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La batalla de Toro

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Jimena

Jimena

En la primavera de 1475 estallaba la guerra por la Corona de Castilla, una guerra civil e internacional que implicó a los reinos de Aragón, Portugal y Francia donde se jugaba la ascensión de Isabel I de Castilla o de Juana la Beltraneja. En aquel contexto, una batalla, la de «Toro», el 1 de marzo de 1476, iba a decidir el futuro de un estado todavia en ciernes.

La victoria isabelina representa el fin de las aspiraciones territoriales de Portugal y el germen de un estado moderno, el del Reino de España.

Fueron tres horas de lucha muy confusa, interrumpida por la lluvia y por la caída de la noche sin un claro vencedor hasta que Fernando «se dirigió con lo más granado de sus soldados al cuerpo central enemigo, que cayó después del mucho esfuerzo vertido».

Cuentan que Fernando haciendo honor su nobleza intentó hasta el útimo momento salvar la vida de sus soldados ofreciéndose para un combate personal con el rey Alfonso, pero sus consejeros se lo impidieron.

La disputa armada por el trono de Castilla en la batalla de Toro, colocaría la balanza del lado castellano poniendo fin a la contienda con la victoria de Isabel I de Castilla, frente a Alfonso V de Portugal validada en los Tratados de Alcaçovas (septiembre de 1479).

La victoria isabelina supuso el germen de un estado moderno del Reino de España que iría tomando forma durante el reinado de los Reyes Católicos, quienes pondrán las bases del Imperio Español con la toma de Granada en 1492 y la anexión en 1512 del reino de Navarra. Los Reyes Católicos lograban así unificar la península en su nuevo reino además de la proyección internacional del Reino de España con el Descubrimiento de América en 1492.

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