Visor 22 Agosto 2010

Page 1

Héctor de Mauleón Novelas para el siglo XXI página 2 Eliseo Alberto El caballeroso José Luis González página 3 Gonçalo M. Tavares Enciclopedia I página 6 Braulio Peralta Un huevo de porcelana llamado beca página 8 Público

domingo 22 de Agosto de 2010

475

Pascual Borzelli Iglesias

Héctor Aguilar Camín

El Bicentenario, celebración de agravios José Luis Martínez S. Página 4


02 antesala

domingo 22 de Agosto de 2010

Visor

Novelas para el siglo XXI

De culto Lutz Möhring

Penélope Córdova aura.penelope@gmail.com

Jean Améry

Repudiar la historia

Corriente secreta

Héctor de Mauleón demauleon@hotmail.com

U

n grupo de escritores, periodistas, sociólogos y arquitectos se encerró durante nueve horas en el Museo Rufino Tamayo para debatir, hace unos días, sobre el narco, la sociedad, la cultura. El escritor Eduardo Antonio Parra recordó que el narcotráfico ha generado obras literarias desde hace al menos cinco años; el escritor Elmer Mendoza se refirió a los desafíos que la realidad impone en la ficción. Ambos estuvieron de acuerdo en que el país no ha producido novelas del narcotráfico comparables a las que hace un siglo produjo la Revolución. Habrá por allí un par de obras estimables, pero en términos generales, y ante la cauda de balaceras, ejecuciones y decapitaciones en que está inmerso el país desde hace años, la literatura mexicana no cumple aún a cabalidad con el apotegma balzaciano que invita a la novela a narrar la vida secreta de las naciones. ¿Dónde está la obra literaria que cuente las narcofosas del modo en que Mariano Azuela describió en el otro siglo la panorámica de un mundo en llamas?: “Cruces de madera negra recién barnizada, cruces forjadas con dos leños, cruces de piedras en montón, cruces pintadas con cal en las paredes derruidas, humildísimas cruces trazadas con carbón sobre el canto de las peñas.

E

especial

El rastro de sangre de los primeros revolucionarios de 1910 asesinados por el gobierno…”. A fin de paliar esta carencia y hacer que los escritores actuales no palidezcan ante Rafael F. Muñoz, Mauricio Magdaleno, Francisco L. Urquizo, José Vasconcelos, Nellie Campobello, Martín Luis Guzmán y el propio Azuela; como una forma, en fin, de devolver la fe de Parra y Mendoza en la vitalidad literaria de México, propongo el rápido lanzamiento de un grupo de títulos que aborden los años en que nuestra generación entró de lleno en la Edad de la Delincuencia Organizada. A saber: 1) Nacho Coronel no tiene quien le escriba. 2) La muerte de un inhalador. 3) Los narquillos de Río Frío. 4) Las tribulaciones del narcotraficante Törless 5) Juventud con éxtasis. 6) Mañana en Puente Grande piensa en mí. 7) El narco filantrópico. 8) Las grapas de la ira. 9) Morir en el cártel del Golfo. 10) El narcón maltés. 11) En busca de El Chapo perdido. 12) Badiraguato era una fiesta. 13) El periquillo narquiento 14) Astucia. Los hermanos de la coca o los narcos contrabandistas de la rama. 15) Motita. 16) Al este del narcoparaíso. 17) El testigo (protegido). 18) Los encobijados. 19) La sombra del narquillo. 20) Cuentos del General Gutiérrez Rebollo. nl

n su momento, el Tractatus logico-philosophicus (1923) parecía dar una solución a los problemas de la filosofía. No era absurdo comprender los límites del lenguaje como límites del mundo; si algo no podía ser dicho tampoco podía ser pensado, ergo no era real. Después vino el Holocausto y aquella generación enmudeció; la lógica neopositivista demostraba ser insuficiente ante un suceso fuera de toda racionalidad y toda moral. Jean Améry (1912-1978), ensayista austriaco, Hans Mayer de nacimiento y agudo lector de Wittgenstein, atravesó la experiencia de los campos de concentración nazis. Al igual que en otros intelectuales, Auschwitz abarcó el sentido total de su vida, sólo que éste no residía en superar, denunciar u olvidar la desgracia, sino en arrastrarla conscientemente y echarle en cara el daño irreversible. En Años de andanzas nada magistrales (Pre-Textos, 2006), y Más allá de la culpa y la expiación (Pre-Textos, 2001), Améry despliega su discurso literario y filosófico alrededor de la culpa y resentimiento, que para él son trincheras existenciales. Culpa por no prever desde 1933 lo que sucedería unos años después, por no ver más allá de los postulados del Círculo de Viena, porque “no actuar en aquellos días era tan criminal como el propio crimen”. Re-

sentimiento porque la historia había superado la racionalidad y la moral humanas. Para poder moralizarla de nuevo no se podía perdonar lo ocurrido, había que pensar aun después de Auschwitz. Dice Savater a propósito de Cioran que la historia se acepta o se rechaza. Aceptarla es superarla, y para Améry, que adoptó este nombre tras ser liberado del campo de concentración, “el perdón y el olvido forzados mediante presión social eran inmorales”. La obra de este pensador es una labor de autodemolición, “porque uno quiere llegar al final antes de que llegue el final”. Levantar la mano sobre uno mismo: discurso sobre la muerte voluntaria (Pre-Textos, 2005), es un ensayo que analiza de cerca “el instante previo al salto”. Según Améry, la muerte no obedece a lógica alguna, porque la razón comprende siempre una lógica de la vida y por lo tanto la muerte “natural” no existe; todo se produce desde la subjetividad del individuo al que le ocurre. El hombre no conoce ni puede conocer el enigma de la muerte, pero es el que levanta la mano sobre sí mismo quien más cerca está, pues conoce lo que sucede un momento antes, es él mismo quien lo busca. Hablar de la muerte desde la ciencia es evadirla objetivamente porque “no existe un lenguaje objetivo para una verdad subjetiva”, escribe ya completamente distanciado del neopositivismo de entreguerra. Una vez alcanzada la lucidez, no hay otra cosa que el silencio. Al igual que en el caso de Celan o Primo Levi, Auschwitz abarcó también el sentido total de su muerte y en 1978, Améry ingirió una sobredosis de barbitúricos. Obligado a asumir el fracaso (échec) ante la vida, no dejó que la muerte le robara el privilegio de morir voluntariamente. nl

Revelaciones

Rogelio Cuéllar

Paloma Torres moldea emociones. Lo supe el día que visité su exposición “Ciudad deconstrucción”, en el Atrio de San Francisco. Paloma Torres propone miradas, atmósferas, texturas, como lo demuestra en su taller, ese lugar donde las emociones toman forma…

Bitácora psicotrópica Xavier Velasco

¿Qué sería de tantos contrincantes inocuos sin el apoyo de un puñado de complejos?

