José Cervantes Gabarrón “José
Una de las guras de la iconografía de la Pasión de Cristo es José de Arimatea. La imagen del escultor González Moreno que nosotros admiramos y sacamos en procesión es una obra de arte magistral. Los buenos artistas perciben la realidad en su dimensión misteriosa, es decir, grandiosa y oculta, perciben y plasman en su obra lo que no se ve con los sentidos a primera vista, sino que requiere recrearse en la contemplación para mirar, admirar y plasmar con el corazón la esencia de las cosas, de las personas y de las escenas de la Pasión de Cristo.
1. El grupo escultórico
En la imagen que aquí contemplamos, José de Arimatea está de pie, rme y haciendo fuerza para acoger y sostener con cuidado el cuerpo muerto del Señor Jesús, al cual abraza, por detrás, para bajarlo de la cruz. A José de Arimatea se le ha dado la gracia de ser el primero en tocar y tener el cuerpo muerto de Jesús en sus brazos. A él se le concede ese don: cuerpo con cuerpo, siempre discípulo y sólo discípulo, José de Arimatea está profundamente unido al Señor, está con él, detrás de él y dispuesto para lo que él necesite.
de Arimatea”
En este momento Jesús ya no necesita ir a ningún sitio, sino que su cuerpo muerto sea acogido entre los que verdaderamente lo aman y que se pueden contar con los dedos de la mano, María, su madre, María Magdalena, el discípulo amado, identi cado con Juan, y Nicodemo, que lo había visitado de noche al principio del Evangelio de Juan (Jn 3,2). Son cuatro personajes, y José de Arimatea hace posible una escena única, la de las mujeres y los hombres cercanísimos a Jesús, cuyo cadáver está en medio de ellos.
Pero el cuerpo de Jesús no es un cuerpo yacente, ni estático, sino dinámico, con medio cuerpo levantado sobre la sábana limpia que había comprado José de Arimatea, como insinuando que este cuerpo desnudo, herido y muerto está arropado por el amor de los que han recibido su Espíritu de Amor y de vida al pie de la Cruz, cuando Jesús “entregó su Espíritu” (Jn 19,30) a todos ellos y al Padre. Este grupo escultórico representa portentosamente, en el arte, lo que los Evangelios comunican como Palabra generadora de Vida.
El grupo constituye la primitivísima comunidad de
los discípulos de Jesús más eles, de los que no se han dejado perturbar ni siquiera por la muerte, ni tampoco por la violencia y la injusticia de la muerte en cruz. En el grupo escultórico ya no hay cruz, sino lo más profundo de la realidad de la cruz, el cuerpo muerto del cruci cado, cuyo amor patente en los que más aman a Jesús, los amigos de verdad, está ya triunfante. Es el amor, ensombrecido ahora por la muerte consumada, pero condensado en un cuerpo entregado que la trasciende, y re ejado en los personajes que irradian en el dolor el amor que es más fuerte que la muerte. Es el amor, generador de vida nueva, que será alzado por todo lo alto en la resurección, de lo cual es símbolo espléndido este alarde de imágenes en su trono procesional por las calles de Cartagena y del
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mundo. Esta imagen es Cristo Muerto, pero acogido en brazos y medio alzado por José de Arimatea para ponerlo en medio de los que lo aman de verdad, y que, resucitado de nitivamente por Dios, inaugura la nueva familia humana de los discípulos auténticos. Estos son los que, en torno a Él y a los que sufren, como Él, las consecuencias de la injusticia y del dolor, proclaman, como nuestra cofradía, la esperanza inquebrantable en la resurrección y en un mundo de amor, aun sumido en el dolor, del que esta imagen y José de Arimatea constituyen su estardarte visible en el arte.
2. El personaje bíblico de José de Arimatea
Este es un personaje bíblico de gran importancia, que aparece al nal de cada uno de los cuatro relatos evangélicos de la Pasión (Mt 27,57; Mc 15,43; Lc 23,50-51; Jn 19,38).
Debía proceder de Arimatea, identi cada como antigua localidad de Ramá (patria de Samuel), situada en los montes de Efraín. A José de Arimatea se le identi ca como el que bajó a Cristo de la cruz, tras concedérselo Poncio Pilato, que accedió a su petición, y, envolviéndolo en la sábana limpia, que había comprado para ello y depositó su cuerpo en un sepulcro nuevo, sin estrenar, que sería propiedad suya. Los evangelios nos ofrecen muy pocos más datos de él, pero aquellos de los disponemos pueden ser signi cativos.
Un hombre rico, consejero del Sanedrín
• José era un hombre rico que formaba parte del Sanedrín, siendo uno de sus consejeros. El Sanedrín era el alto Consejo de los judíos, que se reunía en la casa del Sumo Sacerdote o en el área del Templo de Jerusalén. Estaba formado por setenta hombres que, en tiempos de Jesús, tenían autoridad para legislar en Judea sobre cuestiones religiosas y algunos problemas civiles, aunque siempre bajo la supervisión del poder civil, el de los procuradores romanos, como Poncio Pilato.
• El Sanedrín estaba compuesto por miembros de tres tipos o grupos. El primer grupo lo formaban los sumos sacerdotes y los
representantes de las cuatro familias sacerdotales. El segundo grupo estaba formado por los doctores y expertos de la ley, que en su mayoría eran fariseos. El tercer grupo pertenecía al sector formado por miembros de familias de alto rango económico y de un status social elevado. A este último sector grupo debería pertenecer José de Arimatea (Mc 15,43; Lc 23,50), al que Mateo denomina como hombre “rico” (Mt 27, 57), que disponía de un sepulcro “suyo”, en propiedad (cf. Mt 27,60) y que era un consejero “ilustre” (Mc 15,43).
