SECRETARÍA CIENTÍFICA
Curso de Debate y Actualización. Psicoanálisis en un mundo en cambio.
Cuando Peter Gay escribió la biografía de Freud, le puso como subtítulo Una Vida de Nuestro Tiempo ¿Cuál y cómo es "nuestro" tiempo ? ¿Cuáles son las preocupaciones compartidas, las maneras de enfrentar, confrontar y asimilar las aceleradas experiencias en las que estamos incluidos y que necesitamos a la vez observar? ¿Qué cambios se han producido en nuestro campo teórico y clínico y en nuestras condiciones de trabajo? ¿Qué nos une y qué nos diferencia en nuestro espacio común social y temporal? Con estas preguntas iniciamos nuestro espacio de debate, intercambio y actualización de este año.
Clara Nemas Secretaria Científica
Liliana Barletta Coordinadora
CRONOGRAMA
Curso de Debate y Actualización 2014- 3ros Martes
Primer cuatrimestre: Psicoanálisis en un mundo en cambio 1. El tiempo del psicoanálisis y la dimensión actual del tiempo- 18/03 Bernardo Tannis y Julio Moreno. Coord: Miguel Leivi 2. Lo íntimo, lo público y lo privado en el espacio del psicoanálisis- 15/04 Janine Puget y Leonardo Peskin. Coord: Asbel Aryan 3. ¿Cómo el psicoanálisis da cuenta de lo nuevo? Diversidad, cambios e identidades. 20/05 Leticia Glocer y Delia Torres. Coord: Mónica Vorchheimer
Segundo cuatrimestre: Psicoanalizar en un mundo en cambio 1. El paciente contemporáneo ¿Quiénes y por qué nos consultan hoy? 19/08 N. Marucco y C. Nemirovsky. Coord: Miguel Spivacow 2. La práctica psicoanalítica contemporánea: ¿Babel o diversidad? 16/9 Daniel Biebel y Carlos Moguillansky. Coord: Inés Vidal 3. APdeBA en un mundo en cambio: inercia y transformaciones. Laura Borensztein y Héctor Ferrari. Coord: Rogelio Rimoldi
18/11
Ateneo Psicoanálisis en tiempos de cambio
Bernardo Tannis Coord: Miguel Leivi
Dra. Clara Nemas: Este es el primero de los Ateneos del curso que estamos organizando para este primer cuatrimestre, que llamamos Psicoanálisis en tiempos de cambio en sintonía con el congreso de Boston que va a tomar un mundo en cambio, la función y uso de los instrumentos del psicoanálisis ahora, y en sintonía con nuestro simposio que va a tomar también el psicoanálisis y los dispositivos psicoanalíticos en el siglo XXI. Esta es la primera reunión tratando de pensar en un mundo cambiante, cuáles serían los ejes que tomaríamos en este mundo cambiante, vertiginosamente diría, porque siempre estuvo en cambio quizá este es más vertiginoso y hemos tomado los ejes del tiempo del espacio y de la identidad, entre los tres ejes que se interrelacionan.
El tiempo del psicoanálisis y la dimensión actual del tiempo
Dr. Miguel Leivi (coordinador): los panelistas van a ser Bernardo Tanis. Psicoanalista, doctor en psicoanálisis de la Universidad Católica de Sao Paulo, miembro efectivo y docente de la Sociedad Psicoanalítica de Sao Paulo, actual editor de la revista brasilera de psicoanálisis, fue director de comunidad y cultura de Fepal, coordinador del curso de psicoanálisis de niños del Instituto Seres Sapientiae de Sao Paulo y fundador del curso de posgrado sobre teoría psicoanalítica de la Universidad Católica de Sao Paulo y es autor de los libros: Memoria y temporalidad sobre lo infantil en psicoanálisis, Circuito de la soledad entre clínica y cultura y en el último número de Calibán, Tiempo e historia en la clínica psicoanalítica , Organizador del Libro Psicoanálisis en las tramas de la ciudad. Julio Moreno, miembro titular con función didáctica de APdeBA, es codirector de la maestría en pareja y familia del IUSAM, ha publicado entre otras cosas la infancia y sus bordes que está por salir, How we become human: a challenge to psychoanalysis y tiempo y trauma, continuidades rotas. Dr. Bernardo Tanis: Buenos días a todos, muchas gracias a todos por la presencia en esta mesa de apertura de trabajos para 2014. Quería decirles que me siento muy honrado de estar en este encuentro junto a Julio Moreno y agradecer especialmente a la Secretaría Científica por la invitación, tengo una admiración muy grande por muchos analistas de esta institución. Me gustaría, antes de empezar a hablar sobre el tema específico, contarles un poco como llegue a este tema y a esta cuestión de tiempo. Hace más de 20 años era un joven analista y trabajaba mucho con niños y familias. Me preguntaba mucho por la naturaleza y emergencia de lo infantil en la clínica, resumidamente les digo que resolví hacer una tesis sobre el tema de lo infantil y en esas investigaciones entré en contacto con dos trabajos que tenían el tono de una convocación,
uno de Pontalis que convidaba para un estudio sobre lo infantil y dedicaba un número especial de Nouvelle Revue (del cual era editor) al tema y un trabajo de André Green ( uno de los primeros que escribió acerca del tiempo) sobre Tiempo y memoria, este trabajo para mí fue un disparador muy importante para empezar a trabajar el tema de la memoria y del tiempo. Posteriormente me interesé por profundizar el estudio sobre los determinantes de los procesos de subjetivación, más específicamente el tema de la soledad en el mundo de hoy se fue imponiendo a través de diferentes pacientes y diferentes configuraciones psíquicas Eso me condujo hacer un trabajo sobre la soledad (publicado con el título de Soledad entre la clínica y la cultura). Algo interesante y muy significativo se reveló en esa investigación, fui encontrando en la literatura de fines de siglo XIX e inicio del siglo XX un conjunto de cuentos y de novelas donde el yo del protagonista ponía en crisis, tanto en textos en los cuales aparecía un personaje con conflictos que podríamos apuntar como neuróticas así como en otros que podríamos identificar como configuraciones psicóticas. Lo que llamó mi atención fue que se asemejaba mucho a las configuraciones que Freud iba mostrando en sus escritos clínicos y teorizaciones. Eso para mí fue un puente muy fuerte entre la cuestión de la cultura y de la subjetividad individual, no lo entiendo como un simple determinismo de lo subjetivo individual por lo cultural, lo veo como una relación de pertenecimiento y sobre determinación entre diferentes niveles de integración (como lo señalaron Pichon Riviere y otros) entonces ese camino fecundo me instigo a seguir avanzando. Así cuando ocupé el cargo de Director de Comunidad y Cultura de Fepal, organizamos desde la directiva el Simposio Psicoanálisis en las tramas de la ciudad, se trataba de ampliar del estudio de la configuración de la subjetividad contemporánea en el contexto de las grandes ciudades. El resultado de eso fue un trabajo que se publicó en edición bilingüe español/portugues1. Participaron analistas de diferentes latitudes, de México, Argentina, pero también arquitectos, abogados, escritores donde fue posible reflexionar al respecto de la representación del entorno y las marcas /trazos en la subjetividad individual. Fue un evento muy interesante, así ahora parece que retorno al tema del tiempo, bañado por estas investigaciones sobre lo infantil, la subjetividad contemporánea y sus impactos, volví gracias a Mariano Horenstein editor de Calibán quien me invito a escribir un trabajo sobre el tiempo2 (al cual ustedes tuvieron acceso) . Ese trabajo tiene un carácter caleidoscópico porque revela los diferentes momentos por los cuales transité y aborde el tema tan rico y complejo. Me agrada la imagen de un resorte, y el tiempo seria una tangente a ese resorte que lo toca a cada vuelta…
Prepare un texto para mi exposición de hoy y para no perderme en el tiempo… quería empezar con una cita de Agamben3 que para mí me ayuda mucho a entender lo contemporáneo y el tiempo, él dice: “contemporáneo no es apenas aquel que dándose cuenta de lo oscuro del presente, en él aprende la luz, es
1
Psicanálisis nas tramas da cidade. Tanis /Khouri ORGS. (doné un libro para la biblioteca de ApdeBA)
2
Tanis, B. Tiempo e história em la clínica psicoanalítica. Calibán: Revista Latino-Americana de Psicanálise ; v.11 n.1 p.73-92. Fepal 2013
3
Agambem, G. O que é o contemporâneo? E outros ensaios. Chapecó: Argos. 2009
también aquel que dividiendo, interpolando el tiempo está a altura de transformarlo y colocarlo en relación con otros tiempos, dependen de él el modo inédito de la historia, de citarla según la necesidad que no proviene de su arbitrio, más de una exigencia a la cual él no puede responder”. Agambem ( 2009)
Esta cita me ayuda mucho porque de cierto modo anticipa la idea de múltiples temporalidades y de la exigencia de tomar en consideración las diferentes formas de pensar el tiempo en la clínica y la cultura. Como psicoanalistas siempre nos sentimos exigidos pero hoy estamos ante demandas bastante complejas en la clínica entonces lo que yo voy a traer son algunas reflexiones, que como analista me preocupan, si bien lo que me preocupa es el tiempo, la cultura en lo social, en los traumas sociales, me interesa mucho la cuestión del tiempo y cómo lo vivimos junto a nuestros analizandos, qué tipo de modelos clínicos podemos construir hoy para sustentar un trabajo psicoanalítico, yo creo que en estos desafíos y dificultades todos nos reconocemos , ya sea en Brasil, aquí en Buenos Aires. Bueno el título propuesto para el encuentro El tiempo del psicoanálisis y la dimensión actual del tiempo es bastante amplio, pero no deja de vectorizar nuestro enfoque a partir de la introducción de lo actual, lo que me parece totalmente oportuno e interesante. a)
La polisemia de lo actual nos remite a diferentes registros, nos remite en primer
lugar un mundo en cambio y mutación al momento de desarrollo económico y cultural en el que vivimos y actuamos, su impacto en los procesos de subjetivación y consecuentemente los desafíos que hoy se colocan frente al psicoanálisis y a los psicoanalistas, el malestar contemporáneo fue objeto de inúmeros de estudios, todos nosotros conocemos los trabajos clásicos de Fredric Jameson, Anthony Giddens y Zygmunt Bauman entre otros pensadores, que tuvieron el frescor de una denuncia y de una alerta de un primer diagnóstico, pero mi sensación es que de alguna forma experimentamos un cierto agotamiento. La dimensión histórico sociológica es innegablemente fundamental pero creo que los analistas tenemos más dificultad de pensar como trabajar clínicamente con estas transformaciones. b)
Otro elemento de lo actual relevante en nuestros días lo podemos asociar con las
ideas de neurosis actuales, en las cuales inicialmente para Freud no tenían una expresión simbólica y cuyos factores desencadenantes no serían tanto de origen psíquico, estarían más relacionados con procesos somáticos, yo creo que la cuestión de lo actual hoy, voy a intentar aproximarlo más, reaparece en la clínica por las situaciones presentes que se imponen, entonces lo actual es como que gana nueva fuerza y debemos de repensarlo en ese sentido. c)
Lo actual se aproxima mucho más a la presentación (Darstellung) que a la
representación (Vorstellung), algo de impacto directo, de la vivencia, de la percepción inmediata más que de la experiencia, algo que dejará su marca/trazo y se aproxima más a la materia bruta, la menos filtrada, la menos decantada, se insinúa aquí la dimensión traumática de lo actual. d)
Lo actual también nos aproxima a la cuestión del acto del aquí a hora, del Agirem,
la repetición, del enactment del cual que tanto escuchamos hablar los últimos años. Entonces, como
podemos constatar, cuando pensamos en la dimensión actual del tiempo yo creo que tenemos que pensarla como un proyecto lidiar con todas esta riqueza y complejidad. e)
Les recuerdo otra vez a Agamben en Infancia e História4, cuando propone que
toda cultura es mínimamente una cierta experiencia del tiempo y nueva cultura no es posible sin una transformación de esa experiencia. Es decir, si vivimos en un momento en que algo de la experiencia del tiempo se está transformando, algo radicalmente se está transformando en nuestra cultura y como psicoanalistas nos preguntamos cómo nuestra cultura psicoanalítica, nuestra clínica y teorización se transforma o no frente a estas transformaciones en el tiempo, si estamos corriendo de atrás, si mantenemos una inercia en el tiempo o si podemos transformar algo que necesariamente se impone en el ejercicio de la clínica. f)
Bueno, vamos avanzando, para eso recordemos que Freud estableció algunos
parámetros fundamentales el tiempo y las diversas formas de temporalidades psíquicas que hacen al fundamento de nuestra clínica. Voy hablarles primero muy rápido, porque esto es más de conocimiento de todos ustedes, para después entrar en lo que me parece que puede ser la articulación con esa dimensión de lo actual. Solo para pasar por eso, primero es reconocer la fuerza de la naturaleza como movimiento pulsante en la dimensión inconsciente de la subjetividad de la cultura en permanente fricción con la diacronía de la historia y esto produce efectos insospechados, el otro punto es inspirado en Walter Benjamin5 que acompaña el pensamiento sobre la modernidad, que concede a la noción del tiempo un papel fundamental, como el elemento fundador de la subjetividad en la medida que alberga y acoge en su seno la experiencia como posibilidad narrativa y creativa de sí y de la cultura. La forma en que el pasado recibe la impresión de una actualidad más reciente es dada por la imagen en que es comprendido y esta penetración dialéctica esta capacidad de hacer presente las correlaciones pasadas es para Walter Benjamin, la prueba de la verdad de la acción presente, esto significa que ella enciende la mecha explosiva que habita en aquella vuelta, otra relación del presente con el pasado, es central y dialéctica como la comenta Benjamin y me parece que una de las cuestiones que tenemos que pensar hoy sobre lo actual es cómo la pregnancia y la fuerza de lo actual, influencia hoy estos movimientos de resignificación de los que actualmente estamos acostumbrados a trabajar en psicoanálisis. El último punto de esa perspectiva clásica es la perspectiva metapsicológica freudiana, también nos permite la indagación sobre el destino de la subjetividad contemporánea con el tiempo se comprime y acelera, se vacía de sentido histórico, cierta abstracción del tiempo en el que vivimos en esta sociedad de consumo y nos condena a un presente perpetuo, traído en un vacío que compulsivamente tiene que ser rellenado de alguna forma. Bueno a partir de aquí, pensé y eso lo pueden leer más extensamente en el texto de Calibán en dos dimensiones del tiempo que aparecen con destaque en la clínica. Esquemáticamente podemos tener dos 4 5
AGAMBEN. Giorgio. Infância e história. Belo Horizonte: UFMG, 2005
Para los menos familiarizados con el pensamiento de W. Benjamin sugiero la lectura del lindísimo ensayo: ANTE EL TIEMPO de GEORGES DIDI-HUBERMAN , ADRIANA HIDALGO EDITORA, 2006
enfoques clásicos, los dos tienen origen en el pensamiento freudiano pero pertenecen de algún modo a diferentes culturas psicoanalíticas, un modelo del tiempo se centra más en el proceso, en la continuidad temporal, un desarrollo que quedara congelado o suspendido es más habitual del psicoanálisis ingles Melanie Klein, Winnicott, Bion, es un modelo de pensar el tiempo. Por otro lado podemos pensar el tiempo en relación a la discontinuidad a la ruptura y está vinculada a la idea de apres coup… ( presente en Freud destacado por Lacan, Laplanche y otros) constato a partir de la clínica y del trabajo de re significación que convivimos con estos dos movimientos del tiempo, yo creo que nosotros en el psicoanálisis no trabajamos con apenas una de estas dos nociones. Quiero contarles muy brevemente una situación que tiene que ver con esta cuestión de la continuidad/discontinuidad y lo actual, yo atendía en análisis un chico de seis años cuando la hermanita, que tenía unos dos años y medio, tuvo una meningitis fatal. El sufrimiento familiar fue inconmensurable. A mi pequeño paciente los padres le dijeron que su hermanita estaba en una estrella en el cielo, este chico siguió viniendo a las sesiones durante los meses siguientes. En las sesiones él jugaba y empezaba a mover todos los objetos de la sala, las cosas habían salido de su lugar, durante muchas sesiones había un movimiento que yo acompañaba, acogía sin muchas interpretaciones. Después empezó a traer latas de coca-cola, galletitas y nos sentábamos juntos, había hecho una cierta montaje con la mesita y sillas de la sala y hacia como un cercado alrededor de ellas. Un día el dibuja una estrella en un pizarrón que tengo y me dice: “Bernardo estamos yendo a visitar a mi hermana”.
Que les quiero traer con esto, un poco la sensación, no solo del luto que es un tema clásico, pero la cuestión de lo actual, el impacto de la dimensión traumática de lo actual y ese tiempo creativo de acompañarlo para que alguna cosa pueda construirse en alguna modalidad de representación, es claro que después seguramente con el pasar del tiempo va a ganar nuevas significaciones y re significaciones en un circuito que no se acaba, en algún momento ese actual pudo inscribirse de alguna forma, entonces cuando ese actual puede inscribirse con rastros articulados de lo actual en términos del presente.
Bueno por otro lado para pensar la presencia del aprés coup, use en un trabajo un cuento de Cortázar que lo deben conocer ,se llama Las babas del diablo es un cuento fantástico ( valga la polisemia), porque ya de entrada el coloca el problema del narrador cuando abre el cuento que coloca la cuestión de los tiempos, de lo inmediato, quien narra, en que tiempo narra, si en presente, pasado, si plural, singular, no voy a contarles todo el cuento pero es un fotógrafo que en algún momento caminando por Paris en un parque saca una foto de una pareja que no sabe bien si es una pareja o es una señora y un joven se van aproximando tienen una situación extraña, como que alguien baja de un coche y él lo mira y la escena se suspende. Es muy cinematográfico, posteriormente en su casa revela la foto la coloca en su sala, eso es en un segundo tiempo, como si fueran los tiempos del trauma, en ese segundo la foto empieza a ganar vida y las personas se mueven y ahí esa persona que había salido del coche se aproxima, es toda una sensación muy cargada de imágenes, y sensaciones. Un viento, un desencuentro y una sensación de muerte; no sabemos cuál es el hecho, él había
sido asesinado en la situación de la foto es un poco para ilustrar esa cuestión del apres coup y la resignificación, esa cuestión que se da en un segundo tiempo. Bueno, ahí tenemos las dos nociones con las que yo creo que trabajamos en psicoanálisis, vemos esos diferentes registros temporales. Ahora cuando nos indagamos en nuestros días, para entrar a pensar la cuestión de los tiempos actuales lo que vemos en los nuevos atributos físicos de la ciudad contemporánea, se producen modificaciones tan intensas que crean sistemas de paradojas como por ejemplo las potencia de las nuevas configuraciones urbanas y por otro lado la fragilidad que el sujeto que se encuentra en este contexto. Me parece muy interesante trabajar en esa cuestión de la paradoja y de la sorpresa que esta fragilidad que nos coloca, les propongo tomar tres elementos que me parecen centrales para trabajar la cuestión del tiempo en la clínica y que están presentes en la cultura. La primera es la cuestión del exceso, el exceso me parece que tiene esa dimensión que satura y si usamos el modelo de la pizarra mágica de Freud para pensar la cuestión del tiempo, del contacto y la posibilidad de investir en la percepción estamos saturados por ese exceso y lo que veo mucho en la clínica es muchos niños y adolescentes que crean una barrera anti estímulo muy intensa, se deprimen, se apagan o quedan indiferentes o jóvenes adolescentes o jóvenes adultos que fuman marihuana , no cuando están con amigos, sino que fuman a la noche para poder conciliar el sueño frente al exceso, entonces nos preguntamos qué lugar tiene el análisis y como poder entrar en esa configuración. El segundo eje lo veo muy próximo, es la multiplicidad y la fragmentación, o sea con todo lo que se utiliza de internet de redes sociales es muy posible que cada uno de nosotros (lo vemos más en los jóvenes) pueden tener muchas identidades virtuales; si por un lado el termino de identidad en el psicoanálisis es ilusorio ( el yo como dimensión imaginaria), por otro lado el exceso de identidades que construyen y pasan a vivirlas. El tema de la máscara, la idea que fingir, en el fondo se finge lo que realmente se siente estimula un clivaje, esa situación de múltiples representaciones de sí, de alguna forma es algo que marca al sujeto. Trabajé con un analizando que vivía de algún modo esa configuración, tal vez su mecanismo defensivo más estructural era la desmentida, la primera sesión de la semana juntaba pedazos, tenía una sensación de algo muy defensivo por otro lado parecía un movimiento de intentar integrar. Después de un tiempo empezó a llegar más temprano a la sala de espera y leía (algo que no conseguía hacer) revistas, como si noción del tiempo y la representación de si mismo se estaba transformando. Bueno por último el tercer eje es el tema central de los vínculos y las paradojas vinculares. Por un lado luchamos cada vez más y cargamos esa historia de la individualidad y liberalismo en el sentido de somos uno y no nos mezclamos y podemos disfrutar de la individualidad pero eso nos condena a un estado de vínculos más frágiles, estamos más solos y entonces eso también es un desafío clínico, cómo poder establecerse vínculos terapéuticos fecundos, yo creo que esa cuestión hay mucho que hablar, la cuestión vincular me parece que es central para pensar.
