Palabras P deel Doctor Roberto R Rosario M Márquez; Presidente P e de la Jun nta Centra al Electoraal, en ocassión de la G Gala de Reconocim R miento a personalida p ades que h han hechoo grandes aaportes al desarrollo y forrtalecimien nto de la d democraciia dominiccana; el e 11 de no oviembre de d 2014, en n el Audittorio del Banco Ceentral de la l Repúbliica Domin nicana
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Nos encontramos reunidos en este salón, unos como anfitriones, los menos como reconocidos y valorados, los más como testigos de un acontecimiento de carácter histórico por su contenido, su singularidad, y la calidad de quienes serán homenajeados. Nuestra presencia en este magno lugar, en este solemne evento, tiene el noble y humilde propósito, de rectificar dignamente, el mensaje de alerta transmitido por Federico Henríquez y Carvajal, en la despedida hacia la inmortalidad del maestro de maestros, Eugenio María de Hostos, cuyo legado perenne fortalece las convicciones más altruistas de nuestro continente. Nos decía: “Esta América infeliz que sólo sabe de sus grandes vivos cuando pasan a ser sus grandes muertos”. Esta frase ha sido acusación repetida desde su pronunciamiento, el 12 de agosto de 1903, para enrostrar a las sociedades americanas, el descuido en el cumplimiento del deber con las preeminencias del altruismo y del desvelo filantrópico. Esta noche, quisiéramos recibir del Todopoderoso la iluminación divina, desearíamos obtener de los hombres y mujeres el favor, para obrar en sentido inverso a esta frase, como fue el interés de ese gran humanista, para que en la patria de Juan Pablo Duarte, resplandezca la luz de la gratitud, y su destello irradie la conciencia social, en búsqueda de la multiplicación de conductas identificadas con los sueños constructivos; exaltando los valores y ejemplos, de quienes han asumido como apostolado, aportar a la posteridad un mundo superior al encontrado por ellos, en esta tierra de tantos héroes y heroínas identificables; de tantos héroes y heroínas que descansan en el sueño, a veces injusto, del anonimato.
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Es nuestro deseo, que a través de este espacio, miles de dominicanos y dominicanas asuman para ellos y ellas, el reconocimiento al deber cumplido con la patria, en la tarea cotidiana de construir lo más anhelado por la humanidad, en su devenir histórico, como legado a sí misma: la democracia; ese sistema de convivencia que,
en medio de tropiezos, permite a las
sociedades transitar con pasos firmes, el itinerario hacia el ideal supremo de felicidad colectiva, en un Estado de bienestar. Los reconocimientos a los grandes hombres y a las grandes mujeres, tienen una particularidad pocas veces exaltada. Nos referimos a su esencia simbólica, con la cual se trasciende el contenido particular, para dimensionarlos y hacerlos extensivos a la proyección de convicciones. Ellos se han manifestado, desde que algunas personas tuvieron iniciativas trascendentes, en el trayecto hacia estadios superiores de existencia. En muchas ocasiones, han sido plasmados por la posteridad, de lo que se puede colegir que, la sentencia pronunciada por el gran intelectual, fue transmitida a los pueblos americanos por civilizaciones milenarias. Hurgando en la historia las fuentes que nos ayuden a comprender la importancia de testimoniar sentimientos de gratitud, a los conspicuos e impenitentes batalladores por causas señeras, nosotros, que consideramos el cristianismo como la máxima expresión de entrega al prójimo, escogemos como punto referencial, el gesto de una mujer contaminada por el pecado, al más ínclito de todos los maestros universales. Nos referimos, obviamente, a María Magdalena, cuando de rodillas, perfumó los pies que sostenían esa figura sacrosanta; según nos cuenta el evangelista San Lucas sobre este
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acontecimiento.1 El Evangelio nos enseña, cómo poco tiempo después de este gesto, de esos pies brotaba la sangre más pura y más purificadora, para que el alma llegue inmaculada a la entrada de la eternidad. Esta pecadora henchida de ternura, con su atención, reconoció en el maestro su entrega infinita y su sufrimiento por los demás; igualmente, las multitudes que sin padecer dolencias terrenales siguieron a Jesús y le proclamaron rey, y quienes caminaron junto a él hacia El Calvario, cuando llevaba a cuestas la cruz de la redención; ellos no esperaron su muerte carnal para testimoniarle, en nombre de ellos, y aunque no lo supieran, de la posteridad, de toda la humanidad, el reconocimiento que merece por su entrega para salvar al mundo de la perdición espiritual y terrenal. Hoy, la Junta Central Electoral, hace un paréntesis en sus labores cotidianas, para testimoniar el agradecimiento de la patria a diez ilustres personalidades, que han
dedicado incesantemente recursos y sapiencias, a construir, a
fortalecer, a velar por la democracia; a favor de la cual han hecho aportes inefables, siendo dignas de significativos lauros; también, haremos menciones que por su trascendencia no pueden pasar desapercibidas. La diversidad social que representan, es la mejor prueba de que las convicciones filantrópicas por sí mismas, son ajenas a diferencias emanadas de los posicionamientos humanos, y pueden ser practicadas desde cualquier espacio. Basta con que hayan sido interiorizadas, a través de las enseñanzas hogareñas, desde la escuela, desde la iglesia, desde el apostolado de la enseñanza, desde el vínculo empresarial con la esperanza de los que aspiran a crecer, desde la identificación sincera con el juramento hipocrático, desde el 1
San Lucas 8:37/50
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servicio responsable en la administración pública, desde el compromiso ético con el periodismo, a través de él con la verdad, desde las páginas bíblicas y otros mensajes inspirados en la sabiduría infinita, e incluso, desde los círculos donde predominando la humildad material, florece el amor al prójimo. Una frase muy manida, de Bertolt Brecht nos recuerda que, “hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay otros que luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida, esos son imprescindibles”. Pareciera que con esa frase fueron retratadas las personas que hoy reconocemos, que se han caracterizado por su tenacidad, su vocación de servicio, no de manera ocasional, sino perenne.
