REVISTA CREA - N.ยบ 401 Marzo 2014 - Ejemplar en la Argentina $25-
N.ยบ 401 Marzo 2014 - Ejemplar en la Argentina $25-
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Sumario
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El desafío del año: pasar la tormenta
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Riego y biotecnología: dos factores estratégicos
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Situación crítica para las producciones cuyanas
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Trabajo en equipo en la empresa agropecuaria
Criterios para gestionar en tiempos de incertidumbre.
Entrevista al secretario de Agricultura Gabriel Delgado.
Una serie de heladas remató una situación económica comprometida.
Las personas y los entornos van cambiando y ya no es posible resolver nuevos problemas con viejas técnicas. 36
Cómo hacer la mejor alfalfa en 2014
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Cultivos de cobertura en la región agrícola argentina
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Siembra de pasturas y cultivos de cobertura
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Tecnología para ganar con cebada
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Pulverizaciones agrícolas
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Pautas para elegir cultivares de trigo
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Hoja de ruta para lograr lotes de alta producción.
Beneficios de su inclusión entre dos campañas de granos gruesos.
Recomendaciones del consultor Ricardo Martínez Peck. Resultados de ensayos en la región Norte de Buenos Aires. Cuándo hay que usar coadyuvantes.
Resultados de ensayos realizados en la región Sur de Santa Fe.
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Control de insectos en silos bolsa Pautas para la aplicación segura de fumigantes.
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triguero 2.0
SECCIÓN ECONÓMICA 76
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El precio de la tierra
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LO AYUDAMOS A PRESUPUESTAR
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APUNTES
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AACREA
Editorial
Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola
FUNDADOR ARQ. PABLO HARY (†) COMISIÓN DIRECTIVA – EJERCICIO 2012/13
Valores CREA en movimiento En el Movimiento CREA nos movemos dentro de un marco de valores. Valores ratificados durante el proceso AACREA 2015. Esto sucedió con la seguridad de haber recorrido, desde el año 1960, un camino marcado por ellos, y en la clara y firme decisión de continuar de la misma manera, avalados por los resultados observados en función de la trascendencia que consideramos los mismos tienen. Son los que nos marcan la cancha de cómo hacer aquello que decidimos hacer. Es lo que no cambia. Permítanme repasar con ustedes esos valores: integridad, compromiso, respeto, trabajo en equipo, solidaridad y generosidad, y búsqueda de excelencia. Intento una breve y seguramente incompleta descripción de cada una de ellos: Integridad: mantener la coherencia entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace. Nos garantiza ser confiables, previsibles. No tener dobleces. Saber cómo somos. Compromiso: es aquello que nos mueve a aplicar nuestra capacidad, esfuerzo y entusiasmo para llevar adelante nuestras responsabilidades. Cumplen con lo que dicen y asumen. Surge también el concepto de responsabilidad compartida, que significa que cada uno hace lo que tiene que hacer. Respeto: consideración hacia el otro. La diversidad es muy buena pero incomoda. El otro puede tener razón. Trabajo en equipo: diálogo, intercambio y búsqueda de consensos que permitan lograr ideas superadoras y resultados de excelencia. Solidaridad y generosidad: pensar y actuar según las necesidades de los demás, buscando aportar un beneficio a través de nuestra intervención desinteresada. Entendiendo que no se puede ser avaro en la entrega. Que no importa tanto llegar a ver el resultado de nuestra entrega, como el camino recorrido. Búsqueda de excelencia: ninguna meta es definitiva, lo que nos impulsa cada día a ser un poco mejores que el día anterior, sabiendo que podemos, en nuestro entorno, aportar desde lo que somos. CREA está hecha para crecer y hacer crecer. Es un factor de capacitación humana en todos los niveles. Pero es necesario dar, dar y dar. En ocasión del Congreso Zonal de Oeste Arenoso 2012, Don Eduardo P. Pereda, ex presidente de AACREA, nos dijo algo así: “Si alguno de ustedes cree estar dando más de lo que recibe, sepa que ese es el verdadero camino CREA, nacido de la voluntad de dar y de la vocación de servir”. A partir de esta “forma de hacer”, debemos saber que no se agota en nuestro grupo CREA. Que no es de aplicación exclusiva en el mismo. Que esa manera de proceder se traslada a todos los ámbitos donde cada uno de nosotros se desenvuelve. La permanente participación de miembros CREA en diferentes escenarios así lo demuestra. Y tenemos que ser conscientes de que esta es una más de nuestras posibilidades hacia nuestro entorno. En palabras de Rafael Llorente, otro ex presidente de AACREA: “Los valores no se declaman, se traducen en acciones. Esa es la mejor manera de poder contagiar aquello que creemos valioso. ¡Ese es nuestro desafío! Y para eso es necesario ser fuertes, comprometidos y convencidos testimonios de los mismos, ante nuestros pares, dentro del Movimiento CREA. También, siendo protagonistas en la sociedad que integramos. Entendiendo que cada uno de los actores (personas, asociaciones, instituciones, etc.) somos, desde el papel que elegimos jugar, transformadores de la sociedad en la que vivimos. Haciendo desde nuestro lugar aquello que nos corresponde, de la mejor manera. Recuerdo como nos desafió el filósofo Guy Sorman, en nuestro último Congreso Nacional: “¿Están haciendo lo suficiente? ¿Hacen alguna diferencia? ¿Están éticamente a gusto con ustedes?”. “La misión de nuestro Movimiento es servir a nuestras empresas, pero también servir a esa gran empresa que se llama la Argentina. Esto último se logra por dos vías. Una, más inmediata, con el aumento de la producción que el país necesita; la otra, más fundamental, con la introducción de un cambio de mentalidad en la comunidad”, Pablo Hary, fundador del Movimiento CREA. Les mando un abrazo.
Alejandro Blacker Presidente de AACREA
Presidente Vicepresidente Secretario Prosecretario Tesorero Protesorero Vocal titular Vocal titular Vocal suplente
Alejandro Blacker Francisco Iguerabide Fernando Zubillaga David Líbano Ángel Boschetto Santiago del Solar Alejandro Toso Hermenegildo Pini Gerardo Sibaja
Revisores de Cuentas Francisco Lugano y Bernardo Debenedetti Vocales regionales Oeste: Domingo Iraeta; Mar y Sierras: Hernán Moreno; Litoral Norte: Francisco Velar; Litoral Sur: Luis María Urriza; Norte de Buenos Aires: Rubén Grego; Centro: Gerardo Irouleguy; Sudoeste: Ernesto Leiro; Sudeste: Alberto Garré; Semiárida: Cornelio Donovan; Norte de Santa Fe: Paula Mitre; Este: Andrés Egli; Sur de Santa Fe: Santiago Nóbile; Santa Fe Centro: Diego Lescano; Oeste Arenoso: Mariano Sobre; NOA: Julio Puchulu; Valles Cordilleranos: Juan Pablo Castellano; Córdoba Norte: Alejandro Conci y Chaco Santiagueño: Sergio Sartori. Consejo consultivo Eduardo P. Pereda, David Arias (†), Esteban L. Berisso, Luis E. Garat, Federico Méndez Duhau (†), Miguel I. Moneta, Lorenzo Amelotti, Manuel Candia, Manfredo von Rennenkampff, Bruno Quintana, Marcelo Lanusse, Alberto Ruete Güemes, Orlando Williams Seré, Luis M. Coviella, Eduardo Pereda (h), Carlos M. Vaquer, Marcos Rodrigué, Marcelo Carrique, Germán Weiss, Oscar Alvarado (†), Rafael Llorente, Juan Balbín y Juan Carlos Burgui. Socios honorarios Gregorio Pérez Companc, Wolfgang Grabisch, Marino Zafanella (†), Carlos Puricelli (†), Gianfranco Pensotti (†), Ignacio Galli, Luis Barberis (†), Adolfo Glave, Jorge Molina (†), Ángel Berardo, Sergio Lenardón, Bolsa de Cereales, Adolfo Casaro, Marcelo Foulon, INTA, FAUBA y Ernesto Viglizzo. Coordinadores regionales Oeste: René Martineau; Mar y Sierras: Nora Mailland; Litoral Norte: Alejandro Socas; Litoral Sur: Fernando García Frugoni; Norte de Buenos Aires: Pedro Estrugamou; Centro: Carlos Peñafort; Sudoeste: Marcelo Canosa; Sudeste: Pablo Corradi; Semiárida: José Ansaldo; Norte de Santa Fe: Edgardo Dutto; Este: Daniel Fernández Cisneros; Sur de Santa Fe: Santiago Gallo; Santa Fe Centro: Rodolfo Tkachuk; Oeste Arenoso: Diego Pons; NOA: Daniel Rossi; Valles Cordilleranos: Fernando Ruiz Toranzo; Córdoba Norte: David Rubin y Chaco Santiagueño: Marcelo Zucal. Coordinador general Jorge Latuf Equipo de dirección organizacional Comunicación y Marketing: Graciana Mujica; Investigación y Desarrollo: Ricardo Negri. Metodología y Desarrollo Personal: Federico Guyot Administración, Procesos y Gestión de Personas: Eduardo Bottinelli; Compromiso con la Comunidad: Germán Castellanos
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El desafío del año: pasar la tormenta Criterios para gestionar empresas en tiempos de incertidumbre
En un período de turbulencia monetaria se requieren –además de las tradicionales– otras habilidades adicionales para poder gestionar una empresa agropecuaria. Veamos.
Realizar un análisis financiero más exhaustivo. En un contexto como el actual, es mucho más lo que se puede llegar a perder con un mal manejo financiero que con aquellos factores intrínsecos al negocio agropecuario, que nos hacen eficientes en el largo plazo. “Este será un año eminentemente financiero en el cual, al disponer de pesos, uno debe tener muy claro cuál va a ser su destino inmediato”, apunta Teo Zorraquín, codirector de la consultora Zorraquín y Meneses. “Es necesario estar alerta a las oportunidades que se presenten para sostener las empresas en el corto plazo. Por ejemplo, el año pasado tomar créditos en pesos a tasas reales negativas fue una oportunidad”, añade. La gestión financiera, por una parte, implica evaluar alternativas de financiación con tarjetas agropecuarias, disponibilidad de créditos y evolución de tasas de interés, mientras que, por otra parte, requiere hacer un seguimiento estricto de los plazos de cobro de los flujos de ingresos de la empresa para evaluarlos en términos reales (descontados de inflación).
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“Si el año pasado le dedicabas dos horas por semana al análisis financiero, este año vas a tener que dedicarle dos horas por día”, proyecta Ricardo Negri, coordinador del área de Investigación y Desarrollo del Movimiento CREA.
Evaluar relaciones de precios. Con la aceleración de la devaluación del peso argentino, se pierde –momentáneamente– una de las funciones básicas de la moneda: la de unidad de cuenta. Por eso se hace necesario conocer la evolución recien-
te del poder de compra del grano y de la hacienda para saber cuán conveniente (o no) es realizar una transacción o inversión. El seguimiento de relaciones insumo/producto es una las herramientas que permiten realizar tal análisis. Por ejemplo: en términos promedio, el momento más conveniente de los últimos dos años para cambiar soja por ternero fue en octubre de 2013 (ver gráfico 1). El mes de octubre del año pasado también fue el momento más oportuno del período para cambiar soja por urea (gráfico 2). Por otra parte, desde mediados de 2012 el maíz dejó de ser un insumo de bajo costo para la ganadería, aunque desde entonces se registraron algunos momentos más oportunos que otros para transformar hacienda en cereal (gráfico 3).
Apoyarse en redes de contención. En tiempos de alta incertidumbre, la peor decisión es aislarse para tomar decisiones en soledad. Todas las alternativas disponibles deben ser chequeadas con pares, asesores y socios de la empresa. “En el ámbito de los grupos CREA se ha venido incrementando el trabajo de escritorio para reducir el margen de error de cada decisión”, explica Negri. Reducir la exposición en bienes pesificados. A fines de enero pasado, las autoridades del Banco Central (BCRA) comenzaron a instrumentar una serie de medidas entre las cuales se incluye una suba importante de las tasas de interés. Eso implica que, a diferencia de lo que ocurrió en 2013, este año la disponibilidad de crédito bancario con tasas de interés reales negativas sería prácticamente nula. En otras palabras: los préstamos tendrán como piso una tasa de interés equivalente a la inflación prevista. En tal escenario –con créditos más caros–, las actividades más perjudicadas serán aquellas que tengan un alto componente de insumos dolarizados con ingresos pesificados. “En el actual contexto, la actividad agropecuaria más comprometida es la tambera con alta intensificación, dado que cuenta con ingresos en pesos con cobro en plazos de 30-40 días y costos dolarizados, tales como maíz, pellets y fertilizantes”, señala Negri.
No perder de vista el largo plazo. El hecho de que el corto plazo pase a ser prioritario para la supervivencia no implica que haya licencia para olvidarse del largo plazo. Muchos de los funda-
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mentos sobre los cuales se sostuvo la eficiencia agrícola argentina durante la década pasada ya no existen. La aparición de malezas resistentes al glifosato no sólo incrementó de manera significativa los costos de producción del cultivo de soja, sino que además pasó a requerir mayores componentes de mano de obra (control y seguimiento) e intelectual (evaluación de multiplicidad de variables para definir la estrategia de control más adecuada en cada caso particular). Muchos de los empresarios que implementaron una comercialización artesanal de trigo, cebada y
maíz lograron obtener diferencias sustanciales con respecto a otros que movieron grandes volúmenes de tales granos. En mercados intervenidos o complejos, ser grande ya no es un factor definitorio (no es casual la retirada del negocio de grandes operadores agrícolas ocurrida en los últimos años). La agricultura por ambientes –tecnología que permite eficientizar el uso de muchos insumos dolarizados– requiere embarcarse en un proceso de aprendizaje continuo que es perfectamente viable en escalas pequeñas o medianas, pero que se transforma en un infierno de datos en caso de grandes extensiones. Los factores mencionados, entre otros, implican que los cimientos de la eficiencia agrícola en el presente son bastante diferentes a aquellos que, durante la primera década de este siglo, le permitieron generar un gran salto productivo al sector (y al país), pero que ahora, en el mejor de los casos, no resultan funcionales. Al tratarse de un proceso en plena formación, no tiene una receta de uso masivo (tal como en su momento la tuvo la agricultura de insumos) y, en caso de llegar a tenerla algún día, esta no surgirá por creación espontánea, sino luego de haber probado y descartado infinidad de herramientas tecnológicas. En ese contexto, los empresarios que trabajen en red avanzarán muchísimo más rápido que aquellos que opten por hacerlo en soledad. “El hecho de que tengamos que dedicarles este año mucho más tiempo a factores de corto plazo no debe hacernos olvidar el largo plazo. No tenemos que perder la visión de hacia dónde vamos.
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En algunos casos, la crisis quizás pueda ser una buena oportunidad para revisar procesos, ajustar escalas y mejorar la eficiencia productiva”, indica Zorraquín.
Planificación comercial. Este año, además de una gestión financiera más intensiva, se requerirá estar mucho más atento en el área comercial. Será crucial hacer un seguimiento diario de las oportunidades de ventas futuras de granos –tanto en el Matba como con forwards– para evaluarlas en función del ciclo de obligaciones contraídas por la empresa o por las eventuales oportunidades que pudiesen surgir por cambios en los precios relativos. Cuantos más indicadores tenga el tablero de comando de la empresa, mayor será el grado de éxito de cada una de las decisiones tomadas. Por ejemplo: el tipo de cambio para liquidar un contrato del Matba (Itaú) es actualmente bastante diferente del empleado para liquidar una operación forward (comprador Banco Nación). La operatoria comercial también requerirá ser creativo para obtener el máximo precio posible según posición de entrega y calidad de la mercadería propia. Por ejemplo: el año pasado surgieron algunas oportunidades para comercializar partidas de soja con altos niveles de proteína a precios diferenciales.
