N.º 398 Diciembre 2013 - Ejemplar en la Argentina $18REVISTA CREA - N.º 398 Diciembre 2013 - Ejemplar en la Argentina $18-
• Buenas prácticas para efectuar pulverizaciones en cultivos de verano • Pautas para realizar aplicaciones en zonas periurbanas
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Sumario
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Dirigentes gremiales agropecuarios
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Escenarios futuros y su impacto en los modelos regionales del Chaco santiagueño
Los hombres detrás de los cargos.
Proyecciones de Ricardo Negri y Alejandro Vejrup. 34
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Los números de la agricultura en el NOA
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Pautas para la aplicación de agroquímicos en zonas periurbanas
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La clave: trabajar en red
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Buenas prácticas para pulverizaciones en cultivos de verano
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Nutrición mineral de bovinos en el Chaco santiagueño
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El cerebro en la escuela
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Incendios en cosechadoras y rastrojos
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Conservación segura de grano en silos bolsa
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Maquinaria agrícola
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Noticias de empresas
Resultado de modelos zonales de los principales cultivos. Documento consensuado.
El caso de la propuesta para aplicaciones periurbanas de agroquímicos elaborada por referentes pergaminenses. Controles en equipos terrestres y aéreos.
Principales deficiencias y fuentes de nutrientes.
Conferencia de Facundo Manes en una reciente reunión organizada por EduCREA. Recaudos con el manejo de la granza, combustibles y lubricantes. Monitoreo remoto de la producción de dióxido de carbono. Identificar peligros para reducir riesgos.
SECCIÓN ECONÓMICA
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El precio de la tierra
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LO AYUDAMOS A PRESUPUESTAR
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APUNTES
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“La notoriedad pública debe ser un instrumento” Entrevista al presidente de Federación Agraria, Eduardo Buzzi
Eduardo Buzzi cursó la primaria en una escuela rural localizada en el sur de Santa Fe. Había sólo 14 alumnos. “Empezamos dos primer grado, pero el otro repitió, así que me quedé solo a partir de segundo grado; finalmente, fui abanderado”, recuerda.
“Cada línea de bancos constituía un grado, integrado por unos pocos chicos. La maestra tenía actividades para todos en diferentes sectores de un mismo pizarrón”, añade el presidente de Federación Agraria Argentina (FAA).
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El primer año de secundario lo hizo en una escuela localizada en el pueblo de J. B. Molina (a unos nueve kilómetros del campo familiar en el norte de Buenos Aires). No la pasó bien, porque le costó acostumbrarse a la cantidad de alumnos presentes en un solo grado. Entonces decidió cambiarse al Centro de Formación Rural de la Fundación Marzano. “Era lo que se conoce como una escuela de alternancia: se pasaba una semana en la escuela y la siguiente en la casa. Ahora se extendió a 15 días entre una y otra. Es una metodología orientada a promover el arraigo rural. Así me recibí de técnico en gestión y administración de empresas agropecuarias”, comenta. –¿Cuándo llegó su familia a la Argentina? –Venimos de una historia de productores de al menos 400 años. Nuestro origen está en Sezzadio, que es una localidad de Alessandria, la cual, a su vez, es una de las nueve provincias que integran la región italiana de Piamonte. Viajé a esa zona y encontré documentación que certifica que la familia Buzzi contaba con ocho hectáreas de tierra en 1702. Mi abuelo, Santiago Buzzi, llegó a la Argentina en 1914. Se estableció como productor arrendatario en el norte de Buenos Aires para luego trasladarse al sur de Santa Fe, estableciéndose en el pueblo de J. B. Molina. Gracias a la Ley 13246 (de 1948), que es la Ley de Arrendamiento y Aparcerías Rurales, al venderse la Colonia Apaolaza, la prioridad de compra la tenían quienes trabajaban la tierra, y así fue que, durante el gobierno peronista, pudo comprar un campo. Por entonces, el Banco Nación otorgaba créditos para que los chacareros arrendatarios pudiesen tener acceso a la propiedad de la tierra. En ese proceso, hubo unos 46.000 nuevos propietarios. Ahí mi abuelo pudo comprar dos chacras de 100 hectáreas cada una, de las cuales yo heredé una porción de 55 hectáreas. Esa superficie no es viable para hacer agricultura extensiva. En algún momento trabajé otros campos lindantes, pero cuando los alquileres se fueron a la estratósfera ya no fue posible. –¿Qué destino tuvo esa superficie de 55 hectáreas? –Algunos años atrás, en la Federación Agraria creamos un proyecto de producción porcina con posibilidad de comercializarla en carnicerías. Mi
