Guadalajara amiga Supemento especial 14 de Febrero de 2011
Los barrios de la fundación fueron
en
realidad los primeros pueblos
aledaños al centro
de la
ciudad. Absortos ya por la gran urbe,
en ellos se encuentra la esencia
de los tapatíos de hoy 469 aniversario de la ciudad
n ó z a r o c u s y d a La ciud
Público
Una mirada hacia el ayer
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14 de Febrero de 2011
Curiosidades de la historia tapatía iván garcía
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La Perla de Occidente y otros epítetos […] El poeta Juan de Dios Peza la llama “la ciudad de las gardenias”, mientras que el cronista Caballero le dice “la ciudad de los jardines”. José López Portillo y Rojas, en su novela Los precursores, llama a Guadalajara: “Fópoli”, que significa ciudad de luz, argumentando que las cualidades de su población pueden atribuirse sólo a la luz del cielo. [...] Adolfo Dollero la llama “La Andalucía de México” y “La Perla de Occidente”, designación que prevaleció durante mucho tiempo. El periodista y escritor Eduardo Gibbon [...] la nombra “La Florencia Mexicana”. “La Sultana de Occidente” y “La Ciudad Real” fueron otros epítetos que algunos visitantes concedieron a nuestra ciudad. No ha mucho que por decreto municipal se le llamó “La Ciudad de las Rosas”. Cecilia López* Mejor tapatío que guadalajarense […] Al parecer, desde principios del siglo XIX en México, al natural de Guadalajara se le conoce con el nombre de “tapatío”. Hay varias teorías respecto al origen del vocablo. Una primera data del año 1517 y se debe al gramático fray Alonso de Molina, quien quiso encontrar al gentilicio un jorge a. mendoza
origen náhuatl en la voz “tlapatiotl”, que significa “el precio de lo que se compra”. Pero en el pleito que Hernán Cortés tuvo entre 1531 y 1532 contra Nuño de Guzmán y los oidores de la provincia de Ávalos –que documenta en 1961 don Salvador Reynoso-, un testigo declaró que entre la ropa que los vecinos de Tamazula daban como tributo se contaban “ochenta mantillas que llaman tapatíos”. [En] Tamazula y Atoyac, a las mantillas se les suele llamar tápalos, lo que pudo derivar –por el uso indígena de los diminutivos- en tapalitos. Marco Antonio Martínez Negrete* Cuicos cantadores Cuicos se les llamaba a los serenos de Guadalajara del siglo XVI que anunciaban el estado del tiempo en un estribillo cantaleteado: “¡Ave María Purísima, las once y nublado!” Los indios los llamaban cuicones, que significa “cantadores”. Desaparecieron los serenos y llegaron los gendarmes que ni cantaban ni gorgoreaban pero nadie se preocupó en cambiarles el mote: cuico se quedó. Nuria Blanchart* La jericalla tiene su ciencia [...] Detrás del sabroso postre se esconden preguntas difíciles de responder. Para empezar, el nombre y la forma correcta de escribirlo: ¿jericalla o jericaya? La Academia Mexicana de la Lengua y la Real Academia de la Lengua Española aceptan ambas formas. [...] en el Diccionario de cocina, el nuevo cocinero de México, publicado en 1845, que dice: “este nombre, como el de Arequipa, parece recordar el de Jérica, el lugar de donde acaso vino esta composición, si no es que aluda al apellido de quien la trajo”. Muchos tapatíos estarían dispuestos a apostar que se trata de un postre eminentemente jalisciense. [...] en recetarios de los siglos XVIII y XIX, editados en la Ciudad de México, se hacen referencias a la jericalla sin aludir a Jalisco. [...] el Diccionario
breve de mexicanismos, de la Academia Mexicana de la Lengua dice que existen postres similares con el mismo nombre en Honduras y Costa Rica. Juan Carlos Núñez Bustillos* Cácaro Don José Castañeda tenía en su sala de cine un ayudante cacarizo por haber padecido viruela y él lo llamaba con el apodo de Cácaro. […] era el encargado de dar vueltas a la manivela, pero al paso de los años de girar y girar la palanca de pronto se quedaba dormido, entonces su patrón, que a menudo se ponía al frente para explicar la película o hacer los diálogos y sonidos, le gritaba: “¡Cácaro! Y, según la versión del investigador Guillermo Vaidovits en su libro El cine mudo en Guadalajara, el público comenzó a gritar así ante cualquier falla de la proyección. Con el tiempo, el mote se convirtió en nombre genérico de los técnicos de las salas de cine en todo el país. *Textos del Triviario Tapatío. Editado por Tedium Vital. Director: Alberto García Ruvalcaba. Guadalajara, 2010. Lo encuentra en librerías Gonvill y en Hidalgo 1769, T/3818-0044