Recupero de saldos de IVA. La aplicación de Ricardo negri.
la tasa reducida de IVA del 10,5% en la mayoría de las ventas de bienes agropecuarios y la gene-
ración de créditos fiscales por compras de bienes y servicios, muchos de ellos gravados al 21%, genera, en la mayor parte de los casos, saldos técnicos a favor de muy difícil recuperación. El sector agrícola suma a esa problemática saldos a favor productos de retenciones y percepciones de IVA (a partir de lo determinado por la resolución general 2300/07 de la AFIP). Los compradores deben retener a los productores inscriptos en el Registro Fiscal de Operadores de Granos el 8% de IVA con una devolución sistémica del 7% en un plazo máximo de 60 días de emitida la liquidación primaria de granos. Pero en los últimos tiempos, las devoluciones pueden llegar a tardar más de un año. Para que la devolución se acredite, es necesario que ocurran tres condiciones: a) que el empresario agrícola haya informado la retención en su declaración mensual de IVA; b) que el comprador haya incorporado la retención efectuada en el Sistema de Control de Retenciones de la AFIP (Sicore), y c) que cualquiera de las dos partes haya denunciado la operación a la AFIP. “Cuando se cumplen esos tres requisitos, la normativa vigente dispone que la AFIP tiene que depositar el 7% en la cuenta del productor antes del último día del mes inmediato siguiente al que se practicó la retención”, indica el abogado Alejandro López Tilli, socio del estudio jurídico G. Breuer. La Ley de Procedimiento Administrativo determina que cuando la AFIP omite pronunciarse en los plazos legales, eso se considera un rechazo (un rechazo silencioso, podríamos decir). “En las actuales circunstancias, no es aconsejable asumir que el silencio es equivalente a un rechazo. La opción que tiene el productor es presentar un pronto despacho ante la AFIP, a partir del cual el organismo tiene 15 días hábiles para contestarlo”, explica López Tilli. Si la AFIP no responde ese pronto despacho –lo que suele suceder–, el siguiente paso es presentar un amparo por mora en el Tribunal Fiscal de la Nación. “Con ese procedimiento, la autoridad judicial instruye a la AFIP para que se expida en forma categórica, luego de lo cual el productor recibe la acreditación de la retención en un plazo de unos 15 días”, señala López Tilli. “Esta metodología ha resultado exitosa para muchas empresas agrícolas en lo que respecta a la recuperación de saldos de IVA en plazos razonables”, concluye. f CREA
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Riego y biotecnologĂa: dos factores estratĂŠgicos Entrevista al secretario de Agricultura Gabriel Delgado
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A fines del año pasado, Gabriel Delgado –con apenas 38 años de edad– fue designado secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación. Luego de recibirse de licenciado en Economía Agropecuaria, ingresó al INTA, donde desarrolló, en diferentes áreas de ese organismo, su carrera profesional. En 2009 obtuvo el doctorado en Finanzas en el Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina (CEMA). En el ámbito privado fue fiduciario de fideicomisos agrícolas, ganaderos y de servicios agropecuarios, además de ser propietario de dos campos en la provincia de Buenos Aires. –¿Se imaginó en algún momento llegar a la función pública o se trató de algo inesperado? –GD: Soy licenciado en Economía Agropecuaria, que es una carrera que ya no existe más como tal, la cual, a diferencia de la licenciatura en Administración Agropecuaria, siempre tuvo una faz muy dirigida al sector público. Empecé a trabajar en el INTA Bordenave (región sudoeste de Buenos Aires), donde tomé contacto con la realidad de la función pública desde el ámbito técnico. No tuve ningún tipo de tentación de irme a trabajar al sector privado más que por las actividades propias que desarrollo allí.
Un productor agropecuario –¿Qué actividades desarrolla? –GD: Soy productor agropecuario. Vengo de una familia de productores oriunda de Coronel Suárez. –¿A qué actividad se dedica la empresa? –GD: Mi padre ha trabajado muchos años en ganadería y yo me dedico más a la agricultura. Volviendo a la pregunta inicial, todas las personas que trabajamos en el sector público y que tenemos una formación relacionada con la cosa pública, en algún momento imaginamos un desafío así, quizás no a una edad tan temprana. –¿Cómo fue el momento en el cual se enteró de la noticia? –GD: (El ministro de Agricultura Carlos) Casamiquela me llamó a su despacho para decirme “¡Felicitaciones!, señor secretario de Agricultura”. Él ya me había adelantado que quería que lo acompañase en su gestión en el ministerio, pero no sabíamos qué roles íbamos a tener las pocas
personas provenientes del INTA que llegamos aquí para colaborar con él. Es un profundo honor, porque somos técnicos del INTA que llegamos luego de muchas horas de discusión sobre política agropecuaria. Es un desafío único tener la oportunidad de intentar poner un granito de arena para promover el desarrollo nacional desde el sector agropecuario. Confiamos en el ministro (Casamiquela), que tiene muchísima experiencia en la gestión pública, lo que es determinante para poder llevar adelante algunas iniciativas que tenemos desde hace tiempo. –Imagino que ya no tiene tiempo para dedicarse a la propia empresa y habrá tenido que delegar la conducción… –GD: Así es. Este cargo no es full time, sino full life. –¿Es casado? – GD: Sí. Mi esposa es una persona muy tranquila y yo trato de mantener algunos equilibrios. Tengo dos hijos de cuatro y siete años. A pesar del maremoto, no he dejado de desayunar con mis hijos y llevarlos al colegio, aunque tenga que levantarme a las dos de la mañana para comenzar a trabajar, como sucedía durante los primeros días de la gestión. También trato de cenar con ellos. La función pública tiende a ocupar todo tu tiempo, que nunca alcanza, porque siempre existe algo pendiente.
Objetivos –¿Cuáles son los objetivos estratégicos de su función? –GD: Yo estoy a cargo de la secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca en un ministerio en el que existen otras dos secretarías más: la de Desarrollo Rural y Agricultura Familiar, y la de Emergencia Agropecuaria y Coordinación de Políticas. Desde mi función existen dos cuestiones centrales, tanto para el ministro como para mí, que son determinantes: la primera está asociada a los factores que mueven la función de producción. Es un tema al que se le da poco espacio en la discusión pública. En el mundo existen unos 500 millones de hectáreas cultivables, y eso se puede aumentar en no más de un 15%. La población mundial es de más de 7100 millones de personas, y en 2042 se proyecta que superará la cifra de 9000 millones. Eso implica que los países productores de alimentos vamos a tener un rol cada vez más
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preponderante. En ese sentido, el Cono Sur en general y la Argentina en particular tienen dos desafíos muy importantes: el primero es seguir apostando a la biotecnología: queremos seguir fortaleciendo la política que ha tenido la Argentina en esta materia. La biotecnología es uno de los factores que mueven la función de producción. El otro tema es el del uso del agua con fines agropecuarios; tenemos agua subterránea, agua de río, mucha agua dulce que tiramos en el Atlántico; todo no se puede usar, porque el Paraná es un río navegable, pero existe un potencial enorme para regar la Argentina, especialmente si queremos cumplir con las metas de producción que nos hemos propuesto en el Plan Estratégico Agroalimentario.
Delgado: “Un grupo de profesionales está trabajando para desarrollar una estrategia nacional que permita aumentar la superficie irrigada en la Argentina”.
–En ese sentido, ¿están trabajando en algo específico? –GD: Un grupo de profesionales, junto con la UCAR (Unidad para el Cambio Rural), está trabajando para desarrollar una estrategia nacional que permita aumentar la superficie irrigada en la Argentina, que ha crecido muy poco en los últimos años y queremos darle un mayor impulso. –¿A través de obra pública o de riego mecanizado? –GD: Estamos pensando en un plan que incluya ambas opciones, además de las cuestiones de exploración y gestión del agua subterránea, que es un recurso provincial; queremos darles una ayuda a las provincias que así lo deseen, para que puedan contar con algún instrumento orientado a desarrollar ese recurso. –Uno de los aspectos fundamentales del uso de agua subterránea es la falta de un estudio integral que permita evaluar el empleo sustentable del recurso en las diferentes zonas productivas… –GD: En ese sentido, la UCAR ha encargado una serie de trabajos, que ha financiado la Secretaría de Agricultura, para poder avanzar en el estudio de la dinámica de los acuíferos subterráneos.
Modelos productivos –¿Qué opinión tiene sobre la proporción de área sembrada de soja con respecto a maíz en la Argentina? –GD: No estamos en contra de la soja, porque consideramos que es un cultivo rústico que ha sido muy importante para el desarrollo de la agricultura
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argentina. Creemos también que existen otros cultivos que son importantes para que el sistema productivo sea sostenible, tales como el maíz, el trigo o el sorgo. Tenemos que lograr incentivar la siembra de otras producciones además de la soja.
–¿Cuáles son los objetivos en materia de políticas para la ganadería? –GD: Creemos que tenemos que volver a un esquema que logre incentivar el engorde de animales más pesados; tenemos que ponerle más kilos a cada cabeza; tenemos que mejorar los –¿Qué se puede hacer desde la secretaría para índices productivos, porque en muchas regiones fomentar la incorporación de gramíneas en las del país los indicadores de producción no se muerotaciones agrícolas? ven desde hace 50 años. “No estamos en contra de la soja, –GD: Estamos evaluando Es un tema determinante: porque consideramos que es un cuestiones de índole procuáles son las políticas cultivo rústico que ha sido muy ductiva que creemos que que deben diseñarse paimportante para el desarrollo pueden llegar a incentivar ra poder mejorar los índe la agricultura argentina”. de manera importante la dices productivos. En tanrotación con otros cultito no movamos eso, va a vos. El tema del riego, por ejemplo; con este recurso, ser muy difícil que podamos tener una polítila respuesta del maíz o del trigo es mucho más imca agropecuaria de largo plazo. Para nosotros portante que con soja. Los incentivos tecnológicos, es importante resolver esos problemas, que como la aparición de nuevas variedades, que son tienen raíces muy profundas, en lo relativo a los factores que mueven la función de producción, producción de forraje, mejora genética, control son los que cambian el sector de manera estructude los rodeos, sanidad y demás aspectos. El ral. Estamos trabajando en una serie de aspectos ojo del amo engorda el ganado es un dicho del relativos al riego y a la biotecnología. También ámbito agropecuario; nosotros queremos agriconsideramos que es importante la reposición de cultura y ganadería con agricultores y ganaderos. nutrientes de los suelos. En ese sentido, estamos En nuestro sector, los procesos de control son analizando algunos instrumentos que permitan muy dificultosos; al negocio agropecuario debe generar incentivos al respecto. controlarlo su dueño, y para nosotros es muy importante tener una agricultura y una ganadería –¿Cuáles, por ejemplo? con productores que lleven adelante la produc–GD: Una serie de aspectos que estamos evación, porque eso genera una serie de procesos luando para generar incentivos para la reposición de desarrollo en el interior del país, en el cual de nutrientes extraídos por los cultivos. confiamos ciegamente y propiciamos.
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en su campo, pero lo que no sabe es si la pulverizadora está echando glifosato o agua; la única manera de saberlo es estando ahí. –¿Sigue dando clases? –GD: Estoy un poco retirado por falta de tiempo. Tuve mucha actividad docente en posgrados. En 2010 fui, además, presidente de la Asociación Argentina de Economía Agraria. He tenido mucha actividad académica. También estudié un tiempo en Francia en el marco de mi carrera de grado, que cursé en la Universidad de Belgrano.
Delgado: “Creo que si en el sector pudiésemos consensuar cómo mover la función de producción para dar saltos, nos ahorraríamos un montón de discusiones”. –En los últimos años se desarmaron muchos grandes grupos agrícolas porque los paradigmas de la eficiencia cambiaron… –GD: Existen investigaciones tanto en el exterior como en el mercado local que indican que las economías de escala no siempre son beneficiosas para el sector, porque con la escala aparecen problemas de control. Para que uno pueda estar seguro de que lo que se está aplicando son 30 kilos de fósforo y no otra cosa, tiene que estar ahí. Un alumno me dijo que adquirió un programa con el cual puede ver el recorrido de la pulverizadora
–¿Cómo quisiera ser recordado al finalizar su gestión? –GD: Como una persona que ofreció todo lo que tenía, como una buena persona, honesta, honrada, que hizo su aporte para el desarrollo agropecuario de este país y, especialmente, en las cuestiones estratégicas en las que estamos trabajando: los factores que mueven la función de producción. Pero eso, sin lo otro, no me interesa. –La síntesis sería esa: mover la función de producción. –GD: Ese es el principal objetivo. Y creo que si en el sector pudiésemos consensuar eso de verdad, es decir, no movernos en la función de producción, sino mover la función de producción para pegar saltos de producción, nos ahorraríamos un montón de discusiones. f CREA
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Situación crítica en las empresas cuyanas Una serie de heladas redujo la producción de frutas y acentuó una realidad económica comprometida en las empresas de la zona
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La realidad de las economías regionales de La Rioja, Catamarca, San Juan y Mendoza no resulta alentadora. Los empresarios dedicados a la producción de uvas de mesa, uvas para vinificar, aceitunas y frutas de carozo sufrieron heladas muy fuertes en la primavera de 2013, que redujeron al mínimo o malograron la producción. Cabe aclarar que, aparte de los problemas climáticos, durante los últimos cinco años la región padeció
la pérdida de competitividad por el aumento de costos internos en dólares.
Uva de mesa Según los últimos datos publicados de Senasa, en los primeros 10 meses de 2013, las exportaciones argentinas de uvas frescas se derrumbaron a causa de la creciente inflación de costos en dólares. En tal sentido, se registraron exportaciones por
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26.723 toneladas versus 42.821 toneladas en el mismo período de 2012. Este comportamiento fue consecuencia de que muchas empresas tomaron la decisión de desactivar
las producciones de uva de mesa para convertirlas en pasas de uva. Esta actitud permitió reducir el costo de producción y disminuir las necesidades de mano de obra, pero generó una reducción del 50% en la facturación de las empresas. Dicha estrategia representaba una alternativa viable ante la compleja realidad, pero las heladas de mediados de septiembre alteraron esos planes y destruyeron la mayor parte de la producción prevista de uvas de mesa y de pasas (ver cuadro 1). “Las heladas les dieron el golpe final a nuestras empresas, que ya venían mal. Trabajábamos para reducir costos, pero nos quedamos sin producción”, señala Juan Vizcaino, miembro del CREA Cerro Blanco, de la provincia de San Juan, y asesor técnico de una empresa dedicada a la producción de uvas de mesa, olivo, ciruelas y damascos para consumo en fresco. Cabe señalar que con la magra rentabilidad de los últimos años, las empresas no podrán capear los daños sufridos. “Nuestra empresa, en el mes de abril, se quedará sin capital de trabajo. Además, aún no recibimos montos importantes en concepto de recupero de IVA por exportaciones”, adelanta Vizcaino.
Olivo En un reciente relevamiento realizado por el Movimiento CREA entre empresas dedicadas a la producción de cultivos regionales, se determinó que las fincas de la zona olivícola estiman una caída de la producción del 50%, en promedio, por efecto de las heladas. “Ha mermado considerablemente la producción olívicola en Catamarca, La Rioja, San Juan y Mendoza. Lo preocupante es que en algunas regiones se han perdido cosechas enteras”, señala Hermenegildo Pini, miembro del CREA Arauco de la provincia de La Rioja. Para Pini, la crítica situación financiera de los productores comprometerá los resultados del próximo año. “Hasta 2015 no tendrán nuevos ingresos, de manera que algunos optaron por reducir labores de poda, fertilización, riego y control de plagas, lo que incidirá en los rendimientos de la próxima campaña”, apunta.
Frutas de carozo Entre los cultivos más comprometidos, se encuentran la ciruela, el damasco, los duraznos y los pelones, con pérdidas casi totales en la zona
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cuyana. La misma situación enfrentan los productores de almendras. Ante este panorama, se estima una merma significativa en la contratación de personal. Por otro lado, en el mostrador de las fruterías se evidenció un incremento en los precios y faltante de frutas de carozo. “El encarecimiento en el mercado interno se debe a las heladas tardías de la primavera, que impactaron de lleno en las etapas más sensibles de los cultivos”, comenta Fernando Ruiz Toranzo, coordinador regional de los CREA de la región Valles Cordilleranos.
Impacto social negativo Según estimaciones de los CREA de la zona, dos tercios del costo de producción de las fincas sanjuaninas corresponden a mano de obra. Con los daños registrados por las heladas en las seis empresas del CREA Cerro Blanco, se perderán alrededor de 159.000 jornales en el ciclo 2013/14, que equivalen a un monto superior a 30 millones de pesos. “El impacto de la reducción de mano de obra en la región de Cuyo será importante. Eso tendrá graves consecuencias para el empleo de las comunidades locales”, afirma Ruiz Toranzo. A futuro, el técnico prevé un escenario económico complicado para aquellas empresas sin respaldo financiero. “Disponer de recursos suficientes para cosechar la próxima producción, durante los meses de febrero y marzo de 2015, será una quimera”, anticipa.
Por su parte, Vizcaino considera que la mayoría de las fincas necesitará fuentes de financiamiento externo para asegurar su normal funcionamiento. De no ser así, cerrarán. Sin embargo, adelanta que es muy difícil para las empresas de la zona conseguir préstamos a tasas razonables. Ante un panorama económico y climático desalentador para las economías de Cuyo, los productores ven comprometido el normal funcionamiento de su negocio y el empleo para muchas personas de las comunidades locales. La modificación de la paridad cambiaria durante los últimos días de enero no alteró sustancialmente esa realidad desfavorable porque continúan incidiendo los altos costos de producción, la elevada presión impositiva, las limitantes de infraestructura y otros factores que erosionan la competitividad de los productos regionales. f CREA
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Trabajo en equipo en la empresa agropecuaria Las personas y los entornos van cambiando y ya no es posible resolver nuevos problemas con viejas técnicas Falta de compromiso, desinterés, responsabilidad condicionada, aspiraciones limitadas, rotación, nuevas pautas culturales, generación x, generación y. Buenos diagnósticos de la realidad del mundo del trabajo. ¿Y después? Posiblemente adentrarse en los laberintos de lo que se ha llamado genéricamente problemas de personal resulte una de las cuestiones de más significativa incidencia en el futuro desarrollo de la empresa agropecuaria y se transforme en factor decisivo de su diferenciación en el medio. Las que logren encaminar el tema antes, obtendrán una ventaja competitiva sustancial sobre sus pares. Algunos ejemplos:
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• Las empresas agrícolas que pueden desarrollar un manejo calificado de delicados productos químicos y genéticos producen efectos diferentes con el mismo costo de insumos. • Empresas ganaderas con buen manejo, desarrollo de tecnología de procesos y confort, y detalle en el suministro de alimentos definen los resultados del engorde y de la producción de leche, y de la calidad de producto. • Empresas de maquinarias que, por la disposición proactiva y atenta de los operarios involucrados, obtienen buenos resultados en una siembra, en una pulverización o en una cosecha. Todas estas constituyen cuestiones de diario planteo, que terminan indefectiblemente con el diagnóstico reiterado y resignado de “el problema del personal”.
