Proyecto Neurosis (4ta. Edición)

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CONSEJO EDITORIAL Danat Conde-Lirio Fernando Angel Lara Réfael Nieto Eddie Galaxy Carlos Infante Gerardo FS DIRECCIÓN DE ARTE Y DISEÑO Carlos Infante fb: Visión consciente Gerardo FS HNLZ vien.diseño.blogspot.com COLABORADORES TEXTOS: Antonio Magallanes Casillas Carlos Martínez Vallín Fernando Quintero “Fando” Patricia Aquino Nancy Matínez Carmen Ancira Alejandra Déspota Rizo Juan Carlos González Cruz Réfael Nieto Fernando Angel Lara Danat Conde-Lirio Eddie Galaxy VISUALES: Carlos Infante (portada) Pedro Aceves Álvarez Olivo Negro Andrea Caboara Antillón Sandrine Zondervan Niña Larva Andrea Mendez Mont Violetta Venneno José Luis López Galván

Sergio Ortíz Gran OM

Impresa en Guadalajara, jal. En IMPRESOS UNIVERSO Tel: 3331-4902 Cel: 33-1248-9135

Nada es “solo” lo que lo parece. Siempre hay más, aunque no podamos verlo. Algo que lo explica o lo contradice todo, pero algo. Siempre hay gritos detrás de las sonrisas. Proyecto Neurosis hoy es como un animalito que acaba de ganar su cuarta pata y está ansioso de usarla, aunque tropiece y se ensucie, pero usarla. Cada letra y cada trazo son huesos y piel de este mecanismo de exploración y autodescubrimiento que hoy tienes en tus manos. Un animal curioso y obsceno que lo único que quiere es comer poesía y así reproducirse, un alebrije que quiere que lo adoptes pero que no lo amarres. Cada palabra de confianza y cada gesto de apoyo de todos los que están involucrados en este proyecto de arte sin fronteras, no ha hecho sino alimentar y hacer crecer a este animalito raro de las mil formas llamado “Arte” que siempre ha estado en peligro de extinción. Es aquí donde Proyecto Neurosis busca ser refugio y criadero de las especies más raras que nuestros sentidos nos permitan ver. Un bestiario actual de aquello que no enseñan los libros. Un zoológico ilógico del arte sin jaulas, donde todas las especies puedan aullar y hacer sus madrigueras… …donde siempre hay sitio para otra especie rara de eso que llamamos arte, y que no queremos dejar morir. PROYECTO NEUROSIS

Proyecto-neurosis@hotmail.com


El arte que hace bailar a la vida… ¿Cómo negarme al lápiz? ¿Cómo no matarlo en el papel? ¿Cómo no sacar punta a la vida en su inmenso carrusel? …. Sentado en la acera veo pasar la brisa coqueteando con la risa de cualquier mujer; que sin lugar a duda uno a uno de nuestros sentidos forman todo un placer. La gente teme amar, teme sentir y soñar, ¿pero que no acaso todo esto es tan primordial? Vivimos muriendo y morimos queriendo vivir, son tantos nuestros defectos que en algún momento el universo tendría que intervenir. Tan pequeños y vulnerables a lo desconocido que siempre dudamos en desconocer y siempre buscamos saberlo todo; somos cada uno una estrella en un planeta que le falta arte, le falta vida, le falta el verde y menos suicidas.

II

Somos movimiento, pasión, ingenio y fulgor; tenemos los ojos, los sueños, las manos y las emociones en los labios. Besemos el arte, las cuerdas, los oleos, las danzas, las palabras que bailan solas en la libreta, porque no tienen amante ni una dirección a la vuelta. El artista deja la vida en los colores, el pintor solo pinta, el artista captura la esencia, la vida, el fotógrafo toma fotos, el artista hacer bailar al escenario, al publico, al mundo, a la música, el bailarín se limita a bailar; somos tan ingratos que no entendemos que para muchos nuestra obra es nada menos que basura, nada más que letras, mucho menos que nada, y mucho más que todo. Lo bien hecho, lo mal hecho ¿Quién le puso valor al arte?…


Somos lo que desconocemos, ignoramos lo que sabemos y apreciamos lo que no tenemos. Muéstrame tu pasión, enséñame a que baile el corazón, que quiero capturarlo con el prisma de mis ojos, quiero mostrártelo con el ritmo de los besos, busca tus mejores pasos que yo ya tengo mis mejores ángulos. Y así fluyamos como agua, volemos como aire, ardamos como fuego, plantémonos como semillas, para así poder sentir como humanos. Antonio Magallanes Casillas cocoastro_162@hotmail.com Fotografía: Pedro Aceves Álvarez fb:Pevez


WARTEN

Olivo Negro fb: Olivo negro

Aquarela de cafĂŠ 65 cm x 50 cm

IV


Cueva de Midas murciélago

S

oy un Midas de miseria convierto los jardines en basureros de plástico.

