Introducción "Caminar con Dios a través del dolor y el sufrimiento" by Andamio Editorial

Timothy Keller

Caminar con Dios a travĂŠs del dolor y sufrimiento

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Índice Introducción. El estruendo del pánico debajo de todo

P R I M E R A PA RT E

COMPRENDER EL HORNO 01 >

Las culturas del sufrimiento La victoria del cristianismo 03 > El desafío a lo secular 04 > El problema del mal 02 >

29 65 111 145

S EG U N DA PA RT E

ENFRENTAR EL HORNO 05>

El desafío a la fe La soberanía de Dios 07 > El sufrimiento de Dios 08 > La razón del sufrimiento 09 > Aprender a caminar 10 > Las variedades del sufrimiento 06 >

187 213 239 263 299 331

T E R C E R A PA RT E

CAMINAR CON DIOS EN EL HORNO 11>

Caminar Llorar 13 > Conﬁar 14> Orar 15> Pensar, agradecer, amar 16> Esperar

361 385 407 429 465 493

Epílogo Agradecimientos Notas

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12 >

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Introducción

El estruendo del pánico debajo de todo Creo que tomarse la vida en serio signiﬁca algo así: que todo lo que el hombre haga en este planeta tiene que hacerse en la viva verdad del terror de la creación (…) del estruendo del pánico debajo de todo. De otro modo sería falso. Ernest Becker, La negación de la muerte1

Bendeciré al Señor en todo tiempo; mis labios siempre lo alabarán. Mi alma se gloría en el Señor; lo oirán los humildes y se alegrarán. Engrandeced al Señor conmigo; exaltemos a una su nombre. (Sal 34:1-3, NVI)2 El sufrimiento está en todas partes, es inevitable, y su alcance a menudo nos supera. Si dedicas una hora a leer este libro, en ese tiempo más de cinco niños en todo el mundo habrán muerto por abusos y violencia.3 Si te dedicas a leer el día entero, más de cien niños habrán muerto violentamente. Pero esa, claro está, no es más que una de tantas maneras de sufrimiento. Miles de personas mueren en accidentes de 11

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tráﬁco o de cáncer cada hora, y cientos de miles descubren que sus seres queridos se han marchado de repente. Es comparable a hacer desaparecer una pequeña población cada día, dejando a las familias y a los amigos devastados a su paso. Cuando se produce un número enorme de muertes en un solo suceso —como el ciclón Bhola de 1970 en Bangladés, el tsunami de 2004 en el océano Índico o el terremoto de Haití de 2010, cada uno de los cuales mató a más de 300.000 personas de una tacada—, saltan los titulares en el mundo y todos se resienten de la devastación. Pero las estadísticas son engañosas. Tales desastres históricos realmente no cambian la tasa de sufrimiento. Decenas de miles de personas mueren cada día en tragedias inesperadas, y cientos de miles a su alrededor se ven golpeados por el duelo y el impacto. La mayoría de ellos no ocasionan ningún titular porque el dolor y la miseria son la norma de este mundo.

Shakespeare lo comprendió bien al escribir: Cada mañana nuevas viudas gimen, nuevos huérfanos sollozan, nuevas pesadumbres le restallan en la cara al cielo.4 El mal y el sufrimiento son tan generalizados que las estadísticas que acabo de relatar apenas nos hacen parpadear. Sin embargo, debemos parpadear. El escritor Ernest Becker habló del peligro de negar la miseria de la vida y la aleatoriedad del sufrimiento. Cuando escuchamos hablar de una tragedia, se pone en marcha un mecanismo de defensa psicológico 12

