La ciudad de la esperanza

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Gonzalo Hugo Vallejo Arcila III


Vallejo Arcila, Gonzalo Hugo Celular 3108300338 Página Web gonzalohvallejo.com e-mail: gonzalohugova@hotmail.com Digitalización Gráficas Olímpica (036)3210383 Autoedición, diseño, asesoría editorial Stefano Seidenari - Publiline Tel. 3008405550 e-mail: info@publiline.net Diagramación Stefano Seidenari - Publiline Tel. 3008405550 e-mail: info@publiline.net Fotografía e ilustraciones Stefano Seidenari - Publiline Tel. 3008405550 e-mail: info@publiline.net (Re) diseño de portada Stefano seidenari – Publiline Tel. 3008405550 e-mail: info@publiline.net Producción y Gerencia del proyecto Alex Sierra Barberi Gráficas Olímpica (036)3210383 Visión Estratégica Integral (Vei) Cra 8ª nro 23-09 oficina 1603 Edificio Cámara de Comercio Teléfono 3356743 e–mail visestint@hotmail.com Pereira, julio de 2010 ISBN Todos los derechos reservados conforme a la ley: 2010 Copyright Gonzalo Hugo Vallejo Arcila IV

Primera edición, 1000 ejemplares Impreso en Colombia Printed in Colombia Impresión: Gráficas Olímpica (036)3210383 Pereira (Risaralda).


Pereira, Colombia 2010 V


“Las ciudades simétricas y cuadriculadas, hospedan y modelan hombres y mujeres algorítmicos, formateados, sin sentido de identidad y pertenencia. Los nuevos paradigmas conductuales ciudadanos hologramizan, uniforman, estandarizan, alejan toda nota discordante, divergente o di-sensual; homologan conciencias, subsumen opiniones y condenan como altamente peligrosa toda manifestación conflictiva la cual es connatural al ser humano. Todo ello conduce a la mismidad, categoría heideggeriana que hace alusión a la entronización de tediosas e inerciales relaciones de dominación, allí donde lo único que se ha democratizado y distribuido equitativamente es el aburrimiento y la apatía y donde el urbanita ve cromatizado el ingente mundo de sus utopías en la frialdad grisácea, laberíntica y cementínea de la ciudad, lejos del asombro y el entusiasmo ensoñador que debería envolver el mágico transcurso citadino de los días y las horas”. Gonzalo Hugo Vallejo Arcila, “El sendero de las horas. Meditaciones para caminar por la ciudad”.

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A nuestros niños y niñas, ciudadanos de la esperanza, habitantes de nuestra ciudad – región, urbanitas que recibirán nuestro legado pletórico de civismo, democracia, solidaridad y ecoeficiencia

reconocimientos

Jaime Arias López Alberto Arias López Hernando Arcila Duque Jaime A. Cárdenas Uribe Fausto E. Huerta Gutiérrez Yesid Armando Rozo Forero Juan Carlos Reinales Agudelo

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agradecimientos

Stefano Seidenari Henry Arias Mejía Alex Sierra Barberi Alejandro Díaz Ruiz Orlando Giraldo Mejía Fernando Duque Varela Gustavo Orozco Restrepo Rubén Darío Barona Ruiz José Fernando Ospina Rivas Francisco Antonio Uribe Gómez Carlos Alberto Muñoz Echeverry

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LA CIUDAD DE LA ESPERANZA. TRAYECTOS ÉTICOS E IMAGINARIOS URBANOS ASPECTOS GENERALES CONTENIDO PRESENTACIÓN PREFACIO EXORDIO PROEMIO. COMUNICACIÓN, MEDIO AMBIENTE Y CIUDAD

INTRODUCCIÓN JUSTIFICACIÓN. LOS ALTARES DEL OLVIDO. EDUCACIÓN Y CIUDAD, ENTRE LA INDOLENCIA Y LA DESMEMORIA. CUADRO PROBLÉMICO CIUDADANO PROPÓSITOS ALEGORÍAS. LA CIUDAD DE LOS COLIBRÍES ACERCA DEL VALOR SOBRE LA ESPERANZA EXÉGESIS DE LA ESPERANZA SEMBLANZA. ROGELIO SALMONA. EL POETA DEL ESPACIO ILUSTRACIÓN I IX


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“En un mundo que está cambiando, es imperativo asumir la responsabilidad en lo que hemos denominado ‘la globalización de la solidaridad’. Esta responsabilidad muestra que es necesario tener en cuenta que compartimos una atmósfera, un medio ambiente y unos recursos comunes (Protocolo de Kioto. Foro Mundial de Río); que la economía globalizada exige compromisos comunes (justicia como equidad, comercio, trabajo, etc); que se requiere una legalidad internacional en relación con la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Corte Penal Internacional), dado que es necesario ir conformando una comunidad universal (ciudadanía cosmopolita, tolerancia y reconciliación, lucha contra la desigualdad entre los países). Si la globalización se asume desde un punto de vista ético, es decir, cooperativo, inclusivo, solidario, compartido y democrático, es posible un mundo mejor en el que las amenazas violentas se vayan reduciendo a medida que se reducen las inequidades”. Guillermo Hoyos Vásquez, Instituto de Estudios Sociales y Culturales PENSAR, Universidad Javeriana. “Los siglos XV y XVI son famosos por los viajes de descubrimiento que mostraron que el mundo es redondo. El siglo XVIII vivió las primeras proclamaciones de los derechos humanos universales. La conquista del espacio en el siglo XX hizo posible para un ser humano mirar nuestro planeta desde un punto de vista fuera de él, y verlo, literalmente como un mundo. Ahora el siglo XXI encara la tarea de desarrollar una forma conveniente de gobierno para este mundo singular. Se trata de un aterrador reto moral e intelectual que no podemos rehusar afrontar. El futuro del mundo depende de cuán bien sepamos acometerlo”. Peter Singer, profesor australiano. Centro para Valores Humanos, Universidad de Princeton. “Ética para vivir mejor” (“Ética de la globalización”). X

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presentaciÓn

El ser humano se articula con la naturaleza mediante un sistema cultural aprendido, reelaborado y transmitido a través del intercambio generacional, el diálogo de los saberes y/o las (re) negociaciones entre los agentes culturales. La cultura es la síntesis de la actividad social que interactúa con todo el mundo ecosistémico. Las altas concentraciones urbanas han convertido a las ciudades en el escenario por antonomasia de la actividad cultural y en el objeto de estudio de antropólogos, sociólogos, urbanistas y expertos ambientalistas, debido a la alta complejidad que conlleva, ser el mundo urbano un espacio de encuentro, circulación, producción y consumo cultural de los diferentes grupos sociales que la habitan. El cuadro problémico ambiental que hoy día vivimos, nos muestra un imbricado y deshumanizante sistema de relaciones económicas, sociales y culturales que entablan hombres y mujeres en torno a sus descontroladas prácticas productivas y al consumo frenético y compulsivo que caracteriza a un mundo signado por un capitalismo voraz y una mal entendida globalización. Las imágenes cruentas y desgarradoras del actual ecocidio (contaminación, depredación y múltiples violencias), interpelan, de una manera dramática, aún al transeúnte más desprevenido y reclaman de todos una actitud de cambio, una praxis más coherente y un mundo vivencial y testimonial más ecoeficiente y respetuoso de la naturaleza. La Corporación Autónoma Regional de Risaralda CARDER, consciente de la problemática ambiental de la región y preocupada por la calidad de vida de nuestros ciudadanos, promueve una cultura y una pedagogía del desarrollo sustentable, que busca, desde la educación ambiental, la cualificación organizacional, el fortalecimiento de las asociaciones comunitarias y las redes institucionales, la optimización de las relaciones sociedad civil-Estado, la socialización de las políticas ambientales a través de la implementación de planes, programas y proyectos, la entronización de un liderazgo transformacional, el uso de las tecnologías limpias, el impulso de las estrategias comunicacionales, la activación de los mecanismos de participación y un cambio en los estilos ciudadanos de vida. El ordenamiento constitucional y legal colombiano puso al servicio de XI


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la ciudadanía unos mecanismos claros y expeditos de participación diseñados para hacer uso del derecho a disfrutar de un ambiente sano, conservar áreas de especial importancia ecológica y a su vez, garantizar el derecho de la comunidad a conocer los procedimientos y las decisiones administrativas que puedan afectar su entorno ecológico y mejorar sus condiciones y su calidad de vida como habitantes del campo y la ciudad. De igual manera, nuestra normatividad amplía las posibilidades ciudadanas para acceder, sin restricción alguna, a todo tipo de información relacionado con la problemática ambiental y establecer así, formas y mecanismos para que las organizaciones sociales y sus líderes contribuyan a prevenir o a resolver sus contingencias y dificultades cotidianas. “La ciudad de la esperanza. Trayectos éticos e imaginarios urbanos”, una investigación hermenéutica llevada a cabo por el escritor y filósofo Gonzalo Hugo Vallejo Arcila, es una obra profunda, crítica, propositiva y predictiva sobre nuestro acontecer ciudadano. Aquí, de una manera prolija y versátil, el autor se adentra en el exuberante campo de la educación, la cultura y la comunicación ciudadanas para demostrar que es en el acto pedagógico donde podemos encontrar las señales que podrían orientar nuestros pasos hacia el descubrimiento de nuevas formas dialógicas y convivenciales que le darían orden y armonía a ese caótico devenir en el que subsume la ciudad contemporánea. Compartimos con el autor la búsqueda de la ciudad sostenible capaz de materializar y recrear a través de relaciones armónicas y consensuales, los imaginarios urbanos de sus habitantes: mejores condiciones de vida, prestación eficiente de servicios, reconocimiento y respeto desde la diversidad y la diferencia, participación democrática, salvaguarda de los principios, valores y derechos, seguridad y convivencia ciudadanas… una ciudad próspera, sustentable, solidaria, tolerante. Votos fervientes y sinceros por el éxito de esta experiencia de reflexión, acción y comunicación ciudadanas.

Alberto Arias Dávila Corporación Autónoma Regional de Risaralda Director general CARDER.

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prefacio

La Fundación “Génesis Tercer Milenio. Liderazgo en acción”, contempla en su Plan de Acción, además de fortalecer el hábito de la lectura y la cultura del libro a través de su campaña “Adopte un lector”, ampliar cada vez más su Portafolio Bibliográfico con el fin de socializar temas de interés social y educativo que preocupan a los diferentes miembros de las comunidades de la región, del país y de Latinoamérica, concitan su interés y comprometen a sus agentes y actores educativos y sociales. Nuestra Organización No Gubernamental promueve el debate sobre asuntos económicos, sociales, jurídicos, políticos y culturales que cuestionan y desafían a la sociedad civil y a sus gobernantes a buscar soluciones sinérgicas y proactivas que contribuyan a resolver las agudas y diversas problemáticas que embargan a nuestros pueblos sumidos en profundas debacles, ansiosos de equidad y justicia social y a sus líderes, baluartes de las libertades conquistadas y el respeto a los derechos históricamente logrados a través de sus movilizaciones reivindicativas. Uno de los puntos prioritarios en la agenda social y política del siglo XXI, es el de la participación ciudadana que releva la importancia del compromiso social de los miembros de nuestras comunidades en la búsqueda de respuestas, desde la acción-reflexión-participación, a los graves y conflictivos problemas que las aquejan. El crecimiento de nuestras ciudades, desproporcionado, vertiginoso e inusitado, está enmarcado dentro de un cuadro problémico que todos conocemos y que a diario nos interpela: hacinamiento, desplazamiento. marginalidad, exclusión, desempleo, miseria, desescolarización, insalubridad, violencia e inseguridad. Todos los que trabajamos al interior de nuestra Fundación, estamos convencidos de una realidad: las soluciones que se han venido planteando son errátiles, improvisadas y cortoplacistas y los diferentes planes, programas y proyectos de Desarrollo Humano que se han implementado en nuestras ciudades, regiones y países, han sido permeados y vulnerados por el asistencialismo, la cultura burocrática, la corrupción y la indolencia administrativa, males endémicos que han impactado el resquebrajado y macilento orden nacional y cuyas consecuencias negativas hoy día las podemos evidenciar en el miedo, el XIII


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escepticismo, la apatía y la anomia cívica de los habitantes de nuestros barrios, comunas y veredas. La obra del escritor y filósofo risaraldense Gonzalo Hugo Vallejo Arcila, atiende las angustias, los dilemas y las expectativas de los profesionales de las Ciencias Sociales y del comportamiento humano, de los politólogos y gestores culturales, de los gobernantes y gobernados, en torno al tema de ciudad y ciudadanía, todo ello condensado en su obra “La ciudad de la esperanza. Trayectos éticos e imaginarios urbanos”, profundo e interesante texto que, sin lugar a dudas, será una pieza indispensable en ese “rompecabezas” a través del cual se trata de estructurar un marco teórico y praxiológico sobre comunicación, cultura y liderazgo ciudadanos. La revaloración del papel del ciudadano y la ciudadanía, plasmada en la Constitución Política de 1991, constituye una genuina expresión del mandato que el pueblo confirió a la Asamblea Nacional Constituyente, institución emblemática de nuestra vocación democrática y a la cual tuve el honor de pertenecer, de propugnar por el fortalecimiento de los principios y valores propios de una organización política y de una democracia participativa y cuyo designio inequívoco fue viabilizado en la normatividad de la Carta Política que hoy rige los destinos de nuestra patria. Este profuso y cuidadoso trabajo sobre educación política y competencias ciudadanas, contribuirá, desde el ejercicio didáctico-pedagógico, a la formación de unos ciudadanos críticos y propositivos dispuestos a tomar decisiones y a dinamizar acciones y procesos sobre control político, moral y jurídico en lo referente a la administración del Estado, el cogobierno de nuestras ciudades y el respeto a los derechos personales y sociales de los ciudadanos, atribuciones imprescriptibles e inalienables consagradas en nuestra Carta Magna. Felicitaciones al autor.

