Erik Raymond
En busca del contentamiento
ConďŹ ar en Dios en un mundo insatisfecho
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Teología bíblica
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Índice Prólogo a la serie
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Prefacio
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Introducción
27 PR I M E R A PART E
Definir el contentamiento 1. ¿Qué es el contentamiento?
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2. El Dios que está satisfecho
53 S E GUN DA PART E
Aprender el contentamiento 3. Más de lo que merezco
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4. Izquierda, derecha, izquierda…
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5. Más allá del envoltorio brillante
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6. ¡Simplemente, di no!
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7. Quedaos quietos y reconoced
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8. La esposa fiel
183
9. Todavía no estamos en casa
207
Conclusión
229
Notas
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Iglesias y entidades colaboradoras en la publicación de esta serie
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CAPÍTULO 1
¿Qué es el contentamiento?
Tom Brady es uno de mis atletas favoritos de todos los tiempos. Es un competidor acérrimo, un bromista empedernido y un quarterback del equipo de mi ciudad. Una de las cosas que más aprecio de Brady es su franqueza. En una entrevista de 2005 en 60 Minutes, dijo: ¿Por qué, a pesar de tener tres anillos de Super Bowl, todavía pienso que existe algo aún más grande para mí? Quizás la mayoría de personas dirían: “Pero hombre, esto es lo más importante”. Conseguí mi objetivo, mi sueño, mi vida. En cambio, yo pienso: “Dios, tiene que haber algo más”. Quiero decir que esto no es... no puede ser todo lo que hay.1
Brady no está nada satisfecho. Después de ganar su cuarto torneo de Super Bowl (2014) y antes de empezar la temporada 35
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2015, lanzó un vídeo2 en el que decía: “¿Sabéis cuál es mi anillo favorito? El siguiente”. Debemos recordar que todo esto lo dice desde la cima de la montaña social. Desde el punto de vista del éxito, lo tiene todo: muchísimo dinero, fama, logros, respeto de sus compañeros, una supermodelo como esposa, hijos sanos y felices, y una gran mansión. Sin embargo, cuando lo escuchas hablar, parece como si se tratara de un tipo que acaba de ver una película llena de ideales exagerados, pues nunca está satisfecho. Algunos podrían interpretar sus palabras como una expresión de su tenacidad y estoy seguro de que, en parte, es así. Pero hay más. Está buscando, sin parar, algo más. Se pregunta, rascándose la cabeza con su mano adornada con cuatro anillos de Super Bowl: “¿Existe algo más que esto?”. Muchas de las experiencias de Tom Brady son exclusivas de un quarterback All-Pro de la Liga Nacional de Fútbol Americano, pero el descontentamiento es algo común para todos nosotros. Relativizamos y minimizamos nuestra impaciencia. Reímos y hacemos bromas sobre el dinero que despilfarramos en algo que “debíamos tener”. El quejarse es como una segunda naturaleza para nosotros. En vez de acudir al Señor en oración y mantener la calma cuando nos perjudican, a menudo nos lamentamos y refunfuñamos. ¿Te has dado cuenta de que, a pesar de que todo el mundo dice que está muy ocupado, todos tienen tiempo suficiente para entrar en las redes sociales a través de su móvil allí donde estén? Cuando publicas algo en internet, ¿te has dado cuenta de cuántas personas te preguntan sobre ello? A menudo, ¡son las mismas personas que están tan ocupadas! 36
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¿QUÉ ES EL CONTENTAMIENTO?