explotación es parte de ese emprendimiento. Tengo un criadero e invernadero de cerdos. Cuento con 10 hectáreas de alfalfa para crianza a campo; la terminación se hace en pista con maíz producido en la propia chacra. La producción se comercializa por medio de una cooperativa creada por FAA, cuyo principal destino son carnicerías localizadas en la ciudad de Rosario; en algunas vendemos la media res y en otras, cortes frescos y chacinados. –¿Tienen un acuerdo a façon con la industria? –Sí, la producción es reducida, pero con perspectivas de crecimiento. En estos momentos faenamos unos 150 animales por semana, pero ahora hemos comprado un pequeño frigorífico en la zona de Chabás que nos permitirá hacer –en poco tiempo– una faena de unos 200 animales por semana. –De esa manera se hacen viables pequeñas unidades de producción… –Claro. Todas las unidades productivas involucradas tienen por lo general entre 50 y 80 hectáreas. –¿Con qué recursos compraron el frigorífico? –En su momento con (el exministro de Agricultura) Julián Domínguez, obtuvimos un fondo para dar créditos rotatorios. En uno de los tramos de ese fondo, que se hizo a través del gobierno de Santa Fe, había una adenda que indicaba qué parte de él podía emplearse para infraestructura o logística. Por eso, una parte de ese dinero se pudo usar para comprar un frigorífico pequeño que tiene una carnicería que vende al público. Los cortes se venden con la marca Federación Agraria Carnes. –El proyecto, ¿contempla armar una cadena de carnicerías propias? –La idea es avanzar hacia bocas de expendio propias y atención de clientes en provisión de carnes. FAA es una institución reconocida en muchos pueblos. Empezamos hace un año y medio con 40 cerdos y hoy contamos con 150 por semana. Estamos creciendo. Fue todo un aprendizaje lograr un producto de calidad y que cerraran los números. Como productores de una pequeña superficie, podemos tener un ingreso digno. No obstante, es necesario contar con una política integral de promoción porcina.
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Familia –¿Dónde reside? –Tengo domicilio fiscal en J. B. Molina, en la misma casa que era propiedad de mis padres. En esa casa estoy los fines de semana. Poseo, además, un departamento en Rosario, porque la administración central de FAA está en esa ciudad. Tengo un hijo de nueve años de edad, que vive con su madre en la ciudad de Rosario. Los jueves trato de ser papá y fin de semana por
medio estamos juntos en J. B. Molina, pueblo que tiene unos 1600 habitantes. –En 2008, durante el conflicto del campo, su hijo tenía cuatro años, ¿qué le decía al verlo por televisión? –Iba al jardín (de infantes), la maestra preguntaba de qué trabajaban sus padres y él respondía que su papá trabajaba en la autopista, donde la gente lo aplaudía. En otra oportunidad, mientras caminábamos por un calle peatonal de Rosario para dirigirnos a un negocio a comprar un juego de la PlayStation, tardé 40 minutos en hacer una cuadra, mientras mi hijo me tiraba del brazo diciéndome vamos, vamos papá, no les hables. Esas son anécdotas risueñas, pero también recuerdo que durante dos meses fue al jardín custodiado por agentes de civil de la Policía de Santa Fe, porque habíamos recibido amenazas. Cuando vamos al pueblo, tiene un montón de amigos: la casa se llena de pibes. –¿Cómo conoció a su esposa? –La conocí en la actividad gremial. Ella era secretaria de Juventud de FAA y a los pocos meses me incorporé yo como secretario gremial de la entidad. Los padres de ella también se dedican a la agricultura. Tenemos mucha afinidad.
Buzzi: “Tengo un campo de 55 hectáreas dedicado a la cría e inverne porcino. La producción se vende en carnicerías por medio de una cooperativa creada por la FAA”.
–Su hijo, ¿se muestra interesado en las cuestiones agropecuarias?
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–El abuelo (materno) lo lleva a pasear por su campo. Vamos al campo de J. B. Molina a ver los chanchos. Pero quiere volver al pueblo porque ahí tiene la cancha de fútbol y la pileta durante el verano. Aún no incorporó la cuestión rural. Vive en un décimo piso en la ciudad de Rosario. No tiene una relación cotidiana con lo rural.
Buzzi: “La clave es darles a muchos pequeños productores las condiciones para que ingresen al capitalismo y no para que sigan estando en la pobreza; que puedan tener títulos de propiedad, activos y, por extensión, créditos”.