Hora de replanteos Detectar el problema puede ser insuficiente si no se logra comprender y replantear aspectos de la cultura de la organización que no actúan a favor. Definir un problema con claridad representa una proporción muy importante del camino hacia su solución, del mismo modo que hacerlo de manera incompleta conlleva el diseño de estrategias ineficientes que, probablemente, concluyan en frustraciones. Hace algunos años escuché a un muy respetado colega expresar: “Cuando todos a su alrededor tienen un problema y usted no lo tiene, pueden estar pasando tres cosas: • Usted es un caso excepcional y raro, inmune al problema. • Usted no entendió cuál es el problema. • Usted es el problema”. Desde entonces me pregunto: ¿cuál será el lugar relativo que como líderes nos corresponde en cada situación? También desde hace un tiempo asistimos a la gestación, primero, y a la aceptación resignada después, en nuestros comentarios de todos los días, de frases tales como: “No se consigue gente”; “A la gente no le gusta el trabajo que hace”; “Los jóvenes de hoy no tienen compromiso, no les interesa nada, no tienen ambiciones y no se ponen la camiseta de la empresa”; “La gente prefiere quedarse en el pueblo en vez de ir a trabajar al campo”.
También se escucha: “Cuando se jubile el personal que me acompaña desde hace 30 años, no sé qué voy a hacer; los nuevos no son lo mismo”; “Ya no hay gente que quiera vivir en el campo”. Sin embargo, y simultáneamente, se observa también la existencia de empresas que no encajan en esta situación y que cuentan con un listado de personas deseosas de ingresar. Tal vez estemos mirando el tema con estructuras de análisis y premisas de solución que no sean las adecuadas.
Nuevos problemas Es factible que, en la búsqueda de una solución al problema laboral, muchas empresas hayan consultado ya a los mejores especialistas y canalizado el tema con un programa de charlas muy bien organizado y con excelente contenido al que ha de haber asistido toda su gente. También pueden haber realizado varios talleres con buenas actividades out doors para que la sorpresa y la diversión provoquen algún tipo de shock interno y denuncien un cambio de actitud de la organización. Hay más todavía: probablemente se haya ensayado algún tipo de puesta en común de objetivos para que todos entiendan y se enteren de que “en esta empresa queremos trabajar en equipo”. En un mayor estado de avance, incluso, seguramente se haya aplicado la metodología CREA a una reunión de encargados, con la expectativa de que el intercambio de experiencias y el aprendizaje contribuya a la clarificación del problema y logre un cambio de actitud y disposición de todos. Sin embargo, y a pesar de esos importantes esfuerzos, muchas veces los resultados alcanzados no satisfacen las expectativas. Por otro lado, en el ámbito de nuestra propia capacitación como líderes de la organización, se habrá asistido a talleres de comunicación, de trabajo en equipo, de liderazgo y de delegación. Se habrán explorado y estudiado todas estas técnicas casi hasta el hartazgo. Con lo cual, y llegados a este punto, quizás deberíamos considerar un conjunto de preguntas sobre las cuales propongo reflexionar: • ¿Habremos incorporado todo este conocimiento como parte de nuestro accionar cotidiano? • ¿Habremos cambiado de actitud y de respuestas frente a un problema nuevo, complejo y de resolución gradual?
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• ¿Habremos comprendido la necesidad de hacer que los nuevos conceptos pasen por el cuerpo cultural de nuestra organización generando un marco de coherencia que reduzca las pérdidas de eficiencia? • Confianza. Liderazgo. Trabajo en equipo. Delegación. Comunicación. ¿Habremos entendido bien? Nuestros sistemas productivos evolucionaron desde las tecnologías de insumos a las de procesos, y luego, a la gestión del conocimiento. Conocemos las curvas de adopción. Ahora, ¿en qué momento habrá comenzado la incorporación de esta nueva tecnología, la de gestión de personas, y en qué grado de su adopción nos encontraremos? Nuestros sistemas de conducción de empresas han evolucionado desde la dirección por instrucciones a la dirección por objetivos, y de ella, a la dirección por valores. Hemos escuchado en múltiples ocasiones las palabras clave de las nuevas empresas: • Liderazgo orientado al servicio del equipo. • Pirámide de jerarquías invertida. • Comunicación focalizada en la escucha. • Trabajo en equipo asentado en la diversidad, en la complementariedad y en la confianza. • Delegación como herramienta para el crecimiento y el desarrollo de las personas. • Inclinación al aprendizaje. • Organizaciones vivas e inteligentes que aprenden de sí mismas. • Organizaciones dinámicas que se adecuan, que cambian, que evolucionan y se rediseñan a sí mismas para hacer frente a las nuevas demandas. ¿Cuánto habremos adecuado, rediseñado, evolucionado en nuestras organizaciones para hacer frente a las nuevas demandas de la gestión de personas?
Conocimiento y convencimiento Tener un alto grado de conocimientos sobre la materia es necesario, es conveniente y hasta tal vez imprescindible, pero seguramente no es suficiente. Contar con el conocimiento no es igual que contar con el convencimiento. El trabajo en equipo es una filosofía de desempeño, una modalidad de acción, una disposición
natural a hacer, que debería estar incorporada a cada situación, a cada frase, a cada gesto y a cada respuesta estratégica. Debería transformarse en un hábito, en un esquema de comportamiento que no admita otra manera de resolver los problemas cotidianos en la empresa. Trabajar en equipo es estar absolutamente convencido de sus ventajas y de los beneficios de incorporar sus principios a la cultura de la organización. Hay que entender la comunicación de la organización como el mecanismo que pretende generar en el otro una acción consecuente. Requiere el cuidado de la relación con el interlocutor para ser exitosa; no es algo que pueda repensarse cada vez que se entabla un diálogo. Hay que considerar y valorar la diversidad y la complementariedad; debemos saber que existen habilidades innatas, competencias adquiridas y que no todos somos iguales a la hora de desempeñar una tarea. Entender que cada uno ejecutará el rol que mejor pueda y aporte al objetivo buscado, y que lo hará en pos de su propio orgullo personal y el de sentirse útil y trascendente en su tarea. Se debe comprender que, para lograr el objetivo, las personas deben prioritariamente querer alcanzarlo, además de necesitar saber y poder hacerlo. Los tres factores son responsabilidad exclusiva de la organización, lo que implica un concepto mucho más amplio que el de capacitar. Se debe generar la confianza de los integrantes del equipo, pero además, hay que ser consecuentes y coherentes con este factor tan fácilmente fracturable, esencial para el éxito del trabajo conjunto. Hay que transformar el clima laboral en un factor atractivo que influya en el buen ánimo de las personas y que saque de cada una de ellas su mejor versión. Se debe tener en cuenta que el ámbito laboral es el espacio en el que todos pasamos la mayor cantidad de horas por día, y que las personas que integran nuestros equipos son aquellas con las que compartimos la mayor parte de nuestra existencia.
Las nuevas generaciones Posiblemente ya no haya personas que trabajen “para la empresa”, y sea tiempo de pensar en personas que trabajan “en la empresa” para sí mismas.
Tal vez sea el momento de reflexionar acerca de por qué trabajo, por qué me esfuerzo y por qué hago lo que hago cada día yo mismo, y comprender que las demás personas de mi equipo podrían ser diferentes a mí. Si a mí me gusta lo que hago; si lo disfruto; si me gusta trabajar; si siento satisfacción, orgullo y trascendencia, ¿por que los demás no habrán de sentir lo mismo? Las nuevas generaciones dan al trabajo un valor diferente en sus vidas que las inmediatas anteriores. El trabajo, para ellas, es una “herramienta para alcanzar sus propios sueños”. No toleran trabajar “para la empresa”, sintiendo que es factible que a esta le vaya bien gracias al esfuerzo de todos pero, posiblemente, no a la inversa. No consideran el trabajo como un valor en sí mismo. No valoran la lealtad, la permanencia y el sacrificio personal con el mismo mérito que lo calificaban sus antecesores. Pero esto los describe; no los descalifica.
Tal vez las personas necesitan trabajar “en la empresa” como marco para el desarrollo de sus propios objetivos, compartiendo los éxitos y los esfuerzos para lograr el resultado conjunto. Tal vez sólo si la persona es capaz de percibir esta sinergia conseguirá “ponerse la camiseta”. Obviamente, la del lugar que le permita crecer, desarrollarse y progresar como sueña.
Remuneración global Lo expuesto, ¿tiene que ver con la remuneración? Sí, obviamente, pero no sólo con eso. No hay que entender el concepto de remuneración desde la concepción clásica. Hoy la retribución es un concepto global mucho más complejo y sofisticado que el de un simple salario. Implica una dedicación, un esfuerzo y una atención bastante más complicada que la de pagar un jornal. Implica involucramiento. Esto es sinónimo de participación de las personas en la definición de objetivos, en el diseño de las líneas estratégicas y en el armado
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del plan de trabajo de la empresa. También, conocer los resultados, festejar los logros y aprovechar los errores como una herramienta de aprendizaje y crecimiento. El involucramiento implica entender por qué y para qué. Esto conlleva la motivación y alimenta el sentido de pertenencia. Las personas no se involucran por sí mismas, sino que es la organización la encargada de darles espacio y jerarquía y valor a sus ideas y propuestas. Involucrar implica construir ideas conjuntas, atender los “cómo” y los “por qué” de cada uno de los participantes y acordar el “qué” en función del intercambio y no de la jerarquía. De resultas del involucramiento, la solución propuesta es la mejor para resolver un requerimiento. La organización debería plantear el objetivo por lograr; el equipo debería encontrar qué hacer, cómo, cuándo y de qué manera, en forma conjunta.
Reflexiones finales No parece posible resolver nuevos problemas con viejas técnicas; no se pueden encarar nuevos desafíos sin un cambio de visión, de actitud y de estructura. Las personas han cambiado, los entornos han cambiado, los estímulos han cambiado. Pensar que, formando parte de un equipo que enfrenta dificultades, uno no forma parte del pro-blema es alejarse de la posibilidad de formar parte de la solución.
Poner el problema afuera, atribuirlo a un comportamiento cambiante de los demás y no aceptar el aporte que podría significar un cambio de actitud y disposición propia no colabora. Pensar acciones para los demás parece corresponder a una segunda etapa. Si el problema es “el personal” y no “el equipo” (incluyendo, en este argumento, las oportunidades para un adecuado desempeño que generan las adaptaciones de la estructura y de la cultura de la organización), la solución no dependerá de nosotros y nuestros intentos continuarán en el campo de la frustración. No es razonable seguir haciendo las mismas cosas y esperar resultados diferentes. Desde hace algunos años, en varias empresas del CREA América, hemos iniciado el replanteo del tema con esta línea de razonamiento. Claro que no es fácil, que no es inmediato, que no es unidireccional y que no exige poco esfuerzo. Pero vale la pena. Tal vez los resultados esperados no vayan llegando…, sino que se vayan construyendo. Readaptando frases: tal vez debamos convertirnos en el cambio que deseamos para nuestras organizaciones. Tal vez no entendimos el problema o, tal vez, seamos parte de la tercera opción. f CREA Daniel Trasmonte Asesor del CREA América
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Cómo hacer la mejor alfalfa en 2014 Hoja de ruta para lograr lotes de alta producción
En el sur de la provincia de Córdoba, oeste de Buenos Aires y La Pampa, para competir con la agricultura hay que plantear una ganadería intensiva. En esos esquemas, una pieza fundamental es la alfalfa de alta producción. Esta forrajera se debe sembrar como el mejor cultivo agrícola, porque, de hecho, es más exigente en nutrientes y agua. El objetivo por lograr son 200 plantas de alfalfa nacidas a los 100 días posteriores a la siembra, con un perfil cargado de agua hasta la napa freática. En este trabajo, preparado por Nicolás Marín Moreno, asesor del CREA Río Quinto, se enumeran los pasos necesarios para lograr cultivos de alta producción, que es un objetivo del plan de trabajo del CREA.
Ambientación Gracias a su raíz pivotante, la alfalfa alcanza los 5-6 metros de profundidad en suelos arenosos sin impedancias físicas (Haplustoles o Hapludoles). El maíz y el girasol son los cultivos agrícolas con mayores raíces, pero sólo llegan a 2,5-3 metros de profundidad en las mejores situaciones de cultivo. Con un perfil de ascenso capilar de 1 metro, pueden usar el agua de la napa de 3,5-4 metros cuando alcanzan su longitud máxima y si no sufrieron sequía durante su desarrollo. Esto deja bien posicionado el cultivo de alfalfa en los ambientes con napa a más de 4 metros, donde tienen ventajas funcionales de producción frente a los cultivos agrícolas.
Textura En ambientes con textura arenosa, habría que tener cuidado con los suelos que tengan una participación de más de 40-50 % de limo y arenas finas, ya que no son aptos para el pastoreo di-
recto por la compactación que produce la pezuña del vacuno con humedad de suelo cerca de capacidad de campo. En los sistemas de alfalfas para corte, se subsana parte del problema si se tiene la precaución de hacer coincidir los momentos de corte con baja humedad en el perfil y alternando el lugar de tránsito de las máquinas segadoras.
Conexión con la napa Durante el primer año, el balance hídrico desde el barbecho hasta bien entrada la primavera debe asegurar las lluvias suficientes para humedecer el perfil hasta la zona de ascenso capilar de la napa, además de la evapotranspiración del cultivo de alfalfa en su primer invierno. Para la siembra se necesita como mínimo 1 metro de humedad en el perfil del suelo para asegurar los primeros 90 días de vida. En los segundos 90 días (julio-septiembre), la demanda aumenta a 120-150 milímetros, según las temperaturas de primavera. Planteando esta demanda para la localidad de Hipólito Bouchardo, en el sur de Córdoba, el promedio de marzo para la serie de lluvias 1910-2010 fue de 114 milímetros. La media de abril-junio es de 121 mm, y la de julio-octubre, de 161 mm. Estos valores darían un sobrante de 150 mm que serviría para humedecer el perfil 200 cm. Confirmando esto, en 2012 la situación de humedad del perfil del suelo por el consumo de agua del cultivo antecesor a la alfalfa era 3 metros secos. Con las abundantes lluvias de agosto, septiembre y octubre, se pudo sortear esta barrera y la alfalfa se conectó a la napa. En cambio, en 2013 las escasas lluvias mantuvieron un sector seco entre la superficie y la napa. Como ninguna raíz crece en suelo seco, su profundidad sega hasta que encuentra ese sector seco.
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En la siembra de alfalfa se necesita como mínimo 1 metro de humedad en el suelo para asegurar los primeros 90 días de vida.
Antecesor El primer gran escollo para la alfalfa es el cultivo antecesor. El maíz para silo y el girasol tienen un balance de humedad mejor que el de la soja, aunque sea de grupo corto sembrada en octubre, por el momento en que dejan de consumir agua en otoños con lluvias normales. Además, la cosecha de soja deja una cola de máquina que constituye otro escollo físico por las dificultades que provoca para regular la profundidad de siembra en la cola y en la entrecola. También genera riesgos de compartir enfermedades fúngicas comunes entre la soja y la plántula de alfalfa. Por eso, se puede enrollar y retirar del lote a sembrar directamente. Otra posibilidad es su incorporación al suelo con una o dos pasadas de rastra de discos. Esta disrupción creada por los discos no sería perjudicial para la continuidad de los macroporos, por ser en el otoño y con un cultivo en implantación. En cuanto a la residualidad de herbicidas, hay que tener cuidado con el girasol y el maíz con tecnología Clearsol, donde hay que considerar los milímetros llovidos desde la aplicación hasta la siembra de la alfalfa.
Distanciamiento y profundidad Lo ideal es que las líneas de alfalfa estén lo más cerca posible para hacer una disposición de las coronas lo más distribuida posible en la superficie del suelo, acercándolas a menos de 17,5 cm. Se aconseja la doble siembra cruzada en disposición de raviol. En la primera pasada la profundidad
tiene que ser casi a voleo, porque la segunda entierra mucho la primera. Las sembradoras con dos trenes de siembra deben tener diferente regulación, ya que el de atrás entierra la siembra de adelante. La cama de siembra debe estar firme para poder regular la profundidad a menos de 0,5 cm o no más del doble de la longitud máxima de la semilla de alfalfa. Para conseguir ese objetivo, en siembras convencionales son fundamentales varias pasadas de rolo. Por el contrario, en sistemas muy compactados es fundamental la remoción de 0,5 cm de suelo por el órgano surcador, para no generar el efecto “plato de loza”, donde la semilla germinada no logra clavar su raíz en el suelo. Un buen indicador de no haber excedido la profundidad es poder “ver en superficie” entre un 5-10% de las semillas. De las semillas colocadas a más de 1,2 cm, sólo podrá emerger el 20%.
