Redes viralidad y emociones

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Portada



Tabla de contenidos Prólogo

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Introducción

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La física social como teoría de las redes y algo más

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La era del selfie: ¿somos narcisistas?

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El contagio emocional de las redes sociales

Por: Cristhian Herrera

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Del ‘like’ y el ‘retuit’ a la acción

Por: Eliana Álvarez

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8 “Yo quiero tener un millón de amigos”

Por: Álvaro Rodríguez

Por: Rafael Orduz

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Por: Jesús David Rolong

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Verdad y emociones en las redes sociales

Por: Mayra González

Por: Alejandro Pscitelli

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Emociones en las redes sociales: ¿realmente son nuestras?

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¡Mándamela, es solo una “fotico”! Por: Ana Cecilia Mejía

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El poder de la memecracia

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Por: Eliana Álvarez

Autores Usuarios de foros: ¿eres o no eres tú?

Por: William Rincón

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Prólogo La Corporación Colombia Digital - CCD - tiene como objetivo promover el uso y apropiación de las Tecnologías de la Información - TI -, en diferentes sectores de la vida económica, social y cultural de Iberoamérica. Actualmente, la sociedad contemporánea se ha enfrentado a una serie de cambios profundos en las esferas sociales y culturales. La inclusión de las nuevas tecnologías ha venido a revolucionar las formas de comunicación y de expresión de los individuos del mundo moderno. En ese sentido, el surgimiento de las redes sociales o comunidades online introdujeron un importante componente a la llamada Web 2.0: participación y producción de contenidos de parte de los mismos usuarios. Hoy son prosumidores de información y en las plataformas sociales han encontrado además de un medio de comunicación con sus pares, también un espacio para compartir, debatir, opinar y argumentar sobre todo aquello que les interesa. Y por supuesto las emociones hacen parte de ese ritual, porque cada mensaje que transmiten lleva implícitamente motivaciones, sentimientos y deseos de cualquier índole. El botón de compartir es un llamado a la acción, la cual está ligada a lo que les afecta para bien o para mal. ‘Redes, viralidad y emociones: banalidad Vs profundidad’ presenta diversos puntos de vista desde el análisis y opinión de sus autores, sobre el poder que desencadenan las redes sociales en las emociones de los usuarios digitales del siglo XXI. El presente Cuaderno Digital es la compilación de una serie de artículos web publicados en el especial mensual ‘Redes, viralidad y emociones: banalidad Vs profundidad’ de Colombia Digital, los cuales fueron elaborados por nuestro equipo web y de especialista, integrado por profesionales de las ciencias sociales y humanas, con el objetivo de destacar y presentarle al público los especiales más exitosos del portal web; y su vez, desde una mirada analítica profundizar en temáticas de interés asociadas a las tecnologías de la información. Esperamos que disfrute el contenido de esta publicación y la comparta para construir entre todos nuestra Colombia Digital. Corporación Colombia Digital Julio - 2014

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Introducción Dicen que los ‘likes’ de Facebook y los tuits de Twitter se han convertido en la nueva moneda social del universo web. Y sí, las comunidades online han consolidado una nueva forma de comunicación y expresión alrededor de una serie de temáticas e intereses que están ligados al reconocimiento, identificación y sensibilización en masa. Ya no se trata solo de publicar estados o compartir los álbumes de fotografía. Hoy se ha evidenciado que las redes sociales han dado un paso más grande que no solo está ligado al “estar online”. Alrededor de ellas se tejen conversaciones en tiempo real que trascienden en oposiciones, opiniones compartidas, debates, censura, irrespeto, morbo, fatalidad, drama, tragedia y tanto más. Frente a ese panorama, los artículos compilados en este Cuadernillo Digital se enmarcan bajo el interrogante, ¿cuáles son las emociones que se esconden detrás de las redes sociales?, pero sobre todo, como en medio de éstas convergen tendencias virales que suben en mayor o menor medida, de acuerdo a los intereses de los mismos internautas. A partir de la Web 2.0 y por consiguiente de la explosión de las llamadas comunidades online (o redes sociales), se produjeron una serie de cambios profundos en las relaciones físicas y virtuales de los usuarios; en ese sentido, la comunicación y el intercambio de mensajes se modificaron enteramente. Las tendencias coyunturales y contemporáneas empezaron a ocupar un lugar importante en las plataformas sociales, evidenciando las libertades de expresión de los individuos 2.0 y su afán por comunicarse con el resto del mundo. ‘Redes, viralidad y emociones: banalidad Vs profundidad’ es el resultado de un conjunto de contenidos web publicados en abril de 2014 en ColombiaDigital.net, los cuales plantean una interesante reflexión sobre esta nueva ecología de la comunicación en tiempos de redes sociales digitales, que están sobre-expuestas por un conjunto imparable de emociones y sentimientos que se movilizan diametralmente a través de la Web.

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La física social como teoría de las redes y algo más Por Alejandro Piscitelli

Del flujo de bienes al flujo de ideas. Las ideas fluyen, con rapidez, ilimitadamente, buscando cerebros donde reproducirse, mutar y diversificarse. Cada día que pasa Richard Dawkins tiene más razón y lo que en 1976 intuyó acerca de los 1|s memes, de la mano de numerosos cambios institucionales, geopolíticos, tecnológicos pero sobre todo sociales (en relación especialmente a los mecanismos de invención cada vez más colaborativos y a la existencia de Internet como acelerador e incubador de procesos de fertilización cruzada), los cuales han ido adquiriendo en el presente un valor de verdad inusitado. Ya ha quedado sobradamente demostrado que no necesariamente son los más brillantes los que tienen las mejores ideas, sino aquellos capaces de cultivar las ideas de los otros. Así como en la vida cotidiana nos ayudan más, no tanto nuestros próximos, (lazos fuertes) sino aquellos que están a un par de grados de separación (lazos débiles), otro tanto ocurre con las ideas. Los maestros del cambio no son los más obcecados o convencidos, sino aquellos que más resuenan con otros de pensa-

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miento/acción afín. Lo que motiva a la gente no es tanto (como la filosofía social y política desde Adam Smith hasta Nietzsche vienen pregonando) la riqueza, el prestigio o la voluntad de poder, sino el respeto y la colaboración de/con los pares. Por eso son tan importantes los trabajos de Jennifer Jacquet acerca de los efectos del honor y de la vergüenza en la cooperación, aquí una fascinante con-

versación de Jennifer Jacquet con Brian Eno.

Los ghettos universitarios y corporativos Por eso es tan importante que dejemos de dar clases tradicionales y que los espacios pedagógicos se conviertan en una excusa para atraer visitantes, amigos, conocidos, compañeros de ruta o directamente adversarios meméticos, para interactuar con otros que están en este mismo viaje, que es pasar del conocimiento al desconocimiento y vuelta. Por eso es bueno desembarazarse de títulos y de notas y buscar en cambio crear comunidades de pares para quienes el respeto y la colaboración con proyectos en el mundo real es la moneda que lleva al éxito y la oportunidad. Desde hace década y media o más, sabemos que vivimos en redes sociales, no en clases

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y tampoco en los laboratorios (salvo los de Arte/Ciencia abiertos a las demandas del mundo real). La universidad (pero también las empresas) se han convertido en ghettos, contaminados por los principios de las organizaciones egoístas y bajo el mantra de su supuesto lugar privilegiado para generar conocimiento, que ha perdido irreversiblemente como le ha ocurrido a la escuela a pesar de los intentos desesperados de sus cultores por revivirlas, para un noble pero fallido intento (ver Axel Revivir las aulas).