PÚBLICO MILENIO francisco a. gonzález presidente · jaime barrera rodríguez director editorial · marina miranda directora general de negocios · fidencio gonzález director comercial · rubén martín jefe de información · ricardo salazar jefe de cierre editores: jorge valdivia g. ciudad y región · kaliope demerutis ocio · irene selser fronteras · horacio salazar tendencias · jairo calixto albarrán qrr y el ángel exterminador · susana moscatel hey! · humberto muñiz fotografía · edna madero diseño · fernando torres circulación · noé anaya producción ·

Milenio

Visor

Dirección José Luis Martínez S. Edición Alicia Quiñones Asistente Erick Baena Arte y diseño Alejandra Saavedra


domingo 22 de Agosto de 2010

Visor

El paseo de los tristes

antesala 03

El caballeroso José Luis González

Del amor y sus derrotas, estos versos revelan una cotidianidad donde no existe el delirio y las ilusiones se estrellan una y otra vez contra el desencanto

Poesía

Viento a favor

Javier Egea

¿

A qué vienes, mi amor, si ya no hay nadie, no quedamos ni un perro ni una espiga, si se han desmoronado las banderas, si todo sucumbió frente a tus ojos? ¿A qué vienes, mi amor, si es otra casa, otro aullido en la tarde y otro campo y otra llama se crece en el tejado y una mirada nueva me amenaza?

Eliseo Alberto

A

hora llegas vestida de cobrador del agua y te sorprende el tacto reseco de mi espalda y de golpe comprendes las dunas milenarias y descubres tu piel como si fuera un yermo y te quedas desnuda frente a tanto desierto y se rompe el amor como un recibo viejo.

P

orque tú no venías y era tarde esparcí por el suelo las horquillas, los pétalos, abrí la flor vencida de las carpetas viejas, busqué fotos, recortes de aquellos años bellos y todo era perdido y amarillo y no quedaba nadie. Pero entre los chirridos, las cadenas, los lúgubres aullidos, soplaba un viento cálido, flotaba un aire familiar y obsceno. ¿Quién te hubiera pensado en esta casa hoy cuerpo azul del insomnio, fantasma de las doce?

E

n la radio dijeron que saliste temprano, la falda azul, camisa con dibujo, el pelo negro y lacio, la mirada de siempre. Decían que eras alta y joven, casi triste, que ni siquiera hablabas por no perder el paso, que te habías marchado de la vida por un extraño amor. Yo sentí como un vómito, pero miré a la calle: no era posible verte tan sola, tan distante, tan desaparecida, tan imposiblemente ajena del naufragio. Sin embargo vinieron, vinieron a mi casa a preguntar.

F

M

ira si seré torpe que ni siquiera siento la cicatriz. Mira si seré pobre que me basta tu sueño para vivir. Mira si seré joven que todavía espero algo de ti.

undador del movimiento poético “La otra sentimentalidad”, Javier Egea (Granada,

especial

1952-1999) es, de acuerdo con el investigador y crítico Antonio Sánchez Trigueros, uno de los grandes poetas españoles de nuestro tiempo. Es autor, entre otros libros, de Serena luz del viento (1974), A boca de parir (1976), Troppo Mare (1980), Argentina 78 (1983), Raro de luna (1990) y El paseo de los tristes, publicado originalmente en 1982 y que ahora reedita el sello Point de lunettes (España, 2010). Se trata, sin lugar a dudas, del libro más importante del también catedrático de la Universidad de Granada, un hombre comprometido con la izquierda que supo transitar con fortuna los territorios de “la intimidad personal y las aspiraciones sociales”, como escribe Sánchez Trigueros en el prólogo de la nueva edición de esta obra que desde su aparición ha tenido una buena aceptación de la crítica y los lectores.

H

ace mucho que no oigo hablar de él. Debe ser porque lleva 13 años muerto y a los difuntos les gusta desaparecer cuando no les fue muy bien de este lado del mundo que llamamos vida. Sin embargo yo lo sigo admirando como siempre, lo quise en nuestra breve pero intensa amistad, de apenas tres veranos. Todavía me hace reír al recordarlo, y miren que lo conocí en un momento muy triste, quizás el más adolorido de sus 71 años de gentil existencia: corría 1994, la URSS acababa de desaparecer del mapa, el campo socialista se tambaleaba y el globo de la izquierda se desinflaba agujereado por los virus de la doble moral, la intolerancia y el estalinismo. Para un marxista como el caballeroso puertorriqueño José Luis González, que había apostado toda su inteligencia en la defensa de un comunismo democrático, las noticias que llegaban en cascada desde Europa le produjeron una melancolía irreparable. Y un gigante de casi siete pies de estatura y ciento treinta kilos de peso, de mirada intensa, manos de contrabajista, talla catorce de zapatos, ¿dónde esconde tantísimo desconsuelo? José Luis no sólo fue un caribeño extraordinariamente quijotesco sino, además, un escritor de gran jerarquía intelectual. Bastan dos títulos de su obra para merecer que lo rescatemos del olvido: Balada de otro tiempo (novela, Premio Xavier Villaurrutia 1978) y El país de cuatro pisos, ensayo publicado hace hoy cuarenta años. Apelo a ese aniversario para justificar, si falta hiciera, que le dedique esta columna —atravesada por el cariño. Aquel análisis histórico sobre el pasado, el presente y el futuro puertorriqueño resultó tan polémico que disgustó por igual a independentistas y anexionistas, lo cual nos dice que él no quería complacer a nadie: proponía simplemente pensar.

Y si de pensar se trata, creo que el drama de José Luis tenía su origen en un desajuste geográfico: fue un narrador sin país o sin lectores naturales —injusta circunstancia que conozco en carne propia. Sanjuanero de corazón, había nacido en República Dominicana pero muy niño saltó a Puerto Rico. Su militancia política lo obligó al destierro y se vino a México. Aquí fijó nido, no sin antes probar suerte en Praga y La Habana. A donde quiera que llegara, doblado de hombros, cargaba su isla en brazos. Pero pasaban los años, y sus jóvenes compatriotas nunca habían leído un libro suyo. José Luis se convirtió en una cita obligatoria, una referencia bibliográfica, hasta que por fin, luego de vencer todas las trampas que le tendió la embajada norteamericana en México, pudo volver a su isla nueve meses, de polémica en polémica. Todo había cambiado —él también, claro. Regresó a México. El Puerto Rico que José Luis extrañaba (nacionalista, obrero, industrial) sólo cabía en sus recuerdos.

