José Luis Martínez S. Francisco de Icaza página 2 Eliseo Alberto Un nuevo libro de Gabriel página 3 Margarito Cuéllar Los relámpagos de Alí página 7 Iván Ríos Gascón Visiones de Radiguet página 7 Eusebio Ruvalcaba Concierto del Sur página 8 Juan Carlos Villanueva Entrevista con Bruce Springsteen página 8 Público
domingo 7 de Noviembre de 2010
386 especial
Diario de un escritor
Dostoievski periodista Página 4
Visor
Francisco de Icaza
“Yo sí creo en las musas” Autor del mural La farándula, que se encontraba en el desaparecido Casino de la Selva, De Icaza acaba de cumplir ochenta años. Lector infatigable y apasionado, recuerda su vida como hijo de un diplomático, el descubrimiento de su vocación y a la gente que ha influido en su manera de pensar Pascual Borzelli Iglesias
Entrevista José Luis Martínez S. Francisco de Icaza nació el 5 de octubre de 1930 en la embajada de México en El Salvador. Su destino parecía escrito: la diplomacia. Desde su bisabuelo Ignacio, su familia ha estado en el Servicio Exterior Mexicano. Su abuelo Francisco A. de Icaza fue embajador en la Rusia de los Romanov y en Alemania en tiempos del Káiser. Su padre, igualmente llamado Francisco, y sus hermanos menores, Antonio y Carlos, continuaron la tradición. Pero él se decidió por la pintura. En el siguiente texto, fragmento de una charla con numerosos vaivenes, De Icaza habla de su vida, de su gusto por la literatura y de la manera como mira un arte donde “todos los sueños han sido soñados”.
C
omo su primogénito, mi padre esperaba que yo siguiera su carrera. Él era embajador en los Siete Países Árabes en tiempos de Miguel Alemán, vivíamos en Beirut y ahí, a los 18 años, conocí a un pintor armenio, una persona bellísima que había sufrido con sus padres la matanza de armenios en Turquía en 1905; él fue, de alguna manera, mi maestro. En ese tiempo Beirut era el paraíso, yo estaba fascinando por la cultura —que es la cultura mediterránea—, por la cantidad de etnias y civilizaciones que pasaron por ahí, por las ruinas romanas y las de Baalbek. En ese ambiente, un buen día, en un acto casi sagrado, porque para mí la pintura es como una religión, pensé: “Voy a ser pintor”. No dije nada, me mandaron a estudiar a España, fuimos después a Bélgica, entré a la Universidad de Lovaina a cursar Ciencias Políticas, pero en secreto ingresé a la Academia de Artes de Bruselas. Al enterarse, mi padre me dejó de hablar. Fue un golpazo para él, yo estaba destinado a seguir la tradición diplomática y todo fue muy dramático. Estuve un año en la Academia y lo viví con una pasión bárbara. En ese entonces la tendencia en casi toda Europa era la de hacer una pintura anónima, estábamos hartos de la pintura comercial y queríamos ser pintores anónimos, no firmábamos ni vendíamos nuestros cuadros. 111 Mi padre empezó su carrera diplomática en Nicaragua y El Salvador —Plutarco Elías Calles lo mandó para tramitar las armas para Sandino— y después anduvimos por toda Centroamérica. Cuando yo tenía dos años me llevan a Cuba, a los tres a Suecia, y cuando Hitler toma el poder en Nuremberg en 1933, nombran a mi padre embajador en Berlín. De ahí hasta 1940 mi infancia transcurre en Alemania, todo lo que leí y estudié entonces fue en alemán. En Alemania tuve vivencias cabronas, como la de Bruce, nuestro chofer, quien prácticamente había nacido en la embajada porque su padre había sido chofer de mi abuelo. Él me llevaba para todas partes y en el colegio yo era amigo de sus hijos.
Un día bajaba volado gritando: “¡Bruce, Bruce, ya estoy listo!”, y la cocinera, que estaba abajo, me dice: “Le acaban de cortar la cabeza, lo oí por Radio Londres”. Yo siempre me bajaba del tercer piso, donde vivíamos, en la parte de atrás de la embajada, resbalándome por un barandal, ese día me dejé caer, me golpeé muy fuerte y estuve mucho tiempo inconsciente. Fue muy doloroso para mí. 111 Cuando salí de Alemania en el último barco, el Conde Saboya, al pasar por Gibraltar vi a dos alemanes —después supe que eran espías—, un hombre y una mujer. No sé cuántos años tendrían, pero cuando vieron a la patrulla inglesa se tiraron al mar. Yo bajé al camarote y le dije a mi mamá: “No vuelvo a hablar alemán”. Recientemente me invitaron a
Alemania para exponer en cinco ciudades, entre ellas Colonia y Hamburgo, al llegar a Frankfurt vi desde el avión una base militar, me puse nervioso y no pude dormir esa noche. Le hablé por teléfono a mi hijo Miguel, quien vive en Madrid y es camarógrafo, y le dije: “Yo me regreso, voy a hablar por teléfono al aeropuerto para arreglar lo del boleto”. Con el trauma que tenía pido un taxi, me voy platicando con el chofer a las seis de la mañana, llego al aeropuerto y me doy cuenta de que todo el tiempo había estado hablando en alemán. Los idiomas que se aprenden en la infancia nunca se olvidan. 111 Los mapas de mi infancia y juventud son bien característicos, porqueviajamosportodoelmundo. Además, me tocaron todas las dictaduras:vivíelnazismo,estudié en la España de Franco, estuve
en Nueva York durante el macartismo y en Egipto durante el reinado de Faruk, derrocado en 1952. 111 Cuando tenía seis años vinimos a México. Recuerdo algunas cosas de aquella visita. Era 1936 y la ciudad estaba inundada, pero lo que más me impresionó fueron las flores, nunca había visto tantas flores en mi vida. Vestido de terciopelo y con medias blancas, me perdí en la plaza de Cuernavaca todo un día, estaba fascinado con el olor de la fruta, con la gente. Había un kiosco, música, mujeres con trenzas hasta la cintura vestidas de blanco, no comí en todo el día. La policía me andaba buscando, pero yo estaba absorto con tantas cosas. 111 Cuando mi padre se quedó sin trabajo, porque él era diplomático europeo y había comenzado la Segunda Guerra Mundial, regresamos y él se metió al negocio del cine con el padre de Salvador Elizondo, que había fundado Clasa Films, y produjo veintidós películas en plena época de oro. EncuantolleguéaMéxico,memetieronaestudiar, primero con los maristas y luego con los jesuitas. Tenía 13 años y estuve dos aquí, conviviendo mucho con Salvador, yendo al cine. Yo estaba feliz de estar en México, porque la vida nómada está llena de
PÚBLICO MILENIO francisco a. gonzález presidente · jaime barrera rodríguez director editorial · marina miranda directora general de negocios · fidencio gonzález director comercial · rubén martín jefe de información · ricardo salazar jefe de cierre editores: jorge valdivia g. ciudad y región · kaliope demerutis ocio · irene selser fronteras · horacio salazar tendencias · jairo calixto albarrán qrr y el ángel exterminador · susana moscatel hey! · humberto muñiz fotografía · edna madero diseño · fernando torres circulación · noé anaya producción ·
Milenio
Visor
Dirección José Luis Martínez S. Edición Alicia Quiñones Asistente Erick Baena Arte y diseño Alejandra Saavedra
domingo 7 de Noviembre de 2010
varia 03
Un nuevo libro de Gabriel