“No somos solo un “me gusta” en Facebook, sino el lugar donde invertimos nuestro tiempo”

Por eso es tan importante el movimiento de la Tercera Cultura, por eso es tan estratégico demoler a golpes de martillo las certezas disciplinarias y la comodidad de las comunidades de prácticas buriladas en la cultura del paper, las citas mutuas, el reconocimiento de pares, la consagración institucional y el aislamiento profesional.

De pensar en sustantivos a pensar con verbos Hace ya una década atrás, ese brillante estudioso y analista que es Joaquín Brun-

ner interrogado acerca de quiénes eran los grandes pensadores de la ultramodernidad (de nuestro presente) sostuvo con una clarividencia pre-Web 2.0: “La que piensa es la red”. ¿Cuál es nuestro horizonte de reflexión/acción en tiempos de Facebook. Twitter, Whatsapp, Pinterest, Foursquare?, ¿definir esencias (aunque se trate de híbridos inclasificables como los ornitorrincos (mediáticos) para lo cual recurriremos a términos estáticos como competencia, reglas y hasta el propio fetichismo de la complejidad?, ¿o más bien tratar de repensar en términos dinámicos, evolutivos, auscultando el flujo de ideas en las redes, la creación de normas sociales o los procesos que generan esa inasible complejidad? En el caso de Pentland (pero deberíamos también incluir aquí a Christakis, Watts y tantos otros) lo que estamos viendo es una migración de la economía y la política individuo-céntrica a otra que toma en cuenta las interacciones sociales, para lo cual resulta significativo reconocer que las redes en las que vivimos hoy son híbridas, poniendo en resonancia a gente con máquinas en una causalidad circular que poco o nada entendemos.

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Las redes sociales son tanto causa como efecto Antes de nuestras redes sociales, las cosas (tratárase del comercio o de los políticos) se movían muy lentamente, poco gente decidía casi todo. No podemos seguir pensándonos como individuos que tomamos decisiones calculadamente por cuanto -al mejor estilo del principio de Heinsenberg- todo tiene que ver con todo, y cada vez más, somos efectos y no causas de las decisiones que tomamos (o que otros toman por nosotros). Adam Smith -otro clarividente-, dejó en claro hace más de dos siglos atrás, que es propio de la naturaleza humana intercambiar no solo bienes sino también ideas, asistencia y favores para con los otros por razones de simpatía. En nuestro mundo hiperconectado la mayoría de los lazos que nos incluyen son débiles, y la mano invisible poco puede lograr para restablecer los equilibrios y eliminar las desigualdades. Por eso tenemos que hacer entrar en la brújula de nuestra atención a los fenómenos de intercambio, presión social e interacción que determinan el comportamiento humano. Y en esto las redes sociales son tanto causa como efecto. Lo más interesante del caso es que enfoques como los de la física social se basan en conexiones matemáticas observables entre información y flujo de ideas. El flujo de ideas es clave para entender la dinámica social, no tanto porque la posesión de información a tiempo es precondición del funcionamiento eficiente de los sistemas, sino sobre todo porque la fusión y combinación de nuevas ideas es lo que motoriza el cambio de comportamiento y la innovación. Debemos ir más allá de la mera descripción de los fenómenos sociales hasta recaer en una teoría causal de la estructura social orillando la teoría computacional del comportamiento como la imaginó David Marr, capaz de dar cuenta de los fenómenos burbuja, de las cascadas de cambio de comportamiento, de cómo es posible (y deseable) reclutar a millones de personas

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para colaborar en una búsqueda, ahorrar energía, modificar la política, las compras y las opciones sanitarias. Sustantivos tales como mercados, clases políticas o movimientos sociales simplifican inusitada y pobremente nuestra visión del mundo. Por si todo lo anterior no fuera poco, la herramienta que motoriza la física social es el Big Data. No somos tan solo un “me gusta” en Facebook, sino el lugar donde invertimos nuestro tiempo, las cosas que compramos, todo que lo hacemos. Llamamos minería de lo real a estos procesos de análisis de nuestras huellas digitales, hoy masivamente inscriptas en las redes sociales. Y aquí paramos y les dejamos la palabra a los varios autores que conforman este número de contenidos del especial: Redes, viralidad y emociones: banalidad Vs profundidad Baste lo dicho para saber que en el mundo de las redes sociales los conceptos y enfoques convencionales de la ciencia social (limitados a casos ejemplares o a muestras más que recatadas) no aplican. Que en un mundo de interconexiones densas y permanentes la apología del individuo debe ser relativizada, el peso de la presión social mucho mejor sopesado, y la fantasía del libre albedrío archivada. Cuando hagamos todo esto podremos entonces contribuir sincera y apasionadamente a la Física Social no sin criticas ni reservas, pero desde una posición más equilibrada frente al contexto social cada vez más digitalizado.

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Emociones en las redes sociales: ¿realmente son nuestras?

Por Mayra González

Muchos usuarios toman las redes sociales como si fueran un diario personal, una plataforma en la que se puede plasmar lo que se piensa y lo que se siente, bien sea con escritos propios o replicando lo que otras personas publican. Sin embargo, aunque sea de manera inconsciente, muchos de los estados virtuales terminan siendo manipulados por terceros. Así lo reveló el 17 de junio de 2014 un estudio de la Universidad de Cornell en Estados Unidos, en el que los programadores de Facebook modificaron el algoritmo que determina qué publicaciones se mostrarían en el feed de 690.000 usuarios durante la semana del 11 al 18 de enero de 2012, variando entre noticias positivas y negativas. El haber sacado a la luz pública que se haya realizado dicha investigación sin el consentimiento de los usuarios causó conmoción, aunque la red social se respaldó en que los internautas aceptan este tipo de estudios desde el momento en que crean su cuenta y aceptan los términos y condiciones de uso de la pla-

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taforma. Pero más allá de tal controversia, Adam D. I. Kramer, Jamie E. Guillory, y Jeffrey T. Hancock, los profesionales que realizaron el experimento, demostraron que los contenidos de las redes sociales son capaces de influir en el estado de ánimo de los usuarios. Lo que comentó una persona pudo haber sido transferido por otra, pero a su vez, este lo generó otra persona antes. Entonces ¿las emociones son originales? Lo más seguro es que no. Resulta acertado pensar que una acción produce una emoción, pero lo que revela el estudio es que las redes sociales permiten extender esas emociones a los usuarios que ven las publicaciones de otros, como si fuera un ente contagioso sin necesidad de tener contacto físico. Según registran los resultados de la investigación, “cuando se redujeron las expresiones positivas, las personas produjeron un menor número de mensajes positivos y más mensajes negativos. Cuando se redujeron las expresiones negativas, se produjo el patrón opuesto”, así, las palabras son capaces de transformarse en emociones, y las redes sociales digitales van adoptando más acciones de las reales. Y no es para menos, estudios han revelado que quienes se rodean de personas felices tienen mayor probabilidad de ser más felices. Ahora, detrás de todo esto puede estar una necesi-

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dad ficticia de imitar a los demás, con la intención de generar eco o lograr un reconocimiento. Este último es una de las acciones que más buscan y benefician sobre todo a las marcas comerciales, ya que un usuario se puede dejar llevar por los comentarios o las imágenes que vea de algún producto o servicio, hasta el punto de tomar la decisión de dejar de consumirlo, lo que resulta un arma de doble filo para las compañías, ya que si no tienen la comunicación idónea con sus clientes a través de las redes sociales pueden correr el riesgo de disminuir sus cifras.

“Las emociones en las redes sociales se extienden como un ente contagioso sin necesidad del contacto físico”.

