Cuentos Infantiles - Bitacora

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A contar cuentos...

El caballo (Jairo AnĂ­bal NiĂąo)

Convivencia familiar

Crianza positiva...

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A contar Cuentos... El caballo

(Jairo Aníbal Niño) -¿Qué tiene en el bolsillo? Un Caballo. -No es posible, niña tonta. Tengo un caballo que come hojas de menta y bebe café. -Embustera, tiene cero en conducta. Mi caballo canta y toca el armonio y baila boleros, bundes y reggae. -¿Se volvió loca? Mi caballo galopa dentro del bolsillo de mi delantal y salta en el prado que brilla en la punta de mis zapatos de colegio.


-Eso es algo descabellado. Mi caballo es rojo, azul o violeta, es naranja, blanco o verde limón, depende del paso del sol. Posee unos ojos color de melón y una cola larga que termina en flor. -Tiene cero en dibujo. Mi caballo me ha dado mil alegrías, ochenta nubes, un caracol, un mapa, un barco, tres marineros, dos mariposas y una ilusión. -Tiene cero en aritmética. Qué lástima y qué pena que usted no vea al caballo que tengo dentro de mi bolsillo. Y la niña sacó el caballo del bolsillo de su delantal, montó en él y se fue volando.


Reflexión La imaginación de los niños y niñas es uno de sus valores más preciados. Ponerse en el lugar de ellos y ellas, como en el de la niña del caballo, es una forma de abrirnos a la escucha y al diálogo. Solo entrando en sus mundos, por encima de nuestro poder y autoridad, puede llevarnos a comprender y potenciar todas sus capacidades.


A contar cuentos...

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El malvado milisforo (Pedro Pablo Sacristรกn)

Crianza positiva...


A contar Cuentos... El malvado milisforo (Pedro Pablo Sacristán)

Hubo una vez un villano tan malvado, llamado Milisforo, que ideó un plan para acabar con todas las cosas importantes del mundo. Ayudado por sus grandes máquinas e inventos, consiguió arruinar a todos, pues inventó una poción que quitaba las ganas de trabajar. También hizo que la gente no quisiera estar junta, pues a todos infectó con un gas tan maloliente que cualquiera prefería quedarse en casa antes que encontrarse con nadie. Cuando el mundo entero estuvo completamente patas arriba, comprobó que sólo le quedaba una cosa por destruir para dominarlo completamente: las familias. Y es que a pesar de todos sus inventos malvados, de sus gases y sus pociones, las familias seguían estando juntas. Y lo que más le fastidiaba era que todas resistían, sin importar cuántas personas había en cada una, dónde vivían, o a qué se dedicaban.


Lo intentó haciendo las casas más pequeñas, pero las familias se apretaban en menos sitio. También destruyó la comida, pero igualmente las familias compartían lo poco que tenían. Y así, continuó con sus maldades contra lo último que se le resistía en la tierra, pero nada dio resultado. Hasta que finalmente descubrió cuál era la fuerza de todas las familias: todos se querían, y no había forma de cambiar eso. Y aunque trató de inventar algo para destruir el amor, Milisforo no lo consiguió, y triste y contrariado por no haber podido dominar el mundo, se rindió y dejó que todo volviera a la normalidad. Acabó tan deprimido el malvado Milisforo, que sólo se le ocurrió ir a llorar a casa de sus padres y contarles lo ocurrido. Y a pesar de todas las maldades que había hecho, corrieron a abrazarle, le perdonaron, y le animaron a ser más bueno. Y es que, ¡hasta en la propia familia del malo más malo, todos se quieren y perdonan todo! ¿No es una suerte tener una familia?


Reflexión La familia es el centro para la vida de cualquier persona. En ella se crean los lazos afectivos y morales. Cuando una familia integra a sus miembros, les apoya y les da confianza, los vínculos se fortalecen y nada ni nadie puede destruir el amor y los valores que se han creado.