vivencias, pero también es muy dura y con mucho desarraigo. Me acuerdo que de adolescente leí la novela La creación de Agustín Yáñez, donde se habla del campanario de un pueblo. Al leerla, me dije: “No hay campanas en mi memoria, no hay campanas de mi pueblo”. 111 Me fui otra vez a Europa, volví a México en 1953, me casé en el 54 y me quedé en el país definitivamente. Para mí México era un ideal, como la tierra prometida para los judíos, pero entré en una dinámica de muchos conflictos políticos, participé en las manifestaciones de Othón Salazar con los maestros y de Demetrio Vallejo con los ferrocarrileros. Tuve una actividad política tremenda y de grilla pictórica con mis compañeros de la Ruptura. Vinieron después el Salón Independiente y el 68… Y, pues nada, me adapté a México perfecta pero conflictivamente. 111 Tuve mi primera exposición en 1955, a los 25 años, en el teatro El Caballito, por Bucareli. Era una época muy bonita de la Ciudad de México. Los teatreros, los pintores, los escritores jugábamos futbol e íbamos a las corridas de toros, convivíamos mucho. Mi segunda exposición fue en 1956, y sobre ella hay una anécdota curiosa. Antonio Rodríguez Luna llegaba cada domingo a mi casa a ver lo que pintaba. Yo había hecho un cuadro enorme que ocupaba toda la pared de la recámara, y él me dijo: “¿Cómo vas a sacar este cuadro de aquí, además no sean tan ambicioso, tiene veintidós figuras en escorzo. ¿Qué vas a dejar para cuando seas viejo?” Me encabroné tanto que agarré un machete y empecé a darle de machetazos al cuadro. Al siguiente domingo llega Antonio y me dice: “Déjame ver tu cuadro otra vez”. Le respondo: “Ahí está”, entonces agarra la pedacería y hace con ella mi exposición en la galería Tusó, que estaba frente a la Proteo. 111 En 1956 trabajaba como administrador en la revista Mañana, que dirigía Fernando Solana. Me levantaba a las cinco para pintar y a la diez llegaba a la revista. Ya estaba hasta la madre, y renuncié. Me quedé sin dinero, tenía cuatro hijos y una crisis nerviosa que me paralizó un brazo. A finales del 57 mandé a Conchita, mi mujer, con mis hijos al Casino de la Selva y yo me quedé para vender un cuadro. Cuando los alcancé, me encontré al escultor
Federico Canessi, nos fuimos al bar y al contarle mi tragedia me dijo: “Yo te arreglo el asunto, te presento a Manuel Suárez y te quedas aquí: todo gratis, le pintas lo que quieras y él se queda con todo”. Acepté y ahí conocí al arquitecto José Félix Candela, quien proyectó el teatro del Casino y me propuso hacer algo que nunca se había hecho en la pintura mural mexicana: integrar desde el principio la pintura con la construcción. En esos días, un tío de Conchita me invitó a Nueva York, vi La ópera de los tres peniques de Bertolt Brecht, y pensé que eso era lo quería pintar. LombardoToledanomeinvitó en 1959 a formar parte de la delegación mexicana que acompañaría al general Lázaro Cárdenas en su viaje a Cuba. Acepté, fuimos como ocho intelectuales, entre ellos Francisco López Cámara y Juan José Arreola, a Suárez no le gustó que yo hubiera ido y al regresar me corrió del Casino. El mural [La farándula] ya estaba terminado y no lo volví a ver hasta el año pasado, después de que fue restaurado por el INBA, porque cuando Cotsco compró el Casino lo arrancaron e hicieron un desastre, pero la pintura no se estropeó. El mural permanece guardado porque es muy grande y, además, le pertenece a Cotsco, que tendría que donarlo para que pueda colocarse en algún lado. 111 Con todo, fue muy bonita la época que pasé en el Casino de la Selva, donde pinté al mismo tiempo que el doctor Atl. Desayunábamos unos insectos llamados jumiles en el mercado de Cuernavaca; él tenía una copa de coñac en una mano y al lado los insectos, los gringos nos veían anonadados. En ese tiempo, Atl tenía ya una pierna amputada. Suárez llamó a un escultor para que le hiciera una estatua, cuando la terminó le dijimos: “Te equivocaste de pierna”. Todo eran bromas y nos divertíamos como enanos. Cuando volví de Cuba, comencé a visitarlo en su casa de la Nueva Santa María, una casa preciosa, tipo andaluz, del siglo XIX. Había un petate donde él dormía. Nos hicimos muy amigos y yo lo veía dos veces por semana, pintaba volcanes y para poderse inspirar tenía musas desnudas, tal vez estudiantes de Bellas Artes o San Carlos, a las que les regalaba dibujos. Comíamos tacos que preparaban sus musas y bebíamos un mezcal estupendo que destilaban especialmente para él en Jalisco. 111
A lo largo de mi vida he conocido a gente muy interesante, generosa, culta, que me ha ayudado a desarrollarme. Como León Felipe, quien asistía a las tertulias de refugiados españoles del café Pap Pam, que estaba en el Hotel del Prado, tenía una gran fuerza de voluntad y una tristeza enorme. O como Albert Camus, a él lo conocí en Lovaina, cuando un grupo de estudiantes quisimos entrar a una conferencia suya sin pagar, porque no teníamos dinero. Nos detuvieron en la entrada; cuando él salió y preguntó qué hacíamos ahí, le explicamos y se atacó de risa. Nos invitó a una cervecería en donde estuvimos charlando y luego, cada vez que yo iba a París nos veíamos. Me gusta mucho su libro El hombre rebelde, que marca mi actitud política. 111 La pintura lo es todo para mí. Como pintor, a pesar de que fui a la Academia de Artes, me considero autodidacta, y ecléctico. Nunca sé lo que voy a pintar, por eso nunca he planeado exposiciones, aunque siempre tengo mucha obra. No me siento surrealista, ni impresionista, ni nada, soy una especie de pintor marginado; lo mismo me apasiona la pintura rupestre, que el Renacimiento o la pintura del siglo XVII, no creo en la pintura moderna, no existe, en la pintura no hay descubrimientos, todos los sueños han sido soñados. Existe el interior del artista, la profundidad de uno como pintor o poeta —para mí la pintura y la poesía son lo mismo, y los que mejor han escrito sobre arte son los poetas (Baudelaire tiene unas cosas impresionantes), por eso a mí todos los cronistas y críticos de arte me valen gorro. 111 Con Manuel Felguérez tengo grandes discusiones acerca de nuestro trabajo como pintores. Él dice que pinta diario ocho horas y que nunca ha dejado de pintar un solo día, le digo que parece burócrata. En cambio yo, puedo quedarme meses sin pintar, nada más leyendo, porque mi otra pasión es la lectura, hasta que llega la inspiración, porque yo sí creo en las musas, que en la actualidad están un poco desacreditadas por el pragmatismo del mercado, pero a mí francamente nunca me ha interesado vender, lo he hecho porque he tenido hijos y porque tengo que comer, pero el mercado no me importa. nl
Viento a favor
ap
Eliseo Alberto
G
abriel García Márquez acaba de publicar un nuevo libro: Yo no vengo a decir un discurso, se titula. Y sus editores de Mondadori nos anticipan que el gran colombiano “termina de terminar” la interminable novela En agosto nos vemos y anuncia una antología de quinientas páginas sobre su trabajo periodístico —un duro oficio que, en su caso, lo explica casi todo, desde su hondo conocimiento de América Latina hasta su fervor por la palabra. Y también por el silencio. Me da gusto palpar su libro. Tocarlo sin aún leerlo. Olerlo: huele a arepa. Pienso: “No te cansas nunca, carajo”. Abro el libro al azar y me encuentro con este párrafo de su discurso al recibir el Premio Nobel: “Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual este colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad”. ¡Qué bárbaro! A García Márquez le sobraba razón cuando escribió: “Las cosas tienen vida propia, todo es cuestión de despertarles el ánima”. Alguna vez conté, y este nuevo libro revive la escena en mi memoria, la tarde que lo conocí. Si mal no recuerdo, tocó con los nudillos a la puerta de mi casa un miércoles cualquiera de 1975 y dijo que quería conocer al poeta Eliseo Diego: “Tenemos varios amigos en común”. A manera de prueba citó nombres en voz alta, como un malabarista que sostiene en el aire tres pelotas lumínicas: Julián Orbón, María Luisa Elío