Los usuarios han permitido que las comunidades online hagan parte de su vida hasta el punto que influencien las decisiones que toman. Por lo menos el estudio más reciente que se ha conocido de Facebook prendió las alarmas sobre el tema de la privacidad de datos y la manera incontrolada en que las personas comparten información, por lo que muchos decidieron impulsar y acoger la campaña creada por ‘Just’, una agencia holandesa que empezó a motivar a los usuarios para que, por 99 días, dejaran de usar Facebook. A la campaña se conoce como ‘99 days of freedom’, y su objetivo era demostrar que con las redes sociales no vivimos nuestra propia vida; es un llamado a disfrutar de la vida real. Es innegable el poder que las comunidades online y plataformas sociales han producido entre los individuos. No solo como medios de expresión, sino también como herramientas para canalizar y exorcizar todo tipo de emociones, que se retransmiten una y otra vez de red en red.

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Verdad y emociones en las redes sociales Por Rafael Orduz Dicen que los niños y los borrachos dicen la verdad, entre otras cosas, porque cuando hablan, lo hacen “en caliente”, sin medir las consecuencias de sus palabras. El famoso cuento de Hans Christian Andersen (Dinamarca, El traje nuevo del Emperador) ilustra el caso de un niño que dice la verdad cuando los súbditos del rey, aduladores, le alaban el vestido que, supuestamente, lleva puesto: “Pero si va desnudo”, dice el niño y todos reconocen que está en lo cierto. Los borrachos, cuando están en proceso de desintoxicación (guayabo, cruda, resaca, ratón), se arrepienten de lo que hicieron y dijeron la víspera y caen presa del pánico si se percatan de tener “lagunas”, es decir, espacios en los que no recuerdan nada acerca de sus actos. No saben si actuaron en forma indebida, si fueron francos en exceso, si ofendieron a alguien.

¿Transmiten las redes sociales las emociones?, ¿se expresan Página 12

las personas como el niño del cuento de Andersen, es decir, diciendo la verdad?, ¿mostrando sus emociones? No hay una respuesta única. La posibilidad de contar con un tiempo de reflexión antes de oprimir el comando “enviar” remitiendo un mensaje, permite modular las emociones y expresar, al menos en teoría, ideas en forma serena. Alegría y tristeza son emociones que pueden expresarse de tal forma. Sin embargo, alrededor de emociones como la ira, justamente el hecho de poder expresarla a través de las redes de manera inmediata, hace posible que, a muchos, se les escape la emoción en caliente, con algunos epítetos de más. Lo anterior no ocurre solo en campos propicios a las pasiones como la política, la religión, el fútbol o la orientación sexual. Sucede alrededor de los debates sobre gustos alrededor de los temas más banales. Puede tratarse de preferencias musicales o de votaciones por el rating de alguna telenovela. No solo escribir “en caliente” en medios digitales se asocia a la transmisión de emociones. Con frecuencia, el anonimato permite el despliegue de una cul-

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tura proclive a la agresión de parte, por ejemplo, de comentaristas de columnas de opinión. En países latinoamericanos, particularmente en Colombia, el nivel de agresividad es, con frecuencia, sistemático y premeditado. El uso de lenguaje desobligante pareciera mostrar emociones, cuando, en realidad, se trata de flagrante agresión encubierta en el anonimato. Dos comentarios sobre un artículo de Aural Lucía Mera (1.4.14) en El Espectador (“Lectura Obligatoria”):

Más allá de lo que las personas exhíben en sus mensajes en Facebook, Twitter o Youtube, lo que realmente ocupa un espacio inmenso en nuestras emociones son nuestras reacciones a mensajes con alto contenido emocional. Son lanzados en determinadas cir-

“La búsqueda de viralidad juega, permanentemente, con nuestras emociones”.

“Señora Mera, está usted haciendo bien su encargo de hacer propaganda a sus más admirados mamertos que a como dé lugar quieren seguir posando de defensores de víctimas mientras sus secuaces siguen cometiendo toda clase crímenes, de atentados, asesinatos, secuestros, reclutando niños, narcotraficando o están de vacaciones en la Habana, haciendo lo único que saben hacer: anarquizar y presionar a las instituciones aprovechando la flaqueza de santos, empeñado en su embeleco de las conversaciones (concesiones más bien) de paz”. Y una reacción a este comentario:

cunstancias, por personas u organizaciones, con más o menos premeditación de parte de quienes emiten los mensajes. La búsqueda de viralidad juega, permanentemente, con nuestras emociones. Y, desde luego, caemos en la trampa, contribuyendo a dicha viralidad. En un artículo Moisés Naím (El País de España, marzo 30 de 2014, ‘Muchas protestas, pocos cambios’), cuenta acerca del experimento que el profesor danés Anders Coldong-Jørgensen se inventó que la plaza de la Cigüeña iba a ser demolida (en Copenhaguen). Creó un grupo en Facebook y, al cabo de pocos días, tenía más de 10.000 seguidores indignados. Todo edificado sobre la fragilidad de una burbuja. Así, finalmente, vale la pena tomarse tan solo unos segundos antes de reaccionar frente a los mensajes que tocan nuestras emociones. Igualmente, cuando queramos, por propia iniciativa, expresar una opinión. No se trata de suprimir, en estos casos, las emociones, sino de expresarlas en forma serena.

“Y usted Gonzalvo aparentemente posa de ciudadano de bien pero es otra gonorrea ultraderechista que considera que las masacres paramilitares y el despojo de tierras fue un mal necesario.- Degenerados hijos de puta qué clase de paí”.

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La era del selfie: ¿somos narcisistas? Por Jesús David Rolong Schweiger Se puede decir que el selfie empezó con Rembrandt en el siglo XVIII, pero más que reflejar la imagen por sí mismo, ahora se busca es volverla llamativa dentro de la Red. El asunto va más allá de “mírenme, soy popular”. Éste pasa por muchos aspectos entre los cuales está el “me tengo que mirar para que me miren”. La idea no es confundir ni entrar en trabalenguas que no lleven a ninguna parte; se trata es de comprender el fenómeno, nada nuevo por cierto, del selfie y su actual impacto en las redes sociales, sobre todo en Instagram. El narcisismo es una característica desarrollada en los seres humanos desde su crecimiento. Muchos teóricos parten, en principio, que todo niño busca solamente satisfacer sus necesidades de manera inmediata, sin aplazo y siempre buscando ser gratificado. Dicho narcisismo implica, a su vez, un reconocimiento de ¿quién soy yo?, ¿cómo me percibo?, ¿qué tengo realmente o no? En ese sentido, más que despertar un sentido ególatra: se busca establecer una identidad. Dicha identidad atraviesa desde el plano meramente biológico, pasando por lo corporal hasta introducirse en la cultura, en la que el hombre es hombre y forma su estilo de vida. ¿Por qué hablar del narcisismo? Recordemos a Narciso, aquel joven de la mitología griega que se enamoró de su reflejo en un estanque y murió al tratar de abrazar su figura reflejada en el agua. ¿Cuál es el