Algunos observadores culturales han observado un fenómeno creciente llamado Síndrome de FOMO (siglas de la expresión inglesa fear of missing out, o “miedo a perderse algo” en español). Con tanta información a nuestro alcance, nos sentimos ansiosos por saber lo que están haciendo nuestros amigos, si tenemos algún correo electrónico, qué está pasando en la política, etc.; cualquier cosa excepto lo que estamos haciendo en este momento. Es posible que el Síndrome de FOMO pueda explicar el hecho de estar conectados constantemente, pero el descontentamiento explica el FOMO. El descontentamiento se produce a causa de nuestra ansiedad, infelicidad, insatisfacción y curiosidad. En pocas décadas de desarrollo tecnológico, parece que apenas podamos llevar a cabo las tareas básicas de la vida diaria sin tener que mirar el móvil. Es como si dijeramos: “He aprendido a estar insatisfecho en cualquier situación en que me encuentre”. Contrasta esto con las palabras del apóstol Pablo en Filipenses 4:11: “he aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre”. Los corazones de todas las personas, sean ricas o pobres, claman por tener más. Están descontentos. El quid de las palabras de Pablo es que, tanto si dispone de mucho como de poco, tiene lo que necesita. Está satisfecho. Por naturaleza, todos pertenecemos al primer grupo. Tenemos sed de más y buscamos más. Sin embargo, como cristianos, somos llamados a vivir siguiendo los pasos del apóstol y a decir que hemos probado y estamos satisfechos; tenemos lo que necesitamos. Debemos anhelar el escurridizo, pero preciado premio del contentamiento. Antes de seguir, necesitamos una definición clara del contentamiento. Después de todo, queremos saber a dónde vamos y cuán37
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do llegaremos a nuestro destino. Así, pues, ¿qué es exactamente el contentamiento? Basándome en gran medida en otros,3 ofrezco esta definición: el contentamiento es el espíritu tranquilo interior que, con gracia y gozo, descansa en la providencia de Dios. ¿Has visto alguna vez a una orquestra tocar en vivo en el proceso de ajuste de los instrumentos? Casi parece que el tiempo en que los músicos van ajustando sus instrumentos antes de empezar a tocar forme parte de la actuación misma. Mientras espero en medio del público, siempre me fascinan el cuidado y la paciencia que demuestran los músicos para asegurarse de que todos los instrumentos están en sintonía. Esto es lo que pretende este capítulo. Es una forma de sintonizar o ajustarnos a la concepción bíblica del contentamiento. No cabe duda de que, a medida que vayamos desglosando la definición, identificaremos algunas áreas que están algo desafinadas. No pasa nada. El objetivo es construir las bases para después aprender este arte del contentamiento.
El contentamiento viene del interior Pensemos en Pablo y Silas postrados en la cárcel de Filipos. Las autoridades habían ordenado que fueran encerrados en el calabozo interior y les habían sujetado los pies en el cepo. Se trataba de los mismos cepos que, a menudo, eran usados para torturar a los prisioneros en la antigüedad. Sin embargo, para obtener una idea precisa, debemos recordar cómo llegaron allí Pablo y Silas. El libro de Hechos nos cuenta que, un poco antes, Pablo y Silas estaban predicando el evangelio en la ciudad de Filipos y que estaban viendo fruto. De hecho, el impacto de su predicación era tal 38