José Luis fue un escritor de gran jerarquía intelectual Hizo de la memoria su armadura. Muchos años después, lo invité a que me acompañara en mis clases de guión en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) y volvió a ser quien había sido: un profesor exigente que no aprobaba ninguna historia que no estuviera bien pensada y mejor escrita. Me da risa recordar su vehemencia al señalarle a un alumno las faltas de ortografía de un argumento: amaba el idioma castellano. No habría país sin palabras. Jamás se sentaba: ¿qué silla resistiría el maderamen de su cuerpo? Los muchachos aprendieron que sus reproches terminaban en carcajadas. Rara vez se refería a Puerto Rico. Nunca mencionaba a Lenin. Nos obligaba a pensar hacia delante. Trece años después, me sigue obligando. nl


Visor

Héctor Aguilar Camín

El Bicentenario, celebración El historiador, narrador y periodista dice: la izquierda mexicana no existe, tenemos una prensa provinciana, todos los logros que ha tenido el país a lo largo de su historia nos parecen poca cosa, porque estamos de mal humor… Comenta muchas otras cosas, algunas de ellas seguramente polémicas y sin embargo necesarias cuando se pretende discutir la realidad que vive México

A

José Luis Martínez S.

los periodistas, a los intelectuales no nos gusta México –dice Héctor Aguilar Camín, quien critica la manera como se están llevando a cabo los festejos del Bicentenario y explica las razones del conflicto del PAN con la historia oficial del país, “de una fuerza extraordinaria, pero también llena de omisiones y mentiras”. Durante la entrevista, realizada en la oficina que ocupa como director de la revista Nexos, habla de las cualidades y defectos de la prensa mexicana y del papel de los intelectuales ante el poder, aborda su conflicto con una izquierda que responde a la tradición socialista estalinista y comenta que la historia es una conversación entre generaciones. ¿Cuál es su opinión sobre el Bicentenario? Que lo estamos conmemorando mal, sin un proyecto común, incluyente, de lo que ha sido nuestro trayecto como nación. Es una fecha de extraordinaria fuerza simbólica, pero me parece que los gobiernos del PAN no han sabido cómo hacer las paces con la historia del país, que está muy marcada por los ejes establecidos durante la hegemonía del PRI. México tiene una historia oficial con una fuerza extraordinaria, que es a la vez jacobina, llena de omisiones y mentiras. Establece, por ejemplo, que el año de nuestra Independencia es 1810, y eso es falso: el año en que México pacta y declara su Independencia es 1821. Olvida, por otra parte, que en las primeras décadas del siglo XX en el país hubo dos guerras civiles; sólo reconoce la que transcurre entre 1913 y 1917 y a la otra, la que va de 1926 a 1929, la llama despectivamente la Cristiada, como si esos campesinos que se rebelaron contra el estado revolucionario hubieran sido sólo un sucedáneo de la voluntad de los obispos. Por otra parte, tenemos este Bicentenario en medio de la discordia política, con los pelos parados de punta, con la violencia, con falta de metas comunes entre el gobierno y la oposición. Tenemos pluralidad e intereses particulares, pero no metas nacionales. La gran celebración que estamos haciendo, es la celebración de nuestras carencias, de nuestros agravios, de nuestros miedos. Lo dije

recientemente en un artículo, esto es como si uno celebrara su cumpleaños porque piensa que su vida ha sido perfecta, y no más bien para darse un respiro en la imperfección de la vida. ¿Qué le impide al PAN avenirse con nuestra historia? El Partido Acción Nacional nació en contra del presidente más consagrado por la historia oficial: Lázaro Cárdenas. Y fue parte de la gran coalición de 1940 que condicionó que Cárdenas no pudiera dejar en el poder al candidato más radical que era Francisco J. Mújica, sino al conciliador Manuel Ávila Camacho, cuya primera frase célebre como presidente fue: “Yo soy creyente”. Con esta historia oficial, el PAN nunca ha podido congeniar como gobiernoporquecomomovimiento político nació en gran medida para combatir a sus dueños. Como consecuencia, el gobierno de Vicente Fox se desinteresó del tema del Bicentenario; en el fondo era una celebración que le resultaba ajena o que apelaba sólo a una parte de su nacionalismo, de su visión histórica del país. Nombró jefe de las celebraciones del Bicentenario a un hombre que tiene la paz hecha absolutamente con la historia oficial de México: Cuauhtémoc Cárdenas, y de ahí para acá todo han sido bandazos, titubeos, cambios, equívocos. Creo que desperdiciamos un momento simbólico como país, de revisión de nuestra historia,

de orgullo por las cosas que, en medio de todos los errores y desviaciones, hemos conseguido, entre ellas el hecho de ser una nación. En 1848 no estaba claro que fuéramos a serlo y Lucas Alamán empieza su Historia de México diciendo que la escribe por si algún día desaparece la nación mexicana, para que ahí el lector pueda ver cómo se pierden los mayores dones de la naturaleza. ¿Fueron mejores las celebraciones del Centenario de la Independencia? El Porfiriato celebró extraordinariamente el Centenario. Sería interesante ver de cuánto fue la inversión entonces del gobierno de Díaz en obra pública, en kioskos, plazas, hospitales, publicaciones, y hacer la comparación con lo que se ha hecho ahora, ver la proporción, digamos, país contra país. En 1910, México era un país de 15 millones de habitantes; tenemos ahora un país ocho veces mayor. Es otro país. Esta es una de las cosas elementales que debió haberse pensado para el Bicentenario, la increíble transformación de México. El siglo XX mexicano empezó en 1910 con la Revolución, con una elección protestada, con la exigencia de que hubiera elecciones libres y efectivas, y terminó con una elección libre y efectiva. Pero eso nos parece poca cosa. Estamos en un país con una potencialidad increíble, que se ha modernizado a un ritmo extraordinario; y si bien no ha dado el salto a la prosperidad, sí lo ha dado hacia la constitución de una nación de una gran resistencia, de una gran identidad, de una gran diversidad y de una gran riqueza. Pero esto nos parece poco, todo nos parece poco porque estamos de mal humor, porque tenemos un litigio muy serio con México. A los periodistas, a los intelectuales no nos gusta este país, nunca nos ha gustado, hemos construido una épica de la crítica que se aproxima mucho a la derogación, cuando no a la quejumbre, y la verdad es que nos fuimos para el otro lado: pecamos de optimismo oficial, de ceguera ante los problemas durante la hegemonía del PRI, y ahora pecamos de estrabismo crónico