Los dignos homenajeados, han estado, por muchos años, “por delante de su tiempo” 2 , en el servicio público, en la investigación y formación de generaciones, en la dura y difícil tarea de la construcción de una cultura del diálogo y la concertación, en el ejercicio de una labor empresarial emprendedora y solidaria, en la apertura de nuevos horizontes para nuestra patria, por caminos inhóspitos, desconocidos, en la atención a los desvalidos, en el acompañamiento permanente, desde fuera, en los escenarios internacionales, aportando experiencias y buenas prácticas administrativas, desde el púlpito, en la labor pastoral de evangelización y preservación de los valores familiares y cristianos, en fin, como carpinteros, aportando cada uno, desde su espacio, a la construcción del Estado Social y Democrático de Derechos que hoy disfrutamos
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Mahamma Gandhi
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Por eso, deseamos vehemente que en nuestra manifestación de reverencia, quede plasmada indeleblemente, la sinceridad que la inspira; en aras de esa pretensión, tenemos el deber de manifestarles, que este acto, modesto con respecto a los méritos de sus protagonistas, lo concebimos como parte del compromiso asumido por la Junta Central Electoral con la democracia. ¿Por qué hacemos esta confesión? Porque como hemos dicho anteriormente, esperamos que este testimonio sea un estímulo hacia el futuro, para un mayor compromiso con la sociedad. Sabemos que la vida del cuerpo es pasajera por este mundo; más, los frutos sembrados en tierra fértil, esparcidos a través de semillas saludables, se reproducen, en muchas ocasiones, para inmortalizar a quienes hacen posible su existencia, sirviendo de ejemplo en el diseño del porvenir. Aspiramos a que las lecciones de civismo brindadas por estos ocho caballeros y estas dos damas, así como los dos insignes mencionados, se inserten en la conciencia social, e iluminen los valores que orientan las actividades de los grupos organizados y de los individuos, para que fluyan por doquier maestros, empresarios, guías espirituales, analistas sociales, médicos, defensores de la verdad; con la visión de este conjunto, cuyas enseñanzas son el paradigma de las personas que necesita nuestro país; para de esa manera, caminar con pasos más firmes y acelerados, hacia la misión que nos impone el presente: acercar nuestra democracia al ideal supremo, lograr transformar nuestra sociedad, en una donde no hayan excluidos, donde se promuevan los valores y se garantice el pleno ejercicio de los derechos establecidos en nuestra Constitución, donde prevalezca la equidad y todos tengan igualdad de oportunidades
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Nuestra cuasi centenaria institución valora a quienes han jugado un papel estelar en el nivel de desarrollo de nuestra democracia, y en particular de la Junta Central Electoral, ya que de alguna manera, de múltiples formas, han contribuido a que nuestro órgano se haya superado, ejerza y proyecte una autonomía funcional, una madurez, una confianza y una seguridad en los ciudadanos, coadyuvantes a la necesaria transparencia e integridad de los procesos que administra y sus resultados; lo que hoy es la JCE, sin lugar a dudas, tiene mucho que ver con sus desvelos y sus aportes, muchas veces no comprendidos. Precisamente, al calificar el rol de esta entidad en la sociedad dominicana, una de las personas aquí homenajeadas, sostiene que “es el eje central de la democracia en un Estado de Derecho, propiciando la legalidad y la legitimidad del escrutinio electoral, que ha de elegir por mandato del soberano, la más idónea representación de éste”3 Señoras y señores: En situaciones como éstas, a veces nos es difícil encontrar las palabras apropiadas para terminar. A falta de las propias, caminamos sobre las huellas de quienes por sus acciones, compartidas o no, figuran entre las referencias obligadas. Recurrimos a un cientista social, un filósofo, fundador del materialismo histórico, cuyas obras todavía impactan por sus peculiaridades polémicas: Carlos Marx, y hemos encontrado el mensaje que consideramos más atinado para despedir esta intervención:
3 Doctora Licelott Marte de Barrios 7
“La historia h dessigna como o los grand des entre los hombrees, aquellos que se han ennob blecido traabajando por p el bien n de todos;; la experiiencia mueestra que llos más felices han n sido quiienes hicieeron dichoosos al maayor númeero de otrros homb bres, y la religión r no os enseña que el serr ideal, a quien todoos aspirann a imitarr, se ha saccrificado por p el bien de la hum manidad… C Cuando heemos elegiddo la carrrera que nos n permitee actuar del mejor moodo por el bien de laa humanidaad, las reesponsabillidades qu ue asumim mos entoncces no poodrán venccernos, puues representan el sacrificio s que q realizaamos por eel bien de ttodos. En este caso nno experrimentamos alegrías egoístas y mezquinaas, sino unna felicidadd compartida por millones m de d hombrees; nuestrros actos prolongann silenciossamente sus efecto os en la eternidad y nuestraas cenizas son regaadas por llas lágrim mas ardien ntes de los hombres de d corazón n generoso””. Sean pues nueestras senccillas palab bras, un hhumilde reeconocimieento a doce perso onalidades influyenttes, que inspiradaas en el Todopodderoso, haan contribuido al desarrollo d de d la demo ocracia en lla Repúblicca Dominiicana.
as! ¡Mucchas gracia
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