García Márquez
y Jomí García Ascott. El dato llegó antes que su nombre, convencido que compartir amistades sería en este caso la mejor carta de presentación. Bella Esther García-Marruz, mi madre, lo reconoció enseguida. “Pasa, Gabriel”, dijo risueña. Mamá habla riendo. “¿Qué es de la vida de Julián?”, preguntó y se respondió a sí misma con otra pregunta admirativa que tenía el valor de una contraseña secreta, sólo entendida entre los amigos del gran músico cubano, por entonces exiliado en un departamento de Nueva York: “¡¿Tan Julián como siempre?!” Gabriel recorrió la sala con la vista, deteniéndose en los armarios de recia madera que había carpinteado mi abuelo ebanista. De pronto, descubrió que pisaba un suelo de mosaicos ajedrezados, blancos y negros. En la sala nacía el río de un pasillo profundo. Sin pedir permiso, el visitante se adentró por el corredor, rápido, ansioso, las manos en jarra, la cabeza inquieta. Miraba de reojo los estantes de los libros y tocaba sus lomos como quien acaricia un caballo. Una vez en el comedor, tuve la impresión que él había encontrado lo que esperaba: una lámpara art noveau de cristales gruesos que colgaba de una cadena como un cesto de frutas invertido. Estiró la mano y sin temor a equivocarse apretó el interruptor eléctrico. “He estado antes en esta casa. Y fue de niño y muchas veces y todas para bien”, dijo. Años después, a la luz de esa misma lámpara, Gabriel nos leyó en anticipo amistoso el discurso que habría de llevar a Estocolmo. Mi hermana grabó la lectura en un equipo casero. Hoy vuelvo a leer ese texto perfecto y le doy gracias a Dios por haber conocido a ese colombiano afable y sabio que nunca se cansa de sorprendernos. nl
Visor
Diario de un escritor El próximo lunes aparecerá simultáneamente en México y España un libro que reúne por primera vez en español el trabajo periodístico del autor de Los hermanos Karamázov. Con autorización de la editorial Páginas de espuma, publicamos un adelanto de esta obra sorprendente Fiódor M. Dostoievski
E
mente la cabeza. El jefe de prensa habría fingido no hacernos el menor caso, como si fuéramos moscas que hubieran entrado volando en el despacho. Pero el tercer ayudante del tercer secretario se habría levantado, y con la notificación de mi nombramiento como director de la revista en la mano y con voz imponente pero afectuosa, habría leído las instrucciones según el ceremonial, que habrían sido tan claras y explícitas que ambos lo habríamos escuchado con gusto. En China, en caso de queyohubierasidotannecioytan puro de corazón que al acceder a encargarme de la dirección de un periódico y teniendo conciencia de mis pocas aptitudes sintiese temor y remordimiento de conciencia, me demostrarían que era doblemente estúpido por sentirme de ese modo. Y desde aquel momento no necesitaría ya inteligencia alguna, suponiendo que la tuviese. Al contrario, sería incomparablemente mejor que careciese de ella. Oír algo de ese estilo sería, sin duda, muy agradable. Y después de que el tercer ayudante del tercer secretario terminara su discurso con
palabras hermosas como “anda director, vete y desde ahora en adelante come tu arroz y toma tu té con la conciencia tranquila”, me entregaría un lindo diploma, impreso con caracteres de oro en raso rojo. El príncipe Meschérski habría dado entonces una suculenta propina, y ambos nos habríamos vuelto a casa y editaríamos un grandioso número de El Ciudadano, un número que nunca podremos editar aquí. En China nos habría salido todo perfectamente. Sin embargo, sospecho que allá en China el príncipe Meschérski me habría tomado el pelo ofreciéndome la dirección de la revista con otra intención, para que lo representase siempre ante el jefe de prensa cuando lo mandasen comparecer a recibir golpes de caña de bambú en las plantas de los pies. Pero yo no tardaría en creerme más listo que él: dejaría enseguida de publicar el Bismark y, en cambio, escribiría excelentes artículos... Así que tendrían que llamarme para darme azotes un número sí y un número no. Pero así aprendería a escribir. Allí en China escribiría yo
excelentes artículos; aquí es mucho más difícil. Allí todo está previsto y calculado para miles de años en adelante; aquí, en cambio, todo está patas arriba para miles de años. Allí, aún sin querer, yo escribiría de un modo comprensible; aunque no sé quién iba a leer mis artículos. Aquí, por el contrario, para que te lean más vale escribir de manera incomprensible. Sólo en El noticiero de Moscú los artículos de fondo se escriben a columna y media, y además, sorprendentemente, resultan comprensibles, incluso cuando son de plumas conocidas [M.N. Katkov]. Sin embargo, en La Voz se escriben a ocho, nueve, doce y hasta trece columnas. Hay que ver cuántas columnas hay que escribir para hacer que te respeten. En nuestro país hablar para los demás es toda una ciencia. Es decir, a simple vista puede parecer que lo mismo es aquí que en China; aquí como allá existen métodos muy sencillos y puramente científicos. Antes, por ejemplo, las palabras “no entiendo nada” suponían la torpeza de quien las decía. En cambio, ahora representan un honor. Basta decir con toda franqueza y sin ufanarse “no entiendo de religión, no entiendo nada de Rusia, no entiendo nada de arte” para que enseguida usted mismo se sitúe a una extraordinaria altura. Esto es muy ventajoso cuando, efectivamente, usted no entiende nada. Pero este método simplificado no demuestra nada. En realidad aquí cada uno sospecha que los demás son tontos, sin pararnos a pensar ni preguntarnos: “¿No seré yo el tonto?”. Se trata, pues, de un estado de satisfacción
especial
l 20 de diciembre supe que todo estaba ya decidido y que era director de El Ciudadano. Este suceso extraordinario, es decir, extraordinario al menos para mí (no quiero ofender a nadie), tuvo lugar de un modo bastante sencillo. Ese mismo veinte de diciembre estaba leyendo en El noticiero de Moscú un artículo sobre la boda del emperador de la China que me causó gran impresión. Aquel grandioso acontecimiento, y al parecer bastante complicado, se realizó de manera sorprendentemente sencilla: desde hacía miles de años todo estaba previsto y prescrito, hasta en los menores detalles de cómo tenían que ser las ceremonias de un protocolo que constaba de doscientos tomos. Al comparar la magnitud del acontecimiento de China con mi nombramiento como director me sentí de pronto ingrato para con las instituciones patrias, a pesar de que me confirmaron muy rápidamente el nombramiento, pensé que tanto para mí como para el príncipe Meschérski resultaría mucho más ventajoso editar El Ciudadano en China que aquí. Allí está todo más claro. ...Habríamos tenido que comparecer ambos el día señalado ante el jefe de Negociado de Prensa. Después de hacer una reverencia hasta tocar el suelo con la frente y lamerlo con la lengua, nos habríamos levantado, habríamos alzado el dedo índice, inclinando al mismo tiempo respetuosa-
