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Presentación

Esta nueva entrega de Notas de Población, su número 113, ofrece a los lectores ocho artículos que abordan tres temas centrales: la fecundidad, la mortalidad y la migración interna. En el primer caso destaca un tema siempre relevante por sus consecuencias para los proyectos de vida de las mujeres, la fecundidad en la adolescencia y el papel de los métodos anticonceptivos, así como el problema de la evolución de los niveles de fecundidad a nivel subnacional en las últimas cinco décadas. En el segundo ámbito se han incluido la mortalidad infantil y la incidencia del COVID-19, en ambos casos con un análisis a nivel subnacional, un examen de los homicidios a nivel regional y un estudio de la esperanza de vida y los años saludables en tres países. Adicionalmente, se estiman los años de vida perdidos debido al COVID-19. En el último trabajo se estudia el perfil sociodemográfico y laboral de migrantes interestatales indígenas en México.

Este número se abre con el artículo sobre anticoncepción entre adolescentes en Chile, de Jorge Rodríguez Vignoli. El autor comienza presentando dos antecedentes clave sobre la temática: la pronunciada e inédita caída de la fecundidad adolescente en Chile desde el año 2008, acompañada de una persistente desigualdad socioeconómica, y la falta de fuentes actuales especializadas para estudiar el comportamiento reproductivo en adolescentes que permitan analizar el papel del uso de métodos anticonceptivos como variable intermedia. Se examinan tanto la combinación de los métodos usados por las personas adolescentes como su efecto en la probabilidad de tener hijos, sobre la base de la Encuesta Nacional de Juventud 2018. Los resultados apuntan a una mayor diversidad de métodos anticonceptivos entre adolescentes de menor nivel socioeconómico con respecto a otros niveles socioeconómicos, además de una relación clara entre el uso de métodos anticonceptivos modernos —y, en particular, de ciertas combinaciones de estos— y la probabilidad de haber tenido hijos. El estudio confirma la relación positiva entre el uso de protección en la primera experiencia sexual y la continuación del uso de esta, ratificando la importancia del uso de métodos anticonceptivos modernos y eficaces desde la primera relación sexual.

El artículo de Gerardo Núñez Medina se plantea el objetivo de analizar la evolución de los niveles de fecundidad en las últimas cinco décadas (1970-2020) en los 2.457 municipios de México, para lo que busca patrones espaciales, temporales o espacio-temporales que permitan definir conglomerados municipales con altos o bajos niveles de fecundidad, utilizando como indicador la tasa global de fecundidad. Para analizar la evolución, el autor utiliza seis modelos bayesianos espacio-temporales: un modelo clásico paramétrico, un modelo dinámico no paramétrico y cuatro modelos no paramétricos de interacción espaciotemporal. Los resultados señalan que, en 2020, el 36,8% de los municipios de México (principalmente urbanos) tenían niveles de fecundidad por debajo del reemplazo, aunque persistían desigualdades territoriales: los municipios rurales, que presentaban una falta de servicios y una distribución poblacional dispersa, mostraban rezagos importantes en

su fecundidad. A la luz de los resultados obtenidos, el autor concluye que la teoría de la difusión no parece sostenerse en términos de la importancia de la contigüidad espacial, sino más bien por cambios temporales.

En el siguiente artículo, las autoras Laura Rodríguez Wong, Juliana Vasconcelos de Souza Barros y Gabriela Marise de Oliveira Bonifácio abordan el tema de la evolución diferencial de la mortalidad de menores de 5 años en el Brasil y sus cinco grandes regiones (Norte, Nordeste, Sudeste, Sur y Centro-Oeste) entre 2000 y 2018. Ante la escasez relativa de estudios que profundicen en los cambios de los patrones de muerte en esas edades, las autoras se proponen delinear la tendencia de reducción diferencial por sexo y verificar si hay cambios en los patrones de causas de muerte que expliquen tal reducción, teniendo en cuenta las principales causas de muerte. Los resultados muestran diferencias en las transiciones de los niños y niñas de 0 a 1 año respecto de aquellos del grupo de 1 a 4 años. En el primer caso, la transición tendría tres etapas: i) un bajo diferencial de género en contextos de alta mortalidad de menores de 1 año; ii) la disminución paulatina de la mortalidad, que beneficia más las niñas, y iii) el mantenimiento de niveles bajos de mortalidad, que beneficia a los niños. Para el segundo caso, la mortalidad de 1 a 4 años, la situación es diferente: la alta mortalidad no parece discriminar por sexo, la disminución de la mortalidad beneficia más a los niños y la mortalidad a niveles mínimos no minimiza el diferencial por sexo. Esto revela la influencia perversa de las relaciones de género, puesto que los varones se ven más afectados.

Luciana Correia Alves y Laetícia R. de Souza son las autoras del trabajo sobre los factores determinantes de la mortalidad por COVID-19 en los municipios del Brasil. Este trabajo busca analizar las características de la población que más se relacionan con una alta tasa de mortalidad por COVID-19. Para ello, las autoras toman en cuenta lo señalado en la literatura existente sobre las variables asociadas al aumento de muertes por COVID-19: la gravedad de la enfermedad y su letalidad pueden deberse tanto a características intrínsecas de los infectados como a sus comorbilidades, estilo de vida y edad, entre otros factores. En el trabajo, se clasificaron las variables independientes a nivel municipal en cuatro bloques: infraestructura urbana, perfil sociodemográfico y económico, confinamiento y temperaturas ambientales, y salud. A partir de la estimación de modelos de regresión se obtuvieron los siguientes resultados: el aumento del número de camas de hospital y del nivel educativo se asociaba con una reducción de la mortalidad en los municipios. Las autoras subrayan la necesidad de contar con más información sobre los municipios afectados que permita diseñar medidas más eficaces frente al COVID-19.