Densidad y fecha de siembra Para definir los kilogramos por sembrar, se deben tener en cuenta la eficiencia de logro de alfalfa de cada sembradora y el efecto del antecesor en la cama de siembra, que son diferentes según lotes. Además, el porcentaje de producto extra en el peleteado de la semilla definirá la cantidad de semillas por sembrar por metro, ya que diferentes companías semilleras utilizan entre el 30 y 50% de agregado. El peso de 1000 semillas de alfalfa varía entre 2,3 a 3,6 gramos. La eficiencia varía entre 50% en las máquinas de cinta utilizadas en los INTA para sembrar los ensayos y 20 a 30% en las
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máquinas de siembra de granos finos con cajón alfalfero a 1,5 metros de altura, que son las más comunes que se ofrecen en el mercado, salvo que se utilice la histórica “Brillon”. Como mínimo, la fecha de siembra tiene que ser de 50 a 60 días antes de las heladas importantes, por la mortandad de plántulas por congelamiento de los cotiledones que se produce si no llega a desplegar la primera hoja trifoliada. En el inoculado es fundamental una buena cepa de Rhizobium, un buen fungicida (metalaxy + thiuram, por ejemplo) para combatir el damping off y un buen insecticida (thiamethoxan o imidaclo-
prid) para proteger del ataque de trips (Heliothrips haemorrhoidalis) por lo menos 21 días.
Fertilización Con la agriculturización de los suelos de los últimos años, es importante darle a la alfalfa las condiciones necesarias para manifestar su potencial de producción. Unos 30 días antes de sembrar, hay que sacar muestras de suelo a tres profundidades (0-20, 20-40, 40-60) para presupuestar la corrección de suelo y la fertilización a la siembra. En las tres profundidades los indicadores por analizar son: • pH. Es como la fiebre y nos habla de la situación general del suelo. El objetivo es un valor de 6,5-6,8 donde la alfalfa expresa el 100 % de su potencial (gráfico 1). En suelos ácidos, habrá que recurrir al encalado o al enyesado lo antes posible, ya que estos productos demoran su activación hasta dos o tres meses luego de una lluvia, según la solubilidad y granulometría del producto. Frente a pH alcalinos, hay que definir la causa, la evolución en profundidad en el perfil y su posible corrección. • Conductividad. Da idea de la presencia de salinidad y su evolución en profundidad en el perfil; es una limitante muy importante para la alfalfa. • Capacidad de intercambio catiónico (CIC) y porcentaje de saturación de bases: calcio, magnesio y potasio. El calcio y el magnesio deben superar el 50 y el 12% de la CIC, respectivamente, y mantener esa relación entre ellos. En la profundidad 0-20cm, además de los indicadores anteriores, también hay que analizar: • Fósforo. El objetivo es más de 25 partes por millón (por el método de Kurtz y Bray), porque las alfalfas que más producen lo hacen en los suelos que superan estos valores (gráfico 2). Para arribar a este valor en suelos arenosos, se puede estimar un aumento de 4-5 ppm por cada 100 kg/ha de superfosfato triple, considerando además el consumo anual de la alfalfa. • Textura. • Azufre. El objetivo es superar las 15 ppm, excepto en napas con sulfatos donde hay que evaluar
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si hay respuesta al agregado de este elemento en el tiempo. • Micronutrientes. Es conveniente analizar zinc y boro, porque los mapas nacionales marcan deficiencias en las zonas alfalferas. Sobre la base de estos análisis, generalmente se recomienda una fertilización de base o corrección a la siembra –una parte en la línea de siembra y el resto a voleo para no generar toxicidad– y una fertilización de fondo una vez asegurada la conexión con la napa.
Extracción Los sistemas de corte de alfalfas son más extractivos de nutrientes que la mejor agricultura, donde sólo se exporta el grano y se rotan cultivos que extraen diferentes proporciones de nutrientes cada año. En alfalfas de corte, durante cuatro años se extraerá entre el 70 y 80 % de la producción, por lo cual hay que estar atentos al “vagón más lento” que definirá los volúmenes de producción.
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llueven y generan una producción de subsistencia. Aportan poco a la producción anual de pasto y compiten con la alfalfa que, de no tener una lluvia importante en el comienzo de la primavera, pierde uno de los mejores momentos de producción. Sólo ayudan a disminuir el riesgo de empaste.
Elección de la variedad
Una extracción anual en cuatro-cinco cortes de alfalfa que sumen 14 toneladas de materia seca sólo es comparable a la realizada por un silo de maíz de 40 toneladas de producto tal cual. Con 35% de materia seca, también equivale a 14 toneladas, pero con diferente composición, como se compara en el cuadro 1.
Grupos y mezclas En el sur de Córdoba, en alfalfas para corte los grupos de mayor producción son los 6 y los 7. Para pastoreo se combinan los grupos 6, 7 y 8, con un 10-15% de los grupos 9 y 10, para tener el crecimiento repartido en el tiempo, excepto que las lluvias estén muy concentradas de octubre a marzo (como ocurre con el clima de Río Cuarto) o sin napa. Con inviernos secos, como los de la zona arenosa del oeste de Buenos Aires, las gramíneas de invierno consumen los pocos milímetros que
A continuación se pueden leer los resultados de los ensayos de variedades de alfalfa realizados en el INTA General Villegas, conducidos por la Ing. Cecilia Sardiña. Los primeros materiales de alfalfa en el país fueron poblaciones introducidas y posteriormente adaptadas, lo que dio origen a tres ecotipos regionales (pampeano, cordobés e invernizo). Más tarde, sobre la base de estos ecotipos, se inició el mejoramiento genético con la generación de los primeros cultivares nacionales. Con los años, como consecuencia de la aparición de los pulgones verde y azul de la alfalfa, se introdujeron variedades resistentes y se intensificaron los programas de mejoramiento. Hoy en día existe una variada oferta de cultivares de alfalfa y su extensa distribución en la Argentina muestra su amplia adaptación a distintas condiciones de clima, suelo y manejo. En los últimos 20 años, por efecto de este mejoramiento genético y de la aplicación de nuevas tecnologías de establecimiento y manejo, se ha incrementado la producción en no menos de un 40 %, como también se ha mejorado de manera notoria la persistencia de los cultivares. A la hora de elegir un material de alfalfa para la
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siembra, el empresario debe conocer con claridad cuáles se adaptan mejor a sus condiciones particulares de producción. Entre los criterios clave para la elección, figuran la productividad y la persistencia, que determinarán la adaptación de una variedad a un ambiente determinado (figura 1). Desde hace muchos años, el INTA evalúa variedades de alfalfa. Estos ensayos se repiten con un protocolo común en 16 localidades y su principal objetivo es estimar la producción potencial y persistencia en cada una de ellas. En los cuadros 2, 3, 4 y 5 se presenta como ejemplo la información del ciclo productivo 2012-2013 de la EEA INTA Gral. Villegas. Estos ensayos fueron sembrados el año 2010 y 2012, sobre un suelo Hapludol típico, franco arenoso, con 2,58% de materia orgánica, 30,8 ppm de fósforo y 6 de pH. El objetivo fue evaluar la producción anual y cobertura de materiales comerciales de alfalfa. Con precipitaciones que sumaron 775,4 mm durante el ciclo productivo (septiembre-mayo) en Gral. Villegas, que representaron alrededor de un 7% menos del promedio histórico para la zona en el mismo período (835 mm), se observa que la mayor acumulación de materia seca se logró en los meses de diciembre o enero, con tasas de crecimiento de aproximadamente 100 kg MS/ha/
día. En el resto de los meses, las velocidades de crecimiento disminuyen hasta tasas que rondan los 40 kg MS/ha/día. Algunos materiales muestran muy buenas producciones de materia seca anual, logrando superar en algunos casos las 20 toneladas de MS/ ha. Los porcentajes de cobertura también fueron muy buenos en general, incluso en los ensayos 2010, después de su tercer año de evaluación, cuando se alcanzaron coberturas de entre el 72 y el 93%. En estos trabajos se observa que existe en el mercado una amplia oferta de cultivares de alfalfa con excelentes potenciales de producción y persistencia, por lo que el productor dispone de la genética necesaria para lograr alfalfares altamente productivos. Se puede acceder a los resultados de todas las localidades que evalúan materiales de alfalfa dentro de INTA y que son publicados anualmente a través de la página web (www.inta.gob.ar) o acercándose a la agencia de extensión más cercana. Es importante destacar que debido a que la expresión de todas las características es dependiente de las condiciones ambientales locales, siempre es recomendable basar la elección de los cultivares en los datos de evaluación que más
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Se aconseja la doble siembra de cruzada de alfalfa en disposición de raviol. En la primera pasada la profundidad tiene que ser casi a voleo, porque la segunda entierra mucho la primera.
se aproximen a la situación en la que se quiere implantar el cultivo, sin olvidar que la elección del material debe ir acompañada de la seguridad
de brindarles a las pasturas las condiciones y los manejos adecuados para que puedan expresar sus máximos potenciales productivos. f CREA
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Cultivos de cobertura en la región agrícola argentina Beneficios de su inclusión entre dos campañas de granos gruesos
La actividad agrícola en la región pampeana y extrapampeana, orientada fundamentalmente a la producción de soja, maíz, trigo y girasol, ha experimentado profundas transformaciones en los últimos años, no sólo en cuanto a su expansión en superficie en detrimento del área praderizada, sino también a través de un aumento de su productividad debido a un mayor uso de tecnologías. Simultáneamente, la superficie ocupada por el cultivo de soja se incrementó significativamente, en detrimento del maíz y del trigo. Teniendo en cuenta los limitados aportes de rastrojos del cultivo de soja, junto con su baja relación carbono/nitrógeno, el aumento de su participación en las secuencias de cultivos agrícolas afecta la conservación de los contenidos de materia orgánica y el mantenimiento de adecuados niveles de cobertura, lo cual podría llevar al empobrecimiento de los suelos en el largo plazo. Una alternativa para incrementar el aporte de residuos en sistemas de agricultura continua con alta participación de soja es la incorporación de cultivos de cobertura. Estos pueden generar efectos favorables en el suelo, según se consigna en el cuadro 1. La generación de biomasa de cultivos de cobertura depende en gran medida de la especie y del cultivar utilizado. En general, la producción de las gramíneas es superior a la de las leguminosas (cuadro 2).
Razones para incluir un cultivo de cobertura en la rotación Aportar cobertura y fijar carbono Uno de los indicadores más utilizados para evaluar los cambios en la calidad de los suelos es
el contenido de materia orgánica. Su importancia no radica sólo en la cantidad, sino también en su calidad (estructura y composición) y en la distribución de las fracciones (ácidos húmicos y polisacáridos) que son importantes para mantener la fertilidad y estructura del suelo.
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El aporte de carbono por parte de los residuos de cultivos es el principal factor que aumenta el contenido de materia orgánica y, consecuentemente, mejora las propiedades edáficas. Numerosos trabajos mostraron un efecto positivo de los cultivos de cobertura sobre esta variable.
de corto plazo: rápidamente el nitrógeno retenido se mineraliza y así puede, de todos modos, perderse por lixiviación. Esto ocurre si no existe una sincronización entre la liberación del nitrógeno mineralizado y la absorción de este por parte de cultivos de interés económico.
Capturar nutrientes móviles La captura de nitratos durante el largo periodo de barbecho que tiene lugar entre cultivos de verano (marzo-octubre) es otro de los objetivos perseguidos al establecer cultivos de cobertura, minimizando la lixiviación durante el otoño, principalmente en suelos arenoso francos y franco arenosos de la Planicie Medanosa (cuadro 3). En relación con este objetivo, Strock et ál. (2004) reportaron que las pérdidas de nitratos por lixiviación en un suelo moderadamente drenado se redujeron en un 13% en una rotación maíz-soja cuando un cultivo de centeno se implantó durante el periodo de barbecho. Al respecto, otros estudios muestran que, además de la absorción por parte de los cultivos de cobertura, el contenido de nitratos también estuvo influenciado por la inmovilización de la fauna microbiana durante etapas tempranas de descomposición de los residuos. En síntesis: en zonas húmedas, el nitrógeno que es retenido en la materia orgánica al finalizar el cultivo o el que es retenido por la biomasa de un cultivo de cobertura contribuye a inmovilizar nitratos y a evitar su lixiviación. Hay que considerar, sin embargo, que lo descripto es un efecto
Mejorar la eficiencia de uso del agua Fernández et ál. (2005) y Duarte (2002) comprobaron que, en años con precipitaciones normales durante barbechos largos y en suelos de baja capacidad de retención de agua, los cultivos de cobertura aumentaron la eficiencia del uso del agua para capturar carbono, con respecto al testigo. Esto se debería a que, normalmente, las precipitaciones exceden la capacidad de retención de agua durante un barbecho largo y, consecuentemente, una parte sustancial de esta se pierde infiltrándose en profundidad. No obstante, se reconoce que el consumo hídrico de los cultivos de cobertura durante el invierno podría interferir en la normal oferta de agua para el cultivo siguiente. En ese sentido, el “costo hídrico” de los cultivos de cobertura puede ser de 15 a 100 milímetros, según zonas. Controlar malezas Los cultivos de cobertura pueden reducir la densidad de malezas en sistemas de siembra directa. Este efecto estaría relacionado con la cantidad de biomasa que producen o con la liberación de sustancias inhibitorias. Existen numerosos mecanismos responsables del efecto de los cultivos de cobertura sobre las poblaciones de malezas, entre los que se destacan la reducción en la intercepción de luz, la competencia por agua y nutrientes, cambios en la temperatura del suelo o impedimentos físicos a la emergencia de las plántulas. En algunos casos, esto permitiría disminuir el número de aplicaciones de herbicidas previo a la siembra del cultivo que sigue en la rotación. En estudios realizados en otras regiones, se reportan reducciones de la población de malezas de entre 30 y 90 %, dependiendo del sitio y del año considerados.
Efecto rotación Ruffo (2003) propone la inclusión de cultivos de cobertura en la rotación maíz/leguminosa/soja/
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gramínea para sistemas de producción de la región pampeana. En este caso, la especie recomendable puede ser centeno o avena/soja-vicia o trébol/ maíz. La presencia de una gramínea invernal sembrada luego de la cosecha de maíz es útil para absorber nitratos residuales, aportar carbono e incrementar la cobertura de suelo durante el período invernal. La inclusión de una leguminosa entre la soja y el maíz aporta carbono, genera cobertura y reduce el requerimiento de fertilizante nitrogenado para el maíz. En una rotación trigo-soja de segunda / maíz / soja de primera, el mismo autor señala que los cultivos de cobertura pueden ser incluidos entre el maíz y la soja de primera o entre la soja de segunda y el maíz. Igual que para la rotación anterior, puede resultar recomendable incorporar una gramínea entre el maíz y la soja de primera y una leguminosa entre la soja de segunda y el maíz. En las regiones semiáridas y subhúmedas, el centeno fue el cultivo de cobertura que mostró mejor adaptación a las condiciones del sitio, en términos de producción de biomasa y de mantenimiento de la cobertura del suelo. Este aspecto es de suma importancia, tanto desde un punto de vista ambiental como productivo: el aporte de residuos es la fuente de materia orgánica de los suelos, que permite conservar su capacidad productiva y, simultáneamente, mantenerlos cu-
biertos, reduciendo las pérdidas de agua por evaporación e incrementando la eficiencia de uso de las precipitaciones. El efecto de los cultivos de cobertura sobre el rendimiento, en la mayoría de los trabajos, ha sido igual o superior al testigo. Sólo en algunos casos donde las lluvias fueron muy inferiores a lo normal, se comprobaron menores rendimientos sobre coberturas que sobre el testigo. f CREA
Síntesis del trabajo “Avances en aportes de los cultivos de cobertura en la región agrícola argentina” preparado por Cristian Álvarez y Alberto Quiroga.
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Siembra de pasturas y cultivos de cobertura Si bien los objetivos de ambas prácticas son distintos, muchas veces los desafíos son similares: lograr que pequeñas semillas sean capaces de germinar en ambientes complejos, como los que provee la siembra directa Siembras a voleo
Foto 1. Avión con equipo de siembra
Foto2. Medición del ancho efectivo de un avión
Este sistema de implantación es común para los cultivos de cobertura y para las pasturas. Su resultado depende en mayor medida de las variables climáticas, pero también de algunas prácticas culturales que pueden ayudar. La mayor ventaja que encuentran todos los que practican las distintas opciones de siembras a voleo es la distribución espacial de la semilla, ya que no hay líneas de siembra demasiado separadas ni competencia interespecífica en los cultivos. Muchos tamberos e invernadores extrañan las sembradoras a 15 cm entre líneas que supieron tener, ya que hoy hay muchas que no trabajan a menos de 21 cm entre hileras. La distribución espacial aleatoria también evita en parte la posibilidad de que la hacienda sea selectiva a la hora de elegir los rebrotes de las leguminosas. Algunos cultivos de cobertura suelen sembrarse a voleo antes de cosechar el cultivo en pie anterior, para anticipar lo más posible su ventana de emergencia; en este caso, sólo se podrán hacer siembras aéreas o con equipos especializados para esta labor. Las siembras aéreas son muy utilizadas, ya que permiten cubrir grandes áreas en poco tiempo, anticipándose a los pronósticos de lluvias y a los momentos de cosecha. Deberá tenerse en cuenta que el ancho de labor suele ser muy restringido, y es común que las semillas más pesadas queden en una franja de tan sólo unos 12/14 metros volando a unos 10 metros de altura. De no controlar el ancho efectivo del avión, los lotes quedarán totalmente franjeados, situación muy frecuente.