S

oy un Midas de desgracias con manos de buitre con ojos de condenado.

S

o y un Midas de desdicha cambio soles esplendorosos por cuevas de murciélago.

S

oy un Midas de sombras con pies de huida con alma Jon Foster disecada.

S

oy un Midas de abismos con alas de insecto lengua de penumbra.

S

oy un Midas de penas convierto flores hermosas en desfiles de muertos.

V

Carlos Martínez Vallín fb: Carlos M. Vallín llustración: Andrea Caboara andrea-damadama.blogspot.mx


Una mordida dice más que mil palabras La otra vez, mientras me daba un baño; descubrí una cicatriz en la parte baja de mi vientre, y de inmediato acudió a mi memoria una vorágine de recuerdos de la noche de apasionantes mordidas corporales, intercambiadas entre nosotros con excitación lacerante al fondo de un húmedo callejón. Fue una noche de coladeras humeantes cortesía del eterno destilar de la fábrica del “vergel”, esa que nunca duerme y en cuyos desgastados muros, el vaivén ondulante de nuestras sombras fue proyectado en toda su amplitud. Por aquel entonces, allanar propiedades ajenas se me había hecho un hábito adquirido, y sin que te percataras siquiera de mi existencia (o por lo menos eso creía yo), solía saltar la barda trasera de tu casa, esconderme en tu jardín, y observarte largas horas a través del ventanal verde de madera que te enmarcaba, mientras qué, poseído por la paciencia inmóvil propia de un voyerista, me deleitaba en la contemplación del aura que emanaba tu cuerpo, un cuerpo alargado y esbelto, reposando en su cojín de terciopelo negro. Siempre te mantuviste al margen de las estúpidas tertulias hogareñas del resto de quienes habitaban en la casa y sabía por el vacío de tu mirada que no eras feliz, que eras la víctima absorta de una prisión doméstica. VI

En contraparte, yo siempre fui un vagabundo advenedizo que recorrió con aires de libertad cada uno de los rincones de esta ciudad de porquería… ciudad aplastante… ciudad capital, en cuyos confines; siempre pasan cosas… cosas interesantes, cosas que yo tenía que mostrarte. Por lo tanto; cierta noche tomé la determinación de irrumpir en tu espacio nuevamente, pero esta vez con la intención plena de hacerte abandonar la comodidad de ese, tu cojín de terciopelo negro. Pssst, Pssst… gesticulé invitándote a escapar. Fue como si hubieras estado esperándome, nos miramos sólo un momento y sin decir nada, trepamos por la barda para después dar un paseo juntos en las callejuelas de la ciudad. Anduvimos así un largo rato. De vez en vez te acercabas a mí como en un tono de agradecimiento y yo susurraba sonidos tiernos en tu sien, mientras te mostraba todo lo que te habías perdido.


Se hacía tarde y la luna estaba en su cenit. Quise llevarte a un lugar tranquilo, y sin temor a la noche nos sumergimos en uno de esos rincones de la ciudad que están apartados del bullicio de la gente. Entonces, me apartaste de tu lado y comenzaste a oscilar tu hermoso cuerpo en una sugestiva y felina danza (seguramente para provocar mi deseo), y no resistiendo más este erotismo contenido, me acerqué poco a poco hacia ti. Comencé por pasear mi lengua en el largo camino de tu espina dorsal, notando como el húmedo contacto hacía fluir la electricidad reinante entre tus vertebras, provocando deliciosas y prolongadas contracciones de placer. Intempestivamente, sujeté tu nuca con una mordida firme, y completamente cegado por mi animalidad; comencé a penetrarte. Soltaste un alarido que resonó en lo más profundo de mi medula espinal, mi excitación; lejos de menguar fue en aumento progresivo, y con más y más fuerza hice presión apretando mis quijadas contra tu nuca, mientras arqueaba mi columna para