para ver nuestras cosas: siempre las vemos feas, incompletas. Ante este panorama, ¿cuál sería la labor de los intelectuales? Los intelectuales tenemos que pensar en nuestro país con seriedad, tenemos que hacer nuestra tarea con mayor humildad y rigor. Por lo demás, no sé si todavía existen los intelectuales como existieron en otro tiempo, cuando tenían un peso en la vida pública; tengo la impresión de que ese peso se ha desplazado mucho hacia los medios. Pero sí existe una relación de los intelectuales con el poder… Es una relación muy deformada, en la manera como se le ve y en la importancia que se le otorga. El intelectual que realmente pretenda tener una influencia en el gobierno, lo que debería hacer es meterse a la administración pública, lo otro es un asunto mediático, de imágenes, porque la verdad es que los gobernantes no necesitan ideas de los intelectuales, tienen una enorme cantidad de información precisa, de especialistas, de colaboradores frente a los cuales las ideas generales, las prédicas morales de un intelectual, pues son interesantes, una parte de la conversación, pero no me parece que sean fundamentales en la toma de decisiones. En este sentido, ¿qué importancia tiene la información que ofrecen los medios?


domingo 22 de Agosto de 2010

de portada 05

de agravios Pascual Borzelli Iglesias

¿Y el periodismo cultural? Es una desgracia que el periodismo cultural, que tenía tanta vida y era parte fundamental de toda idea de un periódico en 1970-80, esté desapareciendo. Es una desgracia también que hayan desaparecido géneros —la crónica, el reportaje— que exigen precisión y calidad en la escritura, que van más allá de la declaración, de enervar a quién sabe qué político y transcribir y redactar. Incluso ha desaparecido la entrevista como una manera de realizar el perfil del entrevistado. Héctor Aguilar Camín (Chetumal, 1946) es director de la revista Nexos, autor de ensayos como La frontera nómada, Sonora y la Revolución Mexicana y La tragedia de Colosio, y de novelas como La guerra de Galio, Morir en el Golfo y Mandatos del corazón. Es también colaborador de MILENIO Diario, donde publica la columna Día con día

Los medios tenemos una responsabilidad muy seria, estamos obligados a decir la verdad, ese es nuestro trabajo, no difundir lo que a nosotros nos parece la verdad; nuestro trabajo es ir a preguntar y ver hasta dónde se pueden reconstruir los hechos. Cuando uno sale de México y tiene la oportunidad de tratar con periodistas, da entre tristeza y rabia ver la imagen que proyectamos del país. La imagen que ofrece la prensa extranjera no es sino reflejo de la prensa que nosotros hacemos. En California, en Nueva York, en Chile, en Argentina, en España, me preguntan: “¿Y usted, cómo sale a la calle?” Les respondo que normal y me dicen: “¿Y la guerra?” Cuál guerra, les contesto. “La guerra que hay en México, que hay en Ciudad Juárez”. Bueno, Ciudad Juárez es importante, pero representa el uno por ciento de la población del país, y la violencia que hay en México es la mitad de la que existe en Brasil. ¿Cómo mira en este momento a la prensa mexicana? La encuentro muy próspera, plural, competida, libre, y al mismo tiempo un tanto irresponsable, poco profesional, dominada con frecuencia por el facilismo, cuya expresión mayor es la declaracionitis, tomar los dichos por los hechos, eso me parece su primera y mayor limitación. La segunda es su provincianismo, la enorme dificultad de enterarse —con cierto rigor— por la lectura de un periódico de lo que pasa en el mundo, aun en el mundo más cercano, en Centroamérica, donde dos o tres estados están desapareciendo a manos de los narcotraficantes, de las bandas —ahí sí están desapareciendo. O en Estados Unidos, donde tenemos 20 millones de mexicanos, nueve de ellos indocumentados, y tampoco sabemos lo que pasa. Ya no digamos en Europa o en China… Pienso que México es menos provinciano que su prensa. Yo tengo una lista de columnistas que leo todos los días, una lista de reporteros y cronistas y realmente la prensa mexicana que leo es muy buena, pero hay que hacer una antología.

Usted es periodista, historiador, narrador, ¿cómo concilia los intereses y las exigencias de cada uno de estos oficios, de estas actividades? El eje que marca las fronteras es el tema de la ficción y la no ficción. El historiador puede, debe usar su imaginación, lo mismo que el periodista, pero tiene que estar ceñido a los hechos. El novelista es pura imaginación, porque si se ciñe a los hechos va a perder la parte más interesante del espacio de la ficción. Yo diría que el historiador imagina a partir de la realidad y el novelista llega a la realidad a través de la imaginación. Cuando uno empieza a seguir un hecho con propósitos periodísticos o históricos, tiene que trabajar mucho para obtener poco, tiene que ir a entrevistar, leer, estudiar, investigar, para llegar a veces a cosas muy poco concluyentes. Todos sospechaban que Calles y Obregón había mandado matar a Villa; era un rumor, pero nadie podía afirmarlo con rigor histórico hasta que Friedrich Katz encontró en un archivo un indicio muy claro de que el asesino de Villa le había avisado a Joaquín Amaro, secretario de Guerra de Calles, sus intenciones de cometer el crimen. Una y otra vez le dijo cómo lo iba a hacer y Amaro, en las cartas que le envió, nunca, por lo menos, lo disuadió de hacerlo. En cambio, después lo ayudó para que tuviera un juicio rápido y saliera libre. No es prueba contundente de que Calles y Obregón hubieran mandado matar a Villa, pero sí es una pista sólida de que les gustó la idea de tener un voluntario para hacerlo, y lo protegieron. Hasta el descubrimiento de Katz, lo repito, no se podía afirmar esto con rigor histórico, como después ya se pudo. En cambio, Martín Luis Guzmán toma ese mismo momento y situación e inventa en torno de hechos reales cosas que nunca sucedieron y que, sin embargo, a la vuelta del tiempo acaban diciendo más de la verdad profunda de esa época que una crónica puntual de los hechos. A través de la imaginación, Martín Luis Guzmán llega a la verdad, y a través de los hechos, constatados en el archivo, Katz llega a imaginar