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Las semillas (Pedro Pablo Sacristรกn)

Prevenciรณn del Trabajo Infantil


A contar Cuentos... Las semillas (Pedro Pablo Sacristán) Hubo una vez 4 semillas amigas que llevadas por el viento fueron a parar a un pequeño claro de la selva. Allí quedaron ocultas en el suelo, esperando la mejor ocasión para desarrollarse y convertirse en un precioso árbol. Pero cuando la primera de aquellas semillas comenzó a germinar, descubrieron que no sería tarea fácil. Precisamente en aquel pequeño claro vivía un grupo de monos, y los más pequeños se divertían arrojando plátanos a cualquier planta que vieran crecer. De esa forma se divertían, aprendían a lanzar plátanos, y mantenían el claro libre de vegetación. Aquella primera semilla se llevó un platanazo de tal calibre, que quedó casi partida por la mitad. Y cuando contó a las demás amigas su desgracia, todas estuvieron de acuerdo en que lo mejor sería esperar sin crecer a que aquel grupo de monos cambiara su residencia. Todas, menos una, que pensaba que al menos debía intentarlo. Y cuando lo intentó, recibió su platanazo, que la dejó doblada por la mitad. Las demás semillas se unieron para pedirle que dejara de intentarlo, pero aquella semillita estaba completamente decidida a convertirse en un árbol, y una y otra vez volvía a intentar crecer. Con cada nueva ocasión, los pequeños monos pudieron ajustar un poco más su puntería gracias a nuestra pequeña plantita, que volvía a quedar doblada.


Pero la semillita no se rindió. Con cada nuevo platanazo lo intentaba con más fuerza, a pesar de que sus compañeras le suplicaban que dejase de hacerlo y esperase a que no hubiera peligro. Y así, durante días, semanas y meses, la plantita sufrió el ataque de los monos que trataban de parar su crecimiento, doblándola siempre por la mitad. Sólo algunos días conseguía evitar todos los plátanos, pero al día siguiente, algún otro mono acertaba, y todo volvía a empezar. Hasta que un día no se dobló. Recibió un platanazo, y luego otro, y luego otro más, y con ninguno de ellos llegó a doblarse la joven planta. Y es que había recibido tantos golpes, y se había doblado tantas veces, que estaba llena de duros nudos y cicatrices que la hacían crecer y desarrollarse más fuertemente que el resto de semillas. Así, su fino tronco se fue haciendo más grueso y resistente, hasta superar el impacto de un plátano. Y para entonces, era ya tan fuerte, que los pequeños monos no pudieron tampoco arrancar la plantita con las manos. Y allí continuó, creciendo, creciendo y creciendo. Y, gracias a la extraordinaria fuerza de su tronco, pudo seguir superando todas las dificultades, hasta convertirse en el más majestuoso árbol de la selva. Mientras, sus compañeras seguían ocultas en el suelo. Y seguían como siempre, esperando que aquellos terroríficos monos abandonaran el lugar, sin saber que precisamente esos monos eran los únicos capaces de fortalecer sus troncos a base de platanazos, para prepararlos para todos los problemas que encontrarían durante su crecimiento.


Reflexión La vida de los niños y niñas poco a poco va creciendo hasta completar su desarrollo integral. Hay muchos obstáculos y situaciones en contra, pero con la persistencia y el apoyo de los y las demás, ellos y ellas pueden convertirse en un ser humano con valores y principios. No frenemos su desarrollo.


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A contar cuentos...

De sonrisa en sonrisa (MaĂŠn Puerta)

PrevenciĂłn del Trabajo Infantil


A contar Cuentos... De sonrisa en sonrisa (Maén Puerta)

Una mañana, Patricia se despertó asustada por un sueño que había tenido. Soñó que a todas las personas que conocía se les había borrado la sonrisa. Estaba rodeada de gente muy triste, con caras alargadas, con el ceño fruncido, con rostros llenos de amargura, cosa que no le agradó nada. Hasta su mamá, que era muy alegre y siempre tenía un chiste para compartir, sólo gritaba y mostraba mal humor. De igual manera su padre y hermano; por no hablar de la maestra, que tenía un rostro de estatua, y sus compañeros de clase, quienes ni con una broma reían. Esto angustió mucho a Patricia, ya que siempre pensaba que la sonrisa era la forma natural de comunicarse para entender al amigo, al hermano y a los padres.


Esto lo pensaba debido a que sus mejores ratos los había vivido cuando todos los miembros de la familia se reían, y sabía lo importante que era ese pequeño gesto para mantenerse unidos y comunicarse. Patricia cada vez se sentía más sola e incomprendida, nadie reía a su alrededor e incluso ella llegó a dejar de sonreír y comenzó a llorar, temiendo que nunca volvería a ver feliz a nadie. Pero llegó al punto de que el susto invadió todo su cuerpo y de repente se despertó. Se dio cuenta de que estaba en su cama, a salvo, y dijo: “Menos mal que sólo fue un sueño”. En ese momento su mamá llegó a la cama con el desayuno y una tremenda sonrisa, dándole un beso y diciéndole que el día hay que empezarlo feliz


Reflexión Lo más importante en la formación de los niños y las niñas es la alegría y la felicidad que podamos producirles. El trabajo infantil lleva a que los niños y niñas dejen de sonreír, de compartir con los y las demás sus sueños, juegos y experiencias.