poder penetrarte más profundamente. El aire comenzó a llenarse de un edulcorante afrodisiaco proveniente de nuestros cuerpos, el cual agitadamente respirábamos. Arañaste la enmohecida pared rebosante de gozo, enterrando las garras de tus patas delanteras en ella, e intempestivamente, te diste media vuelta y clavaste una veloz mordida en mi vientre, para después, emitir un maullido lastimero tan alto; que despertaste a todo el vecindario, se encendieron unas luces, ladraron unos perros y por una ventana, ¡nos aventaron una bota sucia! “¡A chingar a su madre pinches gatos!” Gritó furioso un tipo calvo y gordo que asomado por una ventana dejaba ver en lo alto el otro par de la bota sostenida con el puño amenazante. Trepaste ágilmente por una barda usando tus dotes gatunas y escapaste de inmediato de la escena… … nunca te volví a ver. Ahora, la profundidad de mis heridas las mido por la intensidad de los sentimientos que las provocaron aquella noche evocándote cada vez que volteo a ver sus marcas… recordándome que una mordida dice más que mil palabras.

Fernando Quintero “Fando” fando@ovi.com Ilustración: Antillón

VII


Ojo telĂşrico Este tiempo al que le doy vuelta sobre la mesa de avispas donde se detienen mis pasos (ponzoĂąa de la muerte) ...Desnuda me escondo en la esquina del bolsillo de esos ojos amargos del lenguaje. La sombra, es el lugar donde muerdo el color de la lluvia para existir dentro del mapa sin lineas.

Patricia Aquino jpin_727@hotmail.com IlustraciĂłn : Sandrine sandrinezondervan.weebly.com

VIII


TRICOFAGIA

Por: Niña Larva

Técnica: Fotomanipulación Digital

nohemi.dip@gmail fb: Niña Larva

¿Quieres formar parte de nuestra Neurosis? La convocatoria esta abierta permanentemente, solo escríbenos al correo: proyecto-neurosis@hotmail.com o búscanos en Facebook como: Proyecto Neurosis y muéstranos algo de tu trabajo. Sin limites y sin censura!!! Todas las ramas del arte: Pintura Fotografía Poesía Cuento Ensayo Diseño digital Crítica Tatuaje Etc, etc, etc... ¿Que esperas?


Agujeros en mi piel

La mirada empañada, los ojos opacos viendo fijamente arriba. Del otro lado del vidrio resbalan gotas de agua que deforman su esbelta silueta. La noche de ayer me obligó a dormir aquí atrás. Entre polvo, restos de insectos, telarañas y caca de ratón. Trae puesto el grueso abrigo gris. No importa si hace frío o calor, mis pezones siempre permanecen erectos, mis labios secos y mi piel fría. Beatriz sube al carro, esta vez pixis la acompaña. Ella enciende el motor y prende un cigarro. Edificios, casas, pocos árboles comienzan a moverse encima de mi cabeza. Mis brazos y piernas cobraron movilidad de nuevo. Beatriz detuvo el carro y abrió la cajuela. Beatriz tomó mi cuerpo y lo aventó a mitad de la calle. Comenzó a gritar y el perro a ladrar. Las piernas no me respondían, al arrojarme escuché un golpe y todo me dio vueltas. Esperó a que el semáforo se pusiera en rojo y una a una reunió las partes de mi cuerpo. Sin el menor cuidado las aventó de nuevo a la cajuela maldiciéndome. Dentro del carro apagó su cigarro en mi brazo derecho, por eso la cicatriz. No sabía que iba a ser de mí, nunca me había tratado así, hasta la noche de ayer. Siempre nos llevamos bien, su ropa la probaba sobre mi cuerpo y la ajustaba, X

todo el tiempo me ponía pelucas bonitas, con cortes modernos o muy retro pero todo siempre de buen gusto. Uñas pintadas y maquillaje perfecto. Los tres dormíamos en su habitación. Ayer por la mañana, se fue al estudio, como de costumbre, después de su baño de burbujas, masaje personalizado, desayuno ligero y una hora con la maquillista. A las 11 en punto regresó Roberto. Una hora antes de lo normal. Como cada miércoles, vestía una playera tipo polo en color blanco y un short que le hacía juego. Tocó la puerta pidiendo permiso para entrar. Prendió la tele, me quitó el abrigo gris y la falda, después, recostó mi cuerpo junto al suyo, no dejó de acariciarse algo entre las piernas que a cada rozón crecía. Se aburrió y salió a correr un rato. Regresó sin aire y sudado. Cuando se metió a bañar, dejó la puerta entre abierta, algo que nunca había hecho. Los hombres que había conocido en la fábrica no tenían nada entre las piernas, sus cuerpos tan lisos no sentían nada y no desprendían fluidos ni aroma propio como el de Roberto, incluso el mío. Siempre me pregunté por qué. Ahora lo entiendo, dice que por que soy solo plástico. Pero cuando Roberto salió de la ducha y vio mi cuerpo indefenso y estático sobre la cama, no dudó en lanzarse sobre mí, como lo hacía cada noche con Beatriz. Me hizo sentir diferente, tal vez porque me trató diferente. Y porque en la fabrica siempre nuestros cuerpos fueron manipulados como objetos, vendidos al mayoreo, comprados únicamente por marcas importantes, usados para exhibir ropa y accesorios, pelucas y maquillaje perfecto.