El museo de Dostoievski muestra el estudio del escritor tal como estaba el día de su muerte
domingo 7 de Noviembre de 2010
de portada 05
Apuntes de los cuadernos de notas general y, sin embargo, no hay nadie que esté conforme, sino todo lo contrario: todo el mundo anda de mal humor. Sí, eso de pensar en nuestros tiempos es casi imposible: cuesta demasiado. A decir verdad, se pueden comprar también las ideas ya hechas. Las venden en todas partes y hasta las dan gratis; sólo que las que dan gratis resultan más caras y la gente empieza ya a advertirlo. A fin de cuentas: ninguna ventaja y el mismo desorden de siempre. Somos como China, sólo que sin su orden. Apenas empezamos a hacer una cosa cuando en China ya está acabada. Sin duda llegaremos al mismo resultado, pero ¿cuándo? Para tener mil tomos de ceremoniales y ganar el derecho definitivo de no tener que pensar en nada, necesitamos por lo menos un milenio más y vivir de un modo más reflexivo. ¿Y qué pasa? Pues que nadie hace nada por acortar ese plazo, ya que nadie se toma el trabajo de pensar. Es verdad: nadie quiere pensar y cualquiera diría que eso es mejor para el literato ruso. Sí, así es; ¡y ay del escritor y del editor que empiecen a pensar en nuestros tiempos! Y peor para aquel que quiera estudiar y comprender, pero peor aún para aquel que declare haber empezado ya a entender un poco sobre algunas cosas y quiera exponer sus pensamientos, porque todos le volverán la espalda. No le queda más remedio que buscarse el hombre adecuado o contratarlo para conversar con él y editar una revista quizá para él solo. Posición sumamente incómoda, significa lo mismo que hablar solo y editar la revista para su gusto. Sospecho que El Ciudadano deberá llevar mucho tiempo hablando consigo mismo por darse gusto. Y piensen que, según los médicos, hablar solo es un indicio de estar a las puertas de la locura. Pero El Ciudadano no tiene más remedio que hablar a los ciudadanos y precisamente en eso se cifra toda su desgracia. Pues bien, acabo de asociarme en una empresa de ese tipo. Mi situación es bastante imprecisa. Pero hablaré para mí mismo y por puro gusto, bajo la forma de este diario, y después que salga lo que salga. ¿De qué voy a hablar? Pues de todo lo que se me ocurra, o de lo que me haga pensar. Pero si encuentro un lector o —Dios me libre— un contrincante, ya sé que hay que saber sostener un diálogo y distinguir con quién y cómo se habla. Intentaré aprenderlo, pues entre nosotros, en literatura, esto es lo más difícil. Además, hay contrincantes de todas clases: no se puede empezar la conversación con cualquiera. Relataré a este propósito una fábula que me contaron
E
n 1873, para comentar su nombramiento
como director del periódico El Ciudadano, Dostoievski escribe un divertido editorial en el que anuncia su propósito de comenzar su Diario de un escritor. “¿De qué voy a hablar?” —se pregunta y responde de inmediato: “Pues de todo lo que se me ocurra, o de lo que me haga pensar”. Un año después el novelista renunció al periódico y el proyecto se interrumpió hasta 1876, cuando lo reanudó de manera independiente a través de un cuadernillo mensual del que se publicaron veintiún números, el último en diciembre de 1877. En agosto de 1880 apareció una nueva entrega y otra en enero de 1881, pocos días antes de su muerte ocurrida el 28 de enero. En la nota previa a la edición publicada por Páginas de espuma, el editor Paul Viejo advierte: “Diario de un escritor es un libro que no existe. Fiódor Mijaílovich Dostoievski jamás dio a la imprenta un libro titulado así, ni siquiera concibió la posibilidad de que como tal apareciera el que fuese su último gran proyecto literario y personal”. El Diario ofrece la mirada de un artista sobre su tiempo, sobre la historia de su país, los conflictos sociales, las querellas y hallazgos literarios. Es un conjunto impresionante de textos periodísticos: artículos de opinión, críticas, crónicas, ensayos, la mayoría publicados a partir de 1873, aunque en esta edición se incluyen algunos previos así como “una antología de apuntes y notas que el autor utilizaba durante estos años y que mantienen alguna relación con los temas tratados (o después desarrollados) en el Diario”, son meros borradores y, sin embargo, en ellos campean su sentido crítico, su amor por Rusia, su mordacidad, sus rencillas con otros escritores”. Hechos con frecuencia de prisa, los textos de este libro tienen una calidad dispareja, pero, dice Paul Viejo, en él se encuentran continuamente “páginas de verdadera altura artística y momentos donde el pensamiento dostoiesvkiano alcanza su cumbre”.
hace dos días. Dicen que es una fábula antigua, quizá de origen indio, lo que no puede ser más tranquilizador. Érase un cerdo que un día discutió con un león y lo retó a duelo. Al volver a su casa, se puso a pensar y le entró miedo. Reunió a todo el rebaño, deliberaron largo y tendido, y por fin decidieron: —Mira, cerdo: aquí cerca hay un foso muy sucio, vete allá, revuélcate bien en él y preséntate luego en el lugar. Ya verás. Hizo el cerdo lo que le dijeron. Llegó el león, olfateó, retorció el hocico en todas direcciones y se marchó. Mucho tiempo después se jactaba el cerdo de que el león había tenido pánico y había abandonado el campo de batalla. Eso dice la fábula. Claro que aquí ni hay leones, ni el clima es adecuado para ellos, y para nosotros sería demasiado lujo. Pero pongan ustedes, en lugar del león, un hombre decente, como debemossercadaunodenosotros, y la moraleja será igual. A propósito, les voy a contar una pequeña historia más. Una vez, hablando con el difunto Herzen, elogié mucho una obra suya, Desde la otra orilla. (Sobre este libro se expresó, para mi mayor satisfacción, también con grandes elogios Mijaíl Petróvich Pogodin en un notable e interesante artículo, referente a su encuentro con Herzen en el extranjero). Este
libro está escrito en forma de un diálogo entre dos personas, Herzen y su oponente. —Y lo que más me gustó de él —dije entre otras cosas— es que su contrincante es muy inteligente. Acéptelo usted, en más de una ocasión, lo acorraló. —En eso consiste la gracia —dijo Herzen riéndose—. Mire, voy a contarle una anécdota. Una vez, estando yo en San Petersburgo, Belinski se empeñó en llevarme a su casa. No supe resistirme y aguanté la lectura de un artículo que con mucho ardor titulaba “Diálogo entre el señor A. y el señor B.” (“Literatura rusa en 1841”, se publicó después en sus obras completas). En el artículo referido, el señor A. —que, naturalmente, era Belinski— es una persona de talento, mientras que su contrincante, el señor B., resultaba mucho más torpe. Al terminar, me preguntó con un ansia febril: —Bueno, ¿qué te parece? —Hombre, bien, muy bien; se ve que eres muy inteligente, sólo que... ¿por qué tenías que perder el tiempo con semejante imbécil? Belinski se dejó caer, hundió la cara en la almohada y, riéndose a carcajadas exclamó: —¡Me ha matado, me ha matado! nl Introducción a Diario de un
escritor, 1873
N G ¿
ada comienza y nada se acaba en el mundo. ógol es un genio titánico, pero torpe como los genios.