Bueno terminando, las respuestas en relación a la clínica no son uniformes y hay muchas polémicas a como se da el trabajo analítico en relación a todos estos ejes, a mí me lleva a la conclusión sujeta a
investigación y debate sobre el lugar del tiempo6 y la historia en la clínica psicoanalítica de hoy, si se trata de verdad de recuperar los hechos, tampoco de una nueva narrativa ad hoc anclada a ciertos elementos más fuertes que la historia, creo que el esfuerzo hacia la historia y a historizar y el reconocimiento del tiempo, tiene que ver con la dimensión traumática tanto de la historia pasada pero también con la dimensión traumática de lo actual, del presente pienso que hay algo nuevo , estamos acostumbrados a trabajar con el trauma, con las vivencias, con lo no representado y no simbolizado, pero me parece que hoy tenemos que trabajar mucho con lo no simbolizado y no representado de lo actual y eso nos convoca clínica y metapsicológicamente a nuevos caminos.
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No puedo concluir sin destacar y homenajear el lúcido trabajo de Janine Puget El trauma, los traumas y las temporalidades. Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXVII - Nº 1/2 - 2005 . Me reconozco muy próximo a sus ideas pero dialogar en mayor profundidad con sus ideas demandaría un tiempo y espacio mucho mayor.
Ateneo: El tiempo del Psicoanálisis y la dimensión actual del tiempo
Julio Moreno
“Los recuerdos no pueblan nuestra soledad, la hacen más profunda”. Gustave Flaubert
En los humanos el recuerdo suple una propiedad de que disponen naturalmente los demás animales: para sentirse ellos mismos no necesitan el registro de la secuencia de sus vidas. Un león, una garrapata o una mosca, que sepamos, tampoco tienen problemas para saber si son ellos los que eran. Ni probablemente se hagan jamás esa pregunta. Nosotros, en cambio, no disponemos de la continuidad que les da a los demás animales el natural aturdimiento (palabra que destaca Heidegger para nombrar el hecho de que su mundo se reduce sólo a lo que está instintivamente determinado: no pueden considerar al objeto en sí, en realidad están como abiertos a él). De modo que los animales no humanos no tienen porqué excluir específicamente –de acuerdo a pautas culturales o subjetivas– lo que no interesa. Esa exclusión, les viene algo así como “de fábrica”1. Tal vez cómo una suplencia del déficit de no disponer de tal aturdimiento, nosotros podemos capturar momentos fugaces y conservarlos en un catálogo de representaciones de lo vivido, una suerte de álbum personal de recuerdos. Quizás por ello en el epígrafe Flaubert dice que los recuerdos, que podríamos creer que nos llenan de objetos, no pueblan nuestra soledad ni reemplazan la impresencia2 de aquello que
1
Es más, la mayoría de los animales viven y se desarrollan sin que ningún congénere les haya enseñado nada (Capítulo 10 de “Ser Humano”, 2002, 2010). 2 La impresencia alude a los efectos generados por lo no representado de presencias (Badiou, 1988; Moreno, 2002, 2010; ver también la palabra “impresencia” en el glosario). Ella no puede ser reemplazada por recuerdos. Impresencia y ausencia son términos distintos: la ausencia es el reverso de una presencia, la impresencia no tiene reverso ni pertenece al registro simbólico.
pretenden representar. Como solemos ver en la clínica de la disrupción hace falta un trabajo activo para convertir los recuerdos en una unidad homogénea que nos haga sentir Uno sin fisuras. Y no siempre tiene éxito tal emprendimiento. La existencia del álbum de representaciones y recuerdos en nuestra mente tiene profundas consecuencias. Resaltaré dos. Primero, nos permite creer que somos todo el tiempo una unidad (o nos hace no cuestionarnos tal creencia). Nuestras experiencias son así consideradas transformaciones que ocurren en un devenir continuo. Eso es ni más ni menos la unidad cronológica a la que solemos llamar “nuestra vida”. Segundo, nos hace suponer que las diferencias irreductibles, lo singular de cada instante, se pueden subsumir en un continuo homogéneo que cae en un tiempo que lo espera (como lo llamaba Hegel) tiempo al que suponemos pertenecer o que nos pertenece. Los recuerdos y el álbum, del que a veces nos sentimos autores y otras veces actores, nos permite concebirnos Uno, un sujeto, una entidad compacta. Cuando Heidegger dijo que los animales tienen memoria, pero no recuerdos, quiso resaltar el hecho de que en eso se diferencian de nosotros: ellos no requieren del archivo de recuerdos para hacer continuo el transcurso de sus experiencias ni para sentirse “sujetos” que las aúnan. La memoria es supuestamente suficiente para que los no humanos aprendan algo de la interacción con su medio y para que los animales que viven en sociedad puedan reconocerse entre sí. Ellos parecen no requerir de recuerdos para sentirse ser ellos mismos. La diferencia entre memoria y recuerdo es un poco complicada. Son términos que han trabajado con esmero la neurobiología y la psicología cognitiva. Sólo haré al respecto esta aclaración: cuando me refiero a lo animal aludo a la llamada memoria sensorial y, tal vez, la procedimental de los neurobiólogos, y no la declarativa ni la semántica propias del humano. Además –y esa es una de mis conjeturas– nuestra capacidad de recordar viene a suplantar el déficit de lo animal del humano que nos caracteriza y que se pone en particular evidencia cuando nos hacemos la insólita pregunta “¿quién soy yo?” (Hofstadter, 2007). Así como la araña teje su red alrededor de una mosca para inmovilizarla e ingerir sus jugos, el recuerdo envuelve cada circunstancia singular que vivimos haciéndonos creer que se trata de una particularidad, un número más de la serie que podremos almacenar como “recuerdo” en el archivo biográfico de nuestra vida3. De modo que el recuerdo de los signos que conmemoran la experiencia se transforma en un número contable de la cuenta psíquica que suponemos que explica nuestra existencia. De no ser así, nos encontramos con problemas. Hay veces que la discontinuidad, el vacío de recuerdos, nos hunden en una inconmensurable soledad, notablemente reminiscente de lo que podemos pensar como la muerte. Esto puede quizás relacionarse con los efectos de la presencia perturbadora (¿ominosa?) de algo de uno mismo que no es de su propiedad.
Sabemos que cualquier experiencia que atravesamos consiste en mucho más de lo que nuestros recuerdos pudieron haber almacenado. Para recordar los fragmentos de una experiencia debimos excluir específicamente gran cantidad de sus aristas singulares. De modo que creamos que ella cabe dentro de paquetes (representaciones) a los que llamamos recuerdos pertenecientes a la enciclopedia de quién llamamos “sujeto”. Esa concepción es coherente con la formulación Hegeliana que la experiencia humana cae naturalmente en un tiempo que la espera. Lo que de la misma no cae en esa suerte de red que la espera, es excluido. Esas exclusiones específicas son necesarias para “comprender” y para “recordar” la realidad en que vivimos como lo demuestran algunas experiencias de autistas: en ellos –como en Funes el Memorioso, de Borges– el exceso de información suele hacerles imposible tomar contacto exclusivo con un foco, atender. Funes y los autistas toman contacto con el medio, es más, muchas veces el problema es que toman demasiado contacto con detalles que suelen no entrar en lo que el mundo convencional sanciona como atendible. Como se ha dicho, en los autistas “las ramas no dejan ver el bosque”. Detectan tantos detalles que no distinguen el panorama general. Es por ello que nos causan intriga –y angustia– las versiones diferentes a las nuestras, que sobre experiencias vividas por nosotros aportan terceros que aducen haber estado presentes en ellas. Por otro lado, cuando creemos aislar y encapsular un recuerdo, las singularidades de la experiencia que lo generó quedan tan improductivas como una foto más agregada a un álbum familiar. Esto, sin dudas, engorda la “enciclopedia” y al pretendido saber sobre nosotros mismos como sujetos, pero nos cierra el camino a aperturas diferentes. En sus inicios el psicoanálisis basó su proceder en la creencia de que el enriquecimiento de dicho archivo de recuerdos era uno de los más preciados kernels de la cura: recordar lo reprimido y abreaccionarlo. Elaborarlo mezclando ese archivo oculto con el de la enciclopedia oficial fue la meta que tantas veces señaló Freud. Sin embargo, en mi opinión, el psicoanálisis no sólo trabaja haciendo recordar lo olvidado, sino también –quizá principalmente– haciendo emerger lo no articulable, lo que no es pura reviviscencia, lo que nunca tuvo lugar en el universo representacional. Incluso generando lo que ni siquiera existió para la cuenta psíquica. No repetimos sólo lo inscripto en nuestra mente (al modo de lo que llamo repetición verificante), sino también, y fundamentalmente, lo que no figura en el álbum de recuerdos, lo que quedó afuera de la biografía (lo que llamo repetición de diferencias). La meta sería producir lo que no se recuerda en un presente transferencial iluminado por el relampagueo de recuerdos deshechos. En la repetición de diferencias lo que insiste es lo que para la cuenta psíquica no quedo registrado como conmemoración de lo ocurrido. Es necesario el registro, para que el acontecimiento tenga existencia histórica. Un signo, como monumento conmemorativo, ocupa en la cuenta psíquica el lugar de lo que fue. Así el régimen asociativo puede evocarlo y –esto es crucial– olvidarlo. En la repetición de diferencias no se repiten ese tipo de registros sino lo que no quedó representado en ellos, las exclusiones específicas. Si bien en los trabajos de técnica de Freud quedan claros los objetivos y el mecanismo del recordar lo olvidado, no sucede lo mismo con el concepto de elaboración, durcharbeiten, concepto que –como sucede
con la mayoría de las referencias a lo económico que hace Freud en su obra– resulta un poco misterioso. La misma partícula arbeit (trabajo) forma parte de otras expresiones –como trabajo de duelo, trabajo de sueño y elaboración secundaria. Pareciera que en todos ellos se trata de un bindung, una ligazón de lo que irrumpe desligado. La revisión secundaria transforma el caos pictográfico del final del trabajo del sueño en un relato más o menos ordenado, secuencial y narrable. La durcharbeiten consistiría también en ligar, “hacer secundario”, al proceso primario que aprisionaba lo olvidado, lo nunca recordado, lo reprimido y lo suplementario no asociable. Aun después de que la resistencia yoica ha sido vencida, lo que Freud lama elaboración implica el lidiar con la compulsión a repetir, con la insistencia de lo que él llamó “inconsciente” que no sólo trae noticias desagradables, sino que puede aportar elementos inconsistentes para el orden narrativo de la cuenta psíquica. Repetimos las diferencias –dice J. B. Pontalis (1997)– como en los ensayos de teatro, pero en ausencia y vacío de todo texto. Repetimos lo fuera de texto, lo incrustado y no lo impreso. Lo capturado por la cuenta no se repite (excepto como repetición verificante, un modo de reasegurar la vigencia de lo que fue), sino que se evoca, se convoca, se lee. Es porque no tiene texto del que hablar que el habitante de esas situaciones repite lo no inscripto. Repite diferencias de las que no se habla y que, un Psicoanálisis debería hacer emerger. Quignard habla de una “quinta estación”: “que es extranjera al todo del lenguaje, ajena al lenguaje como discurso, a todo pensamiento articulado”. Pontalis lo dice con claridad: “Lo que [los psicoanalistas] tratamos de alcanzar, de hacer venir, es lo fuera del tiempo”. La quinta estación está en el límite mismo del tiempo, en su preciso borde, es lo hueco y aún así lo que más importa. Lo que nos interesa, el fuera de cronos y de logos, lo excluido que se inmiscuye por doquier. Sin estar articulado, puede encontrar expresión conectiva en la transferencia. Manantial en el presente, fuente viva, que nunca se agota y que Freud llama lo infantil. Eso infantil que no corresponde a ningún lugar ni es asignable a ningún tiempo. Otro nombre de la quinta estación o de la repetición de lo inexistente. La diferencia. Una experiencia puede transformarse en pura e intrascendente repetición verificante. Eso se logra tras desgastar las aristas espinosas de lo singular a través de recuerdos pasibles de ser representados. Algo que no podría provocar alarma alguna, puro mundo conocido, como un libro ya leído que no revelará otra incógnita que la de re-evocar (y, quizá, re-interpretar) lo ya sabido. Y ese proceso, aún siendo en algún momento necesario, crucial e inevitable, puede esterilizar la potencia renovadora de lo singular, del Dos como diferencia radical. Cuando un paciente dice “me pasó algo intrascendente sin ninguna importancia”, nos comunica el aparente éxito de la telaraña de recuerdos en su función de limar las singularidades de lo que le ha sucedido. Podemos estar seguros que en ese decir también se evidencia el fracaso de dicha telaraña: lo que contará es el
emergente de una conexión que puede sacar a luz lo inédito, lo no comprendido o no acaecido. El hilo tenso y continuo del tiempo cronológico desactiva a menudo la lógica del instante. Nuestra tarea ahí se hace imperiosa cuando surge una confusión, un cruce, una inconsistencia en dicho tiempo cronológico: cuando pasado, futuro y presente se confunden. Ese fracaso productivo de la máquina de recordar, es un punto particularmente jugoso en el trabajo de nuestro método. Una inconsistencia temporal que se constituye en eje central de la transferencia. Notable paradoja: los pacientes creen que vienen sólo a recordar y corregir experiencias. Se hace presente, sin embargo, algo de lo que ha sido excluido específicamente, de lo que no figura en su álbum personal de recuerdos al que hacíamos referencia. Eso que no figura, fue lo que debió excluirse específicamente para que los recuerdos sean representaciones catalogables sin perturbaciones del “ruido” circundante. Si el recuerdo hubiese funcionado apropiadamente, lo excluido específico de la cuenta psíquica no se habría hecho presente. Podríamos también haber dicho que no existió. El éxito del análisis suele basarse no sólo (ni siquiera principalmente) en la re-emergencia de recuerdos olvidados sino –y fundamentalmente– en la conexión transferencial de lo excluido. Entonces, ¿se repite para no recordar?, ¿o para hacer trabajar lo singular que escapó a de la telaraña asociativa de los recuerdos? Freud mismo parece dudar sobre esta disyuntiva. Dice, por ejemplo en 1914 que lo que se repite es Todo lo que había incorporado [alguien] a su ser partiendo de las fuen- tes de lo reprimido... [y, por ello...] la enfermedad no es un hecho his- tórico sino una potencia actual. En el mismo año, dice que en la etapa que llama entonces “la actual”, la labor interpretativa no opera a través de comunicar lo reprimido u olvidado. Se trata de disolver y hacer conscientes las resistencias: “dominadas ellas el paciente narra con facilidad sus recuerdos”. Nos queda la duda de qué es para Freud recordar lo olvidado y qué el olvido. ¿Se puede no recordar lo no olvidado? ¿Podrá el recuerdo ser una pantalla del olvido? ¿Podría quizás ser el álbum de recuerdos del sujeto algo así como una pantalla para detener la emergencia de lo no tenido en cuenta, de lo específicamente excluido? Hay, en ese mismo trabajo del 1914 un aporte fundamental: aparece ahí una forma de recuerdo que no implica la narrativa de lo olvidado, no supone (ni al paciente ni al analista) en posición trascendente a la experiencia de la sesión. Es decir, como relatores fuera del campo del recuerdo. Su emergencia surge en inmanencia: la forma de “recordar” privilegiada ya no es la evocación de un fragmento olvidado, sino su agieren, su actuación (o actualización) en el seno mismo del vínculo paciente-analista. De modo que más que relatar un fragmento de historia, ésta se hace en sesión. ¿Se trata simplemente de la repetición del pasado? ¿O nos encontramos frente a una red de actualizaciones singulares y radicalmente nuevas en las que no se privilegia lo que ocurrió, sino aquello que no ocurrió en la historia del paciente y que ocurre acaso por vez
primera? Podría pensarse que esto hace al trabajo analítico más difícil, pero en verdad lo hace más efectivo y convincente. Se trata nada menos que de la presentación de aquello que, desde el punto de vista de las representaciones puede no haber ocurrido, de lo que quedó específicamente excluido de la cuenta psíquica. La repetición que nos interesa en un análisis no es, ni puede ser, la vuelta de lo mismo reprimido o no (dicho sea de paso: no hay ni puede haber “lo mismo”, ni “repeticiones de lo mismo” aunque sí encubrimientos que hagan creer que sí), sino de lo que nunca fue significado, de lo radicalmente diferente. El retorno de lo noreprimido, de aquello que el funcionamiento asociativo de la cuenta psíquica no pudo catalogar. La “nueva neurosis”, la de transferencia, tampoco es pura repetición. Es una creación novedosa y actual, en la que emerge –además de lo reprimido– material no significado del antes, del ahora y del después. Este “nuevo trabajo” comparado con el “antiguo y delicioso experimento de laboratorio” (como llamaba irónicamente Freud en 1914 a su forma anterior de concebir el análisis) puede parecer difícil y riesgosa. Sin embargo es crucial y le da la razón a la idea de que no existe análisis sin analista, ni analista sin transferencia. Nuestra tarea no puede sino transcurrir en inmanencia lo que, entre otras cosas, nos diferencia de los historiadores. Ellos, por estar a cierta distancia de la escena, pueden observarla sin participar. Lo nuestro debe lograrse en inmanencia “en vivo y en directo” en un trabajo que ineludiblemente nos implica. Luego, el paciente y/o el analista podrán establecer otra narrativa. Podrán incluso hacer después, en posición trascendente, una construcción acerca de lo acontecido. Sin embargo, será conveniente que la congruencia de esa construcción no clausure las brechas vitales de sus inconsistencias. El análisis cursa así por un doble tiempo lógico y un doble sentido. Primero, hacer que el psiquismo se libere de lo traumático recordando. Ligando lo no ligado a través del recuerdo y construyendo puentes asociativos donde no los hubo o donde quedaron rotos. Iluminando y develando lo escondido. Todo ello en beneficio de la estabilidad del sujeto. Segundo, hacer que emerja lo radicalmente novedoso, lo inconsistente, la zona dionisíaca de la oscuridad, los misterios, lo indescifrable. Todo ello es la zona productiva y humana por excelencia: lo que nunca aconteció o nunca se supo que ocurrió. El recuerdo puede contribuir a aclarar enigmas, pero también a cerrar brechas, y congelar lo productivo ligado al misterio y lo singular. El recordar y el saber suturadores pueden llevarnos a una suerte de aturdimiento animal protético, a una prematura y tétrica versión del fin de la historia: aturdirnos como animales con estúpida felicidad. Aun así, ese cierre ligado al significar puede ser en algunos momentos necesario. Demás está decir que la primera etapa puede verse ayudada por la participación trascendente de parte del analista y del analizando: el relato “como desde otro lugar” de lo que pasó. Pero la segunda etapa sólo puede transcurrir, como toda genuina experiencia, en inmanencia. Es decir, sin relator ni narrativa; incluso, como veremos, sin que esté ahí presente lo que estricta- mente llamamos “sujeto”. Sólo me atrevo a mencionar un par de interpelaciones a los escritos de Freud sobre el tema de la
elaboración. La primera: él consideró que lo inadmisible es, para el preconsciente, aquello sometido a las leyes del inconsciente. Lo que ya aconteció, quedó “guardado” y como alma en pena no descansará hasta ser comprendido. Se trata de causas escondidas en el inconsciente que analizando y psicoanalista –como arqueólogos– deben desenterrar para domeñarlas. En mi opinión, lo inadmisible y perturbador no se circunscribe a lo “olvidado”, lo reprimido ni a lo puramente pulsional desde siempre hundido en el ello. Incluye también lo radicalmente nuevo, lo no admitido por incomprensible, por inconsistente o por inexistente para el mundo representacional. Nada se sabe de estos elementos hasta que, en un análisis o en una vida, la puesta en acto transferencial o vincular los trae a escena. Entonces, se presenten y se disponen –ahora sí– a una posible “elaboración”. De modo que la postulación de Freud acerca de las causas escondidas que mencionábamos, da cuenta de mucho de las lagunas precocientes que él detectó en el pensamiento que llamó “normal”, pero eso no es necesariamente todo. Lo reprimido y lo indeterminado no cubren sus dominios entre sí. El sensacional impacto de la revelación de las derivaciones de lo reprimido que hizo Freud encubrió los efectos de lo que es disruptivo por ser inconsistente. Y ese hecho no deja de tener consecuencias clínicas. Yo noto que no raras veces los pacientes aceptan gustosos la interpretación de sus dificultades como provenientes de la repetición de viejas “cuestiones reprimidas”. Les resulta más espantoso tomar contacto con lo desconocido. La elaboración consta entonces de dos capítulos que siempre se entraman pero quizá convenga separar. Uno, magistralmente descrito por Freud, consiste en la admisión consciente de las trazas del pasado emergente escondido: lo inconsciente. El otro, consiste en hacerle lugar a lo radicalmente nuevo emergente, lo que no es comprendido por nunca haber tenido lugar y/o por resultar inconsistente para la lógica asociativa de la cuenta psíquica. La segunda interpelación que me atrevo a hacer a la obra de Freud en este punto es esta: la clave del fin de análisis (como final y como finalidad), no debería centrarse en resolver o solucionar antinomias. Sean estas entre consciente e inconsciente, entre pasado y presente, entre recuerdo y repetición, entre lo espiritual y la vida desnuda, entre lo interno y el afuera, entre lo sabido y lo ignorado o entre lo apolíneo y lo dionisíaco. Menos aún se trata de la búsqueda de un término intermedio o una explicación magistral que, como una ratio pitagórica, pretenda cerrar el espacio abierto de la ignorancia de sus causas. La presencia de una cesura irreductible puede ser la fuente vital de la creatividad y de la transformación. Se trata de que quede suficientemente abierto el “entre” para que trabaje la “dialéctica en suspenso” de la que habló W. Benjamin. Es por ahí, por esas fracciones dionisiacas inacabadas por donde transcurre lo más trascendente del humano. Para tomar contacto con eso es necesario que se valore lo fragmentario, lo no domeñado del afuera. El paradigma de la modernidad, tiempo en el cual nació el psicoanálisis, tal vez influyó decididamente en la concepción de nuestra tarea centrada en la búsqueda de enigmas a solucionar. Lo cual, inevitablemente sella las brechas de las inconsistencias. Pero es bueno que sepamos que esta redondez pretendida, ese recuerdo certero e incuestionable, puede ser letal para el objetivo de nuestros tiempos. Porque por ese espacio entre, por la inconsistencia irresuelta, por la incógnita viva, abierta y no descifrada ni descifrable, por ese “signo
indescifrado” que, al decir de Hölderling1, “somos”, emana la vida.
