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aventaja Morena
www.proyecto3.mx Culiacán, Sinaloa, 21 de abril de 2021
El Debate: el insulto como práctica desesperada
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“Los insultos son una mezcla de rabia y falta de argumentos”. Anónimo. “Las injurias son los argumentos de los que no tienen razón”: Jean Jaques Rousseau. “Quien insulta pone de manifiesto que carece de argumentos”: Garcilaso de la Vega.
En filosofía se conoce con el nombre de argumento o ataque ad hominem al proceso de manifestar que una afirmación o proceder carecen de validez acudiendo a la desacreditación e incluso, maltrato) de su ejecutor.
Es decir, se hace un ataque ad hominem cuando se busca invalidar un paradigma o una teoría, no atacando dicho paradigma o dicha teoría, sino yéndose en contra el sujeto mismo.
Normalmente quienes utilizan el insulto y los calificativos, que son totalmente inapropiados para una invalidación teórico paradigmática, son individuos que, al verse incompetentes para defender sus tesis o propuestas, descubiertas como inconsistentes, embisten cual bestias incivilizadas, contra aquellos que poseen altura lingüística, lógica matemática y moral.
Por ello, es muy común ver a estos individuos volver enemistad una previa amistad o ver como enemigo al opositor, en virtud de desacuerdos paradigmáticos y conceptuales; llevar al plano de lo visceral lo que amerita racionalidad, o hacer de un debate una polémica.
Por este tipo de seres la propuesta termina pareciéndose más a un mercado público que a un centro de reflexión profunda y tranquila.
Tanto más grave es dicho ataque cuanto más lejos se está en la competencia electoral sana. No obstante, todavía más antiético es el ataque ad hominem que se hace “tras bambalinas”: detrás de artículos o demandas injuriosas amparado por las complicidades mediáticas o informativas.
Estos personajes que así operan muestran, además de un profundo miedo, falta de equilibrio emocional y de conocimientos para gobernar y mandan la lectura a la sociedad de que su paso por las universidades de paga fue en el “vacío”.
El hombre de bien que busca construir, el político o el intelectual busca la verdad cueste lo que le cueste, no importándole que deba retractarse de las tesis que antes defendía y reconocer en público las virtudes de quien o quienes lo corrigieron.
Para cerrar: una vez más en Sinaloa vemos a las turbas desesperadas, maldiciendo y repitiendo tal cual loros, una serie de improperios y falacias ad hominem, que pretenden implantar un criterio que no son capaces de demostrar ni alcanzar por la vía democrática o del diálogo abierto, respondiendo así a los intereses de sus titiriteros que únicamente pretenden alcanzar el Poder que no son capaces de ganar por la vía democrática en un proceso electoral abierto.