lo que falta en el escenario para darle coherencia y explicación a la muerte de Villa. Uno inventa y descubre la verdad, el otro descubre la verdad y potencia en la condición de un hecho, de una fuerza convincente, de una fuerzaquecambialamaneradever la historia a partir de entonces. ¿Para qué nos sirve la historia? La historia es para aprender de la vida, de tu país, de otros países. No hay ningún lugar en donde sea posible entender tanto de la naturaleza humana como en la historia; no hay espacio mejor que la historia bien escrita, bien pensada, bien investigada. Yo diría eso, que la historia es para aprender cómo es la vida. La historia es un universo muy grande, cada generación escoge o debería escoger el pedazo de historia que le es significativo y necesita para enfrentar su propio tiempo. No hay tal cosa como un pasado que está ahí y todos recogemos, el pasado es siempre una pulsión de las pasiones del presente y ahí, en el presente, es donde la historia se va haciendo útil, necesaria, nos muestra que el camino que vamos a emprender viene de algún lugar, del sueño que tenemos de la transformación del país; a través de los desafíos que presenta cada momento histórico hay algo así como una conversación de las generaciones. ¿Cómo ha conversado su generación con la historia? Para nosotros, en los ochenta, el tema de la democracia era fundamental porque era la mayor aspiración que había, y un personaje como Madero era mucho más pertinente para esa tarea que alguien como Juárez o Cárdenas. En el momento actual, cuando parece haber la necesidad, la posibilidad de una conducción más liberal del país, de una liberalización mayor de su economía, de una integración mayor con Estados Unidos —nuestro adversario simbólico a lo largo del siglo XX—, Juárez y los liberales son un gran referente. Durante el gobierno de Juárez se firmó el tratado McLane-Ocampo, que es la iniciativa de integración territorial y económica más grande que se haya planteado nunca en México respecto a Estados Unidos. Los grandes liberales del siglo XIX vuelven a tener una fuerza y un interés extraordinario, porque tenían dos cosas que ahora parecen lejanas para México: querían una sociedad de propietarios industriosos, ilustrados, activos, independientes, que podría describirse como un gran contingente de pequeñas y medianas empresas, y al mismo tiempo Juárez quería un gobierno fuerte, capaz de cumplir las tareas del Estado, de recaudar los impuestos necesarios, de aplacar a los poderes fácticos, que en ese

momento eran fundamentalmente la Iglesia católica y los fueros del ejército. Entonces, cuando tú vez el país que tienes enfrente, al que le faltan tantas cosas para ser próspero, hecho lo cual será una potencia mundial, Juárez y Ocampo y Mora adquieren una pertinencia mucho mayor que Porfirio Díaz diciendo: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”, o que Lázaro Cárdenas colectivizando el campo, construyendo ejidos, organizando a los trabajadores en sindicatos que con el tiempo se ha vuelto grandes obstáculos. Ahora más que nunca necesitamos nuestros linajes liberales. Cada generación es, de algún modo, un cruce de conversaciones entre las urgencias del presente y las tradiciones que pueden nutrir, inspirar las buenas decisiones; es un diálogo del pasado significativo para los desafíos que plantea el futuro. En la actualidad, a los liberales se les asocia con la derecha. Sí, así pasa. En la geometría un poco absurda y analfabeta de la política mexicana ser liberal es ser de derecha. No deja de ser un poco extravagante que ser liberal, como Juárez, como Ocampo, se haya convertido en México en una forma de insulto cuando se dice que alguien es “neoliberal”. ¿Usted se considera un hombre de izquierda? A estas alturas, no sé qué sea en México un hombre de izquierda. No me identifico con la izquierda mexicana —que no es izquierda, o en todo caso es la izquierda del estatismo nacionalista, de la tradición socialista estalinista, prosoviética y procubana, que no ha aceptado el fracaso de aquello en que creyó y no puede imaginar el futuro que necesita construir sobre las lecciones de ese fracaso. Es una izquierda que repite —mejoradas— las prácticas clientelares. En el ámbito de las ideas, es una izquierda que no ha hecho su autocrítica y que, en el fondo, comparte las creencias fundamentales del nacionalismo revolucionario que el país ha dejado atrás, que el propio PRI ha ido dejando atrás. En el ámbito de la práctica, es un corporativismo de baja calidad para unos partidos cuyo proyecto es mover al PAN del gobierno o impedir el regreso del PRI. Entonces, pienso que en México no tenemos izquierda. ¿Tampoco una izquierda intelectual? Tenemos una izquierda intelectual muy importante, pero que en su mayor parte está en una situación parecida a la mía: fuera de la izquierda partidaria, del movimiento social y del movimiento político de la izquierda, de sus cotos de poder. Intelectuales de primerísima calidad, como Roger Bartra, están en litigio con la izquierda. Luis González de Alba va a publicar en el próximo número de Nexos un ensayo espléndido haciendo el recuento de su itinerario, de su pleito con la izquierda. Y otro hombre crecido en la izquierda, irreprochablemente adherido a las grandes tradiciones, José Woldenberg, escribió en su libro El desencanto las estaciones, los momentos de ruptura que lo han llevado a ser estigmatizado y echado de los ámbitos de la izquierda. Conclusión: yo estoy en el mismo lugar que estaba en 1968, cuando era un hombre de izquierda, un dirigente de izquierda, los que se han mudado a un lugar inaceptable son las gentes de izquierda que han hecho cosas tan notables como hacer senadora de la República a la célebre amante del presidente Gustavo Díaz Ordaz. Entonces, sí hay un pensamiento de izquierda importante, hay intelectuales que son de izquierda, de ahí vienen, de ahí venimos, ahí aprendimos cosas fundamentales en materia de cultura política, de actitud frente a la parte pública, pero simplemente no podemos caminar juntos con la llamada izquierda mexicana; no podemos, vivimos en un litigio con esa izquierda en la que no hay espacio para la pluralidad ni para la libertad intelectual. nl


Visor

Enciclopedia I Tres obras distintas se reúnen en el nuevo libro del escritor portugués, cuya admiración por pensadores como Wittgenstein, Benjamin y Nietzsche lo lleva a una escritura breve, en la que cada idea se expresa con intensidad especial

Fragmentos

No hay errores Ser afirmativo: en ciencia no hay Errores, hay mentiras que enseña la realidad.