1.. En el poema “Mnemosine” citado por Heidegger (1951) en “¿Qué Significa Pensar?”
APdeBA Ateneo 15 de abril 2014 Psicoanálisis y el psicoanalizar en un mundo en Cambio. L. Peskin, J. Puget Lo íntimo, lo público, lo privado en el espacio del psicoanálisis ¿CÓMO DAR SENTIDO A LAS CATEGORÍAS PROPUESTAS?
Janine Puget
.- Un desafío Desde que comencé a pensar en el tema que nos congrega hoy fui pasando por diferentes momentos, experiencias con, como telón de fondo, la preocupación por darle sentido a este encuentro. Por un lado parecían términos que pertenecen al lenguaje diario pero no sabía si formaban parte del lenguaje psicoanalítico a lo cual se me agregaba un interrogante que concierne el por qué parece llamar tanto la atención que el mundo cambie y nos obligue a pensar. ¿Serán válidas estas categorías en nuestras teorizaciones y por ende en la clínica? Lo público, lo privado y lo íntimo adquiere significado dependiendo de los contextos por lo cual, al ponerlas juntas, pueden articularse, armar un caleidoscopio, cambiar de color dependiendo de las circunstancias o conformar categorías que tienen sus sistemas de producción en los que intervienen básicamente dos mecanismos: unos de exclusión en los que lo excluido produce efectos y en cualquier momento puede irrumpir y otro de producción por exceso. Esto lo sugirió Lewkowicz (1997) en uno de sus escritos cuando se ocupó de la producción de subjetividad y la sexualidad. Ahí diferenció la subjetividad creada por exceso o por sustracción. En general solemos pensar en términos de no inclusión o de exclusión y no en términos de exceso. Lo que excede a lo público crea un nuevo privado que no tiene envés, será un privado que desborda del espacio público. Y lo íntimo puede excluir a lo privado y lo público o ser una creación en sí mismo. Por el desafío que despertó este tema usé un recurso que fue acudir a un poco de historia
.- Historia Me acordé que APdeBA en 1995 le dedicó un simposio a una parte del tema de hoy si bien aquella vez no estaba asociado a cambios ni a espacio analítico sino al encuadre. Algo cambió, ya no se llama encuadre, a veces se llama dispositivo y ahora espacio. Espacio es más amplio, no solo tiene que
ver con la práctica clínica sino con la pertenencia a las instituciones y las problemáticas inherentes a las mismas. ¿Esto marca cambios en nuestro posicionamiento o solo corrimiento en función de la cultura actual? ¿Qué se entiende por pertenencia? Tal vez desborde las posibilidades de este encuentro. No lo sé También me acordé que me vine ocupando de estas categorías en relación con el cuerpo (2002), previamente en relación con la memoria social, la memoria singular (2000) al observar que en determinadas circunstancias lo hablado en espacios restringidos no era suficiente ni de la misma cualidad y requería un hablar público, social. Con J. Braun (1997) diferenciamos memoria privada, memoria íntima y memoria pública o social. Ahí pensamos que los espacios de producción subjetiva se veían bruscamente trastocados cuando sucedían hechos que violaban la privacidad y la intimidad. Hubo que crear nuevos términos resultado de una producción en exceso. Por ejemplo Duelos especiales, término creado por J. Braun y M. L: Pelento. En aquel entonces también al indagar lo concerniente al secreto y la pérdida de la capacidad de secretear (1980) revisé mi conceptualización acerca de lo íntimo. Intimo pasó a ser intimidad y privado pasó a ser privacidad. Con E y M. Bianchedi, M.L. Pelento, J. Braun y Yo (1998) nos interesó pensar qué pasaba con la megaoferta sexual y los nuevos dispositivos en los que por más exhibición de la intimidad de la cual hoy se habla tanto, quedaba un potencial, el innegable valor de la curiosidad pura. Años después me enteré que Paula Sibillia (2008) creó un término, la extimidad, la sexualidad como espectáculo, para nombrar lo que antes parecía del reino de lo íntimo, o sea la sexualidad la que parecía haber perdido esta condición. Por su lado Lacan creó también el término Extimidad fusionando dos términos intimidad y extranjero/extraño situando así una vacilación entre interior-exterior, lo más íntimo teniendo tanto la cualidad de interior como de exterior. De donde deduzco que hay que acotar cada uno de los términos con algo más. Supongo que el pasaje de una categoría a otra depende de un movimiento político que difiere cuando estas categorías se articulan una con la otra o cuando se producen porque algo no tiene cabida en lo que hay. Extimidad podría ser un concepto que nació al no tener cabida ni en lo público ni en lo privado. La cultura crea una nueva intimidad. Presumo que estamos hablando de categorías fundamentales para la constitución de las diferentes pertenencias que hacen a nuestra subjetividad pero que solo adquieren sentido dependiendo de la situación y con quienes se enlazan. Hoy la tecnología ha modificado la noción de distancia geográfica y nació el análisis on line lo que resuelve algunas dificultades de encuentro. Por lo menos las que pueden parecer un impedimento para analizarse. Ahí nacen discusiones interesantes. ¿Es lo mismo analizarse por skype que estando en el mismo ámbito, el consultorio? ¿Modifica las categorías de las que hablamos hoy aquí…? no lo sé o tendremos que inventar un término dado que lo que se produce excede lo público, lo íntimo y lo privado. Ya estos conceptos que creíamos fáciles de definir van cambiando y dibujando universos propios
Ya no son solo excluyentes sino que crean problemas inherentes a las pertenencias, a las representaciones, a lo que la cultura va imponiendo. Tenemos que jugar con términos que nacen de escenas actuales, de una situación y para más, como en general sucede con el lenguaje, van cambiando todos los días de significado. Pueden oponerse, convivir, crearse dependiendo de las circunstancias, simplemente ignorarse o no alcanzar.
.- En resumen cómo se crean cada uno sigue dos derroteros. .- Los que derivan de la exclusión guardan una relación entre ellos y lo excluido tiende a resurgir. Por ejemplo si a privado le agrego privado de… algo…otro estímulo, de libertad, de comida, a lo cual agrego el para qué… privado establece un afuera… y una necesidad… y de ahí se constituye la privacidad.. Lo íntimo excluye alguna alteridad.., si se trata de la intimidad consigo mismo, la que crea una pareja, la que crea un vínculo de amistad, la de una familia. Nuestros consultorios juegan con los tres términos pero no siempre con la misma fuerza. No se crea intimidad en cualquier relación analítica si bien se trata de un espacio privado y al hablar se hace público algo que en ese momento no lo era. La intimidad de lo que llamo el Uno no es trasladable a la intimidad del Dos la de una intimidad compartida. Tal vez no se pueda transformar en palabra. Mientras que lo privado contiene un hacer público que tiene que ver con el acto de lenguaje y saberse mirado y escuchado. La sesión goza de privacidad lo que nos protege de otros estímulos que podrían eventualmente distraernos. .- Los que derivan de exceso y son una producción.. A lo mejor es lo que motiva este encuentro y digo esto porque a primera vista cada una de las personas a las cuales pregunté qué entendía por los términos mencionados tenía una respuesta inmediata como si supiera pero a mi parecer todas pasaban por la exclusión y el antagonismo. La producción en exceso necesariamente crea nuevos términos. Lo íntimo de hoy es una producción del momento, que inaugura un nuevo diccionario el que debe dar cuenta de una cualidad enigmática de lo íntimo, emocional y muchas veces sin palabras. Tiene que ver con el secreto del amor pensado como una capacidad creativa. Del amor también como cualidad de intimidad habla P. Quignard en varios de sus escritos pero especialmente en la Vida secreta (1998) en la que va diseñando el amor, lo íntimo de una pareja con su apogeo en el silencio compartido, más allá de las palabras pero con el acá de los cuerpos en tensión.. Si íntimo puede ser sin palabras se torna un concepto difícil de definir y más difícil aun de universalizar. Cada situación produce un íntimo compartible con otro o consigo mismo… pero aun consigo mismo interviene como amenaza un otro u otros. Intimo se asocia con amistad… se asocia con la cualidad inefable de algunos encuentros. .- A veces me suele llamar la atención cuando un paciente al hacer un relato avisa que lo que cuenta es secreto, que no lo vaya contar. ¿Por qué tiene que crear esta zona en un espacio supuestamente
concebido como un privado que contiene un público así como íntimo? El paciente crea un público al que hay que excluir.. el espacio analítico no es confiable o al contar un secreto se crea un curioso al cual hay que excluir. Entones una sesión que contiene un a priori que es la confianza en que se trata de un espacio privado-publico al ser escuchado y mirado por el analista también contiene una prohibición que es la del secreto profesional. Y como toda prohibición puede ser transgredidaPúblico para un determinado ámbito en la medida en que es escuchado por otro. A lo cual nos preguntamos cuantas personas tienen que estar involucradas para que una escena sea pública. A veces se agrega para un gran público.. diferentes espacios de constitución subjetiva. Y ahí se me ocurre que está mi confusión… íntimo no es un dado sino algo que se crea.. 1 un clima que excede a lo que hay. Y agrega una cualidad Qué relación tiene publicar un diario íntimo de alguien o publicar un material clínico. Y acá entra un tema con el cual no me quiero meter que es el de la tan discutida confidencialidad.
.- En un intento de síntesis * Intimo es una creación, tiene un componente no verbal ni verbalizado referido a lo no traducible de las emociones. Sin embargo se puede publicar un diario íntimo. Intimo es una condición necesaria del vínculo amoroso y de la relación consigo mismo. Es inviolable y sin embargo fácilmente violable en situaciones de violencia vincular y de violencia social que se incrementa cuando se agrega una cualidad de crueldad. Tiene que ver con el secreto y el secretear y por ende lo público o posible de ser público que hace a la dinámica del secretear. Se necesita de un curioso para que el secreto adquiera su fuerza. Y para eso juegan íntimo y público. * Habrá un privado que, como lo dijo en su momento Cecilia Sinay, no goza de consenso.. no tiene cabida en el conjunto.. Otro privado lo es por exclusión.. se crea dejando afuera algo que tiende a surgir… Un privado ya más de orden jurídico o sea legislado por lo permitido o prohibido que depende de cuestiones sociales. * Y un público en cada espacio siendo uno de los factores que cuestiona la validez de lo privado y lo íntimo. Lo público tiene que ver con imagen y palabra.
.- Introducir el desorden
1
Sergio Zalbalza Intimidades en Internet Versiones de lo íntimo, privado y público en la era del ciberespacio. No lo he leído con cuidado pero podría ser interesante para el tema de hoy
Nos preguntaron que nos ubiquemos en un mundo en cambio o sea en el que se producen situaciones que exceden nuestro saber. Entonces tal vez se trate de introducir lo no nombrable, lo no conocido, lo vulnerable, lo que desordena en el hoy.. y en ese caso no creo que nos desordene a todos lo mismo pero que la categoría desorden o nuevos órdenes es lo que debiera ocuparnos…Salir de lo instituido sin por eso abandonarlo… pero por lo menos cuestionarlo. El psicoanálisis merece ser cuestionado en sus postulados básicos, es necesario hacernos un lugar en el gran mundo psy y modificar criterios absolutos.
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1995 “Lo público y lo privado”, Libro del XVI Symposio y Congreso Interno Apdeba, p. 251-260 El analista ante su encuadre, lo público y lo privado
Lo íntimo, lo público y lo privado en el espacio psicoanalítico
Leonardo Peskin
“Es que esas comunicaciones tocan lo más íntimo de su vida anímica, todo lo que él como persona socialmente autónoma tiene que ocultar a los otros y, además, todo lo que como personalidad unitaria no quiere confesarse a sí mismo.” S. Freud. 1 Las tres categorías que orientan el panel: lo íntimo, lo público y lo privado son descriptivas y corresponden más al derecho o a la sociología que al psicoanálisis. Desde la perspectiva vincular son tomadas para ubicar las consecuencias de la operación de la función paterna2. Nuestra tarea en este panel sería tratar de introducirlas en el espacio psicoanalítico. Como suele pasar al
intentar hacer este tipo de
homologaciones se presentan obstáculos en algún sentido insalvables, ya que el discurso psicoanalítico no se lleva bien con otras disciplinas y, en particular, con el discurso social. La premisa psicoanalítica de la inclusión del inconsciente y, por ende, de la subjetividad la hace muy diferente. Una objeción tajante con referencia a esta clasificación (íntimo, privado y público), sería que son parámetros imaginarios que no definen campos específicos ya que están sujetos a los ideales que predominan en determinada época y en cada cultura. Es evidente que en ciertas culturas, religiones o sistemas jurídicos se establecen distintas reglas simbólicas que harán que estas alternativas se ordenen de maneras muy diferentes. Incluso pueden no existir. Sin embargo debemos ser claros: las dificultades que hacen obstáculo para uniformizar criterios no son los diferentes enfoques sino la propia condición humana. El ser humano puede alienarse en cualquier clase de discurso y, paradójicamente, conserva una absoluta individualidad, ya que hay algo que queda excluido de esa alienación. Lo excluido ya es un modo de pensar lo íntimo de cada sujeto y es hacia adonde apunta el psicoanálisis. Muchos criterios, aun algunos psicoanalíticos, pueden hacer énfasis en lo universal, es en esa dimensión que crean sus axiomas acerca de qué pertenece a cada una de estas tres esferas que estamos tratando de diferenciar. Nosotros destacamos lo singular como opuesto a lo universal, aunque no existe lo singular sin un Otro que origina necesariamente un universal y afecta a todos los que se encuentran inscriptos en esa cultura. Por lo tanto, según cada sujeto se organizan los campos, lo universal como lo público, lo singular como lo privado (dentro del fantasma lo “dicho en off”, por así decir) y lo íntimo (objeto causa) como singularísimo indefinible, lo real.
1 2
S. Freud. Conferencias de Introducción al psicoanálisis. 1915. “Los actos fallidos” Primera conferencia. Diccionario de configuraciones vinculares. Ver final del texto
No tenemos más remedio que recurrir a estas lógicas elementales para comenzar a ordenar estas categorías. No obstante, no siendo estrictas las definiciones se pueden ir planteando de diversas formas mediante diferentes alternativas lógicas. Un paciente que hace 30 años está casado con la misma mujer, con la que tuvo varios hijos y se podría decir que es con quien ya pasó toda su vida, me decía: - Yo no la conozco. No sé como es. Sí le puedo decir cómo me trata y se conduce, qué hace en la vida, incluso como va actuar, pero no tengo idea de cómo piensa. Cuando yo intervengo le digo: ¿Por qué no le pregunta lo que piensa? Él responde: -Ella dice lo que me quiere decir, lo otro es propio de ella y si no me lo quiere decir se lo respeto. Le replico: -Pero Ud. puede intentar dialogar sobre eso. Me responde: - Eso sería forzarla y no me sale hacerlo, ni se me ocurre. Yo la amo y lo que me inquieta desde siempre es que no sé si ella me ama a mí. Salvo por su angustiante incertidumbre sobre el amor de ella, la posición de este hombre parece una rigurosa neutralidad ética, como la de ciertos analistas. Pero en tanto es el marido concluimos que es un obsesivo que remeda esa neutralidad y abstinencia. Podemos hacer todo tipo de conjeturas acerca de la psicología del hombre y la mujer en general. También acerca de las características de este vínculo y de la complementariedad del obsesivo con su objeto imposible del deseo y esta dramática amorosa. Pero en esta oportunidad veamos cómo se nos van abriendo categorías que descriptivamente podemos hacer concordar con las del título. Está lo íntimo, inaccesible para él del amor de ella. Lo público, todo lo que se puede decir, que se sabe. Y lo privado, que aparece en el relato que este hombre me hace en la “privacidad del consultorio” – valga la redundancia – sobre la angustiante incertidumbre de su estatus en la relación con su mujer. Ubicado así lo íntimo pertenece a lo insondable del otro. Hace al enigma de cómo alguien es considerado desde la perspectiva de otro. Se abre la pregunta: ¿qué soy yo para ese otro? Pregunta trascendental de un duelo cuando se pierde a alguien. Así se orienta otra definición de lo íntimo que, en última instancia, remite a un objeto causante inaccesible, ya que pertenece al orden de lo real, inimaginable y no simbolizable. La caracterización relacional produce la incidencia de lo íntimo en lo privado y lo público, y es la que podemos considerar teniendo en cuenta que todas nuestras exploraciones se hacen en trasferencia. Es decir, implican un vínculo con otro, aunque vínculo y trasferencia son dos categorías muy distintas. Metapsicológicamente lo que suponemos íntimo sería aquello que siendo lo más propio conecta al sujeto con lo desconocido o, aún más drásticamente, con lo ignorado. Lo conocible es una cobertura que corresponde al inconsciente reprimido, aunque siendo fieles a nuestro saber el propio inconsciente está causado por el Ello, es decir por las pulsiones.
Entonces, lo íntimo nos iría llevando a las dimensiones fundacionales del inconsciente, como las fijaciones o lo reprimido primariamente. Nos orienta a pensar qué imagen, qué decir, qué escucha, qué inscripción alcanzaría las dimensiones “más propias”. Lo que se alcance a descubrir de lo íntimo deriva de la sensibilidad que en alguna medida está más allá de lo explicable por el sujeto. Pero consideremos que eso siempre está enmarcado por algún orden de significación, que en algunos casos rodea de un halo de misterio esto muy propio, sensible e íntimo. Como ejemplo, un paciente fóbico a los gatos, frente a la pregunta ¿qué lo horrorizaba de los gatos? Terminó diciendo: - Algo de la piel, el contacto con eso, no lo tolero. En una oportunidad se vio forzado, ¡justamente él!, a llevar en su auto un gato en una bolsa, porque había mordido a uno de sus hijos y había que verificar si estaba enfermo de rabia. Viajaba en estado de shock, siendo llevado por su contrafobia. Estaba decidido a arrojarse del auto que él conducía si el gato salía. Viajaba solo, él con el gato, por ende estaba dispuesto a morir. Nunca pudo especificar qué del gato era tan temido, solo llegó a decir que era el contacto. Quizás lo que algunos teorizan como el “objeto a” táctil, “el toque”. La bolsa operaba como último límite frente al horror, como el velo yoico imaginario que describe Lacan que es lo único que media entre el suicida y la muerte. La fobia, la escena y la vivencia fueron relatables, el significado último de semejante horror era íntimo. Recordemos, de paso, que la fobia es una organización privilegiada para atisbar la pulsión aún no fantasmatizada, transformada en un cristal significante sin significado fijo, para todo uso. Estábamos frente al choque, en otro plano, de dos significantes extremos: la hidrofobia contrapuesta a la ailurofobia, complejo nombre de la fobia a los gatos. La angustia frente a que pueda morir el hijo contrapuesto a la angustia de la propia desorganización subjetiva y muerte. Ahora tenemos que introducirnos en otra paradoja: aquello a lo que le damos el estatuto de lo más íntimo está en conexión directa con lo extimo. Extimidad es un neologismo que introduce Lacan para dar cuenta de las propiedades del sujeto y, por ende, del fantasma. Lo interno y externo establecen un continuo que caracteriza al sujeto al estar estructurado como la Banda de Moebius; lo interno y lo externo establecen una continuidad. El diseño psíquico del cuerpo y del narcisismo está delimitado por los significantes que lo marcan en una cultura: lo que en algún sujeto se significa como algo terrible para otro sujeto puede ser indiferente o hasta gracioso. El sujeto se debe al universo simbólico cultural que le dio sustancia significante pero sigue en íntima conexión con el cuerpo pulsional y con el yo narcisístico. Esto hace que se diferencie radicalmente el sujeto del yo. El sujeto es una especie de embajador en apuros siendo el más auténtico servidor de tres amos. Los tres amos son la realidad simbólica, los imperativos de los ideales imaginarios y los requerimientos de la pulsión. El sujeto carga con lo más íntimo de la pulsión y las marcas que dejó en su historia como fijaciones. A su vez, se debe a las leyes y reglas sociales que lo determinan, pues existen demandas desde los ideales que exigen placer y satisfacciones narcisisticas. Así se configuran las condiciones del armado del fantasma, mestizo que, por lo tanto, posee doble pertenencia: el inconsciente y el mundo que rodea al sujeto.