Yo estaba muy agradecida pues Beatriz nunca me trató como objeto, así como me han contado que con ustedes lo han hecho. Roberto corrió a la cocina por un cuchillo e hizo un círculo en medio de mis dos piernas, los dientes del cuchillo raspaban pero hacían vibrar todo mi cuerpo. Sacó ropa interior del cajón de Beatriz y me la puso, después me beso la mejilla, luego, con el cuchillo, hizo cinco agujeros más; dos en la nariz, uno en cada oído y otro en la boca. Pude respirar, oír y saborear. Roberto me abrazó mientras sollozaba, no pude hacer nada. Se alejó de mí, tomó el cuchillo del tocador y lo clavó en mis ojos., para salir corriendo del cuarto ¿por qué lo hizo?

Un carro se detuvo junto a mi cabeza, cerca de la carretera. Recogió parte por parte y me colocó en el asiento delantero. Me llevó a su casa, uso una de mis piernas como alcancía, mi hombro para acomodar revistas viejas y a cada una de mis partes le encontró un uso. Ahora una hermosa flor y un gusano crecen en mi cabeza. Nancy Martínez nan_n__@hotmail.com Ilustración : Andrea Mendez Mont fb: andrea.mendezmont

El sol se ocultó, Beatriz llegó a casa, encontró una nota sobre la cama y se echó a llorar. Se levantó y golpeó mi cara con el control de la tele, luego mi abdomen y la pierna izquierda. Me arrancó la peluca y con alcohol despintó el color de mi cara. Cortó todos mis dedos, uno por uno, con mucho odio y me echó a la cajuela. La noche fue larga y fría. Desde el cuarto de Beatriz nunca pude contemplar la luna, ahora me ponía feliz el haberla descubierto y sentir el frio en mi cuerpo. Aquella mañana en que Beatriz subió al carro conmigo a bordo tenia ojeras, el cabello graso y no tenía maquillaje, realmente no parecía ella. Era como si fuera otra persona, había perdido la cordura. Hizo que el perro me defecara. El olor era fuerte. Manejó durante horas, hasta llegar a un monte. Se detuvo y comenzó a arrojar cada una de mis partes por todo el lugar, después con el carro paso por encima de ellas, finalmente se fue y ahí me dejo. XI


LICANTROPOS José Luis López Galván


贸leo sobre tela - 120 cm x 120 joseluislopezgalvan.blogspot.mx


’ « NEUROTICO ILUSTRE » Horacio Quiroga - El arte funesto desplazado a las letras Horacio Quiroga nació en Uruguay el 31 de Diciembre de 1878 y murió el 19 de febrero de 1937, fue un destacado escritor latinoamericano conocido principalmente por sus relatos cortos y cuyo estilo está caracterizado por el declive del modernismo y el surgimiento de las vanguardias, envuelto por una atmósfera melancólica. A lo largo de su vida se vio afectado por amores tormentosos y diversas muertes inesperadas de sus seres queridos, iniciando con el deceso accidental de su padre al disparar un arma de fuego en 1879.