Gonçalo M. Tavares

C

Invenciones y verdad

onsiderado uno de los más destacados representantes de la actual literatura portuguesa,Gonçalo M. Tavares (Angola, 1970) es narrador, dramaturgo y poeta. Entre sus obras traducidas al español se encuentran Jerusalén, Un hombre: Klaus Klump, La máquina de Joseph Walser, Historias falsas, Agua, perro, caballo, cabeza y Enciclopledia I, que en breve comenzará a circular en México bajo el sello de Aldus. Este libro se compone de tres partes: “Breves notas sobre la ciencia”, “Breves notas sobre el miedo” y “Breves notas sobre las relaciones”, las dos primeras son apuntes, aforismos en los que se interroga sobre la verdad, el misterio, la vida; la tercera son diálogos que, a partir de frases o enunciados, establece con María Gabriela Llansol, Filomena Molder y María Zambrano, tres pensadoras para las que no escatima elogios. La siguiente es una selección de las partes iniciales de este libro, una muestra de que, como dice Tavares: “El fragmento es un espacio que obliga a que la frase se exprese con intensidad”.

No hay conceptos incorrectos. Cada concepto es una invención del lenguaje, un intento de aproximación del lenguaje a las cosas. No hay invenciones incorrectas. No hay invenciones falsas como no hay conceptos falsos. Verdadero y falso no son categorías aplicables a los conceptos. Útil e inútil, sí. Aceptado por muchos y aceptado por pocos, sí. Todas las invenciones son verdaderas (no lo olvides). Verdad y belleza Lo verdadero es la Belleza que se repite. O: lo verdadero es la Belleza previsible (sabemos que, en ese momento, en ese lugar, surgirá).

Ciencia y egoísmo

Breves notas sobre la ciencia El peligro Claro que el Peligro es el origen de los métodos científicos más eficaces. Si el Hombre fuese inmortal aún no habría inventado la rueda (podrías decir).

Una ciencia que no investiga los sentimientos, ¿para qué sirve? Sirve para todo aquello que no es sentimiento. ¿Sirve entonces al hombre? Sirve a todo aquello del hombre que no es sentimiento.

Puede hacerse ciencia desde el odio a una causa o a un conjunto de personas. Puede hacerse ciencia desde el amor a una causa o a un conjunto de personas. Puede llegarse, desde el odio o el amor, a resultados científicos idénticos.

Escepticismo y creencia Escéptico como los escépticos, creyente como los creyentes. La mitad que avanza es creyente, la mitad que confirma es escéptica. Pero el científico perfecto es también jardi-

Usted

El lenguaje

El amor La metodología útil es un martillo. La ciencia utiliza el martillo. El arte utiliza la ciencia. (Y el amor puede inutilizarlo todo.)

El tedio

Familiar

Odio, amor y ciencia

nero: cree que la belleza es conocimiento. (La persona bella guarda un secreto. Ha descubierto algo.)

El lenguaje utiliza a la ciencia para conseguir la ilusión de la Verdad, igual que el lenguaje utiliza al arte para conseguir la ilusión de una cierta Belleza.

Sentimientos y ciencia

La ciencia no camina en dirección al Misterio. Ni en dirección a lo Extraño. La ciencia camina en dirección a lo Familiar.

cia química? ¿Una piedra?

Gonçalo M. Tavares Enciclopedia I Aldus México, 2010

¿Un investigador científico infeliz no es un buen investigador científico? ¿Un investigador científico enamorado no es un buen investigador científico? Son dos problemas diferentes, dice el hombre con tedio. Y éste, sí, el hombre con tedio, no podrá ser un buen investigador.

Una hipótesis La alegría es un catalizador de una experiencia científica; la tristeza, un inhibidor. La tristeza encoge; ¿cómo puede descubrir algo un hombre triste? Sólo arriesga quien está alegre. La tristeza es anticientífica.

—Usted no utiliza convenientemente la metodología científica. Porque Usted está triste.

El centro del ojo y el rabillo del ojo Observar por el rabillo del ojo es, en ciencia, empezar a elaborar la hipótesis. Lo que es observado por el centro del ojo es lo evidente, lo obvio, aquello que es compartido por la multitud. En Ciencia, como en el mundo de las invenciones, observar por el rabillo del ojo es ver el detalle diferente, aquello que es el inicio de algo significativo. Observar la realidad por el rabillo del ojo, es decir: pensar ligeramente al lado. A esto se le llama creatividad. De aquí surgirán todas las teorías científicas importantes.

Errores de uno o de muchos Los errores científicos son errores de una comunidad científica. Al error de Uno (sin seguidores) lo llamamos Arte.

Poesía colectiva ¿La poesía no es ciencia? La poesía es ciencia individual. Poema colectivo y útil: eso es la teoría científica.

Teoría y sociedad Consideramos verdadera la teoría científica que nos hace más felices individualmente (o que nos hace menos infelices). La verdad es una decisión egoísta.

La mentira de las cosas ¿Puede la realidad de los fenómenos fingir como nosotros fingimos el miedo sin tenerlo? ¿Será que eso que llamamos verdad no es una simulación que parte de la Realidad? ¿Por qué razón atribuimos exclusivamentealoshumanos la capacidad de mentir? ¿No podrá mentir un átomo? ¿No podrá mentir una sustan-

Solucionar problemas que no son motivo de infelicidad es jugar a un juego de paciencia, solitario y egoísta. Pero solucionar problemas es siempre motivo de felicidad.

Los dos objetos de estudio La ciencia prohíbe la mentira, pero la mentira existe, y todo lo que existe es verdadero. El objeto de la ciencia es la Verdad, pero entonces la ciencia olvida la 2ª parte del Mundo, la 2ª parte de la realidad: la mentira. La ciencia debería tener 2 objetos de estudio: la verdad de las cosas y la mentira de las cosas.

La mentira como materia prima La mentira es un objeto de estudio de la ciencia. Si no existiese la mentira no existirían investigaciones.

Breves notas sobre el miedo Bien / Mal Se trata de introducir el Bien en el Mal para corregir la concentración de los ingredientes de aquello que ya ha sucedido y no quieres que se repita. El peligro, sin embargo, de ese propósito es que uno y otro son por fuera del mismo color, tienen las mismas cualidades físicas y, a veces, una fisonomía


domingo 22 de Agosto de 2010

copiada la una de la otra. Y también porque se disuelven el uno en el otro, como dos sustancias que hubiesen perdido la noción de las leyes y las conveniencias.

Lo oscuro A oscuras, el hombre se aferra una y otra vez a su vocación de no entender las cosas, y se queda así, sin ansiedad: solo y estúpido, como alguien que creyese en muchas cosas, pero ninguna de ellas palpable.