Orgullos –Dígame algo que haya hecho de lo que está orgulloso. –Hay dos grandes cuestiones. La primera es que la FAA como institución haya salido de una crisis muy profunda. A fines de los 90, la quiebra de las empresas de seguros que sostenían la actividad gremial desfinanciaron la entidad, la cual, además, quedó complicada legalmente. Hubo que hacerse cargo. Pero logramos refundarla junto con un grupo de compañeros que fueron parte de ese proceso: Pablo Orsolini, Ulises Forte, Omar Barchetta, Julio Currás y muchos más. Así nos encontró 2008, con una entidad recuperada. Otra cuestión de la estoy orgulloso es de que exista en la Argentina el concepto de agricultura familiar y desarrollo rural; esa es una iniciativa de la FAA que se institucionalizó durante el mandato de Miguel Campos como secretario de Agricultura, quien decidió crear, a partir de la experiencia que trajo de Brasil, la Subsecretaría de Agricultura Familiar, que posteriormente adquirió el rango de secretaría al crearse el Ministerio de Agricultura (Minagri). Al estudiar la experiencia brasileña de estratificación de productores, visualizamos que eso mismo había que hacerlo en la Argentina, porque, tras la devaluación (de 2002), el auge del negocio de los commodities promovía la concentración en el sector. Empezamos entonces a realizar una tarea que permitiera distinguir que en el agro no somos todos iguales,
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tal como lo hizo efectivamente Brasil, para acabar con la transferencia de personas del campo hacia las favelas de las grandes ciudades. En Brasil lograron sumar unos 500.000 nuevos productores con políticas específicas de apoyo. –El logro, entonces, es que se reconozca el hecho de que existen unidades de agricultura familiar... –Claro. Y eso debe ser promovido para que se avance hacia un mayor desarrollo y se superen las condiciones de pobreza rural. Eso se cristaliza en el Estado a través de la Secretaría de Desarrollo Rural y Agricultura Familiar. El problema es que en la actualidad ese organismo es utilizado como estructura política para fines ajenos a los del desarrollo rural. La clave es darles a muchos pequeños productores las condiciones para que ingresen al capitalismo y no para que sigan estando en la pobreza; que puedan tener títulos de propiedad, activos y, por extensión, créditos para producir. De lo contrario, siempre van a ser marginales. El desarrollo rural tiene que partir del reconocimiento de esos problemas. –¿Cómo fue manejar el tema de la fama durante el conflicto de 2008? –Con el tiempo, ese reconocimiento se fue reacomodando. A mí, personalmente, me daba pudor que me reconociera tanta gente. Pero soy muy creyente, soy católico y entiendo que nosotros somos instrumentos. Cuando uno es reconocido, lo primero que hay que hacer es prestar atención a lo que te dicen y mirar a las personas a los ojos; lo segundo es entender que somos instrumentos. Yo nunca hablo en público sin antes encomendarme a la Virgen. –Es un método que emplea para no creérsela, por decirlo de alguna manera… –Sí. Es Dios el que te puso a cumplir un rol. Puedo hablar ante 200 o 5000 personas y siempre me encomiendo a la Virgen para ser lo más certero posible en el mensaje y para que mi labor pueda llegar a ser constructiva. Cuando uno sabe que es sólo un instrumento, eso ayuda. No me gustan las personas narcisistas: creo que deben ir a un psicólogo. La notoriedad pública es un instrumento. Si alguien busca la notoriedad para verse en una pantalla de televisión y así sentir que existe, entonces está en problemas.
–El hecho de ser creyente, ¿cómo surgió? –Por mi madre. La Fundación Marzano también me brindó formación religiosa. –¿Sueña con hacerse cargo de la política pública relacionada con la agricultura familiar en algún momento? –Sí. Queda mucho por hacer para que podamos volver a tener un país normal y una política agropecuaria orientada al crecimiento. Hasta acá, la Mesa de Enlace ha sido un instrumento de resistencia. Pero para que se constituya en un núcleo capaz de proponer políticas, debe generar una profunda discusión y tener una enorme amplitud, porque los mercados deben volver a funcionar con normalidad. Pero también se necesita un Estado que promocione el desarrollo de los pequeños y medianos productores, y de las industrias agropecuarias. Y eso no lo hace el mercado, sino las políticas públicas.
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“Comencé a rematar hacienda antes de terminar la universidad” Entrevista al presidente de la Sociedad Rural Argentina, Luis Miguel Etchevehere Luis Miguel Etchevehere tiene, junto con su madre y hermanos, una empresa donde desarrolla ganadería de ciclo completo y agricultura por administración y aparcería. Hacen cría y recría en tierra firme y la mayor parte del engorde en islas
del delta entrerriano. También llevan adelante un pequeño tambo. Cuenta con unidades productivas en La Paz, Rosario del Tala y Diamante. “El engorde que logramos en las islas es realmente muy bueno. Este año, por la crecida del
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río, tuvimos que traer a tierra los animales más livianos, pero no hizo falta trasladar a todos porque estamos en una zona bastante alta”, relata el presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA). –¿Cómo coordina la actividad gremial con la administración de la empresa agropecuaria familiar? –Delegué la gestión en mis hermanos, quienes se ocupan de la empresa. Además, tengo una hermana que es accionista de la firma, junto con mi madre. Mi padre falleció en 2009. –¿Cómo comenzó a trabajar en el sector gremial agropecuario? –Estudié derecho en la Universidad Nacional del Litoral, donde me recibí de abogado. Empecé como delegado zonal de la Sociedad Rural (SRA). Luego me designaron director suplente y, posteriormente, director titular por Entre Ríos. En 2010 me nombraron vicepresidente segundo de la SRA y en 2012, presidente. –Pero antes no era una ocupación de tiempo completo, como ahora… –No. Yo vivía en Entre Ríos con mi familia. Soy martillero público nacional: rematé hacienda durante 26 años; esa era mi ocupación en la firma consignataria familiar (Etchevehere Rural). Pedí licencia en la consignataria y en la empresa agropecuaria familiar para asumir como presidente de la SRA. Mis hermanos y mi tío estuvieron de acuerdo; de otra manera hubiese sido imposible. –Esta actividad, ¿resultó tal como la imaginaba antes de asumir? –La SRA tiene representaciones en muchísimos ámbitos e instituciones. Tenemos mucha actividad gremial, especialmente con la Mesa de Enlace, además de actividades con los delegados, reuniones de mesa directiva de la SRA todos los martes del año, comisión directiva miércoles por medio… –Hay que dar entrevistas… –Así es. Hay muchos eventos y exposiciones. Lo bueno es que contamos con un equipo de trabajo muy profesional. –¿Cómo fue la mudanza de la familia de Entre Ríos a la ciudad de Buenos Aires? –Ayudó mucho el hecho de que mi esposa fuera porteña; entonces, ella regresaba a su ciudad.