Un hombre bueno y justo
• El evangelio de Lucas nos brinda otros datos muy relevantes sobre él. Lucas lo presenta como un hombre “bueno y justo” (Lc 23,50) que “aguardaba el Reino de Dios” (Lc 23,51; cf. Mc 15,43). Y destaca, sobre todo, que José de Arimatea no había estado de acuerdo “con la decisión y la actuación de ellos” en el Sanedrín durante el proceso a Jesús (Lc 23, 50-51). Este per l de José de Arimatea, delineado por Lucas, hace de él una gura discipular, semejante a la del anciano Simeón al principio del Evangelio (Lc 2, 25), que, igual que José de Arimatea, había abrazado el cuerpo de Jesús presentándolo como Salvador, Luz de las naciones, Gloria del pueblo de Israel y colmando todas sus expectativas como creyente
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judío, las re ejadas en el canto del “nunc dimitis” (cf. Lc 2,29-32). Podemos decir que Lucas, tanto al principio como al nal de su Evangelio, nos muestra a dos judíos “rectos y piadosos”, cuya característica espiritual más signi cativa era la de vivir aguardando el reino de Dios.
Discípulo clandestino y amigo sorprendente
• Por su parte, el Evangelio de Juan destaca de José de Arimatea, como hace el Evangelio de Mateo (Mt 27,57), que era “discípulo” de Jesús, pero pone el énfasis en que lo era de manera “clandestina”, sin que nadie lo supiera, “por miedo a los judíos” (cf. Jn 19,38). Lo llamativo de José de Arimatea en esta escena joánica es que sale de su clandestinidad justo después de la muerte de Jesús, lo cual re eja que no es un discípulo como los demás, los cuales abandonaron al Señor en Getsemaní, a excepción de Pedro, que aguantó sólo un poco más, hasta el juicio ante el Sanedrín, donde lo negó y donde se arrepintió profundamente. José de Arimatea es un discípulo que, como las mujeres ejemplares, verdaderas discípulas, entre las cuales destaca María Magdalena, resistió rme hasta el momento de la cruz y de su muerte. Es muy probable que José de Arimatea se hiciera discípulo de Jesús en el momento del juicio ante el Sanedrín y que, frente a la decisión de los demás consejeros del Sanedrín, él, como hombre bueno y justo,
se pusiera claramente de parte de Jesús, reconociendo su inocencia (según narra Lucas en Lc 23,51) y sea uno de los discípulos que han acompañado a Jesús hasta la cruz y han resistido, rmes con él, en el momento de su muerte.
Y, llegado el momento culminante, su delidad al Maestro no le permitiera a él, como buen discípulo, seguir permaneciendo en la sombra, y entonces da la cara por él, aun estando ya muerto, de modo que no permite que el cuerpo de Jesús cruci cado pudiera ser enterrado en un lugar indigno o desconocido.
• Es probable que José de Arimatea no hubiera sido amigo de Jesús antes de su Pasión, pero ahora se hace un amigo entrañable, mostrando primero sus brazos, y después su tumba propia, como el lugar del amigo. José de Arimatea es el discípulo amigo que no permite que su maestro y amigo no tenga donde caerse muerto.
• Están sus brazos acogedores y su tumba nueva a disposición del Señor, para que de esta sorprendente y novedosa amistad, surja una comunidad nueva, la de los que aman a Jesús, hasta arriesgar y dar la vida por él, si es que fuera necesario, pues no hay amor más grande que dar la vida por los amigos (cf. Jn 15,13). La amistad a fondo perdido es la del amigo que ya no puede compensar el bien que uno le hace. José de Arimatea se hizo amigo del Señor, sin esperar de él ya
nada…. En realidad, nada más y nada menos que la alegría de tener su cuerpo en brazos. Me pregunto: ¡¡¿Se puede aspirar a algo más en la vida?!!... Esta es la gran alegría de un sacerdote: Poder alzar el cuerpo de Cristo en cada Eucaristía, proclamando su amor y su entrega, como máxima expresión de vida y esperanza en medio del sufrimiento de esta historia humana.
El amor que libera de todos los miedos
• Según los evangelios, José de Arimatea se atrevió a llegar hasta Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús (Mc 15, 43). Se puede decir que el espíritu de Jesús ha comenzado a librar de la esclavitud de la ley a sus discípulos, incluso a los clandestinos. El relato de Marcos es muy minucioso a la hora de re ejar algunas cautelas del procurador romano: "Pilato se extraño de que ya hubiera muerto y, llamando al centurión, le preguntó si ya había muerto. E informado por el centurión, concedió el cadáver a José"
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(Mc 15, 44-45). Fueron momentos de nerviosismo y de prisa. Los cuerpos de los condenados no debían permanecer al aire durante la noche. Por otra parte, las sombras iban cayendo y era preciso realizar con urgencia la tarea del enterramiento de Jesús antes de que comenzase el sábado, que coincidía aquel año con la esta de Pascua.