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profundamente arraigado. Pensamos que esas cosas solo les ocurren a otras personas, a los pobres, o a los que no toman precauciones. O nos decimos que, si disponemos de personas adecuadas y responsables, y encarrilamos nuestros sistemas sociales, nada de esto volverá a ocurrir. Pero Becker creía que esto fracasaba a la hora de “tomarse la vida en serio” o al admitir “la viva verdad del terror de la creación […] del estruendo del pánico debajo de todo”.5 Ese pánico proviene de la muerte. La muerte es irreduciblemente impredecible e inexorable. El mismo mensaje se expresa en un artículo en The New York Times Magazine durante la época del “francotirador de Beltway”, quien disparaba a la gente en el área de Washington D. C. de un modo que parecía ser completamente aleatorio, sin preocuparse por la raza o la edad. Ann Patchett escribió: Siempre intentamos que el asesinato tenga cierto sentido para mantenerlo a raya: yo no encajo en la descripción; no vivo en esa ciudad; nunca habría ido a ese lugar, o no habría conocido a esa persona. Pero, ¿qué ocurre cuando no hay descripción, ni lugar, ni nada? ¿A dónde vamos para encontrar paz mental?… El hecho es que aplazar nuestra propia muerte es uno de los pasatiempos nacionales favoritos. Ya sea mediante el ejercicio, comprobando nuestro colesterol o haciéndonos una mamografía, siempre estamos tomando medidas contra la mortalidad. Averigua cuál es el perﬁl e identiﬁca las maneras 13

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en las que no encajas en él. Pero un francotirador disparando un único tiro, no a la multitud, sino a través de la mirilla, nos hace presente de forma horrible la misma muerte. A pesar de nuestras mejores intenciones, la mayor parte del tiempo sigue siendo aleatoria. Y, sin duda, está viniendo.6 Patchett y Becker exponen los modos habituales mediante los cuales buscamos negar el estruendo del pánico. Este libro es un esfuerzo por hacer lo que ellos instan: tomarnos la vida en serio. Quiero ayudar a los lectores a vivir bien e incluso con alegría frente al escenario de estas terribles realidades. Pérdida de seres queridos, enfermedades debilitadoras y letales, traiciones personales, reveses económicos y fracasos morales… si vives una vida normal, tarde o temprano te toparás con todo ello. Nadie es inmune. Por lo tanto, no importa qué precauciones tomemos, no importa lo bien que nos hayamos acomodado a una buena vida, no importa todo lo que nos hayamos esforzado por vivir sanos, ricos y cómodos con amigos y familia, y con éxito en nuestra carrera: inevitablemente, algo lo arruinará. Ninguna cantidad de dinero, poder ni planiﬁcación puede prevenir que la pérdida, la enfermedad grave, la traición en las relaciones, el desastre económico o un sinfín de problemas más entren en tu vida. La vida humana es mortalmente frágil y está sujeta a fuerzas que van más allá de lo que puedes controlar. La vida es trágica. 14

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Todos sabemos esto intuitivamente, y los que se enfrentan al desafío del sufrimiento y del dolor aprenden muy bien que es imposible hacerlo usando únicamente nuestros propios recursos. Todos necesitamos apoyo para no sucumbir ante la desesperación. En este libro defenderemos que, inevitablemente, este apoyo debe ser espiritual.

“Todos los indefensos cobren ánimo” El día de nuestra boda, Kathy y yo leímos nuestros votos delante de nuestra familia y amigos. A las tradicionales palabras de compromiso añadimos un pasaje de las Escrituras — Salmo 34:1-3— que está grabado en el interior de nuestros anillos de boda. Bendeciré al Señor en todo tiempo; mis labios siempre lo alabarán. Mi alma se gloría en el Señor; lo oirán los humildes y se alegrarán. Engrandeced al Señor conmigo; exaltemos a una su nombre. Pronunciar nuestros votos fue un momento emocionante, y las sublimes palabras del texto lo realzaron. Nos estábamos embarcando en toda una vida de ministerio cristiano juntos, y esperábamos presentar valientemente al mundo al Dios que conocíamos. En aquel momento, sin embargo, prácticamente ignorábamos por completo las palabras del centro del pasaje. La deﬁnición del texto de un ministerio de éxito es “que 15