PÚBLICO MILENIO francisco a. gonzález presidente · jaime barrera rodríguez director editorial · marina miranda directora general de negocios · fidencio gonzález director comercial · rubén martín jefe de información · ricardo salazar jefe de cierre editores: jorge valdivia g. ciudad y región · jesús estrada negocios · fabián muñoz cultura · miguel garcía la afición · antonio navarrete mp · kaliope demerutis ocio · irene selser fronteras · horacio salazar tendencias · jairo calixto albarrán qrr y el ángel exterminador · susana moscatel hey! · humberto muñiz fotografía · giovanni silva diseño · fernando torres circulación · noé anaya producción ·
Editora Dalia Zúñiga Berumen Reportera Maricarmen Rello Diseño Giovanni Silva
469 aniversario de la ciudad
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A la par de la ciudad
fundada en 1542
florecieron en su entorno algunos
pueblos, que
años después
se convertirían en sus
primeros barrios. Huella del pasado que
aún distingue a sus habitantes Maricarmen Rello Guadalajara
La fundación
y o h a r e y a e d , a r ja
a l a d a Gu
Fueron 63 familias, según el censo que levantó aquél entonces, las que
Mezquitán
era una zona pródiga en veneros y arroyos; hoy se distingue por su parroquia y su visitado panteón
Público
se asentaron en el valle de Atemajac y fundaron Guadalajara –en su cuarto y último intento- el 14 de febrero de 1542. Un dato muy certero del historiador Jorge Palomino y Cañedo, quien consultó el Archivo de Indias, revela que eran en total unas 278 personas los primeros habitantes. No estaban solos. Casi de forma paralela a la ciudad que ocupaba tan sólo el perímetro de lo que hoy se conoce como el “centro”, florecieron en su entorno algunos pueblos, que años después se convertirían en sus primeros barrios. De hecho, Juan Gil Flores, miembro del Consejo de Cronistas de Guadalajara, discrepa de algunas reseñas históricas al considerar que no es Analco el barrio tapatío más antiguo, sino Mezquitán.
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469 aniversario de la ciudad Público
Público
humberto muñiz
Analco
Mexicaltzingo
tiene hoy grandes contrastes entre sus hermosos templo y el Patio de los Ángeles, y su comercio polémico de autopartes
como en los otros barrios, tiene una vida vibrante en torno a su templo y su mercado, reedificado por cierto hace un par de años
“Lo menciono como el primer barrio de la ciudad, porque era un pueblo que ya estaba habitado cuando estas familias comienzan a desplazarse, en 1541, al valle de Atemajac. No encontraron un paraje felizmente despoblado, había varios puntos de caseríos en este valle, pero sólo Mezquitán era una comunidad en forma, habitada por indígenas cocas y tecuexes, en una cantidad superior incluso a las familias que llegaron. Era un poblado importante”, refiere el maestro Gil Flores. Sin embargo, como efectos de la conquista muchos migraron y casi desaparece, aunque se repobló en los primeros años, pues esta tierra era usufructuada por encomenderos y la mitad de su producción debía entregarse a la Audiencia. Las familias fundadoras eran todas castizas. De Extremadura, de Castilla, vascos y andaluces, y ya asentadas
“
Muchos barrios,
casi la totalidad,
ya desaparecieron, tras ser repoblados
por habitantes
que no son de Guadalajara,
que desconocen sus tradiciones y costumbres…
”
Gil Flores, cronista
siguieron las ordenanzas reales para concretar la cuadrícula que definió la ciudad: “era como un gran tablero de ajedrez”, dice el cronista. Ese 1542, Mezquitán se repoblaba mientras Analco y Mexicaltzingo nacían. También, como pueblos indios.