• La proximidad de la noche parece sugerirle a Juan el recuerdo de Nicodemo, otro discípulo clandestino de Jesús y miembro también del Consejo que en otro tiempo había acudido a ver a Jesús en el corazón de la noche (Jn 3, 1-22). Los dos miembros del Sanedrín, unidos durante tiempo por una delidad mantenida en secreto, se unen ahora para el testimonio de su último servicio al Maestro. Así lo relata el evangelio de Juan: "Fue, pues, y retiró su cuerpo. Y fue también Nicodemo, el que fue donde él de noche al principio, llevando una mezcla de mirra y áloe, como unas cien libras. Tomaron entonces el cuerpo de Jesús y lo liaron en vendas con losaromas, como es costumbre enterrar entre los judíos" (Jn 19, 39-40).
José de Arimatea, la persona que, acogiendo al Cruci cado, anuncia al Resucitado
• Es asombrosa la delidad del texto para describirnos los ritos funerarios de los judíos. Ni las prisas de una tarde de viernes, a punto de comenzar el sábado, impiden a José de Arimatea y a Nicodemo prestar a su amigo y maestro los servicios mínimos del ritual funerario de los judíos. Es más, podemos pensar, según alude Mt 27,60 y ha sostenido la tradición ya desde el evangelio apócrifo de Pedro, que José de Arimatea quiere colocar en un sepulcro de su propiedad el cuerpo de Jesús. El Evangelio de Juan corrobora que allí fue sepultado: "Había un jardín en el lugar en que fue cruci cado, y en el jardín un sepulcro nuevo, en el que todavía no había sido colocado nadie. Allí pusieron a Jesús, porque era el día de la Preparación de los judíos, pues el sepulcro estaba cerca" (Jn 19, 41-42). Los dos amigos de Jesús hicieron rodar la piedra que cerraba la antecámara del sepulcro. Allí, en el silencio, quedaba escondido, por el momento, aquel que era la Palabra.
• José de Arimatea es la mejor expresión de una delidad inquebrantable en el seguimiento de Jesús que se hace oportunamente presente en la hora en que muere el amigo y cuando
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presente en la hora en que muere el amigo y cuando los demás discípulos lo han abandonado. José de Arimatea, por su amor imperturbable a Jesús, ha proporcionado el espacio físico y humano, primero, sus brazos y, después, su tumba nueva y sin estrenar, para que allí tenga lugar la realidad más trascendental de la historia humana: la resurrección de Jesucristo, que colma nuestras vidas de alegría y esperanza.
• Quiera Dios que todos los miembros de nuestra cofradía y todos los que contemplen este gran misterio, mirándose en el espejo de José de Arimatea, seamos también el espacio físico que anuncia la presencia del Resucitado en nuestra historia.
José Cervantes Gabarrón Sacerdote Misionero y profesor de Sagrada Escritura
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“Devoción Madrileña por La Virgen de la Caridad”
Gines Fernández Garrido
La Santísima Virgen de la Caridad, con tanta plegaria que elevaron hasta su altar los cartageneros, decidió sin duda regalarnos su maravillosa protección haciéndose “cartagenera”. Para ello, como no podía ser de otra manera, llegó a nuestra ciudad por mar, surcando el Mediterráneo desde la bella Nápoles, acompañada por los fervientes amores de marineros y hombres de la pesquera, rudos, pero profundamente religiosos a la vez, que la depositaron en el muelle del puerto de Cartagena un brillante día de abril del año 1723.
Compartir intensamente la vida de los cartageneros es, indefectiblemente, compartir su devoción hacia la Stma. Virgen de “La Caridad”, por eso bien se puede a rmar que en Cartagena no podía ser otra la Patrona. La Virgen de “La Caridad” en Cartagena suscita un entusiasmo universal que pasa, como una corriente de gracia, por todos los corazones de la bendita ciudad…y esto no se sabe ni se comprende si no se vive en Cartagena. Sin embargo, me atrevo a a rmar, puesto que lo he podido constatar por experiencia propia, ese inusitado entusiasmo, devoción y cariño hacia Nuestra Excelsa Patrona, es latente, patente y compartido por los hombres y mujeres que, por diversas razones, se han visto obligados a “dejar” – nunca abandonar – su patria chica para instalarse a lo largo y ancho de la geografía española.
El abajo rmante, mientras estuvo destinado por labores profesionales en Madrid, vivió muy de cerca las vicisitudes de una Cofradía que, aglutinando a muchos cartageneros residentes en la Villa y Corte del Oso y del Madroño, amparados por unos nuevos Estatutos que marcan su actividad y señalan sus pautas de comportamiento, llevan a cabo labores y actividades de muy diversa índole, tendentes siempre a engrandecer el nombre de
Cartagena y propiciar y propagar la devoción a la Stma. Virgen más allá de nuestras fronteras regionales. “La quinta Cofradía de Cartagena” como así la
denominó en cierta ocasión la que fuera alcaldesa de nuestra ciudad Pilar Barreiro Álvarez, en una de las jornadas que compartió con cartageneros en la diáspora.
Como muchos de vosotros conocéis, amables lectores de esta magní ca publicación cuaresmal “Callejón de Bretau”, me estoy re riendo a la Cofradía “Virgen de la Caridad. Cartageneros en Madrid”, que desde hace años honra y muestra su devoción a una imagen de la Patrona de Cartagena que se venera en la Iglesia de “Santa Teresa y Santa Isabel”, ubicada en la Glorieta del Pintor Sorolla, en pleno corazón del Distrito de Chamberí.