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que la industria local de adivinos temía por sus negocios. Desesperados, habían atacado a Pablo y a Silas y los habían presentado ante los magistrados. Poco después, una multitud había empezado a atacarlos físicamente y los magistrados habían mandado que les arrancaran la ropa, dejándolos desnudos, y que los azotaran. Después de que Pablo y Silas habían recibido suficientes golpes, los echaron en el calabozo y sujetaron sus pies en el cepo (Hechos 16:19-24). No cabe duda de que había sido un día duro. Si hubo alguno en el que podríamos esperar que Pablo se quejara o que, como mínimo, refunfuñara un poco, era este. Sin embargo, no ocurre nada de esto, sino más bien lo opuesto: “A eso de la medianoche, Pablo y Silas se pusieron a orar y a cantar himnos a Dios, y los otros presos los escuchaban” (Hechos 16:25). Lo que leemos en el versículo 25 es asombroso si tenemos en cuenta lo que leemos en el versículo 24. Después de ser despojados y azotados en público, los enviaron a la cárcel, los tiraron en un sótano mohoso y oscuro, y los sujetaron en el cepo. Si se hubiese tratado de una película, la cámara se habría acercado a los misioneros para después apagarse gradualmente. Nos habrían parecido lamentables, pues estaban en unas circunstancias terribles. La película nos informaría de que han pasado varias horas cuando los guardias entran para asegurarse de que todo está bien con los pobres y atribulados evangelistas. Aunque esperan hallar a los presos muertos o quejándose, ¡los encuentran orando y cantando himnos a Dios! Estos hombres no solo tenían la fuerza suficiente para vivir, sino que también tenían la voluntad, el deseo de cantar y orar a 39
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Dios. Al leer este pasaje, casi podemos adivinar la sonrisa del narrador cuando añade: “y los otros presos los escuchaban” (Hechos 16:25). Estoy seguro de que así fue. Esta es la pregunta del millón: ¿cómo es posible que unas personas, después de lo que acababan de pasar, para después padecer las circunstancias que tuvieron que soportar, puedan ser capaces de liderar una reunión de oración y alabanza? He aquí la simple respuesta: estaban satisfechos. Pablo habla de ello en una carta a la iglesia que él mismo había plantado en esa ciudad: “No digo esto porque esté necesitado, pues he aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre. Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez” (Flp 4:11-12). El contentamiento no se basa en las circunstancias, es imposible. Pablo y Silas estaban satisfechos en medio de unas circunstancias que casi no podían ser peores. El hecho de que decidieran cantar himnos en una situación tan terrible nos muestra que el contentamiento viene del interior. Sin embargo, ¿no es algo contradictorio? A menudo pensamos que, si solo pudiésemos cambiar nuestras circunstancias, seríamos felices. Las circunstancias que percibimos como difíciles nos crean angustia. Centramos nuestra atención en nuestro trabajo, salud, relaciones, el comportamiento de los niños, problemas en la iglesia, nuestra imagen, etc., y pensamos: “Si esto fuera distinto, entonces mi vida sería mucho mejor”. 40
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Aquí es donde vemos que el contentamiento va más allá de un cambio en las circunstancias. En vez de basarse en el exterior y depender de unas circunstancias variables, el contentamiento bíblico viene de dentro y soporta cualquier tipo de situación externa. ¿Cómo, si no, podríamos explicar los himnos que llenaron aquel calabozo en Filipos? Esto forma parte del proceso de ajustamiento por el que debemos pasar. Si al principio malinterpretamos qué es el contentamiento, jamás podremos llegar a disfrutar por completo esta inmensa bendición. Por otro lado, si nos damos cuenta de que, en esencia, el contentamiento no se basa principalmente en lo que hay fuera de nosotros, sino en lo que hay dentro, estaremos yendo por el buen camino para aprender este arte perdido.
El contentamiento es tranquilo Así como podemos aprender mucho de los demás al escucharles hablar, también podemos aprender mucho de nosotros mismos haciendo lo mismo. Cuando hablas sobre los demás, por lo general, ¿te quejas o eres compasivo? Cuando hablas de tu trabajo o iglesia, ¿tiendes a refunfuñar o a enfatizar lo que está bien? Si te sientes lo suficientemente cómodo como para ir más allá de la cortesía superficial con los demás y respondes a la pregunta “¿Qué tal estás?”, ¿sueles ser negativo? Jesús nos enseñó que lo que decimos proviene de nuestro corazón (Mt 12:34). Lo que hay dentro del pozo aparece en el cubo. Si tu corazón fuera un contenedor de agua, ¿sería un lago tranquilo o un mar tempestuoso? Un corazón satisfecho se muestra a sí mismo sin quejas ni protestas (Flp 2:14). 41