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Si se quieren sembrar mezclas de distintas variedades, no es sencillo lograr uniformidad en todo el ancho de labor del avión, y por ello se recomienda bandejearlo y definir su ancho de labor real controlando, además, si hay segregación por diferencias de densidad y forma de semillas. Si se trata de siembras de pasturas sobre rastrojos, es posible mejorar la acción de arraigue con la pasada de algún rolo que afirme las semillas en la superficie y ayude a incorporarlas al tapiz existente (fotos 1, 2 y 3).
Siembra con equipos terrestres Es posible sembrar cultivos de cobertura con equipos terrestres, pero deberá tenerse en cuenta el daño que estos infligirán a los cultivos a punto de ser cosechados. Las fertilizadoras montadas en los pulverizadores automotores no aseguran un gran ancho de labor con semillas tan livianas. Por esa razón, debería pensarse en equipos de barral neumático que logren minimizar las pisadas sobre el cultivo. Estos logran uniformidad de aplicación y ancho de labor constante, independientemente de las condiciones atmosféricas y de la densidad de la semilla (fotos 4 y 5). Si se pretende sembrar pasturas a voleo en lotes con rastrojos, se pueden utilizar equipos de fertilización convencionales, como las máquinas de platillos, pero siempre existirá el problema de la segregación balística de los distintos tipos de semillas de las pasturas consociadas. También pueden utilizarse sembradoras con sus mangueras desprendidas, cajones fertilizadores o bien rolos de cuchillas con cajones sembradores adosados, para zonas de desmonte. Estos equipos son muy eficientes y robustos, y son utilizados en la mejora de montes y para el mantenimiento de áreas ganaderas en el norte. Las versiones más livianas, llamados genéricamente rolo faca, pueden complementar satisfactoriamente cualquier siembra hecha a voleo, sea aérea o terrestre (foto 6). Si bien las siembras a voleo son utilizadas en la Argentina, es en Uruguay donde gozan de mayor popularidad, pues allí los productores ganaderos renuevan o mejoran el pastizal natural mediante esta práctica. Normalmente se esparcen varios tipos de semillas de gramíneas y leguminosas a la vez, junto con algún fertilizante.
Foto 3. Rolo compactando las semillas luego de la siembra aérea
Fotos 4 y 5. Fertilizadoras de barral neumático
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En este caso es donde suele ser más difícil evitar la segregación balística, muy común en las máquinas fertilizadoras de platillos. Son los equipos de barral neumático los que solucionan este problema, pudiendo dosificar hasta tres productos sólidos a la vez. Su ancho de labor suele ser de unos 20 metros, garantizando uniformidad de aplicación independientemente de las mezclas físicas de semillas y fertilizantes, manteniendo el patrón de distribución aun con viento (foto 7). También existen algunos equipos de arrastre de este tipo, de tecnología más básica, que pueden cumplir parcialmente con estos objetivos.
Sembradoras para pasturas
Foto 6. Rolo de desmonte/desmalezador con cajón sembrador
Foto 7. Fertilizador automotor de barral neumático
Foto 8. Legendaria sembradora Brillion
Si se le pregunta a un tambero memorioso cuál es la mejor sembradora de pasturas que él recuerde, seguramente le vendrán a la memoria los nombres de Oliver, Simplex, y alguno recordará la Brillion, de las que todavía se ven algunas en uso. ¿Qué tenía una Brillion que le dio su reputación? Básicamente, la sembradora constaba de dos paquetes de pequeños rodillos, uno delantero y otro trasero, y cajones sembradores de gramíneas y leguminosas. En las siembras convencionales de aquella época, se dejaba la cama de siembra bien rolada y firme; los ingenieros agrónomos insistían en que no debía hundirse la bota más allá de la suela. Cama de siembra firme, y por ende, buena capilaridad eran la clave. Los rodillos ravioleros delanteros afirmaban un poco más la tierra, las semillas caían a voleo en un cono entre ambos rolos y los rodillos traseros afirmaban nuevamente la semilla contra el suelo. Con algo tan simple se lograban excelentes pasturas, con una distribución espacial aleatoria y coeficientes de logro envidiables (foto 8). A las otras sembradoras mencionadas se les adosaban rolos o rastras, o ambos a la vez, que lograban el mismo efecto. Siembra superficial, semilla en lo firme y distribución espacial eran las claves de los que sabían de pasturas. Las sembradoras actuales, ¿son mejores? Depende del contexto en que se considere la pregunta. Las máquinas mencionadas no podrían operar en siembra directa, pero es importante rescatar los parámetros de calidad de siembra que ellas manejaban. A continuación, presentamos algunas consideraciones al respecto.
• Distancia entre surcos. En este aspecto se retrocedió muchísimo. En pos de permitir el flujo de rastrojos en siembra directa, casi no quedan máquinas a 17,5 cm; la mayoría pasó a 19 o a 21 cm. Se debe recordar que muchas de las veteranas sembradoras trabajaban a 15 cm. Por eso es común que se siembren pasturas en cruz o en damero, con doble pasada, para mejorar la distribución espacial y facilitar el control de malezas. • Dosificación de semillas. Tampoco se ha mejorado en este aspecto, siendo incluso necesario fabricar reductores de giro y hacer modificaciones en los mandos para garantizar una buena dosificación de semillas. Para las semillas de leguminosas, el rodillo helicoidal de apertura fija y caja de cambios es la mejor combinación para lograr dosificar con exactitud (foto 9). • Bajadas de semillas. La necesidad de desplazar los cuerpos de siembra para mejorar el pasaje de rastrojos tampoco favoreció la ubicación de las bajadas de semilla, que suelen ser muy largas, inclinadas, con codos y retenciones de semillas por su construcción anillada.
Foto 9. Rodillo helicoidal con caja de cambios
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Se recomienda colocar mangueras con polleras internas y acortar su recorrido para minimizar el efecto de “bombeo” de los fuelles de goma. • Control de profundidad. En este punto la mejora es evidente y ya no se conciben sembradoras de granos finos que no cuenten con doble rueda de control de profundidad, en las de doble disco, y simple rueda, en las monodisco. Sólo en casos excepcionales los puntos de regulación pueden ser insuficientes, dando lugar a siembras muy superficiales en el primer punto y muy profundas en el siguiente. • Compactación y cierre del surco. Si bien en los trenes de siembra actuales hay disponibles bue-
nas ruedas cerradoras y tapadoras de surcos, aún para los suelos más pesados, la mayoría no suele afirmar la zona donde se ha ubicado la semilla cuando se siembra a escasa profundidad. Los diseños de las ruedas cerradoras contemplan afirmar hacia abajo y hacia adentro, pero no en la zona superficial donde normalmente se ubican las semillas de pasturas. Si la sembradora trabaja en suelos francos a franco arenosos y lleva cuchillas turbo, el surco de siembra estará removido y requerirá que se afirme el suelo, restituyendo su capilaridad y promoviendo el contacto semilla/suelo. La compactación ha sido siempre la premisa para lograr mejores emergencias; de no ser así y de no existir contacto semilla/suelo, la emergencia queda librada a lo generosas y frecuentes que sean las lluvias (figura 1). Durante muchos años, en los suelos sueltos, la mejor opción de rueda cerradora fue la del tipo de centro deprimido, que generaba un perfil más adecuado para las siembras de pasturas, pero poco útil para las implantaciones en suelos pesados (foto 10). Este defecto no sólo es observable en la siembra de pasturas; también suele darse en las implantaciones de colza, donde no se logra el stand de plantas deseado por la localización de las semillas en tierra suelta y con cámaras de aire circundante.
Síntesis Figura 1. Compactación inadecuada en la zona de localización de las semillas de pasturas
Foto 10. Cerradora de surcos de centro deprimido
Tratando de resumir todos los puntos tratados hasta ahora, una siembra exitosa debería incluir una dosificación precisa, ya que se manejan pocos kilos de semillas muy caras; una buena distribución espacial de la semilla; suelo firme en el entorno de la semilla; adecuado contacto semilla y suelo, y localización superficial de la semilla. Pese a los cambios en las prácticas culturales, las premisas básicas siguen siendo las mismas. Las modernas sembradoras deberán demostrar que son capaces de competir con las siembras a voleo; caso contrario, la rapidez y distribución le pueden pelear el mercado. Que no ocurra como le sucedió a un productor conocido, que luego de ver sus pasturas hechas con la última tecnología disponible, sentenció: “Al final la Oliver sembraba mejor”. f CREA Ricardo Martínez Peck Consultor en maquinaria agrícola
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Tecnología para ganar con cebada Resultados de ensayos en la región Norte de Buenos Aires La consolidación del mercado de cebada forrajera ha funcionado como un seguro para aquellas situaciones en las cuales el producto no cumple con los requisitos exigidos por las malterías. Eso permitió incorporar el cultivo en los planteos de producción en una mayor proporción, especialmente en ambientes donde el trigo queda relegado en productividad debido a limitaciones presentes hacia el final de su ciclo (factores bióticos en llenado). Además, se pudieron incorporar decisiones de manejo que eran difíciles de llevar adelante con las exigencias del mercado cervecero (genética, fecha de siembra, nutrición, etcétera), permitiendo tener mayor flexibilidad en los planteos. Una de las decisiones que pudieron tomarse fue el uso de la nueva genética que el mercado cervecero deja fuera del negocio y que permite incorporar a los planteos de producción mejores perfiles sanitarios, mejoras agronómicas y aumentos de rendimientos. Otro aspecto limitante del cultivo es el vuelco premadurez y posmadurez fisiológica, una limitante importante mostrada por la genética que actualmente se utiliza y que puede ser regulada con la densidad de siembra. Por ello, durante la campaña 2013/14 del cultivo de cebada, los grupos CREA de la región Norte de Buenos Aires avanzaron en la evaluación de ensa-
yos comparativos de rendimiento de variedades realizados en distintos ambientes característicos de cada subzona. Por otra parte, en el marco de la nueva coyuntura presente en el negocio de cebada, resultó de interés evaluar la genética y la densidad no sólo en cuanto al rendimiento, sino también en lo que respecta a la calidad del grano. La combinación de genética y densidad pueden modificar el rendimiento y la calidad comercial de la cebada, generando posibilidades distintas de comercialización. Además, los ensayos son utilizados para realizar una caracterización del perfil sanitario de las variedades evaluadas. Para eso se llevaron a cabo cinco ensayos simples en grandes franjas a campo (aproximadamente 250 metros de largo y 5-8 metros de ancho) localizadas en lotes comerciales con potencial de rendimiento representativo de distintos ambientes. Se seleccionaron áeas homogéneas de cada potrero, sobre antecesor soja de primera, manejadas con la tecnología convencional utilizada por el empresario y bajo un manejo de la nutrición y protección que apuntó a planteos de alta producción zonal (ver cuadro 1), incorporando cuatro variedades comerciales de distinto potencial de rendimiento y diferentes parámetros de calidad (peso hectolítrico, calibre y proteína)
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bajo dos manejos de densidad de siembra: 200 y 260 plantas/metro cuadrado (figura 1). Todas las franjas de variedades fueron cruzadas (mismo efecto de pisada) entre los estados de hoja bandera (Zadoks 3.9) y principios de floración (Zadoks 6) por un tratamiento con fungicida mezcla (Estrobirulina + Triazol), dejando la cabecera del ensayo sin tratar, para caracterizar el perfil sanitario de las variedades sin aplicación de fungicida. El perfil sanitario de los cultivares fue definido a través de la lectura de enfermedades foliares sobre hojas completamente expandidas (lígula visible) y no senescentes vía natural, las cuales fueron realizadas durante dos estados de desarrollo de los cultivos: la primera en el estado Zadoks 3.9 y la segunda entre los estados Zadoks 7.0 (cuaje) y Zadoks 7.2 (principios grano lechoso). De esa manera, los materiales quedaron caracterizados
sanitariamente durante gran parte del período crítico para la generación del rendimiento de los cultivos. Para definir dicho perfil sanitario, fueron determinados los parámetros Incidencia (1) y Severidad (2) de las enfermedades foliares presentes: I (%) = He / Th x 100
(1)
siendo I la incidencia (%), He el número de hojas enfermas y Th el número total de hojas evaluadas, considerando las hojas totalmente expandidas. S (%) = Shi / Th
(2)
siendo S la severidad de la enfermedad (%), Shi la suma de los valores individuales de severidad de cada hoja y Th el número total de hojas evaluadas. Al estado de hoja bandera desplegada, fueron evaluadas las hojas HB, HB-1, HB-2 y HB-3. Al estado de formación de grano, fueron evaluadas las hojas HB, HB-1 y HB-2 En uno de los ensayos (Urquiza), al estado Z3.9 se trató la mitad con Azoxystrobin + Isopyrazam para analizar las respuestas a la aplicación del fungicida. Fueron cuantificadas las enfermedades presentes en los dos tratamientos vinculados a fungicida, la intercepción de radiación durante el ciclo completo de los cultivos, la dinámica de las enfermedades foliares, la evolución de la producción de materia seca y el índice de cose-
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cha, además de las respuestas en rendimiento y componentes.
Sanidad Para mancha en red (Drechslera teres) se destacaron por su mejor comportamiento las variedades Andreia y Dorada 232 por sobre Explorer y Scarlett. La más afectada fue Explorer (ver gráfico 1 y cuadro 2). En mancha borrosa (Bipolaris sorokiniana) se destacó por su buena sanidad Explorer por sobre el resto. La más afectada fue Scarlett. En tanto, la variedad más afectada por roya de la hoja fue Dorada 232, seguida por Scarlett, al tiempo que se
destacaron por el comportamiento a roya Explorer y Andreia. Además, Scarlett presentó daños por Rizoctonia en un 5% a 15% de las plantas. Tal como se observa en el gráfico 1, el regreso de las lluvias en octubre generó un desarrollo muy importante de las enfermedades hacia final de dicho mes. Se observa en los valores cuantificados entre los estados Zadoks 7.1 (10/10) y Zadoks 7.7 (25/10) que la tasa de progreso de la enfermedad fue muy importante a partir del cuajado de los granos.
Resultados Las diferencias en rendimiento estuvieron asociadas al número de granos/m2 fijados en cada
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situación. El rendimiento estuvo positiva y fuertemente asociado al número de granos cosechados, lo que explicó un 84% de la variabilidad total. El subcomponente más asociado al número de granos/m2 –como siempre y consistentemente sucede en cebada de dos hileras– fue el número de espigas/m2 . Por su parte, el subcomponente granos/espiga alcanzó a explicar el 43% de la variabilidad en el número de granos cosechados. Con la incorporación de genética con diferencias en la construcción del rendimiento, el peso de 1000 granos explicó una proporción importante de la variabilidad observada en este parámetro (r2 = 0.67). La comparación porcentual con respecto al promedio de las últimas seis campañas permite colocar en un enfoque más general el análisis de cómo le fue al cultivo en la campaña bajo evaluación. Se puede así saber si la productividad estuvo por encima, similar o por debajo del promedio, y entender qué componentes del rendimiento fueron modificados. El rendimiento estuvo por encima del promedio, explicado por una leve caída en el componente número de granos/m2, la cual fue sobrecompensada con un fuerte aumento en el componente peso de 1000 granos (como consecuencia de las condiciones climáticas de la campaña y la incorporación de nueva genética de mayor peso de grano). La caída en el número de granos cosechados se dio por una disminución en el número de granos fijados/espiga (efecto campaña). Se observaron diferencias significativas entre localidades y variedades, pero no se registraron diferencias entre densidades evaluadas. Tampoco se observó interacción entre densidad y variedad ni entre localidad y densidad. Aunque sí se observó interacción entre variedad y localidad; esta interacción es fundamentalmente de magnitud y no de orden. La componente genética alcanzó a explicar más del 11% de la variabilidad total de los rendimien-
tos logrados y, sumando su interacción con la localidad, explica más del 15%. No se observaron diferencias en rendimiento entre las densidades de siembra evaluadas. Con densidades de 200 plantas/m2, el número de granos cosechados fue menor como consecuencia de una menor cantidad de espigas en cosecha, que no fueron compensadas por aumentos en la cantidad de granos/espiga, aunque el rendimiento sí fue compensado por aumentos en el peso de los granos (cuadro 3). Las buenas condiciones climáticas durante el macollaje (julio y agosto) permitieron compensar casi por completo (un 4% menos de espigas) la menor cantidad de plantas a través de una mayor cantidad de espigas/planta. La duda queda planteada fundamentalmente con situaciones de agostos más cálidos y secos que acorten la etapa de macollaje o disminuyan la supervivencia de macollos diferenciados. Con respecto a la temperatura, por ejemplo, en los últimos 20 años en la localidad de Junín, uno de cada seis agostos fueron cálidos (con aumentos de temperatura superiores al 20%).