Los chicos están yendo al mismo colegio al que asistió ella. Conoce a muchas madres de sus compañeros y eso contribuyó a que se integraran rápidamente. Tengo cuatro hijos, de 13, 11, 9 y 5 años. –Su esposa, ¿proviene de una familia agropecuaria? – No. Es psicopedagoga. –¿Cómo es la agenda diaria? –Muy cargada. Me levanto temprano y leo los diarios en la computadora. Luego, puedo tener alguna entrevista radial pautada, aunque muchas veces llaman directamente a mi domicilio o al teléfono celular. Atiendo a radios de todo el país. (Etchevehere señala la pantalla de su computadora para mostrar un calendario en el cual cada uno de los días del mes está colmado de actividades). Esta es mi agenda. Trato de estar en la (sede porteña de la) SRA a eso de las nueve de la mañana. Por lo general, tengo entrevistas con representantes de diferentes organizaciones; además, tengo mucha actividad con el Ceida (Centro de Estudios e Investigación para la Dirigencia Agropecuaria) y el ISEA (Instituto Superior de Enseñanza, Estudios y Extensión Agropecuaria). Por la noche también puede haber eventos, como una entrega de premios o una reunión en alguna embajada. Es una agenda muy nutrida: entendemos que tenemos que formar parte de la vida institucional del país. –¿Por qué producen parte de los campos propios por aparcería? –Creemos que es un modelo fácil de instrumentar para no tener que negociar alquileres todos los años. Nosotros aportamos la tierra y parte de los insumos. Antes se alquilaba con un monto fijo. Pero nos pareció más adecuada la aparcería para asegurar una correcta rotación agrícola y suficiente fertilización, entre otros cuidados, de manera tal de cuidar el patrimonio suelo. –Cuénteme algo de su trayectoria de lo que se sienta orgulloso… –Algo hecho de cero, en un momento difícil, que resultó ser una gran satisfacción, fue el hecho de ser socio fundador y primer director del Rosgan (Mercado Ganadero S. A.). Nuestra firma consignataria, junto con otras dos empresas,
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que el precio del día de negociación sea el más perfecto posible. También creamos, junto con especialistas de la Facultad de Ciencias Económicas y Estadísticas de la Universidad Nacional de Rosario, un índice de precios Rosgan de cría y de invernada. Recientemente se implementó un mercado de futuros de hacienda.
Etchevehere: “Durante tres años seguidos nos quedamos con el trigo viejo mientras cosechábamos el nuevo. Así que el año pasado decidimos sembrar cebada”. creó, a partir de la convocatoria realizada por las autoridades de la Bolsa de Comercio de Rosario, un mercado único a nivel mundial. Con el tiempo se fueron sumando más consignatarias, pero las fundadoras fuimos tres. El Rosgan es una herramienta que permite al mercado ganadero expresar todo su potencial. Si partimos de la base de que el principal estímulo para el productor son los precios formados de manera transparente, el hecho de que haya un mercado que cubra toda la Argentina, con hacienda y compradores en las diferentes regiones ganaderas del país, hace
–¿Cómo se entrenó para hablar en público? – La carrera y mi actividad como martillero me ayudaron mucho: el contacto con la tribuna y con el micrófono fue fundamental. Empecé a rematar con 21 años de edad, dos años antes de recibirme de abogado. Me fui a vivir al campo y terminé la carrera en forma libre. En el Rosgan rematé por televisión durante mucho tiempo: de 2008 a 2012. Eso es todo un tema: poder expresar bien una idea, tener sintaxis y confianza suficiente para hablar en público.