Jaime Arias López Exconstituyente Director ejecutivo Fundación GTM Pereira, julio de 2010

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exordio

“Las últimas intervenciones normativas, viales, constructivas, los modelos urbanos, los de transito, etc., demuestran que la ciudad sigue siendo una masa maleable, no en beneficio de la población sino de monstruos urbanos y técnicos, de corralejas urbanas, de troncales, de puentes inútiles, de costosas infraestructuras que corresponden más a la mente alienada de vendedores de ilusiones y de tecnologías que, como los vendedores de armamentos, no tienen patria ni amor por la ciudad, ya sea porque la desconocen o porque no les interesa”. Rogelio Salmona, <poética del Espacio>, “Pensar la ciudad”. La ciudad nos interpela desde su realidad singular y emergente, desde la Ética y la estética del desorden que nos obliga a aceptar y replantear nuevos conceptos de belleza, armonía y valor muy lejanos a las quiméricas, idealistas y apócrifas visiones de la república platónica y la politeia aristotélica; de la Cívitas Dei de Agustín de Hipona y la Cívitas Solis de Tomás de Campanella donde reinaban piadosamente la sabiduría y el amor; de las islas de Utopus de Tomás Moro y la Nueva Atlántida de Francis Bacon, aburridas y bucólicas comunidades ahítas de sabiduría y felicidad; de las comunidades justas, solidarias e imposibles de Saint Simon, Owen, Fourier y Proudhon; de un mundo feliz intoxicado por la soma y el fordismo propuesto por Aldous Huxley o la teoría paranoica del Gran Hermano de George Orwell. Irrumpe en los nuevos tiempos, una ciudad viviente y sufriente; una urbe amnésica que ha embolatado su memoria urbana, ha olvidado su historia y extraviado su sentido de identidad, pertinencia y pertenencia; una ciudad planificada, racionalizada y regulada desde el anacronismo, la improvisación y la ramplonería, lejos de la cientificidad y el pragmatismo de los modernos postulados de la arquitectura y la ingeniería; una ciudad “imaginada”, artificiada, instrumentalizada, “objetivada”, legitimada a través del discurso neoliberal; una ciudad contrapuesta a la ciudad laberinto, a la urbe caótica, desarreglada y conflictiva que conocemos en y desde nuestra cotidianidad. XV


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Es necesario aceptar la ciudad como espacio socio-cultural fragmentado y desterritorializado, sin una memoria unitaria, unívoca y homogénea. Es necesario reconocerla como vía arteria por donde transitan “flujos diversos de memoria”; un escenario itinerante donde se representa la dramática o trágico-cómica trama de la condición humana a veces, henchida de dolor, angustia y desarraigo, otras, llena de esperanza y optimismo; esa enésima dimensión donde la pluralidad legitima el mundo de lo externo, marginal y periférico y obliga a la creación de nuevos paradigmas sobre planeación urbana, cultura ciudadana y participación comunitaria. “La ciudad ha estallado y en su implosión estalló el modelo que la había concebido -dice Jairo Montoya G, profesor de filosofía y lingüística de la Univesidad Nacional. La ciudad vivida, o dicho con más propiedad, las múltiples ciudades que deambulan por los espacios fisiográficos urbanos, es un artificio, un constructo humano que pone en sus marcas visibles la impronta de su continuo presente... La situación actual de la llamada “cultura citadina” ha vuelto a revivir el problema de la “memoria urbana”, con la esperanza de encontrar por esta vía, los principios de identidad y de coherencia que parecen haberse perdido en esta expansión “fragmentada” de la ciudad”. Debemos hablar de los múltiples encuentros de memorias que acontecen en la ciudad, un mundo cultural complejo, intrincado e imbricado, pletórico de identidades y diferencias, con su acervo experencial lleno de huellas y rutas, demarcaciones espacio-temporales por donde deambulan miles de memorias que se cruzan, se entrecruzan o se acercan, se reconocen o se distancian, se identifican o se diferencian. En sus registros sígnicos, en sus recorridos histórico-simbólicos, en sus lugares de encuentros recurrentes o fugaces, esas “tramas culturales” van configurando verdaderos nudos de memorias donde se articulan los puntos de encuentro y de intersección, de intercambio y de transacción entre sus habitantes. Allí confluyen memorias históricas e institucionales, memorias megasígnicas y micromemorias. Allí se encuentran esas memorias particulares de sus ciudadanos expresadas a través de sus en esas “repeticiones triviales de la existencia”. La ciudad es un fenómeno que se abre en muchas dimensiones y que actúa con múltiples interacciones tejidas por lo histórico-social y lo histórico-cultural. La ciudad la han definido como una “unidad socio – espacial” que sirve de soporte a la producción cultural, a la innovación y a XVI

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la actividad socio-económica de comunidades que comparten territorios, códigos y símbolos llenos de tradición y/o contemporaneidad. Esa urbe que en el día a día nos interpela, debe ser pensada desde la perspectiva de la complejidad; es un tejido de significaciones homogenizado y/o diferenciado; presenta contrastes a veces paradójicos donde se comparte el mundo alterativo de lo individual y lo colectivo signado por “la confluencia de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen el universo de lo urbano como creación”. Las administraciones locales y metropolitanas deben cumplir el nuevo rol de enfrentar el nuevo desafío de fortalecer la cohesión social y promover las actividades productivas en la ciudad; reconocimiento de nuevos actores urbanos con capacidad de acuerdo y decisión distintos a las autoridades. Acciones de reestructuración del espacio físico de la ciudad a través de intervenciones integrales; solución al déficit de vivienda, renovación urbana, recuperación de los centros históricos, acciones específicas sobre el paisaje y la ecología urbanos y generación de nuevas dinámicas en materia de movilidad y tráfico; impulso a una cultura cada vez más arraigada de cooperación entre los sectores público y privado en lo atinente a sus futuribles; consolidación de la planeación estratégica y los pactos colectivos de ciudad que buscan provocar un cambio en la ciudad. Consideramos que sí es posible actuar sobre la trama y la urdimbre que forman el tejido de lo urbano, con decisiones que involucren tanto la racionalidad y la emocionalidad de los agentes públicos y privados que conforman la gran comunidad urbana, para avanzar en la construcción de imaginarios de ciudad, más allá de la compleja normatividad urbana que, con frecuencia, es necesario subordinar o redefinir desde una perspectiva dialógica donde convivan dialécticamente el consenso y la divergencia; el fraternal y salvífico abrazo de mundos, yoes y saberes; el encuentro concitador de razones y emociones compartiendo los irredentos parajes ontológicos por donde transita la condición humana que a veces homologa y hegemoniza y otras tantas, diferencia, respeta, transforma y libera. La integración de la dimensión ambiental como nueva variable articuladora y estructurante del ordenamiento urbano, la capacitación del factor humano, el conocimiento de los mercados, el avance hacia nuevos productos y procesos, así como el equipamiento urbano necesario para facilitar la modernización de las actividades productivas y la atracción de las inversiones razonable y humanamente rentables, son algunos de XVII


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los retos que la ciudad deberá enfrentar para insertarse con imaginación y creatividad en la corriente humanista y globalizadora de los nuevos tiempos. “No basta con habitar la ciudad- afirma Fabio Giraldo (‘La ciudad: la política del ser’)-, con producir en ella, con disfrutarla; es necesario vivirla como un espacio colectivo donde el ciudadano actúa sobre la ciudad y ésta sobre el ciudadano, haciendo evidente la máxima griega sobre la polis: <La ciudad es la gente>”. Al vivencializar el espacio, se enriquecen las comunidades y los individuos, logrando que, tanto derechos como obligaciones, sean comprendidos y respetados por todos y cada uno de los habitantes urbanos. El ciudadano se construye en la participación política fundamentada en el destino de su comunidad citadina. Sin una participación en la vida pública no es posible construir la ciudadanía: el ciudadano debe, como pensaba Aristóteles, ser aquel que es capaz de gobernar y de ser gobernado”. Afirmamos con el autor, que un proyecto de ciudad debe tener como eje articulador la construcción de una ciudadanía consciente de sus derechos y obligaciones individuales y colectivas y con una accesibilidad plena a los medios culturales y materiales que le permitan ejercer unos y otros. En las profundidades del alma popular se deben generar actitudes frente a lo público que conduzcan a una ciudad que aún sigue siendo desconocida por sus habitantes. La nueva ciudad será esa dimensión espacio - temporal llena de futuros; percepciones, imaginarios y lugares deseados que se harán realidad cuando participemos todos (as) de un verdadero y auténtico proyecto de desarrollo humano local y regional; cuando lo urbano y el ser con sus idearios colectivos y desde su cotidianidad, lleven el armonioso ritmo en la danza ciudadana de la vida, el civismo y el amor. “Nuestros parabienes para los escritores, filósofos, líderes comunitarios, gestores culturales y todos aquellos que, de una manera u otra, están forjando los nuevos paradigmas e imaginarios sobre cultura urbana y educación ciudadana”. Israel Alberto Londoño Londoño Alcalde de la ciudad de Pereira.

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proemio comunicaciÓn, medio ambiente y ciudad

Se trata de hacer una relectura de las diferentes expresiones culturales, producto de la acción-participación intersubjetiva desde donde se desarrolla esta propuesta comunicacional y ambiental de ciudad, escenario por antonomasia donde conviven, las necesidades y los intereses sociales, los imaginarios éticos, ecológicos y políticos, el liderazgo cívico y la cultura urbana. La ciudad es en un organismo vivo alimentado por los imaginarios de cada uno de sus pobladores. ¿Cómo se construye la ciudad? ¿Quién establece cómo debe ser la ciudad que caminan y recorren sus ciudadanos? ¿Esta es la ciudad que quieren? ¿Quiénes son los que demandan estos cambios? El proceso de construcción de ciudad se devela como una competencia de todos. Sabemos que la ciudad está articulada por la cultura y que ésta a su vez se crea y recrea a partir de un sistema de (re) significación permanente del cual hacen parte todos los habitantes de una región o comunidad poblacional. Cada habitante de la ciudad tiene una historia que contar y expresa en sus relatos, distintas formas de relación con todo aquello que evidencia una apropiación cultural visible. Es así, desde este contexto cómo se entiende la ciudad como un escenario de sentido. Entender la ciudad es entender las utopías y los idearios de quienes la habitan: sus formas diversas de vivir, sus necesidades, anhelos y sueños. Desde esta perspectiva comienza a verse la ciudad más allá de un plano cartesiano y de un mapa vial y arquitectónico, para entrar a comprender la realidad sociocultural de sus habitantes. El reto de los nuevos tiempos consiste en mejorar la relación hombrenaturaleza forjando a través de la educación y la cultura ciudadanas, una nueva conciencia ambiental en los habitantes de las ciudades donde se valoren todos los elementos ecosistémicos (bosques, cuencas, humedales) como parte fundamental del desarrollo urbano sostenible. Se busca así,