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Debería matizar un poco esta explicación, pues existe un tipo de queja bíblica que es sana. No estoy diciendo que deberíamos ser insensibles a las dificultades de la vida. Tener contentamiento no significa ignorar los problemas o pretender que no existen, ¡todo lo contrario! Un espíritu satisfecho es aquel que se da cuenta de la dificultad y, aun así, puede descansar en Dios en medio de ella. En segundo lugar, estar satisfecho no significa no expresar nuestras quejas a Dios. Las Escrituras están llenas de oraciones de personas cercanas a Dios que claman y se quejan a él (p. ej., Sal 3:4; 34:6; 55:16-17; 77:1; 142:1-3). De hecho, se nos exhorta a depositar en el Señor toda ansiedad (1 P 5:7). El motivo para ello es que él se preocupa por nosotros. Sin embargo, observa el contraste: es diferente quejarse a Dios (“¿Hasta cuándo, Señor?”) y quejarse sobre Dios. El primero se basa en una confianza imperecedera de que Dios nos escucha y nos ama; al segundo le traiciona una confianza socavada en que nos escucha y nos ama. Es un privilegio para los cristianos poder depositar nuestros corazones afligidos en nuestro Padre y recibir medicina para el alma. Por último, estar satisfecho no significa no pedir ayuda a otros para que nos ayuden a superar aflicciones presentes por medios lícitos. Jeremiah Burroughs deja claro este punto cuando muestra que no es contradictorio estar satisfecho y, a la vez, usar los medios de Dios para aliviar el dolor: “Y mientras él me guíe, seguiré su providencia”. Buscamos ayuda de tal forma que nos estamos sometiendo a la voluntad de Dios y sus caminos. Sobre ello, Burroughs afirma: “Nuestras voluntades se derriten en la voluntad de Dios. Esto no se opone a la quietud que Dios requiere en un espíritu de contentamiento”.4 42
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Las quejas del descontentamiento incluyen los refunfuños. Refunfuñar expresa una desconfianza en Dios, una preocupación angustiada de que el futuro no irá de la forma deseada. El descontentamiento también puede estar caracterizado por la amargura, es decir, la frustración de que el pasado no fue como hubiésemos deseado. Además, el descontentamiento también puede caracterizarse por la distracción en el presente. Incapaz de concentrarse por lo que debería celebrar y priorizar hoy, el corazón descontento se enfurece en medio del ajetreo del mundo (1 Jn 2:16-17). Tanto si es explícito o implícito, este tipo de refunfuño va dirigido a Aquel que es soberano de tales cosas. Es por esto por lo que el quejarse y el refunfuñar son un asunto teológico, pues tratan a Dios como un ser incompetente, injusto o irrelevante, y esta es la razón por la que el descontentamiento no es considerado propio de un cristiano. Cuando pensamos sobre el contentamiento, podría ser útil preguntar a aquellos seres más allegados si creen que te quejas a menudo. Reflexiona en lo que dices y apunta lo que piensas. ¿Aceptas de manera consistente la bondad de Dios, tanto en los valles como en las cimas? El contentamiento sabe cómo cantar tanto en el calabozo como en un banquete lleno de delicias.
El contentamiento es una obra de gracia Antes vimos que el contentamiento viene del interior. Ahora quiero ir más allá y decir que este trabajo interior de Dios en nuestros corazones es una obra de la gracia. ¿Cómo, si no, podríamos explicar un comportamiento tan extraño? 43