Variedades Se destacaron por rendimiento los cultivares Explorer y Andreia al aportar 800 kg/ha más (17%) respecto de la variedad de referencia Scarlett como promedio de las localidades (hay que recordar que existe interacción de magnitud). La variedad Dorada 232 dio lugar a un rendimiento promedio levemente inferior a Explorer y Andreia, pero también con un aporte significativo con respecto a Scarlett (cuadro 4). Un aspecto importante por destacar en las decisiones de manejo de las variedades es la construcción del rendimiento a partir de sus componentes y subcomponentes. En ese sentido, las dos variedades que lograron los mejores rindes presentaron comportamientos similares. Se destacaron respecto de Scarlett claramente en el peso de granos, con un similar número de granos por llenar: allí esta
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gran parte de su aporte. Además presentaron menor cantidad de espigas a cosecha con mayor cantidad de granos/espiga. Por su parte, Dorada 232 alcanzó el aporte en rendimiento a partir de aumentos en el número de granos cosechados como consecuencia de una mayor cantidad de espigas a cosecha sin afectar el número de granos/espiga y el peso de los granos (cuadro 4). Con la mejora del ambiente, las diferencias no sólo aumentaron en kg/ha, sino también como porcentaje respecto de Scarlett (con incrementos que van del 5% al 25% (gráfico 2). Las diferencias más significativas se observaron en los ambientes de mayor rendimiento. No se registró efecto de enfermedades debido a la aplicación del fungicida mezcla. Las condiciones climáticas y de humedad del perfil durante el llenado de grano fueron muy buenas, lo que favoreció las variedades de alto peso de grano. Es posible que, con limitaciones durante el llenado de granos o bajo condiciones climáticas promedio, las diferencias de rendimiento entre las variedades Scarlett y Andreia o Explorer sean menores. Las variedades también se diferenciaron en la duración de las etapas durante el ciclo del cultivo. Se observaron diferencias al comienzo de la encañazón y desde ese momento a floración, dando lugar a diferencias acumuladas de ocho días. La etapa de floración a madurez indica el tiempo de llenado de grano; en esa etapa se destacaron
Andreia y Explorer por mayor duración y, por otro lado, Scarlett con la menor duración (en clara asociación con el peso de granos final; cuadro 5). La duración del ciclo total varió entre 137 y 142 días (dato importante por tener en cuenta para la siembra de soja de segunda). Sin embargo, existieron diferencias en la humedad a cosecha que llevaron a modificar la fecha de posible cosecha. Scarlett no sólo se caracterizó por un rápido llenado, sino también por un rápido secado de grano; fue la variedad con menor humedad a cosecha. Por su parte, Andreia fue la de mayor humedad a cosecha. Datos propios de los CREA
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de la región Norte de Buenos Aires marcan una pérdida de rendimiento de 25 a 30 kg/ha de soja de segunda por día de atraso de siembra. Los materiales Explorer y Andreia incorporaron mejoras en el comportamiento del cultivo frente a vuelco en premadurez y posmadurez fisiológica. En ese aspecto, Scarlett fue la variedad que presentó vuelco al momento de cosecha. En relación con la tolerancia a heladas en estado de pasto, se destacó claramente Dorada 232 como la de mejor comportamiento, mientras que Andreia presentó el peor comportamiento (cuadro 5). No hubo efectos importantes de la densidad sobre los parámetros de calidad cervecera. Se observó un leve efecto sobre el valor de peso hectolítrico y sobre la variable calibre por debajo de 2,2 milímetros (cuadro 6). Se detectó interacción entre variedad y localidad e interacción leve entre variedad y densidad en calibre. Con respecto a
eso, la variedad que generó dicha interacción fue Scarlett, la cual presentó mejoras en el calibre a la mayor densidad. El resto de las variedades no presentó diferencias significativas en calibre entre densidades. Por calibre se destacaron las variedades Andreia y Explorer, aunque todas cumplieron con los requerimientos de malteado, incluso Scarlett (que fue la que quedó más cerca de los límites comerciales). Con respecto a proteína, todas las variedades estuvieron entre 10% y 12%. A su vez, todos los cultivares se ubicaron por sobre el peso hectolítrico de 62, siendo Scarlett la que presentó el menor valor (cuadro 7).
Fungicidas Las respuestas diferenciales se asociaron al perfil sanitario presentado por los diferentes materiales evaluados y al nivel de control realizado sobre las enfermedades, además de a las consecuentes diferencias en los valores de intercepción de radiación. Las respuestas a los tratamientos estuvieron entre los 550 y 700 kg/ha, explicadas por número de granos (aumento promedio del 6,5%) y por peso de grano (aumento promedio del 4,6%). Las menores respuestas las presentó Andreia y se relacionan con su buen comportamiento frente a mancha en red, mientras que las mayores respuestas, observadas en Explorer, se relacionan con el peor comportamiento de ese material frente a mancha en red. La variedad Dorada 232 presentó respuestas más explicadas en peso que en número, y eso está asociado al momento en que roya de la hoja generó el daño. El control de roya hecho por el fungicida fue muy bueno (cuadro 8).
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Las densidades bajas (200 plantas/m2) presentaron una tendencia a aumentar las respuestas a la aplicación de fungicida (90 kg/ha) cuando se trató de enfermedades necrotróficas. Las enfermedades foliares disminuyeron la cantidad de radiación interceptada a partir del cuaje de los granos en las situaciones sin fungicida como consecuencia del aumento de la senescencia del cultivo y del área de la hoja funcional afectada por la enfermedad. Eso tuvo su impacto, fundamentalmente, sobre la evolución en producción de materia seca y, en menor medida, sobre la partición del cultivo a grano. Para el caso de Dorada 232, donde la enfermedad más importante fue roya de la hoja, el efecto sobre la producción de biomasa fue relativamente menor, pero fue mayor sobre el índice de cosecha (cuadro 9) f CREA Matías Ermacora Coordinador agrícola región CREA Norte de Buenos Aires Ezequiel Gandino y Máximo Reyes Región CREA Norte de Buenos Aires
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Pulverizaciones agrícolas Cuándo hay que usar coadyuvantes Un coadyuvante es un producto que, agregado al tanque del pulverizador, ayuda al fitosanitario en su efecto de distintas maneras: contribuye a vencer la barrera de la aplicación (antiderivas y antievaporantes), de la absorción (tensioactivos y penetrantes) y de la degradación (correctores de pH, secuestrantes de cationes y carriers), entre otros procesos.
Tipos de coadyuvantes Es frecuente que haya confusiones a la hora de seleccionar estos aditivos. Comercialmente existen 10 tipos de coadyuvantes: tensioactivo (también conocido como humectante o surfactante), emulsionante, adherente, penetrante, antievaporante, antideriva, antiespumante, secuestrante, acidificante y limpiador desincrustante.
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Antes de alcanzar los tejidos de la hoja de una planta, el caldo de aspersión debe superar la membrana y la pared celular (figura 1). El primer obstáculo a la penetración lo constituye la cera epicuticular; luego, la membrana, constituida por una matriz de cutina con insertos compuestos por plaquetas de cera y celulosa. Entre la membrana y la pared hay un espesor que las enlaza, formado por pectina. La dificultad para absorber el caldo de aspersión está ligada a los espesores de la capa cerosa y de la membrana cuticular. Lo expuesto indica que existen condicionantes estructurales y fisiológicos para la correcta penetración de un fitosanitario. Bajo condiciones prolongadas de sequía, el espesor de la capa de cera se incrementa y se reduce el espesor de la membrana cuticular, lo que dificulta la circulación del caldo de aspersión. Bajo buenas condiciones de humedad de suelo, la evapotranspiración permite un flujo xilemático que garantiza un gradiente de absorción constante, dado que recircula removiendo los ingresos de caldo de aspersión. Los distintos tipos de coadyuvantes se clasifican según su carga eléctrica. Los hay aniónicos (con carga positiva); catiónicos (por ejemplo alquilarilpolietilenglicol; nombre comercial High Point, Frigate y Lémur); y anfóteros (a veces con carga positiva y otras negativa, según condición de pH). La clasificación por estructura físico-química permite separar tres grandes grupos: alcoholes etoxilados (por ejemplo alquilarilpolietilenglicol); nonil fenoles (la mayoría de los coadyuvantes), y órgano siliconados (por ejemplo trixiloxano; nombre comercial Silwet). Los nonil fenoles están prohibidos en la Unión Europea, dado que se ha comprobado que afectan la salud de los seres humanos pues modifican el sistema inmunológico.
Tensioactivos, humectantes y surfactantes La gota es esférica con su máxima tensión superficial, con la mínima relación superficie/volumen y con una superficie de apoyo también mínima. Estas características determinan un bajo índice de evaporación y una reducida absorción del caldo de aspersión. El tensioactivo, localizado en la interfase aguahoja, coloca su parte hidrofílica dentro de la gota y su parte lipofílica sobre la superficie de apoyo.
Dicho posicionamiento incrementa varias veces la superficie de contacto y la absorción del caldo de aspersión. De esta circunstancia deriva el calificativo de humectante, porque moja. El de surfactante es un anglicismo que surge de una combinación de palabras: surface active agent (ingrediente modificador de la tensión superficial). La intensidad de reducción de tensión superficial varía con el tipo de coadyuvante: es máxima con órgano siliconados (22 dinas/cm) y menor con nonil fenoles (32 dinas/cm), según detallan las fotos 1 y 2. La imagen superior muestra el efecto de un órgano siliconado con respecto al agua (72 dinas/cm).
Fotos 1 y 2. Reducción de la tensión superficial por efecto de coadyuvantes
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Una diferencia importante entre ambos tipos de coadyuvantes es la afinidad con la cutícula, muy superior en los órgano siliconados, lo que explica la notable eficiencia de control que se consigue por efecto de una mayor absorción de dosis por unidad de tiempo. Otro efecto de los coadyuvantes es la compatibilización de fases. Para el caso del aceite de uso agrícola, el agregado de un tensioactivo permite la formación de una emulsión estable.
Adherentes Están compuestos de resinas, látex o ligninas; promueven que la gota se torne más pegajosa.
Penetrantes Eliminan o reducen las barreras que dificultan la penetración. Como ejemplos de mercado, tenemos lecitina de soja, el sulfato de amonio y los aceites. El segundo provoca que la capa de cutina que recubre las hojas se disuelva y se achate, favoreciendo la penetración del caldo.
Antievaporantes Pueden ser alcoholes de cadena larga (polar y no polar) y aceites (mineral y vegetal). Producen el efecto de recubrimiento exterior de la gota con un anillo protector. La gota con aceite es más pequeña, lo que implica mayor cantidad de impactos, y se evapora menos. Agronómicamente el fenómeno descripto reviste gran importancia, ya que las gotas más pequeñas y en mayor cantidad ofrecen una mejor cobertura de hojas y una mayor penetración en el canopeo. En forma adicional, el efecto antievaporante se mantiene luego de impactar sobre la hoja, factor que favorece la continuidad de la penetración del caldo. Tipos de aceite Queda claro, entonces, que los aceites tienen propiedades antievaporantes y penetrantes por su afinidad lipofílica con la matriz de cutina. Para una correcta elección del tipo de aceite, primero se necesita establecer cuál propiedad es la requerida. En el mercado existen dos tipos de aceites: mineral y vegetal. Para el segundo hay dos variantes: degomado y metilado. Dado que el aceite vegetal protege mejor las gotas chicas, resulta conveniente elegirlo ante un follaje denso. Cuando la acción requerida es la penetración en hojas de gramíneas (con alto contenido en sílice),
el aceite vegetal degomado no funciona para herbicidas selectivos posemergentes; en ese caso, se debe optar por el mineral o vegetal metilado. La esterificación del aceite aumenta su agresividad, aproximando este coadyuvante a un biocombustible. Dosis de aceite usado como antievaporante Según nuestra experiencia, el uso de aceite como antievaporante funciona a dosis fija (no por hectárea), pero diferenciando tratamientos terrestres de aéreos. Para ambas situaciones, cuando la humedad relativa ambiente (HR%) es igual o superior al 60%, no se recomienda el uso de aceite; cuando es inferior a 35-40%, se aconseja suspender los tratamientos, ya que no resulta posible remediar la evaporación de las gotas chicas, más aún trabajando con avión. En trabajos terrestres se aconseja una dosis de 1 l/ha cuando la HR es de 40-50%, preferentemente vegetal; para trabajos aéreos, la dosis varía en función de la HR: 1 l/ha para HR de 50-60% y 2 l/ ha para HR de 40-50%. Dado que el avión asperja un caldo estimativamente 10 veces más concentrado, se recomienda el uso de aceite mineral, por su menor propensión a separarse en fases. Como valor de referencia, el emulsionante debe participar en un 15%. Como penetrante, distintos fitosanitarios responden de manera diferente al uso de aceite. Los graminicidas (por ejemplo haloxyfopmetil; nombre comercial Galant y Cletodim; nombre comercial Select) no funcionan si no se usa aceite; por tal motivo, las empresas lo formulan como LPU (listo para usar). Los fungicidas responden muy poco al uso de aceite; pero si se los pulveriza con una HR de 60% y con avión, resulta prioritario el efecto antievaporante, ya que si no alcanzan el tercio medio del follaje, no funcionan para controlar enfermedades de fin de ciclo en soja. La dosis variable de antievaporante se recomienda cuando no se logra el número de gotas pretendido en el sitio de aplicación, por follaje muy denso, por gran cobertura de entresurcos o por altura del cultivo. Fitotoxicidad Las condiciones predisponentes para generar un efecto fitotóxico por uso de aceite son altas temperaturas, alta radiación solar, gotas muy gruesas, tensioactivo del aceite con poco poder
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dispersante y mala calidad del aceite o del plaguicida. Es frecuente observarlo sólo en tratamientos fungicidas con tebuconazole en trigo.
del órgano siliconado, en cambio, es volumétrica y variable según la concentración de la formulación del trixiloxano.
Mezclas de aceite con tensioactivo Para los casos de requerirse una penetración efectiva, se recomienda reforzar el aceite con un tensioactivo órgano siliconado. La industria lo vende previamente formulado como Rizospray Extremo (Rizobacter Argentina S. A.). Incluye un aceite vegetal metilado y una dosis doble (30%) de Silwet. El tensioactivo resulta importante para los casos en los que se requiere penetrar superficies pilosas (por ejemplo gramón, gata peluda, isoca bolillera en soja); cuando hay que controlar insectos de reducido tamaño o que generan tela (por ejemplo chinche diminuta, trips, arañuela roja), y cuando es necesario lograr adherencia en superficies serosas (por ejemplo estigmas de maíz para el tratamiento de isoca bolillera o control de quinoa). También son aconsejables para incrementar la penetración de fungicidas en cultivos de soja y de maíz; para mejorar el control de malezas resistentes (por ejemplo rama negra); y cuando se requiere penetrar profundamente en un canopeo denso y controlar barrenador del tallo en maíz, y larvas y chinches en soja. Para controlar isocas cortadoras, el tratamiento se realiza de noche para una mayor exposición de la plaga y con insecticidas de contacto (piretroides), con los que se requiere llegar con muchas gotas chicas a individuos refugiados en el rastrojo. Si bien los casos detallados responden significativamente al uso de coadyuvante órgano siliconado, este es un evaporante. Por tanto, bajo condiciones de baja humedad relativa se lo debe mezclar con aceite. Las dosis de aceite son las mismas detalladas más arriba (valor fijo por hectárea). La dosis
Antievaporante a baja dosis Como alternativa de antievaporantes, existen algunas formulaciones de coadyuvantes que cumplen satisfactoriamente con dicha función a baja dosis. A riesgo de omitir algunas, en el cuadro 1 se detallan las probadas en la estación experimental, que han dado lugar a resultados equivalentes a los del aceite, con incrementos de rendimiento por uso de fungicidas en trigo y soja, bajo condiciones meteorológicas críticas y aplicación aérea. La dosis es 20 veces inferior a la recomendada para aceite. Para la condición más crítica por humedad relativa, el blanco del tratamiento se ubicó expuesto (hoja bandera, lo que implica gota más grande). Para una condición más favorable, el blanco se ubicó en la base del tercio medio del follaje (lo que implica gota más chica). Estos resultados indican la conveniencia de ensayar otras alternativas que ofrece el mercado y que facilitarían la logística de carga de equipos pulverizadores por el manejo de un menor volumen de plaguicidas. No obstante, muchos otros productos ensayados no mostraron el efecto buscado, y algunos otros, por el contrario, resultaron en respuestas de rendimiento inferiores al caldo sin antievaporante (solamente agua). La baja disponibilidad de resultados comprobados para antievaporantes a baja dosis resalta la vigencia del uso de aceite a dosis fija.