Conflicto campo-Gobierno –¿Dónde estaba en 2008? –En el túnel de Paraná (por el túnel subfluvial Raúl Uranga-Carlos Sylvestre Begnis). Por lo general estaba en el piquete localizado en el túnel, donde dormía en mi camioneta. Entiendo que el reclamo fue algo perfectamente justo, surgido a partir de un abuso. Nos ayudó a unir a las gremiales agropecuarias y a los productores de todo el país. Tuvimos la suerte de ser bien interpretados por la opinión pública, que en su mayor parte nos acompañó.
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–Hablando de Brasil, ellos tiene una sola entidad, la CNA, que concentra la representación gremial agropecuaria en el vecino país. ¿Cree que en la Argentina podría ocurrir algo parecido en algún momento? –No lo sé. Tampoco sé si es necesario. Con nuestros colegas de la Mesa de Enlace trabajamos de manera cada vez más articulada, con mucha claridad respecto de hacia dónde queremos ir, así que no creo que sea necesario que haya una sola entidad; no lo tenemos como un objetivo. Con los integrantes de la Comisión de Enlace hablamos por teléfono todos los días y nos reunimos prácticamente todas las semanas.
Etchevehere: “Con nuestros colegas de la Mesa de Enlace trabajamos de manera cada vez más articulada, con mucha claridad respecto de hacia dónde queremos ir”. –¿Cómo se le explica a alguien que no conoce la dinámica agropecuaria por qué se llegó a esa situación? –Es fácil de explicar. Pero es difícil de entender. No se comprende la lógica de las medidas tomadas por las autoridades, que los hechos demuestran que fracasaron. La manera más fácil de explicar es comparar lo que sucede en la Argentina con lo que ocurre en los países vecinos: en Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia, siguieron el modelo de producir más para exportar más, generar más trabajo y mayor ingreso de divisas.
–¿Sembró trigo este año? – Durante tres años seguidos nos quedamos con el trigo viejo mientras cosechábamos el nuevo. Por la intervención del Gobierno, no podíamos venderlo ni caro ni barato, ya que el principal destino del trigo entrerriano es la exportación. El año pasado decidimos sembrar cebada y nos fue muy mal (las condiciones climáticas adversas afectaron la mayor parte de la producción entrerriana del cultivo). Este año volvimos a sembrar cebada, pero en una superficie mucho menor. Achicamos el área de fina. –Si tuviese que elegir una actividad del sector para invertir, ¿cuál sería? –Ganadería, sin dudas.
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“Para que el campo ocupe el lugar que merece, es necesaria una mayor participación” Entrevista al presidente de Confederaciones Rurales Argentinas, Rubén Ferrero
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Rubén Ferrero vivió en el campo hasta los 15 años de edad. Cursó la primaria en la Escuela N.° 808, Domingo Faustino Sarmiento (localizada en el pueblo santafesino de Tacurales, ubicado a pocos kilómetros de Sunchales). Tiene tres hermanos. El mayor optó por quedarse a gestionar la explotación familiar; el menor es odontólogo, y Rubén, el del medio, luego de estudiar abogacía en la Universidad Nacional del Litoral, se dedicó desde muy joven a la actividad gremial agropecuaria (carrera que inició como vocal en la Sociedad Rural de Rafaela). “Soy productor de leche y de carne. Tengo, junto con unos socios, un tambo en la zona de Rafaela y un rodeo de cría en el norte de Santa Fe”, comenta el presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA). “También cuento con un estudio jurídico localizado en Rafaela”, añade. –¿Qué edad tenía cuando ingresó como vocal a la Sociedad Rural de Rafaela? –Contaba 26 años. En ese momento ya estaba radicado en esa ciudad. Luego de ser vocal, fui secretario y presidente de esa entidad en dos oportunidades. Siendo presidente, participé como delegado en Carsfe (Confederación de Asociaciones Rurales de la Provincia de Santa Fe), una de las 14 confederaciones que integran CRA. En Carsfe, luego de ser delegado, fui secretario y presidente en dos oportunidades. Posteriormente, fui delegado de Carsfe en CRA, donde luego fui secretario, para finalmente asumir como presidente: este es mi segundo mandato al frente de CRA. –¿Cómo se compone su familia? –Tengo dos hijos varones, de 21 y 16 años. El mayor está estudiando abogacía en Rosario. Vivimos en Rafaela.
Viajes frecuentes –¿Cómo equilibra su actividad gremial con la familia? –La mayor parte de la semana es necesario estar en la ciudad de Buenos Aires. También es indispensable viajar por todo el país. Una entidad federal como CRA tiene presencia en todas las regiones argentinas: desde Río Gallegos hasta Jujuy; comprende todas las producciones agropecuarias. Cuando es la época de exposiciones, también es necesario recorrer distintas zonas los fines de semana. Pero en algún momento es necesario regresar a casa.