Una observación clínica que circuló en los años ochenta es que los pacientes no hablan tanto de su fantasía como de sus síntomas. Esto rige para el sujeto abonado al significante, en la psicosis no es así. Frente a estos múltiples requerimientos se crearían los campos que estamos tratando de comprender: un saber explicativo para lo que no se puede reconocer y nos determina (lo íntimo), lo que hay que justificar relacionalmente (lo público) y en el lugar de conflicto ubico lo privado, es decir, aquello que hay que esconder de los otros, el secreto y sus derivaciones. Así propuesto, lo privado tiene estructura de borde entre lo íntimo y lo público y en definitiva está delimitado por el fantasma. La serie que va desde el pudor a la vergüenza, incluyendo las vivencias de humillación, dignidad e indignidad, inclusive el asco y la repugnancia van marcando los grados afectivos de esta escala. Recordemos “La carta robada” de Poe, texto en que se juega burlonamente de un modo magistral con estas categorías que estamos explorando. Lo público frente a lo que hay que esconder, la carta que compromete al reina, haciendo del rey alguien burlado. Lo privado es lo que hay restaurar ya que fue violado por un ministro que robó la carta que compromete a la reina. En ese borde se termina describiendo que la mejor manera de esconder lo privado es haciéndolo pasar por un hecho trivial dentro de lo público, la carta puesta a la vista como mejor manera de esconderla. Lo íntimo sería el contenido de la carta, alrededor del cual se organiza la trama que culmina magistralmente haciendo que se altere ese contenido, de manera que si se lo pretende utilizar se volverá en contra de quien pretenda hacerlo. El contenido íntimo de la carta solo opera como lo que no se debe saber. Las figuras freudianas ligadas al descubrimiento de la castración son un ejemplo originario de que la desnudez no termina de mostrar, crea nuevos enigmas. Lo reprimido primariamente tiene que estar para originar la angustia de castración y eludir formas mayores de la angustia. Los analistas somos testigos privilegiados de lo que se dice con micrófonos cerrados en privado, lo que produce desde compromisos serios con temas morales hasta burdas comedias. Puedo darles múltiples ejemplos: desde confesiones de haber participado en crímenes, hasta trasgresiones morales y éticas de muchos analistas. Esto me llevó a una conclusión, incluso después de haber participado de la primera comisión de ética de APA, que un analista en ciertas circunstancias no se diferencia de un hombre común en cuando a dilemas éticos y morales. Esto habría que comprenderlo en dos dimensiones: una, que si el analista como persona ya está comprometido en su escucha por conflictos éticos o morales, trastabilla como analista y es una persona común; pero también consideremos que hay situaciones que no se pueden avalar interpretándolas analíticamente. Esto Lacan lo plantea como que no hay que analizar a los canallas porque se vuelven necios. Es decir, pierden toda culpa por sus actos canallescos. Esto que estoy afirmando está lejos de los temas de confidencialidad profesional como figura de respeto a la privacidad y de planteos deontológicos. Se refiere a las circunstancias donde lo que escuchamos o vemos emerger compromete la condición humana del propio analizante, del analista o de algún tercero: intenciones criminales concretas, actos crueles, o propósitos autodestructivos. Lo enormemente difícil es evaluar los casos que bordean estas figuras y que corresponden más a fantasías o furias narcisistas momentáneas. Es más claro cuando son hechos evidentes y concretos.
Más de una vez atendí pacientes que eran engañados por sus cónyuges, en lo económico o en lo amoroso. Si bien eran cosas públicas, sabidas incluso por mí, muy pocas veces intervine diciendo algo sobre eso, pues esperaba que el propio paciente lo resolviera. Pero las veces que decidí dar a entender lo obvio para todos, mi comunicación tuvo un efecto muy intenso, entre la ruptura de un pacto de abstinencia y un impulso a la decisión por parte de los pacientes. Fue notable el efecto, entró como real en la realidad ficcional de la transferencia, tuvo valor de acto, después de eso nada fue igual, ni en el análisis ni en la vida de estas personas. En esos casos introduje lo público en lo privado. La mayoría de los casos que tenemos que juzgar y resolver no son de tanta envergadura, pero es crucial considerar la política interpretativa que adopte el analista. Es interesante considerar por dónde pasa el eje ético del análisis. Teóricamente debe tener como referente el deseo inconsciente del analizante, es más, avanzar hacia aquello que lo causa desde la pulsión. Pero ¿qué pasa si esto involucra un daño a sí mismo o un ataque a terceros, parejas, parientes, hijos u otras personas en general? ¿Adquiere entonces el estatuto de privado? El analista debe evitar avalar esos actos, pero en muchos casos es difícil discernir qué se puede dejar bajo el libre albedrío del analizante. En los códigos que estamos intentando elucidar es cómo intervenir como analistas en aquello que puede ser calificado de íntimo o privado del analizante. Y por otra parte, cómo considerar las incidencias en los analizantes del protagonismo público de los analistas y de las consecuencias del quehacer privado o íntimo del analista. En muchos casos el análisis es responsable de inducir o no refrenar actuaciones y actos que luego traen consecuencias. Incluso los propios analizantes reprochan tiempo después al analista que no les hayan impedido ciertos actos, o haberlos inducido. Vemos oscilar este eje según la orientación teórica del analista y su calidad ética, desde formas indicativas morales hasta un “laissez faire” confiados en el determinismo inconsciente. Debemos distinguir entre el “laissez faire”, dejar hacer y el “laisse tomber”, dejar caer. Siempre es difícil distinguir entre estas dos alternativas. De a poco nos vamos percatando de que el tema está directamente vinculado a cuestiones éticas y esto hace que nos basemos en referencias muy generales pero más que nunca predomina el caso por caso. Seguramente concluiremos nuestro diálogo discutiendo casos para llegar a alguna conclusión.
DICCIONARIO DE CONFIGURACIONES VINCULARES Función paterna Definición Se sitúa la función paterna constituyéndose como presentificación y representación de la ley en la familia. Desde el punto de vista de la trama vincular se desglosan cuatro enunciados para la prohibición; una referida a la alianza en relación a la familia de origen, dos refieren al vínculo filial y la cuarta es una auto prohibición. Así queda asociada a la normatización de los espacios (íntimo-privado-público) y de la sexuación en cuanto a la elaboración vincular del intercambio. En este último sentido se describen modalidades diferentes en su ejercicio: renuncia y cesión.
CÓMO EL PSICOANÁLISIS DA CUENTA DE LO NUEVO. DIVERSIDAD, CAMBIOS E IDENTIDADES
Dra. Leticia Glocer Fiorini Asociación Psicoanalítica Argentina
La propuesta de este ateneo nos invita a pensar qué es lo nuevo desde el punto de vista psicoanalítico. Creo que lo nuevo no consiste en tomar indiscriminadamente todo lo que aparece en la actualidad como novedoso. Por otra parte, tampoco podríamos pensar que no hay novedades ni cambios en la cultura y que todo lo que se presenta como tal son nuevos ropajes para lo que ya existió desde antes. En este sentido, hay un trabajo imprescindible de juicio crítico que tenemos que hacer para poder determinar cuáles pueden ser consideradas cuestiones novedosas que impactan en el campo psicoanalítico. Y de qué manera eso nos obliga a repensar algunas ideas que parecen ya establecidas e inamovibles. Hay enormes avances en el campo de la biotecnología y en el mundo virtual, Internet, así como en el campo de las cirugías de cambio de sexo, entre otros. A mi juicio, están proponiendo un desafío en el sentido de que nos obliga a repensar muchas cuestiones que tenemos establecidas como verdades universales. Esto es una referencia a las leyes de filiación como a la construcción de la subjetividad sexuada, si deseamos mencionar algunas problemáticas que están en juego. En otras palabras, tendríamos que comenzar a discriminar cada una de estas cuestiones y analizar si las podemos ubicar en las categorías que ya conocemos, parcial o totalmente, o si requieren un trabajo de deconstrucción más afinado. Indudablemente, lo nuevo también puede consistir en reinterpretar fenómenos que ya existían. Presentaciones sexuales y de género que ya estaban presentes desde antes, pero que ahora son más visibles o más aceptadas, pueden entrar en el campo de lo novedoso si las pensamos, significamos o interpretamos de otra manera. Entonces, voy a tomar la propuesta desde el punto de vista en el que vengo trabajando desde hace tiempo. Uno es el tema de lo femenino y otro, el tema de las diversidades sexuales. Los dos confluyen en una cuestión que para mi es muy importante, y es cómo se conceptualiza la diferencia sexual. Este es un punto clave en psicoanálisis, porque todos nosotros trabajamos en la teoría y en la clínica con el complejo de Edipo-castración. Tenemos una idea de cuál sería la resolución ideal en los procesos de subjetivación sexuada; por lo tanto, está en juego cuál es el concepto de diferencia sexual que se maneja y si el acceso a la diferencia sexual garantiza de por si el acceso a un universo simbólico, es decir, a la trama de lazos sociales. Como ven se plantean muchos problemas que son claves para el campo psicoanalítico. Y, en este sentido, pienso el psicoanálisis como una praxis, en movimiento, en devenir. A mi modo de ver ésta fue la
propuesta freudiana. Al revisar la obra de Freud se constata que ahí hay un movimiento constante. Freud no tuvo reparos de ampliar ni tampoco de rectificar ciertos conceptos. Este es uno de los más importantes legados del pensamiento freudiano. Nosotros como psicoanalistas deberíamos estar atentos a todo lo que son cambios en la cultura, en los discursos vigentes. En este sentido, un punto que me parece importante diferenciar es lo que se denominan cambios epocales de otros cambios que se van produciendo en las sociedades, que no son tan visibles, que son cambios muy lentos, que llevan generaciones y generaciones, pero a los que tendríamos que estar atentos. En ese sentido, diferenciaría lo que es la moda y lo que son cambios en los discursos y en las organizaciones sociales y culturales vigentes. Por otro lado, pensar en lo novedoso nos obliga a pensar también en cuál es la relación entre la teoría y la práctica clínica. En otras palabras, la cuestión es cómo nos manejamos con los hallazgos clínicos que no coinciden con las explicaciones teóricas. Surge la pregunta, ¿contamos nosotros con una teoría tan acabada, tan cerrada, con una serie de casilleros en los que podemos ubicar todo lo que nos aparece en la clínica? Por otro lado, surge una postura opuesta, ¿debemos abandonar nuestros referentes principales? Ni una cosa ni la otra. Hay conceptos establecidos desde Freud, como el concepto de inconciente, transferencia, sexualidad infantil, que son eje de nuestro pensamiento psicoanalítico. Y esto, mas allá de cómo pensemos el inconciente, porque no es lo mismo el inconciente freudiano, que el kleiniano, o el lacaniano. Sin embargo, compartimos esos ejes fundamentales, aun desde distintos puntos de vista. Si nos ubicamos en un punto que no es el de los casilleros fijos ni tampoco el de abandonar ciertos ejes del psicoanálisis, entonces podremos trabajar con espíritu crítico, siempre con la perspectiva de resguardarnos de las interpretaciones automáticas a los hechos que se nos presentan. En este contexto diría que hubo cambios que impactan en el campo psicoanalítico en las dos líneas que les digo que estoy trabajando. Cambios en la posición femenina, que se dan desde fines del siglo XIX y en el transcurso del siglo pasado, y que nos hacen pensar si las interpretaciones establecidas en relación a la sexualidad femenina, a la subjetividad femenina, son adecuadas a esos cambios. Se hace necesario analizar cómo se interpretan las funciones clásicamente atribuidas a hombres, mujeres, padres y madres a la luz de los cambios que se producen en la posición femenina, y que también producen cambios en la posición masculina, porque van juntos, se determinan mutuamente. Por otro lado, las llamadas diversidades sexuales, mas allá de lo que signifiquen psicopatológicamente, desafían ciertos conceptos clásicos que sostenemos sobre la diferencia sexual. O incluso las nuevas configuraciones familiares, que no son tan nuevas, plantean también problemáticas de peso. Por ejemplo, ¿Cómo se interpreta la simbolización sobre la diferencia sexual en los hijos de parejas homosexuales? ¿Qué es lo que sucede con un niño que tiene dos mamás o dos papás? ¿Cómo lo interpretamos? Tenemos dos opciones: o se interpreta dentro del campo de la perversión, lo que seria peligroso porque esos niños quedarían fuera de la trama social simbólica; o tratamos de ver si hay distintos tipos de homosexualidad y no un solo mecanismo en juego. Este es un tema para abrir y discutir. A mi criterio, hay homosexualidades neuróticas, perversas, psicoticas. Para analizar qué pasa con las experiencias de esos niños que son hijos de padres homosexuales, lo que se ha constatado hasta
ahora es que después la mayoría son heterosexuales. Y hacen una vida de inserción cultural y social, de construcción subjetiva, que no se diferencia mucho de las problemáticas de otros niños. Por esto, es necesario abordar con más detención qué significa el acceso a la diferencia sexual, a lo masculino y femenino, en términos de inserción en una trama social y cultural simbólica. Entonces ¿cuál es el desafío para nosotros? Por un lado, abordar lo que se pone en juego en estos cambios en las subjetividades actuales que es, entre otras cuestiones, qué papel juega la dualidad masculino-femenino. Si ustedes recuerdan, Freud siempre dudó de que los conceptos de femenino y masculino sean estrictamente psicoanalíticos. Esto hay que leerlo en el artículo “La Feminidad”, donde Freud sostenía que eran categorías de orden biológico y sociológico más que de orden psicológico. Que para él habría que remitirlas a la dualidad activo-pasivo, y que incluso así, adscribir estas categorías a las nociones de femenino y masculino era riesgoso. Freud lo pensaba en ese momento, porque ya entonces se encontraba con dificultades para categorizar la dualidad masculino-femenino. Lo que intento transmitirles no son respuestas sino la necesidad de reformular las preguntas de acuerdo a los desafíos que nosotros tenemos actualmente. Estos desafíos pueden conducirnos a reforzar nuestra teoría en algunos casos; en otros, tendremos que ampliarlas o reformularlas. Uno de los obstáculos que encuentro es que el pensamiento dualístico, binario, puede funcionar a veces como un obstáculo para pensar ciertas categorías del psicoanálisis. Actualmente hay enfoques de otras disciplinas que permiten incluir lo binario en estructuras más complejas. Por ejemplo, el concepto de líneas de fugas, como proponía Deleuze, para poder pensar una apertura entre esas dos polaridades. Esto nos amplia mucho el panorama para pensar la producción de subjetividad. Tomo para esto una línea que comienza con Freud: las series complementarias, donde siempre hay tres factores en juego. Entonces, ya en Freud coexistía el pensamiento dualístico y el triádico. O bien, como lo propuse en “Lo Femenino y el Pensamiento Complejo”, pensar la subjetividad femenina desde tres determinaciones: heterogeneidad anatómica, diversidad identificatoria y campo del deseo y la elección de objeto. Determinaciones que se pueden relacionar en concordancia o discordancia y que no siempre llegan a una síntesis armónica. Esta es una forma que encontré para pensar también la construcción de subjetividad en general. Entiendo que no es una cuestión cerrada. Al contrario, el final es siempre abierto y nos permite continuar formulando preguntas.
Esta presentación está basada en mis publicaciones: Lo Femenino y el Pensamiento Complejo (Lugar Editorial, 2001) y “Presentaciones cambiantes de la sexualidad” (Rev. Uruguaya de Psicoanálisis, 111: 2010).
Ateneo Cómo el psicoanálisis da cuenta de lo nuevo Diversidad cambios e identidades 2014
Delia Torres de Aryan
Me llaman el desaparecido, que cuando llega ya se ha ido, volando vengo volando voy, deprisa de prisa a rumbo perdido. Cuando me buscan nunca estoy, cuando me encuentran yo no soy, el que está en frente porque ya, me fui corriendo más allá. Me dicen el desaparecido, fantasma que nunca está, me dicen el desagradecido, pero esa no es la verdad, llevo en el cuerpo un dolor, que no me deja respirar, llevo en el cuerpo una condena que siempre me echa a caminar. MANU CHAO
Agradezco la invitación a participar en un debate tan actual como urticante, lo que implica un retrabajo de las propias ideas, que siempre es una exigencia de trabajo de pensamiento. Me tocó abordar este tema, los días en que no se hablaba de otra cosa que de los «linchamientos». De preocupación, por las prácticas ilegales e ilegítimas del ejercicio del poder de castigar. Proceso de «insectización» del otro, mediante el cual el otro, ya no es más visto como un otro humano y puede ser destruido sin culpa. Intuición que Kafka nos mostró en «La Metamorfosis». Me pregunté cómo podría el Psicoanálisis aportar, desde su perspectiva a esto nuevo. Y que es «Lo Nuevo». La pregunta desde la psicopatología, de si hay Nuevas Patologías o no, no me parece fecunda.
Seguridad y Obediencia
Hoy me quiero referir a un desarrollo de Zygmunt Bauman sobre “Seguridad y obediencia”. Algunas de sus ideas y luego unas viñetas clínicas para que veamos cómo juega en la clínica, este.
El hombre medieval construía ciudades amuralladas y en ellas se sentía seguro y libre. Lo extraño, desconocido, peligroso quedaba fuera y los sujetos a cambio de la seguridad ofrecida brindaban obediencia. Me interesa subrayar que seguridad se pagaba con obediencia. Obediencia que muchas veces tomaba la forma de la «Obediencia Debida», del sometimiento, del no pensar, de la alienación en un pensamiento único, que es como decir que no hay pensamiento. Ser diferente era exponerse al castigo o aun a la muerte. En la modernidad también hubo un pacto de seguridad y protección a cambio de obediencia. Obediencia de los ciudadanos a las leyes. Para Foucault castigar es parte del funcionamiento de la sociedad. ¿Qué pasa cuando las formas del ejercicio de castigar producen inseguridad? Es uno de los problemas que plantea el funcionamiento de la cárcel: genera delincuencia. La cárcel es un mal remedio aunque a veces es lo único a lo que se puede echar mano. Lo veo como el uso de corticoides en medicina: alivia el dolor. Pero crea nuevos problemas muy serios. Foucault plantea que es necesario repensar la aplicación de la ley vinculada al ejercicio concreto del poder de castigar. ¿No pasa algo semejante en la familia? Para Freud gran parte de los problemas de la modernidad provienen de la renuncia a la libertad para conseguir seguridad. Pero en tiempos de lo que Bauman llama la modernidad liquida, nuestra actualidad, se renuncia a la seguridad, para lograr más libertad, también para pensar que es la verdad y esa libertad es a costa de la seguridad. Seguridad, libertad son igualmente indispensables, incompatibles e interdependientes. Las ciudades hoy, dice Bauman, son sentidas como lugares inseguros y encerrantes. ¿Por qué obediencia si no hay seguridad? Seguridad de tener trabajo, de la posibilidad de crecer, de ganarse la vida. ¿Y cómo puede haber seguridad si no hay obediencia? Es un desafío que atraviesa todas las clases. Menos seguridad con más libertad, y autonomía que se plasma con nuevas formas de subjetivación.
Generación post alfa
Franco Berardi llama Generación post alfa a los menores de 30 años que recibieron más palabras de máquinas que de la voz de la madre en contacto con su cuerpo No conocieron el alfabeto como las generaciones anteriores mediante lápiz y papel, tiza y pizarrón, desde la invención de la imprenta. Resulta que carecemos de matrices cognitivas para absorber la cantidad de información circulante y la posibilidad de que se traduzca en experiencia propia, por lo cual esa enorme masa de simultaneidad, se convierte en fuente de alienación y confusión.
El tiempo del pecho, la cuna, el juego en la casa, quien no recuerda la bella obra de Brueguel “Niños Jugando” con sus 86 juegos desplegados en la calle, ha sido suplido por espacios virtuales y tecnificados que alejan los cuerpos. Se instituye un mundo con otros afectos, otros contactos que producen una metamorfosis de la subjetividad y un mundo nuevo.
Cuando la velocidad toma el comando porque “ el tiempo es oro” no hay tiempo para la Transmisión de valores que nos interesa conservar: solidaridad, igualdad, libertad, justicia. "los valores que no significan nada por fuera de las condiciones sociales, técnicas, antropológicas en las que se modela el humano en cada momento.” Dice Berardi Cuando el inicio se entiende como el origen y fundamento, la meta es llegar, no trascurrir y con esa lógica se desea que los pasajes sean rápidos. Como psicoanalistas nos enfrentamos al desafío de aprehender las subjetividades contemporáneas con nuevos paradigmas porque lo humano ha cambiado y no es que lo humano cambió por la tecnología, sino que la tecnología y lo humano son parte de lo mismo viviente. Piensa Deleuze. Y ya que empecé recordando el tema de la justicia “directa” y pública, los “Linchamientos”, lo retomo para invitar a preguntarnos: a las posiciones que lo explican “porque no hay justicia” o a las otras, que la explican psicológicamente desde una teoría del desamparo social. ¿No les falta una perspectiva ética? La ética para U Eco surge, del haber padecido una imposición física en la infancia que permite comprender, condolerse con el sufrimiento del cuerpo del otro, y allí, encontrar un límite al propio actuar. Es un poder mirar mi acción con los ojos del otro que sufre. Habitamos un conjunto con sus reglas, leyes y valores, maneras de pensar que nos constituyen como lo que somos. y habitamos esos conjuntos que vamos construyendo junto con otros, entre varios otros en función de lo que hacemos juntos, siempre en torno a un conflicto. Ese “hacer junto con”, es el fundamento de una ética En cada situación se crean reglas de funcionamientos, que no son leyes universales, sino modos de atender a una situación. Cada situación tiene su propia ética y significado.