Antiderivantes Se trata de poliacrilamidas. Con su uso, la gota se torna más viscosa y grande. La deriva es una composición de movimiento entre el viento y el peso de la gota. Una manera de incrementar el peso de la gota es con coadyuvante antideriva. Con un aumento de 25% en el diámetro, se duplica el peso de la gota. No obstante, cabe señalar que la consecuencia es una reducción de la cobertura, y por lo tanto, si esta es ya escasa, el antiderivante la reduce aún más. En consecuencia, su empleo estaría más indicado para tratamientos terrestres. Otra alternativa que conduce a agrandar la gota es el uso de pastillas de mayor tamaño, con incremento en el volumen de pulverización o sin él. Como ejemplo se puede citar que si estamos asperjando con pastilla 110 015 (verde) y una
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configuración del botalón con picos a 35 cm, el cambio de configuración a 70 cm (portapicos por medio) y el cambio de pastillas a 110 03 (azul) no modifica el volumen de aspersión (ni la dosis por hectárea), pero sí incrementa el tamaño de la gota (por ejemplo de 230 a 300 micrones a 40 PSI). Dicho procedimiento reduce la deriva, mejora que debe constatarse mediante el uso de tarjetas sensibles colocadas verticalmente en la dirección hacia donde sopla el viento. Otra opción para incrementar el tamaño de la gota es reducir la presión de trabajo, con lo cual baja el volumen de aspersión y la dosis por hectárea, lo que debería ser compensado con una reducción en la velocidad de trabajo. Este procedimiento es factible con pastillas de abanico plano de rango extendido (XR = extendrange). Finalmente, existen pastillas inducidas por aire (AI = air inyection) con excelente comportamiento para atenuar la deriva.
Antiespumantes Se trata de fluorocarbonados, polixiloxanos, siliconas, aceites minerales o ácidos grasos. Todos evitan que el caldo retenga aire. Ciertas formulaciones o mezclas producen espuma (por ejemplo algunas formulaciones de glifosato, como sulfosato); en ese caso, el agregado de antiespumante al agua soluciona el problema. Las consecuencias de la espuma son básicamente tres: contamina el ambiente porque rebalsa el tanque durante el llenado, no permite completar la carga y, dado que el aire es compresible, produce un flujo pulsante a nivel de las pastillas. El antiespumante también elimina la espuma una vez producida; por ello resulta conveniente detectar el problema en una muestra piloto y agregarlo siempre al agua como paso previo a la incorporación de productos.
acidificar previamente el agua para prolongar la residualidad de los tratamientos fitosanitarios. En aguas duras (con altas concentraciones de iones alcalinotérreos, como calcio y magnesio), resulta necesario secuestrarlos o transformarlos en quelatos (anulando la carga eléctrica), de manera que no puedan reaccionar químicamente con los plaguicidas. Un ejemplo de secuestrante de cationes es el sulfato de amonio, cuyo anión sulfato se combina con calcio y con magnesio produciendo sales insolubles (CaS04 y MgS04). El sulfato de amonio es una sal color ámbar y de muy difícil solubilización, por lo que la industria la comercializa diluida al 40% (Complex de Buffon S. A.). La corrección del agua con sulfato de amonio debe anticiparse 30 minutos a la carga y con el sistema de retorno en marcha, para garantizar una buena solubilización de la sal y evitar luego cortes en las mezclas de tanque. Los herbicidas que responden significativamente a la corrección de dureza son glifosato (no premium), 2,4-D y gramoxone.
Descontaminantes y desincrustantes Otra consideración con respecto al pH del agua es la descontaminación de equipos para evitar residuos fitotóxicos. Para ello resulta necesario subir el pH a valores entre 10-11 utilizando lavandina (hipoclorito de sodio), cuya dosis depende de la concentración del producto y de la cantidad de agua. La dosis se determina con un peachímetro en una alícuota de agua. Los problemas de fitotoxicidad se observan frecuentemente en equipos que previamente han usado herbicidas hormonales. Como ejemplo de limpiador desincrustante, tenemos el amonio cuaternario, que ablanda las incrustaciones en tanques, filtros, bombas y pastillas. Los pasos por seguir para la limpieza general son:
Acidificantes y secuestrantes Dentro de este grupo de coadyuvantes, tanto el ácido fosfórico como los derivados del ácido EDTA (etilendiaminotetraacético) tienen la propiedad de corregir el agua (efecto tampón o buffer), regulando los valores de pH de la solución. Cabe recordar que las aguas de la región pampeana de la Argentina tienden a valores neutros a levemente alcalinos (7 a 8.2), y que los fitosanitarios tienen su mayor vida media a pH ácido (aproximadamente 5); por lo tanto, resulta conveniente
• Lavar el equipo con abundante agua haciendo salir líquido por los picos. • Agregar agua (200 l) más la lavandina necesaria y hacer funcionar el retorno por 10 minutos. • Dejar unas 4 horas con la bomba apagada (mejor durante toda la noche). • Asperjar con el equipo abierto sobre un camino de tierra. • Lavar nuevamente con tensioactivo. Los pasos para eliminar fitotoxicidad residual son:
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• Para eliminar residuos de herbicidas, principalmente combinaciones que contengan hormonales, se deben quitar todos los filtros (de la bomba, de línea y de picos) y lavarlos bien. • Luego hay que llenar el tanque hasta las tres cuartas partes con agua y asperjar una parte para arrastrar los residuos más gruesos. Luego, armar filtros y picos, y activar el retorno por 20 minutos; después, desagotar el contenido asperjando por la parte baja del tanque con el equipo circulando a baja velocidad. Asegurarse de que la batea del fondo quede limpia. • Posteriormente, se debe llenar el tanque nuevamente a tres cuartos de su capacidad y agregar lavandina hasta llevar el pH a un valor 10. Realizar una prueba previa en un frasco de 200 cm3 añadiendo lavandina y revolviendo, chequeando la alcalinidad con un peachímetro o con un papel de tornasol. Calcular la cantidad de lavandina para la cantidad de agua en el tanque. • Encender la bomba y asperjar una porción a los efectos de asegurar que cargue el botalón; luego, dejar encendido el retorno por 15 minutos. Después, dejar en reposo por 4 horas. Posteriormente, hay que desagotar el tanque por la descarga con el equipo cerrado, circulando por un camino de tierra. Después, efectuar dos enjuagues con agua, ayudándose con una manguera a presión para lavar las paredes del tanque. • Finalmente, y antes de añadir producto, asperjar una parte del agua por el botalón a los efectos de asegurar el desagote del remanente. Para comprobar que el agua está libre de lavandina, tomar el valor de pH, que debe ser igual al del agua del pozo. Los pasos para eliminar incrustaciones y residuos son: • Básicamente, los limpiadores pueden inactivar plaguicidas para evitar problemas de fitotoxicidad o simplemente se usan para descontaminar. Otras veces se busca un efecto desengrasante o desincrustante. • Como ejemplos comerciales que cumplen las tres funciones (descontaminante, desengrasante y desincrustante) figuran los siguientes: Deep Cleaner de Agrospray; RizobacterCleaner y Limpiador Desengrasante LD de Facyt. Cabe mencionar también que si sólo se quiere descontaminar un pulverizador que va a trabajar
en un cultivo sensible al herbicida aplicado con anterioridad, la lavandina (en dilución que permita subir el pH a valores de entre 10 y 11) es una buena alternativa de bajo costo, con la aclaración de que no es desincrustante ni desengrasante. El amonio cuaternario es un excelente desincrustante. Cuando se trata del material de descarte, como por ejemplo bidones, los laboratorios recomiendan lavar el envase con agua limpia y sin ningún aditivo, utilizando la técnica del triple enjuague. Las aguas del lavado de envases se vierten al tanque del pulverizador, permitiendo recuperar el plaguicida residual del envase previamente escurrido. Las aguas residuales por uso de productos limpiadores se asperjan a baja concentración sobre un camino vecinal, donde la capacidad digestora del suelo por bacterias se encarga de su descomposición biológica. Lo que no debe hacerse es descargar el caldo residual de manera concentrada, sobre la banquina de un camino u otro sitio.
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Síntesis del trabajo “Ámbito de recomendación de aditivos y coadyuvantes en pulverizaciones agrícolas” preparado por Pedro Daniel Leiva, del INTA Pergamino.
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Pautas para elegir cultivares de trigo Resultados de ensayos realizados en la región Sur de Santa Fe El cultivo de trigo está considerado como una de las principales herramientas que posee el empresario agrícola del norte de la región pampeana para mantener el nivel de materia orgánica de los suelos; además, el aporte de raíces cumple un rol fundamental en el mantenimiento del estado de agregación del horizonte superficial del suelo, dándole porosidad y abundantes signos de actividad biológica. En la campaña 2004/05, el área sembrada con trigo a nivel nacional alcanzaba 6,26 millones de hectáreas, una cifra equivalente al 23,6% del área total sembrada (datos oficiales Minagri).
Pero desde entonces ha descendido de manera progresiva. En 2013/14 se ubicó en 3,6 millones de hectáreas: sólo 10,8% de los casi 35 millones de ha sembradas en la Argentina. Existen abundantes evidencias de que esta transformación del sistema agrícola trae perjuicios productivos y económicos a la actividad agropecuaria.
Ensayos Desde la campaña 2006/07, la región CREA Sur de Santa Fe realiza la evaluación de cultivares comerciales de trigo en campos de productores con
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el objetivo de generar información precisa sobre productividad y adaptación de cultivares. Durante la campaña 2013/14, se llevaron a cabo 10 ensayos comparativos de rendimiento de trigo en distintas localidades de la región; fueron realizados por empresas CREA con la tecnología y el manejo propio de cada lote de producción. Se emplearon dos fechas de siembra en cada sitio: la primera para los ciclos largos y otra más tardía para los cortos. La cosecha se realizó mecánicamente. Las parcelas fueron de 200 metros de largo como mínimo, y el ancho fue variable, dependiendo de la sembradora disponible para cada ensayo. El diseño experimental empleado en los ensayos fue el de franjas. Para corregir variaciones del terreno, se introdujo un testigo que actuó como sensor ambiental. Los sitios experimentales se detallan en el cuadro 1. El ensayo del establecimiento El Retiro, en la localidad de Maggiolo, perteneciente al CREA Gral. Baldissera, fue descartado, ya que se registró alta variabilidad. Por otro lado, en el ensayo de
Huinca, en Marcos Juárez, se analizaron independientemente los resultados con fungicida y sin fungicida. En los ciclos cortos, se perdió el sitio Don Roque de la localidad de Bouquet (resultando en nueve los sitios evaluados). El manejo del cultivo por localidad puede verse en el cuadro 2. La disponibilidad hídrica por sitio, agua útil (AU) a la siembra en milímetros hasta el metro de profundidad y precipitaciones se muestran en el cuadro 3. Los ciclos largos evaluados fueron Biointa 3006, Biointa 3005, Biointa 3008, Baguette 601, AGP 127, Alhambra, SY 200 y Nogal 111 (testigo). En tanto, los ciclos cortos sembrados fueron Biointa 1006, Biointa 1005, Baguette 501, Fuste, Pleno, SY 300 y Arex (testigo).
Resultados La realización de ensayos en múltiples ambientes (localidades) aumenta el espacio de inferencia y la potencia para explorar la interacción de los genotipos con los ambientes. La información ob-
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tenida en estos análisis es usada para predecir respuestas de rendimiento en años venideros y, más comúnmente, en nuevas localidades. Fueron 10 los sitios en los cuales se evaluaron los comportamientos de los trigos de ciclo largo. El mejor rendimiento promedio lo alcanzó la variedad Biointa 3006, seguido por Baguette 601 (ver cuadro 4). En el gráfico 1 se visualiza la distribución de frecuencias de rendimientos para cada cultivar de ciclo largo. Se muestra información acerca de la mediana, la media y los percentiles 0.05, 0.25, 0.75 y 0.95. Se puede observar el mejor rendimiento promedio y la menor dispersión de los cultivares Biointa 3006 y Baguette 601. En el cuadro 5 se muestra la posición de la variedad en cada sito independientemente de la diferencia
de rendimiento entre ellos. Se puede observar que tanto Biointa 3006 como Baguette 601 tienen buenos comportamientos en la mayoría de los sitios. El análisis Biplot, que trata de reflejar la interacción de las variedades en los diferentes ambientes, registró fuertes componentes de interacción entre los cultivares y el ambiente, aunque sin evidenciar un comportamiento homogéneo de las variedades. Baguette 601 mostró buenos desempeños en las localidades de Iturraspe, Santa Isabel y Carlos Pellegrini. Por otro lado, Biointa 3006 se destacó en Marcos Juárez. Los resultados de la red de variedades de trigo de ciclo corto no mostraron un material que se destacara sobre el resto; la gran variabilidad de rindes y comportamientos están atribuidos a las condiciones ambientales predominantes durante
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el ciclo del cultivo, tales como las restricciones hídricas y las heladas. En ese marco, el cultivar Pleno alcanzó el mejor rendimiento promedio de los ensayos, seguido muy de cerca por el resto de los materiales evaluados (cuadro 6). La dispersion de rendimientos de todos los cultivares se puede observar en el gráfico 2, al tiempo que en el cuadro 7 puede apreciarse la gran dispersión de comportamientos encontrados. La red de cultivares de ciclo corto reflejó el comportamiento errático de los cultivares de trigo observados a campo. Existió mucha interacción genotipo-ambiente en la campaña 2013/14, siendo este componente el que más impacto tuvo en el resultado final de la red. Se debe repetir esta experiencia en próximas campañas con el objetivo de evaluar el componente genético de los cultivares testeados.
Enfermedades En la campaña de trigo 2013/14 también se realizó la evaluación sanitaria de 17 cultivares en Carlos Pellegrini, Marcos Juárez y Santa Isabel. En cada ensayo sembrado se registró el estado de crecimiento del cultivo y la presencia de enfermedades, evaluadas a través de variables patométricas (incidencia y severidad). Durante la campaña evaluada, no hubo condiciones ambientales favorables para el desarrollo de ataques fúngicos. Los registros presentaron niveles de infección muy bajos. La evaluación del perfil sanitario de cada cultivar se obtuvo a partir de la observación de seis tallos principales por planta –extraídos al azar– de
cada parcela correspondientes a una repetición. En cada tallo se evaluaron todas las hojas verdes (aproximadamente 20 hojas por cada cultivar en cada sitio). La evaluación de los cultivares consistió en el registro del estado de crecimiento (EC) del cultivo mediante el empleo de la escala propuesta por Zadoks y modificada por Tottman y Makepeace, y de las dos variables patométricas: porcentaje de incidencia (número de hojas enfermas/total de hojas evaluadas * 100) y porcentaje de severidad (∑ del área foliar total afectada por la enfermedad / total de hojas evaluadas * 100), empleándose el criterio de ponderación de la enfermedad mediante el uso de la escala diagramática propuesta
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por Cobb y modificada por Peterson et ál. Ambas variables se expresaron como valores promedios. En roya de la hoja también fue registrado el tipo de reacción, representado por la presencia de pústulas de distintos tamaños y por la formación o no de halo clorótico. Los tipos de reacción son: R = resistente (sólo presencia de área clorótica sin formación de pústulas o con pústulas de tamaño pequeño, rodeada de halo clorótico grande); MR = moderadamente resistente (presencia de pústulas y halo clorótico menos extendido); MS = moderadamente susceptible (presencia de pústulas de tamaño intermedio con presencia de halo clorótico); y S = susceptible (pústulas de tamaño grande y sin presencia de halo clorótico). Para mancha amarilla y tizón bacteriano también se evaluó incidencia y severidad, obteniéndose valores promedios. Para la evaluación de la
severidad se empleó la escala de evaluación propuesta por James y Clive. Además, en el registro de todas las enfermedades, se indicó la ubicación de síntomas o signos identificando las hojas. En roya de la hoja se indicó la altura (hojas) en la planta hasta donde se observaron pústulas. Las hojas se registraron como B = hoja bandera; B-1 = hoja bandera -1; B-2 = hoja bandera -2; B-3 = hoja bandera -3, y B-4 = hoja bandera -4. En mancha amarilla y bacteriosis, la observación de la ubicación de la enfermedad en la planta es un dato importante, puesto que al integrarse con el valor de severidad promedio, permite ponderar el desarrollo de la enfermedad (valor de infección) y registrarlo en dos valores de acuerdo con la escala de doble dígito propuesta por Saari y Prescott. Con el primer dígito se indica la altura a la que llegó la enfermedad en la planta. De este modo, se indica con valor 8 la presencia de la enfermedad en hoja B; el valor 7 muestra presencia de enfermedad en hoja B-1; el valor 6, presencia de enfermedad en B-2; el valor 5 corresponde a la enfermedad observada en la mitad de la planta – hoja B-3–; y el valor 3 es sinónimo de que la enfermedad está ubicada sólo en el tercio inferior (hojas basales B-4 y B-5). El segundo dígito expresa el valor de severidad como un promedio del área foliar afectada. A través de la escala de doble dígito, se calculó el valor de infección (VI) que resulta del producto entre el valor promedio de los “primeros dígitos” y el valor promedio de los “segundos dígitos” registrados en cada cultivar en todos los sitios de evaluación. En el análisis de infección por roya de la hoja se obtuvo, para cada cultivar, un coeficiente medio de infección (CMI) propuesto por Cimmyt, que se calcula a través del producto del valor promedio de severidad (registrada en todos los sitios de evaluación) y del tipo de reacción observado sobre cada cultivar (Resistente – R = 0,2; Moderadamente Resistente – MR = 0,4, Moderadamente Susceptible – MS = 0,8; y Susceptible – S = 1). Para las reacciones intermedias se asignó un coeficiente promedio. R-MR = 0,3; MR-MS = 0,6; MS-S = 0,9. A través del CMI es posible clasificar las variedades o establecer categorías entre ellas con datos de varios ambientes. El monitoreo de enfermedades en cada ensayo, a través de registros de severidad y de incidencia y del estado de crecimiento del cultivo, resultó ser
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información útil no sólo para decidir momentos óptimos de aplicación de fungicidas en cada sitio, sino también para explicar resultados productivos. Considerando para ambas enfermedades un valor de 5% de severidad (5% a 10% para mancha amarilla) como umbral de daño económico, se propuso realizar las aplicaciones de fungicida atendiendo principalmente al estado sanitario presente en los cultivares susceptibles. En cuanto a las enfermedades de origen bacteriano, los registros resultaron útiles para establecer los niveles de infección ocasionados por estas.
