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"Permitir que las preguntas que se hace la sociedad permeen el trabajo universitario"
karem Priscila Díaz Díaz*
Hermann Rodríguez Osorio, S.J., actualmente uno de los tres delegados para la misión de la Conferencia de Provinciales de América Latina y El Caribe (CPAL), fue nombrado el 3 de julio Provincial de la Compañía de Jesús en Colombia.
El nombramiento lo hizo el P. Arturo Sosa, S.J., General de la Compañía de Jesús, para suceder en el cargo al P. Carlos Eduardo Correa, S.J. quien estará como provincial hasta la segunda semana de diciembre de 2020, por culminación de su período de 6 años.
El padre Hermann Rodríguez, caleño, hijo de Ramón Rodríguez y Cecilia Osorio y el octavo de once hijos, se define como una persona comunicativa, entusiasta, optimista y bastante creativo, “se me ocurren cosas que generalmente a la gente no; me gusta ensayar cosas nuevas y son ideas locas que luego funcionan bien, o por lo menos eso creo yo”, comenta con algo de risa. En medio de su espontaneidad y sencillez destaca su carácter pacifista y conciliador. “De familia soy apasionado por el tema de la paz. Mi papá nunca quiso comprarnos un arma de juguete, así protestáramos y reclamáramos que queríamos jugar a los vaqueros o a los ladrones y policías… La respuesta era tajante: ¡armas no! Eso tiene que impregnar nuestra cultura, y el país lo necesita. Si no lo hacemos, seguiremos con la ley del ojo por ojo y diente por diente. Entonces, si puedo hacer algo en esa dirección, para mí será suficiente”, añade.
Doctor en Teología y especialista en Teología Espiritual, de la Universidad Pontificia Comillas; magíster en Psicología Comunitaria, filósofo y teólogo, de la Universidad Javeriana, asumirá también como Vice-Gran Canciller de la Javeriana. De acuerdo con los Estatutos de la Universidad, entre sus funciones están concretar las orientaciones de la Compañía de Jesús para el desarrollo de la Universidad y para el cumplimiento de su Misión y Proyecto Educativo; convocar y presidir el Consejo de Regentes; realizar la consulta en la comunidad educativa Javeriana sobre candidatos a Rector y nombrar los rectores de seccional y los vicerrectores, entre otras.
Hoy en la Javeriana conversó con el P. Hermann sobre la educación, la juventud, la pandemia y su paso por la Javeriana cuando fue profesor y decano académico de la Facultad de Teología entre 2002 y 2015.
Uno de los propósitos de la Compañía de Jesús para los próximos 10 años es acompañar a los jóvenes en la creación de un futuro esperanzador. ¿Cómo esto se puede hacer realidad desde la educación?
H.R.: Ahí lo clave es el verbo acompañar, que supone una actitud de mucho respeto, de hacer camino con los otros, en este caso con los jóvenes. Y con los jóvenes de la Red Juvenil Ignaciana, de los colegios, de Fe y Alegría, de la Javeriana Bogotá y Cali y de otros centros de estudios en los que podemos enseñar. Para mí ese término (acompañar) es muy bello, porque supone un respeto muy grande por el otro, por la posibilidad del otro de construir su propio camino. Es decir, yo no soy dueño del camino del otro, sino que acompaño y acompañar significa ayudar y ofrecer los recursos o los cuidados necesarios para que esa generación joven pueda construir su futuro. En ese sentido la Compañía de Jesús tiene que enfocar su servicio en las nuevas generaciones, que como una semilla sabe perfectamente qué tiene que ser, pero necesita ayudas: el agua, el abono, la tierra, la luz, la poda. Es igual con la educación. Nosotros tenemos que ayudar a propiciar las condiciones y las posibilidades de que ese futuro se desarrolle y llegue a su plenitud.
¿Qué desafíos encuentra hoy en la juventud?