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generar una transformación en el comportamiento ciudadano donde se priorice el respeto por la naturaleza y se fortalezca, a su vez, de una manera integral, la gestión ambiental urbana. Si somos capaces de transmitir a las nuevas generaciones y a todos aquellos que toman decisiones, aspectos fundamentales de la praxis ecológica tales como la comprensión acerca de la función de los ecosistemas, el papel del ser humano como parte de la naturaleza, los eslabones propios de una cadena alimenticia, la evolución y conservación de la vida como elementos propios de la sostenibilidad planetaria, estaremos generando no sólo cambios actitudinales y culturales, sino además, contribuyendo a la conservación de nuestros hábitat naturales que están hoy día en permanente peligro. El concepto de educación para la sustentabilidad propuesto por Fritjof Capra (“Comprendiendo y vivenciando la Ecología”), implica “enseñar ecología en forma sistémica y multidisciplinaria, que la sustentabilidad no es propiedad individual sino propiedad de toda una red de relaciones. Esta es la lección profunda que necesitamos aprender de la naturaleza. La forma de sostener la vida es construir y nutrir la comunidad”. A partir de este nuevo paradigma, toman importancia conceptos tales como el respeto a la vida, la tolerancia y el trabajo en comunidad. Es necesario comprender que la preservación del ecosistema sólo lo lograremos a través de la cooperación y no a través de una competencia voraz. La comunicación es ese sistema imbricado de significaciones e intercambios simbólicos desde donde se (re) crea la cultura. Desde allí, los habitantes abordan su ciudad a partir de su historicidad, su visión, sus intereses y necesidades, sus variadas formas de interactuar y resignificarse, todo ello desde el exuberante mundo de sus imaginarios. La ciudad es un gran texto de interrogantes, expuesto desde una óptica comunicacional, asumiendo la comunicación como un proceso de intercambio de sentidos entre sujetos que se relacionan entre sí y con su entorno. El Ciudadano es aquel sujeto visible en un contexto sociocultural que se relaciona de manera (in) consciente a partir de sus expresiones y relaciones existenciales y simbólicas. Esa relación cultural la va reconociendo a partir de sus recorridos de ciudad y se va legitimando a través de su producción de sentido en el seno de sus prácticas sociales. ¿Qué identifica y qué diferencia a los ciudadanos dentro de la urbe? Nos XX

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referimos a un sentido de identidad relacional y de pertenencia, a unas características y costumbres creadas y construidas en, desde y para un colectivo, dentro de un mismo territorio y con unos mínimos referentes históricos; dinámicas sociales y culturales que determinan y/o condicionan formas de actuar e interactuar, prácticas sociales y de producción cultural que están asociadas con el mundo vivencial y experencial signado por intereses y necesidades tanto individuales como grupales. La ciudad es un escenario lleno de vivencias asuntivas, alterativas, culturales y simbólicas donde se agencian unas percepciones y unos imaginarios de ciudad y de organización urbana que se intentan codificar, planear, socializar o imponer; sus transformaciones crean relaciones y dinámicas que son asumidas como procesos de comunicación entre los habitantes de la urbe. El estudio de este mundo fenoménico se estructura desde una perspectiva cultural, una realidad ecosistémica, un tejido emocional y social, resultado de las tramas y urdimbres intersubjetivas y urbanas. Esta propuesta de comunicación y ciudad plasmada en la obra del escritor y filósofo risaraldense Gonzalo Hugo Vallejo Arcila, “La ciudad de la esperanza, Trayectos éticos e imaginarios urbanos”, reúne intertrans-disciplinariamente, desde la perspectiva del diálogo de los saberes y la acción comunicativa, los diversos aportes de las disciplinas humanas y sociales: Historia, Filosofía, Antropología, Etnografía, Sociología, Ética, Hermenéutica, Pedagogía, Prospectiva y Política, en torno al estudio de los fenómenos sociales urbanos y la construcción de escenarios de ciudad y ciudadanía donde se crean espacios y se desarrollan prácticas de producción y formas de vivencialidad intersubjetiva, cultural y de interacción social. Francisco Antonio Uribe Gómez Jefe de Planeación CARDER

“Esta es la apuesta: pensar la ciudad y sus culturas desde la comunicación, entendida como los nuevos modos de estar juntos”. Jesús Martín Barbero. “Mediaciones urbanas y nuevos escenarios de comunicación”. XXI


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Los habitantes de la ciudad deben trascender de una manera receptiva, crítica, asuntiva, vivencial, asertiva, propositiva y creativa, todo ello propio del mundo pluridimensional de la inteligencia emocional ciudadana, a través de sus expresiones culturales y comunitarias, su trágica, compleja y muchas veces caótica realidad, colmada de pobreza, violencia, injusticia y desigualdad social. Deben aprovechar las bondades de su mundo urbano complejo y problémico, mestizo y multicultural. Comprender y valorar la ciudad es tratar de conciliar “respetuosamente” esa frondosa variedad de realidades y discursos, para buscar formas de coexistencia en medio de la diferencia y la diversidad, lejos del oprobio, la represión, la enajenación, el estupor, el miedo, la indiferencia y el olvido.

Esta propuesta de educación, convivencia, comunicación y cultura, es una exhortación a socializar experiencias personales y colectivas en torno a la constru- cción de nuevos escenarios ciudadanos y la remodelación arquitectónica y funcional de otros ya existentes, para el cotidiano ejercicio de la convivencia, la paz y la democracia en nuestra región. Se pretende viabilizar y efectivizar propuestas organizacionales y reivindicativas de sanación y justicia restaurativa que contengan y resuelvan la ola conflictiva y violenta que ha azotado por largo tiempo a nuestras ciudades y campos latinoamericanos.

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introducciÓn

“La ciudad es el espacio construido: continente, forma y símbolo del ámbito de la vivencia, de la creatividad, de la imaginación. Por ello es también por excelencia el campo donde se encuentran mancomunadamente el arte, la ciencia y la cultura: el individuo y su expresión colectiva”. Fernando Viviescas M. La formación ciudadana debe ser tutelada por valores universales tales como la tolerancia, el pluralismo, el respeto y la solidaridad, en un mundo que gira en torno a dos ejes fundamentales: la sociedad del conocimiento y la aldea <glocalizada>. El abigarrado escenario urbano es hoy el espacio para que desde la diversidad, la diferencia, la otredad, la alteridad, la interdisciplinariedad, la utopía y la tolerancia, se hable, se piense y se interactúe sobre esas diversas temáticas que abordan la bio– ciudad (síntesis de espacio y tiempo, naturaleza y cultura, individuo y colectividad, arte, ciencia y técnica, idea y valor), como categoría, esencia, lugar, sueño y/o corporeidad. Bienvenidos al mundo de las percepciones, las vivencias, las ideas, los juicios, las visiones y las actitudes sobre ese mundo lúdico, ético y onírico, ancho, ajeno y desconocido, hecho de racionalidad y poesía que llamamos ciudad, considerada por la antropología como la más grande obra de arte creada por el ser humano -con el lenguajey la máxima expresión para algunos de civilización, para otros, de barbarie y decadencia. La ciudad, a pesar de las contingencias y dificultades que entraña en muchos casos su crecimiento desordenado e impetuoso, se ha convertido en la más importante unidad socio-económica de producción y organización social, de interacción y vivencialidad cultural y de generación de ideas y conocimientos. XXIII


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En 1995, el Ministerio de Desarrollo en un documento “Ciudades y Ciudadanía”, propuso una definición de ciudad: “La ciudad es la unidad socio–espacial básica de soporte de la producción cultural, de la innovación social y de la actividad económica del mundo contemporáneo; no es un objeto simple, ni un artefacto, ni un bien manufacturado, es un organismo complejo”.En aquel foro fue presentada como una categoría de unidad, entendida ésta como “coherencia, articulación y armonía relativas, que coexiste y se reproduce en medio de la diversidad, de la complejidad, de la heterogeneidad, de la contradicción, del cambio y de la transformación permanente de cada uno de los elementos y del conjunto”. “La ciudad decían, al unísono, Darío Botero y Ricardo Sánchez (revista “Politeia”, nro 17), es fuente de interacción social. Es el lugar por excelencia de la política, del mundo de la necesidad y de la libertad, de la ciencia, el arte y la historia. También es el escenario de la vida cotidiana, del amor, del trabajo, de la creación. La ciudad es el motor de la civilización y el hogar de la justicia”. En estos tiempos de crisis cuando la ética de lo público se intersecciona con los valores morales individuales y se evidencian fenómenos tales como la manipulación del poder económico y político. Todo ello se expresa a través de la actuación de funcionarios corruptos y planificadores que objetivaron la ciudad y expulsaron los deseos y los sueños; corporaciones y ONGs comandadas por especuladores financieros de toda laya que feudalizaron la ciudad, convirtiéndola en fragmentos de heredad; siniestros arquitectos que proscribieron y satanizaron el centro y los parques, llenando la urbe de monstruos de cemento y de ladrillo donde quedó confinada la aparente privacidad del condómine y engañosamente rubricada la frase lapidaria cuyo argumento esquizoide sostiene que “el individuo está condenado a estar solo”… Ingenieros y políticos, mercachifles de ilusiones y tecnologías que expulsaron la ciudadanía y la palabra de las calles, convirtiendo a los seres citadinos en zombis, simples e indefensos transeúntes, víctimas de la alineación urbana y el afanoso estrés, dependientes de las luces pavlovianas de un semáforo y los estridentes pitos y sirenas de los automóviles. Para muchos no es desconocido el texto poético “Infancia perdida” de Paulo Bonfim: “En ninguna esquina de tu barrio/ encontrarás el domingo de tu infancia,/ poblada de pájaros y melodías./ Inútilmente recordarás/ la XXIV

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antigua sombra de los árboles de mango/ y los crepúsculos tranquilos/ del mundo que perdiste. Hoy eres un ser penetrado de ruidos/ y, alrededor de tu angustia,/ desfilan máquinas extrañas/ y la multitud de rostros que no conoces”. Hemos venido a complotar contra la apatía y el miedo y a ensanchar los espacios dialógicos e interactivos en los cuales el ciudadano desea reivindicar su derecho al reclamo, al disenso, la denuncia y al resarcimiento del daño cuando ve invadido el espacio público y vital; allí donde se desarrollan proyectos onerosos e inútiles y se construyen obras innecesarias y antiecológicas por administraciones indolentes e ignorantes, creadoras de entelequias urbanas; en esos parajes urbanos donde las calles y avenidas se convierten en el escenario ritual del desencuentro, la violencia y el desamor; en aquellos lugares donde ya no se hace uso de la ajenidad socializante y cotidiana que humaniza los seres y lugares, vivencializa el asombro y la novedad e intercambia bienes, deseos y sueños. Todavía escuchamos el diálogo mítico entre Dios y el hombre recogido en una de sus obras por Lin Yutang cuando aquél lo increpa al sostener éste, que la naturaleza no es bastante para él: “¡Presuntuoso! ¿De modo que este planeta no es bastante para ti? Te enviaré entonces al infierno donde no verás el paso de las nubes ni las flores de los árboles, ni escucharás el canto de los manantiales, y por siempre vivirás allí, hasta el fin de tus días”. Cuenta el escritor que entonces Dios lo envió a vivir en un apartamento de la ciudad. Necesitamos de un nuevo ejercicio de liderazgo ciudadano, esa actividad humana proactiva que consiste en movilizar sinérgicamente los recursos organizacionales de una ciudad con el fin de articular un programa de vida y de crecimiento colectivos en la perspectiva de solucionar los problemas a los que se enfrentan cotidianamente los habitantes citadinos: transporte digno, espacios lúdicos y recreativos, andenes arborizados y parques, rescate de ríos y quebradas, relevancia del paisaje eco–urbano, recuperación de la memoria pública, reconquista del centro, descontaminación visual y auditiva, civismo inmanente y heterónomo… son entre otras, propuestas asuntivas y a su vez, exigencias de una ciudadanía que tiene toda la autoridad moral y tributaria para el reclamo, la exigencia, la denuncia y la protesta.

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“Queremos compartir nuestros hallazgos con ustedes, forjadores también de propuestas alternativas con el fin de aportar a la riqueza de su trabajo, avanzar en la comprensión de las transformaciones culturales, potenciar las modalidades comunicativas y las prácticas pedagógicas que han creado para solucionar imaginativamente las dificultades que surgen en el cotidiano quehacer educativo. Nos interesa transitar conjuntamente este camino de investigación y acción comprometido con la construcción de un país que dé cabida a la diferencia, la equidad, la convivencia, la creatividad y la participación”. Departamento de Investigaciones y de Especialización en Comunicación – Educación de la Universidad Central, “Educadores y comunicadores comprometidos en sembrar sentido de vida”, 1988. “Un país que no sabe leer, hablar ni escribir es un país que no se puede comunicar, no puede hablar a los demás, y lo que es peor, ni hablarse a sí mismo. Pensar que la recepción pasiva de información e imágenes en la era electrónica puede suplir los valores de la lengua, es exponerse a una progresiva disminución de las facultades de pensar, criticar e imaginar, y la imaginación, después de todo, no es sólo la loca de la casa, sino la facultad que da forma a las percepciones inmediatas de los sentidos”. Carlos Fuentes, “Educar, tarea de todos”, 1999.