Por qué tanta prisa? (Chernishévski). Nuestra sociedad no está preparada para nada. Hay problemas ante nosotros. Están maduros, están listos, ¡pero nuestra sociedad no está preparada! Está desunida.
N
uestros críticos hasta ahora se han esforzado en no comprender a Pushkin.
E
l chillón es casi siempre un inepto por naturaleza que arrastra a los demás al abismo con una explicación vulgar y torpe sobre cualquier tema, por lo que asusta al público. A quien le gusta hacer las cosas serias, no le gusta gritar. En nuestros tiempos una palabra es también un asunto. ¿Pero quién sabe dominar las nuevas palabras? ¿Hay mucha gente que sepa hacerlo, que sepa decir algo con voz propia?
N
o somos sociedad. La gente sencilla es la sociedad, nosotros somos público.
S
omos tan niños en literatura, que ningún órgano literario nuestro es capaz de reconocer lo bueno que de verdad tienen nuestros enemigos.
D
el cristianismo católico sólo salió el socialismo, del nuestro saldrá la hermandad. Fiódor M. Dostoievski, Diario de un escritor. Crónicas, artículos, críticas y apuntes, Páginas de espuma, México, 2010, 1610 pp.
E
l socialismo se basa en la falta de respeto a la humanidad (vida en rebaño).
S
í, quiero vivir. —Sí, pero la vida es un lujo.
M
e gusta el papel de Moscú en la historia rusa y lo digo abiertamente.
N
o consideramos la nacionalidad como la última palabra y el último objetivo de la humanidad. Sólo el humanitarismo general puede tener una vida plena. Pero el humanitarismo general sólo se alcanzará si se basa en las peculiaridades de cada pueblo. La idea del territorio, de las nacionalidades es el punto de base. La idea de nacionalidad es una nueva forma de democracia.
E
l realismo es la inteligencia de la muchedumbre, de la mayoría, la inteligencia que no ve más allá de las narices, pero es astuta y perspicaz, suficiente
para el actual momento. Por eso nos atrae tanto y aunque no a todos gusta, les viene bien.
S
ería ridículo afirmar que quien no sea escritor, es una mala persona. Se puede ser una persona muy honesta y no comprender ni pizca de literatura.
E
l señor Kraiévski edita ahora La Voz, en detrimento de la literatura rusa. Bueno no quiero decir con esto que edite La Voz (el periódico La Voz) en detrimento de la literatura rusa (aunque, a decir verdad, al publicar ciertos anuncios es cierto que edita La Voz en detrimento de la literatura rusa). No, quiero decir en este momento, que el señor Kraiévski edita su propia voz natural en detrimento a la literatura rusa. (Por otra parte La Voz no natural es también “la propia” voz del señor Kraiévski). En una palabra, él edita dos voces en detrimento a la literatura rusa. Bueno, pues, aunque edita su voz en detrimento a la literatura rusa (voz natural), arregla sus propios asuntos, que no son poca cosa. Así, sin hacer nada, él arregla sus asuntos y viceversa. Es una persona con suerte. En una palabra, él arregla sus asuntillos y todos contentos. Él quiere que no se suscriban a las revistas y así lo publica con su voz natural en La Voz no natural, llamando a que no se suscriban a las revistas. Así que la voz natural se hace no natural. ¡Caramba! Otra vez lo confundí todo.
E
n el socialismo hay virutas, en el cristianismo hay un desarrollo excesivo de la personalidad y de la voluntad propia.
A
decir verdad, cuanto menos sabe el hombre, tanto más siente la vida y la vive plenamente. Pierde la capacidad de vivir en proporción al desarrollo de la conciencia. Así que, en general: la conciencia mata la vida. Nosotros, la gente sencilla, podemos ser groseros, e incultos, en una palabra, la gente como todos nosotros, todo lo que hemos dicho sobre el estancamiento de la vida, lo expresaríamos de manera sincera y sencilla, aunque no sea tan tonta como pudiera parecer: “Bueno, ¡todo esto es filosofía!”. Lo dice a veces esta gente y dicen la verdad, la pura verdad. Es maravilloso que esta expresión exista en todos los pueblos civilizados. Esta gente, que no piensa mucho, no puede oír sin una sonrisa la
06 de portada
idea de sustituir la noción de la conciencia por la vida. Pero la conciencia va mucho más allá y nos causa más risa, todavía cuando pretende sustituir la vida por las teorías acerca de ella, teorías basadas en la sabiduría, que salió directamente del conocimiento.
T
engo muchas imperfecciones y muchos vicios. Lo lamento, sobre todo por algunos de ellos y quisiera que mi conciencia estuviera más tranquila. Pero si pretenden demostrar que yo, Fiódor Dostoievski, me ando con rodeos, que hago algo para mi provecho o por amor propio, nunca lo podrán probar, ni demostrar.
S
í, tengo epilepsia, desgraciadamente, padezco esta enfermedad desde hace doce años. Pero la enfermedad no es una vergüenza ni obstaculiza la actividad. Ha habido muchas personalidades famosas con esta enfermedad y uno de ellos cambió medio mundo, siendo epiléptico.
E
l hombre bastante a menudo se atiene a ciertas convicciones no porque las comparta, sino porque atenerse a ellas es bonito, te sirve de uniforme, te da una situación en sociedad y, a veces, incluso reporta beneficios.
N
inguna sociedad monástica, en ningún monasterio, era buena, incluso desde los principios del cristianismo, pero monjes y santos siempre han existido y ahora también existen. La nacionalidad no se necesita.
E
l socialismo es el mismo cristianismo, pero supone que se puede alcanzar por el intelecto.
N
o, quiero un ideal, o sea, quiero tener todo a la vez.
L
os comunistas, al liquidar la propiedad, quieren el bienestar total y por la expropiación de la propiedad quieren limitar la voluntad viciosa de la gente. Pero yo necesito precisamente mi voluntad viciosa y todos los medios a su alcance, para poder renunciar a ellos.
R
eprimir el deber en sí mismo y no reconocer las obligaciones, exigiendo al mismo tiempo todos los derechos para sí mismo, no es más que una porquería, pero es muy tentador. Así es la pasión noble hacia la civilización.
domingo 7 de Noviembre de 2010
Visor
Retrato de Dostoievski / óleo sobre tela / Galería Tretiakov de Moscú, 1872
¿
Qué es mejor, ser un canalla ingenuo o un canalla vergonzoso? ¿Qué es preferible? La respuesta es directa: ser simplemente un canalla.
que ha penetrado en nuestros corazones y en nuestra mente, por una belleza cultural y queremos que el pueblo venga a aprender de nosotros.
P
H
rofesaba la religión ortodoxa-luterana, como todos los rusos de nuestro tiempo, que siguen creyendo en Dios.
an adquirido muchos conocimientos fuera del alcance de su mente, de modo que por la insuficiencia del raciocinio, no saben cómo aplicarlos. Mira como si no comprendiera en qué está pensando.
Q
uien ama demasiado a la humanidad en general, las más de las veces es incapaz amar al hombre en particular.
E S ¿
Q
uien siente mucha lástima del criminal (del ladrón, del asesino) etc. no suele ser capaz de tener lástima de su víctima. No puedo creer, que el criminal, bajo la presión del medio no pudo no matar, y en este caso acepto muy pocas excepciones, en nuestro país se hizo regla general. “Cuanto peor, mejor”. Es también una regla general.