H.R.: Entender la cultura juvenil es un reto importante para nosotros, porque en la medida que podamos entender lo que ellos están buscando, quieren y necesitan, podemos colaborarles, si no, estamos en dos mundos que no se cruzan. Descubro que en la gente joven hay un reto muy fuerte de autenticidad, de ser lo que son con transparencia. Otro es la preocupación y la consciencia de la responsabilidad frente al mundo, la creación, el medio ambiente. También me parece que hay una inquietud muy grande en el hecho de que les permitamos pensar a ellos mismos su futuro; ellos quieren hacer su camino. Ahí hay una reacción que siempre ha existido en las generaciones más jóvenes, de protesta y de búsqueda de su propia identidad. Hay un dominico que fue superior general de los dominicos y que les decía a los jóvenes de su congregación: “ustedes vienen a incomodarnos, siempre nos plantean preguntas, nos cambian las tradiciones, nos cuestionan, por eso los necesitamos”.
¿Cómo está orientada hoy en día la educación jesuita?
H.R.: Hay un elemento que no es nuevo, pero se ha desarrollado más en los últimos años y es descubrir en la espiritualidad ignaciana principios orientadores de la pedagogía. Es lo que llamamos la pedagogía ignaciana. Es cómo podemos iluminar el proceso pedagógico a la luz de la experiencia de los ejercicios espirituales ignacianos. Esto es una riqueza que tenemos en la Compañía. Hay otros elementos que el padre Kolvenbach, Arrupe, Adolfo Nicolás y ahora el padre general Arturo Sosa siempre están recordando y en este momento uno de ellos es el de la innovación, la capacidad de recoger las nuevas formas de generar procesos educativos de enseñanza y aprendizaje que van revolucionando el aula en la escuela y en la universidad. Creo que en eso la Compañía quiere estar al frente para apoyar o favorecer nuevas formas de aprendizaje que van mejorando esa relación. Luego está el paradigma Ledesma Kolvenbach que tiene cuatro principios: la utilidad, la justicia, la humanidad y la fe. Son elementos que caracterizan la forma de educar de la Compañía, educamos con un sentido que termine siendo útil para la sociedad, que favorezca las relaciones justas entre los seres humanos, que ayude a mejorar la calidad humana y que permita el crecimiento y el desarrollo de la fe.
En esta época de pandemia ¿Cuál considera que es la principal acción que pueden hacer las universidades para superar esta crisis?
H.R.: La tarea más importante es permitir que las preguntas que se hace la sociedad permeen el trabajo universitario. Eso significa, por ejemplo, que las preguntas que están surgiendo en el nivel económico, movilice a las facultades de economía. Y las preguntas que se plantean la salud y el cuidado de las personas movilice a las facultades de medicina, odontología, enfermería, el área de biología y ciencias. Tenemos que permitir que los problemas que está viviendo la gente permeen nuestras aulas, nuestros proyectos de investigación, nuestros servicios (…). Porque si no, somos una universidad que responde a una sociedad distinta que no es la nuestra. Si una universidad quiere ser pertinente y ayudar realmente a la sociedad en la que está inserta tiene que permitir que las preguntas que hace la sociedad nos toquen, nos cuestionen y nos replanteen los programas, los proyectos y las alternativas.
¿Qué es lo que más recuerda de la Javeriana?
H.R.: La Universidad Javeriana es un lugar de lujo para trabajar, por la calidad humana, por el clima laboral que se vive, por las posibilidades de desarrollar el pensamiento, la reflexión, la investigación. Fue una gran riqueza, lo recuerdo como un tiempo de mucha productividad intelectual, de innovación, de creación de nuevos proyectos, de formularse preguntas y tratar de responderlas con la ayuda y participación de todos. Es un mundo con una gran diversidad de perspectivas. Mi recuerdo de esos años en la Universidad está lleno de gratitud.
*Periodista de la Dirección de Comunicaciones