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justificaciÓn

los altares del olvido. educaciÓn y ciudad. entre la indolencia y la desmemoria

“Las grandes ciudades del continente que los gobiernos y los migrantes campesinos imaginaban hasta hace pocos años como avanzadas de nuestra modernización, son hoy los escenarios caóticos de mercados informales donde multitudes tratan de sobrevivir bajo formas arcaicas de explotación, o en las redes de la solidaridad o de la violencia”. Néstor García Canclini, “Consumidores y ciudadanos”. En los últimos años se han propuesto en el país dos Planes Decenales de Educación: uno presentado en febrero de 1996 por el MEN (“Plan Decenal de Educación 1996-2005. La Educación un Compromiso de Todos”) y el “Plan Decenal de Educación” 2006-2015”, documento en el cual quedarán plasmadas las políticas que se trazarán para el sector educativo en el inmediato futuro. Sin hacer caso omiso del mundo problémico y de los desafíos que encierra esta propuesta “en construcción”, nos referiremos a nuestra compleja realidad actual, basados en la adaptación de algunos documentos que salieron entre los años de 1994 y 2005 y que no han perdido su vigencia, textos que ayudamos a construir y que han servido insumo para la elaboración de dos Planes Decenales de Educación (“Diversidad Cultural y política. Una mirada desde los Derechos Humanos y la Escuela”, 1994; “Risaralda Educadora. Utopía y realidad”, 2000; “Educación y cambio social”, 2005). La conformación histórico-cultural de la región, a partir de la época Republicana, encierra una problemática compleja que no puede abordarse desde posturas reduccionistas y unilaterales. En ella se han hecho presentes las contradicciones que caracterizaron el proceso de configuración nacional, agudizado por los enfrentamientos regionales que asumieron las élites locales, enfrentadas de una manera cruenta y fratricida en una lucha enconada por el poder económico y la hegemonía política. Ese proceso mal llamado “de Unidad Nacional”, agenciaba XXVII


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posturas, muchas veces irreconciliables, entre centralistas y federalistas, expresión clara o velada de los enconados enfrentamientos por la tenencia de la tierra y la construcción legitimadora del poder terrateniente dentro de su propio territorio. Diversas influencias de índole económica y social, determinaron históricamente nuestra identidad cultural en medio de la diversidad étnica y social. La región ha sido a lo largo del siglo XX y XXI, un exuberante escenario de tránsito y punto de encuentro vial, intercultural y étnico, sometido a ciertas especificidades propias de las regiones que circunvalan al Eje Cafetero y que las tipifican. Las migraciones permanentes y su dinámica demográfica, son consecuencia del estado de violencia y desplazamiento que afecta a los pobladores de diversas zonas del país y que han contribuido a la formación de zonas urbanas amorfas, sin planeación alguna, con barrios que son, a final de cuentas, guetos, cinturones de miseria visibles o disfrazados. Ese proceso de urbanización vertiginoso y desbordante, ha permitido detectar un importante avance de formas culturales modernas que conviven al lado de otras premodernas, haciendo de los centros urbanos, complejos culturales heterogéneos, etnocéntricos, excluyentes y conflictivos. Se cuenta con un alto índice en materia de cubrimiento en servicios públicos básicos y una economía que va más allá de la producción cafetera y que abarca otros sectores y ramas de la economía. Sin embargo, en contraste, existen áreas poblacionales con niveles preocupantes de pobreza crónica y una problemática social muchas veces inadvertida, o intencionalmente desconocida, como es el caso del drama que viven la población indígena Embera-Chamí y la afrodescendiente. Los altos flujos migratorios hacia la región y que arrojan una población flotante considerable, han traído de manera consecuencial, oleadas migratorias estacionarias que generan fenómenos delincuenciales difíciles de controlar y erradicar y que se hacen más agudos en algunas épocas del año. Las presiones sobre la tierra y sobre los espacios públicos urbanos son factores que presentan ciclos de flujo y de reflujo conflictivos. Los altos índices de desempleo y “una prosperidad a debe”, se conjugan, de manera contradictoria, con las altas expectativas de bienestar personal que caracterizan a sus pobladores. La crisis cafetera, el estancamiento económico, la desindustrialización, el auge de un comercio desbordante, irracional y foráneo, junto a otro informal, casi menesteroso; el desempleo rural y urbano, el subempleo y el empleo disfrazado, consecuencia de la esclerosis productiva de diversos sectores de la economía; el consabido éxodo, la hambruna generalizada; las relaciones socio-económicas determinadas por una mala e injusta distribución del ingreso; el bajo poder adquisitivo de la moneda; la circulación de capitales pertenecientes a la denomina XXVIII

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economía subterránea, han colocado esta zona al borde de una crisis sin precedentes en la historia. Sin embargo, y de una manera paradójica, este territorio es considerado como una de las regiones con mejor calidad de vida, pero al mismo tiempo como una de las más violentas y conflictivas. Tenemos una de las tasas más altas en criminalidad, homicidios y hurtos (tercera en el país), al lado de uno de los índices más marcados en materia de desempleo, pobreza, hambre y miseria. Se trata de una violencia difusa, delincuencial y cotidiana cuyas raíces son más complejas que la de algunas regiones que asumen las mismas características estructurales. El problema de cómo enfrentar esos factores delincuenciales que desbordan el control de los organismos de seguridad, ha configurado una aceptación tácita o expresa de prácticas de justicia privada, aparición de pandillas, milicianos, grupos paramilitares y hordas criminales al margen de la ley que han tenido manifestaciones preocupantes y que remiten a la necesidad de fortalecer el Estado de Derecho, tanto desde el punto de vista jurídico como coercitivo. Estas prácticas, comprometen, igualmente, a los organismos de seguridad y a grupos privados, desesperados por la magnitud del problema. Las organizaciones delictivas “menores” que actúan como redes de trata de blancas, de prostitución, distribución de droga, robos de carros y las organizaciones “mayores” que operan como poderosas redes del narcotráfico, han intentado encontrar en la región un terreno abonado para sus acciones. La presencia del narcotráfico, por ejemplo, ha recrudecido la violencia y su colindancia con la sicarización, fenómenos que en su constitución, brindan por la “vía fácil”, la satisfacción de necesidades económicas, la resolución “extralegal” de conflictos entre los ciudadanos, entrando a reforzar el ejercicio de una “justicia privada”. Una característica secular nuestra ha sido que los procesos de modernización no han estado regidos por unos códigos legitimadores de lo ético y lo moral y legalizadores, a su vez, de la normatividad, lo que implica la inexistencia de factores culturales organizacionales y convivenciales, afirmadores y sustanciadores de una democracia participativa más allá de los intereses instrumentalizadores e individualistas. Los espacios culturales, políticos, artísticos y lúdicos se han visto restringidos por las prioridades de un desarrollo económico mercantil que relega al individuo a ser simplemente un instrumento ideológico de una realidad pragmática sometida a los vaivenes caprichosos de un crecimiento económico voraz e irracional y la entronización de prácticas clientelistas y politiqueras con sus secuelas de asistencialismo, corrupción y manzanillismo. Es preciso encontrar los elementos que la tradición y los códigos de la modernidad aportan con miras a reedificar un pacto social de XXIX


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convivencia inserto en un proyecto ético-cultural. Ese pacto debe proscribir o por lo menos conjurar, entre muchas cosas, el culto al dinero fácil, el agenciamiento de las múltiples violencias, la incomunicación intergeneracional, las diversas formas de intolerancia y exclusión, la resolución ilegal del conflicto, la presencia de una justicia privada. Se registra, con preocupación, la violación de los derechos humanos en los espacios escolar, (intra) familiar y social. La intolerancia política y civil, el extrañamiento, unido todo esto a una actitud indolente y cómplice por parte de los organismos de seguridad del Estado, han cobrado un gran número de vidas y han hecho que el panorama social se vuelva aún más turbio y abrumador. Los barrios populares se ven amenazados por la presencia de la criminalidad en sus calles, que las han convertido en campos de tiro de bandas juveniles, unido todo esto al incremento de la drogadicción, el alto índice de prostitución a través de sus diversas formas de ejercicio: infantil, femenina y masculina. La irrupción de la violencia urbana forma parte de los asomos de la quiebra de esa solidaridad ancestral que históricamente mostrábamos con orgullo y que hoy nos inquieta a todos. La ciudad atraviesa por una etapa de transición generada por factores estructurales propios de su crecimiento económico, urbanístico y demográfico, ligados a otros de carácter sociológico y antropológico y que se entrelazan de una manera compleja con expectativas, imaginarios y realizaciones, enmarcado todo ello, dentro de una realidad de muerte, desesperanza, exclusión y desarraigo. No hay espacios de reflexión, debate y construcción de un discurso pedagógico que se haga desde la escuela y la cotidianidad, como una respuesta a los retos y exigencias que las condiciones socio-culturales y políticas le imponen a la misma. No se analiza ni se discute el papel reproductor de la escuela como generadora también de relaciones de poder, violencia y alienación. Allí se han desvirtuado valores fundamentales tales como la libertad, la responsabilidad, la criticidad, la convivencia y la solidaridad. Se ha encubierto el verdadero sentido y rigor del conflicto y la problemática social vigentes. No hay una lectura crítica y creativa sobre la responsabilidad social de los agentes educativos y el papel transformador de la escuela. No se ha generado un acto de auto-reflexión sobre nuestras potencialidades como agentes educativos y actores sociales, posibilitantes de una recuperación de espacios de argumentación y de confrontación racional, de búsqueda de mecanismos donde se recupere la palabra y se entable el diálogo desde la cotidianidad y la alteridad pedagógicas, desde la (inter) trans-disciplinariedad, la interculturalidad y la sabiduría dialógica y generacional, desaprendiendo, desnormatizando la dimensión ética del mundo deontológico que le ha castrado a la vida diaria su papel XXX

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multifacético y polidimensional. La escuela debe convertirse en un espacio, no para la especulación y las definiciones en abstracto, sino para la experimentación axiológica y epistemológica donde se reactualicen y se revitalicen valores tales como el respeto, la honradez, la integridad, la participación, el trabajo, la solidaridad y la democracia. La escuela está en mora de convertirse en un escenario de participación democrática, congruente con la mentalidad y las expectativas de las nuevas generaciones. El desencuentro generacional ha afianzado el autoritarismo del maestro (a) con las monsergas propias de su cátedra magistral; la falta de compromiso, la resistencia al cambio, agudizado todo ello por otros fenómenos que hacen parte de la crisis nacional y estructural del sistema educativo… La ausencia de una práctica reflexiva sobre la función social, cultural y pedagógica del maestro; la inexistencia de una cultura organizacional y del liderazgo por parte de los agentes educativos; la improvisación y la ramplonería en los procesos de planificación y administración escolar; la ruptura dialógica y valórica entre familia y escuela; la ausencia de elementos identificadores y pertinentes que nos hagan suponer la existencia de una comunidad educativa actuante, convocante, concitadora, consensual, conviviente con la divergencia y la otredad. La crisis del sistema educativo se manifiesta en un espacio curricular que no se pregunta qué tipo de sujeto cognoscente y valórico debemos formar y dentro de qué contexto. Esta crisis se expresa en el espacio convivencial que sigue reproduciendo unas relaciones de poder jerárquicas y autoritarias las cuales se viabilizan en la relación profesor-alumno y en la normatividad propia de los reglamentos escolares. Se visualiza, además, en el espacio de la criticidad, la creatividad y la comunicación que hacen que la vida académica se convierta en una rutina monótona y un horizonte unidimensional que no se compagina con el advenimiento de una mentalidad, cuando menos postmoderna. Todo ello se manifiesta en la interrelación con un entorno eco-sociosistémico que se subvalora, desconociéndose de esta manera, la riqueza cultural y diversa que éste puede aportar a la propia escuela; se representa en el aprendizaje ético y moral que debería conducir a la formación de sujetos autónomos y responsables, de líderes juveniles comprometidos y fecundos, de una niñez vivaz e inquieta que debería estar disfrutando de este presente histórico y que penosamente se ha convertido en un mundo ininteligible que incomoda y aterroriza al maestro. La evaluación al igual que otros eventos propios de la vida escolar, deben convertirse en una valoración integral, dialógica y articulada donde los logros y progresos generados conviven con las limitaciones y necesidades que le dan sentido al proceso de la enseñabilidad. La evaluación tiene que dejar de ser un momento donde se mide la capacidad repetitiva XXXI


