SILENCIOS DE AGUA.

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SILENCIOS DE AGUA

Edita: Proyecto Arte - EDICIONES Valladolid. Espa単a



SILENCIOS DE AGUA Textos

Ana Carrascosa Prólogo

Los Navegantes del Palomar Obra Gráfica

Concha Gay

FICHA TÉCNICA Títulos:

Rastros de agua Medusas Isla Ameba Cuatro fotograbados en plancha de cobre sobre papel incisión blanco de 250 g. 35 x 45 cm. La edición consta de 15 ejemplares del 1/15 al 15/15 y 5 pruebas de autor El Bón á tirer e la edición se firmó en Valladolid. España el 18 de mayo de 2012 Día Internacional de los Museos



CUANDO EL MAR ES HOJA Llegando a la ribera, en los extraños confines en que Dios decidió aprisionar al abismo, esto es, al borde de la llanura líquida, bajo el grito extraño con que las gaviotas sondean el cristal de las aguas, no sería difícil que un ocasional y distraído paseante descubriera a una meticulosa criatura que, para entendernos, llamaremos en estos párrafos “La Anhelante Concha de Sorpresa”. Esta Anhelante de Sorpresa que decimos, ved que con procedimientos propios del ensueño, excava entre palpitantes capas de agua océana; y encuentra, separa y recoge cordones umbilicales y otros tipos de semillas con que seguir bastimentando su arsenal creativo: Son principalmente semillas de sabiduría primitiva y fatídica. Si el ocasional y distraído paseante fuese -¡qué exageración!-, el inmortal Byron, cantándolo luego, haría decir en verso a nuestra Anhelante de Sorpresa, como a Childe Harold: Desde la niñez he jugado con tus olas; una delicia eran ellas para mi; y si el mar embraveciéndose en terror las tornaba, era un agradable miedo, pues yo era como un hijo y a tus olas me entregaba, en todos los lugares y en tus crines apoyaba mi mano, como ahora lo hago. Porque así parece hacer la Anhelante Concha de Sorpresa excavando en el agua océana. También con marea baja, sorteando los fucos, los charcos, las algas resbaladizas y los gruesos cantos o inspeccionando las magníficas ruinas de las rocas, la Anhelante Concha de Sorpresa va foliando menudencias; y con alicates y pinzas y yemas de dedo acabará uniendo avatares, cáscaras saladas, esqueletillos de zozobras… La Anhelante de Sorpresa que observa nuestro ocasional, romántico y exagerado Byron (¡capaz de atravesar el Helesponto a nado!), apoya su mano en la mar como una matrona en un vientre encintas. El vientre de la mar es espacio de alumbramiento continuo, que rompe aguas incesantemente a pulso de ola para dar a luz y coser mito, poema y eternidad con un colmillo… …¡Con un colmillo que crece metros y metros adornado de estrías y rebordes!... …Porque así como el noble Byron (o también sin duda el divino y desmelenado jinete Bóreas, siempre presente éste en las riberas del okeanos potamos, del río oceáno, de Homero y Hesiodo), han visto apoyar a la Concha Anhelante la mano en el vientre de la mar preñada, vímosla nosotros, una tarde, en un Patio Herreriano, posar su mirada anhelante de sorpresa en un colmillo de narval llegado directamente de los siglos del almirante Colón… Y mirando nosotros cómo miraba, veíamos en su mirada unicornios, faunas quiméricas de lujosa precisión… Y su mirada, que mirábamos, hacía a velocidad astrológica, patafísica, matemática creativa y malabarismos de relojería fastuosa y acuática con la aguja de narval Aquella tarde en el Museo eran de su mirar anhelante los ojos relojes; dos esferas cada una con una sola aguja: Relojes unicornios, de ingeniería aguda y prolongada exactitud y certeza: ¿Acaso precisa el tiempo en su combate de más de una lanza de narval y un escudo de medusa allí donde mece infinito su oleaje?

Los Navegantes del Palomar


Las huellas de la noche marcadas en su espalda Arañazos de agua en busca de su amor Conseguido el amor se fue con a marea que nunca vuelve atrás llevándose conseguido el imponente azul



Recorren perezosas el camino del agua que inventan a su paso Sirenas silenciosas. Jinetes de las sombras La negrura es el reino de oscuros soberanos

Transparencia de hielo en desafĂ­o

Su caricia es letal y sin embargo ÂżCĂłmo poder resistirse a su abrazo?



Carente de memoria cómo el viento que todo lo arrastra y lo abandona rechaza por igual surcos y arrugas…

Cada herida cicatriza sin rastro, cada huella devuelve la pisada.

Con una somnolente vía láctea en perpetua mudanza se desliza, flotando en un tiempo donde nada anida, nada vive todo acaba



Sol edad a isla da




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