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todos los indefensos cobren ánimo”. Una de las razones por las que pasamos de largo por esa frase entonces fue porque, como Kathy dijo más adelante, “con aquella edad ninguno de los dos habíamos sufrido poco más que una uña encarnada”. Éramos jóvenes y la arrogancia de la juventud no se imagina el dolor ni el sufrimiento. Poco sabíamos lo crucial que sería ayudar a las personas a entender y a enfrentarse a la aﬂicción, y a encararla bien nosotros mismos. Cuando acepté la vida como ministro intenté entender por qué tanta gente se resistía y rechazaba a Dios. Pronto me di cuenta de que tal vez la razón principal era la aﬂicción y el sufrimiento. ¿Cómo podía un Dios bueno, un Dios justo, un Dios amoroso, permitir tanta miseria, depravación, dolor y angustia? Las dudas en la mente pueden crecer a la par que el dolor en el corazón. Cuando me sentaba con los que sufrían, a menudo me encontraba sorteando objeciones a la existencia de Dios y a la fe cristiana. Hace algunos años entrevistaron a una actriz de Hollywood después de que su amante muriera repentinamente en un accidente. Había estado viviendo sin ningún pensamiento o referencia a Dios durante mucho tiempo, pero cuando esto ocurrió dijo: “¿Cómo un Dios amoroso permitiría que esto sucediera?”. En un instante pasó de la indiferencia a la ira hacia Dios.7 Son esta clase de experiencias las que han conducido a un sinfín de pensadores a defender, como dijo el escritor Stendhal (Marie-Henri Beyle), que “la única excusa para Dios es que no exista”.8

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Pero, al mismo tiempo, descubrí que idéntico número de personas encuentran a Dios a través de la aflicción y el sufrimiento. La adversidad los empuja hacia Dios en vez de apartarlos de él. Los tiempos turbulentos les despiertan de su sueño hechizado de autosuficiencia espiritual y les sitúan en una búsqueda seria de lo divino. El sufrimiento “coloca la bandera de la verdad dentro de la fortaleza de un alma rebelde”.9 Es una exageración decir que nadie encuentra a Dios a menos que llegue el sufrimiento a su vida, pero no es una exageración muy grande. Cuando el dolor y el sufrimiento se topan con nosotros, por fin vemos no solo que no tenemos el control de nuestras vidas, sino que nunca lo tuvimos. Con los años, también he llegado a darme cuenta de que la adversidad no solo empuja a la gente a creer en la existencia de Dios. Lleva a los que ya creyeron a una experiencia más profunda de la realidad, el amor y la gracia de Dios. Una de las principales maneras en que pasamos de un conocimiento abstracto de Dios a un encuentro personal con él como una realidad viviente es a través del horno de la aflicción. Como dice la famosa cita de C. S. Lewis: “Dios nos susurra en nuestros placeres, le habla a nuestra conciencia, pero nos grita en nuestro dolor”.10 Los creyentes comprenden con la mente muchas verdades doctrinales, pero esas verdades rara vez descienden al corazón, excepto por medio de la decepción, el fracaso y la pérdida. Como me dijo una vez un hombre a punto de perder tanto su profesión como su familia: “Siempre supe, en principio, que ‘Jesús es todo lo que necesitas’ para salir adelante. Pero real17

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mente no sabes que Jesús es todo lo que necesitas hasta que es todo lo que tienes”. Al final, según fue aumentando mi comprensión de la Biblia misma, llegué a ver que la realidad del sufrimiento es uno de sus temas principales. El libro de Génesis comienza con el relato de cómo entraron en el mundo el mal y la muerte. El libro de Éxodo relata los cuarenta años de Israel en el desierto, un tiempo de intensa prueba y dificultad. La literatura sapiencial del Antiguo Testamento se dedica en gran medida al problema del sufrimiento. El libro de los Salmos proporciona una oración para cada posible situación en la vida, y es sorprendente lo lleno que está de gritos de dolor y de duras preguntas a Dios acerca de la aparente aleatoriedad e injusticia del sufrimiento. En el Salmo 44, el escritor observa la devastación de su país y reclama: “¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes? (…) ¿Por qué escondes tu rostro y te olvidas de nuestro sufrimiento y opresión?” (Sal 44:23-24). Los libros de Job y Eclesiastés están dedicados casi en su totalidad a una profunda reflexión sobre el sufrimiento injusto y la frustrante inutilidad que caracteriza gran parte de la vida. Los profetas Jeremías y Habacuc ponen voz apasionada a la queja humana de que el mal parece regir la historia. Libros del Nuevo Testamento, como Hebreos o 1 Pedro, están prácticamente dedicados en su totalidad a ayudar a la gente a enfrentarse a incesantes dolores y problemas, y, por encima de todo esto, la figura central de toda la Escritura, Jesucristo, es un varón de dolores. La Biblia, por lo tanto, habla del sufrimiento tanto como de cualquier otra cosa. 18