Nacen los barrios Analco, considerado el primer barrio por muchos como se mencionó, se fundó a expensas del convento franciscano, que mudó del pueblo de Tetlán (en el oriente) al sur de la villa, con la mira de Fray Antonio de Segovia de proseguir desde ahí la evangelización de los naturales de toda la región. Con 35 años de estudiar y enseñar la historia de Guadalajara, Gil Flores apunta “había la necesidad de acomodar a más o menos 500 indios cocas tecuexes, así surge el pueblo de Analco que, en la
lengua de los naturales significa al otro lado del río… y habitan en la otra orilla del que fuera el río San Juan de Dios, hoy la calzada Independencia, éste lo dividía de la ciudad”. San Juan Bautista de Mexicaltzingo también fue un poblado indígena donde se asentaron cocas, tecuexes y mexicanos –que no mexicas- provenientes del valle central, quienes fueron traídos aquí por el virrey Antonio de Mendoza con el afán de apaciguar un levantamiento también acaecido en 1542. Y es que en el recuento se olvida mencionar que el asentamiento de Guadalajara no fue terso. Sus vecinos no lo aceptaron y hubo rebeliones y al fin, subyugación de los rebeldes indígenas. Mezquitán, que conforma la triada de pueblos indígenas, era una zona pródiga en veneros y arroyos. Cuatro siglos después de refundado, todavía se Continúa en la página siguente »
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La fundación
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oy h a r e y a jara, de
Guadala
anterior
distinguía como lugar de recreo por sus manantiales y baños públicos. La historia del cuarto barrio fundacional, San Juan de Dios, también se remonta a los primeros años de la ciudad, pero a diferencia de los tres barrios primigenios, éste no fue poblado por indígenas, sino por comerciantes españoles, y luego criollos, mestizos y mulatos. Sobre el cauce del río que le dio nombre “se instala el primer molino de trigo de la ciudad, concesionado a don Juan de Zaldívar”, precisa el historiador y agrega que la importancia de este punto fue tal que entre sus muchos apelativos, Guadalajara también recibió el de “la ciudad del molino”. San Juan de Dios legó a la ciudad, su primer hospital, fundado por una cofradía (agrupación conformada por laicos) en 1557, y en el año 1606, esta cofradía cede su manejo a la orden religiosa de los juaninos. “Por su composición social a este barrio se le concedió un lugar aparte y no gozó del auxilio que los franciscanos dieron a los pueblos indios… se le concedió una dispensa de comercio, una actividad que lo ha significado, pero siempre fue populoso. En el siglo XVII ya era un importante lugar de mercadeo, con fondas, bodegas y centros de abasto, pero con un entorno muy deprimente pues no había agua corriente y mereció desde aquel momento la fama de un barrio bajo. En este lugar aparecen las primeras tabernas y casas de asignación (prostíbulos) que le estigmatizarán hasta la fecha”, resume.
San Juan de Dios
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posee el mercado emblemático para la ciudad y la región. En él se degustan los platillos y dulces típicos tapatíos
La vida barrial En el pasado, Guadalajara vivió de la agricultura, la ganadería y el comercio. La imagen urbana fue en mucho, similar a la castiza Andalucía. “Tenemos una gran ascendencia andaluza. El diseño de las casas, con sus patios, sus corredores, un gran portón y un hall o recibidor, con ventanales del techo al piso y rejas, es similar a la arquitectura de Andalucía”, describe el entrevistado. Las calles, muchos años sólo de terracería y después de empedrados, le confirieron un clima agradable, que convivía con la escasez de agua en los tiempos de secas. Mas pasaron casi dos siglos antes de que los barrios fundacionales se integraran de lleno a la ciudad, como tales, ya entrado el año 1760. “Durante poco más de cuatro siglos, la vida cotidiana en Guadalajara era la de un pueblo grandote, con la camaradería entre vecinos. Había convivencia comunitaria, más acentuada alrededor de las fiestas religiosas”, detalla Juan Gil Flores. Hoy, la capital de Jalisco presume más de un millón de habitantes. El solo sentido común dicta que difícilmente puede quedar algo más que ciertos edificios para recordar su pasado. No es así. Ciertos rasgos que definieron la identidad tapatía subsisten gracias a la
humberto muñiz
El centro
fue el punto donde se asentaron las primeras 63 familias castizas de Extremadura, Castilla, vascos y andaluces
cotidianeidad que se erigió alrededor de sus barrios: de la gastronomía y las fiestas populares a la fe y otras costumbres que la rigen y pueden atestiguarse en sus cuatro barrios fundacionales. Aún con la modernidad, que según el entrevistado divide a Guadalajara en dos: la ciudad en la que fue más de cuatro siglos y la que fue después de 1950. “Muchos barrios, casi la totalidad, ya desaparecieron, tras ser repoblados por habitantes que
