Entender al sexo como un acto divino requiere reconocernos como seres con la capacidad de crear, tal y como los dioses en el pasado dieron vida a los primeros hombres moldeándolos a partir de la sagrada semilla del maíz. Es por ello que en cada ser humano existe una porción de divinidad que los mayas en el pasado supieron valorar y representar en sus ceremonias y rituales. De eso trata el presente número de Revista Baktún.