencia impiden a muchas mujeres abandonar una relación de violencia. La teoría de la indefensión aprendida la formuló Dr. Martin Seligman y sus colegas , en la Universidad Cornell, en el 1967. La indefensión es el estado psicológico que se produce frecuentemente cuando sentimos que los acontecimientos son incontrolables, que no podemos hacer nada para cambiarlos, que hagamos lo que hagamos siempre sucede lo mismo. Dra. Lenore E. Walker, psicóloga experta en el estudio del maltrato, partiendo de los experimentos de Seligman, inauguró una línea de investigación hoy todavía vigente y que se puede resumir en que: repetidos malos tratos disminuyen la motivación de la mujer a responder. Ella llega a ser pasiva. Secundariamente, su habilidad cognitiva para percibir éxitos está cambiada. No cree que su respuesta acabará en un resultado favorable. Los sentimientos de indefensión en mujeres maltratadas podrían debilitar la capacidad de solucionar problemas y la motivación para afrontarlos, favoreciendo de esta forma la permanencia de la mujer en la relación violenta. En la violencia de género se pueden distinguir 3 fases: acumulación de tensión; agresión y fase de “arrepentimiento”. Esta última fase genera en las maltratadas una ficción de reencuentro llamada luna de miel donde el agresor intenta cumplir con la forma idealizada de pareja que tiene su víctima. Según Walker la repetición de estos ciclos sirve para atar muy fuertemente a una mujer maltratada con su agresor. Mientras tiene lugar la agresión la mujer sufre una disociación acompañada de un sentimiento de incredulidad, de que eso esté sucediendo realmente; esto iría 13


seguido de un colapso emocional, similar al experimentado por víctimas de secuestros o desastres, este colapso se acompaña de inactividad, depresión, ansiedad, autoinculpación y sentimientos de indefensión. 5. Las mujeres sometidas a la persuación coercitiva acaban asumiendo la realidad que el agresor impone. En la mujer maltratada la cotidianeidad es la violencia. El tiempo se define por presencia o ausencia de agresiones. La única realidad es la que dicta el maltratador y la realidad de él es un sistema de creencias, de explicación de las causas y consecuencias sobre los hechos cotidianos y los motivos que, según él, justifican la violencia ejercida. Los accesos de mayor violencia, el proceso de descalificación mantenido, el reinicio del ciclo y la confusión de emociones (sorpresa, miedo, culpa, vergüenza) dentro de un entorno aislado facilitan que la mujer acabe asumiendo la realidad que le impone el agresor. Diversos estudios han constatado que las experiencias traumáticas propias de rehenes, supervivientes de campos de concentración, sectas, etc. son similares a las de las mujeres maltratadas. Cuando la violencia es ejercida por un miembro próximo produce un mayor efecto traumático sobre la víctima, y si además le sumamos la duración del maltrato; la fractura de los esquemas de seguridad de la persona se romperán y se producirá el sometimiento y la desidentificación de la víctima. Las mujeres sometidas a técnicas de extrema coerción tienen riesgos de sufrir despersonalización y síntomas de entumecimiento emocional. Pueden mostrar una menor flexibilidad cognitiva, cambio de valores, actitudes, creencias y sentido de si misma; y esto es lo que genera la identidad, por tanto esta pérdida es lo que produce la despersonalización. MITO 7 “A MÍ NUNCA ME PASARÍA. YO NUNCA SERÍA VÍCTIMA DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO” 1. No hay perfil de mujer víctima de violencia de género. La creencia de que sólo ciertas mujeres son más propensas a sufrir violencia de género se ha demostrado que toda mujer está expuesta a sufrir violencia de género a lo largo de su vida. A nivel mundial 35% han sufrido violencia física o sexual a los largo de su vida y a nivel nacional un

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70 % han sufrido violencia de género por sus parejas o exparejas. 6Cualquier mujer puede sufrir este tipo de violencia con sus parejas. La Macroencuesta de violencia contra la mujer (2015) realizada por el MInisterio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad revela varios datos que nos demuestra que no existe ningún tipo de perfiles de mujeres:

Hay víctimas de todas las edades: No importa la generación es algo aprendido e constructural en nuestra sociedad que

potencia el binarismo en todas sus vertientes. Según la macroencuesta del CIS de 2015 “ la edad no guarda una relación lineal con la prevalencia de la violencia física sufrida a lo largo de la vida de la mujer”. Las mujeres entre los 25 y 54 años son las que en mayor proporción manifiestan haber sido víctimas de violencia física de género en algún momento por parte de cualquiera de sus parejas. Sin embargo, es algo inferior entre las más jóvenes (16-24) y también desciende progresivamente a partir de los 55 años, hasta llegar al 4,3% de las mujeres de 75 y más años (el valor más alto lo ostentan las jóvenes entre 25 y 34 con un 14,1%). Esta tendencia es parecida, si bien con proporciones más elevadas, cuando la referencia son las ex parejas entre aquellas mujeres que han tenido relaciones ya finalizadas en el momento de la entrevista. Las que en mayor proporción sufrieron violencia física de cualquiera de sus ex parejas son las mujeres entre 45 y 54 años, con un 25,5%. En cambio, son las mujeres de 65 a 74 años, las que tienen el porcentaje superior cuando la población se reduce a las que tienen pareja en la actualidad y afirman haber sufrido violencia física por parte de su pareja en el presente (2,7%). Les siguen las más jóvenes, con un 2,2%”. 

Hay víctimas con diferentes niveles de estudios: La creencia de que las mujeres son víctimas de maltrato por su nivel de estudios es un

auténtico error, las estadísticas demuestran que no existe un perfil de víctima. Cualquier mujer puede sufrir violencia de género. Los roles de género están en todas las clases sociales, condiciones socioeconómicas,y formación académica. Pues la asunción de roles de género está en nuestra sociedad patriarcal, influyendo y asumiendo conductas violentas en las relaciones personas, normalizando . Por eso el factor de nivel de estudios no es acertado. Por ello, cualquier mujer puede ser una víctima potencial da igual la condición social, económica, cultural e ideológica. Están expuestas por igual a una cultura patriarcal. 6 Webgrafia: www.unwomen.org 15


2. La violencia de género no solo es física. Tendemos a entender que la violencia de género es solo física, y existen un gran abanico dentro de este sistema heteropatriarcal. A continuación explicamos los tipos de violencia que existen para que identifiques y comprendas la violencia de género que sufrimos/sufren las mujeres a lo largo de su vida:

PSÍQUICA: son las amenazas, las humillaciones, exigencias de obediencia, intentar convencer a la víctima de que ella es la culpable de cualquier problema.Son también los insultos, el control de las salidas de casa descalificar a la persona ya sea hombre o mujer, aislamiento, etcétera.

FÍSICA:Consta de cualquier acto no accidental, que provoque o pueda producir daño en el hombre, más que todo en la mujer; irían desde las bofetadas hasta el asesinato.

SEXUAL:siempre que se le imponga a la mujer una relación sexual en contra de su voluntad ya sea completa o incompleta (sentido de la razón)

SOCIAL: El maltratador va alejando, cada vez más, a la mujer de su familia y de su red de contactos, no imprimiéndole que mantenga relación con ellos/as.

ECONÓMICA: La víctima no tiene acceso al dinero, porque el agresor se lo controla, incluso aunque este sea independiente económicamente.

Por ello, aunque la macroencuesta solo refleja la física o sexual, existen muchas otras que son implícitas en la violencia de género. Y muchas mujeres no identifican como violencia y entienden que es solo la parte física. Y como se dice “Antes de la bofetada, viene muchas otras cosas hasta llegar ahí el maltratador”. Y se dan cuenta que tras salir de la relación, identifican que han sufrido violencia de género en sus relaciones. 3. La mayoria de mujeres han sufrido violencia de género a lo largo de su vida. Datos de la OMS: 1 de cada 4 mujeres han sufrido violencia de género en el mundo. Por el mero hecho de nacer mujer, estan expuestas ha desigualdades sociales y con ello la violencia que se les ejerce, como acoso callejero, acoso sexual en el trabajo, mutilación femenina, forzadas a contraer matrimonio, matrimonios infantiles, prostitución. El feminismo está detectando que en cada parte del mundo y microespacios las mujeres sufren a lo largo de su vida violencia de género. Aunque la Ley orgánica de Violencia de género lo 16