La Verdad Constantemente cambiamos las concentraciones de la Verdad. Un tenor beligerante da paso, un siglo después, a un tenor más que nada tranquilo, que en vez de luchar puede hasta, quién sabe, contar historias, aunque sean de ficción. De hecho, la Verdad no es algo que acepte siempre la misma correa, al mismo dueño o,

simplemente, ser llamada por el mismo nombre. Ni siquiera corre siempre de la misma forma —podríamos llamarla perezosa, si nos precipitamos— tras los palos que los hombres, divertidos, le tiran lejos. Y es que a veces (en ciertos siglos) esa perrita dócil cojea.

Melancolía En el vaso bebido pensando en la marcha de un amigo cercano, el resto que queda es la mezcla de una desagradable sensación mental y de la evidente presencia física de un líquido. Esa mezcla provoca un momento de duda que terminará con el regreso de tu cuerpo melancólico al mundo o, si todo va mal, en el ataque —de momento no demasiado visible— de ese mismo mundo a tu cuerpo, porque el tiempo y las circunstancias nunca han tolerado a alguien que cree que (solo) por estar triste adquiere el estatuto de inmortal.

Hablar, oír Tratas las palabras que pronuncias como si fuesen pasajeros de primera clase y tú un empleado servil y, ante las palabras de los demás, te comportas como si fuesen

el empleado servil y tú el pasajero que viaja en primera clase.

Expectativas Perfeccionas de tal modo tus expectativas que cuando llegas a viejo ya no esperas nada del mundo, del hombre o de los animales.

Contra las precipitaciones Estás vivo y, en lo esencial, hay un fallo: no haber muerto no puede ser nunca, al final, la última de las satisfacciones.

Aprendizaje Al borde de un precipicio, cabeza abajo, agarrado solamente por los pies por su más ilustre profesor, es así como el aprendiz repite, asustado, la lección de la mañana.

El incendio En medio del incendio que destruye la catedral, un hombre intenta todavía, por última vez, contemplar entre el humo la armonía de formas que, durante décadas, impuso y le transmitió aquel

literatura 07

edificio. En medio de los gritos y el alboroto general, alguien le exige otra acción y, por d ebajo de los insultos, cogiendo sin entusiasmo el cubo de agua que le pasan, es así como, por fin, como quien es arrojado al suelo sin amparo por su propio caballo, el hombre participa en el colectivo e inútil intento de salvación.

Secreto Apartado de las miradas corrientes, escondido bajo la tierra como la raíz de cualquier planta, no te olvides de guardar una cosa; que sólo tras tu muerte el mundo comprenda su dimensión.

Debajo de la tierra Estamos en los dominios del detalle y es aquí donde el gusano reparte su apetito. Por el tiempo: con la paciencia o, si lo prefieren, con la lentitud. Y por el espacio: con el rigor minucioso de no dejar por explorar ninguna zona. Como los dioses en ciertos mitos del origen, los gusanos conocen comiendo; devoran como aprendizaje.

El peligro Nada es tan peligroso como haber cumplido con todas tus obligaciones del día y que sea todavía por la mañana, haber cumplido con todas tus obligaciones en la vida y que todavía no estés muerto. nl


08 en librerías

domingo 22 de Agosto de 2010

Visor

Novedades Fiódor M. Dostoievski

Ignacio Trejo Fuentes

Cuentos completos FCE/ Siruela México, 2010 519 pp.

La última carcajada IPN México, 2009 95 pp.

Con edición, prólogo y traducción de Bela Martinova, Cuentos completos nos ofrece otra cara de la obra del autor de Humillados y ofendidos, Crimen y castigo y Los hermanos Karamázov, entre otras novelas imprescindibles de la literatura universal. En su texto, Martinova anota que Dostoievsky también incursionó en el periodismo y el ensayo y explica por qué fue condenado a trabajos forzados en Siberia. Acerca de los dieciocho cuentos reunidos en este libro, dice: “Aquí están presentes aspectos prácticamente desconocidos del autor ruso como es el humor, su fina ironía, el sarcasmo frente a la tragedia que tanto caracterizó sus novelas y que hasta el día de hoy sigue siendo la piedra angular del contenido artístico y filosófico de su narrativa”. En estos relatos, además, se encuentra la perenne preocupación fundamental de Dostoievski de explorar la complejidad del alma rusa.

¿De dónde surge la literatura de Ignacio Trejo Fuentes? Su mundo narrativo es brutal, siempre salpicado de un humor tan certero como despiadado. La última carcajada congrega varios de sus relatos más conocidos: “Gordo sabio”, “Partido en dos”, “El día definitivo” y “Besos del diablo”, entre otros. En todos ellos las ilusiones se desbaratan con pavorosa lentitud para hundir a sus protagonistas en la desesperación, para arrastrarlos a la muerte lenta de la soledad, del alcoholismo, del desamor. En “Gordo sabio”, por ejemplo, un tímido y obeso profesor universitario se enamora de una alumna hermosa, ella lo busca y anima a salir de su aislamiento, a romper su rutina; su amistad da lugar a las más diversas murmuraciones, pero ellos son felices y las ignoran. Mas ocurre un accidente, ella pierde “las dos piernas, un brazo y el habla” y el paraíso comienza a convertirse en un verdadero infierno.

Jorge F. Hernández

Carlos Sánchez

Un montón de piedras Secretaría de Cultura de Colima México, 2010 196 pp.

Aves de paso La cábula ediciones México, 2010 62 pp.

“Hay muy buenos malabaristas, increíbles tragafuegos, enanos disfrazados y payasos de encendidos maquillajes con pelucas multicolores. Hay un mago que saca un conejo de una bolsa de terciopelo y una paloma inmaculada de su vieja chistera. Hay merolicos, saltimbanquis y gimnastas de todas las edades. Los únicos que no vienen a cuento son lo que lavan parabrisas”, escribe Jorge F. Hernández en “El gran circo de la Ciudad de México”, uno de los cuentínimos con que cierra su antología Un montón de piedras, en la que reúne relatos publicados a partir de los años ochenta en revistas, suplementos culturales y libros. Entre ellos destaca “Un farol en la noche”, celebrado por Salvador Elizondo e incluido en la antología La puerta de los sustos (Ficticia, 2003), donde el narrador recuerda sus aventuras como novillero junto a cuatro amigos. Los cinco, dice: “Éramos los dueños del mundo”.

