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PRESENTACIÓN

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INTRODUCCIÓN

INTRODUCCIÓN

Cuando los conflictos se acentúan y se prolongan por décadas, la sociedad experimenta innumerables fracturas. Las más dolorosas son, quizá, las que quebrantan los hilos de confianza, la vida en comunidad, el bienestar emocional de las personas y la capacidad de unirnos para construir la realidad que queremos en el diálogo, la empatía, el respeto y la diversidad. Por lo general, estas rupturas, que por su naturaleza intangible son las más difíciles de sanar, se derivan de una fractura mayor: la de la palabra. La dificultad que tenemos para comunicarnos, para llegar a consensos y para gestionar conflictos pacífica y democráticamente es a la vez causa y consecuencia de las dinámicas de violencia en las que hemos estado inmersos. Es a partir de la palabra que se entretejen las relaciones cotidianas y se construyen las representaciones que tenemos de nosotros mismos, de los demás y del mundo que nos rodea, elementos que guían nuestro comportamiento y nuestras decisiones. Esta realidad pone de manifiesto el enorme reto comunicativo que enfrentamos hoy como sociedad. La manera en que nos referimos a los otros, la escucha, el diálogo y la argumentación son manifestaciones comunicativas cotidianas que inciden en las dinámicas sociales y en el bienestar de los individuos y las comunidades. Por tanto, todos como ciudadanos somos responsables de las decisiones que tomamos sobre cómo abordar y contar los hechos y del impacto que esto tiene, bien para contribuir a acercarnos, aliviarnos, favorecer relaciones enriquecedoras y generar reflexiones que conduzcan a cambiar conductas nocivas o, por el contrario, para dividir, lastimar, desesperanzar o, incluso, alentar odios, violencias, homicidios y suicidios. En ese sentido, aquellos que son responsables de producir o hacer circular información, de construir agendas públicas e intervenir con sus narrativas en la configuración de imaginarios, posturas y subjetividades —que se traducen en formas particulares de interacción social—, tales como comunicadores sociales, usuarios de redes sociales, académicos y, en general, todos los ciudadanos que de una u otra manera están vinculados e

inciden en el debate de los asuntos públicos, adquieren un rol determinante para alentar la convivencia, la reconciliación y el cuidado de la salud mental. El momento histórico que vivimos demanda nuevas narrativas, discursos y formas de interacción social. Desaprender y desnaturalizar las formas violentas de comunicarnos con el fin de aprender a comunicarnos para una convivencia pacífica y saludable no es una tarea fácil. Desarmar el lenguaje para dar paso al debate de los argumentos y al diálogo democrático y respetuoso de la diferencia no solo demanda esfuerzo, creatividad y compromiso, sino también apertura y suficiente disposición para hacer lo que las dinámicas de violencia nos han impedido hacer: escucharnos y comprendernos mutuamente para avanzar en la búsqueda de consensos que permitan mejorar nuestra calidad de vida y promuevan la salud mental. Y es que de la salud mental depende en buena parte el éxito de la reconciliación y la construcción de paz. Promoverla implica fomentar las condiciones psicológicas, sociales, culturales, económicas y políticas que hacen posible el bienestar integral de las personas y de la sociedad; condiciones que, de una u otra manera, se han visto truncadas por las dinámicas de violencia, y cuya ausencia ha dejado graves secuelas en la salud mental de individuos y comunidades, al mismo tiempo que ha deshilvanado el tejido social. Precisamente, la primera edición de este libro surgió del interrogante que se propuso responder un equipo interdisciplinar de profesionales, después de la firma del acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARCEP), el 26 de septiembre de 2016: ¿Cómo promover formas de comunicación que alienten la reconciliación nacional y favorezcan la salud mental de los colombianos? Para responderlo, fueron necesarias múltiples voces y perspectivas. Con el apoyo del Programa de Alianzas para la Reconciliación (PAR), auspiciado por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) e implementado en Colombia por la organización no gubernamental norteamericana ACDI/VOCA, profesionales en psiquiatría, comunicación, filosofía, antropología, ciencia política y psicología pusieron en común sus ideas y las nutrieron con las de un amplio grupo de periodistas expertos en conflicto y paz, así como con la experiencia de más de cuarenta comunica-

dores regionales que se sumaron a la discusión sobre el tipo de comunicación al que deberíamos apostarle si lo que queremos es la reconciliación. Ese diálogo de saberes, trayectorias profesionales, experiencias de vida y revisión bibliográfica se tradujo en un texto de reflexiones y recomendaciones prácticas en el que los lectores encuentran una ruta para comunicarnos sin daño desde una perspectiva psicosocial que todos deberíamos considerar. Esta segunda edición, realizada en el marco de los Proyectos de Planeación Universitaria de la Pontificia Universidad Javeriana, parte de las inquietudes de los autores de profundizar en algunos aspectos, incorporar nuevos elementos de reflexión e irradiarlos a otros escenarios históricos y actuales, que al igual que el conflicto armado, han generado fracturas en la sociedad y han develado cómo las dinámicas guerreristas permean nuestras vidas manteniéndonos en un estado de alerta y en una posición defensiva, la cual nos ubica frecuentemente en orillas opuestas donde se hace difícil tender puentes para conocer al otro, entender los diferentes contextos y llegar a acuerdos. Como consecuencia, se han profundizado las divisiones, y nos sentimos en la libertad, y muchas veces en la obligación, de atacar a los otros, discriminarlos, degradarlos, deshumanizarlos y estigmatizarlos. Algo similar hemos vivenciado, por ejemplo, con la llegada de la pandemia de COVID-19 y las situaciones que hemos tenido que afrontar como consecuencia de esta. Históricamente, estas divisiones y la imposibilidad de pensarnos en una sociedad multicultural, pluriétnica y equitativa han permitido que los discursos xenófobos, racistas, sexistas y clasistas permanezcan vigentes en nuestra sociedad. A lo anterior, se suma la acelerada penetración de las redes sociales en las interacciones sociales y una cada vez más activa y creciente esfera digital. Con ello, este tipo de ideas y posturas se diseminan más rápido y llegan a más personas; esto refuerza discursos que hacen daño y dejan huella con imágenes que se quedan grabadas en nuestras vidas y que nos llevan a tener más miedos que esperanzas. Este libro, que esperamos llegue a tantas manos como sea posible, es un llamado a entender la comunicación como un verdadero fertilizante que puede abonar el terreno social para que la convivencia pacífica y el bienestar germinen con suficiente vigor, respaldo y legitimidad. Todos, como ciudadanos, independientemente de si ejercemos o no la comunica-

ción como una profesión u oficio, estamos llamados a pensar en el poder de la información, el lenguaje y la palabra en la salud mental, la resolución pacífica de los conflictos y la reconciliación.

Carlos Gómez-Restrepo

Decano de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Javeriana

Marisol Cano Busquets

Decana de la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana

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