Remontándonos en el tiempo, y según se recoge en sus estatutos, aprobados por el Emmo. y Rvdmo. Sr. D. Antonio María Rouco Varela, Cardenal Arzobispo de Madrid, en fecha 18 de febrero de 2004, la “Cofradía de la Stma. Virgen de la Caridad” (a la que se añadió los términos “cartageneros en Madrid”), fue fundada por miembros del Santo y Real Hospital de la Caridad de Cartagena que se habían trasladado a vivir a la Capital de España. Se trata de una asociación pública de eles, con personalidad jurídica y nes
y, especialmente, contemplar su rostro Patrona. 12
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religiosos, constituida en la Diócesis de Madrid, al amparo de lo establecido en el Código de Derecho Canónico, y cuyos antecedentes datan del año 1949.
Este año, en concreto el 21 de mayo, fue aprobado por el Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo-Patriarca de Madrid-Alcalá, D. Leopoldo Eijo y Garay, el reglamento de la Congregación de la Virgen de la Caridad, inspirado en el que desde nales del Siglo XVII rige el Santo Hospital de Cartagena, y en el que textualmente se recogía: “ accediendo benignamente a las piadosas instancias de los eles naturales de Cartagena (Murcia) residentes en Madrid, y en virtud de nuestra autoridad ordinaria, erigimos canónicamente la Congregación de la Virgen de la Caridad en la Iglesia de Santa Teresa y Santa Isabel de Madrid, con todos los privilegios y gracias anejas a las
Agrupación del Santo Entierro asociaciones canónicamente establecidas, con el n de que todo ceda para la mayor gloria de Dios y de la Stma. Virgen María”. Como dato anecdótico reseñar que la primera misa que los cartageneros residentes en Madrid ofrecieron a nuestra Patrona fue el 17 de abril de 1948, y se celebró en la Parroquia madrileña de “Nuestra Señora de los Ángeles”, ubicada en la calle Bravo Murillo, como primer acto para fundar allí la Congregación. El motivo fue cumplirse el 25 Aniversario de la Coronación Canónica de nuestra Virgen de la Caridad (El Noticiero. 15 de abril de 1948).
Este mismo diario, el 9 de julio de 1948, anunciaba que la Comisión que se había creado al efecto, envió una circular a los cartageneros residentes en Madrid informando que, en un futuro, la Congregación tendría su sede en la Sacristía de la Iglesia de “Santa Teresa y Santa Isabel” de Chamberí, la cual estaba todavía en construcción, debido a que el primitivo edi cio, construido entre 1842 y 1856, fue destruido durante la Contienda Civil (1936), siendo reconstruido por otro similar, de corte neoclásico, entre 1942 y 1950.
Muchos han sido los cartageneros que han dejado su impronta y su “cartagenerismo” entre las paredes de este bello Templo. Haciendo un poco de historia, son dignos de mención D. Luis Malo de Molina, primer Hermano Mayor de la Congregación, y el matrimonio formado por D. Joaquín Dato Ballester y Dña. Germana Díaz Balsa, así como D. Armando Torres y Dña. Inés Díaz, su esposa, quienes intervinieron muy activamente costeando, entre otros, los gastos originados por la realización del Altar, Retablo e Imagen. Otro cartagenero ilustre, también Hermano Mayor de la Congregación, fue el General de Infantería de Marina Excmo. Sr. D. Francisco Martínez de Galinsoga y Ros, hermano de la
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que fuera Nazarena Mayor de la Semana Santa cartagenera Dña. Carolina Martínez de Galinsoga, que realizó una muy fecunda labor hasta su fallecimiento, acaecido en 1993.
Mas recientemente, he de destacar al entusiasta cartagenero y devoto de la Stma. Virgen, Don Manuel Ariza Arróniz, que fue el auténtico impulsor de la reorganización de la Congregación. En el año 1994 fue designado Hermano Mayor por unanimidad el Excmo. Sr. Ministro Togado de la Armada D. Federico Trillo-Figueroa y Vázquez, al que siguieron sucesivamente D. Ricardo Díaz-Manresa y Ros y D. Ginés Fernández Garrido, siendo en la actualidad el Excmo. Sr. General de Intendencia de la Armada D. Antonio Berrocal Hernández quien está al frente de la Cofradía.
La preciosa imagen de la Stma. Virgen es obra del escultor de Talavera de la Reina Víctor González Gil, artista reconocido y de sólida formación que formó parte de la Generación del 27, siendo amigo, entre otros, de Pablo Neruda y sobre todo de Miguel Hernández. La esculpió en el taller de que disponía en pleno Distrito de Chamberí entre nales de 1947 y comienzos de 1948. El autor se desplazó durante 17 días a Cartagena con el n de tomar nota de la imagen napolitana venerada en Cartagena, hacer mediciones y, especialmente, contemplar su rostro para saber transmitir el sentimiento, dolor, tristeza y pena que irradia. La Corona que luce la imagen fue restaurada y plateada en 2011 por el conocido joyero cartagenero, José Pérez Olavarría.
El Altar, por su parte, se fabricó en los Talleres de la Maestranza y el Sagrario, que se encuentra en el centro del Altar, representa la entrada y la cúpula de la Iglesia (hoy Basílica) de “La Caridad” de Cartagena.
La actividad que desarrolla la Cofradía
madrileña durante el año es semejante a los eventos llevados a cabo en Cartagena (Novena y Viernes de Dolores, Fiesta de la Flor etc.). Al margen de participar en todos aquellos actos religiosos madrileños a los que es invitada, entre los que destaca la festividad de La Almudena, un día señalado es la reunión mensual de los últimos jueves de mes, asistiendo a una entrañable y emotiva Eucaristía donde, escuchando como fondo el Himno y la Plegaria a la Stma. Virgen de la Caridad, se entona al nal la Salve Popular cartagenera, que hace retumbar los cimientos del coqueto Templo, mientras se abandona el mismo a los sones de la marcha de los Granaderos. En dicha Eucaristía, se pide por los cartageneros fallecidos durante el mes, así como al año en el aniversario.