Ahora voy a relatar dos viñetas clínicas para introducir la discusión donde podremos articular este tema de seguridad y obediencia.
Una es una entrevista en mi consultorio, otra, una película que vi en estos días. Se trata de una joven de 20 años, con un problema de alcoholismo desde la perspectiva de los padres. La madre, es la que pide una entrevista porque tienen una relación muy tensa sobre este tema. Uno de los puntos que surge es que ella le reprocha a la madre, que fue muy desgraciada en su adolescencia, a sus 15 16 años, porque no la dejaba “salir a ningún lado”, y sentía que no le tenía confianza. La madre dice que no es que no le tenía confianza, si no que la preocupación era lo que pasaba en la calle, la violencia, el alcoholismo. La joven reitera que siempre se sintió muy desgraciada, distinta a las demás porque todos iban, las compañeras de cole y ella se sentía fuera del grupo. “La única a la que no dejaban ir es a mí”. Esta moción de odio, que tiene una connotación sexual, es actuada en la entrevista. La madre dice, “bueno, nosotros nunca decidimos por lo que hacían los demás”. “No, pero yo era la tarada porque todos iban y…”
Esta es una familia en donde esta joven, cuando se acerco a la pubertad, la madre la llevo a la ginecóloga para que la guiara en su acceso a la sexualidad. O sea que en esta familia, no parecía haber un problema de impedir u obstaculizar la sexualidad. Si no lo que planteaba la madre era este tema del alcoholismo.
Segunda Viñeta el film “Joven y Bonita” de François Ozon Joven y Bonita 2013, es una película francesa en la que el director se posiciona como psicoanalista que quiere empezar a entender sin referencias históricas. Es decir, la película empieza a transcurrir y vemos una familia compuesta por una adolescente de unos 15, 16, un varón de unos 12, la madre y el marido de la madre. No hay referencia histórica alguna. Esta chiquita empieza a incursionar, y se conecta a través de Internet. En realidad no es con una red de prostitución, si no que ella empieza a trabajar de prostituta con señores que conocía en Internet. Es bastante angustiante. Ella sale de casa vestida de niña para ir a la escuela, y se lleva ropa que le saca a la madre, zapatos de taco alto etc. y va al hotel. Con uno con otro, con otro, con otro. Cobra 300 euros, y ese dinero lo pone en una caja que esconde entre su ropa, es decir, ese dinero no lo usa, lo saca de circulación. Y sigue con su vida de colegio, le dice a sus compañeras que tiene un novio. La madre lleva una vida tranquila en familia, trabaja, cocina, pone la mesa, comen todos juntos. Hay un detalle también…hay una escena donde esta chiquita quiere seducir al marido de la madre. En este andar, un día esta con un señor bastante mayor, de unos 80 años, con quien estuvo varias veces. Y el señor en plena actividad sexual, muere. Ella trata de hacerle reanimación…esta muerto y se va. La cuestión es que la han filmado en el hotel, y un día la policía aparece en el trabajo de la madre, para comunicarle que su hija ejercía la prostitución. Lo que quiero compartir con ustedes es la situación de esta pobre mujer cuando se entera de todo esto, y no sabe qué hacer. Qué le dice, qué hace, cómo. Al principio esta incrédula, pero inmediatamente le dicen que está filmada. Entonces, ¿Qué se hace en relación a esto de seguridad y obediencia?
Lo habla con el marido, que le dice qué le parece si la pone pupila. Ella dice que tiene que pensarlo, y va a hablar con la chica que se la ve muy nerviosa. Al principio la madre está tranquila, le habla bien pero a poco se enoja, la hija le había estaba diciendo que era mayor de edad, acababa de cumplir 17 años, y la madre le da una bofetada. La chica está entre fría y desafiante, y la madre le pide disculpas. Transcurren los días, y le pide a la hija que le diga que nunca más lo va a hacer. La película termina con que vuelve a la prostitución. Retoma su agenda.
Me pareció importante esas conversaciones en la familia acerca de qué se le dice, qué se hace. Cuando la policía va con la madre a la casa, revisan y encuentran mucho dinero, porque ella no lo usa. La madre le dice que van a donar el dinero a una institución para ayudar a las prostitutas que quieren reinsertarse, y ella se descontrola, enfurece y manda a la mierda a la madre. Acá concluye lo que quería contar. ¿Qué hacer? Estas son situaciones que se nos plantean a nosotros analistas, subjetividad epocal.
Berardi Franco Patologías e imaginarios en el semiocapitalismo. Buenos Aires, 2007 Tinta limón página 15
Bauman, Comunidad (2003 p 19,20) Siglo XXI Bs As.
El paciente contemporáneo ¿Quiénes y por qué nos consultan hoy?
N. Marucco C. Nemirovsky Coord: Miguel Spivacow
Los dos expositores son Carlos N y Norberto M los conocemos mucho a los dos han dictado seminarios, cursos en distintos lugares del país y del mundo.
Para los que quieran profundizar en el
pensamiento de los dos Norberto tiene un libro “Cura analítica y transferencia” está agotado pronto lo van a re editar, pero está por publicar otro libro que se va a llamar posiblemente “Problemáticas de nuestro tiempo”. Y Kachi así lo conocemos todos tiene un libro muy interesante para profundizar en sus ideas “Winnicott y Kohut nuevas perspectivas para el psicoanálisis la psicoterapia y la psiquiatría” El tema de la mesa de hoy está en resonancia con el próximo congreso de la IPA Un mundo en cambio las formas y las herramientas psicoanalistas en el mundo en hoy, parece que toda esta problemática tiene que ver que los pacientes que nos consultan hoy no son los mismos que nos consultaban antes. Pero no sólo los pacientes no son los mismos nosotros tampoco somos los mismos, cabe toda una discusión de con que herramientas nos acercamos a éstos pacientes. El mundo no es el mismo, el universo simbólico no es el mismo. Hoy nos consultan pacientes que quieren cambiar de sexo, se discute cuanto sexos tiene la especia humana, el tiempo no es el mismo, la gente no sé si tiene la actitud y la cabeza para hacer los tratamientos que antes se hacían, los tratamientos en sí mismos pueden hacerse por skype o no, bueno hay una infinidad de cuestiones a discutir en todos los terrenos sobre qué tipo de pacientes cómo y porqué nos consultan. Entonces vamos a escucharlo primero a Norberto va hablar 15 o 20 minutos, después a Kachi y después vamos a intercambiar entre todos hasta que termine la actividad.
Nemirosky Lo que decía Norberto me hizo acordar algo que día Eric Laurent:”todos somos hijos del trauma” hablando de los vasallajes del yo, en este caso a la Realidad y en relación a lo que decía Norberto a la oferta de vínculos en la desvinculación. Las redes se especializan en la oferta de vínculos como una parodia como
una prótesis de aquello que falta. Recordé que Green en el 90`, en “Locuras Privadas”, dice que desde la época de Freud hasta ahora ha cambiado más la escucha de los analistas que los pacientes. Pero personalmente, creo que hoy encontramos menos neuróticos que en las primeras épocas. Hoy el analista está más sensible a detectar conflictos cargados de potencial arcaico que tal vez se descuidaba en el pasado. Yo en lugar de escucha, como dice Green, diría actitud y en lugar de conflictos arcaicos diría déficit. Es bastante interesante porque la misma clase de pacientes que le consultan a Norberto me consultan a mí también, auqnue tenemos pequeñas diferencias en las ópticas, acerca de ¿cómo construimos al objeto que nos consulta?. Qué pacientes vemos hoy implica dos cuestiones, una la percepción que es lo que vemos, y otra el tiempo que es hoy que son hechos a definir. Percepción no es un hecho pasivo y natural, (no deriva de la realidad “objetiva”) sino de una determinada concepción del mundo. El psicoanálisis es parte de la cultura con lo cual se van sucediendo innovaciones en la teoría y en la psicopatología y en los diagnósticos que dan cuenta de patologías que se presentan moldeadas por la organización social y por nuestras costumbres. La psicopatología habitualmente crece por los bordes de las categorías clasificatorias como por ejemplo en la frontera de la psicosis y la neurosis aparece el borderline pero pronto habrá que diferenciarlo del esquizoide que tendrá que diferenciarse a la vez de la esquizofrenia ambulatorio y de las neurosis graves. Nuestra nueva miradas van complejizando esa taxonomía. Nuestra manera de percibir también es cultural. La segunda cuestión es el tiempo en un mundo en cambio entonces los analistas nos tenemos que preguntar desde cuando empezamos a reflejar éste cambio. Norberto hablaba de 30 años que es una manera de aproximarse a poder hablar del tiempo en que se van produciendo los cambios, pero fíjense en las últimas propuestas de Freud tomando la segunda tópica, que ya reflejaba el contexto social que se comenzaba a vivir. Por algo el Yo ocupa tanto lugar en la última parte del desarrollo teórico freudiano. En Inhibición, Síntoma y Angustia de 1926 por ejemplo, resalta (como el segundo peligro de la evolución del bebé al adulto, en el ser humano), la posible pérdida del objeto de la necesidad. Esto aparece jerarquizado, y en trabajos en una década después, la escisión del yo, en “El yo y el ello” aparece el Yo debatiéndose con la realidad. Freud también cambia de opuestos, la psicosis empieza a ser la negativa de la neurosis, no ya la perversión y en concordancia el subraya lo que ve con más frecuencia en su clínica que reflejaba una estructura de psiquismo basada en disociaciones y trasmutaciones mucho más que en represiones, fenómenos que podemos abarcar con el de narcisismo a pesar de la polisemia. Quiero señalar algunos cambios en la cuestión social principalmente el cambio de rol social de la mujer después de la segunda guerra, que junto a la irrupción de los anticonceptivos, al viagra, a la generación de las familias ensambladas, a las crisis de las categorías de género, a la inversión de los roles padre e hijo, nos proponen desafíos a nuestras teorías con las que los analistas vamos llegando cada vez más tarde. El mundo cambia pero creo que es nuestra inercia la que nos debe preocupar. Derrida decía que el enemigo del psicoanálisis está dentro del psicoanálisis y se origina de las diversas ortodoxias a lo que vos planteabas de lo
pluri, multi, enfoque. Retomando Derrida decía que el enemigo está dentro del psicoanálisis y se origina dentro de las diversas ortodoxias que funciona a la manera de una enfermedad autoinmune. Esto lo trabaja muy bien Rodulfo en su libro último. Ajustar nuestras ópticas y nuestras bibliografías es un proceso mucho más lento que los cambios de hoy. Erikson decía que los padres educan a los hijos para vivir en un mundo que inevitablemente será distinto cuando ellos sean adultos. Creo que lo mismo ocurre con nuestra formación, respecto a los pacientes que ahora vemos. Nos formamos con herramientas para ver pacientes (individuos, parejas o familias) que hoy son la minoría de los que acuden a nuestra consulta. Si pensamos como se constituía la subjetividad hace algunas épocas teníamos que pensar en la familia, en la escuela y en los líderes barriales. Hoy la subjetivación es el resultado de factores muy diferentes. Tenemos que pensar en las redes sociales, la tecnología, las trama de la familia actual, la enorme oferta identificatoria en términos de género.En ese orden. Facebook hace algunas semanas permitía cambiar de género (que no sólo son dos sino que son múltiples). Los pares tienen mucha más influencia en la subjetividad actual mucho más que los padres. Los pacientes que hoy vemos, producto de la extensa cultura psi de nuestro país sobre todo en Buenos Aires, genera una demanda que nosotros hemos creado y fomentado aceptando en tratamientos prolongados a pacientes que a veces sólo necesitan una orientación aquí el psicoanalista es demando por otras cuestiones. En Europa, México o Perú las consultas son netamente sintomáticas o por crisis. Yo me voy a referir a pacientes adultos y adolescentes que es lo que yo atiendo. Yo no represento a nadie, en la línea que tomaba Norberto, cuento la experiencia personal y de colegas a los que escucho y además creo que los pacientes difieren según a quien consultan pero hay particulares de la consulta según la cultura que tiene ribetes tragicómicos. Un comentario que yo escuchaba de un chico de 9 años que estaba con sus padres y les decía “llévenme al psicólogo porque quiero hablar con ustedes” Otro comentario que escucho de un padre a su hijo de 12 “o te hacemos el Bar mitzvá o te llevamos al psicólogo, no podemos gastar en todo” La manera de acercarse a un profesional es inherente a la cultura psi que tiene cada región. Lo que voy a comentar no es estadísticamente significativo -porque nosotros cuantos pacientes vemos en nuestra vida 500, 1000, 2000?-. No son numéricamente significativos, no estamos en el tema de la evidencia como en la psiquiatría ni siquiera podemos armar un listado consensuado de motivos de
consulta.
Coincido con
Norberto sobre la depresión, pero como la enfermedad única de Pichón. Comentaré algunas consultas: es cada vez más habitual que me googleen, después que te manden un mail para pedir hora o confirmarla, luego, esto me pasa cada vez más frecuente, que me manden un mail para cambiar la hora que había dado y después que me manden un whatsap para decirme “estoy a 3 cuadras demorado, ya llego” Cuando abro la puerta de mi consultorio es habitual encontrar una persona mirando el teléfono a quien yo no saludo hasta que deja de mirar el teléfono, y después me dice que está esperando una llamada importante y si puede dejar el teléfono prendido. Esta es una característica cada vez más frecuente
Además de los pacientes derivados por otros pacientes, vienen los derivado por colegas psi o por clínicos, pediatras o ginecólogos o de o personas de la cultura. Pero los que vienen derivados por médicos vienen con el diagnóstico puesto “pánico o depresión” y muchas veces vienen medicados también y seguramente con un ansiolítico o/y antidepresivo y también con una indicación, “que te vea una vez por semana”. Quisiera señalar una característica de las grandes ciudades argentinas: si el paciente demanda “quiero analizarme” no siempre tenemos que responder positivamente: debemos tratar de comprender que significa analizarse. El tratamiento analítico requiere de una indicación y si se trata de mejorar la vida de una persona debemos hacer lo mínimo posible, no lo máximo, y también en el menor tiempo posible. Esto también lo tenemos que pensar, es importante la economía de recursos para el paciente y para nosotros o para el sistema de salud.
Los tratamientos empiezan y terminan y si no podemos finalizarlos debemos
fundamentarlos muy bien. Cuando vino Betty Joseph hace muchos años, (yo tenía una paciente en tratamiento muy prolongado), la consulté porque yo me sentía culpable de un tratamiento tan largo. Me dijo “A esa paciente quizás la tenga toda la vida por las características inherentes de esa paciente”. Pero esto es o debe ser excepcional. Esto me hizo reflexionar sobre ésta tarea, que a veces nos convertimos como en tutor de ese paciente, un acompañante. Seguramente le hace mejor el holding de un analista que de un psiquiatra, pero esto no nos habilita para decir que estamos explorando el inconciente. Retomando el tema de los pacientes que me consultan, luego de las primeras entrevistas para evaluar qué es lo que podemos hacer, la respuesta no necesariamente es un análisis, podemos acompañarlo. Acabo de ver un paciente en duelo reciente que quedamos en vernos semanalmente, tal vez quincenalmente para ver como evoluciona ese duelo, porque probablemente no necesite análisis, pero veremos, no hay que darlo por hecho, lo mismo en una crisis adolescente, en una crisis de la edad media de la vida. En las entrevistas hay que ir construyendo el motivo de consulta y ver si necesita y que clase de tratamiento amerita. Otra cuestión es: ¿Vienen a consultar o hacer un tratamiento? ¿Vienen a reflexionar sobre si mismos o a buscar resultados rápidos? Vienen, como decía un paciente, ¿a buscar un ámbito de intimidad confiable, como no lo encuentran fuera del consultorio? Yo le voy a pagar, decía, porque lo que puedo hablar acá no puedo hacerlo ni con mi mujer, ni con mi amante, ni con mi socio, ni con mis hijos. Señalo dos particularidades de la consulta: a) que si bien no hay un paciente típico las patologías que vemos con más frecuencia tienen su base más en la escisión que en la represión. b) quiero dejar de señalar la dificultad que tienen los pacientes de hoy en instalarse, rasgo agudizado si no comprendemos adecuadamente su demanda. Decía en un trabajo anterior que la psicopatología es una cuestión permanente y los síntomas son de la época. Hoy me cuestiono esta idea, porque creo que la injerencia de los medios, de la tecnología, de la escuela actual, de los padres, de los modelos familiares, modela y modifican la psicopatología misma. Si bien creo que quienes somos y el setting que construimos con un paciente generan las maneras de observar y
determinan una determinada manera de relacionarnos o algún estado mental entre muchos probables, creo que la transferencia se crea por la interacción entre las dos subjetividades.
Con nuestro instrumento de
observación –nosotros mismos, también en medio de la cultura- veremos al paciente desde una o más perspectivas. Recordemos que en la época de Freud la ciencia positivista decía que la Realidad era percibida a través de nuestros órganos sensoriales y que a partir de la introducción del principio de Incertidumbre en los ´30, y aún en las ciencias duras, se cuestiona el concepto de realidad en función de los instrumentos con los que nos aproximamos a ella. Todo proceso mental debe entenderse en su contexto: lo que observamos será el campo en el cual ambos jugamos. Y la analizabilidad no dependerá de los síntomas o de la psicopatología. La analizabilidad dependerá del vínculo que podemos crear y será lo único irrepetible y a veces una experiencia inédita -es decir no editada- para ambos. Sólo desde nuestra subjetividad podremos observar y sin duda lo haremos con mayor precisión si dejamos de lado los prejuicios que puedan aparecer en formas de teorías o como ideales de neutralidad. Norberto hablaba de lo no representado y está el libro de los Botella que es muy interesante y extenso. Yo hice una referencia a éste libro en la revista www.aperturas.org Lo no representado aparece con palabras que yo anoto y que son, por ejemplo: sensación de angustia, anestesiado, todo me da igual, palabras de pacientes o que construimos juntos. Sin objetivos, muerto en vida, desolado, a la intemperie me decía una paciente, vacío raro, extrañado, irreal. Todo esto tiene que ver con la muerte y gira alrededor de la problemática del vacío que vos mencionaste. Inexistente, viviendo dentro de un sueño, separado de la gente. Creo que éstas expresiones tratan de dar cuenta de la despersonalización crónica tiene que ver con lo que vos decías de pulsión de muerte. Pero no me gusta hablar de la muerte como pulsión. Para mí no tienen mucho que ver, los llamo despersonalización crónica. Nuestras taxonomías psicopatológicas nos resultan escasas para nominar algunos casos que vemos con frecuencia. ¿Dónde los ponemos hoy? Pienso que muchos de mis pacientes son no neuróticos/ no psicóticos y esto no quiere decir borderline que es una patología específica. No son caracterópatas obsesivos o fóbicos, tampoco vemos en ellos la crispación neurótica. No deliran, manifiestan muchas dificultades para vivir la vida. Lo digo así porque no sabría cómo decirlo, como lo dicen ellos o como lo construimos entre ambos y a veces tiene alguna enfermedad psicosomática. Tienen algo de insomnio, vacío quizás nostalgia, como dice Sabina, nostalgia de recordar algo que nunca existió, desinterés siempre acompañado de una percepción de inconsistencia. Pero evidentemente difieren de los motivos de consulta de los pacientes de hace 30 años atrás, no sé porque coincidimos con Norberto con los 30 años. No lo hemos hablado previamente. Si la consulta no es por una urgencia, intento de suicidio, pánico, alcohol o drogas suelen ser por estado larvados inespecíficos, vagos, de insatisfacción, de humor cambiante.
Un cuadro parecido a la
depresión pero que se acerca más al vacío y al tedio que implica dificultades de pareja, laborales,
desorientación e incertidumbre muchas veces acompañado por una adicción crónica al alcohol analgésico o psicofármacos. Nos encontramos frecuentemente con impaciencia coherente con el medio social y que en general son poco dispuestos al esfuerzo a largo plazo y aceptar un vínculo estable y constante. Muchos pacientes son exitistas a la vez que exigentes y no consideran al analista como una figura de prestigio.. No nos consideran más con prestigio y autoridad. Tratan de establecer una relación más genérica y tardan en instalarse. Describimos los pacientes que recibimos, pero…la cuestión es ¿que hacemos con ellos? Tenemos objetivos claros o más o menos claros: que el paciente se conozca, que no sufra tanto, que sea más armónico en sus diferentes formas de vivir. La cuestión es si sabemos cómo lo hacemos ¿Sabemos que hacemos y porque mejoran o no? En el trabajo de Jay Greenberg, que se presenta ahora en el Congreso de FEPAL 2014, plantea la cuestión de que nosotros sabemos menos de aquello que hacemos y cura, de lo que creemos a través de nuestras técnicas. Me decía un paciente a quien yo le pregunte después de unos años de tratamiento e inmediatamente antes del alta: decime qué te interpreté que te movilizó. Me respondió
“lo que me
interpretaste no me acuerdo”, -era un chico de 23 años que empezó a los 19-. Entonces qué crees que te ayudó a cambiar, Me dice: Para mí fue la diferencia con la manera de hablar en mi familia. Yo cada vez que te decía algo vos esperabas un poco y después me hacías algún comentario, en mi familia todo era caos, se superponían cuando no se tiraban con algo. Esto él lo marcaba como algo inédito, como algo vincularmente inédito que fue muy importante en la cura y en la organización mental de éste paciente, que me hizo revisar las teorías que hasta entonces tenía de la cura. Se me acabó el tiempo. Gracias
La práctica psicoanalítica actual ¿Babel o diversidad? Ateneo 15/09/2014 en APdeBA
Presentadores: Dr. Daniel Biebel (SAP) y Dr. Carlos Moguillansky (APdeBA) Coordinadora: Dra. Inés Vidal (APdeBA)
Inés Vidal:
Este ateneo forma parte de una sucesión de reuniones programadas por la Secretaría Científica a lo largo de todo el año sobre un tema central que es la reflexión del psicoanálisis, nuestra teoría y nuestra práctica en un mundo cambiante.