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Si somos honestos, a primera vista esto nos podría desanimar: “¿Quieres decir que no puedo hacerlo yo mismo? ¿Que no puedo reunir la fuerza necesaria para conseguirlo?”. Es cierto, no puedes. De hecho, si lo intentas, fracasarás miserablemente e, incluso, fomentarás un descontentamiento mayor. Sin embargo, si empezamos a pensar en esta incapacidad, nos daremos cuenta de que, de hecho, es bastante esperanzador. El hecho de que Pablo (y muchos otros) vivieron satisfechos nos puede dar esperanza. En otras palabras, Dios tiene experiencia en hacer que personas como tú y yo estemos satisfechas en él. Tal y como veremos más detalladamente en el próximo capítulo, una de las funciones del evangelio es centrar nuestros corazones en Dios. Pasamos de estar inquietos a descansar, de sufrir a ser sanados, y de estar hambrientos a estar satisfechos. Dios hace que personas inquietas estén satisfechas en él (Sal 73:26). Esto es una obra de la gracia. Cuando los cristianos de Filipos recibieron la carta de Pablo, habrían reconocido el llamamiento de este al contentamiento como algo revolucionario. En su cultura, el contentamiento era un tema clave en las discusiones éticas desde tiempos de Sócrates. En la filosofía estoica [el contentamiento] denota a aquel que “se convierte en un hombre independiente y autosuficiente, sin necesitar a nadie más”. El objetivo de la persona estoica era que “un hombre llegara a ser autosuficiente en todas las cosas y capaz, mediante el poder de su propia voluntad, de resistir la fuerza de las circunstancias”. (…) Mediante el ejercicio de la razón por encima de las emociones, el estoico aprende a estar satisfecho. Para 44
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la persona estoica, el desapego emocional es esencial para conseguir el contentamiento.5
Qué diferencia tan marcada para el cristiano. En vez de lograr el contentamiento con la fuerza de la razón, el cristiano aprende a estar satisfecho siendo lo suficientemente débil como para que pueda ser fortalecido por la gracia. En este punto, es posible que estés pensando: “Realmente no me quejo mucho. Participo en mi iglesia y, por lo general, estoy bastante satisfecho”. El reto es mirar con honestidad a la evidencia en nuestras vidas. ¿Cómo podemos estar seguros de que hemos aprendido a tener contentamiento por la gracia? ¿Procede de mi interior? ¿O simplemente nos sentimos consolados cuando tenemos lo que queremos? Es una pregunta muy importante. Piensa en un bebé que llora y solo encuentra consuelo cuando se le da un juguete. ¿Se origina su satisfacción en su interior? Por supuesto que no. Si le quitas de nuevo el juguete, ¡descubrirás muy pronto la fuente de su contentamiento! Lo mismo sucede en hombres y mujeres adultos. Estamos sonrientes y tenemos paz cuando el trabajo nos va bien, las facturas están pagadas y los niños se comportan. Pero, ¿qué pasa cuando algo va mal? ¿Se ha trabajado el contentamiento desde dentro mediante la gracia? ¿O es esta felicidad parecida a la del bebé con el juguete? La fuente de nuestra paz se demuestra en cómo respondemos cuando Dios nos trae una prueba.
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El contentamiento descansa alegremente en la providencia de Dios Interiorizar la doctrina de la providencia es vital para aprender el arte del contentamiento. Vamos a indagar un poco más en ello en el capítulo 7, pero, por ahora, solo daremos unas pinceladas. La providencia nos enseña que Dios no está desconectado de lo que pasa en el mundo. El azar, la suerte o el destino no existen, sino que es un Dios sabio, amoroso y poderoso quien sustenta, gobierna y ordena todas las cosas como si estuvieran en sus manos. El catecismo de Heidelberg lo expresa a la perfección en la sección destinada al Día del Señor 10: La providencia de Dios es su poder omnipotente y omnipresente, por el cual sustenta y gobierna el cielo, la tierra y todas las criaturas, de tal manera que todo lo que la tierra produce, la lluvia y la sequía, la fertilidad y la esterilidad, la comida y la bebida, la salud y la enfermedad, la riqueza y la pobreza y, finalmente, todas las cosas, no acontecen sin razón alguna como por azar, sino por su consejo y voluntad paternal.