Mención especial es preciso hacer del denominado “Jueves de Ceniza”, día en el que los “cartageneros madrileños”, al día siguiente de la tradicional Llamada de las procesiones en nuestra ciudad, celebran con entusiasmo el inicio de la Cuaresma.
y, especialmente, contemplar su rostro 14
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Suelen desplazarse autoridades desde Cartagena, que siempre son muy bien recibidas, así como Hermanos Mayores de las Cofradías Pasionarias y cofrades cartageneros en general. Todos participan en una Solemne Ceremonia Religiosa y, a su nalización, se reúnen en una cena de confraternización, donde rezuma el cartagenerismo por los cuatro costados.
Un Boletín mensual, con participación del abajo rmante, en el que colaboraban cofrades cartageneros como el carismático y entrañable hermano marrajo Ernesto Ruiz Vinader, constituía durante estos últimos años el hilo conductor y punto de conexión entre los cartageneros en Madrid entre sí y con los residentes en nuestra ciudad.
No quisiera nalizar este artículo sin agradecer al presidente y junta directiva de la emblemática y señera Agrupación del “Santo Enterramiento de Cristo”, y muy especialmente a mi querido amigo y hermano marrajo José Manuel Sánchez Meca, el que me hayan permitido, a través de esta colaboración, dar a conocer la existencia de una Cofradía de cartageneros en Madrid, que se desviven por la ciudad que les vio nacer y sobre todo por manifestar públicamente su cariño y devoción hacia nuestra Excelsa Patrona.
Sin duda, la Virgen de la Caridad nos está invitando a todos a acercarnos a su bendita imagen como hijos, para aprender de su corazón henchido de amor y atravesado por siete espadas, rendirle pleitesía y demostrarle que todos los cartageneros la llevamos muy dentro de nuestros corazones, allá donde nos encontremos.
Y enfrentados ya con una nueva Semana Santa, nada mejor que ponernos a sus pies y gritar a los cuatro vientos, orgullosamente, que estamos con Ella…¡¡por guapa, por ser nuestra Excelsa Patrona y por haber querido ser cartagenera!!
Ginés Fernández Garrido
Comisario General Cofradía Marraja
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D. Manuel Sivila Posada, un vicealmirante Cartagenero donante de una túnica para la imagen de Ntro. Padre Jesús Nazareno en el siglo XIX
Ernesto Ruiz Vinader
El Eco de Cartagena, en su edición del día 13 de abril de 1936, publica la siguiente nota:
4-4-1879.- DATOS Y HECHOS.- La magní ca túnica que lleva el Jesús, con preciosos bordados de oro alto relieve, fue hecha en Barcelona y costó 20.000 reales aproximadamente. El difunto general Sr. D. MANUEL SIVILA, nuestro paisano, que a la sazón se encontraba de capitán en aquel puerto, unido a varios otros cartageneros allí residentes, acompañaron en comisión de despedida hasta el vapor la caja en que fue encerrada para ser conducida a esta ciudad.
Esta noticia ya era conocida puesto que en diversas publicaciones se había comentado, y por ello he creído conveniente buscar los antecedentes de D. MANUEL SIVILA, con el resultado siguiente:
Su nombre completo es MANUEL SIVILA Y POSADA, natural de Cartagena, nacido el 2 de enero de 1807. Empezó su carrera militar en la Escuela de Guardias Marinas de nuestra ciudad. Ascendió rápidamente y en 1843, era ya Capitán de Fragata, concediéndosele la Cruz de la Marina, el 20 de marzo de 1844. En el BOE del miércoles 19 de noviembre de 1856, se inserta la noticia de que el Director General de la Armada le manda una medalla de oro que el Gobierno de Estados Unidos le ha enviado para el capitán de navío y del puerto de Barcelona D. MANUEL SIVILA, como recompensa por los servicios prestados en el salvamento del buque de aquella nación “Caroline and Mary Clark”.
En 1859 era brigadier en servicio activo como supernumerar io. El 10 de abril de 1860, por sus servicios prestados durante la guerra de Marruecos, se le concedió por S.M. la Cruz de la Real
Orden de Isabel la Católica, libre de gastos. El 15 de noviembre de 1864 se le nombró miembro de la Junta Consultiva de la Armada. En 1865 fue nombrado vocal de la Comisión formada para el Proyecto del Plan General de los Ferrocarriles de España, cuando él ya era Jefe de Escuadra del Cuerpo General de la Armada. El 2 de julio de 1867 fue nombrado Ministro del Tribunal Supremo de Guerra, siendo ya Jefe de Escuadra. En 1869, el General Prim lo nombró consejero de la Sala de Gobierno del Consejo Supremo de Guerra, siendo ya contraalmirante.
Conocemos por el periódico madrileño “La Época” del 18 y 20 de enero de 1874, que había fallecido el contraalmirante D. MANUEL SIVILA POSADA, con la siguiente información: Ayer mañana habrá sido conducido a su última morada en Cádiz el cadáver del contraalmirante SIVILA, a cuyo acto asistirán las fuerzas del servicio y una sección de Infantería de Marina de San Fernando. Hasta llegar a su alta jerarquía había pasado el Sr. SIVILA por todas las
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escalas del cuerpo, sin eludir servicio alguno, conquistándose grande afecto. Su última campaña fue la de Santo Domingo, donde mandó con mucho acierto nuestra escuadra”.