Quiroga estaba influenciado por Poe, Kipling y Muapassant, y los estilos de estos escritores son la esencia de Quiroga, quien a través de sus peculiaridades logró crear una nueva narrativa con un riguroso estilo y se enfocó en una atmósfera por completo diferente pero no menos misteriosa y letal: la selva y los animales que viven en ella. Sus narraciones magníficas y enérgicas, crudas pero sin salir de ese espectro que pudiera ser real, es lo que causa más estremecimiento. La vorágine de la muerte por mano propia no paró con su primera esposa, pues el mismo Quiroga se quitó la vida ingiriendo veneno en 1937, tras sufrir agudos dolores y ser diagnosticado con cáncer de próstata. El año siguiente Alfonsina Storni y Leopoldo Lugones, dos de sus amistades literarias, siguieron el mismo camino. Su primera hija, Eglé, se suicidó en 1938 y su hijo Darío en 1952. Su tercera y última hija,

XIV

María Helena, se suicidó al arrojarse de un edificio en 1988. El funesto sino de la estirpe de Quiroga y sus allegados finalmente no pudo ser evadida, pero su magnífico genio creativo nos ha dejado un legado literario que será conservado para la posteridad y su inmortalidad depende de que alguien decida descender en sus abismales crónicas a través de su lectura. Para despedirnos de él, habrá que evocarlo con algunas de sus más sabias palabras:

“¡Qué locura! Los amantes que se han suicidado sobre una cama de hotel, puros de cuerpo y alma, viven siempre. Nada nos ligaba a aquellos dos fríos y duros cuerpos, ya sin nombre, en que la vida se había roto de dolor.”

“Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte.Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.”

“No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.”

Carmen Ancira letrasymaullidos.blogspot.mx


« RECOMENDACIONES » MÚSICA: NAKED CITY

John Zorn

1989

La esquizofrenia hecha música, donde convergen desde el free jazz hasta el avant-garde, pasando por una serie de estridentes experimentos sonoros, y ese característico sonido de saxofón delirante y agudo, logrando una fusión tan compleja y rara que destaca por su originalidad.

NIRVANA

CINE: Dir. Gabriele Salvatores 1997

Repentinamente un virus en un videojuego le otorga conciencia propia al personaje principal, cuestionando todo lo que significa la vida y lo que conocemos como realidad, despertando en él y en su programador, un ansia de rebelión y una amistad más allá de esta dimensión. Una joya de culto en ciencia ficción.

LIBRO: FAHRENHEIT 451

Ray Bradbury

1953

“La temperatura a la que el papel de los libros se inflama y arde”. No es solo un relato de ciencia ficción, sino una proyección de la decadencia de nuestra civilización la cual refleja una distopía en la que está prohibido leer, para así conservar una “sana” sociedad. Toda una historia de rebelión y esperanza.


F

L

O R E S EN EL A S F A L T O

E

l rocío alboreo saluda a la ciudad, gris resplandor se eleva de las tinieblas de asfalto y grita su presencia entre el hedor de las alcantarillas y la sórdida melodía de las ratas grisáceas que se pasean por las plazuelas, murmullos de los dolores, pasiones, desgracias, favores, amores… sí movimientos de una vida que florece mientras otras se desvanecen entre la nada de un silencio absurdo. Qué piernas tan bellas se lucen ante la mirada de los curiosos, qué hermosos pechos se asoman de la ropa desgarrada, qué mirada tan profunda se pierde entre las nubes, sus agraciados ojos marrones, con el maquillaje negro hasta las mejillas, nadie duda de la exquisitez bendita que representa una flor marchita sobre el asfalto. Los policías se acercan, la gente se aleja, los incautos continúan divulgando extraña tragedia que a ellos no incumbe. -¡hey! Señora, ¿conoció a la muerta? - ¿y quién no? Es La Miri, pero ésta no es su zona, casi siempre andaba por La Calzada. -oiga, y ¿tiene familia? -Unos dicen que marido, otros que hijos, pero nunca supimos algo. Yo no soy quién lo sabe, oiga mejor vaya ahí por el parque, a la buena y alguien le dice. ¿No me invita un cigarro?

XVI

-Ah, mire, con que no se conocen todas. Si están cortadas de la misma tela. Miriam… dejó de escucharse su nombre, de buscarse culpables y sólo en esa mirada fija habita un destello invisible del único testigo. De la noche y el día conjugándose para regalar y arrojar a sus ángeles a debatirse la vida. Su nombre pasó a la historia, a una que se deslizo brutalmente por su cuerpo hasta romperse en mil pedazos… En un punto de sus labios, una célula regresa el tiempo, cada instante del reloj marcha en reversa hasta llevarla a la vida en ese mismo instante en que el cuerpo duele y está sobre la misma cama que raspa todas las capas de su piel. Solamente está acostada mirando el techo, soplando hacia un lugar desconocido todas las aspiraciones muertas que en otrora envolvían la atmósfera. -Reinita, si te subí hasta el cielo. -El que se subió fue otro. Que hasta en la propina se nota. Sí, la dama con la silueta bendita, a la que la vida le cobra los años vividos, en su cuerpo denota la edad: manchas por doquier, los huesos pintados sobre la endeble piel, moretones, pelo desaliñado, ojos cansados y un corazón vivo y fuerte que latía a pesar de las sustancias que recorrían su organismo. Cansada de algo que no sabe qué es, transita el mundo nocturno. Se pinta la sonrisa de un rojo apasionado, se cambia las pestañas por una que resalten sus ojos, presume su belleza en un traslucido andar peculiar, con el bolso sobre el hombro: de esos que se dejaron


