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La gestión de diseño y la empresa

amenazas y oportunidades y las convierte en nuevas tierras por descubrir, teniendo planes de acción para responder rápidamente a circunstancias inesperadas. De igual manera, transmite a su equipo la visión y los valores compartidos, que integran la cultura corporativa y que determinan el ADN de la organización.

Estas empresas en tiempos de crisis se reinventan a través de un liderazgo creativo, el cual les permite la generación de nuevas ideas para el diseño y desarrollo de productos y servicios innovadores. Están en una búsqueda constante de guías de navegación que les facilite redefinirse estratégicamente para mejorar su desempeño; en efecto, “la coherencia del diseño de estas empresas las distingue de sus competidores. Los rasgos de identidad bien definidos y comunicados hacen que sean percibidas con mayor claridad las ventajas competitivas que ofrece la empresa” (Montaña y Moll, 2008a, p. 64).

La necesidad de gestionar el diseño surge, entre otras causas, como resultado de una serie de inconvenientes que se manifiestan en la cotidianidad de las empresas, pues no solo se trata de contratar diseñadores para la ejecución de un proyecto, sino de generar las mejores condiciones para hacer de este un aliado estratégico e integrarlo a la cultura empresarial. En algunas organizaciones, más allá de su tamaño o del sector en el que se desenvuelvan, su cercanía al diseño se centra en el proyecto de diseño para el desarrollo de productos o servicios, asumiendo que con eso cubren todo el espectro del aporte del diseño. Pero, de hecho, este es mucho más amplio, porque si en la empresa no se cumple con las condiciones requeridas para gestionarlo, no se generará el ambiente propicio para su asertiva incorporación.

Al observar casos de empresas reconocidos por el éxito en el uso del diseño —Apple, Ikea, Lékué, Virgin, Herman Miller, Philips, Electrolux, Totto, etc.—, es constante el compromiso de la gerencia con un apoyo real, tanto en término de recursos —humanos, económicos y de infraestructura— como en su forma de pensar acerca de él, lo que le otorga una dimensión que lo sitúa en el nivel del pensamiento estratégico.

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