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Participación democrática y crítica
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR • ¿Durante mis clases paso más tiempo dando órdenes, aconsejando y aleccionando a los estudiantes, o escucho de manera activa las ideas que quieren compartir? • ¿Considero que, por lo general, las ideas de mis estudiantes son incorrectas y, por consiguiente, debo ser yo quien debe tener la palabra durante la clase?
• ¿Escucho activamente lo que mis estudiantes quieren comunicar y posteriormente verifico que se sientan escuchados? • ¿Propongo espacios de participación dentro del aula para que mis estudiantes se puedan expresar? ¿Cuáles espacios he privilegiado para la participación democrática? • ¿Considero que las burlas entre estudiantes son normales en el aula de clase y que por eso nunca van a cambiar?
¿Qué es la participación democrática?
La participación democrática hace referencia a la manera como los integrantes del aula les dan significado y voz a todas las opiniones de los miembros de su comunidad.
Chaux et al. (2004) consideran que, para que exista una genuina participación democrática, se deben desarrollar tres competencias:
1. Escucha activa: Capacidad de comprender a los demás y de demostrar que están siendo escuchados a partir de la interacción. 2. Asertividad: Capacidad de expresar ideas, intereses, posiciones y derechos de manera clara y enfática, evitando agredir u ofender a los demás. 3. Argumentación: Capacidad de sustentar ideas propias con el objetivo de que los interlocutores puedan comprenderlas.
El rol del docente asertivo en la participación democrática
Un docente asertivo genera un clima propicio para que sus estudiantes puedan expresar sus opiniones de manera libre, con seguridad y confianza. Al respecto, Velásquez y Mejía (2015) consideran que el docente debe cuidar dos aspectos fundamentales para promover la participación democrática: 1) que la voz de los estudiantes sea escuchada de manera genuina y 2) que los estudiantes sean motivados a expresar sus opiniones de manera crítica.
Sobre la construcción de aulas críticas, Chaux y Velásquez (2016) consideran que todos los estudiantes deben identificar, explorar e ir “más allá” de lo que hay detrás de los significados y discursos con los que se enfrentan diariamente. Así mismo, es necesario que trabajen en aspectos como “la capacidad de deliberación, de indagación, de proposición, la alteridad, la responsabilidad social, el cuidado por el otro y el afianzamiento de la participación en la toma de decisiones” (Delgado y Lara, 2008, pp. 678-679). “Pues no todos participan porque a algunos les da pena; hay otros que no les da pena decir algo y que los demás se burlen” (grupo focal, estudiante de 7.º grado).
“Digamos, a mí algo que me encanta mucho dentro de las clases es poner a pensar al estudiante, que cuestione la realidad y cuestione todo lo que está pasando. Que no pase entero absolutamente nada y que haya participación” (docente de Ciencias Sociales de 8.º grado).
El significado y los espacios de la participación democrática
Prieto (2005) afirma que, para construir aulas democráticas, la participación democrática dependerá del significado que le otorgue el docente a la participación estudiantil dentro de su comunidad de aula y de la naturaleza de las oportunidades que se propicien para que los estudiantes se puedan involucrar en su proceso de aprendizaje. Bajo este marco, un docente que desconozca la importancia de la participación democrática no contribuye a la formación de sujetos políticos con voz y voto en las decisiones que deben enfrentar en su vida cotidiana tanto individual como comunitaria. “Pues en la participación de Matemáticas como tal casi siempre son los mismos los que participan. Y con el profesor tampoco: como son casi siempre operaciones, tampoco da espacio a que alguien, digamos, quiera decir algo” (grupo focal, estudiante de 7.º grado).
“Me gusta que el estudiante sea así, participativo, dinámico en su participación, y lo estamos llevando a cabo. Sabemos que lo estamos consiguiendo porque eso es lo que estamos tratando de hacer: que estos estudiantes de hoy en día […] sean de pronto aquellos estudiantes que en la comunidad puedan desenvolverse, que puedan, de pronto, ser líderes” (docente de Ciencias Sociales de 8.º grado).
La importancia de la participación democrática en el aula para construir comunidades justas en la escuela
El aula de clases debe ser el lugar donde se pongan en práctica habilidades para la toma colectiva de decisiones. Por esta razón, los docentes deben profundizar en la importancia y el potencial que tiene la participación estudiantil como un mecanismo democrático “que posibilita la intervención en los procesos que influyen en el desarrollo de los colectivos” (Delgado y Lara, 2008, pp. 686).