de usar hace muchos años, falda corta, medias transparentes, no hay vulgaridad en su aspecto, no hay mancha de los hombres en su vida, de las vidas que creó en instantes de profunda serenidad, cuando el tiempo se detiene en un estallido corpóreo, no importa si lo sintió o lo ocasionó, como sea, es perfecto. Las clases existen, duelen y apagan muchas cosas, sí, en una realidad absurda y prejuiciosa, donde todo intento de supervivencia es tragado por incesantes roedores. Unas están en la calle tomando a los sujetos que escupen las aceras, con tacones altos de los arrabales hasta los departamentos. Desde las recomendadas hasta las ocasionales. No importa cómo llegaron o donde están, no siempre hay placer y menos cuando el dinero no lo es. No son mujeres de la calle, sino suaves damas que entregan su vida a una cama, que alegran el alma y venden trozos de su existencia sin perderla. Son las flores que han sido cortadas del rosal para adornar las aceras de la fétida ciudad. Zapatos con el tacón despintado, labios rojos y perfume barato resaltan de la pobre silueta de cartón. Miriam tiene hambre, tiene sed, pero no se sacia con cualquier cosa, no puede alimentar sus ganas de desgarrarse el útero hasta arrancarlo de su cuerpo. No quiere quedarse fría y vacía, pero no hay más remedio, no podrá evitarlo por mucho tiempo. Su cuerpo no será más que una carcasa de la ola de sentimientos y críticas que abundan y siente correr por las venas. El bolsillo a punto de romperse, con las esperanzas escazas, saca los billetes y mete la mano por la ventanilla del coche negro que la espera, el humo de un sucio cigarro cubren su rostro. Alguien dentro la jala aun más introduciendo la mitad de su cuerpo.

-Ya extrañaba tu olor a burdel. Miriam se suelta de un movimiento rápido, crujiendo sus huesos por debajo de la ropa corriente. -Ahí está tu lana. -Ya subió. Me sales debiendo mamita. O págame como tú sabes. Qué perspicacia tan mentirosa, lo que parecía una noche insignificante se convirtió en la respuesta a un enigma profundo. En el humo de la noche, bajo la luz del farol: gritos enardecidos le sacan de las maravillosas tinieblas del paraíso, le arrancan las ganas de sonreír, las ganas de mirar de nuevo al techo y dibujar las inimaginables escenas de su cerebro desensibilizado. Hacer el amor está sobrevalorado en su desbordada vida, pero lo extraña como a aquello que soñó tener una, dos y mil tardes, pero que al abrir los ojos nunca existió. Hacer el amor es la fantasía para el sexo perfecto, donde la moral se interpone entre el placer y el asco. La percepción engaña y la realidad se vuelve un juego manipulable, cada quien vive lo que su mente le permite y le ha manipulado a su antojo. Que la hambruna en el alma le deje el hueco insoportable en el vientre, que la esterilidad le ayuden a mitigar el dolor de los ovarios cada que la vida le cierra las puertas… al fin en algún momento, habrá otra Miriam en algún lugar del mundo regalando alegrías y derrochando esperanzas sobre las alcantarillas. Alejandra Déspota Rizo ah.rizo1989@gmail.com

XVII


Cuerpo con memoria Perdido en su propio laberinto, perdiendose y encontrándose en caminos de adoquín que llevan de aquí a la eternidad. Caminos negros por las sombras de cuerpos impacientes y tímidos de mostrarse y de gritar. Cuerpo cansado de buscar libertad, cuerpo con hambre de creer, enmudecido por la miseria y lo que se viene. Cuerpo andando en calles de miedo, carniceros ansiosos de romper sueños, dejando huérfanos a los sentidos. Cuerpo que se niega a callar, tomando las calles, buscando justicia, sólo eso justicia... Juan Carlos González Cruz kuley1976@hotmail.com Fotografía: Carlos Infante fb:Visión consciente Modelo: Violetta Venneno