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estanque actual?: las redes sociales. Estas comunidades online actúan como un espejo, no solo de lo que una persona tiene, sino también de lo que no tiene y quisiera tener. No hay nada por fuera del sujeto, ni sus mentiras. Entonces en ese ‘espejo’, las personas se reflejan y no solamente se ven a sí mismas, sino que es un espejo colectivo, donde “yo me miro en cuanto me miras” y “busco en ti aquello que puedo tener, o no”. De esta manera se establece un sentido colectivo de identidad, en lo que respecta a un acortamiento de las distancias perceptivas, todo se reduce a observar la cotidianidad de una persona sin tenerla cerca. Internet más que un mecanismo para ocultarse, se ha vuelto un mecanismo para sobreexponerse en la cotidianidad. El selfie de Ellen DeGeneres durante la entrega de los premios Oscar, terminó de poner sobre la mesa el debate del selfie y su sentido. No se había hecho hasta el momento, a pesar que estaba ahí: faltaba el golpe mediático. ¿Qué fue lo que impactó la foto de Ellen DeGeneres? Puso al descubierto algo que ha estado, pero que crea resistencias en algunas personas: nos gusta reflejarnos a nosotros mismos en la forma en que quisiéramos que nos vean siempre. Un punto sensible sobre el selfie es la orientación que está tomando por parte de algunos profesionales de la salud mental, (a nivel de patología mental) de establecer el selfie como un diagnóstico. Dicha tendencia no se constituye como enfermedad mental, pero su exceso sí haría parte de ciertas condiciones personales que no se desarrollaron por el selfie, sino que éste pasaría a ser un accesorio de la condición que pueda presentar una persona. Esa diferenciación es clave para evitar ligerezas, porque entonces pasa a ser juzgado

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y criticado, echando por la borda el debate sobre el narcisismo en la actualidad y su representación en las redes sociales. Esos temas son de consultorio y no de foros, ni tweets o post en Facebook. La relación entre el selfie y la identidad radica en que las redes sociales son un medio más en el cual se expresan diversidad de situaciones, emociones, pensamientos, hasta llegar a una “digitalización” de los mismos. Dicha digitalización busca hacer perenne un momento, que no pasa de ser pasajero en la rapidez del tiempo en las redes: luchamos contra el olvido donde este es constante.

gen retocada que no muestra la realidad sino lo que queremos que muestre. Sin duda es una forma de controlar ese aspecto. Pero

“El retoque en la foto equivale a las excusas que formamos a nivel de pensamiento”.

Considerar el selfie una moda es reducirlo a que se presenta solo porque las redes están en boga. En ese sentido, hay que analizarlo desde sus relaciones con las opiniones que despierta: “qué persona tan creída”, “mírala, se cree linda”. ¿Será el selfie el reemplazo de una persona que en la Red habla de sí misma? Asumir el fondo por encima de la forma, cuando se habla de algo más excesivo: la imagen del “yo” anula al otro, pero al tiempo busca su atención. El papel del otro se toma como espectador, cuando es justamente ante el otro que se proyecta aquella imagen. Pasamos a una cárcel digitalizada donde se respira libertad. Sin embargo, hay que tener en cuenta aspectos relacionados al selfie que no se quedan simplemente en el mostrarse, sino en el ocultarse: la labor del filtro. El filtro pasa a ser el factor represivo, en tanto, oculta un contenido original, de tal manera que el retoque en la foto equivale a las excusas que formamos a nivel de pensamiento y el resultado es: una ima-

el control de la imagen conlleva a una forma subjetiva de distorsionarla, de manera deliberada, esperando proyectar aquello que deseamos. En pocas palabras el filtro guarda aquella imagen original ante los demás. Contenido latente y manifiesto. ¿Qué pasa por el filtro de la imagen?, ¿qué se deja ahí?, ¿qué se trata de poner? A través de este elemento pasa la necesidad de mostrarse o en algunos casos, de buscar aceptación. En el filtro se deja aquello que consideramos no debe ir y tratar de establecer lo que se desea, lo cual se representa en un sentido íntimo y personal. A pesar de modificar esa realidad, la persona sigue estableciendo el deseo sobre el miedo. Es necesario abrir el debate sobre el selfie y el narcisismo donde la forma se expresa en las redes sociales. ¿Cómo ver la excesiva necesidad de mostrarse?, ¿de qué manera se puede observar el hecho de que la visión dependa de la misma persona?, ¿es bueno o malo? Es necesario empezar con reconocer la humanidad propia, saber que el sujeto no existe al vacío, que depende del otro, al estilo de Neruda: “Soy porque tú eres”, porque está el gran “otro” que es la cultura, donde, incluso, antes de nacer ya existimos, porque nuestros padres desean algo de nosotros. Lo micro a lo macro, lo macro a lo micro: el poder de la cultura virtual y su peso en el sujeto.

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Por tanto se concluyen varios puntos. El primero, que el narcisismo y demostrar un sentido propio es algo que se desarrolla en la cultura. Segundo, que las redes forman un espacio a través del cual las personas establecen procesos, discernimientos y sobre todo un proceso de autoevaluación sobre lo que consideren digno de mostrar o no. Tercero, no se puede tomar el selfie con ligereza y volverlo un diagnóstico social solo porque sí. Por tanto el selfie, al ser una tendencia actual, no dejará de hacernos ver que somos seres que dependemos del otro y que ese otro depende de nosotros.

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El contagio emocional de las redes sociales Por Cristhian Herrera Q Las redes sociales se han convertido cada vez más en un espacio de participación sobre la actualidad política, económica, educativa, deportiva y demás, tanto a nivel local como global. Las reacciones de los usuarios respecto a la postura que adoptan en relación a un tema u otro consolidan uno de los grandes cambios, que éstas plataformas han generado en las personas. Basta con una noticia para que a partir de la percepción u opinión de los usuarios ésta se vuelva viral y empiece el despliegue de “estados actualizados”. Según las nuevas dinámicas de participación, los usuarios cambian sus estados en redes sociales, postean, tuitean sobre aquello que los toca, ya sea una noticia coyuntural o un acontecimiento en particular que les genere una afectación en su forma de pensar o sentir. En esa medida las redes sociales han producido un cambio en la inclusión de los internautas en temas que antes les resultaban más ajenos. Desde su aparición hasta nuestros días han sido muchos los cambios que hemos presenciado, y pese a que algunos han sido más controversiales que otros, siempre han ido un paso más adelante en

cuanto a la experiencia que nos ofrecen como usuarios, pero sobre todo en lo que pretenden registrar sobre nuestros gustos e intereses. En versiones pasadas los estados de Facebook tenían una caducidad de 8 días, después de ese tiempo era necesario actualizar nuevamente o el popular “¿qué estás pensando?” quedaba en blanco. Con el pasar de los años empezaron a darse cambios y ya los estados empezaron a sumarse otra serie de características que a primera impresión parecían cada vez más absurdas, sin embargo como usuarios siempre terminábamos por aceptar cada cambio, e incluso lo implementamos en mayor o menor medida. ¿Dónde estamos?, ¿qué estamos viendo?, ¿qué canción estamos escuchando?, entre otras cosas, son las posibilidades que en la actualidad Facebook pone a disposición de los usuarios, de cara a lo que actualizar estados se trata. En esa medida y refiriéndose de nuevo a los “8 días” que daba antes la plataforma, ahora se vive un nivel de actualización mucho más rápido, donde las personas registran instantáneamente lo que están viendo, en el lugar que lo están viendo, con quién lo están viendo y mucho más. Es como si la dinámica de actualizar el estado se estuviera convirtiendo (o convirtió) en ser lo más inmediato con nuestra información. Pero ¿por qué tanto afán en actualizar? En primera medida podríamos decir que cada usuario tiene sus propias intenciones, sin embargo y lo más cierto, es que

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esto corresponde al deseo y en algunas ocasiones a la necesidad de contarle al mundo qué estamos haciendo, dónde pasamos las últimas vacaciones o cuán felices nos encontramos, y esto se justifica en la medida en que pertenecemos a una comunidad y como miembros todos queremos un poco de reconocimiento, de allí tanta importancia en dar clic al botón “publicar”. Sin embargo todas y cada una de esas acciones que llevamos a cabo en las redes sociales tienen una connotación en el resto de la comunidad.