Un ejemplo bíblico donde esta doctrina revela contentamiento es la historia de José, uno de los doce hijos de Jacob. Los hermanos mayores de José le tenían envidia porque era el favorito de su padre y este lo trataba diferente. Jacob le había confeccionado una túnica especial y José no dudó en llevarla puesta con orgullo delante de sus hermanos. Además, José había soñado que sus hermanos le hacían reverencias y, para empeorar todavía más las cosas, se lo contó a todos ellos. Esto llevó a que sus hermanos planearan asesinarlo. Sin embargo, prevaleció la razón y decidieron 46
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venderlo como esclavo y decirle a su padre que José había sido devorado por un animal salvaje. Como consecuencia de esta conspiración, José acabó en Egipto, donde fue prosperando hasta convertirse en mayordomo de Potifar. Todo le iba bien a José hasta que la esposa de Potifar lo acusó falsamente de intentar violarla después de varios intentos fracasados de seducirlo. Por ello, José fue encarcelado. Mientras estaba en la cárcel, interpretó los sueños de otros presos y se hizo famoso por su sabiduría. Más tarde, el faraón le llamó por este motivo. En aquel momento, José brilló y se le dio un gran honor en Egipto. Mientras tanto, había hambruna en la tierra y los hermanos de José notaron su impacto. Así que partieron hacia Egipto para pedir comida. A lo largo de varios acontecimientos y escondiendo su identidad de sus hermanos, José les dio cuanto necesitaban y les convenció para que todos ellos volvieran a Egipto. Finalmente, reveló su identidad a sus hermanos, a quienes inundó el pánico por miedo a que se vengara. Sin embargo, José les respondió algo muy profundo: “Es verdad que vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente” (Gn 50:20). ¿Puedes ver los acordes de la doctrina de la providencia dando poder a este versículo? Dios usó todas las dificultades que José tuvo que soportar, incluso la maldad de sus hermanos, para su gloria y el bien de las personas. Ahora recuerda al bebé jugando con el juguete o al adulto con un buen trabajo. ¿Qué sucedería si Dios te quitara lo que 47
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ahora mismo te hace feliz, como quitó a José su túnica elegante y su lugar de honor? ¿Qué pasaría si la providencia te llevara a un hoyo? Una cosa es segura: revelaría si tu contentamiento es una obra interior de la gracia o un consuelo externo de las cosas creadas. Burroughs muestra este contraste con una ilustración. Él escribe que estar satisfecho como resultado de algo externo es como calentar con fuego la ropa de un hombre, pero estar satisfecho mediante la obra interior de la gracia en el alma es como la calidez que tiene la ropa de un hombre a causa del calor natural de su cuerpo. Si tiene buena salud, se pone su ropa y, si se trata de una mañana fría, quizás al principio estará fría, pero, después de un rato, empezará a calentarse. ¿Cómo es posible esto? Su ropa no estaba cerca del fuego o sobre el calentador, sino que la calidez procede del calor natural del cuerpo del hombre. Por otro lado, si alguien está enfermo, le cuesta mantener el calor interno, pues este se ha deteriorado. Cuando ese hombre se pone la ropa, esta no se calienta. El hombre tiene que sentarse cerca del calentador para entrar en calor e, incluso así, al cabo de un rato, la ropa volverá a estar fría. Es una ilustración de nuestra salud espiritual. Imagina que alguien pierde su trabajo o le dan malas noticias acerca de su salud. Su primera reacción será, probablemente, un impacto emocional. Su espíritu sentirá el escalofrío del hecho, como el escalofrío que produce la ropa fría. Sin embargo, después de un tiempo, el creyente sano y nutrido por la gracia empezará a soportar mejor su aflicción. Por decirlo de algún modo, la gracia lo calentará. Por otro lado, para alguien que no tenga este brillo interior del evangelio, tales noticias le producirán un frío continuado, no solo 48