XVIII


Pensar dentro de ti. Tomó ambos hemisferios aún humedecidos con la vida de aquellos kilobits que se iban igual que noche estrellada ante el amanecer. Con la lengua repetía cada uno de los cursos torcidos, redibujando laberintos, desprendiendo pegajosas capas de moco casi transparente. Su sexo, sus labios y su interior todos rojos se iban hinchando con cada exhalación de formol. El gigantesco órgano caliente parecía besarle la entrepierna con indecibles besos desproporcionados, como fluir a la inversa, esa suavidad de materia gris esponjosa que parecía jamás poder meterse en su mordiscada cueva.

Otros pechos mucho más lubricados, otro calor que comenzaba a desaparecer. Por todo su rostro, su frente, su nariz restregaba el pliegue principal, perfecto, que masajeaba con ternura cada terminal nerviosa. Cerró los ojos casi soñando, al sentir la dócil presión gelatinosa en sus paredes y así gimió, eyaculando su aromático éxtasis de mujer. Su corazón latió como ante peligro mortal. Montada en esa doble montaña ensangrentada, forcejeaba por ser penetrada. Su fricción, un ansia de yegua montando al jinete. El cerebelo, por detrás suyo le lamía al entrar y salir con ruido del vacío que se destapa. Lamento decirlo, pero, así terminó esa vida, cuando en las garras de una hembra, el interior de mi cabeza fue totalmente destrozado entre júbilo enloquecido y carcajadas de animal rabioso. Mi muerte y despedazamiento no hizo más que aplacar un poco su demencia. Su garganta me probaba entre orgasmos carmesí. Sangre en su cuerpo desnudo, mi sangre. El interior de su vientre repleto de pedazos aún pensantes. Su piel, empezaba a secarse de esa costra de inimaginables recorridos de las últimas gotas de mis días. Réfael Nieto www.Deyecciones000.blogspot.com Ilustración: Carlos Infante. fb:Visión consciente

XIX


parte, por más que me esfuerzo no logro alcanzar la salida. Esta noche volveré a dormir pero no me moveré, me dejare atrapar, no me pasara nada, es solo un sueño…

El Lúcido de la Locura “A propósito del sueño, aventura siniestra de todas las noches, puede decirse que los hombres se duermen diariamente con una audacia que parecería incomprensible si no supiéramos que es el resultado de la ignorancia del peligro.” -Charles Baudelaire

C

ada noche tengo la misma pesadilla recurrente: Estoy corriendo en una ciudad abandonada, entre polvo y telarañas, huyo de alguien o de algo, no me atrevo a voltear, esa presencia malévola me persigue en las paredes derruidas, los tentáculos tratan de sofocarme, mis lágrimas son gritos de consternación aguda y cuando vislumbro una salida, está se aleja y todo se oscurece. Cuando despierto estoy cansada y desesperada por no saber que casusa eso y por más que corro y corro no puedo llegar a ninguna

XX

Hace algunos años, me recuperaba de mi primer divorcio, era apenas una adulta, creí que no me dañaría emocionalmente mi ruptura, error. Él se marchó sin dejarme nada, se llevó el dinero, los cuadros y muebles, incluso las alfombras persas. Me dejó sin nada más que un cascaron de vivienda de dos pisos y patio. Lo vi marcharse por la ventana mientras él miraba despectivamente hacia el hogar que vomito por su soberbia y ego. Recuerdo que esa noche me embriagué con la botella de vino que me había regalado mi padre el día de mi boda, encendí una vela y dejé que la luz del fuego rozara los interiores abandonados, escuchaba como la flama retumbaba en los pisos, los marcos e inclusive se comunicaba con las criaturas más pequeñas que vivían entre las paredes.