ólo en el realismo no hay verdad.
Qué diferencia hay entre un demonio y un hombre? El Mefistófeles de Goethe contesta a la pregunta de Fausto “¿Qué eres?”, “Soy una parte de aquella parte del todo, que quiere el mal, y hace el bien”. ¡Vaya! El hombre podría contestar, hablando de sí mismo, justo lo contrario: “Soy parte de aquella parte del todo, que eternamente quiere, ansía, el bien, y resulta que con todo lo que hace sólo obtiene el mal”.
N
uestros folletinistas firman todos con seudónimos. ¿Es posible que sus nombres contengan algo tan valioso, que es necesario esconderlos tan cuidadosamente de la vergüenza bajo seudónimos?
L
¡
a libertad total de prensa es imprescindible, de otro modo se da derecho a la gentuza (mentes cerradas) a manifestarse y dejar una palabra con una insinuación: seremos víctimas. Así, tienen la reputación no sólo de los “sufridores”, de los “perseguidos por la arbitrariedad del despotismo”, sino de la gente inteligente. El buen lector supone, que justo todo lo que no manifestaron, contiene perlas. La libertad total de la prensa sería para ellos una sorpresa muy desagradable. De repente verían que no se podía mentir, que todos iban a reírse de ellos. Se asustarían, y este susto sería para ellos más fuerte que la censura, que todas estas primera, segunda y hasta tercera advertencia sólo los animan y los sitúan en un pedestal (estarían obligados soltar directamente a fuera toda su tontería).
general. Y la del pueblo la conoció una vez a través de su siervo lacayo, con el que iba de caza (Memorias de un cazador), y no sabía nada más.
¡ L
L
Al diablo la república si es despotismo!
a idea básica siempre tiene que ser inalcanzablemente más alta que la posibilidad de su realización, por ejemplo, el cristianismo.
F N
antasíaeimaginaciónesloque le falta a los escritores.
o es que sea tonto, sino que no tiene mucho cerebro. A Turguéniev le falta conocimiento sobre la vida rusa en
s un señor que tiene aspecto de no señor.
P
ara sí mismo, sus derechos; para la gente, los derechos de la gente. Esta es la diferencia entre la palabra de Cristo y la palabra del socialismo.
T
odos quieren parecer nobles. Hacer infamias con aire noble… Esto estaría bien, significaría que se tiene miedo a la nobleza, si se recurre a ella. También “es buena la hipocresía, porque es el tributo que el vicio paga a la virtud”.
E
l conde Lev Tolstói es un talento de caramelo y le viene bien a todo el mundo.
N
o causarle sorpresa a uno nada es, sin duda, una señal de tontería, y no de inteligencia.
quisición. Envidia y orgullo. La reforma de Pedro el Grande triunfó mediante la corrupción.
N S
o hay felicidad en la felicidad, sino sólo en su consecución.
i desapareciera el catolicismo, entonces, sin duda, tendría que desaparecer inmediatamente el protestantismo, ya que no habría contra quién protestar. Efectivamente, el protestantismo, lo estamos viendo, linda con el franco ateísmo, y se convertiría en él inmediatamente; y si se mantiene hasta ahora como una religión, es únicamente porque todavía sigue protestando hasta ahora, es decir, lucha y pelea contra el santo papa.
Q
ue mi enfermedad es más sana que su salud, doctor y enfermos.
L
o bello de este siglo: Pickwick, Notre Dame, Los miserables. Las primeras obras de George Sand, Lord Byron (pierna coja), Lérmontov, Turguéniev, Guerra y paz, Heine, Pushkin, Walter Scott.
a negación es imprescindible, de otro modo el hombre estaría pegado a la tierra, como un chinche. La negación de la tierra es necesaria, para ser eterno. Cristo, el más elevado ideal positivo del hombre, llevó en sí la negación de la tierra, ya que su repetición ha resultado imposible. Sólo Hegel, un chinche alemán, quería reconciliar todo con la filosofía, etcétera.
Avséienko. Usted es indigno de hablar sobre el pueblo, no entiende nada de él. No ha vivido con él, y yo sí. Sus criterios de la cultura no pasan más allá de los guantes y los carruajes.
N
E
uestra civilización comenzó con la corrupción. Cualquier civilización comienza con la corrupción. El ansia de ad-
A
l pueblo es depravado; pero el caso es que no considera su propio mal como bien, y nosotros tenemos nuestra inmundicia,
Comunismo! ¡Un absurdo! Podría un hombre estar de acuerdo en convivir en una sociedad, donde no sólo estaría privado de toda personalidad propia, sino incluso la posibilidad de iniciativa de bondad. Junto a esto se quitarían (y se perseguiría con burlas) incluso el más mínimo sentimiento de gratitud en su corazón, sin el cual no puede y no debe vivir el hombre. Una doctrina “de ganado”.
S
iempre me ha sostenido el público, y no la crítica. Cuál de los críticos conoce el final de El idiota, la escena de una fuerza, que no se ha repetido en la literatura. Bueno, y el público lo conoce…, etcétera. Burenin, analizando a Grigoróvich y a Potejin (Nuevo Tiempo, nº 283), pasó luego a Reshétnikov, con motivo de las novelas populares. Y Memorias de la casa de los muertos, donde hay multitud de escenas populares, ni una palabra. En la crítica de Memorias de la casa de los muertos escriben que Dostoievski ha fustigado los presidios, pero que ahora ya es anticuada. Eso dicen en las librerías, proponiendo leer otra fustigación de los presidios más reciente.
M
e llaman psicólogo: es mentira, sólo soy realista en un sentido elevado, es decir, represento toda la profundidad del alma humana. nl Traducción de Elisa de Beaumont Alcalde, Eugenia Bulátova y Liudmila Rabdanó
domingo 7 de Noviembre de 2010
Visor
Los relámpagos de Alí
Noticias de poesía Margarito Cuéllar magocuellar@hotmail.com
D
urante una mesa de lectura del encuentro Poetas del Mundo Latino, en el Centro Cultural Clavijero de Morelia, se dio la noticia: ha muerto Alí Chumacero (Acaponeta, Nayarit, 1918-Ciudad de México, 2010). Fue una tarde de aplausos, y a la vez un sábado triste. Marco Antonio Campos leyó unas líneas del poeta. Después vino un minuto de aplausos, el primero de tres tandas de palmas para el amigo recién muerto. “Mi maestro, mi padre, mi hermano, el poeta más simpático que he conocido. Que mal que se nos ha ido, y que bien que nos haya dejado esos relámpagos verbales”, dijo Campos. Aunque sólo escribió tres libros: Páramo de sueños (1940), Imágenes desterradas (1948) y Palabras en reposo (1956), quizá por esa sabia decisión de asirse a la brevedad, el poeta recibió en vida homenajes y reconocimientos.Conversador,buen bebedor, animador del Fondo de Cultura Económica durante varias décadas, protagonista de la cultura nacional buena parte del siglo XX, fue además de un hombre de letras un personaje de anécdotas. Como la vez que una muchacha se le acercó y le dijo: “Oiga, Alí, si usted sólo escribió un libro, ¿por qué le hacen tantos homenajes?” El poeta respondió: “Imagínese si hubiera escrito dos”. O como cuando le preguntaron: “Maestro, ¿cuántos años va a vivir?” “Ciento cincuenta, pero me da tristeza que ustedes no van a estar”, respondió, ya casi al final de sus días. Poeta de largo aliento vital y de breve, aunque intensa, raíz poética. De largo aliento: alcanzó,
con jovialidad inusitada, 92 años. De breve e intensa raíz: tres obras fueron suficientes para decir lo que tenía que decir. Más que poeta, escultor de palabras. De la roca más áspera, talló con tal esmero, cinceló,pulió,hastadejarlaprimicia, la esencia minimalista, como su nombre mismo: Alí.