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inicial. Es posible que sus amigos le ayuden a intentar superarlo y que lo envuelvan con su apoyo y amor, pero, como el calor del fuego, esta calidez desaparecerá pronto. Solo lo que procede de un espíritu de gracia permanecerá. Recuerdo cuando un hermano de la iglesia mayor que yo me advirtió, con mucho tacto, sobre la necesidad y la funcionalidad de descansar en la providencia de Dios. Poco después de nuestra boda, Christie y yo compramos nuestra primera casa. Estaba situada en una parte no muy deseable de la ciudad, pero era lo único que podíamos permitirnos y conseguimos estar a gusto. Al cabo de los años, fuimos viendo varias cosas que nos hicieron pensar en mudarnos a otro sitio. Después de tener a nuestra primera niña (nuestro tercer hijo), decidimos poner la mudanza en oración. Vendimos nuestra casa en tres días y enseguida encontramos un hogar en otro barrio en el que no se escuchaban tantos helicópteros de policía. Una vez en la casa nueva, hicimos una fiesta de inauguración a la que invitamos a docenas de amigos. Durante la celebración, estaba de pie en la terraza con el mismo hermano en Cristo, que tenía unos quince años más que yo. Estaba feliz y me deleitaba en la bondad de Dios bajo el cielo oscuro y las luces decorativas del exterior de la casa. Entonces, mi amigo, con una sonrisa irónica, me sorprendió al preguntar: “Y, Dios todavía sería bueno si te lo quitara todo, ¿verdad?”. Casi se me cae el vaso de la mano. Mi mirada de sobresalto debió parecer la de un labrador al escuchar un silbato para perros. “Sí, lo sería”, respondí lentamente y recuerdo que pensé: “¿Qué le pasa a este tío? ¡Menudo aguafiestas!”. Sin embargo, no era un aguafiestas en absoluto. Era un hombre que había sufrido aflicciones y las había superado confiando en Dios. 49
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Quizás notó que me estaba comportando más como un bebé con un sonajero que como un cristiano satisfecho en Dios. Aquella noche lo dejó bien claro y, doce años más tarde, sigue haciéndolo.
⤚⤙ El peligro de una palabra a menudo olvidada, como es el caso de contentamiento, es que no comprendamos realmente lo que significa. Si vamos a aprender el arte del contentamiento, necesitaremos saber lo que significa y lo que no. Aquí, al inicio de nuestro viaje, hemos observado que el contentamiento es algo que viene del interior y no del exterior. Es más bien tranquilo, en vez de quejumbroso; es una obra de la gracia y no el resultado del esfuerzo humano; descansa en la providencia de Dios en vez de quejarse ante Dios. Con todo esto, los instrumentos de nuestras mentes son afinados por la gracia.
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PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN
_ ¿Qué nos enseñan las vidas de famosos ricos y con éxito sobre la naturaleza elusiva del contentamiento?
_ ¿Cómo pudieron cantar y orar Pablo y Silas estando en un lugar tan miserable como un calabozo romano del s. I?
_ ¿Por qué es importante comprender que el contentamiento no está basado en las circunstancias?
_ A partir de lo que has leído en este capítulo, ¿crees que tu corazón está tranquilo (descansando) o es ruidoso (quejándose)?
_ Considera la ilustración de Burroughs sobre la diferencia entre calentar la ropa con fuego, y calentarla con la salud y el calor del cuerpo. Identifica experiencias en las que la gracia de Dios ha calentado tu alma en medio del frío de la aflicción.
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CO LO FÓ N
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Andamio es la editorial de los Grupos Bíblicos Unidos en España, que a su vez es miembro del movimiento estudiantil evangélico a nivel internacional (IFES), cuya misión es hacer discípulos y promover el testimonio de Jesús en los institutos, universidades y centros de trabajo.
TRADUCCIÓN
En busca del contentamiento
Alts Forns nº 68, sót. 1º 08038 Barcelona. España Tel. (+34) 93 432 25 23
Laia Martínez CORRECCIÓN
Chasing Contentment © Erik J. Raymond, 2017
Miguel Llop y Adelina Fernández DIRECCIÓN DE ARTE DE LA COLECCIÓN
Sr. y Sra. Wilson MAQUETACIÓN
Todos los derechos reservados. Esta traducción de Chasing Contentment publicada primeramente en 2017 se publica con el permiso de Crossway, un ministerio editorial de Good News Publishers, Wheaton, Illinois 60187, U.S.A.
Sr. y Sra. Wilson DEPÓSITO LEGAL
Prohibida la reproducción total o parcial sin la autorización de los editores.
B. 26658-2019 ISBN
978-84-120694-6-4 IMPRESO EN ULZAMA IMPRESO EN ESPAÑA
© ANDAMIO EDITORIAL, 2019 1ª EDICIÓN OCTUBRE 2019
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