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y memorística de aquél, su habilidad y destreza, a través de instrumentos contables, mentirosos y fríos. Desde ese espacio cuantificador y calculador no se puede valorar la capacidad de apropiación emocional y cognitiva del conocimiento por parte del estudiante y el profesor, sujetos coevaluantes, y las maneras de incorporación a su proyecto asuntivo, óntico y ontológico de vida. Dentro de una concepción más amplia, es necesario dotar a la educación y a sus agentes de elementos que coadyuven al cumplimiento de unas metas alusivas (no elusivas); a la construcción de un proyecto ético-cultural que tenga como punto de partida el aprendizaje básico en las cuestiones fundamentales sobre ciencia y tecnología; un proyecto que iría acompañado de las destrezas necesarias para interpretar los códigos, mensajes y contenidos propios de los medios de comunicación, elementos necesarios y pertinentes para comprender nuestro entorno cultural y adquirir así, la capacidad, dentro del mundo ilimitado, disímil e incierto del aprendizaje, para vivir en comunidad. Debemos pues, combatir el fetichismo y el objetivismo axiológicos, donde los valores son un fin y no un medio, donde el individuo se pone al servicio de los valores y no los valores al servicio del individuo. Los cuadros valóricos se han convertido en esquemas normativistas, surgiendo así, códigos moralistas que han reglamentado rígidamente al establecimiento educativo. Los valores están hechos para recrear la realidad, para dinamizar los procesos intelectivos, afectivos, emocionales y no para esclerotizar el proceso de la enseñanza aprendizaje. El pensador mexicano Carlos Fuentes (“Educar tarea de todos”), afirmaba que debíamos brindar a los jóvenes, hombres y mujeres latinoamericanos, a los ciudadanos del siglo XXI, ese impulso recóndito que los llevará a expresar y ejercer ese poderoso sentimiento valórico de su dignidad personal, de las capacidades que pueden desarrollar, de su fuerza para sobrevivir, de su inteligencia para tomar y asumir decisiones propias llenas de asertividad y valentía. Todo, desde luego, comenzando en el hogar y continuando a lo largo de la vida, pero también forjado en el corazón mismo de la escuela donde se forman maestros, estudiantes y padres de familia, ciudadanos para la democracia y “para un mundo no impuesto a nosotros, sino hecho por nosotros, los latinoamericanos”.

“Las necesidades básicas de la educación en el Tercer Mundo se cubrirían con diez mil millones de dólares, suma igual al consumo de cosméticos en los Estados Unidos y al de helados en Europa. Un avión de combate para una fuerza aérea latinoamericana cuesta tanto como 80 millones de libros de texto escolares”. Carlos Fuentes,”Educar, tarea de todos”, 1999. XXXII

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cuadro problÉmico ciudadano

Inexistencia de estudios poblacionales desagregados por sexo, edad, etnia y otras variables. No existen estudios serios sobre planeación en materia de reubicación poblacional.

Inexistencia de una cultura familiar y escolar sobre convivencia pacífica, violencia intrafamiliar, prácticas incestuosas, trata de blancas, prostitución infantil y proxenetismo.

Dificultades de acceso a la educación. No existen oportunidades ni estímulos para la formación y la capacitación técnica, tecnológica y/o profesional.

Inexistencia de una pedagogía sobre el desarrollo bio-psico-social, autoestima, crecimiento personal y respeto hacia sí mismo y hacia las demás.

Inexistencia de una educación basada en el concepto de convivencia ciudadana. Inaccesibilidad a una educación para una convivencia pacífica.

Ambientes “negativos y peligrosos” en la vida nocturna citadina.

Incremento en los índices de drogadicción, prostitución y delincuencia juvenil.

Normas que impiden a los organismos de control (política), ejecutar actividades referentes a la seguridad y la convivencia ciudadanas.

Discriminación social a grupos minoritarios y/o grupos vulnerables.

Discriminación a discapacitados, personas de la tercera edad.

Inadecuado uso del tiempo libre e inexistencia de una pedagogía de lo lúdico. Inexistencia de espacios para la expresión lúdica y artística.

Incremento de la población desplazada por la violencia. Crecimiento de los cinturones de miseria y de barrios marginales.

Inexistencia de investigaciones serias y confiables sobre nuevas tendencias en materia de imaginarios éticos y cultura urbana.

Inexistencia de una cultura de reflexiva, crítica y propositiva en materia XXXIII


la ciudad de la esperanza

de seguridad ciudadana y resolución de conflictos. •

Altos índices de desempleo en la ciudad. Crecimiento del mercado informal, el empleo disfrazado y el subempleo.

Falta de compromiso regional y local para detener la impunidad. Falta de voluntad política e indolencia administrativa.

Aumento de los casos de violación e incesto. Existencia del maltrato infantil como patrón de crianza en la familia.

Falta de coordinación efectiva interinstitucional. Insuficiente personal en los organismos de seguridad del Estado

Presencia en barrios, comunas y veredas del fenómeno del narcotráfico, pandillismo, guerrilla y paramilitarismo.

Confusión en el uso de los conceptos de justicia social, justicia restaurativa, seguridad política y seguridad social.

Falta de estímulos para el sector empleador. Falta de compromiso del sector empresarial y gremial.

“Inversión” de valores morales en la población por influencia del narcotráfico, la guerrilla y/o el paramilitarismo.

Inadecuado uso y apropiación de la comunidad de los escenarios culturales, deportivos, lúdicos y recreativos.

Inexistencia de investigaciones sobre los procesos migratorios de la ciudad y sus implicaciones culturales.

Irrespeto de los ciudadanos por la normatividad legal. Inexistencia de una cultura de la legalidad.

Inexistencia de una cultura de paz y convivencia. Ausencia de una pedagogía de los Derechos Humanos.

Contrastes sociales extremos. Inequidad social y de género. Asistencialismo y paternalismo clientelista.

Carencia de investigaciones socioculturales que permitan conocer la ciudad desde varios enfoques.

Fetichización y/o demonización de la codependencia: drogadicción, alcoholismo y tabaquismo.

Ausencia de una democracia informativa que limita la participación y convivencia ciudadana.

Ausencia de una democracia informativa que limita la participación y XXXIV

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aspectos generales - contenido

convivencia ciudadana. •

Carencia de una cultura preventiva familiar, como base fundamental para una sociedad sana.

Falta de apropiación del espacio público de la ciudad como lugar de encuentro y/o referente simbólico.

Medidas institucionales permisivas en torno al uso y abuso en la utilización de los recursos naturales.

Falta de oportunidades para acceder jóvenes y adultos a los beneficios de la seguridad social.

Carencia de programas de educación ciudadana e insostenibilidad de los mismos.

Intolerancia. Falta de solidaridad ciudadana. Irrespeto por los valores entre ellos, el de la vida.

Falta de conocimiento ciudadano sobre los órganos del poder público, entre ellos el Judicial.

Ausencia de investigaciones sobre nuevos grupos etno-socio-culturales y flujos migratorios.

Programas de seguridad ciudadanos improvisados y no proactivos.

Ausencia de concertación interinstitucional y comunitaria en los procesos de acción cultural.

Ausencia de responsabilidad social y educativa de los medios masivos de comunicación.

Inexistencia de espacios y/o canales de comunicación entre Estado y Sociedad Civil.

Contrastes alarmantes en materia de competitividad, productividad y pobreza.

Falta de garantías gubernamentales para vincular al mercado laboral al desplazado.

Inexistencia de una educación ciudadana en materia de tránsito vehicular y peatonal.

Invasión del espacio público. Ausencia de respeto y protección del espacio público.

Aumento significativo de la indigencia. Formas abiertas o veladas de

reactivos,

faranduleros,

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la ciudad de la esperanza

limpieza social. •

Ausencia de alternativas de deporte, recreación y entretenimiento sano y gratuito.

Maniqueísmo (los buenos y los malos), etnocentrismo e intolerancia.

Desconocimiento ciudadana.

Falta de autoridad institucional. Desconfianza en las instituciones públicas.

Incoherencia en la actuación institucional deslegitimadora del Estado.

Ejecución de acciones policivas “pantalla” (policía de película).

de

experiencias

alternativas

sobre

seguridad

“Estas son algunas equivocaciones de nuestro ascendrado y maníaco - compulsivo urbanismo: el abandono del centro, la comercialización y el arrendamiento de las calles, la transgresión del espacio público, el irrespeto al peatón, un inhumano manejo del transporte público, la ausencia de una verdadera planeación urbana, la mentirosa participación comunitaria en las decisiones de ciudad, la falta de respeto por ecosistema citadino… Aún así, y a pesar de su mundo problémico, la ciudad sobrevivirá como un mal necesario. Contrario a lo que muchos creen, decía un semiólogo italiano, si las ciudades no existieran, habría que inventarlas”. Gonzalo Hugo Vallejo Arcila, “Diálogos urbanos. Comunicación, cultura y ciudad”.

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propÓsitos

La construcción de ciudad y ciudadanía en el siglo XXI, implica partir de la concepción de un hombre y una mujer integrales que deben afrontar sinérgica y proactivamente los desafíos que la vida citadina y cotidiana les impone. • Trabajar de manera praxiológica y desde diferentes fuentes de información y comunicación ciudadanas con el fin de plantear y resolver adecuadamente los problemas propios de los diversos campos de la vida urbana, tomando las decisiones pertinentes, sinérgicas y necesarias. • Afianzar los principios propios de una cultura compromisoria y actitudinal donde se releven los valores, creencias y saberes, como condiciones necesarias para el eficaz aprovechamiento de la vida ciudadana por medio del desarrollo personal. • Fomentar una educación del tacto y la corporeidad para afianzar hábitos de cuidado y salud corporales e incorporar la práctica del deporte y la recreación, para favorecer el desarrollo integral del ciudadano tanto en lo personal como en lo social. • Descubrir las grandes potencialidades de la inteligencia emocional y el desarrollo de las competencias ciudadanas para el mejoramiento del desarrollo bio-psico-social del ciudadano y de su capacidad de concienciación e integración comunitarias. • Comprender desde una perspectiva holística y pluralista, las realidades de la ciudad actual, sus antecedentes históricos, sus características más relevantes y los principales factores humanos y sociales que han contribuido en su evolución. • Adquirir elementos básicos formativos en el campo de la interacción y solidaridad, a través de un proceso de aprendizaje ciudadano, para reconocer e intercambiar decires, pensares y sentires sobre la realidad cotidiana que se vive en la ciudad. •

Consolidar una sensibilidad ciudadana y una conciencia cívica

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responsable inspirada en los valores democráticos y participativos de la sociedad civil haciendo énfasis en el conocimiento y la defensa de los derechos humanos. • Identificar y analizar las diversas prácticas culturales que realizan ciudadanos, comunidades y grupos sociales visibles en la ciudad, desde la perspectiva comprensiva y conceptual de comunicación, cultura y ciudad. • Respetar el patrimonio histórico, artístico y cultural de la ciudad, valorar la memoria colectiva, la diversidad y la identidad socio-cultural y desarrollar, a su vez, actitudes de respeto por la cultura propia y por la de los demás. • Contribuir activa y decididamente en la consolidación de una pedagogía basada en la crítica, la libertad, la creatividad y la sensibilidad artística como valores fundamentales para la formación del ciudadano del siglo XXI. • Fomentar el emprendimiento ciudadano desarrollando actitudes proactivas, críticas y creativas donde se incentive la innovación y la capacidad para planear, tomar decisiones y asumir responsabilidades. • Conocer y valorar de forma crítica la contribución de las ciencias sociales y la tecnología para la transformación de las condiciones de vida materiales, espirituales y eco-socio-sistémicas de los ciudadanos. • Desarrollar y consolidar hábitos de colaboración y disciplina como condición necesaria para una realización eficaz de las tareas ciudadanas y como medio para el desarrollo personal y colectivo. • Conocer y valorar el entorno social y cultural, desde una perspectiva ambientalista y ciudadana. Valorar y disfrutar del medio natural, contribuyendo a su conservación y mejoramiento. • Fomentar la cultura dialógica, crítica y propositiva de la participación ciudadana para mejorar aquellas situaciones en la que se vean afectados los derechos fundamentales de los ciudadanos. • Asumir deberes y ejercer derechos partiendo de los principios y valores del diálogo, respeto, la tolerancia y la solidaridad propios de una sociedad participativa y democrática. •

Desarrollar destrezas básicas en la utilización de bienes y servicios XXXVIII

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culturales en procura del bienestar y la adquisición de nuevos conocimientos sobre ciudad y ciudadanía. • Propugnar por una educación ciudadana integral y transdisciplinaria, sistémica y problémica que contribuya a la resolución de los conflictos y a la toma de decisiones. • Desarrollar las competencias comunicacionales para desarrollar programas sobre cultura urbana y proyectos de vida ciudadana, incluyentes y participativos. • Identificar, analizar, valorar y disfrutar los mensajes explícitos e implícitos que contiene la expresión de las distintas manifestaciones artísticas ciudadanas. • Comprender, asumir y evidenciar las dinámicas comunicativas que se comparten con quienes participan en los escenarios culturales de la ciudad. • Promover el trabajo en equipo valorando las perspectivas, experiencias y formas de pensar de los demás.