Se está haciendo tarde Así lo recuerda Jorge Valdés DíazVélez: “Alí Chumacero, como Juan Rulfo, ha legado a las letras mexicanas e iberoamericanas una obra breve e imprescindible. La intensidad de su poesía y el arco bien temperado entre forma y fondo, son un ejemplo de talento aunado al rigor y exigencia por alcanzar la deslumbrante expresividadqueconcentróencada unodesuspoemas.Nuncaquisoser considerado un maestro, sino un poeta más, y no hacía distinciones entre sus contemporáneos, sus pares. Tramaba la anécdota con la frase ingeniosa, jamás lapidaria; y como caballero de amorosa raíz, era poseedor de una elegante procacidad a flor de carcajada”. “Conocí a Chumacero en 1988 en una reunión de poetas —dice Jorge Humberto Chávez—. El encuentro fue en uno de los pasillos del Hotel Aristos, cerca de la una de la mañana. Me confundió con un empleado del hotel. Se quejó de que en su cuarto había dos personas que le impedían dormir y me pidió que les pidiera retirarse. Le dije que intentaría ayudarlo. Ahí estaban Jaime Augusto Shelley y Juan José Macías. Les dije que el maestro quería dormir. No hicieron caso. Alí me pidió que tomara una botella de vino y nos pusimos a beber. Des de ese día, hasta el 30 de agosto de este año, última vez que estuve en su casa, nunca hablamos de poesía. Conversábamos de sus amigos y amores, de Ciudad Juárez, de amigos comunes, de
mujeres, de su pasado, de whisky y de vinos. Era el más perfecto, preciso y misterioso de los poetas mexicanos. Algo desconocido, entre demoniaco y angélico, alentaba su poesía con una voz que era la de él pero que provenía de otras estrellas. Murió joven, habíamos hecho planes para celebrar su cumpleaños número 150”.
Anestesia final AunascuadrasdeBellasArtes,donde el vate nayarita era festejado por familiares y amigos, hay una librería del Fondo de Cultura Económica. En la mesa de novedades hay cuatro títulos:dosdepoesía,unodeensayos críticos y otro de discursos. Su obra completa brilla por su ausencia: “Nos agarró desprevenidos, hubiera avisado que se iba”, dice uno de los empleados. La despedida fue en el mismo recinto donde recibiera la medalla de Bellas Artes. Su deseo de que “a la hora de la hora, cuando me vaya con la música a otra parte, me recuerden como un hombre venido de un pueblecito pequeño que se llama Acaponeta, de un estado pequeño que se llama Nayarit; buscando un sitio propio”, fue cumplido. Flotan en el aire los versos del poema “Anestesia final”: “La muerte bajo el agua/ y la noche navega lentamente./ Herida va mi sangre,/ más ligera que el sueño/ y el despertar sediento del inicial recuerdo./ Una mortal navegación a oscuras,/ marítimo dolor, cristal amargo;/ un estar descendiendo/ sin encontrarse asido,/ como un río que fuera de los pies a las manos/ junto al sopor nocturno;/ un tornar las cortinas de la sangre,/ la boca atropellada de silencios,/ como si labios húmedos/ cayeran en mi huella/ deletreando ausencia entre las manos./ ¿Quién asciende hasta el último suspiro?/ ¿Quién bebe la cicuta del agua entre la muerte?/ ¿Quién destroza el silencio?/ ¿Quién en silencio vive?” nl Mónica GonzÁlez
literatura 07
Visiones de Radiguet
Los paisajes invisibles especial
Iván Ríos Gascón thewhitesubway@yahoo.com
R
imbaud llegó a París con El barco ebrio bajo el brazo, su tren arribó a la Gare de l’Est en septiembre de 1871. Lo recibieron Cros y Verlaine y quizá desde ese instante, se germinó la tormentosa relación entre tutor y protegido. Décadas después, el mozo le anunció a Jean Cocteau que lo buscaba un niño con bastón. Serio, con aire enfermizo, dicen que el aspecto del visitante proyectaba tres edades, infancia, adolescencia y madurez, como si existir le provocara una despavorida urgencia. Al igual que Arthur Rimbaud, también traía una obra maestra bajo el brazo. Leo unas líneas de ese primer libro: “Bullía. Lo hacía todo deprisa, como las personas que van a morir jóvenes y viven a marchas forzadas”. ¿Era posible la sospecha de su propio desenlace? Falso o verdadero, escribió una nota interesante sobre Antígona: “El drama de ciertos seres, de ciertos países, no llega a afectarnos profundamente, puesto que, aunque resulte horrible decirlo, se considera que han nacido para ello”. La exactitud parece un augurio del propio Raymond Radiguet, el escritor fugaz, el genio prematuro. En Rimbaud el hijo, Pierre Michon apunta: “Los versos son trampas más grandes para presas más inefables”. Aturdidos por la convulsión de la escritura, por el delirio de la absenta y los umbríos rincones de hoteles y tabernas, Rimbaud y Verlaine, fervientes doctrinarios del destino poético del que hablaba Baudelaire, se veneraron y destrozaron sin piedad porque, vuelvo a leer en ese primer libro, “quizá sea verdad que el amor es la forma más violenta del egoísmo”. Cocteau adoptó a Radiguet. La tutela se convirtió en apoyo, luego en reverencia. Al final le rindió homenaje: para Thomas el impostor, Cocteau se inspiró en ese primer libro, la obra
El autor de El diablo en el cuerpo
maestra que produjo una andanada de asombros y de horrores. Leo: “El sabor del primer beso me había decepcionado, como una fruta que se prueba por primera vez. No es en la novedad donde encontramos los mayores placeres, sino en la costumbre.” Punto final a la costumbre. El encierro apartó a Verlaine de ese doble con el que recorrió Bruselas y arrasó los pubs de Londres. Ese alter ego con el que compartió la fúnebre experiencia del hastío y la sutil contemplación verbal del sueño, del espíritu y la piel. Renunció a Rimbaud pero también se abandonó a sí mismo. La clave está en la semejanza. Leo: “Hay que admitir que si el corazón tiene sus razones que la razón desconoce, es porque ésta es menos razonable que nuestro corazón. Indudablemente todos somos como Narciso, que ama y aborrece su propia imagen, pero a quien resultan indiferentes todas las demás”. Radiguet murió el 12 de diciembre de 1923. Tenía 20 años. Dejó inconclusa la corrección de El baile del conde de Orgel, tarea que emprendería (por semejanza) Jean Cocteau, auxiliado por el editor Grasset y otros redactores. Su deceso prematuro, como el de Rimbaud para la literatura, definitivamente venía con él desde el origen. Leo en ese primer libro y obra maestra, El diablo en el cuerpo: “Los verdaderos presentimientos se forman en unas profundidades que nuestro espíritu no suele frecuentar. Así, a veces nos obligan a efectuar unos actos que nosotros interpretamos al revés”… nl
08 música
domingo 7 de Noviembre de 2010
Concierto del Sur
Visor
Bruce Springsteen
“Soy un activista de los derechos humanos” El Jefe lanzará una reedición de lujo del clásico de 1978 Darkness on the edge of town, en el que cuestiona el espíritu represivo del sistema estadunidense
El papel de las notas
Entrevista
Mónica Herrerías
Raúl Zambrano
Eusebio Ruvalcaba eusebius1915@cablevision.net.mx
¿
Y quién se lleva las palmas entre los compositores de la guitarra? ¿Ponce con su Concierto del Sur?, ¿Rodrigo con su Concierto de Aranjuez? Nada más falso que esta supuesta rivalidad, pues ambos conciertos corren a la par. Aunque si hablásemos de música para guitarra sola, es difícil que la obra de Ponce tenga rival. En esto tiene mucho que ver la amistad de Manuel M. Ponce (18821948) con Andrés Segovia (1893-1987), el más grande guitarrista del siglo XX, quien se empeñó en otorgarle a su instrumento un nivel concertístico de gran altura, para lo cual no sólo ofreció recitales en todo el mundo en los que dio a conocer un nuevo e inusitado repertorio, sino que, encima, estuvo atrás de Ponce instándolo a componer obra tras obra, incluido el célebre concierto. Estas palabras vienen a colación por un disco en el que vale la pena detenerse. Se trata del cedé que lleva por título: [Rodrigo y Ponce] De Aranjuez y del Sur. Ocupémonos del concierto de Ponce. –No es cosa de todos los días un disco de esta naturaleza. Alumno del recientemente fallecido Manuel López Ramos, el aún muy joven guitarrista Raúl Zambrano posee ya una larga experiencia. Lo mismo solista que coordinador de festivales de su instrumento, profesor que promotor de la música para
guitarra, su conocimiento del lenguaje musical, así como su entrega y dedicación, lo convierten en un solista que sabe llevar de la mano a quien lo escucha, en una suerte de seducción musical. –Raúl Zambrano es un guitarrista de una sensibilidad extrema, que se inclina más por la musicalidad que por el virtuosismo. Su secreto está en no exagerar, en darle a cada nota su valor musical exacto sin caer en el peligro de la imitación, de convertirse en una versión más de este exitoso concierto mexicano, el de guitarra por antonomasia. Esto significa un logro de (y para) Zambrano. Y sinceramente su pulcritud interpretativa se agradece y se celebra.