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Naturaleza humana (Anthony de Mello)

Convivencia Familiar


A contar Cuentos... Naturaleza humana (Anthony de Mello) Un niño negro contemplaba extasiado al vendedor de globos en la feria, el cual era, evidentemente, un excelente vendedor: en un determinado momento, soltó un globo rojo, que se elevó por los aires, atrayendo a una multitud de posibles jóvenes clientes. Luego soltó un globo azul, después uno amarillo, a continuación uno blanco… Todos ellos remontaron el vuelo hacia arriba hasta que desparecieron. El niño negro, sin embargo, no dejaba de mirar un globo negro que el vendedor no soltaba en ningún momento. Finalmente, le preguntó: “Señor, si soltara usted el globo negro, ¿subiría tan alto como los demás?”.


El vendedor sonrió compresivamente al niño, soltó el cordel con que tenía sujeto el globo negro y, mientras ése se elevaba hacia lo alto, dijo: No es el color lo que hace subir, hijo. Es lo que hay dentro.


Reexión En ocasiones nos detenemos en cosas aparentes, en nuestros prejuicios y creencias. Pero la convivencia en familia y en comunidad es el reconocimiento de que somos diferentes y cada quien guarda algo especial y singular que lo puede hacer volar y le puede llevar a descubrir otros horizontes.


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Todos somos diferentes (Pablo Zevallos)

Convivencia Familiar


A contar Cuentos... Todos somos diferentes (Pablo Zevallos) Cuenta una historia de que varios animales decidieron abrir una escuela en el bosque. Se reunieron y empezaron a elegir las disciplinas que serían impartidas durante el curso. El pájaro insistió en que la escuela tuviera un curso de vuelo. El pez, que la natación fuera también incluida en el currículo. La ardilla creía que la enseñanza de subir en perpendicular en los árboles era fundamental. El conejo quería, de todas formas, que la carrera fuera también incluida en el programa de disciplinas de la escuela. Y así siguieron los demás animales, sin saber que cometían un grande error. Todas las sugerencias fueron consideradas y aprobadas. Era obligatorio que todos los animales practicasen todas las disciplinas. Al día siguiente, empezaron a poner en práctica el programa de estudios. Al principio, el conejo se salió magníficamente en la carrera; nadie corría con tanta velocidad como él. Sin embargo, las dificultades y los problemas empezaron cuando el conejo se puso a aprender a volar. Lo pusieron en una rama de un árbol, y le ordenaron que saltara y volara. El conejo saltó desde arriba, y el golpe fue tan grande que se


rompió las dos piernas. No aprendió a volar, y además no pudo seguir corriendo como antes. Al pájaro, que volaba y volaba como nadie, le obligaron a excavar agujeros como a un topo, pero claro, no lo consiguió. Por el inmenso esfuerzo que tuvo que hacer, acabó rompiendo su pico y sus asas, quedando muchos días sin poder volar. Todo por intentar hacer lo mismo que un topo. La misma situación fue vivida por un pez, por una ardilla y un perro que no pudieron volar, saliendo todos heridos. Al final, la escuela tuvo que cerrar sus puertas. ¿Y saben por qué? Porque los animales llegaron a la conclusión de que todos somos diferentes. Cada uno tiene sus virtudes y también sus debilidades. Un gato jamás ladrará como un perro, o nadará como un pez. No podemos obligar a que los demás sean, piensen, y hagan algunas cosas como nosotros. Lo que iremos conseguir con eso es que ellos sufran por no conseguir hacer algo de igual manera que nosotros, y por no hacer lo que realmente les gustan. Debemos respetar las opiniones de los demás, así como sus capacidades y limitaciones. Si alguien es distinto a nosotros, no quiere decir que él sea mejor ni peor que nosotros. Es apenas alguien diferente a quien debemos respetar.


Reexión Muchas veces esperamos las mismas respuestas y logros de todas las personas, sin tener en cuenta las diferencias en las formas de ser, de conocer y de aprender. La exigibilidad de derechos supone tener en cuenta la participación de todos y todas, desde las diferencias y con igualad de oportunidades.


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