“La más importante competencia ciudadana es la integración del individuo a la familia y a la comunidad, en un proceso continuo de personalización, concienciación y socialización donde se ponga en juego la sensibilización, la convivencialidad y el afecto, todo ello, propio del desarrollo de su inteligencia emocional. En tiempos tan convulsos y dramáticos como los que hoy vivimos, no debemos renunciar a la esperanza, ese sentimiento valórico que nos permite levantarnos cada día, expectantes y ansiosos por ver hecha realidad la utopía de una sociedad y una región viviendo en un mundo próspero, digno y feliz”. Gonzalo Hugo Vallejo Arcila, “La Utopía pedagógica, Desafíos y esperanzas”.

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la ciudad de la esperanza

alegorÍa la ciudad de los colibrÍes

El colibrí es el ave más vistosa y bella de las selvas tropicales de nuestra América y, a su vez, la más emblemática y alegórica en nuestras ciudades latinoamericanas. En sus plumas aparecen conjugados todos los colores del arco iris en los matices más vivos que un artista pueda imaginarse. Vive desde Alaska hasta la Tierra de Fuego. Son los pájaros más pequeños y gráciles del mundo. Su peso llega a ser de dos gramos. Su población es abundante: 100 géneros, más de 300 especies. Vive en comunidades grandes pero se conserva independiente, además de ser un animal territorial. Su forma de volar es parecida a la de un insecto y se sostiene en un punto exacto del espacio gracias a la rápida vibración de sus alas. Cuando vuela, es muy difícil distinguirlas, y parece como si su cuerpo estuviera suspendido en el vacío, mientras recoge el néctar de las flores. Esta rápida vibración, provoca un ruido tipo susurro. La alta frecuencia de su aleteo (80 aletazos por segundo), le permite volar hacia atrás o de lado, o permanecer estáticos en el aire. Su peculiar forma de vuelo, semejante en ocasiones a la de un helicóptero, ha sido motivo de diversos estudios para tratar de conocer más ampliamente las leyes del equilibrio. Su vuelo aerodinámico se ha convertido para muchos semiólogos en una metáfora de la movilidad y la celeridad, dos connotaciones druckerianas de la ciudad como organizaciones vivas del siglo XXI. Además de su capacidad de desplazamiento a gran velocidad (114 kilómetros por hora) con sus alas, casi imperceptibles a la vista humana, cumple una función polinizadora muy útil al ecosistema. Este animalito representa el poliformismo y la diversidad: hay cientos de variedades (más de 450 especies) donde cada pico representa una especialización a un tipo determinado de flor que le permite al colibrí ocupar un nicho ecológico particular y respetable ante sus congéneres y, de esa manera, evitar la lucha con otras especies. El colibrí tiene las patas débiles y cortas. A pesar de su tamaño, tiene dos pares de costillas (8) más que los demás pájaros. Los colibríes son un ícono de la familiaridad y del orden matriarcal: la hembra, cuya población es más abundante que la del macho, ejerce su liderazgo sobre su pequeño grupo familiar que, a su vez, forma grandes comunidades XL

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que viven en los bosques de niebla constituyéndose en una forma de familia extensa donde se vive de manera solidaria y pacífica, vigilando y defendiendo su territorio de sus depredadores. La hembra construye un pequeño nido en forma de ponchera y el tamaño de una nuez, sobre una débil rama o una hoja, hecho de tela de araña, algodón, liquen o musgo; alimenta a sus hijos durante unas tres o cuatro semanas y va al nido, en este tiempo, hasta 140 veces al día para alimentar a sus crías. Algunos autores se han referido a “la estrategia del colibrí” aludiendo a esa capacidad para establecer vínculos, su movilidad pragmática para formar y “polinizar” nuevos mundos. Parafraseando a Francesco Morace en su libro del mismo nombre, desglosa un nuevo escenario global: un mundo donde ciudadanos y organizaciones (colibríes) y escenarios glocales (flores) son capaces de interactuar de manera creativa, innovadora y permanente. Siguiendo sus orientaciones, diríamos que aquellos ciudadanos a los que no les gusta el mundo urbano como está, corresponde la misión deontológica de imaginar uno distinto. El colibrí es un animal ágil, energético, gestor de la diversidad, creativo y cambiante. Exhortamos al colibrí a volar entre nosotros, conciudadanos del mundo. Lo invitamos a polinizar nuestras mentes con ideas creativas, sinérgicas, proactivas y solidarias que nos lleven a cambiar nuestra vida personal y organizacional. De un relato ancestral donde se narra una competencia entre el cóndor y el colibrí ante los ojos de Uiracocha y el pueblo incaico, el colibrí significó para esa cultura amerindia el aprovechamiento para sí de la fuerza a la que uno no puede oponerse; la astucia y la inteligencia reverenciadas por la fuerza y el poder; el vértigo y la pasión de lanzarse cada día a la aventura de vivir y trascender los desafíos cotidianos en medio de la apatía, el pesimismo y la anomía que impide a muchos asumirlos.

La iridiscencia del colibrí traza sus bellas pinceladas sobre el agreste y tedioso paisaje ciudadano. Su grandiosa y audaz pequeñez desafiando la grisácea monstruosidad del entorno y el asombroso poder de su vuelo sobre las dulces y ya escasas madreselvas, en los estrechos antejardines de los indolentes condominios, lo convierten en una de las aves más emblemáticas y en un vivo reclamo del bosque urbano.

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la ciudad de la esperanza

acerca del valor

“Nuestro trabajo no alcanza a transformar al mundo ni a la humanidad, pero nos induce a servir a valores sin los cuales es desesperante el mundo y el ser humano deja de ser respetable”. Mario Vargas Llosa, escritor peruano. Según Luis José González, valor es aquella cualidad que percibimos en los seres y que trae consigo una relación de sentido entre dichos seres y algún campo de su realización humana. Valor es una cualidad de posibilitación que el hombre percibe en algún ser. Adela Cortina afirma que los valores son cualidades que nos permiten acondicionar el mundo, hacerlo habitable. Valor es la convicción razonada de que algo es bueno o malo para llegar a ser más humanos. Entenderíamos como contravalor, todo aquello que nos dificulta para llegar a ser más personas y restáranos humanidad. La actitud es una disposición que debemos despertar para adquirir y asimilar un valor. Cuando esa actitud llega a ser fácil de ejecutar tenemos un hábito. Una norma sería la explicitación, a nivel colectivo, de un valor. Para Ángelo Papacchini el valor es un ideal humano que indica un deber ser, más que un ser; responde a necesidades humanas esenciales, pero en constante dinamismo; se modifica con el tiempo, alrededor de un núcleo básico sustancialmente constante. Estas son algunas definiciones, alocuciones y acepciones en torno al término valor: cualidad o conjunto de cualidades que hacen que una persona o cosa sea apreciada. Grado de utilidad o aptitud de las cosas, para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o deleite. Cualidad de las cosas, en virtud de la cual se da por poseerlas cierta suma de dinero u otra cosa equivalente. Alcance de la significación o importancia de una cosa, acción, palabra o frase. También lo definían como una cualidad del ánimo, que mueve a acometer resueltamente grandes empresas y arrostrar los peligros; valentía, osadía, atrevimiento, desvergüenza. Subsistencia y firmeza de algún acto. Fuerza, actividad, eficacia o capacidad de las cosas para producir sus efectos. Rédito, fruto o producto de una hacienda, estado o empleo. Conjunto de ideas y creencias propias de una sociedad, que condicionan el comportamiento humano individual y el sistema de normas sociales. En Filosofía se entiende por valor una entidad consistente en una cualidad atribuida a los objetos, en cuanto el sujeto reconoce en ellos algo XLII

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digno de atracción o de repulsión. Según la filosofía de los valores (iniciada por Lotze y difundida por Ch. von Ehrenfels, A. von Meinong, W. Windelband, H. Rickert, M. Scheler y N. Hartmann), el estudio del “ser” (ontología) no agota el campo de lo que se da, de lo que hay: la belleza, el bien, etc., que, aun sin ser propiamente seres, tampoco son meras ficciones, son valores. El valor requiere una realidad que lo sustente, posee un contenido que lo distingue de los otros valores; se presenta en polaridad (bien-mal, justiciainjusticia, etc.), admite unos grados de intensidad, se da dentro de una jerarquía y no es racional (incognoscible por la razón, sólo es aprensible por experiencia emotiva, personal y concreta). El problema de base ha sido si el valor es absoluto o relativo, independiente o dependiente del sujeto que lo aprecia.

“El verdadero ciudadano no es aquel que se preocupa por saber dentro de qué límites legales puede actuar, sino el que con el claro testimonio de su civismo, no teme ser evaluado por la historia, ni por las instituciones, ni por su gente y deposita su confianza y una esperanza de renovación permanente en las instituciones que más que juzgarlo o envilecerlo, protegen sus actuaciones cotidianas”. Gonzalo Hugo Vallejo Arcila, “Liderazgo y poder ciudadano”. “Los valores representan el catálogo axiológico a partir del cual se deriva el sentido y la finalidad de las demás normas del ordenamiento institucional, tengan consagración explícita o no; lo importante es que sobre ellos se construya el fundamento y la finalidad de la organización institucional. Los valores establecen fines a los cuales se quiere llegar. Los valores se deben mirar como un conjunto de propósitos a través de los cuales se deben mirar las relaciones entre los gobernantes y los gobernados, para que dentro de las limitaciones propias de una sociedad en proceso de consolidación, irradien todo el tramado institucional. Los valores expresan fines para el futuro; son la mira que jalona hacia el orden del mañana”. Sentencia de la Corte Constitucional T - 406 del 5 de junio de 1992 (Valores y Principios Constitucionales). “El problema de los valores morales o éticos solamente se plantea cuando los hombres intentan armonizar su necesidad de ser animales sociales con su necesidad de ser hombres libres. No hay valores hasta el instante en que los hombres quieren satisfacer ambas necesidades”. Jacob Bronowski, científico polaco. “Trata de no perder jamás tu valor moral, pues tu vida depende de esa gran fuerza del alma, que es tu mejor coraza”. Víctor Hugo, escritor francés. XLIII


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sobre la esperanza

“Al borde del abismo, siempre surge la esperanza. Ella es el aliento adicional de un pulmón exhausto; una cosa más para intentar cuando ya todo ha fallado; la vida que se levanta cuando el cansancio se cierne sobre todo empeño. Ésta es la base de la confianza en los momentos de desesperación; el incentivo para seguir adelante cuando los tiempos se han descoyuntado y los individuos han perdido la razón; la fuente de seguridad cuando los mundos chocan y los sueños se convierten en cenizas”. Howard Thurman, educador y líder religioso estadounidense. “… Señor:/ la jaula se ha vuelto pájaro/ y ha devorado mis esperanzas./ Señor:/ La jaula se ha vuelto pájaro./ ¿Qué haré con el miedo?”. Alejandra Pizarnik, poetisa surrealista argentina. Vivimos un momento de la historia colmado de incertidumbres. No sólo no sabemos lo que podrá pasar en cualquier momento sino, lo peor de todo, hemos perdido la esperanza de que mejoren las cosas. Medios de comunicación irrelevantes, mórbidos y morbosos, modas insulsas sólo llenas de fatuidad y anorexia; asesinatos, suicidio, todo un panorama de desolación y muerte; corrupción, narcotráfico, guerrilla, paramilitarismo, todo un espectáculo sombrío y sobrecogedor que al verlo, desde el prisma de nuestra cotidianidad vacía y sin sentido, terminamos creyendo que estamos atrapados inexorablemente en un hórrido mundo del cual no hay afueras ni soluciones, una esperanza de cambio y renovación personal y social. Saber adaptarse a las circunstancias es una virtud, pero hacerlo por inercia, anomia y conformismo, no sólo es un defecto, es un crimen de lesa humanidad. ¡Hay que saber a qué nos adaptamos! Esperanza es no adaptarse a las miserias humanas. Significa esforzarse por creer que en esencia, el ser humano es eso: humanidad, valores, principios sin negar también su mundo contingente, ambivalente y contradictorio. Algo sucedió en el camino cuando perdimos el contacto con lo mejor de nosotros y de los demás. Es como si hubiéramos perdido nuestra identidad real y estuviéramos actuando bajo los paradigmas de una identidad pobre y mediocre. Al actuar bajo esa percepción de nosotros mismos, no damos lo mejor de nosotros mismos y creemos que todas las personas hacen lo mismo. ¡Tenemos que hacer algo! Y eso es ahora. XLIV