(Se le cede la palabra a Daniel Biebel)
Daniel Biebel:
Agradezco a la comisión organizadora la invitación. Siempre ha sido un gusto compartir mis inquietudes con ustedes.
Vamos a partir del título y de una posición, que no tiene por qué ser la misma que vaya a sostener dentro de un tiempo. La posición que voy a sostener tiene que ver con algo que, por así decir, en estos tiempos flota en el aire: la tan mentada imposibilidad de la comunicación. Voy a sostener la posición contraria con la esperanza de que se suscite un debate.
Partamos del título: La práctica psicoanalítica ¿Babel o diversidad? Presupone, entiendo yo, que la palabra Babel connota algún aspecto negativo. Por el contrario voy a optar por considerar un aspecto positivo de Babel. No olvidemos que la presuposición de que habría existido una lengua original de la cual después hubo una fragmentación no es más que un mito. Y si nosotros queremos apoyarnos en algún otro tipo de aporte científico o en la lingüística comparada, podemos suponer que en distintas regiones del planeta se generaron diferentes modos de comunicarse. Desde esta perspectiva podemos pensar que Babel no es la gran caída y la gran pérdida de algo original que ya teníamos, en aquel entonces perdimos y desde entonces estamos viendo de qué manera lo compensamos. Ya sé que se pueden hacer muchos y ricos aprovechamientos desde cualquiera de las dos perspectivas. Yo les propongo una.
Esta perspectiva es la que piensa que Babel es un lugar de reunión. Babel es un lugar donde se junta gente de distintos lares, que habla distintas lenguas y entonces está en una posición que estimo preferible a la de encontrarse cada uno aislado hablando consigo mismo o solamente con su pequeña tribu. Se trata de juntarse en la gran ciudad. Y la gran ciudad con mucho ruido, con muchos problemas. Una ciudad extremadamente compleja. Sin embargo ya se refería Sócrates de este modo a la ciudad, a otra ciudad, cuando en uno de sus diálogos en un momento estando en el campo, le dice a uno de sus amigos, aproximadamente lo siguiente: “Yo quiero ir a la ciudad porque en la ciudad podemos pensar más, porque hay más, hay más debate, más intereses, más conflictos. En cambio podemos deleitarnos con la naturaleza, y me gusta la naturaleza, pero si se trata de pensar en las cosas humanas y discutirlas, vayamos a la ciudad”, que en ese caso era Atenas.
En este otro caso, el de Babel, es todavía mucho más complicado que Atenas porque presupone un cosmopolitismo donde las lenguas son varias y el trabajo mayor y más dificultoso es comunicarse. Y sabemos que efectivamente la comunicación no es algo sencillo y justamente a eso nos dedicamos. Nuestra práctica clínica está concentrada en la búsqueda de la comunicación. Así lo podemos pensar si tomamos un enfoque como el de David Liberman, quien centró su estudio y su trabajo en considerar las distintas formas en que tratamos de lograr esa cuestión que es tan difícil pero tan necesaria que es la comunicación. La comunicación con el paciente, la comunicación con las experiencias, la comunicación consigo mismo. Efectivamente ese para mí es el núcleo de la obvia –imposible que sea de otra manera– diversidad. La diversidad es la diversidad que se puede encontrar entre las personas, la diversidad de perspectivas, la diversidad de ideologías, la diversidad de escuelas, de puntos de vista, de teorías, de experiencias, de historias. Por cierto que existe esa diversidad y entonces frente a esa diversidad el gran desafío: la búsqueda de la comunicación.
Pero no nos olvidemos del punto. Estábamos diciendo recién que es en base a los estudios psicoanalíticos y no sólo en los estudios psicoanalíticos, que esa diversidad la tenemos que presuponer en nuestro mundo interior. En nosotros mismos tenemos que valorar esa posibilidad de comunicar experiencias que se han producido en tiempos distintos, bajo perspectivas distintas y que requieren de alguna manera voces y oídos que no pueden ser exclusivos de uno mismo sino que necesitamos del otro para poder escucharnos a nosotros mismos, para que vayamos produciendo ese otro proceso tan interesante, tan valorado y tan estudiado por el psicoanálisis, en particular por la escuela kleiniana, que es la integración. Esta integración que de alguna manera van a ir poniendo estos órdenes de comunicación en conjunción.
Ahora bien, si nos queremos concentrar en la problemática de cómo se producen esos intentos de comunicación dentro de la comunidad psicoanalítica, el primer punto que pediría es que recordemos este concepto: comunidad psicoanalítica. Lo prefiero al de movimiento psicoanalítico. Cuando digo comunidad psicoanalítica estoy pensando en un libro muy interesante de Anderson, antropólogo, que se llama Las comunidades imaginadas. En su libro hace una crítica, un estudio profundo, histórico y de detalle, de la idea de nación, considerando a la nación como una comunidad imaginada. Él defiende que
la idea de nación se origina en rigor en las colonias, con la independencia de las colonias, en Latinoamérica de modo paradigmático, y de ahí es exportada a Europa.
La comunidad requiere un acto de imaginación que puede tener diferentes formas de concretarse, pero ¿por qué de imaginación? Porque recorta, establece afinidades, y dentro de ese conjunto de afinidades hace lugar a las diferencias, a las diversidades pero sobre la base de una afinidad recortada, una afinidad imaginada. Me podrían decir, bueno, pero la comunidad psicoanalítica podría ser una comunidad imaginada o podría ser una comunidad no imaginada. Quiero decir, dos posibilidades, si dijéramos que es no imaginada, podríamos decir que es una comunidad natural, una clase natural como podría ser supuestamente la especie “perro”. Pero no parece ser una clase natural; obviamente es una institución social. Entonces podríamos también decir no imaginada si nosotros de movida y automáticamente, por una razón de distinto orden, producimos una manera de pensarla donde excluimos la posibilidad de comunicación entre sus miembros. Entonces podría pasar que no se imagine una comunidad psicoanalítica. Esto nos ayuda a darnos cuenta que no es algo establecido ni estable, sino que hay que construirla.
La comunidad psicoanalítica, es algo que se construye de distintas maneras. Puede haber actos de construcción de la comunidad o actos de destrucción de la comunidad psicoanalítica. Y digo de destrucción en el aspecto comunitario; podría ser a través de producir divergencias insalvables, por ejemplo querer discutir con claridad asuntos de ética entre una posición nazi extrema y una posición liberal. No hay manera, hay un quiebre en el que esto no es posible. O puede ser un fundamentalismo de cualquier otro orden, un fundamentalismo musulmán, israelí o de donde venga. Cualquier fundamentalismo pone una fractura en la que no hay solución, no hay posibilidad de comunicación por definición. Una cosa es que algo se logre o no se logre cuando se lo busca. Otra cosa es que por definición no sea posible de ninguna manera encontrarla, que esté excluida por definición.
También existe una manera de pensar la comunidad psicoanalítica que la mantiene aislada de las otras comunidades científicas de distinta naturaleza. Entonces ahí también puede haber un acto decidido de considerar, de imaginar a la comunidad analítica de modo tal que su comunicación con otras comunidades humanas o disciplinas, sea propiciada, buscada, con todas la dificultades del caso, o sea impedida de manera preconcebida. Me adscribo a la línea que prefiere luchar contra molinos de viento a no luchar contra los molinos de viento. O sea, a buscar esa comunicación a ultranza.
A lo largo de la historia del psicoanálisis ha habido muchas reflexiones muy interesantes acerca de este tipo de problemas. Voy a hacer referencia a unas pocas. Últimamente estuve propiciando, con todas las dificultades del caso, y de paso aprovecho para invitarlos, a que hagamos una lectura de de las revistas en donde confluyen las publicaciones de las distintas regiones de la IPA. La revista Caliban, el Boletín de la Federación Europea de Psicoanálisis, el Journal de la Asociación Americana de Psicoanálisis y también el International Journal que en rigor pertenece a la Asociación Británica. Es decir, cuatro revistas por año, aunque se producen muchas más. Si tuviéramos la posibilidad de efectuar una
lectura de todos esos artículos de nuestra comunidad amplia, en nuestras comunidades más pequeñas, me parece que podríamos entrar en contacto con qué es lo convergente y divergente en el resto del mundo psicoanalítico dentro de la IPA. Por supuesto esto no excluye que haya otros intereses e interesantes publicaciones de afuera.
Estaba diciendo que las problemáticas acerca de esta dificultad de comunicación han sido expresadas de distintas maneras y han sido abordadas de distintos modos. Me gustaría, seguramente muchos de ustedes ya lo vieron, hacer una referencia al artículo de Carlos Mario Aslan en la revista de FEPAL del año 2008. Este se llama Modelos teóricos y clínicos en el psicoanálisis latinoamericano. También me gustaria hacer alguna referencia a un trabajo de Ricardo Bernardi publicado en la Revista de Psicoanálisis de la APA del año 2010 que se llama La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis: los debates sobre Melanie Klein y Jacques Lacan en el Río de la Plata. También querría hacer referencia a un artículo de Juan Pablo Jiménez, Aprehender la práctica de los psicoanalistas en sus propios méritos, publicado en el Libro Anual de Psicoanálisis en el 2010. Y para terminar hacer una breve referencia a un trabajo mío publicado en una revista de SAP.
En el trabajo de Carlos Mario Aslan, después de hacer un pasaje por las dificultades y divergencias que hay entre las diferentes escuelas, él se pregunta ¿qué podríamos tener en común sobre lo cual poder trabajar? Y responde con las siguientes “Orientaciones generales coincidentes en diversos modelos clínicos que de algún modo se oponen al babelismo: tenemos corrientes con diferentes nombres y surgiendo de esquemas teóricos diversos que se refieren a un fenómeno de tipo especial de la relación conciente-inconciente que se crea en la situación analítica”. Lo que dice es que en diferentes lugares se está discutiendo la posibilidad de pensar en una teoría del campo, la teoría del campo que propiciaron los Baranger en el Río de la Plata, la teoría del campo tal como surge con Antonino Ferro en Italia. Sin embargo, recientemente algo me llamó la atención. En un encuentro donde estaba presente el actual presidente de la Federación Europea, cuando alguien propuso dentro del grupo reflexionar acerca de la teoría del campo, él preguntó ¿qué es la teoría del campo? Y no lo estaba haciendo como provocación. De verdad y curiosamente, me llamó la atención que no estuviera en contacto con estos desarrollos, al menos bajo la perspectiva de Antonino Ferro, quien no ha de resultarle ajeno. Ahí nos encontramos con uno de esos factores remarcados por Bernardi, y en uno de mis trabajos, que nos lleva a interrogarnos por qué esta persona y muchos otros, o muchos de nosotros utilizamos mecanismos específicos para no conectarnos, para no saber, no querer enterarnos. Y acá entonces sí es necesario emprender una serie de trabajos ineludibles para lograr la comunicación, una actividad no solamente epistemológica y metodológica, sino un trabajo de acercamiento y digamos así, por utilizar una palabra olvidada, de fraternidad, porque si no procuramos entrar en contacto a pesar de todo aquello que se opone al contacto, evidentemente nos empobrecemos manifiestamente.
Les decía que el trabajo de Ricardo Bernardi se concentra en el siguiente punto: ¿cómo hacer frente al hecho de que no solemos tener debates reales, verdaderos, entre las diferentes posturas, referidas al estudio de materiales clínicos o referidos a diferencias de teorías? Estudia los debates, mejor dicho,
estudia de qué manera se dan estos supuestos debates y va encontrando, en base a la utilización de la teoría de la argumentación de Stephen Toulmin, cuáles son aquellos ítems que no se cumplen y por lo tanto no suelen darse verdaderos debates, sino meramente una afirmación de la posición en la que cada quién se mantiene. La tarea de debatir es muy difícil y hay que propiciarla. Yo creo que como analistas no tendría que sorprendernos. Sabemos que comunicarse es extremadamente difícil, a eso nos dedicamos. Este es el punto de Bernardi.
Juan Pablo Jiménez en el artículo que mencioné toma las ideas de Bernardi también, pero desarrolla otro aspecto. Propone que en lo posible separemos, dejemos un poco de lado las teorías y miremos cómo se desarrolla efectivamente la clínica y estudiemos la clínica por sus propios méritos, tratando de hacerlo de un modo metodológico y no epistemológico, porque eso es imposible. Propone dejar en suspenso una cantidad de cuestiones que son de orden teórico más abstracto e ir hacia los intercambios entre paciente y analista y estudiarlos a fondo. Sobre esa base podremos encontrar un campo mucho mayor de enriquecimiento y difusión.
Para terminar, les cuento brevemente un acercamiento a estos problemas que realicé en base a otras ideas de Stephen Toulmin, en un artículo que llamé Psicoanálisis y ciencia. Dije antes que Toulmin escribió sobre la teoría de la argumentación, que tomó Bernardi. Toulmin tiene otro libro que se llama La comprensión humana. En este libro hace una clasificación de las ciencias en disciplinables, cuasi disciplinables y no disciplinables. Yo transformo esta clasificación en una cuestión dimensional, y considero que en psicoanálisis tenemos dimensiones disciplinables, cuasi disciplinables y no disciplinables. Si las diferenciamos, la discusión en cada ámbito puede ser un poco más clara. A la vez es menester conservar todas estas dimensiones, que son a mi entender de una importancia fundamental para que el psicoanálisis sea tal como nosotros lo pensamos y lo sentimos. Cada vez que nos enclaustramos o parcializamos en cualquiera de estas posiciones sentimos que algo importante de nuestro psicoanálisis queda afuera. Muchas gracias
Carlos Moguillansky
Primero es un gusto estar acá y un gusto estar con Daniel. Yo coincido con Daniel en que estamos en una posición de buena voluntad, todos pretendemos entendernos. Dejo de lado aquellos que no, aquellos que son fanáticos. En psicoanálisis o en ciencia, el fanatismo tiene necesariamente que quedar fuera de lado. Y a partir de ahí, yo entendería mucho de lo que se planteó recién como un problema de divergencias. Yo entiendo la dimensión de divergencia como una diferencia de perspectivas o si se quiere como una diferencia de extensión de la observación. Por eso yo tomé un ejemplo del trabajo, que se habrá enviado ustedes, en la polémica minimalista tanto como dos escultores Donald J. y Tony Smith donde básicamente construyeron un mismo objeto que era un cubo negro, pero donde Donald J. decía que lo que se ve es lo que se ve y no le busquemos más vueltas, es un cubo negro. Tony Smith
dice: no es un cubo negro es un archivo, está lleno de palabras. Y para llevar al extremo su posición hace una escultura a la que la llama Die que en inglés quiere decir “dado” y quiere decir “morir”. El cubo puede ser un dado pero también está apuntando al azar del morir. Claramente ahí hay una divergencia porque donde Donald J. hace una observación literal, Smith hace una observación en la que incluye la dimensión del lenguaje y eso hace que entonces las dos posiciones sean distintas. Ahora, esa divergencia se puede salvar, hay recursos metodológicos que permiten salvar y darse cuenta de qué está hablando cada uno. Me parece que en cualquier disciplina, en cualquier conversación, en un análisis, en la comunidad analítica como le gusta llamarla a Daniel, las divergencias se pueden salvar con buena voluntad y con disponibilidad a entenderse, las divergencias se pueden salvar. ¿Eso resuelve el problema? Yo entiendo que no. Yo entiendo que además de las divergencias está Babel.
Yo entonces voy a tratar de referirme a Babel, a tratar de ver a mi gusto cuáles serían los problemas de imposibilidad de entenderse, los problemas del mal entendido, sin poner en juego el fanatismo. Me parece que ubicar Babel en el campo del fanatismo es simplificar el problema. Me parece que Babel es más compleja que eso, o en todo caso tenemos que estar mas atentos a los pequeños fanatismos que todos podemos tener.
Yo ubiqué a Babel, o a las maneras de poder examinar los problemas de Babel, en cuatro planos: El primero es un plano ligado al campo de las definiciones. ¿Qué es una mujer? ¿qué es un adolescente? ¿qué es una familia? Esas definiciones que parecen obvias no lo son. Pregúntenle a un talaban ¿qué es una mujer? A un marroquí ¿qué es una mujer? O a un paquistaní ¿qué es una familia? Vamos a tener definiciones distintas de las que usamos usualmente en APdeBA o en SAP o en Buenos Aires. Este campo de definiciones afecta concretamente al problema de la sexualidad. A mi gusto quien, con mucha inteligencia, abordó por primera vez este tema fue Ferenczi en un trabajo que llamó La confusión de lenguas entre el lenguaje de la pasión adulta y el lenguaje de la ternura infantil. Ese texto, que es un texto breve publicado en 1932 en un congreso Internacional, concretamente lo que plantea es ¿qué es una mujer? y ¿qué es una niña? Si es una mujer, la sexualidad tiene un significado y si es una niña, tiene otro. Y está en el tarso mismo de esa discusión definir cuándo una niña ya no es más una niña y es una mujer.
En el trabajo yo puse un ejemplo, una viñeta de una señora que tiene un despelote en el jardín con otra mamá y defiende a su hijo. Va a su sesión de análisis y se sorprende de haberlo defendido al nene. Y dice: “yo hice por el nene algo que yo no pude hacer por mi, yo no me pude defender”. Y entonces se refiere a un hecho conocido en el análisis que es que ella había sido abusada por un familiar y no se lo había podido contar a su mamá, sencillamente porque pensó que su mamá iba a pensar que ella había seducido al ofensor. Ese prejuicio siguió hasta el presente, nunca se lo pudo decir a su mamá. Y quedó muy sorprendida porque simultáneamente ella había leído un texto sobre una nena que había recibido maltrato y se había vuelto mala. Se preguntó si ella no tendría algo que ver con esa historia y a partir de esa historia pudo pensar que a lo mejor ella tenía derecho a defenderse, a ser la niña abusada y no la mujer seductora. Esto es un tema de Babel. No hay nazis acá, en esto discrepo con Daniel. Hay
mamás, hay nenas, hay análisis. Y Babel está en juego como un problema técnico en concreto en ese análisis que llevaba ya 3 o 4 años.
El siguiente nivel que quiero plantear de Babel está en el campo de la semiosis. Cada uno de nosotros es un agente semiósico, Modificamos el significado de los discursos que nos atraviesan y producimos nuevos discursos. Esto lo dijo Pierce, en fin, hay muchos autores que se han dedicado a esto, yo no me voy a explayar. En la ciencia esto también es cierto. Este hecho es un hecho de lenguaje. Me parece que en ese sentido, y en eso yo coincido con Daniel, Babel es un mito, un mito que habla de una desilusión, la desilusión de contar con un lenguaje adánico. No hay un lenguaje adánico, nunca hubo un lenguaje adánico. Por lenguaje adánico se entiende un lenguaje obvio que entiende todo el mundo. Vale decir que establece una relación natural con aquellas cosas que nombra. El lenguaje no es natural. Babel es el lenguaje. Es decir, el mito mismo de Babel es el reconocimiento humano de lo difícil que es entenderse. Esto puede ocurrir porque tengamos muchos idiomas distintos o puede ocurrir simplemente porque seamos usuarios del mismo idioma pero seamos agentes semiósicos capaces de producir significaciones diferentes.
Estas diferencias por ahí pueden parecer minimas si, como lo diría Cali Barredo, somos de la misma parroquia y entre nosotros podemos hacer chistes porque somos de la misma parroquia. Imposible hacer un chiste entre gente distinta a nuestra parroquia. Pero se vuelve con el tiempo diferencias insalvables, al punto tal que hay un momento en el que ya no se puede hacer un chiste porque el chiste no es entendible. Explícale quién es Moreno a un paquistaní. No hay manera de hacer un chiste con Moreno… o pongan al que quieran (risas). Y ahí me parece que ustedes captan cuál es el sentido de Babel.
