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El largo adiós, por Lorenzo Silva

EL LARGO ADIÓS

Lorenzo Silva disecciona al detective Philip Marlowe, que investiga la muerte de un amigo

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(*) Por Lorenzo Silva

“La primera vez que posé los ojos sobre Tey a la vez fuera del alcance de todos. A fuerza de ir juntos al Victor’s, un bar semivacío rry Lennox, él estaba bo- donde siempre beben lo misrracho en un Rolls Royce mo, gimlet, Marlowe y el boSilver Wraith, frente a la rracho acaban por tomarse terraza de The Dancers… afecto. Tenía un rostro de aspecto juvenil, pero su cabello era de color blanco hueso.” Son las palabras del narrador, el irónico y En la imagen, el escritor Lorenzo Silva, autor sentimental detective Phidel artículo. © Foto: Carlos Ruiz lip Marlowe, al comienzo de esta admirable nove- Lennox? Una buena parte de la la, acaso la más lograda de su gracia de esta novela estriba en autor y también, pese a la ob- que nunca se termina de avericecación de esos atrabiliarios guarlo del todo. Al principio no mandarines culturales que le es más que un alcohólico, casado niegan al género policial cual- con una casquivana millonaria quier estatuto de respetabilidad que lo trata como un pelele y cuya literaria, uno de los libros más tiranía él acepta mansamente. conmovedores y poderosos del Pero tiene maneras distinguidas, siglo XX. su trato resulta agradable y establece con Marlowe, que lo recoTerry Lennox ge del suelo en medio de una de sus formidables melopeas, una Uno lee esas primeras palabras y sintonía inmediata. Es imposible ya sabe que la relación entre Phi- no simpatizar con Lennox, porlip Marlowe y Terry Lennox no va que hay en él algo que inspira a ser trivial. Pero, ¿quién es Terry ternura, porque parece indefenso

Suicidio

Todo cambia cuando la mujer de Lennox aparece muerta en la casa donde solía encontrarse con sus amantes, con el rostro reducido a una pulpa sanguinolenta. Terry acude a Marlowe y le pide ayuda para huir a México. Marlowe, sin hacer preguntas, le lleva en su coche al otro lado de la frontera. Poco después, se entera de que Lennox se ha suicidado.

“Todo cambia cuando la mujer de Lennox aparece muerta en la casa donde solía encontrarse con sus amantes”

Pero antes de matarse, su amigo tuvo tiempo de enviarle una carta, y con ella un ejemplar de un raro billete: uno que lleva un retrato de Madison y vale 5.000 dólares. En la carta, Terry le dice adiós y le pide que vaya al Victor‘s a tomarse un gimlet en su memoria. Marlowe, cómo no, cumple el encargo.

Rubia de ojos violetas

A partir de aquí, y esto sucede antes de completar el primer tercio del libro, Terry Lennox está ausente, y sin embargo sigue teniendo un protagonismo intenso en la historia. Por creer en su inocencia, Marlowe inicia una tortuosa investigación que le depara mil sinsabores: la policía le detiene y le golpea, un mafioso local le amenaza y el opulento padre de la difunta, que no quiere escándalos, le sugiere que más le vale abandonar sus indagaciones. Pero también conoce a una criatura de ensueño, la ausente rubia de ojos violetas Eileen Wade, ante cuya apabullante aparición el detective improvisa una teoría sobre las rubias sencillamente antológica.

“Por creer en su inocencia, Marlowe inicia una tortuosa investigación que le depara mil sinsabores” Retrato de la sociedad Pasado oscuro

Al paso, Chandler va trazando un vivo retrato de la sociedad californiana de su tiempo y una demoledora descalificación del american way of life, ahora felizmente exportado, con la potencia redoblada de la revolución tecnológica, a todo el planeta. Una civilización de brillantes envoltorios que principalmente contienen basura, en las palabras del magnate Harlan Potter, tan vigentes ahora como en 1953 (si no más). Hay siempre en Chandler el afán de construir una narración eficaz y realista, noble empeño que hoy le costaría el denuesto de ciertos literatos a la violeta. Allá ellos.

A lo largo de su investigación, Marlowe conocerá a otro Terry Lennox: su pasado oscuro y trágico, la verdadera índole de sus sentimientos y de su carácter. Pero eso queda para que lo descubran los lectores que el libro merece. Llegados a esta altura, corresponde detenerse un instante en el propio Philip Marlowe: un tipo indócil, cáustico, íntegro y leal. Acaso tiene un punto de inmadurez adolescente, pero quizá haga falta tenerlo para conservar la decencia en este mundo: para desairar al poderoso, para no venderse nunca por dinero, para honrar a todo riesgo la amistad y para atenerse a las propias reglas aunque eso le acarree a uno la persecución de la ley, la mofa de los satisfechos y los golpes de los canallas.

Humphrey Bogart interpretando al detective Philip Marlowe en un fotograma

Muere la esposa

Marlowe, como Chandler, es un humorista inteligente y emotivo. Es ingenioso, pero también llega al corazón. Por eso resulta mejor que otros: porque sabe ser vulnerable y porque su escepticismo nunca es ese desasimiento estúpido al que se arrojan algunos por parecer más listos. Cuando murió su mujer, Cissy, que le sacaba casi dos décadas, el romántico Chandler escribió: “Durante treinta años, ella fue la luz de mi vida. Todas las demás cosas que hice fueron sólo la hoguera para que ella se calentase las manos”.

En suma, un escritor y un libro de cuerpo entero: una lec-

ción sobre cómo contar una

historia, una galería de personajes plenos y seductores, instantes para la risa y para la emoción y, sobre todo, una mirada moral sobre el mundo. No se puede pedir más.

“Philip Marlowe: un tipo indócil, cáustico, íntegro y leal”

(*) Lorenzo Silva Amador es escritor y abogado. Ejerce asimismo el periodismo. www.lorenzo-silva.com

Portada de “El largo adiós”

Humphrey Bogart interpretando al detective Philip Marlowe en un fotograma

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