A través de la Biblioteca Virtual de Andalucía, y por el periódico político y literario “El Guadalete” de Cádiz, del 9-4-1874, sabemos que el Juez de 1ª Instancia de San Antonio de Cádiz insertó una citación llamando a los que se crearan con el derecho a heredar los bienes quedados por fallecimiento del contralmirante D. MANUEL SIVILA POSADA, para que se personasen, en debida forma, a deducir sus acciones en los autos del abintestato del citado señor.
Volviendo sobre el tema de la túnica encargada en Barcelona, diremos que Diego Ortiz publica la noticia en el libro editado por “El Faro “, “El Arte del bordado en la Semana Santa de Cartagena” de la siguiente forma: “De la túnica de la imagen de N.P. Jesús Nazareno, tan solo sabemos que fue bordada con anterioridad a 1877 en Barcelona y cuyo coste fue de 20.000 reales”.
En la descripción que hace el cronista Manuel González Huárquez, de la procesión del encuentro del año 1879, hace mención a que la imagen del Nazareno llevaba esta túnica, hecha en Barcelona. Como sabemos que D. Manuel Sivila falleció en 1874, es seguro que debió hacerse mucho antes, quizá en los años de 1856 que es cuando Manuel Sivila estaba de capitán del puerto de Barcelona. Tenemos una foto de la antigua imagen del Jesús Nazareno, de 1863 cuando se procesionaba en un
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pequeño trono con cuatro faroles en las esquinas, a las que se añadieron después en 1876 unos angelitos, y en ella vemos que lleva una túnica bordada con unas orlas en la parte baja de donde salen unos ramos de ores en posición ascendente.
Optamos que la túnica que lleva el nazareno en estas fotos puede ser la enviada por D. MANUEL SIVILA POSADA, y los cartageneros residentes en Barcelona.
Después llama la atención, que teniendo esta túnica de Sivila, anuncie la Cofradía Marraja en el periódico “El Eco” del 13 de febrero de 1889 que habían decidido encargar una magní ca túnica para reemplazar la de N.P. Jesús Nazareno. Este anuncio se vuelve realidad cuando el día 6 de marzo de 1890, anuncia la prensa “Se ha recibido el terciopelo con que se ha de confeccionar la túnica de N.P. Jesús Nazareno. Según tenemos entendido, es muy rico el género y la túnica resultará magní ca”.
En la descripción de la procesión del Santo Entierro, del 4-4-1890, se dice que después del tercio de Granaderos, des ló N.P. Jesús Nazareno cuya venerada imagen aparecía en su elegante trono, luciendo la riquísima y hermosa túnica que a costa del Hermano Mayor y Cofrades Marrajos ha podido construirse este año y que constituye una verdadera joya. A la vista de lo expuesto el coste de la túnica debió ser sufragado por el entonces Hermano Mayor que era D. José María Mateo Albaladejo.
Queremos hacer una observación sobre esta túnica de 1890, ya que si observamos la que consideramos como
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la de Barcelona, el dibujo de ambas es idéntico, quizás la de 1890 lleve bordadas algunas ores más.
Hasta podríamos decir que quizá el bordado de la túnica de Barcelona podría haber sido traspasado a la nueva de 1890, añadiéndole algún bordado más.
Después en 1950 vuelve la Agrupación de Jesús Nazareno a estrenar nueva túnica esta vez confeccionada por Consuelo Escámez, que se estrena en el Miserere de este año. También en el Miserere de 1973 se vuelve a estrenar una nueva túnica confeccionada por Anita Vivancos.
la de Barcelona, el dibujo de ambas es Por último, sabemos que, en 1991, se estrenó una nueva túnica con diversos motivos marineros confeccionada por la bordadora Encarnita Bruna García de las Bayonas, según boceto de Rafael Puch.
Insertamos unas fotos de las túnicas que conocemos realizadas para N.P. Jesús Nazareno, en diferentes fechas, entre ellas la que consideramos puede ser la de D. MANUEL SIVILA.
Ernesto Ruiz Vinader Comisario General Cofradía Marraja
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D. Vicente Lescura Fernández, un cofrade de Ntro.
Padre Jesús Nazareno del siglo XVIII
Ernesto Ruiz Vinader
En el periódico “Diario de Cartagena”, del 19 de febrero de 1807, aparece la siguiente noticia: “La Ilustre y antigua Cofradía de N.P. Jesús Nazareno en los pasos de la calle de la Amargura, celebra mañana viernes 20 del que rige, en su Capilla sita en el Convento de Religiosos Dominicos, de esta ciudad, el Funeral de Constitución por el alma de su difunto Hermano D. Vicente Lescura: de que se avisa, para que los Señores Sacerdotes que quisieren celebrar dicho día, puedan asistir, en inteligencia de que desde las 7 hasta las 9 se dará la limosna de 5 reales, y desde esa hora en adelante la de 6 reales”
Llevado por esta noticia he buscado las noticias que nos pudieran facilitar su paso por la Cofradía y su genealogía, con el resultado siguiente:
Conocemos por la relación de maestros artesanos, publicada por los investigadores Sres. Montojo y Maestre de San Juan, en el tomo 4 de la Biblioteca Pasionaria, pág. 128, que la familia LESCURA eran caldereros de origen francés. Entre ellos estaba Vicente Lescura Fernández que según hemos comprobado era hermano de la Cofradía de N.P. Jesús Nazareno, al igual que muchos de los miembros de su familia.