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El mundo pide -diríamos que exige- esperanza, semillas que podemos, debemos y tenemos que sembrar nosotros. ¿Cómo? Haciendo que nuestras acciones reflejen esas cualidades. Cada vez que hacemos las cosas basados en criterios valóricos, cada vez que honramos nuestras palabras, cada vez que ayudamos a alguien, cada vez que contribuimos a forjar destinos, horizontes de sentido para nuestros conciudadanos, todo ello trae una vez más la esperanza a nuestra pluridimensionalidad interpersonal. Estamos sumidos en la aridez, indiferentes y sin esperanzas porque hemos sido engañados, excluidos, rechazados y es solamente a través de nuestra actuación sin claudicaciones humillantes cómo podremos devolver esperanza a nuestras vidas y a las de los demás. Recuperar la esperanza es un trabajo de todos nosotros y comienza por hacer que nuestra conducta se vea afectada y/o imbricada con relativa intensidad, por unos cuantos valores tales como el amor, el servicio, el respeto, la integridad, la honestidad, la humanidad, la cooperación, la tolerancia, la dignidad. El lenguaje de la “victimización” es el verdadero victimario, el gran aniquilador de las mentes y los espíritus. Afirmar que nuestra vida está gobernada no por nuestras propias acciones, sino por las leyes del mercado, las dinámicas ciudadanas, los flujos o reflujos migratorios, las fuerzas políticas, los presupuestos gubernamentales, u otros factores misteriosos, exógenos y malignos que están más allá de nuestro control, es infundirnos negativismo, resignación, apatía, pasividad y desesperanza. Asistimos a la llegada del nuevo hombre y la nueva mujer, llenos de fe y esperanza en el mañana que se forja desde un presente histórico y se llena con una capacidad de amor por una causa, por una gente y una voluntad inquebrantables de servicio. No se conoce un poder más fuerte que éste. Estos hombres y mujeres se aman a sí mismos, prodigan amor a su familia, ayudan a sus conciudadanos, atienden de la mejor manera a sus clientes, valoran sus amigos, aman al mundo y son un campo de infinitas posibilidades; disfrutan y comparten su trabajo; crean y reconocen la demanda de ese servicio para el cual se han preparado; generan un cambio que se inicia en su propia conciencia y prosigue en su entorno familiar para luego trascender el ámbito social y el mundo empresarial. Desde allí se convierten en una fuente inagotable de testimonios experenciales y encuentran siempre posibilidades insospechadas para crear nuevas realidades. Frente al pesimismo y la frustración que hoy nos acongojan, hombres y mujeres, sin distingos de raza, clase social o condición, levantamos nuestra frente y la voz esperanzada, convencidos (as) de que los nuevos tiempos traerán propósitos y realizaciones de bienestar humano, comunicación, convivencia, tolerancia y solidaridad. Convencidos (as) también del “valor de las pequeñas cosas” y de que la utopía de la paz no es un imposible categórico, invitamos a todos (as) los que nos escuchan a compartir este imaginario de vida personal, XLV


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ciudadana y comunitaria, y emplazando a su vez, a los escépticos (as) para que nos señalen alguna de esta propuestas como desatinada, impertinente y/o imposible. La esperanza es una dimensión de la existencia humana. Por supuesto, también se puede vivir sin esta dimensión, pero la vida sin esperanza es una vida vacía, aburrida y sin sentido. No podemos imaginarnos viviendo y luchando por algo sin tener esperanza alguna. Uno de cada 20 colombianos mayores de 18 años ha intentado suicidarse al menos una vez. La ansiedad expresa el choque entre la ilusión que se persigue y la realidad que la obstaculiza, en tanto que la depresión es la máxima expresión de la tristeza, el desarraigo, el desafecto, el abandono de la esperanza. La esperanza se refiere a la capacidad de percibir que todo lo que hay en el mundo está sujeto a un estado de mejoramiento continuo y que, por tanto, a pesar de que en determinados momentos el proceso se manifieste desde el caos, la entropía, la confusión o incluso el dolor, el resultado último siempre se dirige hacia la plenitud y el crecimiento personal y comunitario Sembraremos esperanza para que reine la paz entre hombres y mujeres y terminen el temor y la desconfianza. Para que los niños puedan ser felices y cesen las angustias y el dolor. Para que los jóvenes amen y perdonen y no haya más odio ni rencor. Sembraremos esperanza para que los seres humanos evitemos las guerras, pueda reverdecer la tierra, crecer el trigo y nuestros frutos tropicales… florecer la bondad. Para que las comunidades caminen unidas aún desde la divergencia y la diversidad, siempre buscando a su paso, día a día, hombro a hombro, la convivencia fraterna. Para que en nuestras ciudades reine la alegría... sembremos esperanza.

“Se podrá llegar a vivir en una sociedad regida por la tolerancia, el pluralismo y felizmente condenada al progreso. Siendo inconmensurables los beneficios de la paz, uno de sus frutos más tangibles es la confirmación del derecho a la Vida. Ninguna guerra o ninguna dictadura pueden conculcar el ‘Derecho a la Esperanza’ cuyo núcleo es el derecho a soñar con un país al cual, finalmente, siempre acabe por llegar la primavera”. Nicanor Restrepo Santamaría. “Derecho a la esperanza”. XLVI

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exÉgesis de la esperanza

Hacia la primavera del año 334, Alejandro Magno, un joven de 24 años, se disponía a invadir Asia a la cabeza de un formidable ejército. Como si hubiese tenido ya los grandes tesoros que soñaba alcanzar en la expedición, distribuyó entre sus amigos y capitanes cuanto poseía. “Príncipe –le preguntó Pérdicas- ¿Qué os reserváis?”. Sin dudarlo, Alejandro respondió. “La esperanza”. “Nos definimos como un conjunto de ciudadanos desarmados los cuales bajo ninguna circunstancia estamos dispuestos a entrar bajo la dinámica de la guerra. Esto puede constituirse en el eje central de una propuesta de pedagogía ciudadana que busque restar efecto a la pedagogía del miedo impulsada por los violentos. Esta figura de ciudadanos desarmados, con su riqueza ética y su fragilidad ante la sevicia de las armas, puede constituirse en símbolo identificador de muchos colombianos deseosos de encontrar una forma de expresar sus sentimientos en el espacio político sin caer en discursos guerreristas y totalitarios que esconden hábilmente la semilla de la intolerancia”. Luis Carlos Restrepo, psiquiatra colombiano. “Todo parece haber llegado a su final. Nada nos conforta, nada nos alienta. La resignación pasa a ser nuestra única alternativa; entregamos nuestro valor a cambio de desesperanza; compramos de contado nuestro pasaje al país de lo imposible. Jamás, bajo ninguna circunstancia te dejes abatir por los fracasos pues estos serán pasajeros: el optimismo y tu propio esfuerzo podrán demostrártelo. Tu lucha ha ser ardua y decidida. Al final, verás que en la vida las pequeñas satisfacciones son más importantes que el más grande de los fracasos”. Ruby Acevedo Arias, escritora colombiana. “Hannah ¿me estás escuchando? Donde te encuentres, levanta los ojos!¡Ves, Hannah? ¡El sol va rompiendo las nubes que se dispersan! ¡Estamos saliendo de la penumbra hacia la luz! Vamos entrando en un mundonuevo, enun mundo mejor donde los hombres estarán sobre la codicia, el odio y la brutalidad. Levanta los ojos,Hanna! El alma del hombre ganó alas y al fin comienza a volar.Vuela tras XLVII


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el arco iris, tras la luz de la esperanza.¡Levanta los ojos, Hanna! ¡Levanta los ojos! ”. Charles Chaplin. “El Gran Dictador”. “Cuando la desesperanza por el mundo crece en mí y me despierto durante la noche con el más mínimo ruido, con miedo de lo que pueda ser de mi vida y la de mis hijos… voy a recostarme allí donde el pato del bosque descansa en su belleza sobre el agua y la gran garza se alimenta. Entro en la paz de las cosas salvajes que no cargan sus vidas con la aprehensión de la pena. Entro en la presencia del agua inmóvil y siento frente a mi las estrellas, ciegas de día, que esperan con su luz. Descanso, por un rato, en la gracia del mundo y soy libre”. Wendell Berry, escritor estadounidense. “No pierdas la esperanza aunque a veces creas que no hay futuro y todo carece de valor. Concéntrate en el presente. Cultiva “le petit bonheur” (“la pequeña dicha”) hasta que regrese el valor. Aguarda con ilusión la belleza del siguiente instante, de la siguiente hora, la probabilidad de que esta noche brillen las estrellas y mañana resplandezca el sol. Hunde tus raíces en el ahora hasta que crezca en ti la fuerza suficiente para pensar en el mañana”. Ardis Whitman, pensador estadounidense. “Estoy convencido de que aquí en la tierra la vida es un juego, un juego en el cual nadie tiene que ser perdedor, no importa cuál sea su apuro o condición. Creo que todos podemos gozar de los frutos de la victoria, pero estoy igualmente seguro de que, lo mismo que en los demás juegos, nadie puede participar en este misterioso acto de vivir con alguna esperanza, de lograr alguna felicidad, a menos que comprenda unas cuantas reglas muy sencillas”. Og Mandino, escritor estadounidense. “El éxito más grande del mundo”. “Nueve requisitos para vivir satisfecho: salud suficiente para trabajar, fuerza para batallar contra las dificultades, valor para confesar nuestros pecados, perseverancia para lograr nuestros objetivos, caridad para ver algo en nuestro vecino, capacidad de amar siéndole útil a los demás, fe para hacer realidad las cosas XLVIII

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divinas, esperanza en el abordaje del futuro”. Johann Von Goethe, escritor alemán. “Hermanos y hermanas de sueños y esperanzas, ¡dentro de cada uno de ustedes vive un águila! Nuestra cultura y los sistemas de domesticación nos han convertido en gallinas que escarban en la tierra. Pero nosotros estamos llamados a lo alto, hacia lo infinito. Liberemos el águila escondida en nosotros. Echemos el vuelo de la liberación”. Leonardo Boff, filósofo brasileño. “La esperanza es en sí misma una especie de felicidad y, quizás, la principal felicidad que en este mundo se alcanza: ahora bien, como cualquier otro placer que se disfruta sin moderación, los excesos de esperanza deben ser expiados con dolor y las expectativas consentidas indebidamente terminan forzosamente en decepción”. Samuel Johnson, escritor inglés. “Ha empezado a imperar un clima de profunda desesperanza que se refleja en la sensación de impotencia de las acciones sobre los resultados. Hoy no creemos en ninguna propuesta porque ya lo hemos ensayado todo. No confiamos en ninguna iniciativa porque algún interés creado, que no conocemos, debe haber por detrás”. Juan Manuel Ruiz. Presidente organización Franklin Covey. “Fe, esperanza, amor y perdón. Creo que es lo que necesitamos desesperadamente en el mundo. Pienso que hemos perdido el control. Hay genocidios en lugares en los que menos nos imaginamos. Hay guerras. Los hombres de aquí, mueren allá. Los hombres de allá mueren a causa de los de aquí. Es una locura”. Mel Gibson, actor y director estadounidense. “Creo que la imaginación es más fuerte que el conocimiento. Que el mito tiene más poder que la historia. Que los sueños son más poderosos que los hechos. Que la esperanza siempre triunfa sobre la experiencia. Que la risa es el único remedio para el dolor. Que el amor es más fuerte que la muerte”. Robert Fulghum, escritor estadounidense. XLIX