“Elegimos con quién nos relacionamos y además sus expresiones emocionales nos afectan”.

Según una investigación realizada en Estados Unidos,

donde se analizaron más de mil millones de actualizaciones de estado provenientes de cerca de un millón de usuarios, se definió qué tanto las publicaciones negativas como las positivas tenían cierta repercusión sobre los demás miembros de sus círculos sociales. La conclusión se obtuvo con la ayuda de un software que analizó el contenido emocional de las actualizaciones en el período 2009-2012, posteriormente los investigadores analizaron cómo se modificaban las actualizaciones de estado frente a temas asociados a los días lluviosos, lo cual arrojó, que la tendencia a usar un tono negativo en los estados aumentó en 1.16% y los positivos decayeron 1.19%. Una de las cosas que destaca el estudio en palabras de James Fowler, profesor de genética médica y ciencias políticas de Universidad de California en San Diego es que: “La gente no solo está eligiendo a personas similares a ellos mismos para relacionarse, sino que además está causando que las

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expresiones emocionales de sus amigos cambien”. Nicholas Christakis, un sociólogo y médico estadounidense famoso por sus investigaciones sobre redes sociales lo define como una especie de “contagio emocional ” en el cual además de experimentar situaciones

que nos generan ciertas sensaciones, también sentimos la necesidad de mostrarlas a otros y que éstos a su vez las interpreten y posteriormente las copien. En esta medida es factible decir que uno de los aspectos que como usuarios nos lleva a actualizar nuestros estados en redes sociales es la correlación que hay entre lo que dicen los demás, lo que pensamos y lo que de una u otra forma nos afecta. En ese sentido la conducta de actualizar se ve influenciada por lo que pasa con los demás contactos, por lo que hablan y por cómo se comportan en el universo digital.

Nicholas Christakis: La influencia oculta de las redes sociales.

Video tomado de TEDTalks

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Del ‘like’ y el ‘retuit’ a la acción Por Eliana Álvarez Ríos

Las redes sociales cambiaron. Ya no se busca solo el parloteo entre usuarios quienes tienen la intención de ser reconocidos por los demás, sino que a la vez, se han tejido nuevas formas de comunicación alrededor de un sentido, del significado y de la influencia del contexto social-virtual de los ciudadanos del universo digital. Se habla entonces de la ecología de la comunicación a partir de la interacción y el intercambio de información en las plataformas 2.0. Las comunidades online se han convertido en el puente de sincronización para llegar al otro, para sensibilizar y mover causas comunes. Para evidenciar dramas, tragedias, sentimientos y emociones que buscan viralizarse a un clic, a un like, a un compartido. “Expongo lo que me afecta”, “opino sobre lo que me siento identificado”, “sigo mis propias causas”. Hoy, todo el estado de las redes sociales converge alrededor de las emociones y sentimientos que transfieren los usuarios alrededor de sí mismos, pero que al tiempo se multiplican entre sus círculos. A causa de esta nueva dinámica se habla del Social Video Marketing, el cual a través de un mensaje busca que los consumidores de una marca además de sentirse identificados, se logren conectar. “Un elemento que, para conseguir viralización, debe entretener y conectar con las emociones del usuario; que llora, ríe,

se emocione...”, explica Anselmo Segarra, director de operaciones de ‘Be On’, plataforma dedicada a la creación y distribución de contenido de entretenimiento de marca. Aunque los estados emocionales e intereses de los usuarios suelen estar interrelacionados con sus propios ideales e imaginario individual sobre lo bueno y lo malo que los rodea, generalmente son influenciados por las emociones de terceros. Es cuando, surgen interrogantes alrededor de ¿cómo y por qué la gente se conecta con causas ajenas? Como por ejemplo, campañas publicitarias, sociales o políticas; manifestaciones culturales, sociopolíticas, marchas en contra del status quo. “Básicamente nuestra posición en una red y la conexión con otras redes influye en el tipo de información y la gente a la que podemos acceder” (‘Why does information flow in networks?’ 2011). En este caso, se trata entonces de lo que afecta al otro, al yo, al nosotros. Es el sentido de identificación ligado al sentido común de los individuos: sus emociones. La vida propia de estas redes sociales online se conforma con la base del reconocimiento y de traducir las ligerezas, banalidades y profundidades de lo real, a un acto tangible que permita la transformación y movilización de otros individuos conectados con las mismas causas. Ya no se trata solo de estados publicados en un timeline o en un muro virtual, se trata de re-encontrarse con los demás en escenarios tangibles. En este 2014 sucedió con Venezuela y Ucrania. Todo alrededor de un sentimiento activista, de opresión y de la búsqueda de libertades que estallaba en estas comunidades, pero que al mismo tiempo era movilizado por sus víctimas en las calles a través de testimonios que evidenciaban en el dolor de su patria, el derra-

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mamiento de sangre de los suyos, la desestabilización política de regímenes totalitarios. Allí las redes sociales han convergido alrededor de la ira, el miedo, la zozobra, la inconformidad e impotencia de quienes desde las pantallas líquidas siguen siendo testigos de aquellas causas.

“Las redes sociales cambiaron, hoy van del like o el retuit a la acción”. Las emociones que emergen de los individuos desde las redes sociales están relacionadas con su cotidianidad, con aquella realidad diaria que los desacomoda o los impulsa a expresarse, pero que al tiempo los mantiene conectados con el resto de los individuos que comparten sus mismas creencias, pensamientos y acciones. Es la influencia de un individuo dentro de una red y de cómo a partir de ésta fluyen los contenidos mediante diferentes canales y sistemas de información. El individuo, el contexto y el mensaje son los tres elementos que convergen en la masificación de las emociones a través de las redes sociales. El resultado en ocasiones se traduce a la respuesta inmediata del resto de usuarios que estén en sintonía con el mensaje, o en acciones reales y tangibles llevadas a cabo por simpatizantes que además de expresarse virtualmente, conforman comunidades y redes sociales física. Las redes sociales ya no son solo cotorreo, hoy se traducen como canales que expresan rebeldía, complicidad, desacuerdo y sensibilización.

Artículo recomendado Why does information flow in networks?

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7 Yo quiero tener un millón de amigos

Por Álvaro Rodríguez Díaz El eterno parloteo en las redes sociales sigue evidenciando la necesidad de los usuarios por expresarse, en ocasiones excesivamente. Desde cuando el furor de las redes sociales invadió el espectro de la web 2.0, ha tomado más vigencia aquella canción del brasileño Roberto Carlos, en la cual se hace una petición muy humana, pero irreal a la hora de entablar relaciones humanas: “Yo quiero tener un millón de amigos...”. En 1974, año en que el cantautor presentó al mundo esta petición, seguramente nunca pensó que muchos años más tarde —aunque no demasiados— cualquier individuo podría tener millones de amigos a lo largo y ancho del planeta a través de Facebook, Twitter, Instagram, Tuenti y un montón de recursos TIC, que han logrado cumplir la extraña solicitud de aquella canción. En esa búsqueda de amigos también se ha generado un afán protagónico y de reconocimiento en estos espacios virtuales, donde al final de cuentas termina siendo una incubadora en el manejo de las emociones; las cuales se traducen como reacciones psicofisiológicas que representan modos de adaptación a ciertos estímulos del ser humano cuando ve algo, vive una situación o comparte con una persona especial. Las emociones están en cada ser humano desde su concepción. Algunos especialistas en el tema de las emociones manifiestan que hay que em-