Ferrero: “Necesitamos que más gente se sume a las instituciones”. –Es fundamental tener una esposa que respalde la actividad… –Mi esposa me acompaña y entiende la lucha: sabe que uno el gremialismo lo lleva en la sangre. Aunque es necesario lograr cierto equilibrio, porque de lo contrario sería imposible. –¿Es feliz con el hecho de ser empresario lechero y ganadero? –Ambas son actividades que tienen en común la pasión. No se podrían encarar de otra manera. Cuando vemos un rodeo lechero, con una genética determinada, eso es producto del trabajo de muchos años, quizás décadas. Pasar de la ganadería de carne a la lechería se puede hacer de un día para el otro. Pero lo inverso es muy difícil, a veces imposible. Esperemos que algún día ambas actividades puedan tener la rentabilidad que se merecen. –¿Cómo se maneja la agenda del presidente de CRA? –Trato de concentrar la mayor cantidad de trabajo en dos o tres días a la semana, pero en muchas ocasiones la agenda no la determina uno, sino las circunstancias. Lleva mucho tiempo. Los productores tienen que saber que tanto en CRA
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como en Carsfe o en la Sociedad Rural de Rafaela, así como en la mayoría de las sociedades rurales y confederaciones, los cargos son todos ad honórem. –Pero ¿ no se reconocen los viáticos? –Se reconocen los gastos de transporte y alojamiento. Pero ningún cargo en la institución es rentado. Trabajamos con gusto por lo que hacemos. Nadie está en un lugar en el que no le gusta estar. Uno sabe cuáles son las reglas de juego. Pero a veces genera cansancio hablar siempre de lo mismo sin ser escuchado. –¿En qué casos, por ejemplo? –Ocurre con el Gobierno; no encontramos respuestas y se nos cierran las puertas. Un caso paradigmático es el del trigo. Es ilógico estar como estamos luego de haber advertido los peligros de la intervención durante siete años. Eso te desmoraliza más que cualquier otra cosa. No somos tenidos en cuenta. –Por ese motivo dedican tanto tiempo a hablar con representantes de todas las fuerzas políticas… –Estamos pensando en la agenda 2014 y 2015, intentando reunirnos con todos los referentes políticos. No importa a qué partido pertenezcan, pero sus principios básicos deben respetar el federalismo, las exportaciones libres y los mercados no intervenidos.
Daños evitados –¿Qué fue lo más satisfactorio que le tocó vivir en su carrera? –Si hacemos un balance de los últimos años, se puede pensar que es muy poco lo que se consiguió para el sector agropecuario; pero el análisis hay que hacerlo considerando los daños evitados. El hecho de habernos movilizado, de haber logrado que las cuatro entidades gremiales agropecuarias trabajaran de manera coordinada en el ámbito de la Comisión de Enlace, generó una barrera de contención; estimo que si esta no hubiera estado, hubiesen ido por mucho más. Siempre digo que el gremialismo no es ir un día al mes a la reunión de comisión directiva de la sociedad rural o una vez al año a la exposición rural de la zona, sino que es un trabajo de compromiso constante. Si lo que deseamos es revertir la situación y poner el campo en el lugar que se merece, necesitamos más participación. –¿De qué manera se lograría eso? –Con mayor cantidad de personas del sector que participen. No es lo mismo una sociedad rural con 500 socios que otra con 5000. Si unimos más voluntades, es más fácil conseguir logros. Necesitamos que más gente se sume a las instituciones; que se entienda que nadie va a hacer nada por nosotros si no lo hacemos nosotros mismos. Si alguien siente que algo no es de su agrado, tiene
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que participar para mejorarlo, tiene que involucrarse. Trabajamos muy bien tranqueras adentro, pero nos cuesta mucho hacerlo tranqueras afuera. Lo mismo ocurre en los ámbitos públicos o políticos: cuando uno deja sillas vacías, nadie transmite el mensaje y es difícil que se entienda cuál es la realidad del sector agropecuario. –La cuestión es que esos espacios no sean ocupados por personas que distorsionen el mensaje y lo manipulen con fines ajenos a los del sector agropecuario. Los que no forman parte del sector no tienen manera de saber, luego, si esa persona es representativa o no… –El balance de la experiencia de los denominados “agrodiputados” es positivo por el hecho de haber tomado la decisión de participar e involucrarse. En cuanto a los logros obtenidos, fueron muy pocos. Pero también es necesario tener en cuenta el contexto. Tenemos que contar con un número mayor de representantes en los bloques de todos los partidos políticos. –En Brasil, existe una sola entidad agropecuaria nacional –la CNA– representativa de los intereses del sector. ¿Por qué cree que en la Argentina existen cuatro entidades? – La CNA es la punta de lanza del gremialismo brasileño. Pero es necesario considerar que esa organización gestiona recursos importantes aportados de manera obligatoria por todos los productores brasileños. Un ejemplo: la CNA desarrolló, junto con el organismo oficial Sebrae, una campaña publicitaria denominada Time Agro Brasil, para la cual contrataron a (el exjugador de fútbol) Pelé. La idea de la campaña es muy buena: Brasil, que es un campeón en el fútbol, también lo es en el agro. Directivos de Farsul, una de las confederaciones que integran la CNA, nos indicaron que el costo de esa campaña fue de 40 millones de reales (17,3 millones de dólares al tipo de cambio actual vigente en el vecino país). Si hay algo que uno le envidia a la CNA no es el hecho de que sea una sola, ya que en la Argentina quedó demostrado que podemos trabajar las cuatro entidades juntas; si bien venimos de orígenes diferentes, tenemos la madurez suficiente para fijar una agenda en común. Pero sin recursos es muy difícil llevar adelante cualquier acción. Todo es a pulmón. Además, desde el Gobierno nacional hemos sufrido diferentes acciones
Ferrero: “Estamos intentando reunirnos con todos los referentes políticos, sean del partido que sean, pero cuyos principios básicos sean el respeto del federalismo, exportaciones libres y mercados no intervenidos”.