En mi estado de conciencia alterado, ya que había bebido un poco de ajenjo, me arrastré por las escaleras, y en el último escalón, siendo alumbrado solo la mitad de su rostro, estaba un niño, o una especie de, pues tenía la cara de un feto de tres meses, sus piernas tenían el color de la sangre y sus pies eran uno con la madera, como si creciera de ahí. Me congelé al verlo, sus ojos deformes me penetraban el alma y me estrujaban el interior – ¡Vete de mi casa! – Le grité tan fuerte que la vela se extinguió por el aire expulsado, penumbra, estaba ahora ciega, no podía ver nada, solo escuchaba la respiración de ese defecto acercándose, una respiración rasposa y agobiante – ¡No te acerques! – Pero no me escuchó y lo tenía enfrente jadiando, respirándome en el rostro, su aliento era de la peor porquería olfativa que había inhalado en mi vida, mis manos en el suelo se llenaban de una sustancia viscosa color rosa y extrañamente pude ver, y por instantes me convertí en un búho, las plumas nacían rasgándome la piel y crecieron cínicamente de mis huesos ya huecos, mientras esa monstruosidad levantó sus manos y me tocó, con sus cuatro dedos gordos y asquerosos en cada mano. Al tratar de volar, desplegando mis alas, él me las cortó, las devoró en su hocico faltante de dientes, sentía la repulsión en todo mi cuerpo al verlo comerme, también sentí otra presencia

asechándome, la cual ya esperaba desde que cerré mis ojos, en forma de una de especie de squalo, con grandes tentáculos y alas de murciélago quería desesperadamente poseerme., pero volvió la luz y todo era de color de una radiante mañana de verano, el día había regresado en armadura blanca, yo, yacía desnuda en el suelo de mi vacía habitación, mi corazón descontrolado enloquecía entre mis costillas, y mi lado tenia la botella de vino con el corcho sin haber sido nunca retirado. Él me abandonó porque le negué el derecho a ser padre y me volví asesina de indefensos. Yo nunca me atrevería a rechazarlo si él destruyera una vida que creciera dentro de él. No tenía idea de cómo un monstruo te devora las entrañas y planea abrirte y vaciar tus entrañas en su nacimiento, solo lamento que no creciera en mi estomago para desintegrarlo en acido estomacal. ¿Y el ajenjo? No tenía, mi ex esposo se llevó todas las drogas, excepto una.

Fernando Angel Lara fb : Lecturaslibertinaje

XXI


Conde-lirio conde-lirio@ hotmail.com


Sergio Ortíz

crapkastik@hotmail.com

fb : carteleriapostershop

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(pt.3)

“No pretendas apagar con fuego un incendio, ni remediar con agua una inundación.” -Confucio

D

espués de un par de minutos de correr desesperadamente por fin se acercó Ruperto a la casa que antes había visto. Apareció tan de repente que las personas que estaban ahí dejaron inmediatamente las cosas que estaban haciendo para arrojarle una decena de miradas inquisidoras, que escudriñaban al pobre Ruperto –quién aún seguía corriendode la cabeza a los pies. La casa que Ruperto vislumbró unos minutos antes era el hogar de una familia de negros. Justo a unos metros de la casa cayó Ruperto de bruces –de hocico, pues-. Cayó a la vista de las personas que estaban fuera de la casa. Azotó con una ridiculez inefable, inconmensurable; fue uno de esos eventos en los que no hay límites para inventar burlas al respecto. Todo llevaría a pensar que los negritos se cagarían de risa costa de nuestro paisa… Pero no. Los negros no reían. Los negros sólo reían entre ellos. Los negros no aceptaban a las personas que no fueran como ellos: así se defendían del racismo del que siempre habían sido objeto. Esos negros, definitivamente, no leían a Confucio…

capaces de comprender- por lo que Ruperto se aterrorizo y dio un par de pasos hacia atrás. Un segundo antes de que el buen Ruperto recibiera la putiza de su vida, se escuchó una voz aguardentosa desde el interior de la casa decir: “leave the guy alone, i’m sure he’s got something for me”. Aquella voz no pertenecía a ninguno de los negros, era la voz de un hombre que acostumbraba beber día y noche, entre otras cosas, buscando nuevas experiencias. Aquel hombre se había hecho amigo de los negros intercambiando tabaco, alcohol y droga, él pagaba buen dinero y los negros lo respetaban por eso. Salió de la casa con la camisa apenas abrochada, dando tumbos a causa de la ebriedad; su rubio, largo y sucio cabello apenas lo dejaba ver, pero con todo y eso no le tomó mucho tiempo saber que jamás había visto el rostro de Ruperto. Aquel wero desaliñado se echó a reír burlonamente. Su nombre era Henry. Cuando terminó de reír dio un trago a una pequeña ánfora que llevaba consigo y dijo: “who the hell are you, shorty? Do you have anything for me?”.

Apenas se levantó Ruperto, un corpulento morenazo se levantó y comenzó a gritarle en un idioma que él obviamente no comprendía -y que solo sus similares, seguramente, eran

XXIV

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