aplique a mujeres que han mantenido o mantienen una relación sentimental. Muchas otras sufren esa violencia, andar por la calle implica tener miedo y que puedan violar “los mandatos de género”, ir a una discoteca y que abusen de ti con algún tocamiento. Algún familiar puede abusar de ti y la mayoría de mujeres en las relaciones que han tenido alguna vez han sido con signos de violencia de género. 4. Los mandatos del género” nos afectan a todas (Marcela Lagarde). “Los mandatos de género en la sexualidad se traducen en el cumplimiento de lo que el orden simbólico establece como lo que debe ser, lo que se espera de las mujeres y lo que se espera de los hombres. En la esfera de la sexualidad, los mandatos de género son los más rígidos y el espacio donde se han producido menos cambios, aunque pueda parecer lo contrario. La sumisión del “otro”, desde la identidad de llenar “al otro de placer o de amor”, suscitan un lugar subsidiario de las mujeres respecto a su sexualidad y respecto al permiso al placer. El hombre aprende el permiso, aprende a que el goce es lugar para que crezca su masculinidad, su virilidad. Así en las parejas heterosexuales se puede producir un desencuentro si no hay un reconocimiento propio y de la pareja, de las necesidades y de los mandatos que a cada uno y una le toca, y cómo se pueden “neutralizar dichos mandatos”.7” Las mujeres aprenden a complacer a través de esos mandatos de ahí que en la relaciones de violencia no comprendan que están enjauladas en unos mandatos sociales. De ahí, que muchas mujeres “aguantan” pensando que es su deber como mujer. Las creencias en nuestra día a día nos limita ser más libres, de poder tomar decisiones y direcciones. Por ellos romper con esos mandatos, entender que podemos cualquier mujer ser víctima de violencia de género, pero asu vez comprendiendo este sistema y sus creencias poder alzar el vuelo y ser autosuficiente y tener herramientas suficientes para prevenirlas. MITO 8 “LOS MALTRATADORES SON ENFERMOS” Esta es una de las frases más repetidas con respecto la violencia de género. Nada más lejos de la realidad. Es una cuestión educativa, la cual, hay que trabajar desde bien pequeños y pequeñas. 7 http://creacionpositiva.org/banco-de-recursos/MALETA%20SRTA%20CRESPIS/03-def.pdf

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1. Tan solo el 10% de los maltratadores tienen un diagnostico psiquiátrico o patología mental8. Se puede hablar de rasgos de personalidad que se dan más en esta problemática, sin embargo, la personalidad se va conformando desde el temperamento innato durante toda la vida en base a aprendizajes y socialización. Por tanto, es algo que se aprende y por tanto es algo que puede cambiarse. El problema es que no suelen acudir a terapia ya que no se perciben como maltratadores y si en algún momento llega a ser consciente lo plantea como algo excepcional en su vida y no como un proceso que hay llegado hasta ahí. La relación de pareja o relación entre hombres y mujeres es algo que esta socializándose desde la más tierna infancia. Desde los mismos mensajes de los padres, escuela, medios de comunicación y, en definitiva, sociedad, en el que dividimos la sociedad en dos y en el que les atribuimos una serie de características muy concretas. Mujeres en el cuidado y hombres en la producción. Mujeres en lo emocional y hombres en lo práctico. Mujeres en lo pasivo y hombres en lo proactivo. 2. La masculinidad hegemónica se caracteriza por rasgos que pueden conducir a la violencia (agresividad, dominio, dureza, etc.) "no son enfermos, son sujetos normales en cuanto a salud mental, pero con una forma de ser anormal que se caracteriza por la frialdad, la insensibilidad, la crueldad y la precocidad sexual cuando son niños". Indica el jefe de Psiquiatría del Hospital Militar de Burgos, además de ello indica que si se observa en su infancia maltrato, mediante la observación puede aprender a relacionarse de esa forma y verlo como algo normal y no una agresión que se deba trabajar. 3. Es una ideología, una forma de pensar, basada en una determinada socialización de género que han aprendido. Otro elemento a tener en cuenta es que las personas maltratadoras se relacionan de esa forma, ya que es una ideología, una forma de pensar basada en una determinada socialización de género, lo han aprendido a lo largo de su vida por observación y mediante la educación socializada en el género, sin embargo es importante resaltar la autoimagen que en muchos casos tienen de ellos mismos. Por un lado pueden tener desde una baja autoestima hasta una autoestima irreal, agreden al sentirse atacados, suelen tener problemas de frustración que no saben gestionar y lo enfocan desde la agresividad "permitida", es decir, con su pareja, y puede incluso tener una cierta 8 Entrevista a María Teresa Gómez-Limón, psicóloga clínica, en periódico “Público” del día: 12.07.2008 18