Zambrano es un guitarrista que se inclina más por la musicalidad que por el virtuosismo –Sin duda, Ponce es un compositor que continuamente sorprende. Prolífico y no repetitivo —como lo hizo Kreisler al violín, llegó a inventarse estilos y maneras diversas de componer en pro de resultar novedoso, y, a veces, innovador—, su obra siempre suena original. Como este concierto. Estrenado en 1941 en Uruguay, donde residía Segovia, pronto fue aceptado sin reservas. Hay que destacar el equilibrio entre solista y orquesta, que es como su tarjeta de presentación al mundo de la música moderna. Y que Raúl Zambrano sabe capitalizar. De verdad que se imbuye de la música ponciana y nos entrega una versión delicada e intensa, en que musicalidad y sabiduría van de la mano. No basta con el conocimiento de la obra de Ponce para salir del paso en un concierto como éste. Hay que tener en mente factores que coadyuven a lograr una cabal interpretación, como el balance y el matiz, tan difíciles de lograr en la guitarra como instrumento solista. nl
Juan Carlos Villanueva
P
ara Bruce Springsteen, ser artista estadunidense se ha convertido una actividad difícil: “Durante años he pensado lo que significa ser de este país, sobre lo complejo que es tener una identidad y posición ante el mundo. He tratado de componer canciones que hablen sobre nuestro orgullo y critiquen sin censura nuestra fallas”, dice en entrevista. Nativo de New Jersey, Springsteen cree en la responsabilidad de los artistas con su entorno político. “Siempre he pensado que el trabajo de un músico es brindar una fuente de información alternativa”, asegura. “Como artistas debemos generar mayor conciencia y sensibilidad. Hay una vieja tradición de artistas involucrados en la política, como Curtis Mayfield, Woody Guthrie, James Brown y Bob Dylan. Cuando Dylan apareció, a mediados de los años sesenta, nos iluminó sobre lo que sucedía en ese entonces, nos aportó una mayor cultura social y política. Creo que entre más conocimientos y cultura tenga la gente, la sociedad tendrá más salidas de emergencia ante cualquier catástrofe natural o social”.
La sensibilidad política de Springsteen nació en la década de los años sesenta. “Esos fueron los años que me politizaron, como a la mayoría de mi generación. Cuando tenía unos 15 años, hacía conciertos y en Washington participaba en movilizaciones en contra de la guerra”. Aunque creció en una familia conservadora, lo que definió su postura política fue escuchar a su madre, Adele Zirilli, decir: “Somos demócratas, porque los demócratas están para la gente trabajadora”. “Desde ese entonces, siempre me he considerado un activista sobre los derechos humanos, la justicia económica, una política internacional digna y una verdadera democracia”, asegura. Para Springsteen, la política actual de Estados Unidos bajo el gobierno de Barak Obama se encuentra en un estado de alerta y desequilibrio. “La política interna se ha visto sumergida en un estado de gran choque y confusión. Vivimos tiempos de inseguridad económica por recesiones. Creo que debemos pensar en la compasión y la amnistía”. A diferencia de Bono, de U2, Springsteen considera que el artista debe de permanecer fuera de la foto del quehacer político. “No tengo ese estilo irlandés, ni creo tener la habilidad para influir directamente en las decisiones de los gobernantes. Creo tener una conciencia social, pero no soy un actor político”. Este 16 de noviembre, Springsteen lanzará una reedición de lujo del clásico de 1978 Darkness on the edge of town. Las canciones de Darkness son sobre personajes que fueron descartados de Born to run, un disco rabioso sobre el poder de la fe individual y la resistencia. “Originalmente, este álbum fue una respuesta a las formas de dominio y represión en el sistema. Era buscar la luz en la oscuridad, un refugio contra el bombardeo exterior. Darkness rescató el espíritu optimista de Born to run (1975) y el cinismo de los años sesenta”. Darkness podría ser el segundo disco más popular de Springsteen para sus fans. Simplemente,
cuando Bruce entró al Rock and Roll Hall of Fame en marzo de 1999, tocó “The promised land” comohonorableinsignia.Lanueva edición expande la versión original de diez cortes a una caja con tres CDs y tres DVDs que incluyen un concierto en Houston, en 1978, una interpretación completa de Darkness filmada el año pasado en un teatro vacío en New Jersey, y un nuevo documental sobre la realización del álbum, The promise: the making of Darkness on the edge of town. “Fue una decisión clara, tenía que volver a la luz este gran disco con cortes como ‘Fire’ y ‘The promised land’, pero dar a conocer cosas que se quedaron guardadas como ‘Save my love’ y ‘Outside looking in’”, asegura El Jefe. El nuevo documental, que se estrenó el 14 de septiembre en el Festival Internacional de Cine de Toronto, revela la vida del músico en el estudio durante la realización del álbum. En una escena, Springsteen grita y reprende a la E Street Band: “Todo mundo cierre la boca”, dice. “Estoy harto de discutir”. En otra parte del documental, Springsteen y el guitarrista Steve Van Zandt tocan una primera versión de 1980 de “Sherry darling” en el piano. Springsteen voltea a la cámara, sonríe y dice: “La exclusiva interpretación de esta canción fenomenal jamás capturada en cinta”. nl Evan Agostini / AP
Springsteen cree en la responsabilidad de los artistas con su entorno político