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Inevitablemente, Kathy y yo tuvimos que enfrentarnos a nuestro propio duelo. En 2002 me diagnosticaron un cáncer de tiroides y pasé por cirugía y tratamiento. Por la misma época, la enfermedad de Crohn de Kathy se agravó y tuvo que someterse a numerosas operaciones durante los siguientes años, llegando en una ocasión a soportar siete en un mismo año. En cierto momento, me encontré frente a la angustiosa posibilidad de tener que dejar el ministerio pastoral debido a la enfermedad crónica de mi esposa. Fue, con mucho, la época más oscura de nuestras vidas. Y sabemos con certeza, por las Escrituras y por experiencia, que más tiempos oscuros tendrán que venir. Y, aun así, también más gozo del que podamos imaginar ahora. Echando la vista atrás, Kathy y yo llegamos a darnos cuenta de que la razón por la cual la gente no cree y cree en Dios, de por qué la gente se niega a hacerlo y crece en carácter, de por qué Dios se vuelve menos real y más real para nosotros… es el sufrimiento. Y cuando miramos a la Biblia para comprender este patrón profundo, llegamos a ver que el mayor tema de la propia Biblia es precisamente el modo en que Dios da plenitud de gozo no solo a pesar del sufrimiento, sino a través de él, igual que Jesús no nos salvó a pesar de lo que soportó en la cruz, sino debido a ello. Y por eso hay una alegría peculiar, rica y conmovedora que parece venir a nosotros únicamente a través del sufrimiento y en medio de él. Lo que hemos aprendido de estos años de ministerio con “los aﬂigidos” está en este volumen. Simone Weil escribe que 19

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el sufrimiento hace que Dios “parezca que está ausente”. Tiene razón. Pero, en el Salmo 34, David cuenta que, aunque siente a Dios ausente, eso no signiﬁca que realmente lo esté. Echando la vista atrás a una época en la que su vida había estado en grave peligro y todo parecía perdido, David concluye: “El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido” (v. 18). Escribo este libro porque he descubierto que esto es cierto en nuestras propias vidas.

El horno de fuego y el plan de este libro Entonces, ¿este es un libro para los que sufren? Sí, pero debemos hacer algunas distinciones. Todos sufrimos, o lo haremos. Pero no todos estamos actualmente en medio del duelo y de un profundo dolor. Los que no lo estén sintiendo, pero lo estén viendo en otro, tendrán multitud de preguntas filosóficas, sociales, psicológicas y morales acerca de ello. Por otro lado, los que estén pasando el dolor y la dificultad ahora mismo no pueden tratarlo como un asunto filosófico. Hablar tanto para los que sufren, como para los que no, en un solo libro no es una tarea sencilla. Aunque la persona afligida quizá se lamente utilizando preguntas filosóficas —“¿Por qué permites que pasen cosas así, Dios?”—, la preocupación real es la supervivencia personal. ¿Cómo vas a sobrevivir a esto? ¿Cómo vas a superarlo sin perder lo mejor de ti? Hablar de manera filosófica y distanciada a alguien que realmente está 20