plear prácticas de crianza que permitan educar el conjunto de habilidades emocionales necesarias para no permitir que éstas se desborden ni se repriman. Es decir que si le pegamos una ojeada a las redes sociales, seguramente encontraremos a muchos personas desbordadas en emociones, pero negadas a controlarlas inteligentemente. Simplemente lea foros, hable de fútbol o de política, diga algo que no le guste al resto y comprobará que de inteligencia emocional en las redes pocón, pocón. Para que el poder de la inteligencia emocional actúe hay que conocer, identificar y administrar bien nuestras emociones. Siempre hay que tener presente que su poder, la manera cómo influye en el proceso de aprendizaje y las herramientas que da para la vida de una persona define cuando el individuo acepta, comprende y gestiona sus propias emociones permitiendo comunicarlas y evidenciarlas desde el autocontrol y el autoconocimiento, evitando mensajes irracionales dominados por emociones negativas. Y por otro lado, comprender y aceptar las emociones ajenas, también permite adaptar el mensaje. Para Daniel Goleman, nominado dos veces al Premio Pulitzer y uno de los hombres más conocedores del tema, la inteligencia va mucho más allá de la simple medición de aptitudes intelectuales porque incluye un factor fundamental: la empatía con los demás, clave para reconocer los estados de ánimo propios y ajenos para manejar la inteligencia emocional, convirtiéndose en un catalizador para afrontar distintas situaciones de la vida de la mejor forma. Y querámoslo o no, las redes sociales, los blogs y otros sitios en Internet permiten que las personas expresen libremente lo que sienten y piensan en sus perfiles personales. ¿Pero hasta qué punto es pruden-

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te revelar todos los detalles de nuestras vidas?, ¿hasta qué punto es bueno crear una careta digital para “explotar nuestras emociones”, inconformidades o vacíos? La variedad de manifestaciones y exposición de emociones que se encuentran en estas plataformas nos presentan un cuadro muy particular: los sabiondos instalados en las poltronas, francotiradores a mansalva y sobreseguros, jueces sin rostro, defensores de derechos humanos que maltratan, voceros que defienden la diferencia pero insultan al que piensa distinto, personajes que disparan dardos con la misma destreza con que se sirven el otro y se les nubla la razón enturbiándoseles la vista, los melodramáticos, los hipocondriacos, los pantalleros, los que viven en show (conocí un personaje que contaba su drama de empacar maletas cada vez que viajaba, con la única intención de decirle al resto del mundo que iba a viajar). El que informa en qué sitio está, a qué reunión entra, dónde almuerza y los peores de todos, los que se sienten dueños de la verdad, porque son de esos expertos en fútbol que no ven nada más que el balón y no entienden de espacios ni de movimientos, ni de estructuras, pero son dueños de una camiseta y si no se piensa como ellos, es un delito.

dividuos que integramos a esta sociedad en constante cambio. Lo ideal es que esas emociones fueran manejadas por el cerebro social el cual parte del descubrimien-

“Las emociones en las redes están viviendo horas de negación, de ira y de negociación”.

Aunque parece que la situación relatada en el anterior fragmento es aburrida y desnaturalizada, es sano que se viva y se desarrolle un espacio emocional para confrontar y confrontarse, ya que la fascinación por la comunicación constante, por la velocidad de la luz, por el plasma que pasma, son posibilidades que nos permiten ser y expresarnos como los in-

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to de las neuronas espejos, que tienen la función de una onda Wifi, es decir, de conectarse con otros cerebros para crear puentes entre las emociones de dos personas...o sea con inteligencia, respeto y conciencia responsable de los que se dice y se hace. Aunque muchas veces seguramente nuestras propias emociones nos espantan y ganan, es sano desconectarse por momentos, vivir la cierta lentitud de la realidad y aceptar que todo el saber no está en un solo sitio a segundos de distancia; que aún es humano y emocionante saber que no todo se sabe y que también se puede estar equivocado; que encontrarse con un amigo —un amigo de verdad— y demorar varias horas en ponerse al día es refrescante. Las cárceles están llenas de personas que no supieron manejar sus emociones y las redes sociales están llenas de hordas de desadaptados que las visitan como excusa para descargar sus fracasos en el prójimo. Las emociones en las redes están viviendo horas de negación, de ira y de negociación. Nada de esto ha funcionado y ha llevado a que se viva en una constante depresión. Pero le falta un paso, nada más, para que realmente las emociones sean bien vividas, le falta solamente aceptar que los tiempos cambiaron y que para vivir hay que guardar la compostura digital.

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8 ¡Mándamela, es solo una “fotico”!

Por Ana Cecilia Mejía ¿Ha pensado en algún momento que el celular que le regaló a su hijo, puede ser una de las principales herramientas para poner en riesgo su vida y su sexualidad? Aunque puede parecer una pregunta algo paranoica, es una realidad que hoy día tiene preocupado a padres de familia y autoridades. Este aparatico, dotado de cámara y con acceso a Internet se ha convertido en una de las herramientas más comunes y de fácil acceso para la difusión de pornografía infantil, inclusive por menores de edad. Suena extraño, pero cuando se analiza en profundidad, se puede entender como una práctica infantil que puede convertirse en un delito penalizable en Colombia y el mundo. La práctica, aparentemente “inocente” para algunos menores de edad, en este momento es realizada por algunos adolescentes, quienes utilizan el teléfono celular, para tomarse fotos sensuales e inclusive enviar contenido sexual explícito y a través de Internet lo comparten con sus parejas. A este fenómeno se le llama el ‘sexting’. Es una nueva modalidad, en la cual la tradicionalmente conocida “prueba de amor”, se materializa mediante la foto de una parte íntima de la persona, la cual es enviada a su pareja, través del celular. La práctica en sí puede no ser tan compleja, las imágenes se manejan solo entre la pareja y hacen parte del picante que quieren poner a su relación, pero cuando los que utilizan esto son adolescentes o adultos con alta inmadurez emo-

cional, el escenario cambia. Un corto relato nos puede ejemplificar más la situación. Susana es una niña de 16 años a la que le gusta mucho Pedro. Él es un poco indiferente, pero la saluda. Se encuentran en fiestas, cruzan miradas, pero el amor que ella siente por él, al parecer no es correspondido. Ella “muere de amor” por Pedro y podría hacer cualquier cosa para llamar su atención. Un día de repente, intercambian palabras y él empieza a mostrar interés. Ella está feliz, aunque no ha pasado nada entre ellos. Chatean, se mandan mensajes con mucha frecuencia y en una de esas ocasiones él le pide una muestra de amor. Ella, quien está muy entusiasmada con él, no entiende de qué se trata. Pero poco a poco Pedro la va convenciendo de que le envíe fotografías: primero de su cara, su cuerpo, con ropa, con menos ropa, hasta que consigue su objetivo, imágenes explícitas de ella desnuda. Esta situación se puede desarrollar de dos formas: una que Pedro guarde sus fotos y no pase nada. Otra que, por voluntad de Pedro o porque alguien haya tomado su celular, las fotos empiecen a circular en la Red. Susana podría ser vista por millones de personas, que por la viralidad e inmediatez de Internet, circularían la imagen a sus contactos. En este momento, la situación dejaría de ser un asunto menor de un inocente juego adolescente, a ser una problemática compleja entre los jóvenes. En Colombia no hay mucha información al respecto, pues es un fenómeno relativamente nuevo, pero en la Red hay amplias ejemplificaciones sobre esta problemática. En Inglaterra está siendo trabajada desde hace tiempo. Entre los artículos que logré investigar encontré este,

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que quiero transcribir textualmente: (http://www.sexting.es/ ), ya que tiene puntos importantes para entender algunas de las posibles causas del sexting:

“La respuesta no es fácil ya que es una práctica reciente sobre la que no hay grandes estudios; por lo que nos queda la especulación guiada por la observación. Y especulando... pueden confluir una o varios de estos factores: Creen que una imagen en un terminal móvil está segura y no son capaces de proyectar, de imaginar, las variadas formas en que esa imagen puede salir del dispositivo. Un robo, un error, una broma, un extravío... o la voluntad de su propietario. Confían plenamente en la discreción, sino el amor eterno profesado, por parte del destinatario del envío. Carecen de experiencia vital suficiente que les invite a pensar en que las cosas, en la vida, cambian por muy diversos factores. Sienten cierta presión de grupo que les lleva a ganar notoriedad y aceptación en este contexto, el digital, tan importante para ellos. Este factor, añadido a la plenitud hormonal, puede generar combinaciones poco recomendables. Las influencias y modelos sociales distan del recato. La exhibición de relaciones sexuales o desnudos por personas no profesionales, comunes, abundan en la Red. Si pueden ver a cualquier persona anónima en su intimidad a través de la Red, no parece tan grave que uno aparezca de esta

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guisa. El “desnudeo” es algo común, hasta cierto punto normalizado.