En su trabajo sobre homicidios en América Latina y el Caribe, magnitud y factores asociados, Héctor Hiram Hernández Bringas sostiene que esta es la región del mundo donde ocurren más homicidios intencionales. A partir de información actualizada, examina los niveles y tendencias de esta causa de muerte y presenta algunas de las principales condiciones sociales que contribuyen a explicar la intensidad este fenómeno. Hernández observa que la delincuencia común y organizada, las pandillas juveniles y las características de la respuesta institucional han desempeñado un papel muy relevante en el incremento o la permanencia de elevados niveles de homicidio, en un contexto de pobreza, desigualdad,

falta de oportunidades y, particularmente, debilidad e inestabilidad política de algunos Estados. Señala que existen contextos de impunidad que hacen que el homicidio prolifere en los espacios públicos y privados. Asimismo, concluye que el alto nivel de homicidios no es propiamente un problema de la región entera, sino que se concentra en algunos países, con características específicas.

A continuación se presenta un artículo sobre arreglos de convivencia y su contribución a la esperanza de vida a los 60 años y sus correspondientes años saludables, elaborado por Sarahí Rueda-Salazar, Cecilia Albala, Jeroen Spijker y Daniel Devolder sobre la base de una investigación que compara España con Chile y Costa Rica. El propósito del trabajo es determinar la contribución de los arreglos de convivencia de las personas a su supervivencia y años de vida con buena salud en tres países con patrones similares de longevidad, aunque con realidades socioeconómicas algo diferentes. Los resultados indican que Costa Rica presenta la menor brecha de género en la esperanza de vida a los 60 años en comparación con los otros dos países; sin embargo, no se aprecia la misma ventaja en los años saludables a los 60 años, puesto que las mujeres mayores de este país tienen un menor porcentaje de años saludables que las mujeres mayores de Chile y España. En general, los distintos arreglos de convivencia producen un efecto variado en la esperanza de vida a los 60 años y en los años saludables según las estructuras familiares de las personas mayores en los países incluidos en el estudio. En Chile y España, la convivencia en pareja hace que la esperanza de vida de las personas de 60 años sea aproximadamente dos años mayor que la de las personas de la misma edad que residen en hogares unipersonales.

En el siguiente trabajo, Beatriz Novak y Paola Vázquez Castillo estiman los años potenciales de vida perdidos como consecuencia de las muertes por COVID-19 en México a un año y medio del comienzo de la pandemia. Los años potenciales de vida perdidos constituyen una medida de la carga que una determinada enfermedad representa para una sociedad: dimensionan la muerte en relación con los años que teóricamente ha dejado de vivir cada persona que falleció. A partir de datos de la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud de México se estimó que entre el 18 de marzo de 2020 y el 17 de agosto de 2021 se registraron 3.123.252 casos positivos de infección por SARS-CoV-2 y 249.525 defunciones por esta causa, y se perdieron 4.989.194 años de vida, de los cuales el 61,1% correspondía a hombres. El promedio de años potenciales de vida perdidos por cada defunción para ambos sexos ronda las dos décadas, y en al menos un 90% de los estados más de la mitad de los años potenciales de vida perdidos se registraron entre hombres y mujeres menores de 60 años, lo que refleja una alta proporción de muertes a estas edades, al contrario de lo observado en los países europeos. Las estimaciones muestran diferencias importantes entre las entidades federativas de México. Estas diferencias en cuanto a los efectos de la infección por SARS-CoV-2 sobre la mortalidad resultan informativas de cara a la adopción de decisiones, tanto relativas a la salud pública como orientadas a disminuir la inequidad.

Finalmente, en el último artículo de este número, Yenni Mayerli Aguirre Barajas, María Félix Quezada Ramírez y José Alfredo Jáuregui Díaz estudian el perfil sociodemográfico y laboral de los inmigrantes interestatales hablantes de lengua indígena en Quintana Roo en

cinco años censales: 1990, 2000, 2010, 2015 y 2020. Aprovechando la identificación operativa de las poblaciones indígenas que brindan los censos de población en México, se constató que los habitantes de Quintana Roo eran principalmente inmigrantes (más de la mitad de la población cumplía esta característica) y que el estado presentaba la tasa de migración indígena más alta de México. Dichos inmigrantes indígenas provienen principalmente de estados contiguos a Quintana Roo y se dirigen a los municipios de Benito Juárez y Solidaridad, donde se ubican Cancún y Playa del Carmen, localidades que forman parte de la denominada Riviera Maya. En cuanto a su perfil sociodemográfico, los inmigrantes hablantes de lengua indígena presentan un rasgo masculinizado en casi todos los cortes de tiempo analizados, en contraste con los no hablantes de lengua indígena, entre quienes ha existido una tendencia al equilibrio entre los dos sexos. Por último, el perfil laboral tanto de los inmigrantes hablantes de lengua indígena como de los inmigrantes no hablantes de lengua indígena exhibe características que denotan una baja calificación.

Comité Editorial

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