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sufriendo es cruel. Y, no obstante, la experiencia del dolor conduce casi inevitablemente a las “grandes preguntas” acerca de Dios y la naturaleza de aquello que no se puede ignorar. Al leer libros sobre el mal y el sufrimiento, me ha quedado claro que la mayoría trataban el tema principalmente desde una única perspectiva. Muchos utilizan la perspectiva filosófica, y sopesan “el problema del mal” y si este hace la existencia de Dios más o menos probable, o el cristianismo más o menos plausible. Otros siguen un enfoque teológico, destilando y reuniendo todos los temas y enseñanzas bíblicas sobre el dolor y el sufrimiento. Finalmente, muchos libros toman un planteamiento devocional, escribiendo una serie de meditaciones diseñadas para ayudar a los que están sufriendo en medio de su duelo. También hay un pequeño número de artículos y libros con un encuadre tanto histórico como antropológico, examinando el modo en que diferentes culturas han ayudado a sus miembros a enfrentarse a los problemas y las dificultades. Cuanto más leo, más claro me queda que estas distintas perspectivas se instruyen unas a otras, y que cualquier tratamiento que se confíe a una sola perspectiva deja demasiadas preguntas sin responder. Por eso he dividido el libro en tres partes, desde las que se observa el tema usando herramientas un tanto diferentes. Lo que las une es la imagen central del sufrimiento como un horno de fuego. Esta metáfora bíblica es muy rica. El fuego, por supuesto, es una conocida imagen para el tormento y el dolor. La Biblia dice que las dificultades y los problemas son 21

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caminar por el fuego (Is 43:2) o “el fuego de la prueba” (1 P 4:12). Pero también asemeja el sufrimiento a un horno de fuego (1 P 1:6-7). La idea bíblica del horno es más bien lo que llamaríamos una “forja”. Cualquier cosa con ese grado de calor, por supuesto, es algo peligroso y poderoso. Sin embargo, si se usa adecuadamente, no destruye. Lo que se coloca de forma adecuada en el horno se puede moldear, refinar, purificar e incluso embellecer. Este es un punto de vista extraordinario del sufrimiento, que, si se afronta y se soporta con fe, al final solo nos hará mejores, más fuertes y más llenos de grandeza y gozo. El sufrimiento, pues, en realidad puede usar al mal contra sí mismo, desbaratar los propósitos destructivos del mal, y sacar luz y vida de la oscuridad y la muerte. En la primera parte del libro, miraremos el “horno” desde fuera: el fenómeno del sufrimiento humano, así como las diferentes maneras en que las distintas culturas, religiones y épocas a través de la historia han buscado ayudar a la gente a enfrentarlo y superarlo. También echaremos un vistazo al clásico “problema del mal” filosófico y las respuestas que le podemos dar. Puesto que esta primera parte del libro se sirve en gran medida de lo académico, inevitablemente será una discusión más teórica. Es crucial para poder ver el cuadro completo, pero, francamente, tal vez a una persona en medio de la adversidad le parezca demasiado abstracto. La segunda parte del libro va más allá de los temas más teóricos y comienza a procesar todo lo que la Biblia dice acerca del carácter del sufrimiento. Esta sección comienza con 22

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un viaje desde lo filosófico hacia lo personal. Casi podríamos decir que, igual que hace un padre con su bebé, la Biblia nos enseña a caminar paso a paso. La Biblia nos llaman a caminar firmemente a través de la aflicción y, para hacerlo, nos pide que comprendamos sus enseñanzas sobre este tema, maravillosamente equilibradas y exhaustivas: tanto profundamente realistas como, no obstante, sorprendentemente esperanzadoras. Esto evita que pensemos que podemos huir del horno (evitarlo) o correr rápido por él (negarlo) o simplemente dejarnos vencer sin esperanza (desesperarnos). Finalmente, la tercera parte del libro proporciona el material más práctico. La Biblia no percibe el atravesar el “fuego de la aflicción” como una cuestión de técnica. El sufrimiento puede refinarnos en vez de destruirnos, porque Dios mismo camina con nosotros en el fuego. Pero, ¿de qué modo realmente caminamos con Dios en esos momentos? ¿Cómo nos orientamos hacia él para que el sufrimiento nos cambie a mejor en vez de a peor? Cada capítulo está basado en una estrategia básica para conectar con Dios en el horno del dolor y el sufrimiento. No se deberían leer como “pasos” por separado a seguir en un orden estricto, sino como diversas facetas o aspectos de una sola acción, conocer al Dios que dice: “Cuando cruces las aguas (…) cuando camines por el fuego (…) yo estaré contigo” (Is 43:2). Si estás en medio de la adversidad, quizá debas leer primero la segunda y la tercera parte del libro. Allí encontrarás un sorprendente abanico de maneras de encarar el sufrimiento, 23