tendientes a desfinanciarnos. También tenemos que comprender que en Brasil, una gran cantidad de legisladores de diferentes fuerzas políticas integran el llamado “bloque del campo” para tratar leyes de interés para el agro. No sé si en la Argentina se llegará a eso en algún momento, pero sería interesante contar con los medios mínimos para poder armar equipos de trabajo. En la actualidad, las exigencias que tenemos las entidades gremiales agropecuarias son mucho más elevadas que las presentes 20 años atrás; quizás eso se da por una ausencia de cuadros políticos capaces de entender al sector. Pero trabajamos sin recursos.
Cómo se financia el gremialismo agropecuario en Brasil La principal fuente de financiamiento del gremialismo agropecuario en Brasil es una contribución sindical obligatoria. Tal obligación –determinada por una legislación federal específica– abarca a todas las explotaciones y empresas agropecuarias del país (estén o no afiliadas a una sociedad u organización rural de base). Para el año 2013, la escala de contribuciones sindicales –dependiendo del tamaño de la empresa agropecuaria– se ubicó en un rango anual de 26 a 12.257 reales (11 y 5329 dólares al tipo de cambio actual). La recaudación total proveniente de la contribución se distribuye de la siguiente manera: 60% para la sociedad rural de la zona en al cual se originó el aporte; 20% para el Ministerio de Trabajo (MTE); 15% para la confederación agropecuaria regional; y el 5% restante para la Confederação da Agricultura e Pecuária do Brasil (CNA). Para el caso de empresas agropecuarias a nombre de personas físicas, el cálculo del aporte se realiza en función de la cantidad de hectáreas explotadas y el valor fiscal de estas. Para personas jurídicas, el cálculo se hace sobre la base del capital social de la empresa.
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“El campo necesita estar en los ámbitos de decisión política” Entrevista al presidente de Confederación Intercooperativa Agropecuaria, Carlos Garetto El padre de Carlos Garetto falleció cuando él contaba con apenas 21 años de edad. Desde entonces, tuvo que hacerse cargo de la empresa agropecuaria familiar. “No era el mayor de los hermanos, pero tenía vocación por esa tarea”,
indica el presidente de la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro). “Me incorporé a la actividad siendo muy joven: siempre vinculado a la cooperativa del pueblo de Leones (localizado en el sudeste de Córdoba).
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Me recibí de ingeniero agrónomo en 1976 en la Universidad Nacional de Córdoba y comencé a participar en las juventudes agrarias cooperativistas y, luego, en Coninagro a nivel provincial”, añade Garetto. –Su padre, ¿ya integraba la cooperativa? –Sí. Yo soy la cuarta generación de productores cooperativistas. La Cooperativa Agrícola de Leones pronto llegará a los 100 años: es una de las primeras que hubo en el país. Por mi participación institucional, en 1998 me presenté como candidato a intendente de Leones por la UCR y gané. Tuvimos que gestionar el municipio en plena crisis de 2001/02, con escasos recursos y altos índices de desocupación y pobreza. Lo poco que teníamos lo destinábamos a tareas sociales.
familiar. Me volví a casar y tengo un varoncito de cinco años –que nació durante el conflicto de 2008– y una nena de tres. Tengo la suerte de contar con una familia que me acompaña y eso es muy valioso. No se puede lograr nada sin tener un buen equipo familiar. –Toda una experiencia para la familia el conflicto de 2008… –Mi esposa venía a los actos y piquetes con la panza. Me acompaña a la mayoría de las actividades institucionales. Viajamos mucho y estamos siempre en movimiento, así que tratamos de compartir al máximo los momentos que tenemos en familia.