dependencia hacia ella que hace que para evitar que se vaya genera esa relación tóxica haciendo que poco a poco su pareja se vaya sintiendo menos valorada, más confundida y dependiente. Recordamos que el hombre es educado para producir y no cuidar, por tanto no es necesario ni se le permite desarrollar ese área de su vida de forma adecuada. Éste es un factor clave para el trabajo de prevención del maltrato de género. En conclusión podemos afirmar que un maltratador no es maltratador por problemas y patología mentales, sino por un aprendizaje a lo largo de su vida influenciado por: la socialización en el género, por un problema de gestión emocional y un aprendizaje de su forma de relacionarse machista. No parece existir un perfil concreto, ya que es algo multidimensional y complejo. 4. No existe un perfil de maltratador En 2010 el estudio de la Federación de Mujeres Progresistas dice que el 17% de los agresores son extranjeros, el 10% están en paro y o tienen estudios primarios (35%) o carecen de ellos (3%). Sin embargo hasta un 83% de los casos son españoles, con estudios medios o superiores y con trabajo. Esto demuestra la variabilidad de los maltratadores, con diferente procedencia social, economía, cultural o nacional. 5. Debemos orientarnos hacia unas nuevas masculinidades que rompan esta problemática. Es el camino que sería bueno comenzar a enfocarnos. Una masculinidad no basada en la competitividad, la agresividad y la falta de conocimiento y gestión de sus propias emociones. Una masculinidad novedosa, comprensiva, consigo misma y con los de su alrededor. Que haga caer esa armadura del género y rompa moldes sociales.

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WEBGRAFÍA y BIBLIOGRAFÍA Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de género Macroencuesta de violencia contra la mujer CIS, 2015 OMS. Violencia contra la mujer www.unwomen.org www.feminicidio.net http://www.inmujer.gob.es/ http://www.sinmaltrato.gva.es/ Artículos: La estafa piramidal de las denuncias falsas – eldiario.es ¿Por qué los hombres no pueden ser incluidos en la Ley de Violencia de Género? Blog de Beatriz Gimeno: Violencia de género ¿Por qué las mujeres maltratadas no abandonan a sus agresores? Hechos y cifras: Acabar con la violencia contra mujeres y niñas (ONU Mujeres) “El maltratador no es un enfermo mental” Diario Público “No todos los maltratadores son enfermos mentales” “El maltratador no es un enfermo mental” La voz digital Perfil del maltratador: español con estudios y con trabajo Desmontando mitos: sólo el 0’014% de las denuncias por violencia machista son falsas ¿Denuncias falsas? Solo el 0’4% de las denuncias por violencia machista son falsas ¿Qué es una denuncia falsa? Solo 18 de las 130.000 denuncias por violencia machista fueron falsas en 2015 Las denuncias falsas por violencia machista sólo suponen un 0’005% del total desde 2009 Las muertes por violencia de género no están reconocidas socialmente como debieran El CGPJ analiza 500 sentencias que desmontan ‘el mito’ de las denuncias falsas en Violencia de Género

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