no son de Guadalajara, que desconocen sus tradiciones y costumbres… que éstas prevalezcan depende de la suma de esfuerzos de los tapatíos y de quienes llegan de otras partes y deben encontrar puntos de unión con esta ciudad”, opina el maestro y pone un ejemplo: el festejo que hoy día hace el barrio de Mexicaltzingo para celebrar la visita de imagen de la Virgen de Zapopan es igual al de antaño. “La religión es un elemento antropológico importante
que puede unir en cualquier parte del mundo”, explica. Para este tapatío de cepa, el aniversario 469 de su fundación “da la oportunidad a Guadalajara de mostrarse coherente con los acontecimientos que ha sufrido últimamente”, y a rescatar su esencia. “Basta que ese pueblo tapatío de hoy, se mantenga unido. Yo invito a que sintamos Guadalajara como nuestra casa, que lo es”, concluye. •
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469 aniversario de la ciudad
La ciudad hoy 469 años después
iván garcía
Maricarmen Rello
MEZQUITAN El barrio se extendía al norte de la ciudad, desde la calle de Jesús García, donde iniciaba el puente del mismo nombre, hasta Atemajac del Valle, en la calle de Veracruz, hoy avenida de los Maestros. Aún destaca como centro barrial el templo dedicado a San Miguel Arcángel, un monumento de estilo barroco concluido en 1773 y que a la usanza de entonces tenía su propio cementerio, el cual a la postre dio pie a su bello atrio. Al nombrarlo, hoy viene a la mente el panteón de Mezquitán, sobre la calzada del Federalismo, con su mercado de flores, punto de encuentro de tapatíos de otras partes de la ciudad. Desde hace pocos años, un tianguis de ropa de segunda mano también congrega a personas de todos los rumbos. ANALCO La parroquia de San José de Analco y el templo de San Sebastián son dos emblemáticos inmuebles que le sobreviven, admitido oficialmente como barrio de la ciudad hasta 1821. Ubicado “al otro lado del río” que hoy es la calzada Independencia se extiende hacia el oriente hasta la calzada del Ejército y Plaza de la Bandera. Fue cercenado para dar paso a avenida Revolución que ahora lo limita al norte y llega hasta la calle 5 de Febrero al sur, abarcando la central camionera vieja, su zona bonetera y su polémica venta de autopartes. Alrededor del jardín del templo franciscano conviven viviendas, comercios y escuelas. El Patio de los Ángeles, arquería y columnas que pertenecieron al patio del claustro del Convento de Santa Mónica, forman parte hoy de un centro cultural. Una escultura de Tenamaxtli, el guerrero luce en el extremo sur; mientras en el lado norte se erigió el monumento in memoriam de los fallecidos el 22 de abril de 1992, cuando la explosión de un colector abrió la calle Gante y transformó para siempre esta comunidad. MEXICALTZINGO Al sur de la ciudad se instaló San Juan Bautista de Mexicaltzingo, un pueblo con fincas rústicas, amplios solares, huertas y corrales que debido a la hidrografía irregular se inundaba en las lluvias, producto del caudal que bajaba del poniente y de los manantiales que brotaban creando pequeños arroyos. Estos dieron paso al “barrio de las nueve esquinas”, el punto más conocido de referencia actual, entre las calles La Paz, Donato Guerra, Ocampo, Galeana y Colón. Fue afamado por sus imprentas y por los trabajadores que le habitaron cuando se instaló la estación del ferrocarril en 1910, así como por sus birrierías. Hoy, emerge en su extremo oriente el Teatro Diana, nuevo referente cultural. A la par fue sujeto a la intervención para construir un atrio a su templo inacabado y un nuevo mercado. SAN JUAN DE DIOS A diferencia de otros barrios, cuya vida fue más confinada, la de San Juan de Dios fue activa y abierta al resto de tapatíos que se decidían a cruzar sus límites. Ciertamente no todos, pues con su pujante zona comercial convivían tabernas y prostíbulos. El populoso barrio sigue siendo, como ayer, fuente de admiración y de señalamientos y estigma. Lo mismo hay cantinas de mala muerte que una importante zona comercial a lo largo de las calles Obregón, Mina y algunas aledañas. Vecino del trajín de su famoso mercado Libertad –de destacado diseño obra del arquitecto Alejandro Zohn en los años 50- y de la Plaza de los Mariachis, se alza la Casa de la Misericordia, que fuera luego Hospicio Cabañas y hoy Instituto Cultural Cabañas; un edificio declarado Patrimonio de la Humanidad, importante sede de actos culturales, políticos y sociales. La delimitación original del barrio era al sur, con la calle Medrano, que lo separaba de Analco; al norte con Federación; al poniente con la calzada Independencia y al oriente con la calle Cabañas. Hoy, congrega como ayer, a personas de todo Jalisco y otros estados y países, compradores y turistas que entre el gentío, descubren las peculiaridades del sitio. Con datos del sitio Guadalajara, ciudad de las rosas. http://guadalajara.net/index.shtml
marco a. vargas
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