El tercer nivel, que es una subvariante del segundo, tiene que ver con la especificidad del psicoanálisis como práctica. Es difícil decir qué es disciplina, es difícil decir qué es ciencia. Es una práctica. ¿Alguna ciencia no lo es? La cuestión es que en la arqueología del psicoanálisis en la genealogía del psicoanálisis, están la ciencias, ciencias que encontraron por ejemplo en la matemática un lenguaje que permitía validar o compartir diferentes discursos. Desde luego que el uso de la matematización de las ciencias sirvió muy bien para una serie de disciplinas científicas, la química, la física, geometría, etc. Pero cuando llegamos al campo de la medicina, la matematización empezó a hacerse más complicada porque como bien dice el aforismo médico “no hay enfermedades sino enfermos”. Ahí ya hay una primera dificultad porque resulta que las mismas enfermedades eran distintas en distintas personas. Empezó a aparecer una cuestión ligada a la singularidad. Si bien las mismas anaplasias producen los mismos tumores, los mismos gérmenes producen las mismas enfermedades, los mismos tóxicos producen las mismas intoxicaciones, había variaciones individuales respecto a la respuesta a estas distintas gnosis. Y apareció entonces la historia clínica. La historia clínica era una especie de recurso a la singularidad clínica como una manera de buscar resolver un problema que no estaba resuelto en el campo de la generalidad. El psicoanálisis en un primer momento se apoyó mucho en la historia clínica y medicalizó, quizás la primera mirada del psicoanalista fue una mirada médica, yo creo que la mirada de Freud, en un
primer momento, fue una mirada médica. Pero fue de Freud, por eso es Freud. Se dio cuenta que la historia clínica no servía porque el psicoanálisis trabaja con otra singularidad, no es la singularidad del individuo, es la singularidad del significado, la singularidad del sentido. Una misma persona padece de singularidades opuestas entre sí. Esto hace que sea muy difícil comparar una experiencia analítica con otra experiencia analítica. Es muy difícil sumar, restar, dividir, multiplicar, experiencias analíticas. Es difícil matematizar el psicoanálisis. Las observaciones analíticas son singulares. Intentar homogeneizar esa experiencia ha llevado a muchos analistas a pensar que el psicoanálisis es una cuestión poética, no científica. Escúchenlo a Bunge. A muchos otros los ha llevado a buscar en otras disciplinas un salvataje: cognitivismo, neurociencia, que yo no las discuto, me parecen muy buenas disciplinas, pero tengo mis serias dudas de que eso valida a la experiencia analítica o discuta a la experiencia analítica.
Y quiero mencionar un último nivel de Babel que es el de nuestra pertenencia institucional. Antes de empezar esta reunión estábamos charlando con Inés y ella decía ”yo soy una gran defensora de nuestra institución”. Y yo también, pienso que soy un gran defensor de la institución. Hoy estamos acá con mucha gente reunida con muy buena voluntad para tratar de entendernos. Pero al mismo tiempo que disponemos de esta disponibilidad fraterna, como le gustaría decir a Daniel, tenemos que saber que discutir es muy difícil, que en general no discutimos argumentos, en esto Bernardi tiene razón. Ninguna discusión nuestra resiste la menor crítica argumentativa porque nosotros pertenecemos a comunidades profesionales, nos unen intereses afectivos, nos unen sumisiones a ciertos ídolos teóricos. Nos unen intercambio de pacientes y dinero. Todo eso hace flaquear al espíritu a la hora de evaluar una teoría o un argumento.
(Se invita a abrir la discusión al público)
APdeBA en un mundo en cambio: inercia y transformaciones Ateneo APdeBA 18-11-2014
Dr. Héctor Ferrari
Notas previas: 1. En relación con el tema de la presentación, diría que es difícil concebir un ‘mundo sin cambios’. Quizá lo que asombra es vivir ‘los cambios del mundo’ con estructuras mentales que se desactualizan con el tiempo. 2. Inercia y transformación son términos muy bien elegidos: en el campo del psicoanálisis son significativos porque contienen un elemento de fuerza, de moción pulsional, un poder libidinal (Eros) capaz de frenar la organización institucional o por el contrario, impulsar su crecimiento. 3. Una institución es un dispositivo social creado para determinados fines y una estructura organizada para cumplirlos. En nuestro caso, la tarea que ocupa a la institución es el psicoanálisis, un material por demás sensible (alguna vez se lo calificó de ‘radioactivo’). Por eso, siendo la institución psicoanalítica análoga a cualquier otra institución, es radicalmente distinta. 4. Toda institución es una comunidad de intereses y de trabajo. Pero, el quehacer en común no basta: los integrantes deben colectivamente vincularse por ideales (Eros y Narciso), asociarse por sentimientos amistosos y también lidiar con mociones de rivalidad y odio, adecuadamente amortiguados. Es de esperar que estos elementos, metas, estructura, ideales y sentimientos funcionen con un cierto nivel de armonía. El devenir y destino de una institución está puesto tanto en la excelencia de sus metas como en la fuerza libidinal del colectivo humano que la sostienen. 5. Los ideales institucionales son valiosos e imprescindibles porque agrupan colectivamente y hacen masa. A su vez suelen ser ilusorios: alojan ideas narcisistas de perfección y una fuerza inercial que esfuerza a mirar las cosas con el espejo del pasado. Con el tiempo, casi sin notarse, los ideales colectivos se van insensiblemente transformando, se desgranan, sorprende reconocer que a menudo ya no los compartimos, lo cual se instala como una fuente de sufrimiento personal y de disputas. 6. Cuando algún acontecimiento fuerte amenaza al ideal colectivo, la estructura institucional puede conmoverse hasta un nivel traumático tal que provoque temor y amenaza de disolución. La situación revela
que los ideales son imprescindibles, pero llenan un lugar vacío. Freud (1927) menciona como los ideales que sostienen el lazo social de un grupo pueden funcionar como el equivalente de un fetiche. 7. La esencia misma de una institución es verse atravesada por fuertes entrecruzamientos transferenciales. En un párrafo a menudo desatendido, Freud (1912) se refiere a las transferencias institucionales: arrecian con gran intensidad y simultáneamente están veladas (beschönigt). Los miembros sienten que el trabajo institucional les brinda una necesaria contención para sostener su tarea de analista o que les genera perjuicios personales. Como efecto de estructura, la institución protege y hace sufrir.
APdeBA, el devenir de una institución joven 1. Es necesario remitirse a los inicios de nuestra institución, en 1977. No sabemos mucho sobre las razones del acontecimiento que provocó la separación de la entidad madre, la APA. A modo de mito originario, se alude a la defensa de los valores e ideales tradicionales del psicoanálisis: ética, ortodoxia, integridad, en la línea de los modelos sostenidos por la IPA desde Freud y defendidos por los pioneros locales. Como ya fuera mencionado, las ventajas de la comunidad de trabajo no mantienen cohesionadas a las instituciones. Deben establecer vínculos libidinales recíprocos entre sus miembros, colectivamente unidos en torno a ideales depositados en los propósitos de su creación. Ninguna fundación está despojada de ideales de grandeza, esplendor, prestigio pero también, aunque no se los mencione, de ambiciones personales y poder. Era de suponer que APdeBA debía tener un espléndido destino aferrada a la más estricta ortodoxia psicoanalítica. Parecía ser ese su mensaje y su misión. El grupo fundador y quienes lo acompañamos en su momento nos agrupamos en torno a estos ideales que generaron un fuerte sentimiento de pertenencia. Sirvió para afrontar con éxito las múltiples dificultades que suponía la creación de una institución psicoanalítica que en poco tiempo funcionaba a pleno y en dos años se la reconocía, como excepción en el mundo, Sociedad Componente de la IPA. 2. En el Acta fundacional se leen sus metas: Artículo 2: serán sus propósitos 1. El estudio, desarrollo y enseñanza de la ciencia del psicoanálisis, creado por S. Freud en todos sus aspectos 2. Cooperar con las otras asociaciones psicoanalíticas que forman parte de la IPA, así como otras sociedades científicas. Nada más. En sus orígenes, APdeBA se ocupaba básicamente de la formación y hacia su interior se recluía, casi con exclusividad en tareas científicas para sus miembros. La clínica analítica era su privilegiada ´tierra madre’ y la teoría kleiniana su suporte teórico casi exclusivo. 3. Con los años, el devenir institucional registró el ingreso de un creciente y variado pluralismo teórico de pensamiento analítico. Esta novedad, casi silenciosamente instalada, ha venido para quedarse como parte de una sólida trasformación institucional. Y con él, el debate no saldado sobre convergencias y divergencias en psicoanálisis, así como efectos deseables e indeseables de la diversidad. Hoy se percibe una mayor apertura a lo diferente y una mayor tolerancia al diálogo entre posiciones que hasta hace poco parecían irreconciliables Pero, ¿qué efectos institucionales ha tenido que una marca identitaria de origen debió hacerle
lugar a otras corrientes del pensamiento analítico? ¿Ha sufrido la identidad institucional o se ha favorecido? Si nos mirásemos desde afuera, como un extraño que busca contacto con el psicoanálisis, ¿Cómo le definiríamos hoy nuestra postura teórica? ¿Con que reemplazamos la marca de antaño? Por suerte ahora tenemos de todo, pero eso no necesariamente nos define. 4. Por motivos que sería largo de analizar, la institución pasó a tener muy variadas y numerosas actividades en los bordes, fuera de la tradicional ‘tierra madre’ (Mutterboden) del psicoanálisis. Lenta y progresivamente se crearon dispositivos donde los analistas desde la institución tomaron contacto con la medicina, las neurociencias, el derecho, la educación, las ciencias sociales, el arte, etc. La verdad es que no hay saber, ocupación o problemática donde la institución no esté presente. El psicoanálisis de la institución ha habitado con el saber del inconsciente múltiples actividades profesionales y se ha beneficiado en el intercambio. La organización institucional se hizo más compleja y variada, más difícil de gobernar, surgieron áreas, departamentos, centros. El tiempo generó toda una estructura nueva, que sería irreconocible para los tiempos fundacionales. Pero, ¿cómo se arropó esta estructura en los destinos ideales que rigen los nuevos tiempos? El psicoanálisis que se activó por fuera del ‘lecho materno’ ¿se lo reconoce como tal, goza de la misma legalidad de origen? ¿Pensando con la inercia del pasado, sigue siendo considerado una ‘extensión’? ¿O son nuevos desarrollos en actividades donde se despliega, como quería Freud, el saber del psicoanálisis como ciencia y no solo como procedimiento terapéutico? 5. En este punto, como en el anterior, quizá sea necesario trabajar en la búsqueda de un perfil diferencial propio de la institución. En los orígenes, la pertenencia a IPA hacía la diferencia. Ahora deberíamos buscar una línea distintiva de psicoanálisis, original y propia, para distinguirnos de una multitud de propuestas institucionales afines. No lejos de lo que fuimos, más cerca de lo que somos. Esta definición nos aunaría por una defensa de lo que tenemos y queremos, no de lo que fuimos. 6. El 10 de julio del 2001, en una Asamblea Extraordinaria se modificó el Acta Fundacional. A los dos propósitos iniciales (ver supra) se agregó un tercero: 3. Organizar una institución universitaria, que podrá tener la forma de Instituto Universitario conforme a lo prevista por la Ley de Educación Superior, para la enseñanza y la investigación en las disciplinas que estudian la salud mental y para la provisión de servicios a la comunidad en esa área del conocimiento. Sorprende que se incorporara de golpe al Estatuto ideas tan controvertidas hasta ese momento como Universidad, Salud Mental, Ley de Educación Superior, comunidad, etc. Más sorprendente fue constatar cómo, sometida a votación, la modificación fuese aprobada por unanimidad. El apoyo inicial al proyecto era fuerte pero se fue atenuando en el tiempo en la medida en que su aprobación aparecía cada vez más lejana. Su presentación, como un producto prácticamente terminado, más bien resultó sorpresiva, hasta inesperada. Es que, lo que finalmente por necesidad vio la luz, parecía que estaba al margen de lo que proponía la ortodoxia y la historia en relación a los ideales sostenidos por las instituciones psicoanalíticas clásicas.
En ese momento se conmovieron los lazos de la masa societaria, vínculos que como se dijo anteriormente, están en parte sostenidos en valores e ideales. También se conocen los efectos que causa que los ideales se vean amenazados: los ideales que sostienen el lazo societario remiten y reemplazan a la figura de autoridad oculta en el ideal y como tal se teme su desaparición. No es temor al cambio como se supone a veces, sino algo mucho más grave, es amenaza de disolución. La institución podía ‘desaparecer’, ‘fracturarse’ o ser ‘devorada’. ¿Se ‘traicionaron’ los ideales tradicionales y a través de ellos la organización institucional admirada del psicoanálisis? ¿Se había perpetuado una ‘inmolación’ hacia los ideales originarios de las instituciones psicoanalíticas? El tiempo transcurrido y el trabajo realizado han atenuado pero no eliminado los efectos inesperados de la incorporación del Instituto Universitario en la institución. La aparición del IUSAM APdeBA originó una conmoción interna y una polémica muy fuerte en los medios psicoanalíticos, como así también un reconocimiento tácito, no siempre asumido entre nosotros, de que fue y sigue siendo una primicia, tanto a nivel nacional como internacional. 7. Originariamente, APdeBA era una institución masivamente kleiniana y casi exclusivamente dedicada a la formación analítica por medio de su Instituto de Formación. En él, se seguían estrictamente los parámetros del trípode impuestos por la IPA. Predominaba el llamado psicoanálisis clásico, fuertemente reconocido como el tratamiento tipo u ortodoxo y como fuente casi privilegiada de teorización. La clínica de la sesión constituía casi el exclusivo ´lecho materno’ desde donde se nutría la formación analítica. Si bien el modelo generó muchas críticas y cuestionamientos, una larga experiencia local e internacional de su eficacia lo mantuvo y preservó su estructura básica. Cuando la formación analítica pasó al IUSAM como carrera de especialización (2006) se asumió el compromiso de que no se le iba a cambiar ‘ni una coma’. Desde entonces, la formación analítica siguió siendo semejante a la tradicional, pero en un nuevo ‘estuche’. Algunos se preguntan si el estuche incidirá sobre el contenido. La institución optó con buen criterio por mantener una experiencia en lugar de cambiarla, porque sus fundamentos básicos no eran negociables. 8. ¿Pero cuáles pueden ser los fundamentos básicos no negociables? ¿Son compartidos colectivamente en su defensa? Quiero señalar algunos con los que estoy de acuerdo: la institución es responsable de la formación, que delega la formación en un cuerpo de analistas reconocidos, que el análisis didáctico se realiza bajo la consigna de “cuanto mayor la frecuencia mejor” y que debe ofrecer un beneficioso pluralismo teórico. En un medio altamente competitivo, el desafío es precisar un perfil, definir sus fundamentos y defender colectivamente lo que tenemos. Y reconocer que hoy por hoy, con razón o sin ella, el imaginario social apuesta a lo académico por encima de cualquier otro tipo de formación. 9. Una experiencia local e internacional presenció un lento y paulatino declinar en el número de consultas de pacientes que en otros tiempos aceptaban las rigurosas condiciones que imponía un encuadre ortodoxo. Los candidatos y las instituciones se han enfrentado a un problema de difícil solución: en lo esencial, formarse sobre un modelo clásico para trabajar en pacientes que no se avienen a esas condiciones. Por supuesto la cultura está poblada de sujetos que reclaman consuelo terapéutico, lo piden ‘ahora’, ‘ya’, de variadas
maneras pero sin involucrarse personalmente. El análisis clásico es una propuesta a largo plazo, por la vía del circuito personal y la presencia de un otro. No es de asombrarse que haya perdido popularidad. Sin abandonar su identidad de origen, la formación debería aportar recursos y dispositivos técnicos para enfrentar estas situaciones y generar las condiciones para transformarlas en análisis a largo plazo. Se debe también familiarizar al futuro analista sobre las modalidades y técnicas con que se va a enfrentar en nuevos ámbitos profesionales (medicina, derecho, educación), donde las necesidades sociales lo reclaman con frecuencia pero para los cuales, necesita estar preparado. 10. El devenir de una institución muestra una especie de ‘alma colectiva’. No me refiero a un inconsciente colectivo, sino a ciertas características propias y distintivas presentes en un grupo y que trascienden lo individual. Es la manera propia como cada grupo ‘trabaja’ colectivamente su ideal. La historia de APdeBA es breve pero sobresalen en ella tres momentos: 1. La fundación institucional: desprenderse de cuajo de una de las instituciones psicoanalíticas más poderosas del mundo. 2. Ser la única en construir una sede propia en momentos económicos aciagos. 3. Crear un Instituto Universitario, una estructura académica para el psicoanálisis desconocida en el resto del mundo, apoyada con el mayor aporte económico que hiciera la IPA para sostener un proyecto externo a ella. Se diría que fueron propósitos arrojados, audaces, hasta intrépidos, donde la institución se permitió superar sus limitaciones y apostar al futuro. Una vez más la institución dio vida a un proyecto de magnitud considerable. Para ‘verlo caminar y crecer’ todavía haría falta recomponer la organización conmovida por un cambio traumático, reconciliarse con la afrenta inferida al Ideal y, por sobre todas las cosas, generar transferencia, es decir, defender y asumir colectivamente lo hecho.
APDEBA en un mundo en cambio: inercia y transformaciones.
Pensar en pensarlo
Lic. Laura Borensztein Soy otro cuando soy, los actos míos son más míos si son también de todos, para que pueda ser he de ser otro, salir de mí, buscarme entre los otros, los otros que no son si yo no existo, los otros que me dan plena existencia. Octavio Paz, Piedra de sol
Poniendo ideas en remojo Invitada a decir algo sobre “APDEBA en un mundo en cambio: inercia y transformaciones”. Lo primero que me digo es ¡vaya lío en el que me metí! ¿Un mundo en cambio? ¿Cuál mundo? ¿Qué decimos cuando decimos cambio? ¿El cambio es un suceso novedoso? ¿O lo novedoso es que hay algo allí para pensar? Puedo plantear e interrogar cuestiones de orden fáctico, como ser el modo de funcionamiento institucional, las políticas de intercambio y regulación con la comunidad o con la IPA. Aunque me parece interesante abordar la consigna misma de la invitación pensada en línea con el próximo congreso en Boston: “Un mundo en transformación: la forma y uso de las herramientas psicoanalíticas en la actualidad”, con el propósito de Intentar deconstruir lo que tal vez pueda estar naturalizado e invisibilizado en el sentido que las palabras parecen querer decir. El poeta Nicolás Guillen hablaba del asombro militante del turista. El asombro es ser turista en uno mismo, en el encuentro con el otro. Y es
precisamente ahí donde es posible pensar. Y mirar a otro como a un otro y a uno mismo como a un otro. Se piensa ahí donde algo sacude, si nos dejamos sacudir. 1 Y la física, una disciplina de las ciencias duras se sacudió. En 1989, hubo un congreso de premios Nobel titulado “¿El fin de la ciencia?”
Los organizadores
planteaban que “si la ciencia no se refiere a las leyes extra-históricas y universales, sino que es social, temporal y local, no hay manera de referirse a algo real más allá de la ciencia, que la ciencia meramente reflejaría”. Observar lo que señala Prigogine, cómo ha cambiado en las últimas décadas el concepto de tiempo, tal vez sea un punto de partida entre otros posibles para pensar cambio. Hasta hace muy poco tiempo atrás, la concepción estática de la naturaleza gozaba de un consenso casi total. Hoy ya no es posible sostener esa idea, así como tampoco la idea de un tiempo lineal que sólo admite procesos reversibles. Plantear “Un mundo en transformación: la forma y uso de las herramientas psicoanalíticas en la actualidad” como propone la IPA o “Psicoanálisis en un mundo en cambio y psicoanalizar en un mundo en cambio”, así como “Apdeba en un mundo en cambio: inercia y transformaciones”, implica un posicionamiento. Así planteados, los términos, Psicoanálisis y APdeBA, parecen ubicarse en un afuera de un adentro, que se llama mundo en cambio. Esto se torna más visible en las palabras que acompañan la propuesta de Boston y no dejemos de subrayar la palabra “ideales”: “Vivimos en un mundo que cambia rápidamente, que pone a prueba los ideales psicoanalíticos de reflexión y tiempo para pensar. ¿Cómo afectan estos cambios a la mente, a nuestra técnica y a nuestros consultorios?” Una cuestión es que se haga presente una diferencia, otra cosa es el tratamiento que se le otorgue. En este nivel se pone en juego la disponibilidad y la hospitalidad para alojar toda posibilidad que interrogue la lógica identitaria que nos impide pensarnos a nosotros mismos como partícipes necesarios de los cambios y los mundos existentes. Aunque una condición se impone, que permanezca iluminado lo inasible propio y ajeno para que toda diferencia no vuelva a naturalizarse a la luz del día, en la figura de lo obvio como decía Laing. 1
Nicolás Guillén. Elegía Cubana, 1952
Jean Luc Nancy lo expresa así: “El intruso se introduce por fuerza o por astucia; en todo caso, sin derecho y sin haber sido admitido de antemano. Es indispensable que en el extranjero haya algo del intruso, pues sin ello pierde su ajenidad. Si ya tiene derecho de entrada y de residencia, si es esperado y recibido sin que nada de él quede al margen de la espera y la recepción, ya no es el intruso, pero tampoco es ya el extranjero”.2 No es novedad, que el (lo) extranjero, el (lo) extraño siempre suela ser el otro. ¿Plantear cambio como una exterioridad al Psicoanálisis o a APdeBA, intentará alojar la novedad, pero tratada como un extranjero que viene a incomodar? ¿A conmover los ideales, como dice el texto de la propuesta de Boston? Encontrarnos con lo no esperado no es un problema. Se hace problema si no tiene lugar. Y lo que no tiene lugar insiste, del modo en que puede. Una manera de pensar ante un problema, es suponer que se trata de encontrar una solución, otra es interrogar lo que allí se ha puesto en tensión. Lo dicho nos interpela a los psicoanalistas y al psicoanálisis. Si así no fuera, ser psicoanalista sería solamente una práctica de observación desde “afuera” y no una situación de encuentro conjunto entre paciente y analista haciendo juntos un trabajo que da lugar a un devenir y a una producción de sentido que los involucra a ambos, incluidos los mundos que los alojan, los producen y que producen. Esto mismo también es aplicable para interrogar como se gesta lo que las instituciones psicoanalíticas albergan y generan.