Para terminar, relaciono una serie de links que ilustran en mayor profundidad el fenómeno que hoy ocupa nuestro interés.

Desconocen las consecuencias que para su vida puede llegar a tener el hecho de que esa imagen comprometida sea de dominio público.

““Los adolescentes pueden perder el control de sus contenidos online con solo hacer clic”.

La natural falta de percepción del riesgo que acompaña a la adolescencia y el espíritu transgresor desencadenan ciertos desafíos. En algunos casos resulta simplemente divertido, en otros, sirve para coquetear o dar otro contenido a una relación.”

En síntesis, las causas pueden ser muchas, más cuando estamos en una sociedad en la que la popularidad es bien reconocida y promovida; y en la que personajes públicos hacen que circulen sus imágenes personales, como es el caso de Kim Kardashian, quien constantemente publica selfies (fotos de sí misma tomadas con el celular) en ropa interior, para ser movidos en la red.

• Ejemplos de Cyberbyllying,Sexting, Grooming y más • Acoso en la sombra: documental del Grooming • Generation sex: explicit pics ‘the norm’ for teens • Sexting: An Exploration of Practices, Attitudes and Influences • Sexting, Mobile Porn Use, and Peer Group Dynamics

Los medios están más que nunca a la mano de los jóvenes, quienes tienen disponibilidad permanente de tiempo en redes, Internet, celulares y cámaras; y con solo hacer un clic, pueden perder el control de sus propios contenidos. La tarea fundamental está en darles herramientas suficientes para que tengan el criterio requerido no solo para no ser los que generan el material, sino para que no aporten en los procesos de difusión de imágenes de otras personas.

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El poder de la memecracia Por Eliana Álvarez Ríos Ya no se trata de las mejores ideas, sino de las más contagiosas las que se propagan en Internet. La periodista española, Delia Rodríguez, en su libro ‘Memecracia: los virales que nos gobiernan’, plantea una interesante reflexión sobre cómo los memes se han convertido en replicantes de la cultura contemporánea. Como seres humanos nos adherimos a un contexto o grupo social en los que nos sentimos identificados con creencias, emociones, costumbres y acciones. Hoy, la Sociedad de la Información ha expandido estos círculos hacia las redes sociales y comunidades online, donde los pensamientos e ideas se propagan mayormente de acuerdo a las emociones y sentimientos que nos despiertan como seres sociales e individuales. ¿Qué es lo que nos emociona?, ¿con qué nos sentimos identificados?, ¿qué nos impulsa a compartir un contenido en la Red, o a darle “like”? En su libro, Rodríguez explica el fenómeno de la viralidad desde un caso en particular: ‘Kony 2012 ’. Desde este ejemplo, la periodista analiza qué provocó que este video desatara toda una serie de emociones entre los usuarios, llevándolos a donar dinero la ONG encargada de realizar la producción del material audiovisual. ¿Fuimos manipulados? “Cuando nos pusimos a investigar, nos di-

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mos cuenta de que el documental no había sido para nada espontáneo. Los creadores reconocieron que habían utilizado las herramientas de la viralidad para lograr su objetivo... Fue precisamente comprobar cómo los autores de ‘Kony 2012’ habían logrado manipular a millones de personas con recursos perfectamente premeditados, como incluir niños, la clásica ‘lucha entre bien y mal’ o usar el lenguaje visual de los ‘realities’... De alguna manera, aquello fue el fin de la inocencia sobre lo viral”, explica la periodista. Y lo mismo sucede con los memes. No se trata de una imagen, caricatura o frase espontánea que causa cierta gracia y humor entre los usuarios que la ven y deciden compartirla, sino, cómo aquel mensaje e intencionalidad provoca una respuesta inmediata entre el remitente y el destinatario. En últimas lo que buscan es nuestra atención, por lo que además de recibir información constante de cualquier cantidad de medios, también “nos informamos y opinamos con memes que no hemos elegido de forma racional sino emocional y que otros han sembrado por nosotros”. Es el sistema de la Memecracia, como lo ha denominado Delia Rodríguez. Es de cierta manera, cómo una idea que en realidad no es mayor cosa, termina reproduciéndose millones de veces en las mentes de los usuarios, por un simple efecto: el contagio emocional. Eso es lo que producen los memes, es la respuesta a situaciones que nos generan sorpresa, angustia, euforia, ansiedad o indignación. “En la Memecracia estamos tan conectados entre nosotros, recibimos tanta información, está todo tan acelerado que permitimos que la emoción de lo viral dirija nuestra atención”, puntualiza Rodríguez.

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Dada la convergencia digital y las coyunturas sociales, políticas y culturales que nos sorprenden día a día, hay memes de todo y para todos. Cualquier cosa que genere comicidad, humor y burla, resulta siendo objeto de sátiras para los usuarios creativos que en cuestión de segundos recrean el mensaje y de inmediato lo ponen a circular en las redes y plataformas sociales. Se cocinan frases, ideas, pensamientos y elementos gráficos que determinan aquella composición protagónica que alcanzan rápidamente retuits, likes y compartidos. Un meme se vuelve viral gracias a la interacción constante entre la comunidad y a ese tipo de conversación online en tiempo real que se teje en Red: “yo comparto, tú compartes, ellos comparten, todos compartimos”.

“En la memecracia estamos tan conectados entre nosotros que la emoción de lo viral dirige nuestra atención”.

Indiscutiblemente la nueva ecología mediática de la comunicación ha trascendido en las tendencias que se crean y se multiplican cada vez más rápido en Internet. Los memes son una respuesta a esa cultura digital de la Web 2.0, que se caracteriza por ser colaborativa y participativa. El poder de la memecracia se define entonces como la capacidad inventiva y de réplica de los mismos usuarios en relación con su entorno y con la sociedad contemporánea, que se reinventa una y otra vez.