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y varían ampliamente: a veces casi parece que se contradicen entre sí. Parte de la genialidad de la Biblia como un recurso para los que sufren se halla en su rico enfoque multidimensional. Reconoce una gran diversidad de formas, razones y respuestas correctas ante el sufrimiento. Para mostrar todas las respuestas humanamente posibles al sufrimiento, he incluido al final de muchos de los capítulos una historia en primera persona de alguien que se encontró con el sufrimiento y pasó por él con Dios. Estas historias son a la vez inspiradoras y realistas. La Biblia no promete que el sufrimiento se vaya a resolver completamente ni que vaya a haber un “final feliz” en esta vida. Pero estas historias muestran cómo la gente de fe ha lidiado con las variedades del sufrimiento y ha pasado por el horno con la ayuda de Dios. Son un recordatorio para reconocer la presencia de Dios incluso en la peor de las épocas. Especialmente, en la peor de las épocas. En la que quizás es la descripción más vívida del sufrimiento de la Biblia, en el tercer capítulo del libro de Daniel, tres hombres fieles son arrojados a un horno que se suponía que iba a matarlos. Pero una misteriosa figura aparece entre ellos. Los asombrados observadores distinguen no a tres, sino a cuatro personas en el horno, y uno parece ser “el hijo de los dioses”. Y así caminan a través del horno del sufrimiento y no son consumidos. Desde la perspectiva del Nuevo Testamento, los cristianos saben que este era el mismo Hijo de Dios, uno que se enfrentó a su propio horno de aflicción, infinitamente mayor, siglos después, cuando fue a la cruz. Esto sitúa el concepto de que Dios “camina con nosotros” en un nivel 24

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totalmente nuevo. En Jesucristo, vemos que Dios realmente experimenta el dolor del fuego igual que nosotros. Verdaderamente es Dios con nosotros, en amor y comprensión, en nuestra angustia. Él se arrojó a sí mismo a nuestro horno para que cuando nosotros nos encontremos en el fuego podamos volvernos a él y saber que no seremos consumidos, sino que nos volveremos personas grandes y hermosas. “Estaré contigo, para bendecir tus problemas y santiﬁcar para ti tu mayor angustia”.11

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La misión de Andamio es publicar y difundir literatura que, desde una perspectiva bíblica, contribuya al desarrollo integral de la persona, la iglesia y a la transformación de la sociedad. Somos la editorial de los Grupos Bíblicos Unidos (GBU) y nacimos en 1987. Los GBU iniciaron su camino en el mundo de la literatura cuando un grupo de estudiantes universitarios puso en marcha (1974) una revista muy sencilla a nivel de producción, pero muy rica en contenidos. Desde ese comienzo un tanto “inesperado”, con pocos recursos pero con muchas ganas, hemos ido creciendo hasta el día de hoy. Andamio ha sido y es el resultado del trabajo y colaboración de muchas personas, unido a la ayuda de Dios a lo largo de todo este camino.

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Andamio es la editorial de los Grupos Bíblicos Unidos en España, que a su vez es miembro del movimiento estudiantil evangélico a nivel internacional (IFES), cuya misión es hacer discípulos y promover el testimonio de Jesús en los institutos, universidades y centros de trabajo.

TRADUCCIÓN

Caminar con Dios a través del dolor y sufrimiento

Alts Forns nº 68, sót. 1º 08038 Barcelona. España Tel. (+34) 93 432 25 23

Noa Alarcón CORRECCIÓN

Walking with God through pain and suffering Timothy Keller, 2013

Miguel Llop DIRECCIÓN DE ARTE DE LA COLECCIÓN

Sr. y Sra. Wilson MAQUETACIÓN

Sr. y Sra. Wilson DEPÓSITO LEGAL

B. 9242-2019

ISBN

978-84-949910-0-4

Prohibida la reproducción total o parcial sin la autorización de los editores.

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