–¿Sigue dirigiendo su empresa agropecuaria? –Así es: está localizada también en la zona de Leones. Multipliqué por seis la herencia recibida. Producimos en campos propios y de la familia. Incorporamos un área ganadera para realizar una integración entre cría, recría, invernada de novillos pesados y agricultura. En los lotes de mejor calidad, rotamos alfalfa con soja y maíz. De lunes a viernes trabajo en Coninagro, mientras que los fines de semana solemos ir al campo. –¿Sembró trigo este año? –Soy la cuarta generación de la familia en la Argentina y por primera vez no sembramos trigo desde el año pasado (ciclo 2012/13). La mala experiencia de los últimos años nos llevó a dejarlo. Aumentamos el área de maíz y destinamos buena parte al consumo propio; con los excedentes de alfalfa hacemos rollos para el invierno. –Hoy, producir novillo pesado en la región pampeana es una rareza… –Durante muchos años hemos estado construyendo genética de novillos pesados para exportación. La única manera de competir con la soja es con animales grandes. –¿Cómo está integrada su familia? –Tengo dos hijos con mi primera esposa. Quedé viudo muy joven. Perdí a mi padre, a mi hermano y a mi esposa siendo muy joven. De ese primer matrimonio, tengo una hija abogada y un varón que está a cargo de la empresa agropecuaria
Garetto: “Soy la cuarta generación de la familia en la Argentina y por primera vez no sembramos trigo. Aumentamos el área de maíz”.
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la cosecha. No pudimos sembrar todo el maíz que teníamos previsto por falta de humedad. Vamos a sembrar lo que no se pudo hacer en diciembre. Estamos haciendo inseminación artificial con servicio estacionado y a tiempo fijo.
Garetto: “Me parece que, con el tiempo, llegaremos a lograr una organización similar a la de la CNA en Brasil. Y van a ser los jóvenes quienes encaren la transformación que nos conducirá a esa realidad”. –¿Por qué cree que existen personas que deciden dedicarse a la actividad pública? –Es necesario tener vocación de servicio. El movimiento cooperativo me fue preparando para la actividad pública; me dio una perspectiva mucho más amplia. El campo necesita estar en los ámbitos de decisión política y para eso necesitamos una representación legítima.
–Su hijo lo mantiene al tanto del día a día… –Conversamos a través de mensajes de texto o telefónicamente todos los días. Tiene 29 años. Le gustan más las vacas que los fierros. (Carlos Garetto muestra su celular de pantalla plana en el cual puede verse una conversación vía mensaje de texto con su hijo.) Esta es la información que me pasó hoy. La jaula pesó esta mañana 13.000 kilos en el campo con un promedio de 464 kilos por animal. Me informa que los novillos, cuando llegaron al frigorífico, pesaron 12.330 kilos (por el desbaste). Hoy fue a ver algunos lotes sobre los que teníamos dudas de germinación y me indicó que midió 75.000 plantas de maíz por hectárea nacidas. –Con los precios actuales de la hacienda, ¿cuán competitiva es la ganadería versus la agricultura? –Tenemos todo el plantel de cría con el sistema intensivo Ruter. De lo contrario, no se justificaría hacer ganadería para competir con la soja. Además, si sólo hiciéramos soja, ¿qué haríamos con la gente? Buscamos alternativas para generar trabajo. Ahora, cuando terminemos de sembrar, nos pondremos a hacer rollos de alfalfa.
Una jornada típica
–¿Qué impacto tiene la rotación de alfalfa en la agricultura? –Muy grande. Los rindes de maíz son mucho más altos. Logramos maíces con más de 13.000 kg/ha de promedio. Este es el primer año que vamos a hacer maíz tardío, porque no tuvimos las condiciones de humedad necesarias para poder sembrar en fecha convencional. Una vez desocupados los lotes de maíz temprano, sembramos avena y luego, soja de segunda. Los que van a alfalfa son los que han tenido soja durante los dos últimos años. El único inconveniente es tener que lidiar con el empaste. Pero en la empresa, la agricultura y la ganadería están integradas.
–¿Se levanta temprano para comenzar a trabajar? –Muy temprano. Hoy, por ejemplo, cargamos una jaula de hacienda a la seis de la mañana para un frigorífico de exportación de Buenos Aires. Estamos armando los equipos para soja. Tenemos maquinaria propia, desde la siembra a
–¿Y la parte comercial? –De la parte comercial me ocupo yo. La moneda de los productores es el grano. Manejamos quintales de soja y eso lo tenemos que cambiar, de la mejor manera posible, por insumos y servicios. f CREA
–En Brasil, la representación gremial está unificada en la Confederação da Agricultura e Pecuária (CNA). Aquí, en la Argentina, tenemos cuatro gremiales agropecuarias. ¿Por qué? –Tenemos historias e idiosincrasias diferentes. Pero me parece que, con el tiempo, llegaremos a lograr una organización similar a la de la CNA. Y van a ser los jóvenes quienes encaren la transformación que nos conducirá a esa realidad. Hoy los vemos involucrándose en las empresas familiares, en las instituciones, jornadas y eventos. Esa es la generación que va a hacer el cambio.