Con respecto a su genealogía, diremos que sus padres fueron D. Pedro Lescura Cabanas y Dª María Fernández Cortina, naturales de Serín, Reyno de Bernia, en Francia, y de Valladolid, respectivamente, los cuales contrajeron nupcias el 26 de marzo de 1714, con las preces del presbítero Diego Martínez Fortún, folio
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572 del libro de matrimonios de 1694-1714. Tuvieron 6 hijos, por este orden de nacimiento, Alonso, Vicente, Theresa, Florentina, José y Rosalía. Hemos comprobado que José fue presbítero bene ciado de esta iglesia parroquial, y hermano de la Cofradía de San Fulgencio, del cual sabemos que vivía con su hermana Theresa en el número 7 de la calle Real con la Plaza del Par, según hemos comprobado con el padrón municipal del año 1806.
El citado hermano José Lescura Fernández fue camarero de la Virgen de la Caridad, y posiblemente también Hermano Mayor de la Cofradía de N.P. Jesús del Prendimiento durante las ausencias de Francisco de Paula Sanguineto en el año 1785. (1)
Debió existir una gran amistad entre las familias Sanguineto y Lescura, pues hemos podido comprobar que Francisco de Paula Sanguineto fue testigo en la boda de uno de los hijos de Vicente Lescura, concretamente el 26-3-1780, entre José Manuel Lescura y Rosa Ventas.
Nació Vicente Lescura el 11 de Agosto de 1723, siendo bautizado el día 14 del mismo mes, por el mismo sacerdote, D. Diego Martínez Fortún. Contrajo matrimonio, en primeras nupcias, el 27 de febrero de 1744 con Josefa García Peña el, siendo su ordenante el Prior de los Carmelitas Descalzos, Fray Salvador de San Joseph, folio 166v. del libro de bautismos de los años 1740-1746. Esta primera esposa falleció en 1745, contrayendo nuevo matrimonio, en segundas nupcias, el 14 de mayo de 1747, con Dª Vicenta la Ru, natural de Zaragoza, con la que tuvo un hijo llamado Pedro Joseph Fermín Lescura, el 7 de julio de 1748, folio 157, que tuvo que morir muy joven ya que Vicente Lescura no lo cita como heredero en su testamento, en el cual, si hace mención
de que con Dª Vicenta la Ru, tuvo 5 hijos con los nombres de: José Manuel, Benito Vicente, Francisco de Paula, Tomasa y Rafaela.
Su segunda esposa falleció el 10 de diciembre de 1792, enterrándose en el Carmen, folio 194v. del libro de entierros que comprende los años 1788-1792.
Vicente Lescura Fernández falleció el 3 de junio de 1777, a la edad de 54 años, enterrándose también en el Convento del Carmen, con cura, sacristán y 16 clérigos, y testó ante el escribano D. Salvador Martínez Jódar, unos días antes de su muerte, concretamente el 29 de mayo de 1777, protocolo NOT.5879, folios 180r.al 182r, siendo testigo de su codicilo D. Francisco de Paula Sanguineto.
Hemos solicitado del Archivo General de la Región de Murcia copia de este testamento del cual detallamos como más interesante un párrafo donde se pronuncia como hermano de la Cofradía de Jesús Nazareno:
“Lo primero encomiendo mi alma a Dios nuestro Señor que la creo y redimió con el precio in nito de su sangre y el cuerpo a la tierra de que fue formado y cuando la boluntad divina fuere servido de llevarme de esta presente vida a la eterna quiero que mi cuerpo cubierto con el avitto de nuestra Señora del Carmen sea sepultado en su Convento y capilla de la Sagrada Familia, y que me acompañe la Santa Cruz, Sr. Cura y sacristán y las demás disposiciones de mi entierro sea el que crea las Cofradías de las Benditas Almas y de Jesús Nazareno de los que soy hermano”.
Tal y como nos informa los investigadores Sres. Montojo y Maestre de San Juan, en el tomo 4 de la Biblioteca Pasionaria, la familia Lescura fue una de las familias que, a pesar de
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ser oriundos de otro país, se integró en nuestra forma de vida, tomando parte activa de nuestras procesiones, con cargos de responsabilidad.
En el Catastro de Ensenada, tanto D. Pedro Lescura como D. Vicente Lescura aparecen como personas que tenían bienes, rentas, salarios o cargas, en el año 1762.
(1) Ver historial de José Lescura Fernández en la revista “El Flagelo” del año 2018
Mas datos que conozco de esta familia: Jose Manuel Lescura y la Ru, hijo de Vicente Lescura se casó con Dª Rosa de Ventas, el 26-3-1780, folio 37 del libro 1779-1783, de cuyo matrimonio sabemos que tuvieron un hijo llamado José Plácido , cuyo bautizo está inscrito, el día 6-10-1792 en el libro de bautismos, folio 242 del año citado. Este hijo falleció a la edad de 12 años, según libro de enterramientos, folio 134, de los años 1802-1804. En esta anotación se dice que José Lescura y la Ru era secretario del Gobierno.
En los datos de la boda con Rosa de Ventas, se dice que José Lescura y la Ru era feligrés castrense, y en su boda asistió como testigo Francisco de Paula Sanguineto.
También Benito Lescura y la Ru, hijo también de Vicente Lescura se casó con Dª Rita Ruiz Dolo, los cuales tuvieron un hijo llamado Juan de la Cruz, bautizo que se encuentra inscrito en el folio 120, del libro de bautismos del año 1792, el día 6 de junio de este citado año. Benito Lescura falleció el 18-12-1804, folio 176 a la edad de 55 años.