Charlotte Broad/ Claudia Lucotti (coordinadoras) La idea en busca de su abrigo Dirección de Literatura, UNAM México, 2009, 346 pp.

La idea en busca de su abrigo, ensayos sobre la obra de Virginia Woolf es una antología en la que trece especialistas se aproximan al trabajo de la escritora inglesa para tender puentes entre ella y sus lectores. Claudia Lucotti, Charlotte Broad, Alicia García Bergua, Sergio Fernández y Federico Patán son algunos de los participantes en este libro prologado por María Teresa Miaja de la Peña, quien explica el origen del mismo: una serie de conferencias dictadas con motivo de la inauguración de la Cátedra Extraordinaria dedicada a Woolf en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Las novelas, los ensayos, los diarios y epistolarios de la autora de Una habitación propia son motivo de reflexiones, de acercamientos que intentan responder viejas y nuevas interrogantes, entre ellas ésta: ¿Cuáles son las esferas de nuestras vidas como lectores en las que la obra de Woolf repercute?

La memoria está presente en cada una de las historias de este libro. También la tristeza, la melancolía de un narrador empeñado en hilvanar los recuerdos de antiguos amores con la música de Andrés Calamaro, de Silvio Rodríguez, con las notas del jazz. Reportero, fotógrafo, editor, Carlos Sánchez enseña cada vez más su oficio de escritor, la originalidad de quien avanza por el territorio minado de la tragedia sin caer en las trampas letales del melodrama. Linderos alucinados, señales versos, desierto danza y purobarrio son algunos de sus títulos, en ellos, como en los relatos de aves de paso, deja ver la fuerza, la intensidad de su escritura. El sexo, las drogas, las ausencias que horadan el alma, las imágenes que alientan los deseos, como la de esa adolescente montada en su bicicleta negra, con el pelo suelo y los zapatos blancos, son el eje de este libro del escritor sonorense.

Carlos Martínez Assad (coordinador) Saturnino Cedillo Océano México, 2010 174 pp.

El 11 de enero de 1939 el ejército mexicano mató a Saturnino Cedillo, quien encabezó la última rebelión armada del siglo XX en nuestro país. Durante ocho meses desafió sin esperanza al gobierno de Lázaro Cárdenas desde la sierra potosina, para terminar siendo considerado por la historia oficial como traidor. El libro El camino de la rebelión del general Saturnino Cedillo intenta explicar, a través de cuatro ensayos, las contradicciones de este personaje originario de Ciudad del Maíz, en San Luis Potosí, las mudanzas que lo llevaron a luchar primero a favor y luego en contra de Carranza, que se enfrentó a los cristeros y fue secretario de Agricultura de Ortiz Rubio y de Cárdenas, quien siempre le mostró escaso afecto. Con un buen despliegue fotográfico y la introducción de Friedrich Katz, este es un libro que trasciende con mucho la coyuntura del Centenario de la Revolución.

“Un huevo de porcelana llamado beca”

E.O Hoppé

A salto de línea Braulio Peralta braulioperalta@yahoo.com.mx

L

eo para olvidarme de lo que leo: muchos manuscritos, impublicables. Si la gente tuviera idea de las cosas que uno tiene que leer no daría crédito y compadecería a los editores: poemas que no son poemas, cuentos sin ton ni son, crónicas confundidas con el sabor a diario de egos subidos de tono, novelas sin trama ni sustento. Por eso dedico el fin de semana a un clásico de la literatura, para recuperarme. Normalmente, leo, o releo poesía o prosa. Releo los ensayos de Ezra Pound bajo el nombre de El arte de la poesía, gracias al recordatorio de un queridísimo amigo. En traducción de José Vázquez Amaral, aun no termino el libro y quisiera que no concluyera la lectura. Había olvidado las reglas del arte, todo: el que se dedica al teatro, la prosa y la poesía, la pintura misma. Libro de juventud, me rescata en mi edad otoñal (no me atrevo a hablar de madurez). Nos dice cómo “leer menos con mayor provecho”. Y de repente, aparece una cita que debí haber puesto en mi columna anterior sobre las becas del Estado. Sin pierde: “A partir de 1848 se observó, en Alemania, que algunas gentes pensaban. Se hacía necesario restringir esa peligrosa actividad; a los pensadores se les dio un huevo de porcelana llamado beca, y poco a poco se les incapacitó para la vida activa, o para cualquier contacto con la vida en general. La literatura era permitida como objeto de estudio. Y su estudio se estructuró de tal manera que la mente del estudiante se desviara de la literatura a la sandez”. Pound no para en esa idea. Describe la razón de los libros. Simple en su enseñar: “En la medida en que una obra es exacta, es decir, fiel a la conciencia humana y a la naturaleza del hombre, en la medida en que formula con exactitud el deseo, será duradera y será ‘útil’; quiero decir que mantiene la claridad y precisión del pensamiento, no sólo para el beneficio de

Ezra Pound, 1918

algunos diletantes… sino… fuera de los círculos literarios y en una existencia no literaria, en la vida general comunal e individual”. O se corrompe: “se torna fangosa e inexacta, excesiva e hinchada”. El poeta de los Cantares hace una disección cruel de por qué sólo algunos libros quedan en la historia de la humanidad. “Los inventores”, “los maestros”, son pocos; “los diluidores”, una variante más débil “que produce la mayor parte de lo que se escribe”. “Los que hacen una obra más o menos buena en el estilo más o menos bueno de un periodo. De ellos están llenas las deliciosas antologías, los cancioneros, y elegir entre ellos es cuestión de gustos”. Lo dice un clásico, no un humilde servidor que ha pretendido ejercer el papel de crítico, al que Pound recomienda: “si se quiere ser un buen crítico es menester indagarlo por cuenta propia… Sugiero mandar al diablo a cuanto crítico emplee términos generales vagos. No sólo a los que usan términos vagos por ser demasiado ignorantes para tener algo qué decir; sino también a los críticos que emplean términos vagos para ocultar lo que quieren decir, y a todos los críticos que emplean los términos tan vagamente que el lector puede creer que está de acuerdo con ellos o que asiente a sus afirmaciones cuando de hecho no es así”. Y la sentencia del poeta: “el arte de escribir versos ya no se puede entender claramente sin el estudio del arte de escribir en prosa… el arte serio de escribir ‘se pasó a la prosa’”.

Coda “La gran literatura es sencillamente idioma cargado de significado hasta el máximo de sus posibilidades”. De ahí mi propuesta de becar a un libro, no a un autor. nl


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.