Figura 3. Participación democrática en el aula de clase y el rol del docente
La participación estudiantil y la construcción de sujetos políticos
El aula de clases, además de ser el lugar donde se forma a los estudiantes para la toma colectiva de decisiones, debe ser el espacio en el que se los incentive para participar en todos los escenarios democráticos que propone el entorno escolar. Bajo esta mirada, Delgado y Lara (2008) consideran que una estructura organizativa que promueva la participación en diferentes instancias comprende
el comité de convivencia, el consejo estudiantil, la personería escolar, el grupo pedagógico, el grupo de directivas y docentes, el grupo de facilitadores y la máxima autoridad, la asamblea escolar, conformada por estudiantes, padres y madres de familia y docentes. (p. 685)
Estos espacios son fundamentales para poner en práctica las competencias comunicativas que se desarrollan en el aula.
Incentivar la escucha activa
1. Puede promover técnicas de escucha activa en su aula de clase. Por ejemplo, el parafraseo, es decir, pedir a los estudiantes que repitan con sus propias palabras la intervención de alguno de sus compañeros, hará que estos estén atentos y promoverá, también, la toma de perspectiva.
2. Durante las intervenciones de los estudiantes, evite utilizar frases como
“su opinión es equivocada”, “no debe pensar de esa manera” o “todas sus ideas están mal”, ya que estas desaniman la participación y afectan negativamente la autoestima de los estudiantes. De la misma manera, evite burlas cuando algún estudiante participe o intervenga en clase, pues así generará un clima de respeto mutuo y de confianza en el que todos los integrantes del aula podrán participar y escucharán de manera activa los argumentos de los compañeros. 3. Al iniciar la clase, procure disponer el aula en mesa redonda, pues esto permite que los estudiantes puedan mirarse entre sí y sentirse escuchados. Además, la organización en círculo da una idea de horizontalidad e igualdad. 4. Realice actividades que promuevan el desarrollo de competencias necesarias para que los estudiantes aprendan a participar: escucha activa, argumentación, autorregulación, entre otras. Por ejemplo, utilice metodologías como los debates, la discusión de dilemas morales, el aprendizaje cooperativo, la lluvia de ideas, entre otras. 5. Realice preguntas a los estudiantes sobre los argumentos de los demás compañeros. Estas preguntas pueden ser: “¿Qué piensas de lo que dijo tu compañero?”, “¿estás de acuerdo o en desacuerdo con su idea?”, “¿puedes recordar cuál fue su argumento principal?”. 6. También puede integrar las opiniones y argumentos que dan los estudiantes durante la clase, de tal forma que esto los motive y se genere una construcción colectiva del conocimiento.
Fomentar la asertividad
7. Procure tener una comunicación asertiva —expresar lo que se piensa o se siente sin ofender a la otra persona— con sus estudiantes, en la cual se privilegie la escucha activa, la seguridad y la confianza. Esto permitirá que lo tomen como ejemplo y que pongan en práctica sus actuaciones con sus compañeros de clase, además de que propiciará que se construyan relaciones horizontales entre docentes y estudiantes. 8. Enseñe a sus estudiantes a hablar desde el “yo”, no desde el “tú” o el “usted”, pues esto permitirá que los integrantes del aula se hagan responsables de sus opiniones y del impacto que puedan llegar a tener en los demás. Por ejemplo, promueva “yo me sentí ofendido”, en lugar de “tú eres un irrespetuoso”.
Desarrollar la argumentación
9. Privilegie el uso de preguntas en su clase, y en el mejor de los casos haga preguntas auténticas: Una pregunta auténtica surge del asombro, de la curiosidad, la sorpresa, el desconcierto, la fascinación por saber, la previsión y, sin duda también, de un primer esbozo de certeza —aun cuando abierta a la duda—. Pero, ante todo, las preguntas auténticas están provistas de un elemento central: la honestidad. No es una pregunta retórica ni busca demostrarle al otro que su forma de pensar está equivocada. Como decía un amigo mío, no se trata de preguntas para “corchar” al otro, para hacerle ver que tiene un error, sino que surgen de querer entender de qué se trata un
problema, de cómo lo está entendiendo el otro, de cómo lo analiza, para que su forma de entenderlo pueda servir para uno también entenderlo mejor. (Jaramillo, 2009, p. 66) 10. Desafíe a los estudiantes planteando ideas o situaciones hipotéticas que vayan en contravía de las temáticas que abordará en la clase, por ejemplo:
“No necesitamos agua para vivir”. Posteriormente, permita que los estudiantes expresen sus opiniones y argumenten las respuestas de lo que piensan. Puede acompañar esta estrategia con preguntas como “¿cuál es el problema de esta afirmación?”, “¿cuál es el conflicto de esta idea?”, “¿cuál podría ser una idea que se acerque más al contenido de la clase?”.