Rosalía Lescura hermana de Vicente Lescura, se casó con Ginés Ibernon y Espín, y murió a la edad de 67 años, el 13-11-1804, folio 163, del libro de entierros de 1802-1804, y testó ante el escribano D. Ginés Alcaraz.
Francisco de Paula Lescura, hijo de Vicente Lescura, se casó con Eugenia Listro el 22-3-1793, folio 13 y 13v, del año 1793-1795. Lo casó en la Iglesia Parroquial de Santa María de Gracia su tío sacerdote D. José Lescura Fernández.
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Otra noticia del año 1807 es el fallecimiento de José Lescura Fernández, el 12 de julio, un presbítero que fue Hermano Mayor de la Cofradía California en 1785, en las ausencias del también Hermano Mayor D. Francisco de Paula Sanguineto. Perteneció también a la Junta de Gobierno del Hospital de Caridad y fue camarero de la Virgen de la Caridad.
También conocemos el acta de bautismo de Theresa Alfonsa Lescura, en el folio 63 del libro 1725-1728, que dice: En Cartagena a siete de diciembre de 1725, yo el doctor D. Ambrosio Guillén crismé de agua de esta parroquial a Theresa Alfonsa Florentina María Victoria, que nació el día cinco de este mes, hija legítima de Pedro Lescura y de María Fernández Cortina, vecina de esta ciudad, fueron padrinos Fray Alonso Pay de la Orden de Santo Domingo y María de la Causa, comadre de parir, a quienes advertí del parentesco y la obligación de la doctrina cristiana siendo testigos el Dr. Simón García Zarco y Juan de Ródano Madrid y Juan Baque. Firmado Ambrosio Guillén. Anotación del fallecimiento de Theresa
Lescura.- En el folio 136, del libro 1802-1804, está la anotación de su fallecimiento, con una edad de 79 años, el día 22 de octubre de 1804, y dice que era viuda de D. Francisco León Sobriel.
Florentina Lescura Fernández hermana de Vicente Lescura se casó con Alfonso de Jover, y ella falleció el 6-11-1797, folio 61 del libro 1796-1802.
ACTA DE BAUTISMO DE JOSE LESCURA FERNÁNDEZ (Por error dije que era Sánchez), EN SANTA MARÍA DE GRACIA EL DÍA 24 DE SEPTIEMBRE DE 1737 (TOMO 32, FOLIO 104v.)
En Cartagena a veinte y cuatro días del mes de septiembre de mil setecientos treinta y siete, yo Don José Ferrer cura teniente de esta santa iglesia Bauticé a Joseph Antonio Matheo Isidoro que nació el día veinte y uno de dicho mes, hijo legítimo de Pedro Lescura natural de San Ceramin obispado de San Flor Reyno de Francia y de María Fernández natural de Valladolid y nieto por línea paterna de Pedro Lescura y de Cathalina Cabanas natural de dicho obispado de San Flor, y por la materna de Pedro Fernández Contreras natural de la villa
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de Cangas en las montañas de Asturias y de María Fernández natural de la Coruña en Galicia, fueron padrinos D. Joseph Falla de la Llosa y Dª Lucía su mujer a quienes advierto el parentesco espiritual y la obligación de la Doctrina Cristiana, fueron testigos Francisco Gómez Arzo y Juan Espinosa y Juan Prieto. Firmado Joseph Ferrer.
ACTA DE BAUTISMO DE VICENTE LESCURA FERNÁNDEZ, EN SANTA MARÍA DE GRACIA, EL DÍA 14 DE AGOSTO DE 1723 (TOMO 25, FOLIO 14)
En Cartagena en catorce días del mes de Agosto de mil setecientos veinte y tres años, yo D. Diego Martínez Fortún cura teniente de esta parroquial Bauticé a Bicente Cristobal Joseph que nació el día once de dicho mes, hijo legítimo de Pedro Lescura y de María Fernández vecinos de esta ciudad, y fueron padrinos Francisco Alonso Pérez y Carrillo, y María de la Cassa comadre de parir, a quienes advertí el parentesco espiritual y la obligación de la Doctrina Cristiana, siendo testigos D. Antonio Junco, Juan Baque y Antonio Romero. Firmado D. Diego Martínez Fortún.
ACTA DE MATRIMONIO DE VICENTE LESCURA FERNÁNDEZ, CON VICENTA LA RU, CELEBRADO EN SANTA MARÍA DE GRACIA, EL DÍA 14 DE MAYO DE 1747, (TOMO 13, FOLIO 71v.)
En Cartagena a catorce de mayo de mil setecientos cuarenta y siete, yo Don Thomas Gómez Arroyo teniente de cura de esta parroquial velé y di las bendiciones nupciales a Vicente Lescura viudo de Josepha García Peña el, con Vicenta la Ru natural de Zaragoza y vecina de esta ciudad, hija de Miguel la Ru y de Theresa Sobriel, los que presentaron certi cación de aver sido desposados en la parroquia del Señor San Gil en Zaragoza a trece de abril de dicho año, y rati có el dicho Vicente Lescura este matrimonio en esta ciudad el once de mayo de este presente año ante mí y los testigos Don Antonio Junco, Don Joseph Martínez Illescas, y Julián Pérez. Firmado Thomas Gómez Arroyo.
Ernesto Ruiz Vinader Comisario General Cofradía Marraja
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