Resultados Durante la actual campaña se identificaron enfermedades de origen fúngico y bacterianas, aunque en muy bajos niveles de infección ponderados a través de incidencia y severidad. Se observó roya de la hoja o anaranjada (Puccinia triticina), mancha amarilla (Drechslera tritici repentis) y tizón bacteriano (Pseudomonas syringae). En general, en los tres sitios evaluados las enfermedades presentes al momento de la evaluación indicaron bajos niveles de incidencia. En el establecimiento San Luis Rural, ni siquiera la disponibilidad de riego complementario (80 milímetros) resultó ser un factor disparador del desarrollo de enfermedades. En esa área, durante el trimestre julio-septiembre se registró un total de 69 milímetros. De manera similar, se observaron bajos milimitrajes en igual trimestre en Carlos Pellegrini (21 mm) y Marcos Juárez (17 mm). A los bajos niveles de precipitaciones registrados hubo que sumarles otros efectos que contribuyeron a la condición de ambiente seco, tales como temperaturas en algunos casos más elevadas que en períodos similares de otros años y viento durante agosto y septiembre.
Con excepción del ambiente de Santa Isabel, los dos ambientes restantes limitaron el crecimiento normal de los cultivares, observándose menor altura y dificultad para el cierre del entresurco. El momento de evaluación en cada uno de los sitios coincidió con los cultivos en estados fenológicos similares. Sobre algunos cultivares se observaron adelantamientos en el ciclo normal de crecimiento, comparando los dos sitios en secano y el sitio con posibilidad de riego. Esta particularidad se observó de manera marcada en Biointa 3006. Entre sitios de evaluación no se visualizaron diferencias referidas a la intensidad y a la expresión de enfermedades. El cuadro 8 resume esta información, expresada en valores promedio de incidencia y de severidad en cada uno de los ensayos para las distintas enfermedades. Los cultivares evaluados presentaron muy bajos niveles de enfermedades fúngicas. Correspondió a SY 200 un mayor nivel de mancha amarilla. En comportamiento frente a roya de la hoja, Biointa 3008 presentó los mayores CMI reflejando mayor severidad, aunque en muy bajos niveles. En general las pústulas observadas se encontraron en hojas inferiores y en muy bajo número. En cuanto al comportamiento frente a tizón bacteriano, se observó con mayor severidad a los cultivares Nogal 111, Alhambra, Arex y SY 200. f CREA Santiago Gallo Coordinador Región CREA Sur de Santa Fe Miguel Boxler Coordinador de los ensayos de la Región CREA Sur de Santa Fe Luciano M. Ascheri Informe y análisis estadístico. Asesor CREA Monte Maíz Enrique J. Alberione Investigador en Fitopatología del cultivo de trigo del INTA Marcos Juárez
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Control de insectos en silos bolsa Pautas para la aplicaci贸n segura de fumigantes
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Los insectos de los granos almacenados representan una grave problemática vastamente estudiada en los sistemas tradicionales (silos y celdas), pero menos abordada en los silos bolsa, sistema que presenta particularidades que deben ser consideradas por los productores.
Supervivencia de insectos en silos bolsa Los insectos de granos almacenados soportan un amplio rango de humedad relativa, aunque requieren condiciones más específicas de temperatura. En silos y celdas, la temperatura presenta cierta independencia de las condiciones climáticas externas. Normalmente estas estructuras siempre cuentan con la posibilidad de enfriar el grano, pero en los silos bolsa no existe tal posibilidad. De acuerdo con determinaciones realizadas en Balcarce, la temperatura del grano, durante al menos tres meses, fue inferior a 15 °C. Esto indica que en las regiones templadas-templadas frías, como el sudeste bonaerense, la temperatura es totalmente adversa para los insectos. No obstante, corresponde aclarar que en regiones con climas subtropicales o durante la época cálida del almacenaje, el grano presentará temperaturas superiores a los 18 °C, favorables para el desarrollo de los insectos. Por otro lado, la hermeticidad de la bolsa permite un proceso de modificación atmosférica una vez almacenado el grano, por la respiración aeróbica del mismo grano, de los hongos y de los insectos, que puede contribuir a frenar el desarrollo de los insectos. El proceso consiste en la reducción de los niveles normales de oxígeno (21%) y un aumento en la concentración de dióxido de carbono (0,03%). La mayor parte de la bibliografía coincide en que para un control total de insectos, se requieren valores de oxígeno por debajo del 2% y concentraciones de dióxido de carbono superiores al 20% durante varios días de exposición. Lograr estas condiciones en la bolsa supone una actividad respiratoria extrema (por hongos o insectos) que producirían un deterioro del grano antes de lograr esta atmósfera restrictiva. Sin embargo, existen antecedentes de muerte de insectos por desecación ante combinaciones moderadas de oxígeno y dióxido de carbono (10 y 10%) durante un lapso prolongado de tiempo. Estas concentraciones se producen normalmente en la bolsa por una actividad biológica moderada de la carga.
Monitoreo de insectos en silos bolsa La sobrevivencia de insectos en la bolsa bajo ciertas condiciones de almacenaje se convierte en un hecho de relevancia al momento de comercializar el grano. Las normativas indican que la presencia de insectos vivos en la mercadería es motivo de rechazo. Esto implica que aunque el producto embolsado tenga una baja infestación de insectos y escasa actividad, debe ser tratado con insecticidas. La detección de insectos plaga puede realizarse mediante la extracción de muestras de grano con calador sonda o mediante la inserción de trampas de caída de insectos tipo Pitfall. Este tipo de trampa consta de un tubo de malla perforada que permite la caída del insecto a un receptáculo de captura que imposibilita su salida (fotos 1a y 1b).
Uso de fumigantes Dada la elevada hermeticidad del silo bolsa, el uso de fumigantes para controlar insectos puede resultar la mejor alternativa. Un producto como la fosfina es relativamente económico y tiene alto poder de volteo, aunque requiere una concentración mínima que perdure durante al menos 5 días en el sistema (normalmente 200 ppm). Este período es necesario para que el fumigante concentrado fuera del grano pueda difundir dentro de este y causar el envenenamiento de estadios inmaduros de insectos (huevo, larva, pupa), que tienen una actividad respiratoria menor que la del insecto adulto. La dosis de fosfina por aplicar por unidad de volumen está en relación con la hermeticidad del sistema y con la adsorción del producto a la mercadería. Una alta hermeticidad permitirá que
Foto 1a. Colocación en la bolsa de una trampa tipo Pitfall Foto 1b. Chequeo de la trampa Fuente: INTA.
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Foto 2. Instrumental utilizado para realizar el test de presión Fuente: INTA. el insecticida tenga pocas vías de escape una vez gasificado. Cuanto menor sea la hermeticidad del sistema, en cambio, mayor será la dosis de producto por aplicar para que quede un remanente de concentración útil al finalizar el tiempo de tratamiento. En la práctica, normalmente la estructura debería retener el gas por un tiempo mayor de 5 días, ya que el producto se aplica en forma de fosfuro de aluminio y puede tardar desde horas (con alta temperatura ambiente) hasta más de un día (con baja temperatura ambiente) para alcanzar la concentración objetivo.
Conocer a priori la hermeticidad de un silo bolsa es muy difícil, ya que el polietileno es susceptible de roturas y perforaciones. Estas pueden producirse durante el embolsado (por ejemplo, por restos de malezas u otros objetos punzantes) o durante el almacenaje (por acción de animales). También incide en la hermeticidad el sistema de cierre en la bolsa (puede variar desde el termosellado a cierres caseros, como colocar elementos pesados en los extremos). Existen diferentes test desarrollados para cuantificar la hermeticidad de un silo bolsa. En el INTA se ha trabajado sobre uno de caída de presión constante y se ha logrado una adaptación simple y fácil de realizar. Como indica la foto 2, para realizar este test se requiere un elemento que aspire o genere presión negativa en la bolsa –por ejemplo, un ventilador centrífugo pequeño– y que se encuentre conectado a un tubo flexible de PVC, conectado a su vez, en su otro extremo, a un tubo rígido (de polipropileno, por ejemplo). Este tubo se inserta en la bolsa y luego se sella el punto de inserción. El extremo insertado presenta perforaciones más pequeñas que el grano. Entre el tubo flexible y el tubo rígido se encuentra una válvula de cierre. Como elemento adicional, se requiere un manómetro digital (o medidor de presión) introducido en cualquier parte de la bolsa. Para iniciar el test de caída de presión, se enciende el ventilador de modo que aspire con la válvula abierta y el manómetro en cero. Cuando se alcanzan los 1200 pascales de presión negativa
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(normalmente se logra en pocos minutos), se cierra la válvula, se apaga el ventilador y se cronometra el tiempo que tarda en caer la presión del sistema a 600 pascales. Cuanto mayor es ese tiempo, menor es el número de las fuentes de fuga del sistema o su tamaño. Aunque una bolsa recientemente confeccionada pueda tener una muy buena hermeticidad, estudios realizados por el INTA indican que, normalmente, las bolsas pierden hermeticidad con el transcurso del tiempo. Las recomendaciones generales del test indican que con tiempos superiores a cinco minutos de
caída de presión, la hermeticidad del sistema es excelente, requiriéndose al menos tres minutos para realizar una fumigación exitosa. Sin embargo, en la práctica también se han obtenido buenos resultados con tiempos menores. En otro orden, cuando se realiza una aplicación del producto, debe considerarse que una parte de la dosis quedará retenida en el grano por un proceso llamado adsorción. Como se observa en el cuadro 1, la adsorción es mayor en las oleaginosas que en los cereales. Son singularmente sensibles al fenómeno los granos que poseen una cubierta fibrosa, como el girasol o el maní. No considerar los niveles de adsorción para estos granos puede llevar a errores graves en la concentración de fosfina resultante. En forma secundaria, la adsorción de fosfina está directamente relacionada con la temperatura y con la humedad del grano. Granos más húmedos y con mayor temperatura presentarán mayores niveles de adsorción. En el INTA han generado una planilla de cálculo que indica la dosificación de fosfina en silos bolsa considerando aspectos como la hermeticidad y la adsorción del grano. La planilla requiere ingresar la cantidad de grano por tratar, la concentración requerida (por defecto 200 ppm), el tiempo de exposición (normalmente 5 días), los resultados del test de presión (si no se cuenta con esta información, existen valores indicativos o por defecto) y el tipo de grano. La planilla indicará los gramos totales de fosfina por aplicar y el número de pastillas por tonelada de grano. Por ejemplo, para tratar un silo bolsa de girasol (120 toneladas de grano), que muestre un tiempo de caída de presión de un minuto (hermeticidad promedio para una bolsa sin roturas y buen sistema de cierre), se requerirán 469 pastillas de fosfina o 3,9 pastillas por tonelada. Si se modifica el tipo de grano, manteniendo las mismas condiciones de hermeticidad, concentración requerida y volumen por fumigar, se observaría que son necesarios 1,16 gramos de fosfina por tonelada de trigo o de soja, y 1,43 gramos de fosfina por tonelada de maíz. Esta planilla estará disponible próximamente en la Web y será de acceso gratuito.
Métodos de aplicación de fosfina Existen diferentes presentaciones de fosfuro de aluminio. Normalmente se utilizan pastillas de
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3 gramos, que liberan 1 gramo de fosfina, la cual libera, a su vez, 714 ppm de gas. Usualmente existen dos métodos de aplicación: durante la confección de la bolsa y durante el almacenaje. En el primer caso, se aplicará la formulación (generalmente pastillas de fosfuro de aluminio) por el sector superior de la tolva en la máquina embolsadora (foto 3a). Las principales ventajas de este momento de aplicación son que permite una distribución casi continua de las pastillas y no produce ningún tipo de rotura en la bolsa. La aplicación durante el almacenaje se realiza mediante la distribución de pastillas en puntos equidistantes de la bolsa. El distanciamiento entre puntos no debería ser superior a 5 metros para una correcta difusión del gas. En cada punto, las pastillas se aplican por medio de un tubo que se inserta en la bolsa, en la forma que se muestra en la foto. Es conveniente colocar las pastillas en lo alto de la bolsa y separadas. Esta forma de aplicación presenta como ventaja, respecto de la aplicación en el embolsado, que puede realizarse cuando un monitoreo revela la presencia de insectos. Dado que la bolsa presenta la máxima hermeticidad al momento de su confección, se recomienda que la aplicación sea lo más anticipada posible. Una vez determinada la cantidad de puntos de aplicación en la bolsa, la cantidad de pastillas por punto de aplicación surge de la siguiente fórmula:
Cantidad de pastillas por punto de aplicación = Total de pastillas/número de puntos de aplicación. El equipamiento requerido para hacer una aplicación de forma segura incluye guantes de algodón, máscara con filtros específicos para la aplicación de fosfina y sensores de detección de concentración de fosfina. f CREA Síntesis del trabajo “Incidencia y control de insectos plaga en silos bolsa” preparado por Leandro Cardoso, del INTA Balcarce.
Foto 3a. Aplicación de fosfina durante el embolsado Foto 3b. Aplicación de fosfina durante el almacenaje Fuente: INTA.
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Triguero 2.0 ¿Le serviría dimensionar los efectos de la variabilidad de suelos y la variedad clímática, tecnológica y económica sobre las posibilidades de respuesta a la fertilización en el cultivo de trigo? Si su respuesta es “sí”, tiene disponible una herramienta: Triguero 2.0. Se trata de un sistema interactivo diseñado para auxiliarlo en el proceso de toma de decisiones sobre el manejo de los principales factores que afectan los cultivos de trigo. Triguero 2.0 permite trabajar con resultados logrados a partir de modelos de simulación agronómicos. Considera los efectos generados por distintas variables y sus interacciones sobre el rendimiento de los cultivos (zonas, suelos, contenidos de agua a la siembra, variedades, disponibilidad de nutrientes, ataques de enfermedades, etcétera), y
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permite analizar la variabilidad de los resultados económicos de cada escenario, integrando el efecto del precio de los granos y los fertilizantes. Fue desarrollado en el marco del convenio celebrado entre AACREA, Profertil S. A. y la FAUBA, con la participación de 14 regiones del Movimiento CREA. En 2013 el convenio fue renovado por tres años más, con el objetivo de capacitar, difundir y ampliar las posibilidades de uso del sistema en planteos productivos de la región triguera argentina. Triguero 2.0 puede ser descargado en forma gratuita desde la página web de AACREA: www.crea.org. ar. Mayor información puede ser solicitada al Ing. Agr. Gabriel Tinghitella (Unidad de Investigación y Desarrollo de AACREA): gtinghitella@crea.org.ar.
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Datos del 1 al 5 de febrero. Precios de referencia de insumos agropecuarios sin IVAy sin fletes, excepto combustibles.
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Apuntes
REVISTA CREA
N.° 401 Marzo 2014
Derrumbe para el maní
Propietario: AACREA Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola Director: Gerardo Lucio Sibaja Editor: Carlos Marín Moreno cmarin@crea.org.ar Subeditor: Mariela Suárez revista@crea.org.ar Secretario de redacción: Ezequiel Tambornini redaccion@crea.org.ar Diseño: Rene Durand Prensa: Maximiliano Denaro Fotografías: Pablo Oliveri y Martín Gómez Alzaga Corrección: Alejandra Valente Editorial responsable: AACREA Registro de la Propiedad Intelectual N.° 22473 ISSN: 0325-9846 DIRECCIÓN Y ADMINISTRACIÓN Sarmiento 1236, 5.° piso, Capital Federal (1041) Teléfonos: (011) 4382-2076/79 Fax: (011) 4382-2911 http://www.crea.org.ar
Los precios de exportación del maní blancheado (blanco sin “piel”) argentino pasaron de registrar niveles récords históricos a derrumbarse de manera estrepitosa a partir del ingreso al mercado de una supercosecha estadounidense. Desde mediados de 2011, el precio del producto comenzó a subir progresivamente hasta alcanzar un precio promedio ponderado superior a 2000 U$S/tonelada FOB en abril de 2012. Luego, los valores comenzaron a reacomodarse hasta iniciar una fase descendente abrupta: en diciembre pasado el precio promedio se ubicó en 1562 U$S/tonelada, mientras que en la primera quincena de enero de 2014 fue de 1491 U$S/tonelada. La principal causa de semejante caída es que en 2012/13, EE. UU. logró levantar la mayor cosecha manisera de su historia, con un récord de 3,06 millones de toneladas versus 1,66 millones en 2011/12, según datos del USDA. Si los valores del producto siguen flojos en los próximos meses, eso seguramente condicionará la capacidad de pago de alquileres agrícolas de los productores. La mayor parte de las industrias maniseras se encuentran ubicadas en el centro-sur de Córdoba (principalmente a lo largo de la ruta 158 desde Río Cuarto hasta Villa María), cercanas a la principal región argentina de producción.
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