Imágenes tomadas de http://www.memegenerator.es/

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Usuarios de foros: ¿eres o no eres tú? Por William Rincón Leer los comentarios que se pueden encontrar en un foro de noticias en Internet es enfrentarse a bajezas e insultos dignos de animales sin razonamiento. Se pregunta uno: ¿es la verdadera personalidad del usuario la que se ve reflejada? Mis disculpas, desde ya, por utilizar la primera persona. Pero cuando me encargaron hacer un artículo sobre las tendencias violentas que se encuentran en los foros de Internet me vi obligado a recordar una experiencia personal, que pueda dar ciertas luces sobre el impacto de este tipo comunicación web. Era practicante de periodismo de un medio masivo en Colombia. Tuve que escribir un artículo sobre una iniciativa educativa de una universidad. Un tema sencillo, con pocas pretensiones. Cuando fue publicado en la versión online del medio, los comentarios que acompañaron la nota comenzaron siendo graciosos y terminaron como una oda a la bajeza y la grosería. Palabras de todo calibre. Insultos, y no quiero exagerar, pero hasta blasfemias. Fueron 356 comentarios. Muchos positivos. Otros divertidos (para qué) y el resto simplemente inexplicables. Una vez leídos todos (uno también se castiga, es cierto), hubo tiempo para ciertas reflexiones. ¿Alguna de las personas (más que usuarios con seudónimo detrás de la pantalla

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siempre hay alguien) se atrevería a decirme algo de lo que escribió en la cara?, ¿se habrá puesto a pensar ese usuario insultante en la repercusión de su comentario que le parecía gracioso?, ¿en su vida diaria, cada vez que no está de acuerdo con algo reacciona con palabras llenas de odio y violencia? Los foros son el caldo de cultivo de los trolls. La posibilidad de escribir cualquier cosa sin reparo alguno abrió una caja de pandora que al principio parecía inofensiva y ahora ya es motivo de estudios psicológicos. Cuando el tema tratado toca susceptibilidades simplemente todo vale. Desde el insulto hasta la amenaza, pasando sin reparo por la calumnia. En muchos casos se encuentra un comportamiento secuencial. Básicamente usuarios que se conectan con el único propósito de molestar. De hacerse los chistosos y torpedar el círculo de información. Es, cómo no, una forma de interactuar con otros; al fin y al cabo de eso se trata Internet. Y es que el nivel de expresión, sobre todo en las páginas de contenidos informativos, ha llevado a los propios medios a tomar medidas para no perder audiencias por cuenta de los comentarios lapidarios que suelen acompañar las notas. En Colombia, el portal del diario El Tiempo (la página de información con mayor tráfico del país) tuvo que modificar su modelo de comentarios a partir de una queja del columnista Daniel Samper Pizano que obligó al periódico a inhabilitar este espacio en sus columnas. En Argentina, páginas de medios tan importantes como La Nación tuvieron que implementar el modelo de un ‘moderador’ para bajarle el tono a las expresiones. Portales de Estados Unidos simplemente inhabilitaron

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esta función. En menor medida ocurre en portales de España.

¿Y el respeto?

¿Eres o no eres?

El punto central es que la máxima de respetar el espacio (en este caso la opinión) del otro se ve masacrada casi con la fuerza con la que teclean insultos y vituperios al azar, aquellos usuarios que encuentran en los foros un espacio de desahogo de todas sus presiones.

La gran pregunta es ¿los usuarios que escriben comentarios ofensivos en foros cambian su personalidad al momento de enfrentarse al anonimato, el cual permite este tipo de interacciones en Internet?

“Los foros son el caldo de cultivo de los trolls”.

Los expertos más optimistas aseguran que, en los foros aparece ese personaje divertido que todos tenemos dentro. Aquel irreverente que piensa mucho y dice poco. Que resulta más bien inofensivo y simplemente reflexivo y muchas veces entretenidos. Por otro lado, investigadores un poco más estrictos llegan a afirmar que, “en realidad los trolls son malas personas”, así lo reveló un estudio de la universidad de Manitoba (en Estados Unidos). Resulta entonces, una discusión casi semántica que termina reducida al valor cualitativo que todos podemos compartir, o no. Lo que sí es cierto es que el usuario, acéptelo o no, es el mismo. Simplemente expresa lo que verdaderamente piensa o siente desde la comodidad del anonimato. Es una posición genuina que no tiene presiones. Es como si en los foros de Internet cada quien se sacara un peso de encima al expresar eso que en realidad tienen atragantado, o más bien atravesado en sus dedos.

Pero, y vuelve la primera persona, ¿qué pasa, por ejemplo, con ese joven redactor que hasta ahora está empezando y tiene que soportar todo tipo de improperios?, o ¿qué ocurre con ese personaje que ve mancillado su nombre por ser una figura pública o ser partícipe de la noticia del día? De más está decir que no existe una legislación que reglamente este tipo de interacciones en la Web. Es un campo de batalla en el que sobrevive aquel que tenga una coraza de metal para tanta bajeza, por exagerado que suene. Al final del otro lado de la pantalla, energúmeno amigo troll, hay otra persona. Sí, alguien que muy seguramente se verá afectado, de alguna forma, por la calaña de sus comentarios, por muy ingeniosos que parezcan. Cuando lleguemos a ese punto de acuerdo, los foros de Internet volverán a ser una herramienta más de comunicación. Por ahora, seguirán siendo un refugio para muchos y una página no vista para otros, como yo, que dejé de leerlas desde aquel día que casi acaban con mi carrera profesional.

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Autores Rafael Orduz

Doctor en Ciencias Económicas de la Universidad de Gottingen en Alemania Federal. Académico y analista económico y de tendencias digitales, se ha desempeñado como Presidente de la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá y Viceministro de Educación. Actualmente es Director Ejecutivo de la Corporación Colombia Digital.

Alejandro Piscitelli

Nació en Buenos Aires. Con formación en filosofía, sistemas y ciencias sociales. Actualmente es director del TadeoLab, laboratorio de innovación de la Universidad Tadeo Lozano. Profesor Titular de Humanidades Digitales en la Universidad de Buenos Aires, ha publicado numerosos libros entre los que se destacan ‘Nativos Digitales’ (2009) y ‘El paréntesis de Gutenberg’ (2011).

Jesús David Rolong Schweiger

Psicólogo egresado de la Universidad Simón Bolívar de Barranquilla. Cuenta con siete años de experiencia en psicoterapia. Conferencista y líder en el diseño de programas de intervención con niños a nivel educativo.

Ana Cecilia Mejía

Titulada en Psicología de la Universidad Pontificia Bolivariana, su interés por generar impacto social la llevó a especializarse en Administración de Empresas en la Universidad del Rosario y en Planificacion y Administracion del Desarrollo Regional en el Cider (Centro Interdisciplinario de Estudios sobre Desarrollo) de Universidad de Los Andes. Actualmente es la Directora Administrativa de la Corporación Colombia Digital.

Álvaro Rodríguez Díaz

Consultor en temas de apropiación social y educativa de las TIC. Espontáneo, twittero y contador de historias cotidianas. Docente de formación, autodidacta y curioso de las nuevas tecnologías con enormes ganas de seguir aprendiendo. Cuando se trata de política, fútbol y educación sus opiniones y argumentos son certeros y contundentes.

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Eliana Álvarez Ríos

Comunicadora Social y Periodista con énfasis en Periodismo Político - Económico de la Universidad Autónoma del Caribe. Ha trabajado en medios impresos y digitales en la generación de contenidos. Actualmente se desempeña como la Coordinadora de Contenidos de Colombia Digital.

Cristhian Herrera

Comunicador Social y Periodista de la Universidad Central. Ha concentrado su trabajo en administrar comunidades virtuales y gestionar contenidos para redes sociales y plataformas multimedia. Tiene experiencia en producción de radio y audiovisual. Actualmente se desempeña como Community Manager de Colombia Digital.

Mayra González

Comunicadora social y periodista, graduada del Politécnico Grancolombiano. Cuenta con experiencia en el área organizacional y de relaciones públicas; así como en la redacción de artículos informativos para medios impresos. Actualmente se encarga de la construcción y producción de contenidos de análisis, noticias y de opinión para Colombia Digital.

William Rincón

Comunicador Social y Periodista. Cuenta con amplia experiencia en el desarrollo de contenidos convergentes y de multimedia para medios impresos y digitales.

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