Pensando una historia que piensa en origen. Es sabido que el psicoanálisis surge en la modernidad y en pleno auge positivista. No es novedad que cada época produce sus propias subjetividades y las condiciones para ello. Se sanciona, con cualidad de ley lo admitido y lo expulsado. Si ubicamos históricamente al psicoanálisis, ciertos términos se agrupan: modernidad, positivismo, estructuralismo y determinismo.
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Nancy, J. (2006). El intruso. Madrid: Amorrortu Editores.
Es un conjunto que permite la construcción de universales. Pero tal vez, si agrego el término metafísica, sin la cual modernidad y positivismo no hubieran tenido lugar, pueda empezar a interrogar alguna otra cuestión donde pueda conjugar la idea de cambio. La metafísica impone un significado trascendente. Significa una mirada desde afuera y donde a cualquier objeto de estudio le cabe un observador externo que pueda conocerlo, descubrirlo y entenderlo. Algo de esto estamos diciendo al decir Psicoanálisis o APdeBA ante un mundo en cambio. Plantear de este modo un problema, suele ser un modo habitual en que solemos pensar algo, diría intrínseco a la cultura de occidente que implica que pensar es conocer algo que es, un dado de ante mano, en este caso “un mundo en cambio o psicoanálisis”. Esto significa que para occidente lo que organiza el modo de pensar el mundo y su funcionamiento es en relación al ser. Es un modo identitario de pensar e interrogar la experiencia. Por ello decimos mundo y no mundos. Cómo si olvidáramos que habitamos el planeta tierra, el cual aloja infinidad de mundos. Tan fuerte es la pregnancia de esta idea, que cuando a comienzos del siglo XX aparece la física cuántica, el mundo científico duda, resiste al verse interpelado a pensar en eventos y no en leyes como las leyes de la naturaleza o de la física mecánica, por ejemplo. Conocida es la frase atribuida a Einstein, Dios no juega a los dados. De hecho, en el libro “El enigma cuántico. Encuentros entre la física y la conciencia”, sus autores cuentan que durante un cierto tiempo había una cuestión derivada de las teorizaciones de Einstein que los físicos mantenían en silencio y a la que llamaban “el secreto de familia de la física”. Se refieren a la afirmación de que si uno observa la posición de un átomo, es la observación misma la que causa su presencia allí, en otras palabras no estaba antes de que lo viésemos. Es una presencia producida en un encuentro. Los autores del texto Rosenblum y Kuttner plantean haciendo coro de otros pensadores, que el conocimiento que brinda la física cuántica no sólo afecta a la física, sino también a la psicología, la filosofía y la informática entre otras disciplinas.
Pensando cambio Lo que nos inquieta en tanto psicoanalistas, es un malestar frente a nuevas presentaciones, que no admiten lecturas que permitan rápidamente ubicar o ubicarnos en las categorías conocidas, ante los conflictos presentados. Si hacemos un corrimiento desde el pensamiento binario, mundo internomundo externo a una lectura compleja y consideramos la subjetividad, entramada en diferentes recorridos, como ser la propia experiencia personal, la vincularidad y los efectos del discurso socio cultural, observamos que la clínica, es un desafío para un saber instituido sobre el psiquismo. Se trata de hacer un pasaje desde una posición trascendente a pensar en la inmanencia de una situación. Es otro saber, otra idea de lo que es saber, según cual sea la lógica en que se asienta. En un pensamiento en trascendencia se trata de conocer lo que ya está dado, producido, mientras que un pensamiento inmanente y en situación, se trata de pensar lo que allí se crea. Foucault lo explica de la siguiente manera, el concepto de discurso deja de ser equivalente al concepto de ciencia o teoría. Ahora ya no es el conocimiento en exterioridad de un objeto al que se trasciende, sino que es una operación en inmanencia misma del campo al que se conoce. Entonces un discurso se define porque opera en el mismo campo del que se habla y no puede distinguir lo que era, de lo que hace. 3
En movimiento La propuesta de la IPA para Boston, lo mismo que el actual ciclo científico de Apdeba es una oportunidad para pensar cuáles son las ideas que piensan y constituyen al paradigma psicoanalítico, su dispositivo y a los psicoanalistas que lo practican, en el presente. Hay un autor, Emanuel Lizcano que se pregunta sobre las metáforas que nos hacen hacer y decir y las que nos impiden hacer o decir. En definitiva, ¿cuáles son
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Lewcowicz I, La irrupción del acontecimiento: Badiou, Deleuze, Castoriadis. Primer Módulo, mayo 1997
las metáforas que nos piensan?, y ¡sin que nos demos cuenta de ello! ¿Qué papel juega la ciencia en la constitución y legitimación del actual orden de cosas y en la destrucción y deslegitimación de otros órdenes posibles?
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Cuando Biebel fue invitado a este ciclo científico, planteó que él considera una necesidad que el psicoanálisis se atreva a grandes controversias. Si como invita Lizcano a interrogar las metáforas que nos piensan, o más poéticamente como lo dice Octavio Paz, la mirada da realidad a lo mirado, ¿qué del psicoanálisis o de sus instituciones se puede interrogar? Hace un tiempo otras lecturas me acompañan en mi camino, además de las psicoanalíticas. Me hacen pensar. Me sacuden el determinismo tan naturalmente incorporado. Y la ilusoria presunción que una linealidad temporal invisiblemente enhebrada, me permite entender lo que acontece sabiendo de sus antecedentes. Cuando fui a buscar que dice el diccionario de Ferrater Mora sobre cambio, ¡oh sorpresa! no dice nada de cambio, sino que envía a devenir y a movimiento. ¿Qué nos hace formular la idea en términos de “ante un mundo en cambio”? El mundo está en movimiento, en un devenir constante y nosotros las personas por lo tanto no podemos dejar de estar en movimiento o devenir, salvo que nos pensemos pudiendo estar en un afuera del mundo. Parece que hubiéramos tomado una acepción del verbo devenir, que nos acompaña desde Aristóteles: “llegar a ser”, esto es que desde un punto de partida puede desplegarse algo que está dado como un posible de antemano. La otra acepción de devenir: “ir siendo”, nada dice de la existencia de algún antecedente que permita anticipar lo que pueda ocurrir. Sólo nos dice que hay una íntima relación entre movimiento y ser. Que algo es pura producción inanticipable. Cuando un tiempo atrás se tomó lo dicho por Agamben acerca de lo contemporáneo, precisamente se trataba de señalar que no hay posibilidad de un afuera. Lo que cabe es solamente pensar en pensarlo. Interrogar nuestra disponibilidad para alojar en nosotros discontinuidades, rupturas y habitar mundos
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Lizcano E, Metáforas que nos piensan: sobre ciencia, democracia y otras poderosas ficciones. Buenos Aires: Editorial Biblos, 2009.
impensados. Poner a jugar aquello que le permitía a Agamben plantear algo diferente entre contemporáneo y actual. ¿Qué hace surgir las preguntas sobre psicoanálisis e instituciones en relación a cambio? Seguramente no se trata de la idea que desde que nació el psicoanálisis, no hubieran acontecido cambios importantes y significativos en el mundo. Sin embargo algo debe estar haciendo algún ruido diferente para que el tema del próximo congreso internacional sea este y que Apdeba tome la posta haciéndolo tema de su propio ciclo científico. Tal vez hay un movimiento, en la idea de cómo cambio viene siendo pensada y nos trae alguna dificultad. Ya no cabe el cambio en la idea de proceso de la modernidad. Dice Von Foerster que cuando un verbo es transformado en sustantivo, de repente se nos cuela adentro como si fuera una cosa, un ejemplo
de ello,
puede ser pensar cambio en lugar de cambiar o ir cambiando. Y agrega, que muchos de nuestros problemas para comprender se deben a que constantemente tratamos con objetos que en realidad son procesos o sea algo en movimiento. 5
Con-mover Se trata de preguntarnos ¿por qué hay cambio? o ¿se trata de preguntarnos cómo cambia? ¿Y por ende, cómo cambiamos nosotros con los mundos o nosotros cambiamos a los mundos? Otra manera de pensarlo es como lo plantea Tortorelli: “Llueve”, dice, “no hay sujeto ni objeto para este ocurrir”... “El objeto no se distingue de la acción. El sujeto, tampoco”... “ningún sujeto, ningún objeto más que el mismo acontecer. Habrá que pensar otra lógica para este suceder” ¿De qué se trata entonces? ¿De saber por qué llueve o de ver cómo llueve?
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Heinz Von Foerster, Visión y conocimiento: disfunciones de segundo orden. Nuevos paradigmas,
cultura y subjetividad. Paidós 1994
Nuevamente insisto, cambio, ¿Qué pensamos por cambio? ¿Cómo pensar alguna relación posible entre cambio y psicoanálisis? ¿Entre cambio e institución psicoanalítica? Conmoverse es un término interesante: con-moverse. Moverse con otro. Ahí donde se dice o se piensa Psicoanálisis o APdeBA ante un mundo en cambio, no hay un moverse con otro. Hay un centramiento que busca erradicar precisamente cualquier intento de descentramiento. O pensarlo con una cualidad de exterioridad donde algo es extraño y extranjero, donde no hay una mutua participación entre otros y un nosotros con aquello que acontece. Con-moverse involucra asombrarnos. El diccionario dice de conmover: perturbar, inquietar, alterar, mover fuertemente o con eficacia. Así como también significa enternecer. No habrá descentramiento posible sin asombro, sin extrañamiento. El asombro siempre está presente cuando acontece algo que no se espera. Es el efecto de un sacudir. Cuando cambio remite a devenir y movimiento, aquello que vive, que puede perdurar, implica algún tipo de sistema abierto ubicado en una permanente condición de equilibrio metaestable. Así es la analogía que brinda Prigogine cuando describe a una ciudad, ejemplo que puede extenderse a los mundos del mundo, o al psicoanálisis y sus instituciones. “Una ciudad mantiene su estructura, esto es está viva porque no está aislada, sino que intercambia continuamente “bienes” con el campo que la rodea”. (Y viceversa) Agrego, para ser autónomo hay que depender, es sobre ese trabajo en diferencia que algo nuevo es posible. Esto que acabo de describir podría pensarlo para mí misma. Dos autores provenientes de la filosofía, y en dialogo constante con el psicoanálisis como lo son Derrida y Deleuze me han permitido pensar otras ideas. Derrida me acercó a la idea de Différance, y Deleuze la idea de Rizoma. Ambas ideas implican movimiento. Todo aquello que se dibuja, se recorta, que se produce es un diferencial. Resiste a la representación. Pensar cambio es pensar en algún tipo de producción vincular que en términos de Deleuze desterritorializa. Allí se produce subjetivación, donde no hay
representación previa. Donde siempre hay un diferir, un desvío que nunca llega a término, un diferimiento de nadie. La noción derridiana de Différance contiene en sí tres sentidos: diferimiento (en el sentido temporal, es decir yo no estoy presente a mí misma sino que nunca me llego), diferencia, y conflicto o polemos (diferendos son diferentes opiniones que entran en disputa, es decir una tensión que no se resuelve, no tiene resolución). Mientras que Deleuze lo piensa como un rizoma y plantea que no hay centro o punto de origen desde donde pensar o como producción de subjetividad. Es una multiplicidad heterogénea. Él dice: “yo no soy, ocurro entre, el nombre propio no designa una persona, designa una multiplicidad.” El mundo no está afuera, se es en el mundo pero a costa de no ser un sujeto. Nosotros al mundo lo ponemos afuera, igual que a un vínculo; y en general lo ponemos afuera cuando nos afecta, nos perturba o deviene inentendible o incierto. Lo cierto, es que la Différance siempre trabaja. Funciona sola, no es una acción de nadie y al mismo tiempo es de todos. Siempre me resultó interesante que en francés la palabra personne designa a persona pero usada sin artículo quiere decir nadie. Foucault por ejemplo llamó proceso de subjetivación a la resistencia de cualquier saber y poder, o sea no hay representación posible ni siquiera para mí; yo donde me quiero pensar a mí misma, fallo. Estos autores como otros entre ellos Freud, intentan hacer una ruptura de la metafísica de la identidad. Como nos aclara Tortorelli, es poner en cuestión la propiedad de algo. No es un propio de ser mundo. Es como es mundo, como son mundos, cuestionar la propiedad de lo propio. La identidad es propiedad. Entonces desde Hegel en adelante -Marx, Freud- en esa bisagra comenzó a ser cuestionada la propiedad de lo propio. El sujeto soberano era el modelo de la identidad, el sujeto propio de sí mismo, del mismo modo que los estados soberanos.
Apdeba, pensar en pensarla En 1926, Eitingon diseña el modelo tripartito de la formación psicoanalítica. Se trataba de crear un dispositivo que sirviera a la transmisión y formación de analistas. Regulado por la IPA se fueron creando las distintas sociedades componentes. Probablemente como cualquier otra institución surgida de la modernidad, tenía como idea de base presupuestos pensados como sólidos y universales. Es por ello que se puede plantear y decir “de acuerdo a los estándares de la IPA”, por ejemplo. Si se trata de interrogar una relación entre Apdeba y cambio, es insoslayable observar e interrogar cómo es eso que llamamos mundo hoy. Por lo pronto, es la primera vez en la historia humana, que la idea de mundo aloja una experiencia global. Global no significa aunar mundos, sino que por las posibilidades tecnológicas que se ofertan, los mundos y la diversidad que allí se aloja, tienen en el presente la posibilidad inédita de
comunicar, informar,
intercambiar, dialogar, pelear, conocer y por sobre todo verse mutuamente afectados. Un poco más acerca de lo que hoy se oferta y se produce. En una presentación anterior, planteaba que el presente oferta un tipo de posibilidades que antes existían dentro del universo de la ciencia ficción. En este sentido dice Miller: “ la técnica se metió con lo real, con eso que parecía fuera de nuestra acción, de nuestras posibilidades. Pero la civilización ha penetrado en la fábrica de lo real.” Hoy nos encontramos frente a la inteligencia artificial, la transmutación de la materia, la clonación de cuerpos, la procreación no sólo sin la intervención de los cuerpos y genitales sexuados, sino que a la vuelta de la esquina probablemente pueda existir una procreación sin células sexuales. Intervenimos cuerpos, trasplantamos órganos. Todavía no podemos tele-transportarnos, pero ya podemos mover objetos a distancia. Imprimimos órganos, casas y esto recién comienza. En otro orden, la institución familia, las prácticas de crianza, la heteronormatividad, la primacía de la ley paterna, son muy diferentes de la época
en que Freud vivió. Significa esto, que los modos de producción subjetiva también han variado. Al darle un carácter nuclear, central y universal al Complejo de Edipo, Freud pensaba que el modelo de familia que el observaba y sus condiciones subjetivantes incluían cierta condición atemporal. Tanto Lewcowicz como Bauman hablan de un mundo líquido. ¿Cuál es el sentido de dicho término? Lo líquido da cuenta del movimiento de lo inasible, aunque solemos darle más peso a la idea de lo efímero o de la obsolescencia. El mundo actual, ha roto la idea de pensarse a sí mismo como sólido y estable. No es igual decir por ejemplo: en un mundo fluido como el actual en donde nada parece ser sólido y estable…, que el mundo se ha dado cuenta que no es sólido y estable. Si algo precisamente ya no tiene cabida es la idea de modelos institucionales sólidos, ciertos y permanentes. ¿Puede el psicoanálisis pensarse de este modo? ¿Podemos los psicoanalistas? Estas son las condiciones de subjetivación en el mundo actual. Es una manera de habitar y producir, de las personas hoy. Plantearlas en términos positivos o negativos, es un mirar desde afuera prejuiciosamente. Tal vez este pueda ser un punto de fuga, posible entre otros, para interrogar algo sobre que ha incrementado en el comienzo del siglo XXI, posicionamientos fundamentalistas que clausuran la posibilidad del trabajo en “differance”. Nos gusta disfrutar de los avances científicos y tecnológicos, pero otra cosa es cuando se trata de albergar lo incierto, lo impredecible, las rupturas y las discontinuidades que producimos y que se producen, y que muchas veces lo novedoso nos presenta. Hoy somos todos contemporáneos de la existencia de la electricidad, es tan natural para todos que nos resultaría muy difícil imaginar al mundo sin ella. ¡Y realmente, cuan diferente sería! ¿Qué hace entonces que interroguemos tanto a eso llamado nuevas tecnologías? Los niños y adolescentes no parecen responder así. ¿Se trata de pensarlos en términos generacionales? ¿O se trata de una diferencia acerca de cómo se alojan impensados?
Tal vez porque solemos tratar como impensables a los impensados. Impensable es algo que no cabe en lo pensado, en lo representado y según su cualidad emocional forma parte del eje de lo traumático. Impensado es algo que aún no existe en la cuenta psíquica de cada uno, tal como suele decir Julio Moreno. Es claro que la incertidumbre y lo discontinuo, están siempre presentes. No hay manera de saber que piensa otro. Ni que irá aconteciendo. Como tampoco saber todo de nosotros mismos. No se trata de cómo producir incertidumbre. Por suerte, ella se produce a sí misma. Se trata más bien de registrar las señales que nos indican la clausura de la producción inédita. Algunas preguntas entonces se imponen, ¿con que herramientas contamos los analistas para sostener y no clausurar dichas condiciones? ¿Cabe el modelo de formación pensado en 1926 y las instituciones creadas para ello, en el presente? ¿Estamos siendo el cambio que necesitamos? Cuando Derrida fue interrogado acerca de cuál era el sentido que le daba al término deconstruir, el planteaba que “se trata trastornar el edificio en sus propios desajustes, agravar las grietas. Resaltando que no es una operación negativa la deconstrucción”. Tomo y comparto la invitación de hoy como una oportunidad para meter el cambio adentro. Un adentro que no es ni adentro ni un afuera, sino aquello que se produce desde “el medio”. Es aquello inefable, inasible y fugaz que acontece en un vínculo produciendo subjetividad, creando sujetos.
Del mismo modo que el
psicoanálisis en tanto experiencia que transcurre en el cuerpo y en la subjetividad, por lo tanto sólo puede ser singular para cada participante del encuentro, implica un viaje en el cual no hay retorno posible. En un ateneo previo, se formulaba la siguiente pregunta: ¿la institución contiene la diversidad? Una cuestión es si la pregunta hace referencia a si somos tolerantes y respetuosos del semejante. Distinto es interrogar acerca de la disponibilidad para alojar la “Différance” que nunca deja de acontecer. Planteado así, se visibiliza que todo encuentro es inédito. Pero una condición se impone, lo representado debe conmoverse para alojar y habitar lo que
brinda lo que se presenta. Sea que hablemos de pacientes, del analista mismo o una institución psicoanalítica. ¿A que nos desafía pensar cambio en inmanencia? Por lo pronto ilumina nuevos problemas. Ya no se trata de estar entrenados sino de estar entre-nados. No circunscribe ni interroga sobre un origen. Al alojar lo que se presenta, lo pone a jugar. Por ejemplo en lugar de una discusión ApdebaIusam, se introduce ¿cómo hacen Apdeba-Iusam? ¿Es posible que lo que alguna vez fue instituyente y fundó instituciones pueda crear condiciones de manera perdurable y sostenida para seguir instituyendo dentro de lo instituido? Apdeba es un dispositivo. Un dispositivo involucra dice Deleuze, entendiendo a Foucault, saber, poder y subjetividad. El dispositivo es una máquina para hacer visible, para hacer hablar pero no se trata de objetos pre-existentes. Es un productor de subjetividad, con lo cual no caben universales. Opera en inmanencia. Dice Deleuze: “La novedad de unos dispositivos respecto de los anteriores es lo que llamamos su actualidad, nuestra actualidad. Lo nuevo es lo actual. Lo actual no es lo que somos sino que más bien es lo que vamos siendo, lo que llegamos a ser, es decir lo otro, nuestra diferente evolución”.6 En otro orden, en relación a iluminar otros problemas, en los mundos que hay. Por ejemplo, si nos hemos metido a modificar el límite que hasta hace muy poco imponía lo real, hoy asistimos a un nuevo paradigma, en el que pareciera que no hay límites al producir. Si hasta ahora hemos sostenido teorías psicoanalíticas que aún en sus diferencias, coinciden en un homogéneo que es la acotación al principio del placer, al goce. ¿Cómo nos pensamos partícipes de mundos que dicen que basta con desear, imaginar, soñar, pedir y hacer para que ello se realice? ¿Cómo estamos pensando por ejemplo, cuando ya se puede trasplantar un útero y hacer que geste? Si como fue dicho, son distintas las familias hoy y ya no hay una abrochadura entre función paterna y ley paterna, ¿bajo qué condiciones se puede seguir pensando el Complejo de Edipo tal cómo fue planteado por Freud? ¿Cómo pueden
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Deleuze, G. Michel Foucault, filósofo, Barcelona, Gedisa, 1995
entrar en diálogo las diversas generaciones si perduran dispositivos que presentan modalidades anacrónicas? Si miramos los mundos en que vivimos, como si se tratara de un mundo y con modelos que ya no son, no hacemos más que suponer una realidad que es ficción. Por ello la invitación a pensar Apdeba en un mundo en cambio: inercia y transformaciones, es una invitación a pensar en pensarla.
Noviembre 2014
Referencias
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