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“En la adversidad el hombre se ve abandonado por los demás. Comprende que todas sus esperanzas están centradas dentro de él. Despierta su alma, encuentra dificultades, y ellas ceden ante él… El alma puede aconsejar al hombre en la desgracia, la prosperidad lo ciega de verdad”. Archivo Tibetano. “En la actualidad ya no esperamos que la solución de todos los problemas que afligen a la humanidad, llegue, como sucedía hace muchos años, de un poder celeste o sobrenatural. Hay que depositar esa esperanza en la riqueza de ideas de la mente y en la espiritualidad de los seres humanos”. Marcella Danon, psicólogo italiano. “Apelo a la conciencia de los periodistas para que no olviden que, al escribir sobre las desventuras de la violencia o las ilusiones de la paz, le están hablando a los colombianos de lo que más les produce dolor, pero, al mismo tiempo, de lo que más les despierta esperanzas”. Gustavo Bell Lemus, Exvicepresidente de Colombia. “Más que en cualquier momento de la historia, la humanidad se halla en una encrucijada. Uno de los caminos conduce a la desesperanza y el desaliento. El otro, a la aniquilación total. Roguemos que tengamos la sabiduría para escoger correctamente”. Woody Allen, director de cine estadounidense. “Sabemos que en el hombre existe la esperanza de un estado mejor pero no sabemos si ese estado mejor existe. Tampoco sabemos si el estado actual es malo pues quizás lo único que lo hace parecer malo es la esperanza de otro estado mejor”. Stephan Zweig, biógrafo autriaco. “Quien ha visto la esperanza no la olvida. La busca bajo todos los cielos y entre los hombres. Y sueña que un día va a encontrarla de nuevo, no sabe dónde, acaso entre los suyos”. Octavio Paz, pensador mexicano. “El laberinto de la soledad”. “Todos los corazones que han latido fuerte y alegremente han dejado un impulso lleno de esperanza detrás de ellos en el mundo, y han mejorado la tradición de la humanidad”. Robert Louis Stevenson, escritor escocés. L

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semblanza rogelio salmona, el poeta del espacio. el arquitecto de los sueÑos Las Torres del Parque, el conjunto multifamiliar del Polo Club, la sede de la sociedad colombiana de arquitectos, la Universidad Distrital, el barrio Nueva Santafé, el Archivo General de la Nación, el edificio de Postgrados de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional, la Biblioteca Virgilio Barco, el eje ambiental de la Avenida Jiménez, el Museo de Arte Moderno, la Casa de Huéspedes Ilustres de Cartagena, esta última, una propuesta morisca hecha en piedra coralina (Premio Nacional de Arquitectura 1986), tienen un nombre: Rogelio Salmona, el poeta del espacio, el arquitecto de los sueños, cuya muerte el 3 de octubre de 2007 sumió en el duelo y la orfandad al mundo ancho y ajeno de la arquitectura. Salmona no alcanza a llegar a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara donde el Museo de las Artes de la Universidad de aquella ciudad mejicana, le rendiría un homenaje tardío. Este hombre nacido en Francia (1929), interrumpe sus estudios en la Universidad Nacional cuando los sucesos del 9 de abril de 1948 lo separan del amado claustro y, luego los culmina en Paris. Al final de sus días, colindantes con el esplendor y la gloria, es distinguido, irónicamente, el mismo año de su muerte (2007) por el museo “Cité de l’Architecture et du Patrimoine” de París, como “una de las figuras mayores de la arquitectura y del urbanismo sudamericanos”. La Casa de la Arquitectura de Roma rinde a su vez y por esos mismos días, un sentido homenaje al más importante arquitecto Colombiano del siglo XX, con la exposición de 28 proyectos y 126 fotografías que ilustran 50 años de labor del bardo constructor (“La Arquitectura es poesía que se traduce en metáforas construidas”). Salmona será discípulo y amigo durante 10 años del gran maestro francosuizo Le Corbusier (“El cuervo”), pseudónimo de Charles Edouard Jeanneret, la figura más importante de la arquitectura moderna (edificio de la Sociedad de las Naciones en Ginebra, el palacio de los Soviets en Moscú en 1928 y la planeación urbana de la ciudad de Chandigarh, la nueva capital del rico estado del Punjab, en la India, en la década de 1950). “El derecho a la ciudad, la posibilidad de tener una espacialidad que permita el encuentro, la convivencia, es fundamental LI


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para las relaciones normales, armónicas de la gente… Este aspecto también forma parte de la justicia social”, es uno de sus grandes postulados. Su principal aporte, a juicio del semiólogo Juan Carlos Pérgolis, es la comprensión de la vida de la ciudad: “Él siempre ha entendido la relación entre cultura y espacio”. Sus edificios interpelan amablemente a quienes lo quieran recorrer. Premio Alvar Aalto, el más importante que se entrega en el mundo de la arquitectura; la medalla Manuel Tolsá de la Universidad Autónoma de México; Premio a la Trayectoria Profesional en Arquitectura (II Bienal Iberoamericana); cuatro Premios Nacionales de Arquitectura en Colombia; “El taller América”, premio Fernando Martínez Sanabria y Fundación Príncipe Clauss de Holanda, membresía honoraria del Instituto Americano de Arquitectos… son entre otras, el tributo a la vida y obra del hermeneuta de la piedra y el espejo, del juglar del agua y el ladrillo, del filósofo con sus propuestas ecosóficas proclives a la meditación, al bienestar y a la felicidad. “La ciudad no es una retahíla de edificaciones, sino la creación más espiritual de nuestra civilización y, con el lenguaje, la más grande obra de arte creada por el hombre. Es el lugar de la cultura, el espacio público por excelencia, el lugar de la civilización”, afirmaba en forma reiterada y pasional. Allí, combina elementos estéticos, éticos, sociales y ecológicos a través de los cuales se accede al ideal de un mejor ser, estar, sentir y vivir en y desde la cotidianidad. La arquitectura “debe proponer espacios capaces de conmover, que se aprehendan con la visión pero también con el aroma y el tacto, con el silencio y el sonido, la luminosidad y la penumbra y esa transparencia que al recorrerse nos regala la gracia de la sorpresa”, se le escucha decir en su cátedra de urbanismo. Rogelio piensa que la ciudad no debe estar encerrada en sus cuatro puntos cardinales; debe ser un espacio mediador entre el individuo y la naturaleza. “(…) la ciudad sigue siendo una masa maleable, no en beneficio de la población sino de monstruos urbanos y técnicos, de corralejas urbanas, de troncales, de puentes inútiles, de costosas infraestructuras que corresponden más a la mente alienada de vendedores de ilusiones y tecnologías que, como los vendedores de armamentos, no tienen patria ni amor por la ciudad, ya sea porque la desconocen o porque no les interesa”, imprecación que forma parte, con otra serie de reclamos, de su obra “poética del Espacio”. Un arquitecto, según el, puede construirnos un sueño libertario, pero también edificarnos una pesadilla constrictora de cemento y ladrillo con aire acondicionado incorporado.

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Salmona “se preocupa porque haya una reflexión” en sus creaciones arquitectónicas, “una suerte de aduana del pensamiento” donde la duda vigile los arrebatos poéticos con su torbellino de vivencias, percepciones e intuiciones (“la duda es siempre generadora de descubrimientos, gracias a ella nos distanciamos del esquematismo ideológico. Nos obliga a pensar, a descubrir y a mirar las cosas con otros ojos, sin prejuicios”.). Salmona encarna el ideal nietzschano de la arquitectura: “La arquitectura es una especie de oratoria del poder por medio de formas”, Federico Nietzsche, (“Así hablaba Zaratustra”). Su obra, defensora del espacio, es soberbiamente sencilla, locuazmente discreta. Es una propuesta plasmada en espacios públicos y privados que se declaran en rebeldía contra los cánones sacrosantos de los manuales de arquitectura y la ola claustromaníaca de los conjuntos cerrados. Palabras más, ladrillos menos, en la arquitectura salmoniana la forma es el fondo. (“Toda arquitectura verdaderamente comprometida es siempre cómplice de su tiempo por haber sabido extraer del manantial de la vida la profunda poesía de las formas construidas”). Parafraseando a Salmona, su arquitectura recorre con rigor y entusiasmo las pequeñas cosas de la vida, sublimando lo simple y cotidiano: una ventana por que, a través de ella entre el paisaje, o un patio porque sabe que desde allí descubrimos las estrellas y le damos un límite al infinito. La arquitecta Nora Aristizábal, ex directora de Planeación Distrital (1998), escribió recientemente una excelente biografía sobre uno de los más grandes pensadores en materia de urbanismo y comunicación. Todavía disfrutamos los escritos que aparecen en la serie “Pensar la ciudad” del Observatorio de Cultura Urbana de Santafé de Bogotá donde se registran sus profundas reflexiones que integran personas, tiempos, palabras y espacios en una grandilocuente arquitectura del ser y el hacer: “La ciudad es un sueño del hombre, pero es, sobre todo, un lugar para vivir. Y, así entendida, es el lugar por excelencia donde la utopía es posible… Hay que mirar hacia atrás, pero hay que saber retirar la mirada en el momento oportuno… se trata de recrear y de transformar, no de copiar… La obra que no he hecho, la que estoy por hacer, es la que más me gusta”.

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“Es que la arquitectura y sus espacios se aprehenden con la visión, pero también con el aroma y el tacto, con el silencio y el sonido, la luminosidad y la penumbra, y la transparencia que se recorre y que permite descubrir espacios sorpresivos (…). La base del orden urbano debería ser el respeto, la conservación, la continuidad y la creación de lugares para que a través del tiempo éstos adquieran un significado social y estético cada vez más intenso (…). La arquitectura debe ser un acto democrático que devuelva la ciudad a la gente, a la colectividad (…). Lo que cuenta por encima de todo en las ciudades, más que la relación del hombre con su arquitectura, es la relación del hombre con el hombre (…). La ciudad es con el lenguaje el más grande invento que ha tenido el hombre (…). Sin la ciudad estaríamos viviendo todavía en la barbarie (…). La arquitectura es fundamentalmente una ética (…) la Ética consiste en hacer un proyecto que se hace hoy y que pueda servir a los de mañana (…). Entre la mariposa y el elefante, entre la pirámide y el río, entre lo efímero y lo permanente podría ser resumido el itinerario de una experiencia arquitectónica en Colombia (…). La Arquitectura es una de las más claras manifestaciones de la reconciliación entre la materia y el espíritu (en el caso de que sean cosas distintas). Es un ejemplo de perseverancia y madurez que demuestra en la mayoría de sus obras -anónimas muchas de ellas-, la posibilidad de crear imaginarios para transformar la vida”. Rogelio Salmona.

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utÓpolis. la ciudad de la utopÍa I Como actor y autor de su propia tragicomedia, aquel urbanita ansioso elige la forma cómo transcurrirá su agitada vida entre los murmullos silenciosos de las miradas y la suspicacia sordomuda de las palabras. A partir de esa febril elección, construirá su esencia y su logos. Esa recuperación de sentido, traerá consigo el retorno impredecible de sus sueños, lúgubres habitantes de la periferia nocherniega de la vida con los cuales intentará colonizar los parajes irredentos y subliminales de la utopía ciudadana, reconciliarse con el tiempo que discretamente contempla su ansioso y sigiloso deambular por las solitarias y a veces concurridas callejuelas de la urbe y eludir así, el acecho constante de la muerte envuelta en el nubloso ropaje del olvido.

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I. UNA LECTURA DE LA REALIDAD CONTENIDO

A.

ASPECTOS DEMOGRÁFICOS. NIÑEZ Y JUVENTUD, PERSPECTIVA Y DESARRAIGO. JUVENTUD Y SEXUALIDAD

B.

DESARROLLO HUMANO Y CALIDAD DE VIDA. COMPETITIVIDAD Y POBREZA, UNA ECUACIÓN MORTAL. NOTAS SOBRE DESARROLLO HUMANO

C. VIOLENCIA Y DELINCUENCIA. LOS COSTOS DE LA GUERRA. PROBLEMÁTICA MIGRATORIA EN COLOMBIA D. MUJER, SALUD Y NATALIDAD. MUJER, EXPLOTACIÓN Y MARGINALIDAD E.

PROBLEMÁTICA EDUCATIVA. PROBLEMÁTICA AMBIENTAL. NUESTRO PAÍS MEMORANDUM CIUDADANO I VIVERO CÍVICO I LA CIUDAD Y LOS VALORES I. LA ESPERANZA PORTAFOLIO URBANO I ECOLOGÍA HUMANA I ACERCAMIENTO AL TÉRMINO ILUSTRACIÓN II 57


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